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Romnja feministas

Por Patricia Caro Maya Patricia Caro Maya

Mi corazón se desborda  de indignación cuando descubro que las Romnja (mujeres gitanas en lengua romaní) morimos en España 27 años antes que las payas, igual que las mujeres africanas más pobres. Sólo por ser Romnja.

De rabia se llena mi alma cuando descubro este año y por primera vez en la conciencia colectiva, que las Romnja también somos asesinadas a causa de la ceguera de poder en nuestras parejas (que son tanto payas como romaníes) cuando no respondemos a lo que se espera de nosotras. Sólo por ser Romnja.

Romnja feministas en el Parlamento Europeo. Imagen: Patricia Caro

Romnja feministas en el Parlamento Europeo. Imagen: Patricia Caro

Harta del inmovilismo de las  instituciones que sólo demuestran su ignorancia ante la búsqueda de soluciones eficaces a este cáncer violento que enfrentamos todas las mujeres y niñas que muchas veces, aunque parte de buenas intenciones, llega a resultados que lo amplifican y justifican.

Me levanté. Me puse frente al espejo. A los ojos miré directamente esta indignación, rabia y hartazgo. Fijé la mirada con todas mis fuerzas y calmé mi dolor  nutriendo mi vida con amor incondicional. Esfuerzo. Con mucho esfuerzo conseguí transformarlo en Resistencia y Acción.

Decidí reunir en el Parlamento Europeo a Romnja feministas provenientes de diferentes países europeos para, desde la más alta instancia política europea, dejar bien claro que la violencia que sufrimos es por un lado, un asunto que debe ser incluido en la agenda política de manera que podamos decidir nuestros propios caminos de liberación. Y que por otro lado, no es sólo una la fuente de violencia  que enfrentamos, ni proviene sólo de nuestras parejas heterosexuales romaníes. Más bien, enfrentamos múltiples formas de violencia provenientes desde distintas fuentes tanto fuera como dentro de las comunidades y que además se retroalimentan entre sí convirtiendo al laberinto invisible, en espiral de espinas infinitas.

Hubo quienes denunciaron públicamente cómo después de cumplir las recomendaciones civilizadoras sobre lo importante que es nuestra participación en  partidos políticos, encontraban que eran castigadas por los mismos de manera perversa cuando apoyaban el empoderamiento comunitario de otras Romnja con menos privilegios, y otras denunciaron cómo la base que justifica la violencia que enfrentamos en situaciones de Trata es ineludiblemente causada por  la desidia política y las legislación en primera instancia.

Nos sentamos y recuperamos del inconsciente a nuestras antecesoras. Todas. Las que lideraron la mayor revuelta en los campos de concentración de Auschwitz, las que fueron esterilizadas sin su consentimiento en Suecia o República Checa,  las que protestaron desnudas cuando las separaron de sus familias en la Gran Redada Española y las que anduvieron caminos eternos para aportar a la economía familiar vendiendo romero y ajuares. Pusimos sobre la mesa lo mejor de nuestros conocimientos académicos y culturales, reflexionamos sobre nuestra propia posición de privilegio y desde la solidaridad, comprendimos las infinitas luchas antipatriarcales que otras hermanas, como por ejemplo las indígenas, enfrentan día a día igual que lo hacemos nosotras.

Después de las contracciones, fue cuando parimos. Trajimos a este mundo la primera declaración que se ha hecho en la Historia  sobre todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas Romnja. Denunciamos las causas de los matrimonios tempranos, las barreras para acceder a una casa de acogida, el fracaso y abandono escolar como forma de violencia, el tratamiento de nuestras académicas como literatura de segunda y la manipulación paternalista de las instituciones que hacen por nosotras pero sin contar con nosotras.

Denunciamos que en la sociedad del conocimiento del s. XXI, dentro de la estructura supranacional que se considera autora de la democracia mundial, millones de Romnja NO SOMOS CONSIDERADAS HUMANAS, y eso, aunque la mitología diga que no nos integramos, afecta inexorablemente a las relaciones de poder entre los géneros dentro de nuestras comunidades.

Por los pasillos del Parlamento resonaron los pasos unísonos de estas Romnja feministas cual tambor ancestral que retumba en los estómagos. Queremos hacer sentir que es nuestro derecho  explicar con nuestra propia voz la realidad que vivimos.

Lo siento mucho patriarcas antigitanos, pero miradnos y oídnos bien.

Somos gitanas y no nos vamos a callar.

No vamos a someternos.

Estas Romnja Indias Feministas, con el alma llena de fortaleza, los pies sembrados en flores, nuestra piel bañada en coral y la mente poblada de alas, andamos juntas sin miedo por todos los caminos y ríos. Buscamos nuestro derecho a ser Humanas, nuestra Salud y nuestra Libertad. Cruzamos montes y riberas sin fronteras. Siempre, siempre, siempre, aunque nos cambien los tiempos,  cantaremos con voz dulce, grave y universal aquel mantra que nos define desde hace siglos:

Opre Romnja! (¡Arriba las Gitanas!).

Patricia Caro Maya es activista por los derechos de las mujeres, especializada en mujeres romaníes (Romnja). ‘Mover los cimientos del Patriarcado antigitano es mover los cimientos del Patriarcado sin fronteras en la búsqueda constante de nuestro Derecho a vivir como Humanas’.

La cuestión de las candidatas

Por Nuria Coronado NuriaCoronado

Elecciones por aquí, elecciones por allá. De aquí hasta el 20 de diciembre, nos despertaremos y acostaremos con la tan traída y llevada fecha. Y es que, aunque no seamos conscientes de ello, ya tenemos al ganador. No importa ahora tanto el nombre como el apellido. Ha vencido de nuevo -y sin “género” de dudas- el hombre y sus maneras de hacer y manejarse con y en el poder. El que un 100% de los aspirantes a presidir un país sean hombres o que el porcentaje de mujeres de los siete grandes partidos políticos del pasado año era del 34,0% (informe “Participación política, mujeres en cargos ejecutivos y en el Gobierno” del Instituto Nacional de Estadística) nos sigue lanzando el mensaje de la desigualdad.

Jóvenes celebran el logro del voto femenino en 1931. Imagen: mujeresenred.

Jóvenes celebran el logro del voto femenino en 1931. Imagen: mujeresenred.

Una desigualdad que también está campando a sus anchas en la propia campaña electoral. Mariano Rajoy dice estar seguro que en algún momento habrá una mujer en este puesto, pero añade a continuación, con tono simpático que espera sea dentro, al menos, otros cuatro años.  Paradójico es también, que salvo excepciones como las de “Un país con nosotras” que reunió a cinco políticas  no haya ni rastro de espacios en los que se vea a las candidatas en tan amplia mayoría como la de los hombres y donde puedan darse a conocer. Precisamente en esa jornada decía Ada Colau, Alcaldesa de Barcelona, que las mujeres “estamos sobrerrepresentadas en mucho ámbitos, pero infrarrepresentadas en espacios como el de la política o la economía, lugares que precisamente son el espacio en el que está el poder y por tanto las decisiones para cambiar el mundo a mejor”, decía.

Ni qué decir tampoco cuando uno va a un buscador y escribe ‘políticas españolas’. El primer resultado nos lleva a ‘las 10 más guapas del 2015 y en las búsquedas relacionadas con ambas palabras los adjetivos que las acompañan son las de ‘atractivas’, ‘que están buenas’, ‘buenorras’ o ‘sexies’… todo un compendio de machismo 2.0. Haz el ejercicio cambiando la palabra políticas por políticos y verás la gran diferencia.

A esto hay que añadir la responsabilidad de los medios de comunicación a la hora de cambiar esta situación. Como promotores de información y creadores de opinión resultan imprescindibles para ello pero sin embargo no tratan de igual a igual a unos que a otras. La mujer política apenas tiene visibilidad mediática, en respuesta a su menor protagonismo político, y las que aparecen lo hacen con un componente personal importante y en relación a su cargo y al partido que representan. Según el informe “Las mujeres políticas en España y su proyección en los medios de comunicación” de Mª Luisa Sánchez Calero, Mª Lourdes Vinuesa Tejero y Paloma Abejón Mendoza

Los análisis cualitativos de la representación de las mujeres políticas descubren que el cuerpo, el aspecto, el vestuario son factores centrales a la hora de representar a una mujer política, mientras que este tipo de calificación, basada en la apariencia, no se suele realizar respecto a los políticos hombres’.  A estos datos se suman otros según los cuales los hombres candidatos o electos a cargos políticos son acompañados por más fotos en primer plano y más titulares ‘así como verbos más asertivos: afirma, califica, exige, asegura, reclama, censura, acusa, negocia, discute, dialoga‘, tal y como refleja el estudio  ‘Más mujeres en los poderes locales’. ¿Y qué ocurre con ellas? Para las mujeres se usan más formas reflexivas o pasivas: “le han ofrecido, el partido la propone, ha sido nombrada, defiende, pide, rechaza, presenta, confía, inaugura”.

Por todo ello, y a sabiendas de que uno aporta a la sociedad lo que está en su mano, me gustaría sumar mi humilde grano de arena dando el máximo protagonismo y visibilidad a cuatro políticas que también ponen el suyo trabajando dura e intensamente en sus partidos para darle la vuelta a las estadísticas. Se trata de #Políticas20D, un debate en streaming que se emite el próximo 9 de diciembre a las 16.00 horas  y al que acuden Beatriz Escudero (diputada nacional por Segovia del PP), Carmen Montón (secretaría de igualdad de la Comisión Ejecutiva Federal en el PSOE), Begoña Villacís, (portavoz de Ciudadanos en Madrid) y Carolina Bescansa (fundadora de Podemos y responsable de las secretarías de Análisis Político y Programa). Te esperamos.

Nuria Coronado es periodista, editora en LID Editorial y responsable de Comunicación de Juan Merodio.

Un lugar seguro: la historia de dos matrimonios forzosos

Por Flor de Torres 11745440_501780593319126_8306042186364881214_n

 Hace días que recuerdo el testimonio de Salma Altaf Hussein, una mujer pakistaní que contaba su historia personal de matrimonio forzoso:

 ‘Me casé muy joven. Era solo una niña y no sabía nada acerca del matrimonio.  Yo quería jugar e ir a la escuela pero no tuve la oportunidad. Ahora nosotras hemos aprendido sobre los peligros del matrimonio infantil. Quiero que mis hijos vayan a la escuela y puedan ser alguien antes de casarse.’

Mujeres y niñas de Pakistán comprometidas en la defensa de sus derechos. Imagen de Irina Werning / Oxfam

Mujeres y niñas de Pakistán comprometidas en la defensa de sus derechos. Imagen de Irina Werning / Oxfam

Hoy Salma dirige un espacio Protective Learning and Community Emergency Services (PLACES) donde se brinda a los niños protección, educación y la posibilidades de jugar, bajo el auspicio de Unicef. Un lugar donde pueden ser niños, en un país donde  una de cada 4 niñas contraen matrimonio antes de los 18 años.

Salma es del mismo país de donde nos llegó Aisha: Pakistán. El de Aisha es un nombre figurado que nos permite contar aquí la historia real, ya juzgada y y con sentencia en el Tribunal Supremo, de una joven de origen pakistaní que vivía en una ciudad española. En el año 2005 la familia de Aisha se concertó con la familia de su primo para que ambos contrajeran matrimonio en Pakistán, y desde el año 2007 residen juntos en España.  En la  sentencia se recoge el escalofriante relato que muestra cómo se transita del matrimonio forzoso a la violencia de género y a la detención ilegal. La sentencia presenta entre los hechos probados algunos que muestran la dureza de las acciones del marido de Aisha:

‘Desde su inicio reprochaba a su esposa su forma de vestir, que trabajara fuera de casa, sin que nada de lo que hiciera le pareciera bien, criticándola constantemente.  Ella le pidió el divorcio negándose tanto éste como sus padres y hermanos a que se separaran, manifestándole su marido que tenía que estar a su lado, que no le iba a dar el divorcio y que si se iba de su lado la iba a matar, recibiendo insultos de tipo zorra puta, tanto de su marido como de sus padres hermanos, y cuñada  al enterarse de la decisión de  divorciarse…

Durante el tiempo en el que estaba controlada y vigilada toda la familia cerró las ventanas, y bajó las persianas, controlando en todo momento a Aisha que era acompañada al baño por alguna de las mujeres, y siempre era vigilada por al menos dos miembros de la familia, no dejándola salir de casa, y a todo (sic)  mundo que le llamaba por teléfono le decían que estaba en Pakistán.

Finalmente el día 16 de diciembre de 2010, aprovechando un descuido de su familia, Aisha escribió tres notas de ayuda, lanzándolas por la ventana cayendo una en el balcón de su vecina y las otras dos a la calle. En la nota que cayó en el balcón de la vecina decía «por favor llame a la policía, mi padre me ha pegado y los de mi casa me tienen encerrada por favor ayudarme me van a matar porfa llamar a la policía, ayudarme, ayudarme, llame a la policía rápido, Gracias«.

La policía local de la ciudad española donde vivía liberó a Aisha gracias a esa nota. Hoy sus captores, su propia familia, han sido condenados y cumplen condena. En su historia confluía la imposibilidad de divorciarse con la dura vigilancia, control, maltrato e insultos por parte de su marido y su entorno.  Se  le atribuyó la carga moral de no  avergonzar a la familia. Obligada a dejar su trabajo, fue sometida  por sus padres, hermanos, marido, cuñada y tía por turnos  a vigilancia férrea  e impedida de  salir de casa. Permaneció  vigilada por turnos de dos miembros de su familia, sin dejarle acceder al teléfono fijo ni al ordenador.  Era amenazada de muerte reiteradamente por su padre y su marido que le decían ‘que si salía de casa la mataban, y que de casa no iba a salir viva’.

Ante esta situación, desesperada, Aisha intentó acabar con su propia vida: bebió lejía y  se lesionó con los cristales del espejo del baño en dos breves descuidos de sus familiares. Ambos intentos fueron frustrados por la vigilancia férrea a la que fue sometida. En represalia recibió golpes y no asistencia médica.

El Tribunal Supremo, al resolver y condenar a los autores de estos hechos, nos habla también de Aisha y de los derechos que le fueron mutilados, arrebatados, secuestrados, cercenados por el hecho de ser mujer:

‘Las convicciones culturales y sociológicas de otros pueblos no pueden ser tuteladas por nuestro sistema cuando para su vigencia resulte indispensable un sacrificio de otros valores axiológicamente superiores. El papel secundario y subordinado que algunas sociedades otorgan a la mujer nunca podrá aspirar a convertirse en un valor susceptible de protección. Ni siquiera podrá ser tenido como un principio ponderable ante una hipotética convergencia de intereses enfrentados.

 La libertad de Aisha fue radicalmente cercenada por su familia. Lo fue cuando le impuso un matrimonio que no quería y cuando la encerró en el domicilio paterno para evitar su integración social y neutralizar cualquier intento de desarrollo de su proyecto existencial como mujer’.

La sentencia expresa claramente que el matrimonio forzoso no solo es delito, sino que es un atentado a los derechos de la mujer. Es imprescindible evitar que se produzca y ahorrar a las niñas y mujeres sus terribles consecuencias. Aisha  ya  es libre y mujeres como su compatriota Salma Altaf Hussein luchan porque historias como las de Aisha o la suya propia no vuelvan a ocurrir.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Escisión femenina: ritual y sufrimiento

Raquel Ferrando

Por Raquel Ferrando 

Hace un par de meses volvía en un coche desde Brakna, una de las regiones de Mauritania, hacia Nouakchott, la capital del país. En el vehículo viajábamos tres hombres y yo. Interesada por las costumbres del lugar, me uní a la conversación. Hablaban de cómo la esposa de uno de los hombres aprovechó uno de los viajes de él para llevarse a su hija a ser ‘purificada’. En un inicio, respondió a mis preguntas sobre a cuántas de sus hijas les habían practicado la escisión. Después se dio cuenta de que estaba tomando demasiadas confianzas conmigo y terminó de hablar muy amablemente y entre sonrisas, diciéndome que él no estaba de acuerdo y que le engañaron, y que a sus dos hijas pequeñas ‘aún no se las han llevado y espero que no las lleven’.

Mujeres esperan a una visita gubernamental en el área ginecológica y maternidad de uno de los centros de salud de Brakna (Mauritania)

No se sabe a ciencia cierta cuántas mujeres han sido víctimas de la mutilación genital femenina en Mauritania. Se conoce que el porcentaje es quizá algo más bajo que en otros países cercanos, pero se habla de la mitad de la población femenina en algunas etnias, las más antiguas de África central que poblaban de la región mucho antes de la llegada del Islam. No existen datos oficiales fiables y el anteproyecto de ley que se comenzó a preparar no parece que avance ni de lejos todo lo rápido que debería.

Sin embargo, a diario, los centros de salud atienden a decenas de mujeres que sufren graves problemas en su vida sexual, durante su embarazo y en el parto y pueden llegar a morir, por haber sido ‘purificadas’. Un ritual que pasa de abuelas a nietas y en el que las mujeres de las comunidades toman un papel activo, mientras los hombres actúan como meros observadores.

Hace tiempo que los medios nos cuentan las historias de millones de mujeres que han sufrido la mutilación genital femenina, y que nos identificamos con aquellas que han tenido el coraje de luchar contra esta práctica.  Muchas jóvenes conocen ya las consecuencias de pasar por este ritual. Sin embargo,  la conversación que tuve en el coche me confirmó el peso que siguen teniendo las tradiciones; aunque también hay mujeres que simplemente aun no conocen esas consecuencias. Las campañas se suceden a nivel internacional en radio, televisión, películas, etc. pero los fondos que llegan a países como Mauritania para promover la detección y atención de los casos de mutilación genital femenina en los centros de salud, siguen siendo mínimos. En cualquier caso, si hubiera fondos, las políticas del gobierno harían muy difícil poder actuar, pero, por lo menos, se habría dado ya un primer paso.

Urge que hombres y mujeres dejen de hablar de la mutilación como una costumbre más, para tratarlo como algo que, a pesar de ser cotidiano, se debe erradicar. Para ello se debe partir de la normalidad, de hablarlo sin más, como en el coche. Se debe dar la enhorabuena y apoyar a organizaciones de la sociedad civil que cada día intentar abrir “una nueva ventana” que muestre que sí que existe esta práctica en Mauritania y en otros lugares de África. Por último, se debe incidir en la creación de leyes nacionales, legislación internacional, y bases de datos sobre el tema. Así se conseguirá que las mujeres de Brakna, tanto de la familia de mi compañero de viaje como de muchas otras, hablen de su purificación a las más pequeñas; y que las madres y abuelas compartan su experiencia con los hombres. De este modo, ellos no tendrán ese miedo al “qué dirán” respecto a la opinión internacional y a ser partícipes del cambio que les lleva a adoptar la postura fácil de taparse los ojos. Muchas mujeres se pueden librar de la mutilación femenina, si esta se deja de esconder.

Raquel Ferrando trabaja en cooperación internacional desde 2003 con la convicción de que no se pueden cambiar las cosas sin mirar desde otro enfoque, el de la igualdad de género.

Lo que hacen las mujeres para que haya paz en el mundo

Por Winnie Byanyima Winnie_Byanyima

Como antigua parlamentaria ugandesa, he estado siempre interesada en el rol que juegan las mujeres como impulsoras del progreso, tanto femenino como masculino, no solo en mí país, sino en todo el mundo.

En este momento las mujeres ocupan el 34% de los asientos del parlamento ugandés, gracias, en buena medida, a las cuotas establecidas por la Constitución. La batalla por la igualdad está lejos de haber acabado para las mujeres ugandesas, pero, por lo menos, cuentan con representantes que pueden dar voz a sus preocupaciones durante el proceso de toma de decisiones.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Asegurarse de que estas reflejan las necesidades y puntos de vista de la mayoría nunca es más importante que cuando el tema tratado es la paz y la seguridad. Sin embargo, el avance que ha supuesto que un número record de mujeres entren en política en países como Uganda, Ruanda o Afganistán no ha tenido su paralelismo en la representación femenina en los procesos de paz y en las instituciones internacionales de seguridad.

Yo misma formé parte del proceso de paz de Uganda en los 80 y fui una de las firmantes del Acuerdo de Paz de 1985. Sin embargo, tal y como explica un reciente informe de Oxfam ‘Mujeres, paz y seguridad: Cumplir la promesa’, se trató de una rara excepción.

Entre 1992 y 2011, menos del 4% de las firmas en los tratados de paz  fueron de mujeres. Del mismo modo, las mujeres representaron menos del 4% de los participantes y  del 10% de los negociadores en las conversaciones de paz. Por otro lado, en las misiones de mantenimiento de la paz y en los sistemas de seguridad nacional en áreas de conflicto, las mujeres también estuvieron infrarrepresentadas.

Esta exclusión de las mujeres tiene poco sentido. Los conflictos amenazan a todos, pero implican  riesgos específicos sobre mujeres y niñas, como la violencia sexual, el tráfico de personas y un mayor aumento de las desigualdades de género. Los intentos para acabar con estos problemas están destinados a fracasar si la perspectiva y las contribuciones de las mujeres no están apropiadamente integradas en los esfuerzos de prevención y recuperación de conflictos.

Reconociendo el problema, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó hace 15 años la histórica resolución SCR1325 para defender los derechos de las mujeres en los conflictos y su papel en los procesos de paz y seguridad. Desde entonces seis resoluciones más del Consejo de Seguridad han ayudado a establecer una política-marco sobre este tema. Así, casi 50 países han desarrollados Planes de Acción Nacionales para implementar la resolución de la ONU y varios de ellos han actuado como importantes e influyentes promotores de estas políticas.

Sin embargo, y como muestra la casi total ausencia de mujeres en las conversaciones de paz, se han hecho pocos avances reales. Es necesario fomentar la participación de las mujeres en este tipo de procesos, así como prestar más atención a la prevención de conflictos. Muchos de estos enfrentamientos han sido señalados por la presencia de violencia basada en el género, a menudo facilitada por un tráfico descontrolado de armas pequeñas y por una cultura de la impunidad.

La financiación para este tipo de políticas promovidas por la ONU ha crecido, pero sigue siendo demasiado baja como para lograr sus objetivos. Las organizaciones locales por los derechos de las mujeres, que se encuentran en primera línea de los esfuerzos para la prevención y recuperación de conflictos, tienen problemas de financiación. Igualmente mucho de los Planes de Acción Nacionales carecen de un presupuesto importante, o incluso de cualquier tipo de recursos.

El mes que viene se celebrará el 15 aniversario del UNSCR 1325 y estos temas deben tratarse. El próximo 13 de octubre, la ONU realizará un examen al más alto nivel para analizar los avances de estas políticas y los retos a los que ha habido que enfrentarse en los últimos 15 años. También se fijaran nuevos objetivos. Constituye una oportunidad única para tratar estos temas con ambición. Para prepararse para la reunión docenas de ministros y altos funcionarios discutieron propuestas en una conferencia el pasado día 30 en Nueva York, donde fui invitada a hablar.

Dije que no hay tiempo que perder. El número de conflictos no ha hecho más que aumentar en la última década, lo que ha llevado a un número record de personas desplazadas tratando de encontrar refugio en Europa, partes de Asia y otros lugares. Esto supone un reto para los gobiernos y las comunidades de todo el mundo. Nunca había habido una mejor oportunidad para garantizar que las mujeres puedan contribuir de manera eficiente a los esfuerzos de paz y seguridad de un mundo afligido.

Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional

El novio de mi hija

Por Flor de Torres Flor de Torres julio 2015

El Instituto Andaluz de la mujer ha publicado la Guía de  madres y  padres para hijas que sufren violencia de genero con el elocuente título: ‘El novio de mi hija la maltrata. ¿Qué podemos hacer?‘.

Y es que los padres y madres  no poseemos herramientas de afrontamiento psicológico ante el problema de normes magnitudes ejercido a nuestras hijas. La violencia de género proyectada a las menores de edad  puede producir efectos devastadores en su  integridad física y  mucho más aun  en su futura integridad moral. En esta guía  se nos aportan instrumentos de detección, afrontamiento y, cómo no, de actuación. Se integran los primeros auxilios psicológicos que podemos ofrecer a nuestras menores.  Y se plasman en primera persona testimonios reales de cómo se manifiesta esta realidad, como la de esta menor que nos la relata en primera persona:

‘Me estuvo insistiendo durante un montón de tiempo, decía que había cambiado, que se había dado cuenta de que sin mí no podía vivir, incluso sus amigos me lo decían, que estaba muy cambiado, así que le di otra oportunidad. A los pocos días empezó a presionarme preguntándome con cuantos chicos había estado mientras no estuvimos juntos, y a decirme que mis primas no lo miraban bien, que no le daban otra oportunidad, ni mis padres tampoco. Me gastaba bromitas con la ropa que me había comprado, diciéndome que ya no me hacía falta porque ya no iba a tener que ligar. Al final todo era lo mismo otra vez. Había hecho como que había cambiado sólo para que volviera con él, pero en cuanto me tuvo segura…’.

Foto de RyanMcGuire

Foto de RyanMcGuire

Un testimonio que en nada se diferencia de los testimonios de mujeres que en su mayoría de edad sufren  la misma  situación.  Pero ¿Cómo podemos evitar que conductas que realizan maltratadores se reproduzcan en las menores de edad?

Desgraciadamente los datos estadísticos del informe Detecta también del Gobierno Andaluz a través del Instituto Andaluz de la Mujer nos aportan  poca esperanza sobre  de la realidad de nuestra juventud.

En el informe Detecta se concluye que:

  • Uno de cada cuatro adolescentes andaluces cree que la mujer debe estar ‘en su casa con su familia.’
  • El 10% de los jóvenes andaluces cree que es el hombre el que debe tomar las decisiones importantes en la pareja.
  • Más del 20% cree que la mujer es más débil que los hombres.
  • El 50% de los jóvenes piensa que la mujer aguanta la violencia de género.

Con estas conclusiones el  problema puede estar en nuestras madres,  las madres o  a las esposas  de nuestros amigos, en nuestras amigas. Pero también en  sus hijas o las nuestras. Algo más difícilmente detectable en la juventud por la fugacidad e inmediatez de las relaciones sociales de nuestros menores basadas y apoyadas en instrumentos  que fomentan y apoyan el control entre ellos como  whatsapp, Twitter,  Facebook, Tuenti, Instagram. Medios telemáticos que a veces se nos escapan  a los padres en todas sus dimensiones por ser una  forma de relación social invisible a nuestros ojos. Y se esconden en ellas las falsas pruebas de amor  de la entrega de claves  y contraseñas de sus cuentas  a sus parejas también menores que multiplican, fomentan y dan carta de naturaleza al control.

No sigamos buscando causas. No justifiquemos conductas. No validemos la violencia de género con conceptos tan vagos y sin conexión a las agresiones como: Celos, alcohol, drogas, trastornos de personalidad, irritabilidad, pensamientos impulsivos, falta de control,  propiedad, emancipación, separación, autonomía de la mujer. No hay ni una sola palabra, ni un solo concepto, ni siquiera un pensamiento que pueda adornar o aminorar la vergüenza que la sociedad siente por la violencia ejercida a la mujer y a las menores.  Y es que está impregnada en formas de relación y control que son las aprendidas y perpetuadas.

Pero eso no legitima su continuidad pues no estamos condenados  a sentir la vergüenza social  del maltrato. Es nuestro debito a nuestras hijas el  seguir  luchando contra los actos que demuestran la violencia de género ejercida sobre ellas. Más aún si se manifiesta a  tan temprana edad. Por ello:

  • Interioricemos el problema, detectémoslo y cuanto antes denunciémoslo.
  • Invirtamos en las generaciones que nos siguen: En las chicas jóvenes como apuesta segura  para que  también lo detecten.
  • Eduquémosles en Igualdad.
  • Desterremos los falsos mitos del amor romántico basado en la sumisión y la desigualdad que tanto daño les hace y que es  la semilla de la violencia de género.
  • Destruyamos la violencia que pasa de padres a hijos eliminando su  germen.
  • Rompamos en mil pedazos los roles de chicos y chicas basados en patrones patriarcales.

Pensemos en que las  menores no serán víctimas de la violencia de género en un futuro si se ha ganado definitivamente la igualdad frente al presente  orden patriarcal. Un ‘orden’ que deriva en violencia a la mujer cuando se impone como rol aprendido y transmitido. Como el único posible. Basado en  relaciones de control personal, mental y tecnológico hacia  nuestras menores como única forma de relación posible.

Y frente a ello apostemos por la educación en valores de igualdad. Esta apuesta sí que es segura, pues ganará definitivamente la batalla contra la violencia de género y el status quo del denostado sistema patriarcal.  Vamos a ello con nuestros hijos e hijas. Sin espera. Es  la herencia que tenemos que dejarles: Un mundo en igualdad y sin violencia de género. Unas relaciones de pareja donde no exista nunca más la posibilidad que el novio de nuestra hija la maltrate. 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Amar no es para siempre

Por Charo Mármol Charo Mármol

Lo confieso: llevo diez años viendo día tras día una serie de televisión. Empezó en la televisión pública y se llamaba “Amar en tiempos revueltos”. Hace unos años pasó a la televisión privada y ahora en Antena3 se llama “Amar es para siempre”. Nunca antes había estado enganchada a una serie, pero esta desde el principio me pareció algo distinto a lo que hasta entonces había visto que se emitía. Se desarrollaba en el tiempo de la postguerra en España. Me pareció todo un acierto que en ese horario de la tarde se emitiese una telenovela de este tipo. Era una serie cargada de ideología y muy divulgativa.

Escena de los personajes de Juan y Clara, en la teleserie 'Amar es para siempre'. Imagen Antena3.

Escena de los personajes de Juan y Clara, en la teleserie ‘Amar es para siempre’. Imagen Antena3.

A lo largo de estos diez años han ido tocando temas que muchas personas de mi edad ya hemos vivido: el despotismo de la clase dominante con la clase trabajadora; las injusticias de los vencedores de la guerra con los que la habían perdido. Tocaron el tema de “los topos”, aquellas personas que habían vivido años ocultos en zulus de sus casas por miedo a las represalias de los vencedores; hablaron del hambre y el estraperlo vividos en España después de la guerra; la homosexualidad y el lesbianismo ha sido un tema que varias veces han llevado a la pantalla vividos en distintas circunstancias pero siempre con un dominador común: estaba brutalmente castigado por la ley y unas veces acababan en la cárcel y otras se tenían que ir de España, pero siempre habían de vivir sus amores a escondidas y con temor.

La especial situación de la mujer en aquellos años, es una línea transversal que se deja ver a lo largo de todos los capítulos. La mujer hasta los 23 años tenía que depender del padre y después era el marido quien mandaba y a quien había de obedecer. Abrir una cuenta en el banco o viajar libremente por España era algo que no estaba al alcance de la mujer de aquellos años y si alguna se atrevía a hacerlo, la ley estaba al acecho para meterla nuevamente en vereda.

Últimamente han tocado el tema de la violencia machista. Juan, un hombre encantador se enamora y encandila a Clara.  Se casan, pero Juan la quiere mucho, pero la quiere solo para él. Los celos le llevan a ver cosas donde no las hay. Comienzan las palizas que terminaran llevando a Clara al hospital en un estado grave. Durante todo este tiempo Clara sufre los celos, los golpes, los insultos en silencio, cada vez más aislada de su familia y sus amigos. Es ella quien lo hace mal, piensa, porque Juan la quiere y la quiere mucho. Cuando al final se decide a contarlo y presentar una denuncia, esta no tiene ninguna incidencia en la vida de Juan. Es arrestado unos días y puesto en libertad. Clara es su mujer, que entonces venía a ser algo así como su posesión, le ha dado motivos para pegarla y ante la ley ella está obligada a vivir en la casa con su maltratador. En la serie finalmente Juan será ejecutado pero no por las palizas que ha proporcionado a Clara sino porque ha matado a un policía.

El estraperlo, los topos, el hambre, la persecución a los gays y lesbianas son ya historia. Hoy vivimos en democracia y convivimos personas de distintas ideologías sin que ello sea motivo de persecución o encarcelamiento. Gracias a Dios. Hoy son historias que a muchos de nuestros jóvenes les cuesta creer.  Sin embargo, desgraciadamente, el tema de los malos tratos no sólo no se ha eliminado sino que es una lacra que va en aumento.

Este verano desde junio hasta el 19 de agosto 16 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. 34 han encontrado la muerte en lo que va de año. Los hijos siempre son víctimas de los malos tratos que se ejerce a sus madres, pero últimamente han pasado también ellos a formar parte de la lista de víctimas mortales a manos de verdugos, normalmente sus padres. 44 niños han sido asesinados en la última década. Sonia Vaccaro psicóloga clínica especializada en Victimología, en unas declaraciones recientes al diario el mundo afirmaba: “Es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer. Es a la mujer a la que se quiere dañar y se hace a través de terceros, por persona interpuesta. El machismo sabe que matar a los hijos es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás. Es el daño absoluto».

Cuando veía y escuchaba a Clara en la serie, pensaba en las mujeres a las que he entrevistado en la Fundación Luz Casanova y era como repetir sus propias historias. Ellas han podido huir de su maltratador y de una posible muerte. Con la denuncia acaba un calvario de dolor pero empieza una nueva etapa en la que es muy importante que estas mujeres se encuentren acompañadas y arropadas. Para ellas empieza un camino nuevo pero a veces también duro. Muchas no son capaces de continuar y terminan volviendo a la cárcel que es su hogar y con su maltratador. Muchas terminan perdiendo la vida.

El próximo 7 de noviembre está convocada la primera Marcha Estatal contra la Violencia Machista, que tendrá su punto de encuentro final en Madrid. Se pretende visibilizar la repulsa de la sociedad ante esta lacra y se quiere exigir compromisos serios y definitivos de las fuerzas políticas que tengan carácter de Pacto de Estado. Las convocantes afirman que “…el terrorismo machista es una cuestión de estado, y para combatirlo hay que realizar un pacto de estado…”.

Sería deseable que ese día fuéramos cientos de miles de personas, mujeres y hombres, los que uniéramos nuestra voz para acabar con la violencia que se ejerce contra las mujeres. No importa sexo, clase social, ideología política o religión… todas las voces deberían confluir en un solo grito: NO MAS VIOLENCIA MACHISTA porque para muchas mujeres Amar no es para siempre

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

 

Y Silvia cogió su mochila

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Silvia (no es su nombre real) tenía menos de cuarenta años cuando la conocí. Me contó que años atrás había escapado en un camión junto a su hermana huyendo de la violencia de su país. Salió una madrugada con una mochila pequeña, después de haber pagado una cantidad desorbitada para intentarlo. Fue afortunada y logró primero seguir con vida y más tarde trabajar cuidando a una señora mayor. Pero la incertidumbre, la ansiedad, la pérdida de referencias, la soledad y el miedo del camino habían transformado y dejado una profunda huella en su personalidad.

Zakia Abdullah, una mujer siria, sobre los escombros de su vivienda tras la explosión de un misil en Alepo. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Zakia Abdullah, una mujer siria, sobre los escombros de su vivienda tras la explosión de un misil en Alepo. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Hace cinco días leí la noticia de los 71 refugiados muertos en un camión frigorífico. Hace tres días, que al menos 37 habían fallecido al hundirse su embarcación frente a las costas libias. Hace dos días, que cuatro refugiados murieron y más de mil fueron rescatados en aguas del Mediterráneo intentando llegar a Italia. Ayer, que al menos doce refugiados sirios, de los que cinco eran niños, murieron ahogados de madrugada al intentar alcanzar la isla griega de Kos en dos barcas…

Las noticias nos sacuden diariamente, aunque posiblemente la realidad es infinitamente más dramática. No soy una experta del tema y mi conocimiento sobre refugiados es escaso. Por circunstancias laborales, en determinados momentos de mi vida he acompañado a algunas de esas personas y familias que tuvieron que dejar sus países por amenazas, guerras, violencia extrema, inseguridad, y desesperanza. No podía evitar quedarme abrumada ante todos los pasos que tuvieron que dar para poder disponer de un horizonte vital.

Ahora en Europa estamos siendo espectadores de la desesperanza, de la necesidad de escapar de un sitio donde no hay futuro, del sacrificio, de las masas movilizadas para huir de la muerte. Países desbordados reforzando sus límites y construyendo muros para que no entren, discursos sobre fronteras y derechos, y mientras las personas mueren, se hacinan y buscan la forma de entrar, cueste lo que cueste. Esas mujeres, hombres y niños llevan sobre sus espaldas una mochila donde posiblemente hay muchas experiencias traumáticas y de dolor tanto en su país de origen como en el hecho de escapar.

Por supuesto que el problema es difícil y en absoluto tengo la respuesta, pero según la Organización Internacional para las Migraciones alrededor de 3.600 personas han muerto intentando llegar a Italia, Grecia y España por mar durante los últimos doce meses. Estamos hablando de casi 100 personas que fallecen al día simplemente por el hecho de querer sobrevivir y escapar de un lugar donde la vida no vale nada. ¿Quién se beneficia con este tráfico de personas?, ¿Acaso no escaparíamos de un lugar hostil si pudiésemos pagarlo? ¿Escapar, huir, buscar un futuro?

Me surge entonces una pregunta ¿La vida de un refugiado cuánto valor tiene?, ¿La de Silva cuando huía mochila al hombro sin saber qué iba a ser de ella?  ¿La de ese niño ahogado en la orilla de la playa que llenaba las portadas y las redes sociales? ¿Nada?

Bueno sí que parece valer para aquellos que se lucran del tráfico de personas, aquellos que les cobran por ejemplo en Libia entre 900 y 1.200 euros para una plaza en una lancha neumática que los lleve a una de las cercanas islas griegas.

Por supuesto que el problema está en los países de origen donde han ido proliferando regímenes totalitarios o donde se han ido gestando guerras civiles. Está claro que si uno se siente bien y seguro en su casa, no expone su vida para irse a otro sitio, eso es de lógica. Estas personas no son aventureros, son supervivientes y luchadores que se ven forzados a desplazarse. ¿Las diferentes religiones qué tienen que decir sobre todo esto? Y para quien no sea religioso, ¿la ética, la moral, los derechos humanos, la humanidad, la política que puede añadir? No hay decisiones fáciles, pero sí humanitarias.

Viendo la imagen del niño varado en la playa de Turquía me preguntaba por la impotencia de esas madres, padres que tienen que exponer a sus hijos a un viaje donde el final es incierto y frecuentemente dramático, sólo por el hecho de que la mera casualidad nos ha hecho nacer y vivir en lugar geográfico distinto. ¡Qué dolor ver a tu hijo morir así!

Los campos de refugiados está claro que no son la solución, ya que es perder en vida a personas con capacidades y recursos, pero pueden ser alternativas temporales en un momento dado. También en esta situación mujeres y hombres tendremos que salir de nuestro círculo de confort y comodidad para que las soluciones no sean meramente políticas, sino también ciudadanas en las que podamos participar de alguna manera.

Las secuelas psicológicas de la guerra, de la violencia, del escapar, de la masificación, de las muertes ¿Quién las trata?, ¿Quién acompaña? Son heridas que el tiempo no las cicatriza y que afectan en el terreno personal, familiar y social ¿Quién mira a los ojos de estas refugiadas y refugiados?

Varias organizaciones en nuestro país, como CEAR o el SJR reclaman y llaman la atención sobre la situación. No sólo es el momento de ver: escuchemos sus propuestas para evitar tanto dolor y tanto sufrimiento.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Los cromos que nos faltan

Por Beatriz PBea Pozoozo 

Hace unos días me llegó al correo una petición de Change.org. Pedía a Panini que en sus próximos álbumes de La Liga incluyera cromos de jugadoras de futbol. La iniciativa, en un principio, puede parecer un poco frívola: al fin y al cabo, solo son unos cromos. Además, como alguien me dijo, los niños lo que quieren son imágenes de sus ídolos, de Cristiano, de Messi… Y a estas chicas no las conocen de nada. No obstante, ¿cómo se va a conocer a las futbolistas si no se apuesta por conocerlas? ¿Si no se hacen cromos de ellas? ¿Si no se retrasmiten sus partidos?

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog 'Hay una lesbiiana en mi sopa'

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog ‘Hay una lesbiiana en mi sopa’

Cuando yo era pequeña, hacía colecciones de este tipo de cromos. Como ahora, todas las fotos eran de chicos. De la misma forma, nunca vi en la tele un partido de futbol femenino. Así, mis ídolos, eran todos futbolistas masculinos. No conocía a ninguna mujer futbolista. A mí eso no me desanimó. Con 6 años empecé a jugar de portera en una liga mixta, porque quería ser como Casillas. La cuestión es que, aunque no lo sabía, no podía. Sí que podía ser como la portera de la selección femenina, pero no la conocía.

Todos estos asuntos, los cromos o las retrasmisiones de los partidos, se refieren a un mismo problema: Apostar por el futbol femenino. No se puede decir que no gusta o que la gente no está interesada en ello, si no se les ha dado una oportunidad de disfrutarlo. Es lo mismo que pasa con muchos deportes considerados minoritarios. La particularidad de este caso es que no estamos hablando de un deporte minoritario. El futbol, en España, es el deporte mayoritario por excelencia. A la gente le encanta, lo que hace más absurdo que no se le dé esa oportunidad al femenino.

El problema, por tanto, no es el deporte. La raíz de todo esto, probablemente, está en lo mismo que hace que a un niño se le regale un balón de futbol y a una niña una muñeca. El deporte, en general, es percibido como una cosa de chicos y el futbol, el deporte por excelencia, más aún. El físico suele ser la excusa. Un hombre corre más rápido, salta más alto y le da a la pelota más fuerte. No obstante, lo mismo pasa en el tenis, en la natación o en el atletismo y, sin embargo, sus versiones femeninas sí que se ven y se retrasmiten. Además, que haya una diferencia física, no quiere decir que las chicas tengan menos nivel técnico o táctico y, desde luego, no creo que un equipo de primera división femenina dé menos espectáculo que uno de segunda B masculino, algunos de cuyos partidos sí que se televisan.

En cualquier caso, antes de sacar ninguna conclusión precipitada y dar por hecho que a la gente no le gusta, sería necesario darle visibilidad al futbol y a cualquier otro deporte femenino en su misma situación. Una iniciativa como la de los cromos es un pequeño paso en ese sentido, como lo fue otra petición muy similar, que pedía que en el próximo videojuego FIFA se incluyeran partidos y equipos de futbol femenino. Tuvo éxito y el próximo FIFA 16 contará con las selecciones femeninas de futbol. Aquí podéis ver un tráiler, con la selección española femenina.

Muchas veces para facilitar que se practique más un deporte basta con encontrar un buen referente. Alguien a quien se pueda admirar y que sirva como inspiración. Los niños tienen muchos referentes a la hora de jugar el futbol. Las niñas deberían tenerlos. No tratar de ser como Messi, sino como Vero Boquete.  Iniciativas como estas ayudan a ello y a que tanto niños y niñas se acostumbren a ver a jugadoras de futbol y así, poco a poco cambiar esa idea del deporte, y dentro de él el futbol, como algo masculino.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

¿Por qué borrar lo que somos?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace unos meses estalló una polémica tras filtrarse unas fotos sin photoshop de la conocida modelo Cindy Crawford. En ella aparecía la top model con una tripa flácida y con estrías;  como la que puede tener cualquier mujer de su edad, y más habiendo sido madre en dos ocasiones. Lo más triste de lo ocurrido es que posteriormente se trató de tapar mostrando fotos donde la modelo lucía un vientre plano y liso; como si el tener estrías o tener la tripa blanda fuese algo negativo o descalificador.

Imágenes de la cuenta de Cindy Crawford en Instagram

Imágenes de la cuenta de Cindy Crawford en Instagram

Para mí lo realmente alarmante es perpetuar modelos de mujeres irreales, que tratan de cambiar su físico a toda costa con tal de parecer más guapas, delgadas y sobre todo más jóvenes. Nos exigimos unos cánones irreales, rígidos y devaluadores que nos acaban quitando y borrando lo que somos y esto lo absorbemos en la televisión, en los medios y en la publicidad a diario, sin juzgarlo, examinarlo críticamente o exigir algo diferente.

De hecho el otro día estaba con unos amigos viendo una película estadounidense  y casi no reconocía a muchas de las actrices que en ella aparecían por sus retoques de cirugía y demás. Habían perdido su identidad, su carácter; es como si hubiesen dejado de ser ellas. Todas eran mujeres guapas en el pasado que tratando de parecer más jóvenes habían sido sometidos entre otros retoques a la secta del pato Donald; aquella que reconstruye rostros haciendo que la expresión de la zona de la boca y labios parezca la del famoso personaje de Disney, perdiendo toda autenticidad, realismo, belleza e individualidad.

Esta idealización descabellada y totalitaria del cuerpo y el rostro joven, liso, delgado, uniforme, es como señalaba anteriormente absurda. Sobre todo por el sometimiento que implica a un modelo poco real, principalmente de la mujer, y donde realmente acabamos siendo sometidas a ser otros meros artículos más, que a su vez acaban consumiendo productos para evitar tener arrugas, celulitis, estrías, color de piel determinado, etc.

En la consulta hace algo menos de un mes unos padres me hablaban entre otras cosas de lo preocupados que están porque su hija de nueve años tiene un ligero sobrepeso. A mí lo que me resultaba más alarmante es que en el campamento donde estaba se había convertido en ‘la gorda‘; ese insulto se había convertido en su seña de identidad. Ni que decir cuántas mujeres en psicoterapia han manifestado su frustración y rechazo hacia su cuerpo o su rostro.

Sobre esto hay un documental que realizó la activista italiana Lorella Zanardo en 2009 que habla sobre esa imagen de la mujer en la televisión italiana, que no difiere mucho de lo que pasa en otros países, entre ellos España. Titulado “El cuerpo de las mujeres” hace un recorrido de diferentes programas televisivos donde la mujer llega a ser un objeto de entretenimiento más; despersonalizada, humillada de forma más o menos sutil, y desprovista de personalidad e identidad. Meras muñecas de entretenimiento. Lo ponemos a continuación; no tiene desperdicio.

Parece que todas tenemos que cumplir con unos cánones de belleza que no permiten la singularidad, el carácter, el paso del tiempo, la historia pasada con sus alegrías, sus enfados y sus tristezas. Se nos vende un modelo de uniformidad y homogeneidad irreal y degradante que esconde todo lo que somos detrás de la cirugía; personas con una historia rica para ser apreciada y valorada por lo que somos y hemos vivido, no por lo que parecemos.

En todo esto no podemos obviar que no es la mirada de los hombres la que nos persigue, sino la de las propias mujeres, las más críticas y fulminantes que apoyan esa obligación a seguir respondiendo rígidamente a esos cánones. No nos rebelamos porque lo tenemos asumido. Hemos entrado en el juego incorporando también a nuevas generaciones de mujeres para que lo sigan haciendo.

Modelos de mujer artificiales sometidas a unos patrones que nos alejan de lo que somos y de lo que deberíamos querer ser, simplemente mujeres.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.