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La tiranía de Kubrick durante el rodaje de ‘El resplandor’

Dos de las páginas del manuscrito de Jack Torrence - Adam Broomberg & Oliver Chanarin

Dos de las páginas del manuscrito de Jack Torrance – Adam Broomberg & Oliver Chanarin

Quizá se trate de uno de los manuscritos más terrorificos de todos los tiempos. Son 500 folios en los que se repite una y otra vez la misma frase: en inglés: «All work and no play makes Jack a dull boy» («Tanto trabajar y tan poco jugar hacen que Jack se aburra»).

Entre un folio y otro solo cambian la alineación, tabulaciones, longitudes de líneas, columnaje y algunas otras características de composición del texto, tecleado en una máquina de escribir por Jack Torrance, el cada vez más lunático personaje principal, interpretado por el ya de por sí bastante chiflado Jack Nicholson, de El resplandor (1980), quizá la mejor película de Stanley Kubrick, al que tampoco separaban demasiados centímetros de la demencia.

Una escena clave, catártica y medular, se produce cuando la esposa de Jack, Wendy (la actriz Shelley Duvall), entra en el gran hall del aislado hotel de montaña, el despacho privado e inviolable donde, creíamos, el hombre intentaba llevaba a término la razón primordial que había traido a la familia a los confines de la soledad invernal: componer la novela con la que, tras el alcoholismo, recuperaría la autoestima y las dotes de escritor.

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Lo nuevo de Dylan, ‘The Basement Tapes Complete’, preguntas y respuestas

"The Basements Tapes Complete"

«The Basements Tapes Complete»

Soy cómplice de veneración. Lo advierto desde ahora para justificar mi defensa sin reparos de The Basement Tapes Complete, el séxtuple disco que editará mañana  Bob Dylan (73 años). La música que contiene el cofre —138 canciones— es material remoto grabado hace casi medio siglo, una razón más para asegurar la frescura, dado el hedor del presente. Sólo muy atrás fuimos niños. Sólo siendo niños lograrermos sobrevivir.

Unas cuantas preguntas y respuestas sobre The Basement Tapes Complete (Las cintas del sótano al completo), su gestación, importancia y todavía fresca vitalidad.

¿Qué es The Basement Tapes?
Una colección de canciones grabadas en plan campechano y sin alardes técnicos durante la primavera y el verano de 1967 por Dylan y sus colegas Rick Danko (26 años), Levon Helm (28), Richard Manuel (25), Garth Hudson (31) y Robbie Robertson (25). Cuatro canadienses, un granjero de Arkansas y Dylan (26). Estaban de vuelta, vestían como sus abuelos, no creían ya en la santidad del LSD, les aburrían los hippies, se morían de risa escuchando a los Beatles hacer el idiota con la electrónica y preferían el vino a la marihuana. De vez en cuando alguien liaba un joint pero Dylan decía: «Yo paso».

¿Qué equipo de grabación usaron?
Una grabadora Uher de bobinas con cuatro entradas, dos por canal, que admitía, por tanto, cuatro micrófonos. Utilizaban unos Neumann decentes, alquilados a Peter, Paul & Mary.

Big Pink

Big Pink

¿Dónde estaba el sótano?
La dirección postal de la casa del sótano es: 2188 Stoll Road con Parnassus Lane, West Saugerties, estado de Nueva York, en los bastante solitarios montes Catskills, donde durmió hasta el olvido Rip Wan Winkle.

¿Qué es eso de Big Pink?
La dirección oral que daban a los amigos para que no se perdieran era: «Big Pink, una casa pintada del color de los batidos de fresa». La construcción sigue en pie y los nuevos propietarios, que de construir páginas web minimamente atractivas no tienen ni idea, la ofrecen como estudio de grabación.

¿Por qué Dylan había dejado de drogarse?
La historia oficial dice que todo empezó cuando, el 19 de julio de 1966, Dylan sufrío una lesión vertebral de cierta gravedad en un accidente de moto cuando conducía su Triumph de 1955 por una carretera de montaña. Estuvo ingresado algunos días, tuvo que hacer rehabilitación y, quizá por el susto, abandonó sus adicciones: marihuana, ácido y bencedrina.

Las versiones apócrifas sostienen que el accidente pudo ser causado por alguna de estas circunstancias:

  1. Un derrame de aceite en la calzada.
  2. La miopía severa del conductor que, por cuestiones de estética, no quería llevar gafas.
  3. Un traidor reflejo solar.
  4. La torpeza como motociclista de Dylan.

¿Quién vivía en Big Pink?
En la casa-batido-de-fresa vivían como inquilinos tres de los canadienses: Manuel, Danko y Hudson. Pagaban de alquiler 250 dólares al mes. Su otro compañero norteño, Roberston, residía en otra vivienda no muy lejana: prefería dormir a solas con su novia Dominique.

¿Dónde vivía Dylan?
En la cercana casa (11 habitaciones, aire victoriano, piscina, cancha de baloncesto) bautizada como Hi Lo Ha, en una carretera con nombre que parece un apunte autobiográfico: Camelot, en la colonia de artistas de Byrdcliffe. La casa fue la primera compra seria de Dylan. Pagó 12.000 dólares, una ganga. Firmó el contrato mientras grababa un vals titulado Like a rolling stone, si quieren saber mi opinión: la mejor canción de todos los tiempos.

Jesucristo y Sara © Elliott Landy

Dylan y Sara © Elliott Landy

¿Con quién vivía Dylan en aquella montañosa soledad?
Con su esposa Sara, nacida Shirley Marlin Noznisky (1939), hija, como Dylan, de judíos. Se habían casado casi en secreto bajo un roble de Long Island en 1965. Ella se había divorciado del fotógrafo Hans Lownds. Con Dylan tuvo cuatro hijos. En la época de las canciones del sótano eran dos: Jesse Byron (1966), Anna Leigh (1967). Luego nacieron Samuel Isaac Abraham (1968) y Jakob (1969). Dylan también adoptó a Maria, hija del anterior matrimonio de su esposa.

¿Qué tenía Dylan en casa?
Que se sepa, una mesa de billar, una piscina, una copia de su película favorita, Tirez sur le pianiste (Disparad sobre el pianista. François Truffaut, 1960); una Biblia siempre abierta sobre un atril de madera negra y las obras completas de Shakespeare. Copiaba de la una y las otras para escribir canciones.

¿Qué es ‘Disparad sobre el pianista’?
La película de Truffaut está basada en un relato del autor de hard-boiled David Goodis, que fue periodista, renunció al periodismo, vivió sólo y murió a los 49 años. Combatía el insomnio paseando toda la noche por las calles de Nueva York y escribió 19 novelas con el mismo ritmo: desesperación, inseguridad, claustrofobía y tormentos sexuales. Había muerto, tan desgraciado como sus personajes, sólo unos meses antes, en enero de 1967, intentando en vano demostrar que la serie El fugitivo era un plagio de una de sus novelas. Lo era: lo dictaminó un tribunal tras la muerte de Goodis.

¿Quiénes murieron en la época de Las cintas del sótano?
Dos ancestros de Dylan, el padre biológico y el moral. El 3 de octubre de 1967, en el hospital Creedmoor de Queens-Nueva York, dejó de sufrir Woody Guthrie después de caminar por espinas durante tres décadas y soportar una infame dolencia degenerativa. Era la bendición, el resguardo, la versión original de Bob Dylan. El 5 de junio del año siguiente, a Abbe Zimmerman (56 años) lo mató un infarto en su casa de Hibbing (Minnesota). Dylan voló sin compañía a la tierra natal, veló el cadáver en la funeraria Dougherty, acompañó al cortejo hasta el cementerio judío de Duluth y ante la tumba de su versión biológica lloró a gritos.

Danko y Hamlet © Elliott Landy

Danko y Hamlet © Elliott Landy

¿Participó un perro en las grabaciones?
Sí, el poodle Hamlet. Dylan lo llevaba a las grabaciones. Cuando el perro posaba con sombrero de caza-recompensas para el fotógrafo Elliot Landy, Danko se partía de risa y Dylan le regaló a Hamlet. Él tenía otro perro guardían, Buster, un San Bernardo indomable que odiaba a los matados hippies que llegaban a Hi Lo Ha buscando llenar el tanque vacío de sus almas.

¿Qué tipo de música contienen Las cintas del sótano?
Nada que se parezca a la insomne electricidad de los discos que Dylan acababa de grabar para dinamitar todas las fórmulas sobre el rock’n’roll: el veloz hasta lo grotesco Highway 61 Revisited (1965) —el cantautor viste en la carpeta una t-shirt que anuncia motos Triumph— y el ornamentado y simbolista Blonde on Blonde (1966). En este, Dylan se convierte en el primer músico pop en dedicar una cara completa de un álbum a una sola canción: una de las mejores del canon dylanita. Se titula Sad-Eyed Lady of the Lowlands y está dedicada a Sara, su mujer.

Bob Dylan, 1967 © Elliott Landy

Bob Dylan y su hijo Jesse, 1967 © Elliott Landy

Pero, ¿en qué quedamos?, ¿qué tipo de música es la de Las cintas del sótano?
Bien, seré concreto en la medida de lo posible. Las ciento y pico de canciones son lamentos de chaparral, baladas de hoguera, blues jactanciosos, responsos de forajidos, jigas irlandesas, polcas afrancesadas de los bajíos cajun, chansons de luto, chascarrillos de borrachera, bluegrass, maldiciones de esclavos, narraciones de cabaret, premoniciones sobre el apocalipsis bíblico, tonadillas de frontera, cantos de melancolía marinera…

¿Un embrollo sin sentido?
La gracia es que, al contrario, la colección de piezas tiene coherencia y predice la viscosidad de eso que llaman con absurda simpleza geográfica americana: temas que proponen un escenario intergeneracional y poliétnico en el que revolotean el folk que los inmigrantes tocaban en los barcos mientras escapaban de la miseria y el hambre europeos con los talking-blues sobre bandidos con sentido de justicia social, el existencialismo austero de las infinitas praderas y el primer periodismo de sucesos, las baladas de crímenes.

¿Son todas las composiciones de Bob Dylan?
No, abundan las versiones de un variopinto elenco de músicos, desde el bluesman primario John Lee Hooker hasta el vaquero triste Jimmy Jimmie Rodgers, pasando por Johnny Cash, Pete Seeger, Curtis Mayfield y un alto número de artistas oscuros que Dylan, enciclopédico en musicología popular, rescata del pasado. Ahora bien, Dylan contribuye con temas propios monumentales: This wheel’s on Fire, Nothing Was Delivered, Million Dollar Bash, You Ain’t Goin’ Nowhere, I Shall Be Released, Too Much of Nothing

¿No resulta absurda la combinación?
Al contrario: la atmósfera de cinco amigotes y un perro tocando en un sótano en una casa en las montañas, sin más pretensión que tocar —la vieja orden: let’s play— y hacerlo cada tarde durante meses en un útero pacífico e íntimo, confiere a The Basement Tapes la naturalidad de la obra que nada pretende con relación a los demás, al auditorio enajenado, al público fanático. Esto empieza y acaba. Se diluye en sí mismo.

"Old, Weird America"

«Old, Weird America»

¿Es posible ahondar en las sesiones?
El libro Old, Weird America (The World of Bob Dylan’s Basement Tapes), de Greil Marcus, es el adecuado programa de mano para la sesión.

¿Por qué no se habían editado hasta ahora?
De hecho, sí se habían editado, aunque sólo parcialmente (24 canciones), en un doble disco oficial de 1975. Existen también ediciones pirata de sonido bastante sucio pero emoción suficiente. Dylan edita ahora este séxtuple álbum por su continuada ambición en exprimir el catálogo de espléndidos descartes de su carrera en la llamada Bootleg Series, que llega al capítulo 11 y probablemente continúe con más entregas.

¿Cuánto debo pagar si quiero comprar el cofre?
El cofre físico en seis discos compactos tiene un PVP de unos 127 euros. Han editado un versión pobre con 38 canciones en dos cedés a 35,99. También se pueden comprar temas sueltos en mp3 en los despachos habituales de música en línea.

¿Puedo escuchar algún tema en streaming?
Dylan tiene un ejército de abogados que fustigan a los pirateadores o usuarios de plataformas para compartir música. En esta ocasión se ha puesto especialmente flamígero: no se han enviado copias promocionales a la prensa musical y la única posibilidad para los redactores era escuchar los discos en streaming en las sedes de la discográfica y desarmados de cualquier gadget de grabación. Algunos temas han sido cedidos a páginas web. La NPR estadounidense tiene una docena de canciones.

Parte trasera de una de las 'cintas del sótano'

Parte trasera de una de las ‘cintas del sótano’

¿Qué trascendencia tuvieron Las cintas del sótano?
Enorme pese a tratarse de una colección de canciones que no tuvo vida comercial hasta 1975 y entonces, como dije, sólo en parte. Dylan no tuvo reparo en que circulasen copias de las sesiones. En ocasiones las envió o entregó en persona a músicos amigos. George Harrison, por ejemplo, quiso convencer a los otros beatles de cambiar de estilo y regresar a las raíces y la sencillez tras visitar a Dylan y escuchar algunos temas —el resultado está a la vista en las mejores canciones del fallido Let It Be—. Eric Clapton decidió deshacer la ampulosidad de Cream y aligerar el sonido. The Byrds incluyeron dos canciones en el primer álbum de un género nuevo, el country rock, Sweetheart of the Rodeo (1968): You Ain’t Goin’ Nowhere y Nothing Was Delivered.

¿Por qué se atribuyen Las cintas del sótano a Bob Dylan and The Band?
Porque los músicos-colegas de Dylan montaron el cuarteto The Band y editaron en 1968 Music From Big Pink, el disco que reinventó el rock y acabó definitivamente con los excesos hedonistas, la egolatría y los fuegos artificiales instrumentales de la psicodelia.

"Lost on the River (The New Basement Tapes)"

«Lost on the River (The New Basement Tapes)»

¿Por qué también editan ahora un disco titulado Las nuevas cintas del sótano?
Lost on the River (The New Basement Tapes), que sale a la venta el 11 de noviembre, es un álbum con letras que Dylan escribió en 1967 y a las que nunca puso música. El cuaderno con la veintena de letras, encontrado por el músico mientras ordenaba su casa, fue entregado al veterano todoterreno y amigo personal de Dylan T Bone Burnett, que se encargó de reclutar a un grupo de músicos para ponerle música a las canciones. El grupo es de alto nivel: Elvis Costello, Marcus Munford (Munford & Sons), Jim James (My Morning Jacket)… Costello ha declarado que no se trata de «sobras», sino de canciones «extraordinarias». Se ha difundido como avance When I Get My Hands On You.

The Band, desde la izquierda: Danko, Helm, RObertson, Manuel y Hudson © Elliot Landy

The Band, desde la izquierda: Danko, Helm, Robertson, Manuel y Hudson © Elliot Landy

¿Qué ha sido de los protagonista de Las cintas del sótano?
El perro Hamlet fue abandonado por Rick Danko cuando éste dejó la zona de las Catskills. Unos vecinos se hicieron cargo del animal, pero el poodle murió a los pocos meses.

Danko sufrió un accidente de tráfico en 1968. Padeció un abusivo dolor de espalda durante el resto de su vida. Sólo se sentía en paz cuando se picaba heroína. Murió el 10 de diciembre de 1999 mientras dormía, a los 56 años. Tres días antes había cantado por última vez en un pequeño bar medio vacío de Ann Arbor (Michigan). Sus última palabras al público fueron: «Estoy aquí para vender mi nuevo disco. Espero que compréis una copia en el puesto de la entrada».

Richard Manuel se ahorcó en un motel de Winter Park (Florida) el 4 de marzo de 1986. Vivía en la depresión, era alcohólico y consumidor de heroína. Usó el cinturón para colgarse de un perchero.

Garth Hudson edita discos melindrosos con su mujer, Maud. Vendió la grabadora Uher a la corporación que gestiona los Hard Rock Café.

Robbie Robertson se dedica a las bandas sonoras —es el hombre de confianza de Martin Scorsese—, a la exploración etnográfica de sus orígenes mohawk y a cultivar las apariencias en las fiestas de clase alta.

Levon Helm apoyó las guerras de castigo de George W. Bush, editó discos decentes y murió de cáncer en 2012, a los 72 años.

Si intentas comprar algo de David Goodis en un gran almacén no encontrarás ni un sólo libro.

Bob Dylan morirá tocando.

Ánxel Grove

‘Mini Museum’, un gabinete portátil de curiosidades que triunfa en la Red

Mini Museum

Es un gabinete de curiosidades reducido al mínimo posible, una placa de resina transparente, en apariencia anodina, que encierra en su interior pequeños fragmentos ordenados y catalogados.

El Mini Museum reúne trozos de cáscara de huevo de dinosaurio, de meteorito, restos de una palmera encontrada en la Antártida, el Muro de Berlín, un cerebro humano, el Everest, arena de Waikiki… El creador del invento, el estadounidense Hans Fex, lo define como «una colección portátil de curiosidades en la que todo es auténtico» capaz de «llevarte en un viaje al aprendizaje y la exploración»: «Es una herramienta educativa portátil, una inteligente y poco común forma de romper el hielo y una maravillosa pieza de arte histórico».

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Tiene 44 años y asegura que lleva 35 trabajando en el proyecto. En un vídeo de la plataforma de microfinanciación Kickstarter (a la que acudió para poder convertir su idea en un producto disponible a gran escala) cuenta que durante buena parte de su vida ha reunido especímenes recolectándolos o comprándolos a través de especialistas con los que contactó tras hablar con «comisarios de museos, investigadores científicos e historiadores universitarios». Ellos le ayudaron a elaborar una lista con los elementos que debían formar parte de la exposición permanente.

Fue el padre de Fex el gran inspirador del minimuseo. El Doctor Jörgen Fex (1924-2006) —investigador científico y uno de los directores del estadounidense Instituto Nacional de la Salud— volvía en 1977 de un viaje a Malta con algunos especímenes conservados en resina epoxídica. Aunque Fex hijo sólo tenía entonces 7 años, comenzó a fraguar en ese momento la idea de tener una gran colección en un espacio manejable y preservarla con ayuda de ese «precioso» material que su padre le había descubierto.

Mini Museum

«El universo es asombroso. Quería recordárselo a la gente», dice el diseñador, convencido de que es necesario preservar la curiosidad que todos atesoramos de niños. El primer elemento del compendio es un trozo de condrita carbonosa, un meteorito rocoso que representa «la materia más antigua» que conservamos del Universo y data de unos de 4.550 millones de años. Le siguen muestras de roca lunar, heces fosilizadas de dinosaurio, tierra de los terrenos del castillo de Vlad Tepes (inspirador de Drácula) en Rumanía, carbón del Titanic, un trozo de cráneo humano…

Ha creado tres tipos de minimuseos de tres tamaños diferentes: el más pequeño contiene 11 muestras, el mediano cuenta con 22 y el más grande, con 33. Todos incluyen un librito con fotos e información sobre la autenticidad, la procedencia y los pormenores de cada trozo minúsculo e incluso algunas anécdotas de lo que supuso recolectarlos o conseguirlos.

El éxito en Kickstarter ha sido apabullante: de los 38.000 dólares (27.300 euros) que pedía, a dos días de terminar el plazo para financiar el proyecto, ha recaudado 1.224.574 dólares (casi 880.000 euros). Fex —que produce cada minimuseo de manera artesanal, uno a uno— se ve desbordado por los más de 3.000 ejemplares que tiene que manufacturar ahora.

Helena Celdrán

El falso 50º aniversario discográfico de los Beatles

Primer disco (1962) y primer álbum (1963)

Primer disco (1962) y primer álbum (1963)

Tiene algo de irracional celebrar el medio siglo de los Beatles empezando la cuenta por su primer álbum, Please Please Me, que se puso a la venta en marzo de 1963, más de cinco meses después del single con Love Me Do y P.S. I Love You, verdadero debut discográfico del grupo (octubre de 1962). Es como si estrenáramos la vida de Cristo con su primer paso sin ayuda de José y María y pasáramos de la mula, el buey y la visita de los Reyes Magos.

Aunque en este blog ya celebramos los 50 años de los Beatles en 2012, que es cuando tocaba según la imperturbable matemática de los calendarios, olvidemos el error contable que cometen otros en aras del negocio y, como dirían los Beach Boys —que tienen un añito más, son de 1961—: Do It Again, hagámoslo de nuevo, celebremos los 50+1 años de los Beatles con 50+1 pormenores de bajo calado, y quizá por ello de interés, sobre el mejor grupo de pop de la historia.

1. «Cómete tú las gominolas». George Harrison pidió por carta a una fan en 1963 que dejasen de tirar al grupo gominolas durante las actuaciones, algo que se había convertido en ritual en los primeros años de la banda. Un caramelo le había dado en un ojo a Harrison y le había dolido bastante. «No nos gustan los Jelly Babies o las Fruit Gums. Imagina lo que es estar en un escenario esquivándolas. Cómelas tú», escribió.

2. «E.T. también debe pagar derechos». Cuando las sondas espaciales Voyager fueron lanzadas en 1977 un comité de expertos presidido por Carl Sagan eligió el contenido del disco de oro (literalmente) The Sounds of Earth, pensado para que los posibles habitantes de los confines estelares escucharan una tormenta, el viento, el oleaje y algunas piezas musicales. Junto a temas de Beethoven, Mozart y Stravinsky, Sagan estaba empeñado en incluir la canción Here Comes the Sun, pero la discográfica de los Beatles se negó por una cuestión de derechos. Cuando las Voyager, dentro de 40.000 años, lleguen más allá de nuestro sistema solar, los posibles E.T. que reproduzcan el disco sólo escucharán una canción de rock and roll: es de Chuck Berry, precisamente uno de los artistas imitados por los Beatles en sus comienzos.

The Beatles

The Beatles

3. «Quiero tomar ácido en una isla en el Egeo». Los Beatles compraron en 1967 una pequeña isla en Grecia. Querían escapar de la presión de los fans y tomar LSD en paz —quizá sin saber que en Grecia acababa de tomar el poder una junta militar y la situación era inestable para cualquier ceremonia narcótica—. Cerraron el trato a través de su colega y técnico de sonido Magic Alex Mardas, pero se olvidaron pronto del capricho y vendieron el pedazo de tierra durante los trámites de separación del grupo.

4. «Queremos a Kubrick». En 1969 los Beatles intentaron convencer al director Stanley Kubrick para que los dirigiera interpretando una versión de El Señor de los Anillos. El cineasta, convencido de que aquella propuesta era una consecuencia de la ingesta indiscriminada de drogas, se negó.

5. «Queremos a Disney». En 1965, el manager del grupo, el sagaz y avaro Brian Epstein, se entrevistó con Walt Disney para ofrecer a los Beatles como voces de los buitres de El libro de la selva. Cuando Lennon se enteró de la oferta estalló: «Los Beatles nunca van a ser el jodido Mickey Mouse».

6. Solfeo, cero. Ninguno de los Beatles era capaz de leer una partitura. Lennon dijo en una entrevista en 1980: «No éramos buenos técnicamente. Ninguno leía música, ninguno podía escribirla. Pero, como músicos puros y seres humanos inspirados podíamos hacer ruido tan bueno como el de cualquiera».

7. Quemando condones. McCartney y Pete Best (primer batería) fueron expulsados de Alemania por quemar condones dentro de una furgoneta. Los acusaron de vandalismo. Los condones no estaban usados y los inculpados no aclararon nunca de qué iba la cosa.

8. El primer joint, de Bob. Los Beatles fumaron marihuana por primera vez en 1964 y los invitó Bob Dylan.

9. «Cher ama a Ringo». Antes de adoptar el nombre artístico de Cher, Bonnie Jo Mason grabó en 1964 un single titulado I Love You Ringo

10. Letras imprresas en la cubierta. Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (1967) fue el primer álbum de la historia que incluyó las letras de las canciones en la carpeta.

11. Soundtrack universal. Se supone que cada 15 segundos suena una canción de los Beatles en algún lugar del mundo.

13. Sissy ama a John. Antes de ser actriz, Sissy Spacek lo intentó como cantante de pop tontín. Se hacía llamar Rainbo y grabó en 1968 un single dedicado a Lennon: John You Went Too Far This Time (John, esta vez te has pasado).

14. Ayudando a los Stones. Lennon y McCartney hicieron coros para los Rolling Stones en We Love You (1967).

15. Plagios. Lennon fue acusado de plagiar en Come Together (1969) la canción de Chuck Berry de 1956 You Can’t Catch Me. Algo de base había en la acusación porque el asunto se arregló entre los abogados extrajudicialmente y con dinero cambiando de manos. Peor lo tuvo Harrison, condenado con toda la razón por plagiar en My Sweet Lord (1971) el tema de las Chiffons He’s So Fine’ (1963).

16. Experimentales. Este caos sonoro, Carnival of Light, fue grabado por los Beatles en 1967 para el evento sonoro-luminotécnico de vanguardia The Million Volt Light and Sound Rave. El casi único artífice de la pieza fue McCartney, muy animado en aquellos días a jugar con cintas y grabaciones superpuestas. El tema nunca ha aparecido en ningún disco oficial del grupo. ¿Arrepentidos de aquellas veleidades?

17. Compositores mercenarios. Lennon y McCartney compusieron temas para otros artistas con cierta asiduidad. Algunos ejemplos: From A Window (Billy J. Kramer with The Dakotas, 1964), One and One Is Two (The Strangers with Mike Shannon, 1964), Step Inside Love (Cilla Black, 1967), Come and Get It (Badfinger, 1967) y Woman (Peter and Gordon, 1966).

© Maxim Dalton

© Maxim Dalton

18. Sólo dos compuestas por todos. Las únicas canciones con composición atribuida a los cuatro beatles son el instrumental Flying (1967) y Dig It (1970).

19. Prohibidos por la BBC. La radiotelevisión pública británica prohibió la difusión de cuatro canciones de los Beatles, todas de la época sicodélica del grupo: I Am the Walrus, Fixing a Hole, Lucy in the Sky with Diamonds y A Day in the Life. La primera fue censurada porque la letra contiene la palabra knickers (bragas) y las otras tres por supuesto fomento del uso de drogas.

20. Ni Hitler, ni Cristo. Para la superpoblada carpeta de Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band fueron vetados tres personajes propuestos por Lennon: Jesucristo, Gandhi y Hitler.

21. El primer portazo. Ringo Starr dejó el grupo en 1968 durante la tensa grabación del Álbum Blanco. Cuando cambió de idea y decidió reincorporarse, los demás habían cubierto la batería con flores.

22. Borrachos en el último encuentro. Lennon y McCartney tocaron juntos por primera y última vez tras la separación de los Beatles en un estudio de Los Ángeles (EE UU) en 1974. Estaban muy cargados de alcohol y les acompañaron Stevie Wonder y Harry Nilsson. El resultado, editado profusamente como disco pirata, es A Toot And A Snore In 74.

23. Paul es James. El primer nombre de pila de McCartney no es Paul sino James. Su padre también se llamaba James y en familia se referían al niño como Paul para evitar equívocos.

24. John es John Winston Ono. A Lennon lo registraron al nacer como John Winston. En 1969, tras casarse con Yoko Ono, quiso cambiar el segundo nombre por Ono, pero las leyes británicas se lo impidieron y su nombre oficial quedó en John Winston Ono Lennon.

25. Ningún colaborador. Los Beatles no eran nada amigos de citar a sus colaboradores musicales. El único disco en el que otorgaron crédito a un instrumentista ajeno al grupo es el sencillo Get Back / Don’t Let Me Down, atribuido a The Beatles with Billy Preston, el teclista negro reclutado por Harrison para intentar que su presencia atenuase la tensión durante los últimos meses del grupo.

26. Anónimo Eric. No aparece citado, por ejemplo, Eric Clapton, que tocó el solo de guitarra en While My Guitar Gently Weeps, una de las canciones del Álbum Blanco.

27. Lennon hace de Bob. Las relaciones entre Lennon y Dylan siempre fueron curiosas. El primero estaba acomplejado por la cultura literaria y las complejas letras simbolistas del segundo. El beatle grabó demos caseras parodiando de modo hilarante la dicción, el fraseo y las rimas de Dylan. En 1980, Lennon también contestó la la conversión del cantautor al cristianismo con Serve Youself, respuesta a Gotta Serve Somebody. «Hay demasiada cháchara sobre soldados cristianos, desfiles y conversiones», declaró Lennon.

28. Banjo. El primer instrumento que tocó Lennon fue el banjo. Se lo compró su madre Julia.

29. Mal Evans. El siempre fiel ayudante, roadie e instrumentista ocasional de los Beatles —toca la campana del despertador de A Day in the Life y el martillo en Maxwell’s Silver Hammer— fue muerto a tiros por la Policía de Los Ángeles (EE UU) en 1976 cuando los agentes acudieron a atender una denuncia por una pelea y Evans los encañonó con una pistola que resultó ser de aire comprimido.


30. ¿Quién es mejor rocker? Lennon y McCartney, fervorosos admiradores de los pioneros estadounidenses del naciente rock and roll de los años cincuenta, versionaron en discos como solistas una misma canción clásica, la inolvidable Ain’t That a Shame (1955) de Fats Domino. Si fuese necesario calificar, le doy una matrícula de honor a la original, un sobresaliente a Macca y un aprobado a Lennon —lastrado por una producción inadecuada de su amigo Phil Spector—.

31. Girl, esa palabra. La primera canción que compuso Lennon, datada en 1957, se titulaba Hello Little Girl. La primera de McCartney es de 1956, I Lost My Little Girl.

32. Glosario. Las letras de los Beatles no eran alta literatura. La palabra más utilizada en todo el cancionero es you (tú), que aparece 2.262 veces. Para encontrar un término que no sea un artículo o un pronombre debemos bajar hasta el octavo lugar: love (amor), 613. Hay un juego online para adivinar el resto.

33. El primer beatle en solitario. Fue Harrison con Wonderwall Music (1968), que también fue el primer producto editado por Apple Records, la discográfica montada por el grupo. El álbum es la banda sonora de la película Wonderwall (Joe Massot, 1968). El elepé y el film coinciden en resultado: indigeribles.

34. Paul, guitarrista. Pese a que su instrumento habitual en el grupo era el bajo —y lo toca como pocos, con gran influencia del estilo sólido de Motown—, McCartney es un eficaz guitarrista, con una pegada mucho más potente que la del lánguido Harrison. En estas canciones la guitarra solista es de Macca: Ticket to Ride,Taxman, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Good Morning Good Morning.

35. Y Harrison, bajista. Toca el instrumento en She Said She Said, una de las pocas canciones de los Beatles sin Macca.

36. Riff robado como homenaje. Lennon reconoció que birló el riff de guitarra inicial de I Feel Fine de la canción Watch Your Step (1961), del guitarrista Bobby Parker, al que admiraba.

37. Bond, anti-beatle. En la película Goldfinger (1964), el agente 007 dice que beber Don Perignon a temperatura inadecuada es tan inaceptable como «escuchar música de los Beatles sin tapones de oídos».

 38. Sean Connery, beatle. Sean Connery, el mejor Bond, reparó la afrenta recitando la canción de los Beatles In My Life en el disco del mismo título que preparó en 1988 el productor George Martin para hacer algo de caja. El álbum merece la incineración por la versión de I Am the Walrus que ejecuta (en el sentido penal) Jim Carey y la de Come Together de Bobby McFerrin y Robin Williams.

39. Los más versionados. La lista de artistas que han reinterpretado canciones de los Beatles es inmensa, casi inabarcable. Existe una entrada de la Wikipedia dedicada al asunto. En el libro The Beatles Discovered: Beatles Tribute Albums, Cover Songs, Comedy & Novelty Records, Parody Albums and More! se citan 500 álbumes de homenaje (tribute, en inglés): los hay de salsa —destaca Tropical Tribute to the Beatles, con una gran versión de Lady Madonna por Óscar D’Leon—, reggae —Here Comes The Sun, con Steel Pulse haciendo lo que pueden con We Can Work It Out—…

40. Flow beatle. La mejor reconstrucción de los Beatles es, para mi gusto, el fabuloso Grey Album de Jay-Z y Danger Mouse (2004) donde el rapero y el productor desmontan y remontan el Álbum Blanco. McCartney dió su placet a la edición pública, pero la discográfica EMI se negó y el disco sólo circuló de manera ilegal, aunque profusa.


41. Los peor versionados. Siendo los mejores, es casi una justicia poética que sean el objetivo de cualquier alunado. Coindido con esta selección de las más espantosas versiones de los Beatles, pero para mi gusto no hay nada comparable a los Beatle Barkers, la versión canina de los Fab Four.

42. ¿The Beatles o the Beatles? En torno a los Beatles todo es excesivo y radical. Por ejemplo: ¿cómo debe escribirse el nombre del grupo, The Beatles o the Beatles (Los Beatles o los Beatles)? La Wikipedia mantuvo abierto durante ocho años un panel de discusión entre los editores de la enciclopedia sobre el asunto de la letra inicial capitular o de caja baja. La discusión resultó tan encendida que algunos de los participantes fueron expulsados de la Wikipedia. ¿Conclusión? No llegaron a ninguna.

La beatlemanía llega a los EE UU

La beatlemanía llega a los EE UU

43. El desembarco en los EE UU. Antes de que la beatlemania llegase al otro lado del Atlántico en 1964, George Harrison había estado en los EE UU un año antes para visitar a su hermana Louise, que vivía en Benton-Illinois. Tocó con un grupo local, concedió entrevistas y compró una guitarra.

44. Peinado con nombre. El mundialmente famoso corte de pelo de los Beatles fue bautizado por Harrison en una conferencia de prensa: Arthur.

45. McCartney-Lennon. Antes de que la mayoría de las canciones del grupo fueran firmadas como composiciones de Lennon-McCartney, el binomio se mencionaba al revés, McCartney-Lennon: así aparecen los créditos del álbum Please Please Me.

46. Macca conoció a Yoko antes. En 1965, un año antes de que Lennon y Ono se conociesen en noviembre de 1966, el músico de vanguardia John Cage, amigo personal de Macca, había presentado a la japonesa al beatle.

47. ¿Era un caradura George Martin? El productor George Martin, que se ha llevado toda la fama (y se ha convertido en millonario) como arquitecto del sonido beatle, se atribuyó galardones que no le correspondían. Eso dice el ingeniero de sonido Geoff Emerick, que trabajó con la banda en sus mejores discos, en el libro Here, There and Everywhere: My Life Recording the Music of the Beatles. Según Emerick, cuando Lennon y McCartney llegaban con alguna nueva idea Martin se limitaba a decir «¡’adelante!» y dejar que el ingeniero lidiara con el trabajo.



48. Dear Prudence (Farrow).
La canción del Álbum Blanco Dear Prudence está dedicada a Prudence Farrow, hermana de la actriz Mia. Los Beatles la conocieron en 1968 en Rishikesh (India) donde se dejaron engatusar por el gurú Maharishi Mahesh Yogi. Prudence nunca salía de su dormitorio y Lennon compusó la canción creyendo que la chica estaba deprimida. «Eran muy simpáticos, pero yo estaba allí para meditar, no de fiesta», declaró ella.

49. Fondos para la secta. Harrison participó de forma activa en la recogida de fondos económicos y las campañas de apoyo público para el Natural Law Party, montado por los seguidores de la secta del Maharishi.

50. Cavernícolas. Ringo conoció a su primera segunda mujer, Barbara Bach, cuando ambos actuaron en Cavernícola (1981), una comedia que, como su título sugiere, es bastante antediluviana.

50+1. Lean el especial web de El País sobre los (falsos) 50 años del debut discográfico de los Beatles. Pese a que está basado en el axioma «no dejes que una falsa efeméride te estropee una buena operación de mercadotecnia», tiene maravillosos artículos.

Ánxel Grove

Las ilustraciones más extravagantes de los manuscritos medievales y renacentistas

Ilustración de 'Livre de la Vigne nostre Seigneur'. Manuscrito francés fechado entre 1450 y 1470

Ilustración de ‘Livre de la Vigne nostre Seigneur’, manuscrito francés fechado entre 1450 y 1470.

Exhiben su minuciosa belleza en códices y pliegos de pergamino y papel. Permanecer encerrados en monasterios y palacios ha permitido a buena parte de los manuscritos iluminados de la Edad Media y del Renacimiento conservar en un asombroso estado los colores y las escenas al completo. Comenzaron siendo obra exclusiva de los monjes, pero con el tiempo la creciente demanda de las ilustraciones convirtió los manuscritos en negocio y grupos enteros de artesanos se encargaron de las cuidadas ediciones no sólo de textos religiosos, sino de crónicas y obras literarias seculares.

Tendemos a pensar en el arte de los manuscritos como obras limitadas a representar escenas bíblicas o de caballeros andantes, con personajes algo inexpresivos y de un lenguaje corporal artificial, pero la larga tradición artística y la diversa procedencia de las ilustraciones (todos los países de Europa las utilizaron como medio de comunicación visual al igual que las esculturas y los relieves de las catedrales) convierten el género en una manifestación visual rica y con inesperadas ramificaciones.

Discarded image|discarding images (Imagen desechada|desechando imágenes) es una sorpresa que barre las ideas preconcebidas sobre el manuscrito medieval y renacentista como aburrido, hierático y pobre en comparación con el arte posterior. El microblog de la plataforma Tumblr reúne desde febrero de 2012 inusuales detalles extraidos de ilustraciones que acompañan a textos de los siglos IX al XVI como el excelso Roman d’Alexandre (1338-1344) belga o el Gorleston Psalter inglés, célebre por los motivos de animales realizados en los márgenes.

A veces no son más que mínimas aportaciones a la compleja ornamentación de una página. El autor (anónimo) explota el carácter cómico, terorrífico y extraordinario de los motivos. Además de las comunes representaciones de la muerte o de las criaturas demoniacas que acechan al fiel, hay parejas desnudas en la cama, descuartizamientos, ollas infernales llenas de cléricos y nobles, una rata llevando un pájaro atado con un cordel y cabalgando sobre un gato, castillos construidos sobre elefantes, un ser humano ataviado con una capa roja e incubando un montón de huevos, un grupo de cuatro monos bebiendo vino…

Helena Celdrán

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Ilustración del manuscrito suizo 'De interioribus hominis Aurora consurgens', St. Gallen. Siglo XV.

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Las asombrosas listas de Gregory Blackstock, «el autista erudito»

Gregory L. Blackstock

Gregory L. Blackstock

En el Washington Athletic Club —un elegante edificio art déco en el centro de la ciudad de Seattle (EE UU)— el friegaplatos del restaurante, en el anonimato del fregadero lleno de vajilla sucia, imaginaba listas sin parar. En su cabeza bullían clasificaciones bien surtidas con sutiles detalles y de temas muy diversos: especies de aves, tipos de furgoneta, luces de navidad, construcciones verticales de todo el mundo, rábanos, martillos, escalas de notas musicales, bombarderos estadounidenses de la II Guerra Mundial, payasos…

A Gregory L. Blackstock (1946) lo llaman «el erudito autista». En 1986 y valiéndose de un material modesto (el papel que hubiera disponible, tinta, pinceles, rotuladores, ceras…) comenzó a realizar ilustraciones con clasificaciones de objetos y seres vivos. Lavó platos durante «25 años y un tercio» en el club deportivo y era conocido por publicar una vez al mes, en el boletín informativo del centro, sus famosas y elaboradas listas. Mucho después,cuando él ya contaba con 58 años, alguien consideró por fin que la obra de aquel hombre merecía mayor consideración.

'The Great American Jays' - Gregory Blackstock

‘The Great American Jays’ – Gregory Blackstock

Su condición de autista sin duda tiene que ver con el afán por observar, clasificar y memorizar, pero el detalle en el dibujo y la precisión de los términos revelan mucho más y descubren que Blackstock no es un simple aficionado que pinta lo que se le ocurre: tiene método, estilo y —lo más asombroso en estos tiempos de ofuscación y orgullosa ignorancia— una voraz curiosidad. El artista se informa a fondo del tema que va a abordar, disecciona en su mente los pormenores de la hiedra venenosa, el ala de un avión, el patrón colorido del caparazón de un escarabajo o los dientes de una sierra para elaborar pequeños textos o nombres descriptivos para cada elemento de su catálogo personal.

Dibuja a mano alzada, sin la ayuda tan siquiera de una regla, y utiliza los colores sencillos del repertorio infantil de una caja de pinturas cualquiera. Retirado desde 2001, con el tiempo ha conseguido ver publicado en un inspirador tomo su preciso trabajo (Blackstock’s Collections, editado por Princeton Architectural Press en 2006). Una galería de Seattle vende un gran surtido de sus obras, que sigue creando con la humildad de siempre, uniendo varios folios con cinta adhesiva y pegamento si es necesario extender las listas.

Blackstock pasa ahora los días dedicado a su arte y a perfeccionar los 12 idiomas que ha aprendido a lo largo de su vida (entre ellos el japonés, el chino mandarín y el checo). Los sábados toca el acordeón, su instrumento favorito, al que ha dedicado años de estudio autodidacta. Le gusta interpretar sus piezas en la calle, antes de los partidos, en las cercanías del pabellón deportivo Key Arena de Seattle, disfrutando de la muchedumbre todavía tranquila antes del encuentro mientras piensa en su próxima lista.

Helena Celdrán

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Gregory L Blackstock - acordeones

Gregory L Blackstock -  thrips

Gregory L Blackstock - The Historic Intercontinental Homes

Gregory Blackstock - aircrafts

 

46 años esperando un nuevo disco de David Bowie

Primer y último David Bowie

Primer y último David Bowie

David Bowie acaba de morir a los 69 años de un cáncer. Esta pieza fue publicada cuando editó su penúltimo disco, a los 66.

Casi cuarenta y seis años entre una y otra carpeta de dos álbumes discográficos, el primero y el último de David Bowie.

El enfrentamiento de imágenes conlleva en ocasiones adagios que, en mi caso, logran amansar la rabia que siento contra  la perversión de considerar lo joven como forzosamente bello, correcto y moral, esa actitud de «no tengo arrugas, tú sí tienes, por tanto estoy suficientemente preparado» (nunca suelen añadir para qué).

Junio de 1967 y marzo de 2013. Casi 46 años y casi nada ha cambiado: ahora, como entonces, seguimos esperando disco de David Bowie. No importa que sea viejo.

Máscara de resina de la cara de Bowie, 1975

Máscara de resina de la cara de Bowie, 1975

A unos días de que se ponga a la venta The Next Day —cuya carpeta también es un guiño contra la petulancia de la dictadura de lo juvenil— les propongo un recorrido arbitrario por algunos rincones (intentaré que no sean demasido conocidos) de la quebrada geografía de Bowie, un tipo de confianza, un alacrán, uno de los grandes activistas de la emoción, un arrugado (66 años) que todavía ruge pese al problema coronario de 2004.

En las letras del nuevo álbum («aquí estoy, no exactamente muriendo») sigue hablando, en la quebrada y alienígena sintaxis que aprendió del enculador de mozalbetes William S. Burroughs, de lo que no queremos ver en estos «tiempos de terror»: un hombre «azotado en las calles» por una «multitud idiota y aullante», un sacerdote «rígido por el odio» que exige «diversión de mujeres vestidas como hombres» y «putas con cuerpos empapados en papel», los momentos congelados como espejos, «cuando todo el mundo ve lo que hay al final de cada tenedor»…


Primer encuentro con el vinilo. La primera vez que Bowie apareció en un disco fue al frente de David Jones and the King Bees en el single con Liza Jane en la cara A y Louie, Louie Go Home en el reverso. El disco fue publicado en junio de 1964, cuando Bowie, que todavía mantenía como nombre artístico el del registro civil, tenía 17 años. Tras unos cuantos singles decidió adoptar el apellido Bowie porque David Jones llamaba a la confusión con Davy Jones (de los Monkees).

En Súper 8, en 1965. Imágenes mudas tomadas en Londres con una cámara de cine. El flamante David Jones, que ya luce maneras irrestibles y la sonrisa más bella del universo, aparece en las cercanías de un estudio de grabación. En este blog dan más detalles de la película.

Primer trato con el celuloide. En 1967 David Bowie actuó por primera vez en una película, iniciando una promiscuidad cinematográfica de años —en su currículo como actor en la Internet Movie Database le atribuyen 31 títulos—. El debut fue en The Image, un cortometraje dirigido por Michael Armstrong, un director de cuarta categoría que por entonces estaba empezando. Bowie, que tenía 20 años y todavía se debatía entre la música y las tablas, interpreta a una misteriosa aparición que hostiga a un escritor torturado.

Primer papel sobre las tablas. Tras el fracaso de su primer disco con la identidad que todos conocemos —David Bowie, 1967—, el joven músico, desencantado y bastante perdido, intentó entrar en el monasterio budista Samye Ling, en Escocia. Los monjes le convencieron de que no lo intentase con el camino del dharma y Bowie se inscribió en un curso de teatro del mimo Lindsay Kemp, que le enseñó a «liberar el cuerpo». Debutó con la compañía de Kemp en diciembre de 1967  en Oxford en el montaje Pierrot in Turquoise or The Looking Glass Murders. Una cadena regional de televisión grabó la obra, a la que pertenece el fragmento del vídeo anterior [el resto, aquí, aquí y aquí]. Bowie usaría las artes del disfraz que le enseñó Kemp en la composición de algunos de sus personajes escénicos.

Compositor mercenario. En tanto su carrera como solista no terminaba de despegar, Bowie compuso para otros cantantes. En 1968 firmó un buen tema para Billy Fury, Silly Boy Blue. El compositor recuperó el tema en Toy, el disco grabado en 2001 y colgado en Internet en 2011.


Anunciando helados. La desesperación del joven músico era de tal calibre que se ofreció para participar en anuncios publicitarios, como éste de los helados Lyons Maid en el que aparece fugazmente. Cuando lo intentó con Kit Kat le dijeron que no.

Estrella pop. En 1969 protagonizó otra maniobra vergonzosa con el clip Love You Til Tuesday, que fue repartido discrecionalmente entre los medios británicos para intentar vender a una nueva estrella del pop.

El mejor rock. Tanta pasión y movimientos fallidos se condensaron en 1972 en el mejor rock sobre la faz de la tierra. Hay grabaciones de la época, algunas con mala imagen pero electricidad de sobra, en este impagable canal de YouTube.

David & Lulu. En 1974 Bowie —con su hombre de confianza entonces, el guitarrista Mick Ronson— produjo un single para Lulu, la más pija de las cantantes pop del Reino Unido. Bowie, que también hace coros y toca el saxo, obligo a Lulu a fumar un cigarrilo tras otro para que su voz sonara con más aristas y The Man Who Sold the World fuese, como él deseaba, una pieza de «cabaret vamp«.

Fotos: Brian Duffy

Fotos: Brian Duffy

Aladdin Sane (1973). Para algunos es el mejor disco de Bowie. Álbum casi conceptual dedicado a la locura y el miedo a padecerla —el título puede leerse también como A Lad Insane, Un muchacho loco—, la archifamosa foto de portada, la única coloreada en la hoja de contactos, y los menos conocidos descartes son de Brian Duffy, un tipo bastante trastornado que, en 1979, quemó todos sus negativos en un arranque de furia meditada.

Entra el Duque. Vale la pena emplear media hora de vida en ver el capítulo del show televisivo de Dick Cavett emitido el 4 de diciembre de 1974. Flaco como un alambre, colmado de cocaína y paranoide perdido, Bowie presenta una de las primera apariciones públicas de The Thin White Duke (El Delgado Duque Blanco), uno de sus personajes más estrafalarios y peligrosos. Las canciones que interpreta en directo arden con fuego funk.

Plenitud. Dos de los mejores vídeos que pueden encontrarse en Internet de la última gran época de Bowie, coincidente con la trilogía de BerlínLow, Heroes y Lodger, editada entre 1977 y 1979—. Ambos son de actuaciones en 1978 y muestran a un artista en plenitud acompañado por un grupo sin fisuras con dos guitarristas de primera: Carlos Alomar y Adrian Belew.

Foto de promoción de "El hombre elefante"

Foto de promoción de «El hombre elefante», 1980

Elephant Bowie. En 1980 Bowie interpretó durante tres meses en un teatro de Broadway a Joseph Merrick, El hombre elefante, a cuya vida David Lynch había dedicado una película un poco antes. Los críticos consideraron que la interpretación de Bowie, que no se ayudó de prótesis de caracterización ni maquillaje, fue excelente. En este vídeo pueden verse extractos de la obra y una entrevista con Bowie sobre el papel.

Bowie canta a Brecht, 1982

Bowie canta a Brecht, 1982

Brectht & Bowie. En 1981 Bowie se atrevió a poner voz a cinco canciones de Baal, el primer libreto teatral (1918) escrito por Bertolt Brecht, que narra la historia de un ominoso músico ambulante capaz de amar y odiar con la misma intensidad. Las piezas fueron editadas en un extended play en 1982, pero Bowie las había intrerpretado previamente como actor principal de una producción dramática de la BBC. Aquí puede verse completa (algo más de una hora).

"All Saintrs", 2001

«All Saintrs», 2001

Instrumental. Una de las piezas más bellas de la discografía de Bowie es All Saints, un disco de bases instrumentales que el músico preparó en 1993 como regaló particular para sus amigos y que en 2001 fue editado comercialmente. Algunas piezas son turbadoras. Escuchen, por ejemplo, Some Are, compuesta por Bowie, Brian Eno y Phillip Glass.

Chaque jour une vie nouvelle. Cada día una nueva vida, eslogan del anuncio (paródico) de la marca de agua mineral Vittel que Bowie protagonizó en 2003.

Megamix via Radio Soulwax. Los reyes del mashup audiovisual también están colados por Bowie. Los sesenta minutos de este homenaje son brillantes.

Para terminar con el puzzle, republico un pequeño fragmento de El alien es humano, la entrada que dedicamos a Bowie cuando cumplió 65 años:

Corazón roto. El 25 de junio de 2004, Bowie sufrió un colapso tras una actuación en Scheesel (Alemania). Era un ataque al corazón causado por un trombo en una arteria. Más de un año después regresó a los escenarios para cantar la versión de Starman (…) Alguien le comparó, no sin razón, con Frank Sinatra. Los pantalones excesivamente cortos, las pantorrillas sin calcetines, el vendaje en el antebrazo… eran conmovedores y tristes. El alien, por primera vez, parecía humano.

Ahora, en el salvaje The Next Day, canta: «Mejor estar muerto que estar colocado«. Amén.

Ánxel Grove

La estatuilla a un nazi, el sueldo de un acomodador y otras vanidades de los Oscar

© Chris Vector

© Chris Vector

Cuando 3.300 seres humanos engalanados y bellos —no he utilizado, con intención, los mayoritariamente improcedentes adjetivos inteligentes y cultos— se sienten el domingo en las butacas del Dolby Theatre de Los Ángeles para asistir a la 85ª ceremonia de entrega de los Premios Oscar, a ninguno de ellos le faltarán razones para la sonrisa. Lo que está en juego, el motivo final de la noche, se puede medir con la más estimada de las unidades en estos tiempos codiciosos, el papel moneda.

El negocio del cine, verdadero anfitrión de la gala, ingresó en 2012 y sólo en los EE UU 10.7000 millones de dólares (unos 8.000 millones de euros) —sobre la caja mundial no hay datos fiables, pero se suele admitir que es cuatro veces superior a la estadounidense: hablamos, por ende, de unos 32.000 millones—. La cifra, que se limita a las entradas vendidas en taquilla y deja fuera la comercialización doméstica, explica los atrevidos modelos de haute couture, la joyería obscena y el simpático charmant sobre la alfombra, pero conviene recordar que con estos galantes señores y señoras sucede lo mismo que con los policías antidisturbios que vigilan las sedes de los partidos políticos investigados por corrupción: les estamos pagando el sueldo, la pose y la vanidad (el año pasado se metieron en los tractos digestivos 1.200 botellas de champán, 1.200 ostras japonesas y 18 kilos de caviar en el ágape posterior, anunciado como «anticrisis»).

Mantengamos la calma y llamemos al Señor Lobo

Mantengamos la calma y llamemos al Señor Lobo

En vísperas de la kermesse, van unas cuantas curiosidades sobre los Academy Awards desde el más profundo desprecio hacia los bailes de beneficencia y las mesas petitorias del gremialismo. Y no se trata de una posición personal: el año pasado la ceremonia masturbatoria de Hollywood tuvo una audiencia de casi 40 millones de televidentes, algo así como un 0,5% de la población mundial, lo que me anima a considerar que la gente del cine haría bien en aplicarse como norma de conducta el consejo de humildad que desde la pantalla repartía el inolvidable Señor Lobo: «No empecemos a chuparnos las pollas todavía».

1. Una sola peli X. El único premio a la mejor película para una obra calificada como X (en los EE UU) fue para Cowboy de Medianoche (John Schlesinger), que lo ganó en 1970. La consideración del film como explícito es cuando menos discutible y la categoría está relacionada con la secuencia de la fiesta sicodélica en la que participaron algunas super stars de la Factory de Andy Warhol. El film fue reclasificado poco después del estreno como R (contenido recomendado para mayores de 17 años).

2. Y muy pocas para todos los públicos. Desde 1969, cuando ganó el Oscar como mejor película Oliver! (Carol Reed), ninguna clasificada G (para todos los públicos) se ha llevado el galardón.

Julie Christie, desnuda

Julie Christie, desnuda

3. El primer desnudo premiado. Julie Christie, en 1966, fue la primera mujer que ganó el premio a la mejor actriz tras aparecer desnuda en una película (Darling, también de John Schlesinger, el director de Cowboy de Medianoche). El desnudo era muy cándido (culo y pechos en escorzo) y la actriz había montado una escandalera en el rodaje, con llanto y mocos incluidos, para que el director la exonerase de desvestirse.

4. Oscar para un nazi. El alemán Emil Jannings ganó el premio como mejor actor en 1929 —en la primera convocatoria del certamen— por sus interpretaciones en dos películas, La última orden (Josef von Sternberg) y El destino de la carne (Victor Fleming). La Academia tuvo el detalle de darle la estatuilla una semana antes de la ceremonia para que Jannings pudiese volar a su natal Alemania, donde tenía compromisos. Unos años más tarde Hitler nombraría al actor responsable de los estudios UFA y el ministro nazi de Propaganda, Josef Goebbels, le condecoró como Artista del Estado por su participación en películas de propaganda como Ohm Krüger (1941). Tras la derrota de sus colegas nazis, fue detenido —«¡no disparen, gané el Oscar!», gritó a los soldados estadounidenses, llevando la estatuilla sobre la cabeza— y adujo que le habían obligado a colaborar a la fuerza. Murió en 1950, con el hígado destrozado por el alcohol.

5. Los Beatles también tienen un Oscar. El grupo más famoso de todos los tiempos ganó el premio a la mejor música original en 1971 por Let It Be (Michael Lindsay-Hogg), pero sólo fue a recogerlo Paul McCartney: el grupo se había separado unos meses antes porque, como muestra el documental, los cuatro músicos no se soportaban entre sí. La película, la única decente de la filmografía beatle, no ha sido reeditada porque McCartney y Yoko Ono Lennon siguen vendiendo una falsa historia de hermandad que las imágenes desmienten.

Cartel de "La Ciociara" ("Dos mujeres")

Cartel de «La Ciociara» («Dos mujeres»)

6. Sophia, la primera que no hablaba inglés. El primer Oscar para un actor o actriz por un papel protagonista no hablado en inglés fue para Sophia Loren, que lo ganó en 1962 por el drama neorrealista Dos Mujeres (Vittorio De Sica).

7. Italia, diez. A la cabeza en el ranking de mejores películas extranjeras está Italia, con diez, entre ellas tres de Federico Fellini: Las noches de Cabiria, Amarcord y .

8. Cinco papeles, cinco mejores películas, ningún premio. Uno de los grandes actores de los años setenta, John Cazale, que murió a los 42, sólo tuvo tiempo de participar en cinco películas. Lo bordó en cada una y, aunque no fue nominado, todas estuvieron en la batalla por el Oscar al mejor largometraje: El padrino, La conversación, El padrino parte II, Tarde de perros y El cazador —las tres primeras dirigidas por Francis Ford Coppola y las dos últimas por Sidney Lumet y Michael Cimino—. Tres de ellas, los dos padrinos y El Cazador, ganaron el premio. Cazale rodó la última conociendo que padecía un letal cáncer de pulmones.

9. ¿Westerns? Mejor no. Sólo tres obras del género épico de las praderas y la soledad del pionero han ganado el premio a la mejor película: Cimarron (Wesley Ruggles, 1931), Bailando con lobos (Kevin Costner, 1990) y Sin perdón (Clint Eastwood, 1992).

Francis Ford Copola y su hija Sofía

Francis Ford Copola y su hija Sofía

10. Clanes. Un par de familias asiduas a las nominaciones: los Newman y los Coppola. Los primeros son compositores de música original y proceden de la saga de Alfred Newman, que fue postulado para 45 premios y ganó nueve. Era el compositor de confianza de John Ford. El hijo del músico, Thomas Newman, ha sido nominado nueve veces, pero no ha ganado ninguna estatuilla. Otros Newman que han concurrido al certamen son Alfred, Lionel, Emil, Thomas, David y Randy. El clan familiar atesora 87 nominaciones. Los Coppola —Francis Ford, Carmine, Sofia, Talia Shire y Nicolas Cage— tienen 24.

11. El mayor y la menor. La persona más joven que ha ganado un Oscar fue la (insufrible) niña prodigio Shirley Temple, que recibió un premio honorario en 1934, cuando tenía cinco años. El más viejo fue el actor Christopher Plummer, mejor actor de reparto en 2012 por Beginners (Mike Mills), a los 82.

12. Oscar y Nobel. Sólo una persona obtuvo los dos premios, el escritor George Bernard Shaw, que ganó enl Nobel de Literatura en 1925 y el Oscar al mejor guión adaptado en 1938 por Pygmalion. Otros tres escritores con el Nobel optaron a la estatuilla pero sin éxito: John Steinbeck, Jean-Paul Sartre y Harold Pinter.

Tumba de Haing S. Ngor

Tumba de Haing S. Ngor

13. Un Oscar asesinado. ¿El único ganador de los premios que fue víctima de una asesinato? El actor camboyano Haing S. Ngor, muerto a tiros en la puerta de su casa en 1996 cuando se negó a entregar a unos asaltantes un relicario de oro con una foto de su mujer, muerta en un campo de prisioneros de los Jemeres Rojos. Ngor había ganado el Oscar al mejor actor de reparto por Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984), una película sobre el ascenso al poder en Camboya del régimen de terror de los Jemeres.

Foto policial de Dalton Trumbo, detenido por "antiamericano"

Foto policial de Dalton Trumbo, detenido por «antiestadounidense»

14. Ganadores con identidades falsas. Tres guionistas acusados de «antiestadounidenses» durante la la caza de brujas y condenados al ostracismo ganaron sendos premios adoptando identidades falsas que les permitían seguir trabajando: Dalton Trumbo —en 1956 por El Bravo (Irving Rapper), con el nombre de Robert Rich— y Carl Foreman y Michael Wilson, que se lo llevaron al unísono en 1957, ocultando su filiación con el nombre del novelista (real) Pierre Boulle, por el guión de El puente sobre el río Kwai (David Lean). La Academia les volvió a entregar a los tres los premios en 1985, esta vez con sus identidades reales. Foreman y Wilson ya habían muerto y sus viudas recogieron las estatuillas.

15. Sólo un Oscar ganó el Oscar. El único ganador del premio que comparte nombre con la estatuilla es Oscar Hammerstein II: mejor canción en 1941 —coescrita con Jerome Kern— por The Last Time I Saw Paris, de la película Lady Be Good (Norman Z. McLeod).

16. Oscar de madera. En 1937 el ventrilocuo Edgar Bergen —creador del muñeco Charlie McCarthy— recibió un Oscar honorario. La estatuilla era de madera y tenía la mandíbula articulada. La hija del artista, Candice Bergen —la Murphy Brown televisiva— fue nominada en 1979 por Comenzar de nuevo (Alan J. Pakula), pero le ganó la inevitable Meryl Streep.

La fabrica de las estatuillas

La fabrica de las estatuillas

17. Despidos en la fabrica de estatuillas. Desde la primera edición de los premios los organizadores han entregado 2.809 estatuillas. Durante la II Guerra Mundial, por escasez de metales (dedicados a la maquinaria bélica), fueron de plástico. Diseñada por Cedric Gibbons, director artístico de la Metro (y ganador de once premios por películas como El mago de Oz), la figura representa a un caballero sobre un rollo de película y sosteniendo una espada. Las estatuillas de oro (3,6 kilos de peso y 34,29 centímetros de altura) han sido fabricadas desde 1982 por la empresa de Chicago R. S. Owens & Company, cuyos artesanos tardan un mes en realizar las 50 figuras que se entregan en cada gala. La empresa está en crisis y acaba de despedir a 95 empleados.

Prepartivos para la gala de este año (Darren Decker / ©A.M.P.A.S.)

Prepartivos para la gala de este año (Darren Decker / ©A.M.P.A.S.)

18. Hombres, blancos, maduros y autopremiados. La entidad organizadora de los Oscar, la Academy of Motion Picture Arts and Sciences, está formada por 5.765 miembros del gremio del cine. Según una encuesta de Los Angeles Times, el 94% son blancos; el 77%, hombres; el 86% tiene más de 50 años y el 33% ha ganado alguno de los premios.

19. Patrones. La Academia tiene unos activos financieros de 196 millones de dólares (unos 146 millones de euros) y la la gala de los Oscar produce un beneficio de 81,3 millones de dólares (60 millones de euros).

20. Empleados. Los acomodadores del teatro durante la ceremonia reciben una paga de 125 dólares por una noche de trabajo, 93 euros.

Ánxel Grove

El tigre autómata del sultán Tipu, una obra de arte macabra

'El tigre de Tipu' del Museo Victoria and Albert de Londres

‘El tigre de Tipu’, en el Museo Victoria and Albert de Londres

El tigre devora a su víctima, un hombre joven de atuendo europeo que intenta en vano defenderse con el brazo izquierdo a pesar de saber que su muerte es ya inevitable. Las fauces de la fiera están clavadas en el cuello y no hay posibilidad de sobrevivir.

Algunas de las rayas que componen el estampado del animal están huecas. La figura es en realidad una caja de resonancia para un órgano de teclas básicas y sonido aflautado. Los fuelles, controlados con una manivela que regula el aire, simulan con confusos sonidos los rugidos del tigre y los lamentos del humano. El mecanismo también activa el brazo del hombre, que sube y baja sin lograr que el depredador se inmute.

Detalle del 'Tigre de Tipu'

Detalle del ‘Tigre de Tipu’

Tipu’s Tiger (El tigre de Tipu), una de las piezas más curiosas del museo Victoria & Albert de Londres es un autómata de finales del siglo XVIII, casi a tamaño real y de madera que llama la atención por el dramatismo de la situación que recrea.

La elaborada pieza fue un encargo de Fateh Ali Tipu (1750-1799), sultán de la ciudad de Mysore y del sur de la India de 1782 a su muerte. Era enemigo acérrimo de la Compañía Británica de las Indias Orientales, una sociedad de inversores que tenía el monopolio del comercio en la zona y extendía así el dominio británico por el país. Tipu armó a su ejército contra el imperialismo y pronto fue conocido en Europa por su anglofobia y por su obsesión por los tigres, que adornaban la mayoría de sus posesiones y se habían convertido en el símbolo real del sultán.

Tipu Saib

Tipu Saib

Durante las varias guerras que lo enfrentaron al ejército de la Compañía Británica de las Indias Orientales, parece ser que Tipu tuvo noticia de un macabro suceso en 1793, ampliamente difundido en la India y en el Reino Unido. Un hombre joven de nacionalidad inglesa que cazaba cerca de Calcuta había sido atacado por un enorme tigre que, según las crónicas, medía «1,37 metros de alto y 2,74 de largo» que le provocó la muerte. La víctima era el único hijo del general Hector Munro, rival de Tipu en una de las guerras contra los británicos en  Mysore. Hechizado por la historia, el dirigente mandó construir el autómata.

Tipu, apodado el Tigre de Mysore, comenzó ganando en la ciudad de Haidar y luchaba con fiereza por derrotar a los ingleses en Seringapatam (capital de su reino), donde ordenó pintar en las casas escenas de tigres atacando a europeos, guardaba a los animales vivos preparados para el asedio e incluso se dice que tenía pozos llenos de tigres hambrientos que despedazaban a los prisioneros. Para la batalla, el sultán vestía una armadura con figuras de la fiera y equipaba a sus soldados con trabucos, cañones, armaduras y sables que mostraban al felino en actitud poderosa y agresiva.

Murió en Seringapatam en 1799, en la última de las cuatro batallas que libró contra los británicos, que destruyeron la fortaleza que protegía la ciudadela de la capital. El autómata terminó en Londres y una bomba alemana en la II Guerra Mundial causó un gran daño al mecanismo de fuelles, que ya no reproduce los rugidos ni los lamentos de los protagonistas de la escena.

Helena Celdrán

El retrato de un hombre que no sabe cómo recuperar su identidad

'Benjaman Kyle' - Miguel Endara

‘Benjaman Kyle’ – Miguel Endara

El artista de Miami (Florida, EE UU) Miguel Endara es conocido por sus minuciosos dibujos hechos con puntos: hace un año, en un asombroso vídeo, mostraba cómo reproducía el rostro de su padre con unos 3.200.000, con sólo un rotulador de punta y fina y en 210 horas. La imagen no era el clásico retrato, parecía que el modelo había apretado la cara contra un escáner o una fotocopiadora y la reproducción de cada arruga y deformación natural es asombrosa.

Su nuevo trabajo se titula Benjaman Kyle. Tras el rostro afable del estadounidense con gorra de visera, pelo cano y ojos claros, hay una historia desesperada y única en la que Endara quiso implicarse.

En 2004, la empleada de una hamburguesería de Richmond Hill (Georgia, EE UU) encontró a Benjaman Kyle en un contenedor, desnudo y herido, sin documentación ni pertenencias. El hombre no recordaba absolutamente nada de su pasado ni sabía cómo había llegado allí. Lo llevaron al hospital, lo sometieron a pruebas y tuvo que ser operado de la vista, le diagnostricaron «amnesia retrógrada» (incapacidad de recordar los hechos anteriores a la lesión cerebral). Kyle incluso se sorprendió al verse en el espejo: «Parecía un hombre mayor y yo no me sentía así de viejo. No sentí que tuviera que ser tan mayor».

Miguel Endara y Benjaman Kyle sujetando su retrato

Miguel Endara y Benjaman Kyle sujetando su retrato

La policía no consiguió encontrar nada sobre su pasado. En 2007 el FBI se involucró en la investigación, pero tampoco dio con la identidad, ni siquiera con algún documento que ampliara información sobre quién había sido Kyle. Sin identidad, nombre ni apellidos (el nombre de Benjamin Kyle se lo puso él mismo, aunque está muy convencido de que su nombre de pila es el original) no tienen derecho a un número de la seguridad social, con lo que no puede ser contratado, ni tampoco darse de alta en un refugio para personas sin hogar. Su situación es única.

Con ayuda de iniciativas populares, ha intentado ampliar información de su pasado. Una página web que recopila toda la información que hay sobre él también aglutina los pocos recuerdos (imágenes, lugares, momentos) del Juan Nadie. Aunque no sabe quién es, sabe conducir, todo lo necesario para «trabajar en restaurantes y arreglar equipamiento para restaurantes» (ahora trabaja sin contrato como lavaplatos), reconoce lugares concretos de Indianápolis (la capital del estado de Indiana, lejos de donde lo encontraron) y sabe con seguridad su edad, 64 años: «Nací 10 años antes que Michael Jackson. De eso me acuerdo con claridad».

Miguel Endara quiere, con el retrato de 2,1 millones de puntos, aportar su grano de arena para llamar la atención sobre un caso olvidado por las autoridades, que han abandonado a su suerte al hombre sin identidad. Ha hecho una edición limitada de 200 impresiones que vende por 95 dólares (72,76 euros) sin enmarcar y 345 dólares (264 euros) enmarcado. La mitad de lo recaudado será para ayudar a Kyle «a encauzar su vida».

Helena Celdrán