Archivo de abril, 2018

Las pesadillas anatómicas de Simon Christoph Krenn

El problema de manipular el cuerpo humano está en el asco. Si coges cabezas y torsos y los unes en una amalgama gelatinosa, obtienes un vídeo de Simon Christoph Krenn.

Crea bodegones horripilantes, partes de cuerpos que se funden unas con otras, monstruos complejos a los que aplica nuevas fuerzas de la gravedad hasta que rebotan y toman el carácter de la viscosidad, parecen hechos de goma. Trozos de carne blandos que se arrastran cual babosas y que se tambalean en un experimento digno de un doctor Mengele del futuro.

Interesado en la zoología y la biotecnología, este escultor en 3D quiebra las fronteras del ser humano con sus modelados. Su cuenta de Vimeo reza la advertencia de «solo para adultos«.

Movimientos y colisiones de una naturaleza hiperrealista que consiguen la arcada de un trauma genético, la indecisión de seguir mirando la pantalla. El resultado es una pesadilla anatómica, un accidente molecular. Alterar las leyes naturales que arman nuestra consistencia y armonía es el espanto. Por eso resulta inquietante este experimento que Simon ha titulado Parasitic endeavours: su humano deformado habla de un terror atávico contenido en la hélice de nuestro ADN.

 

 

‘Memento mori’, las fotografías ‘post mortem’ del siglo XIX

Las fotografías de los muertos nos inquietan; más que la Muerte misma. En la época victoriana, sin embargo, fueron algo común, una mezcla de sentimentalismo, romanticismo y memento mori: la necesidad de recordar que un día aparecerás en esa imagen perturbadora.

Familia posando con hija fallecida. Wikimedia Commons.

Familia posando con hija fallecida. Wikimedia Commons.

Una vez fallecidos, los vestirán con las mejores galas, los sentarán o estirarán sobre una butaca o ataúd simulando al animalillo dormido. Su carcasa de carne será eterna, congelada por un fotón de luz para las generaciones venideras. El alma habrá regresado a las estrellas fundadoras por el agujero negro del aliento. El ciclo estará concluido. Será el último adiós. No sabemos si habrá más allá, paz, vacío, no existencia, conciencia pura en su retorno a la Fuente, cielo, averno, o eones de aburrimiento.

Solo sabemos que la física cuántica no entiende la Muerte y que la naturaleza no la inventó como tal. La Muerte es un concepto humano, un temor o un rompecabezas. Un salto al vacío. Y hubo un tiempo en que podía ser fotografiada porque ocurría en casa, y no en los hospitales o centros de retiro, formaba parte de una realidad doméstica sin zona de exclusión.

La perdida de un ser querido, especialmente la de un niño, en épocas de alta mortalidad infantil por culpa de la viruela o la tuberculosis, los trabajos forzados o el hambre, se consagraba entonces con una fotografía en blanco y negro, un recuerdo. En ocasiones, trucando el negativo, se les dibujaban unos ojitos para mantener el espejismo de la vida. Muchos de estos retratos serían el primero y último.

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Así imaginan cómo será la moda más allá del año 2030

El londinense Centro para la Moda Sostenible (CSF), entidad que busca superar el status quo de la moda para aportar ideas creativas que ayuden a diseñar una industria más equilibrada con el medio ambiente, la sociedad y la cultura, pidió a varios artistas que imaginaran cómo sería el futuro.

El resultado de estos trabajos forma parte de la muestra Fashioned From Nature, abierta en el Museo Victoria & Albert de Londres, un espacio de reflexión sobre la compleja relación existente entre la naturaleza y la moda desde el año 1600.

Los jóvenes artistas que colaboraron con el CSF, estudiantes del London College of Fashion, se encargaron de imaginar nuestras ropas y costumbres más allá del año 2030 a través de distintos vídeos. Las respuestas han sido variadas, pasando de una visión optimista a la más apocalíptica.

 

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Los vampiros existen (no los dejes entrar)

Vampiros, sí. Muchísimos. Miles de ellos. Plaga creciente, cual luna oscura, sobre la tierra. Sangre perdida. Ataúdes saciados por el líquido elemental que ha sido derramado en un sacrificio íntimo. Nadie nos enseñó, sin embargo, a defendernos de ellos. Pero hoy traje la estaca. Vamos a cortar cabezas

Tú no creerás en los vampiros, pero yo sí, por desgracia he conocido algunos; sombras que se aparecen sin capa, visitantes en las horas oscuras que te agreden en su invisibilidad sin que percibas que estás bajo el ataque. Es prioritario identificarlos si no quieres caer en su poder, o te chuparán la vida y entonces serás solo sombra, nada, existencia perdida, una marioneta…

Vampyren, "The Vampire", by Edvard Munch. Wikimedia Commons.

Vampyren, «The Vampire», by Edvard Munch. Wikimedia Commons.

Fíjate bien. El vampiro, para cumplir con su condición de no muerto, debe albergar ciertas máculas, las marcas visibles de una maldición. Un supuesto vampiro que se muestre bajo la luz del día, por ejemplo, debería gozar del eximente: nadie que aparezca durante el periodo solar puede ser sospechoso de Príncipe de las Tinieblas.

Esta era la ley antigua. Pero ya no funciona. Estamos desprotegidos. Follamos sin condón con un mal abisal.

Los chupa-sangres de hoy han logrado engañarnos en su nueva adaptación. Surgen elegantes al punto del mediodía y nadie acierta a desenmascararlos; no lucen colmillos o el pestilente aliento que les es característico en la mitología.

Los vampiros de hoy tienen trompas eléctricas.

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Un documental narra la vida de un refugiado climático en Madrid

Hay países donde el desierto ocupa casi la totalidad, y esta nada informe, devoradora de viajeros, cementerio sin nombre de emigrantes y necesitados, sigue creciendo. El cambio climático mantiene su curso como la gangrena que va desvelando su ruta desde los pies a la cabeza, la mancha ascendente de una catástrofe planetaria.

Si ves morir a tus animales, como lo hizo Usman, un exiliado mauritano; si pierdes los árboles que te cobijan, o sientes la sed como un alambre que juguetea en tu vacío, sabrás que son signos de mal agüero, presagios. Constituyen una señal del peor futuro y una fuerza suficiente que obliga a los desesperados a caminar por la tierra sin descanso.

 

Fotograma del documental El huerto de Usman, de Raquel Diniz

Fotograma del documental ‘El huerto de Usman’, de Raquel Diniz

Tenemos en esos países azotados por el viento, mientras lees estas líneas en el aparente confort, a personas que necesitan una salida urgente, los primeros refugiados climáticos de esta era. Son jóvenes, o familias, incluso poblaciones enteras. A pesar de haberse adaptado durante generaciones a espacios duros o inhóspitos, se están topando con el punto de no retorno.

Esta condición, la del exiliado climático o ambiental, no está reconocida en la legislación internacional. Se ignora la causa y sobre todo el dolor, la ansiedad que mueve sus pies, a pesar de que organizaciones como ACNUR anuncian que en los próximos 50 años entre 250 y 1.000 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares por este motivo.

Nuestros gobernantes actúan como si estas personas fueran unos locos del running, como si padecieran una enfermedad que podrían llamar en su característico cinismo la “manía obsesiva atlética”, y que consistiría en masas de seres humanos que sin razón aparente se ponen a caminar miles de kilómetros dejando atrás todo cuanto quieren y necesitan.

Estos gobernantes parecen ciegos y son las sombras más amenazadoras en el extenso desierto. Nadie deja su vida atrás sin una causa; a veces es la ignorancia, pero casi siempre los mueve la perturbación de no poder enfrentarse al día a día. Los seres humanos no se juegan el pellejo solo por incordiar. Los primeros refugiados climáticos ya han empezado a caminar y muchas de sus huellas las borra ahora el mar o la arena en un siniestro recorrido que terminará enfermando a las almas del Occidente (el ascenso del fascismo es solo un síntoma de este mal y no es el peor de todos).

El corto documental El Huerto de Usman, de la realizadora brasileña Raquel Diniz, explica una de estas pequeñas historias cuyo contenido trágico es universal, y por tanto, también nuestro. Usman es un joven mauritano que se ha visto obligado a dejar su país por el avance inexorable de la nada.

 

El Huerto de Usman from Raquel Diniz on Vimeo.

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Millones de puntos para crear a tinta un dibujo de hipnótica belleza

Paciencia es ponerse delante del papel en blanco y esperar a que dos millones de puntos construyan una figura, un dibujo; puntos que actúan sobre la superficie límpida como si fueran los átomos, que en su unidad indivisible edifican seres, caras, ojos y cuerpos.

Paciencia es la que tiene David Bayo, artista francés y maestro del punteo, al jugar a ser el constructor de estas formas con los picotazos de su rotring.

 

3 pieces already, and a ton of ideas 💡 to continue this series.

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Cada dibujo es una obra de arte que engaña a la vista. Meticuloso cual ciempiés avanzando con sus patitas, puntea sin descanso hasta conseguir que esos millones de azotes generen el espejismo de una unidad cromática. Suele grabar en vídeo el proceso de creación y después, mediante la técnica de time-lapse, aparece el dibujo en la delicadeza del concienzudo detalle.

 

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El hotel más antiguo del mundo: un oasis enfrentado a los nuevos tiempos

El hotel más antiguo del mundo se encuentra en Japón, en la zona de Awazu, en el centro del país. Se llama Hoshi y está bendecido por un hermoso jardín zen; cual arquitectura de oasis, o bosquecillo benévolo, aparece incrustado entre edificios modernos que respetan con pudor su antiquísima forma.

Lleva en pie y dando servicio desde hace 1300 años, y su fuente termal nunca ha dejado emanar gracias al cuidado de sus administradores. Es un ryokan (hotel tradicional) construido alrededor de esas aguas en el año 718 y regentando por la misma familia desde hace 46 generaciones.

El fotoperiodista Fritz Schumann ha publicado un corto documental, titulado Houshi, que se adentra en este establecimiento que llegó a albergar en su centenar de habitaciones a miembros de la familia real, geishas y samuráis. Un espacio de relajación que sobrevive en el contraste de lo nuevo y lo viejo, la tradición y la tecnología, que hay en Japón.

El Hoshi ha sufrido a lo largo de los siglos cataclismos y guerras, pero la familia siempre lo reconstruyó para continuar con un oficio que puede solo transmitirse- según el estricto protocolo privado– a los hijos mayores del clan, y cuya misión es la de proteger con convicción de samurái la fuente termal.

El linaje de esta familia proviene de un antiguo monje que fundó un templo en la zona y que adoptó a un niño llamado Zengoro, el cual sentaría el legado dinástico, vinculando su descendencia al hotel budista. Desde entonces cada uno de los dueños de este espacio cargaron con su nombre: el último administrador responde a Zengoro 46.

En el documental de Fritz Schumann se desliza el conflicto existente entre un modelo tradicional -que lucha por sobrevivir en un mundo volátil- y las nuevas generaciones de la familia, especialmente las mujeres, que pelean por encauzar su destino dentro de una estructura conservadora y asfixiante. La muerte prematura del hijo mayor provoca un conflicto en el sistema de herencia, la preocupación de decidir quién puede ser elegido el próximo Zengoro 47, cuando para cubrir este vacío solo queda la hija superviviente.

Houshi (english) from Fritz Schumann on Vimeo.

‘Encarcelan’ a un doble del presidente Trump tras colarse en su lujosa Torre

El pasado 30 de marzo un colectivo artístico se coló en el hotel de la Torre Trump de Nueva York para realizar una performance de 24 horas sin permiso alguno. Contrataron una lujosa habitación que cuesta 1.000 dólares la noche. La convirtieron en una cárcel reivindicativa y sucia, una pocilga posfuturista. Después encerraron en ella a un doble del presidente de los Estados Unidos, luciendo su característica gorra roja y esposado. Invitaron a un reducido grupo de periodistas a asistir a este espectáculo que llamaron People’s Prison.

La acción de guerrilla artística fue llevada a cabo por el grupo Indeclinecuya última acción, sonada en 2016, había sido dejar por las calles de varias ciudades americanas estatuas del presidente desnudo (muchas de ellas fueron destruidas por votantes enfadados). Este colectivo está formado por artistas anónimos muy críticos con la figura de Donald Trump y el pensamiento neoliberal.

 

Documentaron todo el proceso en un vídeo que han colgado en las redes sociales (al final de esta entrada). Fueron los propios trabajadores del hotel quienes sin saberlo les ayudaron a subir a la espaciosa suite el material necesario, incluyendo obras de arte que exhibirían en esta galería subversiva. Allí desmontaron la habitación con la maña de un albañil espía, y levantaron los barrotes de hierro. Ensuciaron el escenario utilizando residuos de comida rápida. Cubrieron las paredes con una exposición de varios retratos- rostros enmarcados en banderas americanas invertidas como símbolo de disconformidad-, realizados por 13 artistas.

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Un pingüino visita Barcelona asustado por nuestras ansias de Omega 3

Este pingüino, que llegó de turismo a Barcelona, traía consigo un aviso. Uno de esos mensajes que son tachados de aburridos por los parroquianos del bar global.

 

 

El aviso es el siguiente: el ecosistema de la Antártida podría colapsarse si no actuamos de una vez. Para evitarlo Greenpeace ha desplegado una campaña de título épico o marcial: La marcha de los pingüinos. Reclama un espacio de protección de 1,8 millones de kilómetros cuadrados en este continente helado, que sería el santuario más grande de la Tierra. Quisieron llamar la atención mandando animales de papel por medio mundo. Su supervivencia es también la nuestra.

Nos importa, sin embargo, su futuro lo mismo que nos preocupa el deambular de un bosquimano sediento por el Kalahari. La Antártida no es la Atlántida, claro. Preferimos soñar con las catástrofes del pasado, cosas lejanas, anteriores a los romanos. Las amenazas de presente, y sobre todo las del futuro, son un verdadero coñazo.

«La Atlántida desapareció vaya usted a saber por qué, pero culpa nuestra no fue».

Frases como esta las escucho a diario en los bares. La parroquia sabe mucho de civilizaciones perdidas y poco de los polos actuales. “Al neandertal se lo cargaron los sapiens, los nuestros”, alega uno. Y entonces el bar estalla en un sonoro «¡a por ellos, oé! “¡En los polos no vive nadie, qué más dará!”, interviene otro. “Hombre, los inuit, en el Gran Norte”, respondo. “¿Pero esos tienen estudios o calefacción?”, alegan al contraataque. “Las hipotecas no existen en la Antártida, y solo por esto valdría la pena salvarla”, les contesto siguiendo con la lógica de su clara reducción al absurdo.

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La primera orquesta de giradiscos del mundo

La marca Technics organizó en marzo la primera orquestra de giradiscos analógicos: The Philharmonic Turntable Orchestra. Scratches, golpes de sonido, dedos en el crossfade de la tabla de mezclas, y multitud de sonidos entrelazados jugando con temas universales de la música clásica (ocho canciones de Vivaldi, Rossini y Paganini). Treinta Dj se unieron para formar esta inusual compañía, todos vestidos de frac.

Giradiscos Technics. Wikimedia.

Giradiscos Technics. Wikimedia.

Un doble concepto analógico: clásico contra clásico.

El resultado es un experimento inusual: dj’s- animales por naturaleza solitarios- unidos como en una orquesta sinfónica y guiados por la batuta de un director. Un giro de aguja más con estos aparatos, la serie SL-1200, de Technics, lanzada al mercado en 1972. En el pasado estos tocadiscos fueron un icono de la música de baile hasta la llegada de nuevas tecnologías que facilitaron la vida de los dj’s pero también les restaron el romanticismo del vinilo.