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Del abuso al cuidado. El cambio del sistema

 

Las últimas semanas pasadas del año recibimos diferentes llamadas para actuar urgentemente ante situaciones de injusticia y vulneración de derechos. Con motivo de la cumbre internacional del clima, la llamada COP 25, nos han alertado sobre la emergencia climática y sus consecuencias. A la vez, todavía resuenan en nuestros oídos las acciones en torno al 25N contra la violencia de género. Las dos causas han compartido tiempo en los medios, en las redes sociales y en las calles. Los movimientos ecologistas y feministas han elevado sus voces y nos han pedido actuar y declararnos en estado de emergencia: la situación es insostenible y no podemos esperar más.

Como ciudadanía activa y ante las múltiples demandas, en ocasiones elegimos “nuestra batalla”, la que más nos conmueve, aquella con la que empatizamos por uno u por otro motivo. Pueden ser muchas, pero no hay más que profundizar en la causa de los problemas para darnos cuenta que todas tienen mucha más conexión de lo que podría parecer. Sí, también la emergencia climática y las violencias machistas.

Millecent Fawcett, feminista, intelectual y sufragista, pedía corage para el cambio. Crédito: Pxfuel.

¿Qué estamos haciendo mal? Nos encontramos ante un sistema fallido, un sistema que ha puesto la mirada solo en el beneficio de unas pocas personas, al que poco le ha importado el impacto que el supuesto progreso ha tenido en la mayor parte de la población.  Un sistema que ha menospreciado el cuidado de la vida en pro del crecimiento ilimitado. De personas ricas y pobres, de ganadores y vencidos. Un mundo que excluye.

Y esto es lo que necesitamos cambiar. Convencernos que los parámetros que guían las grandes decisiones tienen que poner a las personas en el centro. Personas dueñas de sus propias vidas, sin subordinación ni dominación de ninguna clase. Un mundo de nuevas relaciones, que no están marcadas por la competición y que ponen en valor las tareas hasta ahora desprestigiadas del cuidado. Nueva distribución del poder y nuevos valores como la empatía, la escucha y la interdependencia. 

Y si hablas de relaciones sin dominio, no puedes permitir que las mujeres, que son más de la mitad de la población, no tengan los mismos derechos que los hombres y una vida libre de violencias. 

Y si hablas de personas en el centro, no puedes permitir que millones de ellas tengan que salir de sus hogares por el aumento de las temperaturas globales y la creciente frecuencia de los desastres climáticos.

Pero tampoco puedes permitir que se estén vendiendo armas que perpetúan conflictos, que los beneficios de las empresas no reviertan en causas sociales o que el acceso a la salud y al agua no sea un derecho asegurado. 

Es el sistema y las relaciones que se producen entre las diferentes partes lo que tiene que cambiar y esto se hace evidente cuando vas a la causa, al origen de cada una de las situaciones o problemas que afrontamos a nuestro alrededor y que están perpetuando la pobreza y la desigualdad. Necesitamos pasar del uso y abuso, al cuidado.

Eso sí, una vez que tienes este marco global y asumes con valentía que los cambios son mucho más profundos de lo que parece, bienvenidas las causas que nos ayudan a concretar soluciones y a dar pasos para que las cosas se muevan. Por algún sitio hay que empezar. Estas semanas, los movimientos ecologistas y feministas nos han invitado a hacerlo. Yo pido que lo sigamos haciendo cada día de este recién estrenado 2020. 

Pilar Orenes es Directora General Interina de Oxfam Intermón

56 personas que nos faltan

Por Flor de Torres Porras

Nos faltan 48 Mujeres y 8 menores que en 2017 han sido víctimas directas de la violencia de género. Pienso en cifras y personas. Me imagino qué ocurrirá en los días que pasan entre el momento en que genero estas reflexiones y su publicación. Ignoro si cuando lo lean se habrán sumado más mujeres al contador de las víctimas de la desigualdad. A ese recuento doloroso de las víctimas mortales y de sus hijos. Qué historias y qué vidas encerrarán esas nuevas cifras. Y qué inmensa tragedia social que nunca tengamos al día los números mortales de la violencia de genero.

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La bolsita de té

Por Charo Mármol

‘Una mujer es como una bolsita de té. Nunca sabes lo fuerte que es hasta que se encuentra en agua caliente’

Eleanor Roosevelt

Hace unos días participé en Segovia en el VII Encuentro Mujeres que transforman el Mundo, y  tuve la suerte de conocer y escuchar a dos excelentes  mujeres, sencillas mujeres, en principio como cualquiera de nosotras, hasta que un día las pusieron en agua hirviendo y dieron todo el sabor que llevaban en su bolsita de té.

La periodista Pilar Requena y la Premio Nobel de la Paz 2011, Leymah Gbowee en el VII Encuentro de Mujeres que Transforman el Mundo. Imagen: Charo Mármol

Una de ellas, Leymah Gbowee  era una joven de 26 años embarazada, con tres hijos y un marido que la golpeaba. Entonces se encontraba en  un campo de refugiados de Ghana donde había llegado huyendo de la guerra que asolaba a su país, Liberia.  Aguantó los malos tratos hasta que un día su marido la golpeó en público. Sin pensarlo más cogió a sus tres hijos y, embarazada como estaba, regreso a su país haciendo autostop. Pasó por un momento de angustia y depresión sin saber muy bien qué iba a ser de su vida. Hasta que su madre le dijo: ‘tienes que luchar por tus sueños, hacer lo que quieras hacer’. Y decidió cambiar de vida sin imaginar que cambiaría la vida de los demás.

Comenzó a estudiar y formarse. Empezó a trabajar en Sierra Leona con mujeres que habían sido violadas y con niños soldados, a los que en sus comienzos odiaba por lo que habían hecho y con los días y el trabajo trasladó ese odio a los que habían hecho las guerras.

Regresó a Liberia y empezó a trabajar con mujeres, al principio sólo 7. Se dieron cuenta que no podían acabar con la guerra si antes no sanaban ellas el trauma que acarreaban debido a la guerra, las violaciones y el maltrato. . En 2002 congregó a mujeres musulmanas y cristianas para rezar por la paz y realizar protestas pacificas entre las que destacó la huelga de sexo dirigida a forzar a los hombres a deponer las armas, pero sobre todo a llamar la atención de los medios de comunicación y lo cierto es que lo lograron. El número de mujeres fue creciendo y vestidas con sus camisetas blancas se convirtieron en una fuerza política contra la violencia que terminó con la guerra civil que mataba a miles de personas en aquel país africano.

En 2011, junto a Ellen Johnson, Presidenta de Liberia y Tawakkul Karman recibió un merecido Premio Nobel de la Paz. Hoy es presidenta de la Fundación creada por ella para dar educación y liderazgo  a las niñas de su país  y viaja por el mundo con un mensaje de esperanza: hay que luchar por los sueños y si lo hacemos juntas lo podremos lograr

Por la tarde escuchamos a  la australiana Melinda McRostie, quien desde los 7 años vivía con su madre en la isla de Lesbos. Allí en esa preciosa isla regentaba, y aún regenta, un restaurante The Captain’s Table, que hacía las delicias de los miles de turista que llegaban a Lesbos.  Melinda en 2010 vio cómo cambiaba el rostro de las personas que llegaban a su isla: ya no eran los turistas adinerados que viajaban  a disfrutar del sol y de los placeres de las islas griegas, ahora empezaron a llegar miles de personas refugiadas huyendo de la guerra, de la violencia, del hambre y muchas veces de la muerte y no se lo pensó: empezó a darles comida y bebida, a proporcionarles alojamiento hasta que las 100 personas que llegaban a la semana se convirtieron en 1000 al día desbordando toda su capacidad de ayuda. Decidió movilizar y coordinar a un grupo de voluntarios. Pronto fueron más de 1500 personas y creo la Starfish Foundation para alimentar, vestir y proporcionar asistencia médica a más de 200.000 refugiados.

Involucró a sus hijos, a su marido… sin ellos no sería posible su dedicación plena a esta tarea, no siempre comprendida por lo vecinos que en su gran mayoría viven del turismo y que hoy se enfrentan  a la reconstrucción de su economía turística.

Estas son sólo dos historias de otras muchas que escuchamos a lo largo del encuentro, llevadas de la mano de excelentes mujeres profesionales del periodismo como Alicia G. Montano, Rosa Mª Calaf o Marta Gómez entre otras. Un encuentro para visibilizar a aquellas mujeres que sin pensarlo ni buscarlo se vieron de lleno en un recipiente de agua hirviendo e igual que las bolsitas de té, dieron lo mejor de sí mismas.

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

Sobrevivir

Por Flor de Torres

Decir ‘violencia de género’ es hablar de tragedias personales y a la vez familiares. Es hablar de una tragedia que arrastra  víctimas de todos tipos: un dolor que va mucho mas  allá de un asesinato. Tragedias  que se multiplican entre familiares y que se arrastrarán de por vida y en generaciones posteriores.

Dolor en la familia. Imagen de TrasTando.

Dolor en la familia. Imagen de TrasTando.

Siempre me preocupa mucho pensar cómo se puede sobrevivir siendo madre  de una  victima de violencia de género. O siendo el  hijo de una mujer asesinada por tu padre.  Para darme una respuesta está a mi lado Luva Petrova, madre de Irina y abuela de Sergio, asesinados  por la violencia de género de su pareja y padre respectivamente. Sergio apenas tenia 8 meses y estaba siendo amamantado por Irina, su madre, en su casa de Málaga. Hablo mucho con Pilar Gallardo, que intenta sobrevivir  sin su hija Leonor asesinada por su padre en el régimen de visitas en Campillos (Málaga): una víctima de la violencia de genero cuando apenas había cumplido 7 años. Siento la tragedia de la familia de Ana Padilla: cuando Ana fue asesinada por su pareja, toda la familia -su madre, sus hermanas y sus dos hijos- se volcó en el activismo contra la violencia.

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Tiempo de Margaritas

Bea PozoPor Beatriz Pozo  

Durante las últimas semanas, en Honduras, está teniendo lugar una triste conmemoración con la poética etiqueta #TiempodeMargaritas. Hace poco más de un año Margarita Murillo murió de un tiro en la espalda. Su asesinato es recordado ahora por numerosas organizaciones que reclaman justicia para un crimen que refleja buena parte de los males que sufre la sociedad hondureña.

Margarita Murillo

Imagen de la campaña que reclama justicia en el asesinato de Margarita Murillo

Margarita formaba parte del movimiento campesino de Honduras desde los 13 años y era fundadora de varias asociaciones como la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) y el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Su objetivo, como el de tantos campesinos, era lograr una reforma agraria que frenara la concentración en la propiedad de los campos hondureños, donde el 3% de los terratenientes poseen el 70% de las tierras cultivables, mientras que el 70% de los campesinos no tienen terrenos que cultivar. Durante toda su vida, Margarita se dedicó a denunciar la situación en el campo hondureño y las numerosas violaciones de derechos humanos  que sufrían sus trabajadores; y, con su muerte, se convirtió en un ejemplo más de las injusticias contra las que se rebelaba.

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Pizarras en el baño

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hace un par de semanas fueron los mensajes de Boa Mistura en los pasos de peatones de Madrid. Hace un par de días, unos pequeños  carteles de pizarra pegados en las paredes, los espejos y las puertas de un baño público, que llamaban la atención sobre datos estadísticos. Estas pequeñas pizarras generaron a las puertas del servicio un pequeño baño-fórum (si es que esta combinación de palabras puede existir) sobre el alcance real de las cifras, las distintas posibilidades de autoría de la obra de arte, y la necesidad de publicitar datos como éstos también en el servicio de caballeros (donde al parecer sí había otras pizarras que no tuve ocasión de ver).

Aquí una representación de estos mensajes:

collage

Textos de denuncia encontrados en un baño público de Madrid. Collage de Anasara Lafuente.

Muchas veces las estadísticas me dejan fría. Y especialmente las que no me afectan directamente. Pero las pizarras me han dado mucho que pensar. En contadísimas mujeres poderosas codeándose con la élite mundial en Davos cada año. En miles y miles de madres, tías, abuelas, hermanas, que trabajan en todo el mundo cuidando de otros sin remuneración. En una compañera periodista que de repente se enteró un día de que su compañero de al lado en el periódico, que hacía lo mismo, ganaba más que ella.  En casos concretos, cercanos y lejanos, que al parecer son prototipos universales.

Por eso se agradecen estas pequeñas llamadas de atención. Y la sensibilidad de darles formas llamativas y colocarlas en lugares que no son los que esperaríamos, lugares no publicitarios que mantienen intactas todas sus propiedades comunicativas.

Porque no deberíamos cansarnos de escucharlo mientras no esté resuelto. Que existen en nuestro mundo intolerables desigualdades (riqueza extrema y pobreza extrema) es no sólo una realidad demostrada, sino uno de los principales obstáculos para el desarrollo y la vida digna de millones de personas. Quienes cuentan con el poder consiguen que las reglas del juego se escriban a su favor. Quienes más tienen siempre reciben más. Son muchos los estudios que así lo demuestran, entre ellos el informe IGUALES que hoy publica Oxfam Intermón en todo el mundo, y que será objeto de debate esta tarde. Una de las preguntas que se hará en este debate es cómo es posible que sólo 85 personas tengan tanta riqueza como la mitad de la poblacion mundial.

Esta desigualdad es evitable. La que separa a los ‘milmillonarios’ de las personas de a pie. La que separa a quienes deciden de quienes sobreviven. Como dice la pizarra en forma de estrella, muy pocas de las que deciden son mujeres. Por eso es más fácil que las reglas no se adapten a sus necesidades, ni sus sueldos al equilibrio imprescindible. Por eso su trabajo tiene más posibilidades de ser peor pagado, o no remunerado en absoluto, como dicen las otras dos pizarras.

Conocer y pensar los datos es un buen primer paso para mejorar la realidad. Gracias a esa mano anónima repartidora de golpes de conciencia en forma de inocentes pizarras.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón

Más de la mitad: un año entero

Por Sole Giménez sole gimenez

Hoy, Más de la mitad cumple su primer año de vida. Se ha pasado volando: parece que fue ayer cuando 20 minutos nos abrió las puertas. Y efectivamente, desde entonces ha habido mucho que contar y muchas firmas de calidad y potencia para contarlo.

No es posible hacer el recuento de la situación del mundo sin apreciar las grandes diferencias que afectan a las mujeres. Pero en nuestra pequeña historia hemos visto que por cada grave problema, por cada terrible desigualdad, por cada víctima de violencia, hay también una o muchas mujeres que trabajan, lideran, denuncian, proyectan, solucionan, apoyan, saben, deciden, proponen, curan.

Imagen del encuentro de activistas contra la pobreza, injusticia y desigualdad #envivo14, celebrado el pasado fin de semana en Barcelona. Imagen: UAB/Oxfam Intermón

Imagen del encuentro de activistas contra la pobreza, injusticia y desigualdad #envivo14, celebrado el pasado fin de semana en Barcelona. Imagen: UAB/Oxfam Intermón

No somos una minoría. Somos más de la mitad del motor de cambio de esta sociedad. Somos una mayoría que soporta la mayor parte de los problemas, las discriminaciones, las trabas, los prejuicios… Pero que también aporta soluciones globales que hacen avanzar el mundo y ser cada vez más justo, más igualitario. Que planta semillas de prevención para que todo lo bueno, positivo y necesario que tiene que ocurrir en el mundo sea posible. Pero eso no ocurrirá mientras los derechos de todos no sean una realidad permanente en nuestras vidas, día tras día. Por eso es importante seguir trabajando para conseguir que los derechos humanos, que también son los derechos de las mujeres, se respeten para todas, en todo el mundo. Para cerrar la brecha, las muchas brechas.

Lo leemos aquí cada día. En los ámbitos de poder y de política, en la economía, en la solución de los grandes problemas sociales que nos afectan a todos, en la defensa de nuestro planeta, en el ámbito del trabajo, de la educación de la cultura… Siempre hay, y cada vez son más, mujeres tomando las riendas, trabajando para ellas y para los demás. Varias veces aquí las hemos llamado Avanzadoras, porque avanzan donde parece que no es posible y hacen avanzar a los demás. A la Humanidad en pleno.

Hoy celebramos nuestro primer año dando las gracias a todo el equipo de 20 Minutos, que nos abrieron la puerta -y tantas veces la portada- e invitaron a participar a sus lectoras y lectores. Especialmente a Virginia Pérez Alonso y a Melisa Tuya, que nos entregaron las llaves y nos ayudan a recuperarlas cuando las perdemos, y nos incitan a mantener el rumbo. A la comunidad bloguera de 20 minutos, compañía de lujo para el viaje. A todas las lectoras y lectores que con sus propuestas y comentarios, críticas y alabanzas, nos han ayudado a profundizar y mejorar cada entrada.  Y a ti, que has llegado hasta aquí hoy leyendo, y eso quiere decir que un día, o dos, o más, formas parte de esta aventura. Por personas como tú tiene sentido Más de la Mitad. Gracias.

Gracias también, y muy especiales, a las más de 40 autoras que colaboran desinteresadamente para mantener a flote cada día Más de la Mitad: mujeres que desde distintas partes del mundo y desde su propia experiencia profesional o personal comparten día a día sus preocupaciones, soluciones, causas, experiencias, dudas y certezas en este espacio inmenso ya. Es tan larga la lista que no puedo citarlas una a una, y por eso les pido disculpas. Hoy, más que nunca, es el momento de agradecerles su esfuerzo, su pasión, su oportunidad y visión para proponer un tema, o trasnochar y madrugar para escribirlo a tiempo. Siempre quisimos ser un blog coral, y nos hemos convertido en un gran orfeón con enorme variedad de voces. Gracias, compañeras, porque sois mucho más de la mitad: aquí lo sois todo.

Éste no es un aniversario para tirar cohetes: hay más motivos de preocupación que de fiesta. Pero es un buen momento para recordar todo lo que hemos vivido, aprendido y disfrutado durante este año, a través de más de doscientas entradas valiosas y diversas. Y muy especialmente para reafirmarnos en nuestro compromiso de seguir trabajando, para seguir ofreciendo cada día una opinión, una palabra de ánimo, una alternativa.

Iniciamos hoy una nueva vuelta al Sol. Queremos que sea aún más intensa y diversa que la anterior. Gracias a todas y todos los que os animáis a emprenderla con nosotras.

Sole GiménezComo mujer me siento unida a la tierra. Como madre, unida a la humanidad. Como cantante mi voz está al servicio del arte. Como persona estoy comprometida con la felicidad de mis semejantes y dispuesta a darles cada día lo mejor de mí.

Mujeres valientes al volante

Por Júlia Serramitjana

Julia SerramitjanaAdmiración y respeto. Son los adjetivos que me vienen a la cabeza si tengo que describir las personas impulsoras de la campaña «Saudi Women To Drive» (Mujeres al volante). Valentía es lo que transmite la acción emprendida por estas mujeres saudíes que, a través de la red, tomaron la decisión de denunciar lo que para las del resto de países del mundo es algo tan cotidiano: conducir.


Una mujer conduciendo por las calles de Riyadh, en Arabia Saudí.

 

En Arabia Saudí, país que obtuvo el vergonzoso puesto 131 de 135 países considerados en el Gender Gap Index 2012, no existe una ley que lo prohiba explícitamente, pero las mujeres no pueden sentarse solas al volante de un coche. Necesitan que les acompañe el marido o algún familiar. No puedo imaginarme la falta de libertad que implica no poder conducir. Llevo coche desde los 18 años y tener la licencia ha supuesto una autonomía en mi vida de la que no imagino prescindir. Por eso, admiro estas mujeres que, a cara descubierta y, teniendo en cuenta lo que se juegan a nivel social (detenciones, amenazas, etc) , reivindican que se respeten sus derechos civiles.

Todo empezó hace un par de años, cuando Manal al-Sharif  se filmó ella misma mientras conducía. Fue detenida y estuvo encarcelada por ello. Hoy, su gesto de protesta se ha extendido por todo el mundo, coincidiendo a la vez con todos los cambios sociales y políticos que ha supuesto la primavera árabe. Ahora, son muchos los hombres que les apoyan de diveras formas, por ejemplo haciendo una parodia del «No woman no cry» de Bob Marley, ridiculizando esta absurda prohibición.


El activista saudí Hisham Fagih hizo un video satírico versionando ‘No woman, no cry’.

 

El 26 de octubre fue la fecha elegida por la campaña Saudi Women To Drive y la plataforma oct26driving (hashtags oficiales #women2drive y #قيادة_26اكتوبر). En dos días,  al menos 35 mujeres participaron en la campaña.  Se publicaron cinco videos de mujeres conduciendo. Otras, según los organizadores, optaron por quedarse en casa tras recibir amenazas.

La web de la campaña sufrió ataques justo el mismo día de lanzarse la acción.  Pero, a pesar de todo, estas mujeres (y también hombres) siguen avanzando hacia su libertad con el convencimiento de que, tal y cómo dijo la misma activista saudí Manal al-Sharif,  «una sociedad no será libre si las mujeres de dicha sociedad no lo son». ¡Que el mundo siga siendo de las valientes!

 

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Hazlo tú misma: fanzines en el movimiento Riot Grrrl

Por Lupe Blissett Lupe Blissett

Ahora mismo, esto trata sobre la frustración. Frustración en la música. Frustración en la vida. En ser una chica, en ser homosexual, en ser una inadaptada. En ser una idiota, ya sabéis, la última niña a la que escogen en los equipos de la escuela. Que es de donde viene todo esto del punk, por otro lado.

Lo escribía Donna Dresch, una joven de Washington, a principios de los 90. Lo hacía en su propia publicación amateur, ‘Chainsaw’, un puñado de fotocopias grapadas y mal maquetadas pero cargadas de sensibilidad, rabia y honestidad. Como ella, decenas de mujeres en todo Estados Unidos estaban imprimiendo sus sentimientos sobre papel. Y lo hacían en un marco que lo dotaba todo de sentido: Riot Grrrl.

 

Riot Grrrl Zine

 

Riot Grrrl fue un movimiento feminista que se originó hace dos décadas en el marco de la escena musical hardcore-punk de California. Diversos grupos formados por chicas, como Bikini Kill, Bratmobile o Tiger Trap, dieron un paso al frente para romper con la hegemonía masculina en el rock. Ya sabéis, la que marca que los chicos hablan de música y las chicas escuchamos; ellos forman grupos y nosotras clubs de fans.

Pero hubo algo más que música. La explosión de creatividad que liberaron esas bandas, combinada con la cultura DIY del punk (Do It Yourself, es decir Hazlo Tú Misma) propició que chicas de todo Estados Unidos creasen su propia red de expresión artística. Los fanzines, publicaciones no profesionales realizadas y distribuidas con pocos medios, fueron su principal canal de intercambio de información.

Una buena selección de aquellos fanzines quedan recogidos ahora en The Riot Grrrl Collection, un volumen editado hace apenas un mes por la editorial estadounidense Feminist Press. El conjunto es apabullante: 370 páginas de artículos, cartas, flyers, postales, cubiertas de cassette… Un testimonio vivo de cómo se configuró un movimiento cultural en una era previa a la extensión de Internet.

 

The Riot Grrrl Collection

 

A fecha de hoy encontraréis muchos fanzines de cómic, ilustración, políticos, musicales; pero los editados en los 90 por riot grrrls sorprenden por su sinceridad radical. El movimiento fue abiertamente reivindicativo, por lo que abundan los artículos de denuncia. Pero fue también liberador como medio de expresión íntimo y personal, por lo que eran frecuentes los escritos sobre sexualidad, aislamiento social, discriminación o sencillamente la narración de sueños, confesiones y esperanzas.

El tono confesional de estos fanzines adquiere tintes sorprendentes en textos como ‘Fuck Off Man’, en el que una autora anónima relata cómo su padre abusó sexualmente de ella en su infancia y cómo se niega a sentirse víctima, a sentir un estigma por algo que ella no cometió. Un texto que conmueve y empodera al mismo tiempo y que se cierra así: “Todo el peso de esta experiencia debe ser sólo mía, pero ahora que la has leído te pertenece. Ahora lidia con ella.”. Intimidad que despierta conciencias. Puro estilo Riot Grrrl.

 

Lupe Blissett es artista.

El drama de las activistas en Egipto

Por María Solanas 

María Solanas La participación política está aún lejos de ser un derecho universalmente garantizado, muy especialmente para las mujeres. Pero en algunos países del mundo, si eres mujer, ejercer las libertades políticas más elementales–como las de expresión y manifestación– puede conllevar el riesgo de sufrir una de las formas más execrables de represión, la violencia sexual.

Así sucede en Egipto. En las calles de El Cairo, en la Plaza Tahrir, con total impunidad, grupos de hombres rodean a las mujeres en las manifestaciones, las separan de sus acompañantes y amigos, las arrastran, y las someten a abusos sexuales y a violaciones.

Un grupo de mujeres protesta en la Plaza Tahrir en 2011.

Un grupo de mujeres protesta en la Plaza Tahrir en 2011.

Algunas de las mujeres que han sufrido estas agresiones sexuales han relatado a Human Rights Watch sus experiencias, y por si esto no fuera suficiente demostración de coraje, han reafirmado su voluntad de seguir promoviendo los derechos y libertades en su país.

Según ha documentado Amnistía Internacional, la violencia sexual contra las mujeres activistas ha sido constante desde la caída del Presidente Mubarak, en enero de 2011. Durante los meses de gobierno militar (febrero de 2011 a junio de 2012), las mujeres activistas sufrieron la persecución y el acoso del ejército y la policía con prácticas de violencia sexual. Con absoluta impunidad. Como señala en su Informe “Luchando por la justicia y los derechos humanos. Activistas egipcias cuentan su lucha”, ningún miembro del ejército o de la policía ha sido procesado por violaciones de derechos humanos contra las mujeres. La respuesta de las autoridades a las denuncias es culpar a las mujeres de “provocar los ataques al mezclarse con manifestantes varones”.

Los delitos sexuales parecen haberse recrudecido en la reciente oleada de protestas. En los últimos días, entre el 28 de junio y el 3 de julio pasados, Amnistía Internacional ha informado de 180 casos de ataques sexuales.

En Egipto la violencia sexual contra las mujeres es una práctica habitual prolongada en el tiempo. Para varios sectores en el país, la violencia ejercida contra las mujeres manifestantes persigue, además, un doble objetivo: sembrar el terror en el conjunto de la sociedad (empezando por la mitad más vulnerable), y disuadir a las mujeres de que participen en las protestas, es decir, reprimir la participación política activa de las mujeres.

Lejos de disuadirlas, la violencia ha provocado el efecto contrario, impulsando a miles de mujeres a sumarse al movimiento en la calle. Las mujeres jugaron un papel clave en la revolución que hizo caer a Hosni Mubarak, y que abrió expectativas de una mejora sustancial de los derechos de las mujeres en el país. La acción política de las mujeres sigue siendo esencial para lograr un Egipto democrático que pasa, necesariamente, por fortalecer y ampliar los derechos humanos. En esa lucha, las mujeres egipcias siguen dando un ejemplo extraordinario de coraje y compromiso democrático. El conjunto de la sociedad egipcia debería estar a la altura de sus mujeres, comenzando por condenar la violencia sexual que se ejerce sobre ellas, y exigiendo a sus autoridades actuaciones firmes contra esta lacra. No hay democracia sin derechos humanos.

 

 María Solanas es experta en public affairs y relaciones internacionales. Entusiasta del diálogo hasta la extenuación, y convencida del poder transformador de la política. Privilegiada en los afectos, feliz madre de una hija feliz.