Archivo de septiembre, 2018

Si perdemos este anillo de arena, nos divorciamos de la Tierra

Las cosas que parecen frágiles y bellas serán las primeras en desaparecer. Piensa en el canario y la cueva, en el gas y la mina. Cae el magnífico pájaro y empieza la estampida… Huyen todos porque es el aviso del escape, la muerte.

Quiero presentaros un curioso atolón, un hermosísimo canario tropical, anillo de tierra que se levanta apenas un metro sobre la superficie del mar Pacífico. Una isla maravilla que parece salida de una fantasía pirata y que tiene un problema. Como le ocurría al pájaro minero, ha comenzado a toser arena.

El atolón de Takuu en una imagen captada por la NASA. Wikimedia Commons.

El atolón de Takuu en una imagen captada por la NASA. Wikimedia Commons.

El Atolón de Takuu, en Papua de Nueva Guinea, tiene los días contados. A pesar de ello, sigue habitado por sus 560 vecinos, que lejos de resignarse, sufren y se sienten impotentes.

Su amenaza principal es el nivel del mar. La ola sin retorno.

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La Montaña Mágica está en Huesca

La Montaña Mágica existe y está en Huesca, al norte, en la frontera. Cruzas el pueblecito de Aísa y su recoleta piscina, abandonas los límites civilizados; la carretera te sacude entonces -cóctel de huesos, zumito de plasma- hacia arriba, por oleadas de pinos que te añaden su menta salvaje; superas una curva y al fondo, como en un espejismo, un disparo, o un cuadro de Bierstadt, la visión te apuñala la córnea.

Cuadro de Albert Bierstadt. Sunrise at Glacier Station 1889–90. Wikimedia Commons.

Cuadro de Albert Bierstadt. Sunrise at Glacier Station 1889–90. Wikimedia Commons.

Es un espectáculo. La forman tres pirámides irregulares: desnudas, grisáceas, magentas, torturadas por el viento y las aguas del diluvio, cúmulos presidenciales que sobresalen entre los valles cerrados, y que ocupan el final de todos los caminos.

¡Una Roma del Pleistoceno que atrajo a los viajeros de la Edad de Piedra!

 

Cuando llegas a sus faldas, tras la dura caminata, es hora de juegos: vacas, mariposas, grutas, paredes de cíclope, árboles vencidos, arcadia, murciélagos. Vértigo, desprendimientos, cabeceras de torrentes activos… Un innombrable silencio.

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‘La Pietà australiana’, o la virgen de los canguros atropellados

La Pietà es una escultura, pintura, o fotografía -un tema popular en las artes figurativas- donde aparece una virgen y un cadáver.

Representa el ritual más espantoso: la madre que sostiene el peso inerte de su hijo.

Piedad del Vaticano, obra de Miguel Ángel, 1498/9–1500, mármol. Wikimedia Commons.

Piedad del Vaticano, obra de Miguel Ángel, 1498/9–1500, mármol. Wikimedia Commons.

Fue una escultura típica del Renacimiento, y desde entonces llamamos Pietà a las madres que cargan con semejante peso. Resulta lógico que las llamemos así, el sufrimiento de esta virgen es arquetípico.

La pietà la definieron los romanos como una emoción de gran amor acompañado de un temor reverencial.

Según la RAE, sería esto:

2. Amor entrañable que se consagra a los padres y a objetos venerados. 3. Lástima, misericordia, conmiseración. 4. Representación en pintura o escultura del dolor de la Virgen María al sostener el cadáver de Jesucristo.

Para que exista piedad debe haber, por tanto, amor, vértigo, dolor, muerte, pero también descenso, chillido, veneración.

La pregunta es si podemos compartir todo esto con los canguros.

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Plantas de diseño impresas en 4D, ¿así será el futuro?

¿Y si en el futuro pudiéramos diseñar plantas inteligentes o materiales que las imiten? ¿Cómo serían estos nuevos seres? ¿Se parecerían a los malévolos trífidos de la novela de John Wyndham, híbridos entre el mundo vegetal y animal? ¿O tal vez fueran bellas criaturas de diseño, dotadas de movimientos sensuales, como en el baile del coral?

La diseñadora industrial Nicole Hone ha imaginado una serie de plantas futuristas en la obra Hydrophytes. Fue su proyecto de fin de máster, en el que investigó las posibilidades de movimiento a través de la impresión en 4D (que une la potencia de creación del 3D con el empleo de materiales inteligentes capaces de responder a estímulos). «El proyecto explora el diseño y la coreografía del movimiento para dar vida a los objetos a través de la impresión 4D. En la película no hay efectos añadidos de postproducción», escribe en su página web.

Vemos a estos seres animados que podrían ser las plantas del futuro, o al menos su imitación. Mediante unas mezclas de resinas rígidas y flexibles ha desarrollado estas formas que simulan los movimientos orgánicos. Dentro de unos años, estas tecnologías de impresión podrían dar a luz a sucedáneos del mundo animal y vegetal, o a materiales que copien las capacidades de los mismos, como adaptarse o autorrepararse.

«Estos Objetos Generados por Computadora (CGO) aprovechan tanto el mundo digital, con su versatilidad y eficiencia en la creación de formas, como el mundo físico, donde los objetos pueden responder al medio ambiente, a los humanos y a otros objetos impresos. Este equilibrio entre el diseño controlado y la interacción natural descontrolada conduce a la creación de actuaciones orgánicas convincentes», añade.

Así es un violín por dentro, y parece un templo

Si su sonido puede ser descrito como una plegaria íntima, el interior de un violín parece un templo, edificado en una era en la que desconocíamos el oro y la gula de los arzobispos. Un árbol muerto convertido en un bosque de música.

Así es un violín X por dentro…

La luz se cuela a través de las marcas de sus oídos y se desliza en descenso oblicuo. Parece el románico sol acariciando la roseta, luz que es mancha, niebla y esperma, un baño de calma, un misterio inefable, despierto al espasmo lento, delicioso, expansivo.

Es, sin lugar a dudas, un espacio para el rezo; también un lugar desconocido. Nadie está, ni puede asomarse, en su interior mínimo. Solo estamos autorizados a escuchar el canto de sus feligreses cuando el gigante de carne, quizás para vencer su miedo o acompañar el vino, osa acariciar el campanario de sus cuerdas.

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Brevísima historia de los ‘zoos humanos’

El último zoo humano que avergonzaría a Europa tendría lugar en Bélgica, y sería en una Exposición Universal, un espacio donde las naciones exhiben sus logros.

Ocurrió en 1958 y, bien mirado, no cae tan lejos el evento, está a la vuelta de la esquina, cruzando la calle de la Xenofobia, llegando a la Plaza Racismo, a cuatro paradas del ascenso de la ultraderecha europea

Las autoridades belgas, que habían tomado el Congo un siglo antes, consideraban que África formaba parte de su historia más luminosa. Y quisieron rendir tributo y homenaje a sus hazañas en la Exposición General de Bruselas.

Ser humano expuesto en un zoológico como atracción en 1906. Wikimedia Commons.

Ser humano expuesto en un zoológico como atracción en 1906. Wikimedia Commons.

El marketing es una institución perversa: ¡Qué idea tan estupenda! ¿Por qué no montamos un stand especial y recreamos en él un poblado aborigen? ¿Por qué no exhibir allí dentro, tras un seguro perímetro de bambú, a unos cuantos súbditos congoleños- ¿quinientos, tal vez?-, y que se comporten estas familias como buenos salvajes, que tejan, bailen y duerman, encerrados en sus jaulitas de madera.

Delicia para el público educado y superior. ¡Será un éxito!

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Nuestras futuras casitas en Marte y otras arquitecturas (por ahora) imposibles

Podríamos llamarlo arte marciano o arquitectura espacial. Nada parecido a lo que imaginó Ray Bradbury en su brillante obra Crónicas marcianas, pero sí un primer paso.

En julio la Nasa presentó los cinco prototipos ganadores. Vencieron en un concurso que buscaba los mejores proyectos para levantar nuestras futuras casitas en Marte. Se presentaron 300 aspirantes.

Las viviendas de los colonos tenían que cumplir con dos características comunes: poder ser impresas en tecnología 3D, una vez llegados al Planeta Rojo -nada de mandar la casa volando en un cohete-, y que fueran hábitats viables para la vida humana.

Debían además medir 100 metros cuadrados y poder ser construidas con materiales marcianos.

La NASA escogió estos cinco proyectos, que compartirán el premio de 100,000 dólares, con el Equipo Zopherus a la cabeza.

Prototipo de Team Zopherus de Rogers, Arkansas. NASA.

Primer puesto: Prototipo de Equipo Zopherus de Rogers, Arkansas. NASA.

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Este diseñador convierte muebles en verdaderos rompecabezas

Craig Thibodeau diseña muebles que son puzles, complejas estructuras que van abriendo sus recovecos y secretos en función de una orden precisa de movimientos. Estos escritorios resultan perfectos para ocultar cualquier cosa de valor, pues quien desconozca los peldaños y llaves mágicas, o no tenga la suficiente paciencia para resolver el enigma, no podrá alcanzar nunca sus cajones profundos. Casi parecen una caja fuerte, donde la protección procede más del ingenio que de la dureza del metal.

En este vídeo muestra cómo funciona uno de sus inventos: el Wisteria Puzzle Cabinet.

Desde hace seis años incorpora estos mecanismos automáticos, los espacios secretos, resortes inauditos, llavecitas, posiciones, agujas del reloj que abren cajones, rompecabezas integrados en el mobiliario de madera cual piezas errantes e imprevisibles.

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Ahora puedes navegar por las islas fantasma

Islas fantasma… Como si el viejo marinero, aquejado por las cataratas del fin del mundo, gritara: ¡Tierra a la vista!. Señaladas, dibujadas, e incluso descritas, ocuparon lugares vacíos en los mapas. Los exploradores ansiaban tierra firme, y la buscaban a tientas, tras cada expedición. Múltiples rumores gobernaban unos viajes que eran aventura, hambre, sed, escorbuto y, muchas veces, delirio.

El marinero es ese tipo errante que sueña con rocas fijas, un gorrión que espera salir de su jaula al olisquear el perfume del coco. Si quieres ser como él, primero debes viajar en el tiempo.

Usa la imaginación y dirígete a la época de las tinieblas en las cartas marítimas. Mapas de la Grecia clásica, medievales e imperiales.

El mundo terminaba en un óbito, la tierra ignota, el fin de la tinta. Era tanta la ignorancia que al geógrafo no le temblaba la diestra al dibujar una sirena en el pergamino.

Años en los que empezaron los descubrimientos y la expansión colonial, buenos tiempos para la aparición de las islas fantasma.

Mapa de Vinlandia. Notorio por sus islas fantasmas.

Mapa de Vinlandia. Notorio por sus islas fantasma.

Durante centurias, en esta mirada inexacta y brumosa, ocuparon su lugar en el mundo. Fueron solo manchas que obsesionaron a los aventureros, de hermosos nombres, como Antillia (pequeña Atlántida al oeste de las Azores, supuestamente poblada por cristianos viejos que huyeron de la invasión musulmana, y que dio nombre al archipiélago caribeño), o Taprobana (cuyo origen se remonta a la fantasía griega de Megástenes, 290 a.C), o Los Jardines (mito de los conquistadores españoles que se adentraron por el Pacífico).

Mapa de Taprobana. Wikimedia Commons.

Mapa de Taprobana de Ptolomeo. Wikimedia Commons.

Nunca existieron (ninguna prueba fue hallada). El navegante no pudo pisarlas.

El músico y programador Andrew Pekler, fascinado por ellas, ha logrado que podamos navegar por un mapa sónico. Aquí tienes el enlace: Phantom Islands.

Ha diseñado un globo terráqueo en el que es posible cruzar los mares hasta su supuesta situación geográfica.

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El idioma secreto de los vagabundos del ferrocarril

El Oeste es la promesa. Saltan al tren en marcha. Candado roto, oxígeno. Arañan vagones. La navaja deja su firma en el óxido. El cubículo es estrecho y frío, como el útero de una vieja embarazada de pobres. Destino de trabajador vagabundo, olvidarán su antiguo nombre allí.

Siempre en marcha, tragan polvo, correcaminos implumes. El pitido de la locomotora se cuela a través de la puerta abierta y la noche es negra, resbaladiza, y los llama. Veloces estepas sin horizonte que se repiten como en un purgatorio. Un rayo pintor. Espinas. Reino de sapos venenosos. Nueva estación. Policías. Silbatos. Perros. Silencio de ardillas. Retoman la marcha.

Mañana, muchachos, llegaremos a Dallas, Portland, Reno, Burns… La promesa, el Oeste, es la mirada de un coyote taciturno que desaparece tras un guiño de ojos. Entonces, al día siguiente, el claustro metálico los expulsará en la vía y nacerán cansados, dolidos, derrotados. Serán bautizados de nuevo en el Jordán de las piedras, tendrán el nombre de un huérfano y éste será el de Hobo.

Destino: Viajar por la nada siendo nada y todo por casi nada.

Así fue su vida. Así quisieron renacer.

Llevaban años recorriendo el país de esta forma mal llamada aventurera. Puede que fueran los primeros parásitos del recién nacido ferrocarril. Fue durante la Gran Depresión, sin embargo, el crack del 29 y la ola de desempleo que dividió los Estados Unidos, cuando su número aumentó hasta los centenares de miles de andrajosos caminantes, merodeadores sin suerte, y no eran negros, centroamericanos o sirios, como hoy, solo hobos, así los llamaban: americanos blancos sin rumbo y techo.

Hobo saltando a un tren de mercancías. 1935.

Hobo saltando a un tren de mercancías. 1935.

Los hobos eran el ejército insomne del nuevo rey vagabundo: el trabajador empobrecido, el currante itinerante que usaba el tren para aparecer y desaparecer cual conejo tísico de una chistera rota.

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