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¿Por qué el tenis femenino sí?

Bea Pozo

Por Beatriz Pozo

Rafa Nadal no es el mejor tenista español del momento. Ese puesto tiene ahora nombre de mujer. Se llama Garbiñe Muguruza, tiene 22 años, nació en Venezuela y es la número 3 del ranking mundial de la WTA, la asociación mundial de tenis femenino. Desde los años 90 con Arancha Sánchez Vicario y Conchita Martínez, no había habido una tenista española con opciones reales de ganar títulos grandes. Hasta ahora.

Garbiñe Muguruza durante un partido en 2014. Imagen de Tatiana (Wikipedia)

Garbiñe Muguruza durante un partido en 2014. Imagen de Tatiana (Wikipedia)

Estos días Garbiñe compite en la Copa Masters de Singapur, un torneo en el que solo participan las mejores tenistas de la temporada y para el que hace 14 años que no se clasificaba ninguna española. Es una de las favoritas, tras su reciente victoria en el Abierto de Pekín.

Garbiñe ha ganado este año 3,730,808 dólares según la página web de la WTA. En total, en su carrera ha obtenido en premios casi 5 millones y medio de dólares. A este dinero deben sumarse los contratos publicitarios que tiene firmados con Adidas, Babolat y BBVA. Se trata de hecho, de la primera mujer deportista que es imagen de este banco. Estos números y éxitos contrastan con la idea de que el deporte femenino no atrae,  no se ve y, por tanto, no mueve dinero. Parece que con el tenis no es así. De hecho, en diciembre de 2014 se anunció que la WTA había firmado el mayor contrato televisivo de la historia del deporte femenino con un valor de 492 millones por diez años. Aunque, por supuesto, está muy lejos del mejor contrato masculino, el de la liga de futbol americano NFL , de 27900 millones de dólares; o de los de la ATP, la asociación de tenis masculina, que, solo por un torneo, el US OPEN, ha acordado más de 700 millones.  El tenis es, también, el deporte femenino “reina” en los medios de comunicación, como indica una investigación de la Universidad Carlos III y a él se refieren el 29,35% de las noticias sobre deporte femenino.

Todos estos datos nos indican una cosa. El tenis femenino ha roto la barrera. Tiene seguidores, atrae dinero y produce estrellas mundiales como las hermanas Williams, o, en este caso Garbiñe Muguruza. Se dice que el deporte femenino no gusta, al no ser atractivo, ni espectacular y resultar aburrido de ver, pero claramente eso no se aplica al tenis. La pregunta es por qué el tenis sí obtiene ese reconocimiento y otros deportes femeninos no; y obviamente,  la respuesta no puede ser que las chicas son aburridas, porque entonces tampoco la WTA movería  ese dinero en derechos televisivos.

Cuando estos días Garbiñe salta a la pista un montón de flashes se dirigen hacia ella. Los medios deportivos cubren todos sus partidos y especulan sobre la conveniencia o no de haber sido colocada en un grupo repleto de zurdas. Al mismo tiempo, se publican artículos en los que se habla de ella como el futuro del tenis español. Otros deportistas la felicitan por sus victorias en las redes sociales y las empresas se pelean porque acuda a sus actos publicitarios. Ocurre con ella lo mismo que con cualquier otra estrella deportiva. Lo cierto es que no hay nada que la diferencie del resto, como tampoco hay nada que diferencie a tantas otras deportistas que, aunque no jueguen al tenis, también logran cada día superarse y conseguir nuevos éxitos, en pistas en las que, sin embargo, no hay ningún flash enfocándolas.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Los cromos que nos faltan

Por Beatriz PBea Pozoozo 

Hace unos días me llegó al correo una petición de Change.org. Pedía a Panini que en sus próximos álbumes de La Liga incluyera cromos de jugadoras de futbol. La iniciativa, en un principio, puede parecer un poco frívola: al fin y al cabo, solo son unos cromos. Además, como alguien me dijo, los niños lo que quieren son imágenes de sus ídolos, de Cristiano, de Messi… Y a estas chicas no las conocen de nada. No obstante, ¿cómo se va a conocer a las futbolistas si no se apuesta por conocerlas? ¿Si no se hacen cromos de ellas? ¿Si no se retrasmiten sus partidos?

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog 'Hay una lesbiiana en mi sopa'

Album del mundial de fútbol femenino. Fuente: blog ‘Hay una lesbiiana en mi sopa’

Cuando yo era pequeña, hacía colecciones de este tipo de cromos. Como ahora, todas las fotos eran de chicos. De la misma forma, nunca vi en la tele un partido de futbol femenino. Así, mis ídolos, eran todos futbolistas masculinos. No conocía a ninguna mujer futbolista. A mí eso no me desanimó. Con 6 años empecé a jugar de portera en una liga mixta, porque quería ser como Casillas. La cuestión es que, aunque no lo sabía, no podía. Sí que podía ser como la portera de la selección femenina, pero no la conocía.

Todos estos asuntos, los cromos o las retrasmisiones de los partidos, se refieren a un mismo problema: Apostar por el futbol femenino. No se puede decir que no gusta o que la gente no está interesada en ello, si no se les ha dado una oportunidad de disfrutarlo. Es lo mismo que pasa con muchos deportes considerados minoritarios. La particularidad de este caso es que no estamos hablando de un deporte minoritario. El futbol, en España, es el deporte mayoritario por excelencia. A la gente le encanta, lo que hace más absurdo que no se le dé esa oportunidad al femenino.

El problema, por tanto, no es el deporte. La raíz de todo esto, probablemente, está en lo mismo que hace que a un niño se le regale un balón de futbol y a una niña una muñeca. El deporte, en general, es percibido como una cosa de chicos y el futbol, el deporte por excelencia, más aún. El físico suele ser la excusa. Un hombre corre más rápido, salta más alto y le da a la pelota más fuerte. No obstante, lo mismo pasa en el tenis, en la natación o en el atletismo y, sin embargo, sus versiones femeninas sí que se ven y se retrasmiten. Además, que haya una diferencia física, no quiere decir que las chicas tengan menos nivel técnico o táctico y, desde luego, no creo que un equipo de primera división femenina dé menos espectáculo que uno de segunda B masculino, algunos de cuyos partidos sí que se televisan.

En cualquier caso, antes de sacar ninguna conclusión precipitada y dar por hecho que a la gente no le gusta, sería necesario darle visibilidad al futbol y a cualquier otro deporte femenino en su misma situación. Una iniciativa como la de los cromos es un pequeño paso en ese sentido, como lo fue otra petición muy similar, que pedía que en el próximo videojuego FIFA se incluyeran partidos y equipos de futbol femenino. Tuvo éxito y el próximo FIFA 16 contará con las selecciones femeninas de futbol. Aquí podéis ver un tráiler, con la selección española femenina.

Muchas veces para facilitar que se practique más un deporte basta con encontrar un buen referente. Alguien a quien se pueda admirar y que sirva como inspiración. Los niños tienen muchos referentes a la hora de jugar el futbol. Las niñas deberían tenerlos. No tratar de ser como Messi, sino como Vero Boquete.  Iniciativas como estas ayudan a ello y a que tanto niños y niñas se acostumbren a ver a jugadoras de futbol y así, poco a poco cambiar esa idea del deporte, y dentro de él el futbol, como algo masculino.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.