Cada vez son más los usuarios que, sin querer (o no), tratan de evitar cualquier conato de contacto físico con el taxista. El simulacro de roce sólo se produce en el mismo momento de abonarte la carrera, cuando el usuario acerca su mano y te tiende el billete o las monedas de marras, o cuando les devuelves el cambio. En ese mismo instante, como digo, el usuario emplea una especie de estrategia antitacto tratando de dar sin tocar, de tenderte un billete sin siquiera rozar tu palma con las yemas de sus dedos, o viceversa.
Pensé que este rechazo podría no ser más que miedo al contagio de enfermedades infecciosas (ahora que la Gripe A compite en Prime Time con Belén Esteban). Por eso, en una suerte de Experimental Taxi Club al uso, he decidido conducir hoy, durante todo el día, con guantes de látex.
¿Resultado? El miedo a tocarme, en lugar de erradicarse, se acrecentó. Al llegar el momento de pagarme los usuarios, como escamados por mis guantes de látex, me tendían sus billetes o monedas lanzándolos a la palma de mi mano en lugar de posarlos, como de costumbre, sobre ella.
Conclusión: La asepsia da más miedo que el miedo mismo al contagio.
Ahora bien, descartado el miedo al contagio, ¿por qué otro motivo evitaremos hasta el más mínimo contacto físico?
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Nota epidérmica: Los franceses, aparte de volcarnos los camiones, tienen por costumbre darle la mano al taxista antes de apearse. ¿Será que la conducta del toqueteo va ligada a las costumbres culturales de cada país?