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¿Por qué grita ‘El Grito’ de Munch?

¿Por qué grita El Grito de Munch? ¿Qué expresará esa cara desencajada, dolorida, atávica…?

Edvard Munch, maestro expresionista, tuvo una vida de perros. Peor que eso, porque los perros gozan de cierta inocencia: bostezan bajo el sol en invierno, cagan a la sombra en verano, muerden enemigos, huelen culos, esperan que el dueño recoja su mierda.

Nada de eso tuvo Munch. Un padre obsesivo y estricto. Maltratos bañados en agua ardiente. La muerte prematura de madre y hermana por tuberculosis. El necesario universo femenino que se colapsa bajo el dominio fálico de Saturno.

Depresión. Alcoholismo. El ingreso posterior en el club de los buenos manicomios, donde lobotomía suena a banda de jazz… La pintura como acto único de redención.

Razones suficientes para gritar, ¿no te parece?

El Grito de Edvard Munch. Wikimedia Commons.

El Grito de Edvard Munch. Wikimedia Commons.

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‘El futuro será calvo’

Hoy es viernes, así que vamos a exagerar

En una comida familiar conocerás tu destino. Será una visión. Te darás cuenta de que tu padre, tío y hermanos, son calvos. Empieza la cuenta atrás. Ese día llegará. Solo una costosa operación podrá evitarlo. Horror vacui (miedo al vacío). Estás jodido.

De entre todos los terrores modernos la alopecia masculina es como un habitáculo subterráneo. En cuanto surge el problema, nos hacemos los suecos (¿habrá suecos calvos?). Nos rapamos el pelo y decimos: ¡OMMM! Listo. Nadie se entera. Mejor ser budista que bola de billar. Orgullo de kundalini. Cabezas que iluminan el mundo.

Adoptaríamos el ideario skin head si fuera necesario. «¡Yo siempre fui facha!», soltará el hippie que perdió las rastas a los cuarenta. Inventamos nuevas tribus urbanas: calvos con barba talibán, por ejemplo. Hacemos de la desgracia un don aunque ello implique ser detenido en la frontera de los Estados Unidos.

Pero no es oro toda testa que reluce. En cada calvo habita un heavy frustrado. ‘Metaleros Anónimos’ se juntan los sábados por la noche y lloran en corrillo. Hay nostalgia y patetismo. Corrigen el balanceo de sus cabezas. Maldicen a Megadeth.

En el corto de animación El futuro será calvo, el director francés, Paul Cabon, usa la ironía, la metafísica y el surrealismo para aceptar que un día se enfrentará al destino explícito en la cena de Navidad. Por maldición familiar perderá su pelo y estatus. Caerá como Sansón bajo las columnas corintias que sustentan el éxito y la dignidad.

¿Exagera?

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‘Insatisfactorio’, vídeos de pequeñas frustraciones que todos sufrimos

'Unsatisfying' - Parallel Studio

‘Unsatisfying’ – Parallel Studio

Una lata, a punto ya de caer, se engancha en la espiral de la máquina expendedora. La cuchara se hunde en el cuenco de sopa, la pelota de baloncesto rueda y bota sobre el aro de la cancha sin entrar, la tostada cae en el suelo por el lado de la mermelada. Como banda sonora, una pieza musical de emotiva tristeza que Samuel Barber (1910-1981) compuso en 1938, Adagio for Strings (Adagio para cuerdas).

En 1 minuto y 17 segundos las microfrustraciones se suceden en Unsatisfying, término en inglés para describir aquello que defrauda, no satisface o es decepcionante. El vídeo del estudio parisino de diseño Parallel es tan irritante como humorístico, una oda a la imperfección, una carcajada a la neurosis estética que define Instagram.

Después del éxito viral de la animación, colgada en Internet en verano de 2016, los autores han decidido darle una vuelta más a las insatisfacciones mínimas que nos acechan y son «dolorosas de vivir e incluso de ver». Parallel propone un «reto de animación en torno esta idea» e invita a otros estudios y animadores a que les manden cortísimos vídeos con una de esas situaciones «molestas».

La animación debe tener sonido pero no música, mostrar el título durante dos segundos, tener una duración de unos 10 segundos y medir 1080×1080 pixels.

En el canal de Vimeo Unsatisfying Challenge (Reto insatisfactorio) se pueden ver ya 84 vídeos. Entre la procesión de pequeñas degracias, una anilla se rompe al intentar abrir la lata, el grifo con sensor inteligente no se enciende cuando ya tenemos las manos enjabonadas, el globo de agua rebota sobre el adversario y —por supuesto— se acaba el papel higiénico cuando más lo necesitas.

Helena Celdrán

Mordacidad, humor y elegancia en las viñetas de Andrea Ucini

'Economic paralysis' - Andrea Ucini - Imagen: Anna Goodson Illustration Agency

‘Economic paralysis’ – Andrea Ucini – Imagen: Anna Goodson Illustration Agency

Las escenas tienden a ser solitarias y están salpicadas de pocos elementos, pueden evocar el thriller y también provocar la sonrisa. El carrito de la compra con ladrillos en lugar de ruedas descansa en un parking desierto. Un chaval negro mira impotente a la bola de baloncesto que acaba de lanzar, atascada porque el aro de la cancha es demasiado pequeño. Dos policías investigan en una zona acordonada un crimen: la víctima es un like de Facebook y una de las pistas numeradas es una pluma color azul claro que hace referencia a Twitter.

Los objetos alterados transforman su función y propiedades originales, hay frecuentes guiños mordaces a nuestra sociedad, el acabado es limpio y elegante… Andrea Ucini maneja los resortes que activan en el espectador reacciones rápidas, crea ilustraciones que son viñetas del presente, instantes verdaderos disfrazados de metáforas.

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Los objetos surrealistas, humorísticos y perversos de Nancy Fouts

'Egg Birth' - Nancy Fouts - Foto: www.nancyfouts.com

‘Egg Birth’ – Nancy Fouts – Foto: www.nancyfouts.com

El de Nancy Fouts es un surrealismo que habría gustado a los fundadores y maestros del estilo: no cuesta enmarcarlo en los años veinte o treinta porque tiene calidad para sobrevivir a la comparación. Las balas rastreadoras de Fouts son las mismas que emplearon sus antepasados artísticos: el sinsentido poético de un objeto, la imagen como extraida de un sueño, surgida del subconsciente, de la angustia, de los deseos y miedos que nunca admitiremos tener.

No es una recién llegada. Nacida en los EE UU, vive en el Reino Unido desde los años sesenta. En la repetición en bucle que al final es Internet, la información curricular de cortapega dice que estudió en Londres en el Chelsea College of Art and Design y luego cofundó el estudio de diseño Shirt Sleeve Studio, que realizó encargos publicitarios para la Tate Gallery de Londres y también portadas de discos para bandas como Jethro Tull.

Mucho más revelador resulta un vídeo del colectivo artístico londinense Black Rat Projects, que se acerca a Fouts y a su arte visitando la vivienda de la artista. Aunque también pinta y crea los objetos necesarios para completar sus obras, en la casa del barrio de Camden abundan silenciosos revoltijos de piezas que ella debe unir para que se produzca la metamorfosis.

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Neptuno con manguitos y Venus con bikini: óleos que ponen a prueba el icono

'Status update' - Matthew Quick - Foto: matthewquick.com.au

‘Status update’ – Matthew Quick – Foto: matthewquick.com.au

«En una era en que la sandez y la celebridad son consideradas al mismo nivel que el logro real, es interesante reflexionar sobre cómo serán los monumentos del futuro. Esta es mi propuesta», dice Matthew Quick (Adelaida – Australia, 1967) en un texto que acompaña a uno de sus óleos. En la pintura, un pato de goma copa una columna romana con filigranas también doradas, un exhibidor clásico para una banalidad pop.

Al artista plástico le gusta tirar de la palabra y es amigo de las enumeraciones y la sobrecarga de información cuando resume su trayectoria. Uno de los creadores clave del actual panorama artístico australiano, en el apartado biográfico de su página web y en entrevistas recientes revela que ha tenido tiempo para escribir un libro de relatos cortos, ha sido director de arte, diseñador interior, fotógrafo, publicista, profesor universitario… Ha vivido en el Reino Unido, Portugal y Malasia. Entre medias, con treinta y tantos años, batalló contra un cáncer y venció cuando los médicos le pronosticaban cinco años de vida.

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¿Te atreves a jugar al ajedrez ‘on line’ contra Marcel Duchamp?

Marcel Duchamp playing chess on a sheet of Glass, 1958 © Arnold Rosenberg

Marcel Duchamp playing chess on a sheet of Glass, 1958 © Arnold Rosenberg

El rumor causó un revuelo en el París bohemio de los años veinte. En las tabernas del cosmos artístico de Montmartre no se hablaba de otra cosa. Decían que Marcel Duchamp —el prodigio que había revuelto el panorama artístico con Nu descendant un escalier n° 2  (Desnudo bajando una escalera, nº 2), el cuadro-explosivo que dejó al mundo con la boca abierta a ambos lados del Atlántico —pimero, en 1912, en el Salon des Indépendants de París y al año siguiente en la exposición del Armory Show de Nueva York—, se retiraba del arte para dedicarse al ajedrez.

«He llegado a la conclusión», dijo, «de que no todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas son artistas».

Aunque aquello fue una falsa alarma y siguió haciendo de las suyas porque sabía que el absurdo es el único modo posible de eludir la muerte («me contradigo una vez y otra para no ser víctima de mis propios gustos», afirmaba) y también que el arte era un prédica esnobista que sólo tenía sentido si iba acompañada del sentido del humor («el arte es plagio o revolución»), Duchamp nunca se sintió mejor que jugando al ajedrez, del que era, confesaba, «una víctima» y al que otorgaba una pureza sincera que la práctica artística nunca alcanzaría.

Piezas del conjunto original de Duchamp de 1918

Piezas del conjunto original de Duchamp de 1918

En 1918, como contó mi compañera de blog Helena Celdrán en la entrada El ajedrez perdido de Duchamp, resucitado para impresoras 3D, diseñó y talló en Buenos Aires sus propias figuras de ajedrez. En los años veinte adquirió el grado de maestro, entre 1928 y 1933 participó en varios campeonatos nacionales franceses —en el de 1925, para el que diseñó el cartel, quedó en sexta posición— y también jugó en las primeras Olimpiadas de ajedrez.

Muchos años más tarde, en 1962, entreviendo quizá la cercanía de la muerte y la sinrazón de lo vivido una vez agotado, negó permiso para que cualquiera de sus obras de arte fuese expuesta en público con intenciones retrospectivas. No se sentía merecedor de la aprobación global de una muestra cronológica, autorizada y coronada por el presuntamente infalible juicio del tiempo. «Sólo he sido un peón desnudo para el arte», se justificó con una frase de bouquet ajedrecístico.

Sólo un año después, en octubre de 1963, reinterpretó la afirmación y se plegó a autorizar una exposición retrospectiva en una exclusiva galería de Pasadena (California-EE UU) —desde 1955 tenía la nacionalidad estadounidense, aunque regresaba a París siempre que podía y nunca se sintió yanqui del todo—. Fue un éxito histórico porque era la primera vez que se reunían desde las vinñetas humorísticas de juventud de Duchamp para los diarios franceses, hasta los experimentos más audaces de convergencia del cubismo con el futurismo y, por supuesto, muchos de los ready made con los que mostró su desprecio por el arte entendido como estado de santidad, entre ellos el inolvidable urinario al que llamó Fuente, firmó con nombre falso y fue rechazado en un salón de arte parisino en 1917 para renacer  una y mil veces como condensación de la estupidez de las categorías.

Duchamp jugando al ajedrez en la exposición de Pasadena. Foto: © Julian Wasser

Duchamp jugando al ajedrez en la exposición de Pasadena. Foto: © Julian Wasser

Uno de los salones de la exposición de Pasadena estaba por completo dedicado a las muchas obras que Duchamp dedicó al ajedrez.

El artista se dejó retratar en una de las salas simulando jugar una partida con una de sus amigas, la joven de 20 años Eve Babitz, que en la imagen aparece desnuda y, con el tiempo, escribiría un divertido articulo en la revista Esquire recordando la situación. Lo tituló a la manera de Duchamp: «Fui un peón desnudo para el arte. La verdadera historia del día en que Marcel Duchamp puso a la clandestina Costa Oeste en el mapa de la cultura jugando al ajedrez con la autora, quien en aquel momento era una joven desvestida con mucho que aprender». [La fotografía ha sido objeto de toda suerte de homenajes y reinterpretaciones: en esta entrada del blog Artedrez se acumulan unas cuantas].

Duchamp (1867-1968) murió en su estudio de Neuilly-sur-Seine, de un fulminante ataque al corazón. Antes había cenado con su amigo Man Ray, otro de los genios locos del siglo XX. Como era ateo y satírico fue enterrado bajo una losa con un epitafio que respeta ambos méritos: «Después de todo, son los otros quienes mueren».

Captura de pantalla de 'Playing Duchamp'

Captura de pantalla de ‘Playing Duchamp’

Creo que al maestro le hubiera convencido también como leyenda final esta declaración vivencial:

Hoy me conformo con jugar (…) Las piezas de ajedrez son los bloques del alfabeto que moldean los pensamientos. Aunque formen un diseño visual en el tablero, expresan abstractamente su belleza como un poema.

Si se animan y atreven a jugar contra el artista-ajedrecista pueden hacerlo en Playing Duchamp, una página web interactiva diseñada y mantenida por Scott Kildall, que ha utilizado en la programación todas las partidas de las que se conservan notaciones jugadas por el hombre que predicó con el ejemplo su propia máxima:

La destrucción es creación.

No es necesario desnudarse para el enfrentamiento, pero, ojo, porque, como en cada partida de ajedrez, las mentiras e hipocresías serán castigadas.

Jose Ángel González

‘Creación artística’, un corto en ‘time lapse’ de 1901

Fotograma de "Artistic Creation" (1901)

Fotograma de «Artistic Creation» (1901)

La frecuente sociedad de los adjetivos cineasta y mago adquiere una exactitud plena en los cortometrajes realizados hace más de un siglo por el inglés Walter R. Booth (1869-1938), capaz de p0ner vehículos a circular por los anillos de Saturno o predecir las jugarretas del time lapse cuando el término ni siquiera se había inventado…

No es casualidad que Booth, que permanece injustamente olvidado entre los pioneros del cine experimental de finales del siglo XIX y principios del XX, supiese cómo hacer asombrosos trucos con las posibilidades de los efectos especiales en el recién inventado medio, presentado en sociedad en 1895 en París por los hermanos Lumière —la fecha es discutida y existen muchos otros nombres y fechas ligados a la invención del cinematógrafo—.

Hijo de un ceramista de quien heredó la facultad de pintar con soltura para elaborar escenografías y construir objetos en tres dimensiones y practicante profesional de la magia y el ilusionismo, Booth dejó ambas vocaciones a partir de 1896, cuando conoció en 1895 a Robert W. Paul (1869-1943), científico, electricista, inventor y precursor del cine en el Reino Unido. Desde entonces, ambos visionarios se dedicaron a producir y realizar trick films (films con truco), cortos o mediometrajes basados en una demostración humorística de la ruptura de las leyes de lo posible.

Artistic Creation quizá sea el más poético de los trick films del mago-cineasta. Es un corto de 1901 que en apenas dos minutos resume la filosofía cinematográfica de Booth: simpatía, candidez y sentido de la maravilla.

Un artista, idealizado como un arlequín-payaso de la Commedia dell’Arte, pinta y a la vez da vida a una mujer. Lo hace por partes: primero la cabeza, luego el torso, después los brazos y finalmente las piernas. Hay un añadido final, un rizo inesperado en el guión, pero no lo mencionaré para obligarles a ver la obra, antecedente primario de la hoy tan socorrida animación por time lapse.

Booth fue muy prolífico durante una década, llevando al límite la imaginación y la inventiva en cortos de animación como The Haunted Curiosity Shop (1901), que desarrolla el tema de los juguetes que cobran vida, y otros de inocente ciencia ficción entre los que destaca The ‘?’ Motorist (1906), donde los dos viajeros de un automóvil sacan de quicio a un agente de policía y terminan volando hacia el espacio exterior.

Hay una precisa filmografía de este pionero en el British Film Institute, con enlaces a vídeos de los cortometrajes que firmó.

A partir de 1915, cuando el cine tomaba el camino de una industria en alza y los experimentos eran superados por los dramas o las comedias, Booth intentó ganarse la vida como publicista, pero su rastro se pierde y ni siquiera hay noticias de lo que hizo hasta su muerte en 1938 en Birmingham.

Jose Ángel González

Cómo convertir las chapuzas callejeras en arte moderno

'Grey on White'. 2014. Acrylic on Wall - Neglected Works

‘Grey on White’. 2014. Acrylic on Wall – Neglected Works

Un grafiti tapado con una pintura de un tono diferente al de la pared, una mancha clareada en un muro de ladrillos, la pequeña raya diagonal azul pintada con espray junto a un portal, tal vez para señalar alguna futura reforma… Las chapuzas estéticas están en cada rincón de una ciudad, se burlan de la perfección, nacen del accidente, de la reparación rápida, son un remiendo para salir del paso.

No cabría duda de que, de ninguna manera, se habla de arte, pero sí sería un ejercicio de humor y burla comparar esos errores urbanos con los ejemplos más extremos y arduos de arte moderno. Así lo han hecho Basile Cuvelier y Seth Alexander, afincados en Londres y autores de un microblog de Tumblr que lleva por título Neglected Works (Trabajos abandonados).

Artistas y diseñadores, Cuvelier y Alexander recopilan en la recién inaugurada página ejemplos de estas chapuzas urbanas en la capital inglesa. Para rematar el absurdo, las convierten en obras de arte de la manera más sencilla: pegando a su lado un pequeño cartel rectangular y blanco con el supuesto título del trabajo, el supuesto año de su creación y la técnica empleada.

Así, junto a la mancha gris sobre la pared blanca (seguramente un parche para una pintada), la ficha informativa dice: «Gris sobre blanco. 2014. Acrílico sobre pared». Sobre el muro de hormigón, tal vez parte de la estructura de un puente, el discreto cartel anuncia con solemnidad: «Cruz y punto azul. 2014. Acrílico sobre concreto».

En muchos casos, los autores se ponen creativos y titulan una mancha de humedad sobre una pared de ladrillos Catarata, un intento descolorido de borrar un grafiti, Nube o tres unos brochazos verticales mal dados sobre la madera, Podio. Con el cartel a su lado, las vulgares reparaciones de repente se convierten en focos de interés, en posibles creaciones artísticas que —en la galería de arte adecuada— se podrían vender al mejor postor o contemplar tomando largo rato con una copa de vino en la mano.

Helena Celdrán

'Cross and Blue dot'. 2014. Acrylic on concrete - Neglected Works

‘Cross and Blue dot’. 2014. Acrylic on concrete – Neglected Works

'Waterfall'. 2014. Water-stained brick - Neglected Works

‘Waterfall’. 2014. Water-stained brick – Neglected Works

'Podium'. 2014. Acrylic on wood- Neglected Works

‘Podium’. 2014. Acrylic on wood- Neglected Works

'Cloud'. 2014. Spray paint on brick - Neglected Works

‘Cloud’. 2014. Spray paint on brick – Neglected Works

'Blue Diagonal'. 2014. Spray paint on brick - Neglected Works

‘Blue Diagonal’. 2014. Spray paint on brick – Neglected Works

'Dot Dot Dash'. 2014. Acrylic on concrete - Neglected Works

‘Dot Dot Dash’. 2014. Acrylic on concrete – Neglected Works

Un corto de animación hecho de corcho blanco, inseguridades y humor ácido

Fue necesario un año para grabar los seis minutos de la pieza de animación. Todas las figuras que aparecen en él están esculpidas en poliestireno expandido (porexpan, corcho blanco) y los efectos de la luz son producto de largas exposiciones. Un breve vídeo del cómo se hizo da una idea de la complejidad del procedimiento, pero eso es sólo parte del atractivo del cortometraje.

Mike Please y Daniel Ojari (del estudio londinense Parabella Studios), animadores y directores de Marilyn Myller, no caen en el error de ofrecer un asombroso espectáculo técnico vacío de significado, por suerte también desarrollan una trama inteligente en torno a la creación y la destrucción, una historia de crisis creativa con un inesperado toque final de humor ácido.

El universo blanco y animado representa la mente de una joven artista británica. En su imaginación interpreta que el poder que ejerce sobre sus figuras la acerca al implacable Dios bíblico, ella crea y ella destruye, por accidente, por rabia o por motivos que ni siquiera ella puede explicar. En realidad, las imágenes cósmicas son un modo de sentirse poderosa en medio de la inseguridad: enfrascada durante horas en un trabajo minucioso, en la soledad de su estudio y sentada en una vulgar banqueta que cruje, Myller es en realidad insignificante para el mundo, una creadora sin demasiado reconocimiento.

Todo cambia cuando un cazatalentos esnob da con ella en el preciso momento en que la artista sufre una crisis. El giro que da la trama es tan cómico como frustrante, una referencia a lo estúpido que puede llegar a ser el arte cuando se emborracha con el dinero.

Helena Celdrán

'Marilyn Myller' - Parabella Animation Studio