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El arte de esconderse o por qué tu timidez es un valor al alza

Personas cercanas y no tan cercanas a menudo me recriminan no tener el móvil siempre encendido. Eres de las personas menos disponibles…Claro, te llamo y raramente respondes. Al principio me defendía diciendo que siempre respondo a la llamada cuando la veo, sin embargo, hace ya tiempo que dejé de hacerlo. Me di cuenta que no estar disponible en la sociedad de la transparencia y la productividad es contracultural.

La accesibilidad en las comunicaciones ha facilitado la eliminación de distancias relacionales. La distancia relacional se erosiona cada vez que al conocer a alguien, te busca por redes y empieza a chatear contigo como si fueseis amigos de toda la vida. Se genera entonces una forzada intimidad que a menudo es atractiva por una parte, pero indeseada por la otra.

Te contacta un conocido de la facultad al que no has visto en veinte años, con el que hablaste contadas veces. Te interpela como si el tiempo no hubiese pasado. La parte que toma la iniciativa espera, casi exige, que se le responda de inmediato. Y tú, te sientes mal, casi con la obligación de ser educado, pobre, que no se ofenda. Sin embargo él no se plantea si está siendo invasivo o agresivo. Ante esta situación, te queda seguir con el código de la transparencia, diciendo que no te sientes cómodo, o escuchar a tu timidez.

(Crazy Cake, UNSPLASH)

En nuestros días, la timidez es un raro valor al alza. La timidez nos invita a velar la transparencia y volvernos invisibles durante unas horas, unos días. No compartir, no decir, no opinar de forma pública, en la red y tal vez de ninguna otra forma. La timidez es la guardiana del espacio interior, del tiempo de soledad para saber quien eres, lo que te da sentido y cómo llevarlo a cabo. La timidez es la que te permite decir hola al miedo real de perderte en lo exterior, sea lo exterior las relaciones con otros, lo virtual, un exceso de información o de pantallas. Al recibir al miedo, puedes honrar su inteligencia y tomar cartas en el asunto. La timidez es la puerta de la espiritualidad. Aquello que nos permite contactar con lo trascendente y llevarlo con nuestro gesto a la luz del mundo.

Mientras que la transparencia afirma que todas las cosas son iguales, todo tiene el mismo valor y tienes que estar abierto las veinticuatro horas del día, la timidez con su sabiduría es la maestra de los matices: esta relación es importante y esta no tanto; esto te hace vibrar, esto te deja indiferente; para esto tienes energía, para esto otro muy poca…

Aunque siempre hayas escuchado lo manido anda no seas tímido, no te engañes, la timidez is the new black. No dejes que te la arrebaten 😉

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Dani Alves y las culturas de violencia

Este artículo no es únicamente de Dani Alves. Aunque las pruebas que se han filtrado a la prensa sobre la presunta agresión sexual del futbolista brasileño apuntan a su culpabilidad, habrá que esperar al juicio para salir de dudas.  Con independencia de su culpabilidad o inocencia, nada más salir la noticia, algunos de los comentarios de sus defensores iban en la linea de un tipo como él, que puede tener a cualquiera, no necesita hacer eso. Mas esta afirmación erra el tiro, porque las agresiones sexuales no son de personas necesitadas de sexo.

Al igual que el acoso laboral no es de alguien que necesita ser un hijo de puta en el trabajo. Ni tampoco el perpetrador de bullying o acoso escolar no acosa porque no sabe hacer otra cosa. Tanto las agresiones sexuales, como el acoso laboral o el acoso escolar tienen una pauta en común: los acosadores acosan porque pueden. Porque han hecho un uso abusivo de su poder y nadie les ha parado los pies. Plácido Domingo empezó a abusar, no pasó nada y siguió haciéndolo durante años. El patrón del abuso de poder siempre es el mismo: de alguien más fuerte frente a alguien más débil. El más fuerte lo puede ser por distintas razones: por ser más fuerte físicamente, por tener más dinero – ambas características confluyen en Alves – por ser más popular, tener más status, por ser el jefe, etcétera. El abusador deshumaniza al otro colgándole una etiqueta: de diferente, de maricón, de puta, de carne de cañón escolar…lo que legitima la agresión.

(Marco Bianchetti, UNSPLASH)

Cualquier acosador necesita de una cultura que arrope la realización de sus acciones. La cultura encarnada por las personas que rodean a acosadores y abusados, normaliza la violencia de cierto tipo de persona a cierto tipo de otra. Normaliza el hecho que la posible víctima es alguien de quien se puede abusar, por el hecho de ser mujer, tener un físico particular, hablar con cierto acento, cierta orientación sexual y un interminable etcétera. Por esta razón, lo preocupante de Alves, más allá de los hechos de la discoteca Sutton si el juez así lo confirma, es ¿a cuántas mujeres habrá agredido sexualmente sin que se hayan atrevido a denunciar? ¿Cuántos deportistas de élite habrán hecho lo mismo inmersos en una cultura de abuso y violencia sexual?

Tristemente, hoy día existen muchas culturas de violencia y van más allá de lo sexual. Por ejemplo son los casos de acoso laboral, en la que una persona es manipulada a través de mentiras, medias verdades y gran persuasión, lo que genera un impacto demoledor en la salud mental de la víctima, como constato a menudo en mi práctica de coaching.

De índole especialmente preocupante, por afectar a seres en desarrollo son los casos de acoso escolar que pasan inadvertidos en las escuelas porque sus responsables miran hacia otro lado, hasta que es demasiado tarde, como fue el caso de Kira López, la joven barcelonesa que se suicidó en 2021 con tan solo quince años. Las culturas escolares de violencia se ven hoy día amplificadas por las redes sociales a las que están sometidos los jóvenes, en las que la violencia verbal y psicológica florece descontrolada. Por fortuna la mayoría de casos de acoso escolar no terminan en suicidio, sin embargo, los supervivientes al mismo cuentan con un riesgo aumentado de sufrir como adultos problemas de salud mental, como ansiedad generalizada, ataques de pánico, agorafobia, depresión…

Un caso demoledor del impacto de una sobreexposición a culturas de violencia es el de la influencer Olympe. La joven cuenta con un pasado muy traumático,  marcado por el abandono de sus padres, abusos sexuales, violaciones, bullying…que ha derivado en una miríada de enfermedades mentales, llevándola a una situación en la que el sufrimiento de seguir en vida es demasiado grande, por lo que desea poner fin a su vida a través de la eutanasia asistida.

La responsabilidad para erradicar las culturas de violencia, sea en el ámbito que sea, es de todos. De las autoridades para crear marcos legislativos adecuados y hacer valer las leyes, de las organizaciones de ciudadanos para organizarnos y explicar cómo actuar en estos casos. Hace poco tuve el privilegio de asistir a una formación para padres para prevenir el bullying, a cargo de Carmen Cabestany de No al acoso escolar, y me fascinó el maravilloso trabajo que llevan a cabo.

Y por supuesto, la responsabilidad de erradicar las culturas de violencia está en mis manos, está en las tuyas. Cada vez que evites mirar a otro lado cuando te topes con cualquier manifestación directa o indirecta de estas culturas y hagas todo lo que esté a tu alcance para neutralizarla, estarás erradicando una parte del mal que de no hacerlo, camparía a sus anchas. Estarás sumándote a la corriente global comprometida en hacer de este mundo, un lugar para todos.

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La violencia contra las mujeres y el periodismo valiente

Hasta la llegada del movimiento #metoo hace cinco años, los abusos sexuales por parte de poderosos, una forma perniciosa de violencia contra las mujeres, era algo considerado normal. Estaba culturalmente aceptado. Así ocurre con todas las barbaries. Ocurrió con el tráfico de esclavos, ocurrió con el bullying, con la contaminación masiva, con la toxicidad del tabaco…Todos eran fenómenos naturalizados hasta que un grupo de personas dijo basta. Llevaron la atención a algo que no estaba funcionando, se organizaron y mobilizaron a su entorno que a su vez generó nuevas leyes y normas para cambiar el estado de las cosas.

Aunque la expresión “me too” naciera en 2006, se popularizó en las redes sociales con el caso Harvey Weinstein en EEUU, a raíz de los numerosas acusaciones de abuso sexual, cuando la actriz Alyssa Milano publicó en Twitter “Si todas la mujeres que han sido asediadas o asaltadas sexualmente escribieran “me too”- yo también- en su status, daríamos a la gente una idea de la magnitud del problema”. Celebridades como Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Jennifer Lawrence y Uma Thurman entre otras dieron el paso. El tsunami estaba servido.

En EEUU el fenómeno #metoo contó con una pieza clave que algunos consideran su detonante: el periodismo de investigación encabezado en este caso por Megan Twohey y Jodi Kantor. Tras investigar el tema a fondo, Kantor y Twohey publicaron en The New York Times el escándalo de los abusos sexuales de Harvey Weinstein. Ante la pregunta de por qué el fenómeno #metoo en Europa ha tenido tan poca fuerza, expertos apuntan varios motivos: la debilidad del periodismo de investigación, el miedo a querellas por parte de periódicos y el hecho que la mayoría de jefes de medios sean hombres.

La fuerza del feminismo en España está trazando un nuevo camino para combatir la violencia de género en todas sus formas. Para hacerlo necesita aliados y el periodismo de investigación es sin duda uno de ellos. En un momento de crisis y transformación de los medios de comunicación, es imprescindible apoyar a los mismos para que esta forma de periodismo vital en cualquier estado democrático, no solamente sobreviva, sino que triunfe.

 

Trailer de «Al descubierto» película que narra la investigación periodística detrás de #metoo

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La actividad más peligrosa del mundo

Leo impávida sobre Jorge Ignacio Palma el asesino de mujeres de Valencia. Jorge Ignacio  se dedicaba a drogar, abusar y matar a mujeres. Esta era su práctica hasta que le detuvieron. ¿Pero a qué tipo de mujeres? Mujeres que ejercían la prostitución. Los asesinos son malos pero no estúpidos. Por eso, buscan a víctimas vulnerables y en este numeroso grupo se encuentran las prostitutas. Ejemplos estremecedores son los de Gary Ridgway, el estrangulador de Suffolk o el destripador de Yorkshire por nombrar algunos.

Que la prostitución es la actividad más peligrosa del mundo lo aprendí durante el año del máster en género y política social que cursé en Londres. Las personas que la ejercen están en mayor riesgo de ser víctimas de crímenes violentos, como atestiguan estudios sobre la industria sexual. ¿Por qué? En palabras de mujeres que se han visto envueltas en esta actividad: “Estar con una prostituta es como tomarse un café, cuando te lo lo has bebido, desechas la taza”. Por esta razón cuando ejerces (la prostitución) “Les das lo que te piden y rezas para que no te maten”.

Algunas leyes nos ayudan a evolucionar, creando unas nuevas reglas del juego. Así fueron las leyes limitando los horarios de trabajo, las condiciones de los trabajadores, la prevención de riesgos laborales, la normativa contra el bullying o el acoso sexual. La proposición de ley del PSOE, conocida como Ley abolicionista, contempla la reforma del Código Penal para prohibir el proxenetismo en todas sus formas y castigar también el lucro por alquilar el espacio donde se prostituye la persona. Aunque la ley es incompleta, como tantas leyes cuando nacen, es un punto de partida valiente. Lo es porque convierte a un acto normalizado culturalmente en un acto criminal. También porque pone el foco en la oferta de la industria y no en la persona que se prostituye. De este modo, sienta las bases para desarticular el sistema implicado en la explotación sexual y su obsceno lucro económico, como detalla sin tapujos el documental Chicas nuevas 24 horas de Mabel Lozano.

Miles de personas se manifiestan en Madrid contra la prostitución. / Europa Press

Sin embargo, la realidad de la prostitución, como cualquier otra, se basa en cuatro dimensiones: la cultura que normaliza el mercadeo de cuerpos como productos desechables; los motivos personales que empujan a las personas a este mundo, tanto a alquilar cuerpos como a vender el propio; los actos que tienen lugar y el daño que causan; y el sistema que asegura que todo ocurra.

La propuesta de ley ha decidido atacar al sistema. En sucesivos pasos se tendrán que abordar las otras dimensiones. Y también considerar tanto el corto como el largo plazo, por ejemplo, ayudando a reintegrarse socialmente a las miles de mujeres que saldrán de esta “industria” como enfatiza la activista Rachel Moran. En fin, un trabajo colosal, pero como rezaba Lao Tse hace 2500 años, un viaje de mil leguas comienza con un solo paso. Y este primer paso es un paso audaz.

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Sumisión química: la nueva cara de las violaciones. ¿Cómo protegerte (y proteger a las mujeres de tu entorno)?

“Soy una estudiante Erasmus en Vigo y el sábado fui con unos amigos a Ferré una discoteca cerca del Arenal. Recuerdo que estaba bailando con unas amigas y de repente no recuerdo nada. Hasta la mañana siguiente, cuando me desperté con un chico, pregunté al tío que estaba pasando, y él me dijo que tenía que tomar la píldora del día después porque el condón se rompió.” Ferré. Arenal – Vigo.

“Fui a un concierto de rock con muy poca gente. Fui con un colega, cenamos, bebí dos copas de vino y en la sala un camarero nos invitó a un chupito. Todo bien. Al ratito nos llamó para un segundo chupito. Bebí tan feliz, a los diez minutos si llega me fui al baño, no veía más allá de un metro, fatal…mi colega se dio cuenta y en la puerta del baño de chicas, dos maromos que no lo dejaban pasar, mi amigo es un pan pero intimida, los amenazó y lo dejaron sacarme de allí”. Razzmatazz- Barcelona

“ Llevo con este sentimiento y pensamientos desde la noche de Halloween. Sentimiento de culpabilidad, de quizás haber bebido de más, pero no es la primera vez que bebía, me tomé dos copas, a partir de las 3 de la mañana tengo una laguna de doce horas hasta las tres de la tarde. Ni un solo recuerdo, no me ha pasado nunca. Me despierto desnuda, sin constancia de absolutamente nada de lo que ha pasado, al menos estoy en mi casa pero tengo la sensación de que no he dormido sola y así es.” Malababa. Alpedrete – Madrid

Llego a estos testimonios reales después de topar con un alarmante dato del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses: de las 2.054 agresiones sexuales a mujeres registradas en España, más del 70% (1.520 casos) se cometieron con la víctima bajo sumisión química. Más de un 70%!!!! Al menos 7 de cada 10 mujeres agredidas sexualmente, lo ha sido bajo sumisión química.

Existen dos tipos de sumisión química la primera es cuando el agresor aprovecha que la víctima está bajo los efectos del alcohol o las drogas para agredirla sexualmente. La segunda es premeditada, agresor quien proporciona a la víctima sin su consentimiento alguna sustancia, normalmente en la bebida que esté tomando. Aunque no existen datos exactos de porcentajes de un tipo de agresión u otra, las agresiones por sumisión química premeditadas están en aumento.

Frente a esta dura realidad han nacido distintas iniciativas. Inspirada en el movimiento belga #balancetonbar ha nacido la inciativa #denunciatubar que recoge testimonios de mujeres que han sufrido este tipo de agresión y pretende denunciar, sensibilizar, prevenir que vuelvan a ocurrir.

(Hermes Rivera, UNSPLASH)

En Inglaterra, la iniciativa Ask for Angela ha creado un protocolo en bares según el cual las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable con alguien en un bar o discoteca, pueden ir a la barra, preguntar por Ángela lo que activa un protocolo de ayuda para que pueda regresar a casa sin ser agredida. En Barcelona veinticinco discotecas han implementado los vasos con tapa para prevenir las agresiones por sumisión química y hay empresas que se dedican a fabricar estos tipos de vasos como My Secure Cup.

Todas estas iniciativas son necesarias. La sensibilización, endurecimiento de la ley y penas por este tipo de agresiones también lo son. Y al mismo tiempo tenemos que tomar consciencia de este riesgo y actuar AHORA. Por ello te propongo tres sencillos pasos a poner en práctica en tu entorno más inmediato:

  1. REFLEXIONA: deja que esta realidad impacte en tu interior. Date cuenta de la gravedad del riesgo para mujeres y jóvenes. ¿Qué personas de tu entorno cercano están en riesgo?
  2. HABLA DE ELLO: comparte tu visión con tu entorno sobre las agresiones por sumisión química. Háblalo con tu familia, amigos, compañeros de trabajo. Escucha lo que tienen que decir. Pregunta aquello que te genere curiosidad. Deja que tu visión se amplíe fruto de estas conversaciones.
  3. PASA A LA ACCIÓN: si eres mujer toma nota de los riesgos y considera tu exposición y cómo protegerte cada vez que salgas de noche. Si eres madre o padre de hijos adolescentes o jóvenes, asegúrate de tratar este tema en varias ocasiones y equiparlos para que puedan protegerse. En función de los grupos a los que pertenezcas, considerad juntos qué medidas colectivas se podrían tomar para minimizar estos riesgos.

Al comentar estos datos con una amiga que tiene una hija en plena adolescencia, me decía, “por favor, no me digas eso, no quiero ni pensarlo, justo ahora que Luisa descubre la noche”. Confrontar estos hechos es incómodo y nada apetecible. Sin embargo, no conozco otra forma para evitar que la maldad continúe germinando, a menos que sea identificándola y tomando cartas en el asunto.