Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

La llamada

Cuando esperas una llamada telefónica importante, esa que te hará hipertenso, entrecortado y bobo, esa que llevas esperando tantos días, con sus noches, cuando la esperas, como digo, todo lo demás te importa tres cojones. Conduces con un ojo en la pantalla del móvil mientras piensas: no parezcas nervioso, no metas la pata, hazte el sorprendido, incluso el distante. Y sabes que te va a llamar, claro, te dijo que llamaría hoy, esta misma tarde, pero la tarde es larga y cruel; demasiado indeterminada. ¿A partir de qué hora será por la tarde para ella? ¿las 4?, ¿las 5?, ¿las 7 y 13?

Y si llevo el taxímetro apagado es por no interrumpir su llamada: Ahora no puedo hablar, llevo el taxi ocupado. Las llamadas más importantes siempre se producen en el momento menos oportuno, cuando ya no la esperas o justo cuando dejas de pensar en ella, en la llamada y en ella. Aun así continúo conduciendo; las esperas son siempre más largas cuando estás parado, y en movimiento disimulas mejor la angustia, ¿verdad?, ¿verdad?, ¿eh? Y el tiempo ahora es mucho más relativo que nunca, los segundos son horas y los minutos, vidas enteras. Trato de pensar en otra cosa pero siempre me viene lo mismo, la misma reproducción de mis palabras y ese tono de voz tantas veces ensayado para cuando llame y yo descuelgue después de tres o cuatro timbrazos, no más pero tampoco menos: ¿Sí?… ¡hola!… ¿qué tal todo?, ¡cuánto tiempo!…

Y sigue sin llamar, y ya llevo cuatro vueltas completas a Madrid, y estamos entre la tarde y la noche, franja en la que paso de la seguridad total a la incertidumbre, de esperar su llamada a pensar «puede que ya no llame», y a medida que pasan los segundos, y sobre todo los minutos, me voy preparando para lo peor. Y lo peor no es que no llame, sino el por qué no ha llamado, su motivo para no querer llamarme o, peor aún, haberse olvidado de llamarme, haberse olvidado de mí.

Entonces ¿qué debería de hacer ahora? Encender el taxímetro no, por si se digna a llamar cuando la tarde ya es noche. Irme a casa tampoco; me comería las paredes. ¿Meterme en un bar, quizás? ¿emborracharme? ¿cagarme en su puta madre como terapia del engaño para no perder la poca cordura que me queda?

101 comentarios

  1. Dice ser Asun

    Espero y desespero y tengo los mismos síntomas y ensayo las palabras que nunca digo, y porque te dicen que te van a llamar y luego no lo hacen…Llevo tiempo esperando una llamada de esas que me entrecorte la voz, y que diga todo lo que siento…

    10 febrero 2010 | 03:00

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