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Contra la pena de muerte

Hoy hace cuarenta años se ejecutaron en España las últimas penas de muerte.

Cinco jóvenes, tres pertenecientes al FRAP y dos a ETA, murieron aquella madrugada como último tributo del dictador al régimen y a la ideología que lo había mantenido.

Fue, como se diría ahora, el acta de defunción de la dictadura. Cinco días después, en la manifestación de apoyo a aquella actuación, se pudo ver a Franco por última vez. Allí contrajo la enfermedad que mes y medio después le llevó a la tumba.

Yo tenía entonces más o menos la misma edad que algunos de los ejecutados y una ideología muy distante, tanto de la suya como de la de quienes les condenaron. Pero aquellas muertes, con su claro componente ideológico, me marcaron mucho. Creo que a mucha gente de mi generación le ocurrió lo mismo. Nadie sabe cómo habrían evolucionado esos jóvenes de haber seguido con vida en la nueva España que surgía. Sí sabemos que algunos de los condenados a muerte en el Proceso de Burgos del año 70, indultados y finalmente amnistiados, tuvieron un papel clave en la transición.

La pena de muerte fue abolida poco tiempo después en España y está bien que así sea aunque en algunos momentos, cuando se conoce un crimen especialmente atroz, vuelvan a surgir las voces de quienes la echan de menos.

El Papa Francisco durante su viaje a Estados Unidos

Hace unos días, en la Asamblea General de la ONU, el Papa pidió la abolición en todo el mundo de la pena de muerte. Hasta los peores criminales merecen una oportunidad de rehabilitación.

Eso en uno de los países que en este momento realizan más ejecuciones y donde también se llegan a conocer más casos de condenas erróneas. La pena de muerte, una vez ejecutada, no tiene vuelta de hoja; no hay una segunda oportunidad.

Yo, en esto, estoy con el Papa: creo que hay que abolir la pena de muerte.

Y no viene mal recodar que no hace tanto tiempo que en nuestro país se tomaban este tipo de decisiones irrevocables, con un claro componente ideológico.

4 comentarios

  1. Dice ser Gonzalo

    En mi opinión la pena de muerte debería de estar permitida en ciertos casos. Eso o que haya cadena peprpétua.
    Pero yo no acepto que a un piscópata, que no tiene compasión por nada, le puedan meter de 30 años para abajo y luego estar en la calle como si nada. Lo mismo con terroristas que sean responsables claros de la muerte de varias personas.
    Los enfermos mentales no tienen cura, ya les metas en la cárcel por 10 años como sí por 60. Y la mejor forma de acabar con un psicópata es matándolo.

    27 septiembre 2015 | 15:20

  2. Dice ser Lola

    Buenas tardes,
    Es una pena que Su Santidad no haya condenado enérgicamente los fusilamientos que han habido en Cuba desde 1959 y que aún se hacen. O los asesinatos como el ocurrido con el remolcador 13 de Marzo, dónde un grupo de cubanos con niños incluídos que intentaban escapar del paraíso fidelista fueron abordados por un guardacostas cubano y con la fuerza de las mangueras de presión fueron ahogados.

    27 septiembre 2015 | 16:06

  3. Dice ser Cristina

    Pena de muerte: rotundamente no.
    Cadena perpetua NO revisable: rotundamente sí.
    Y fin del problema.

    28 septiembre 2015 | 08:36

  4. Dice ser Tobor

    Yo creo que la abolición de la pena de muerte tiene dos escollos principales afianzados en la cultura. Uno, la visión de la justicia como herramienta de venganza. Y otra, la negación en invertir recursos públicos en los presos: la cadena perpetua sale más cara que la pena de muerte.

    28 septiembre 2015 | 18:02

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