Entradas etiquetadas como ‘Colombia’

Mujeres wayuu: defensoras del agua, del territorio y de la vida

Por Mujeres del Colectivo Apoyo Mujeres Wayuu

Por más de cuarenta años en La Guajira, Colombia, la explotación de la mina de carbón por la
empresa El Cerrejón (filial de las multinacionales Glencore, Angloamerican y BHP), ha dejado
una crisis humanitaria, social y cultural en este territorio. La principal población afectada es la
etnia indígena Wayuu, con más de 500.000 habitantes, quienes están amparados por la
Constitución Política del país y por el acuerdo 169 de la OIT que les otorga el derecho y la
soberanía a esas tierras ancestrales, que para ellos son parte integral de un universo
cosmogónico en donde se integra la vida, la muerte y su concepción cultural, social y
económica.

El artista gráfico Eneko fue el encargado de ilustrar la campaña «Defensoras, mujeres que transforman” de AIETI.

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Mujeres y fronteras

Por Juliana (BeJack)
Cuando pensamos en esta columna (Mujeres y fronteras), lo hicimos desde el lugar de enunciación de las autoras que la sostendrían: dos mujeres, que se reconocen como mujeres, que se relacionan con su entorno desde su condición de mujeres, y que además están geográficamente ubicadas en una frontera política: Colombia-Venezuela (puntualmente, una ciudad del norte de Colombia: Cúcuta). Además, una de las columnistas se comprende a sí misma fuera de algunos condicionamientos heteronormativos, socialmente construidos, que establecen cómo debe ser el comportamiento de una “mujer de verdad”; y la otra se ubica desde una frontera sexual, a veces considerada tierra de nadie (la tercera letra, la bisexualidad).

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‘Defenfobia’, asesinato sistemático a defensoras

Por Sandra Yadira Saenz Sotomonte

Si el asesinato de mujeres defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente fuera considerado una epidemia en Colombia, el Estado ya habría decretado la emergencia y habría tomado las medidas necesarias activando todos los mecanismos posibles para evitar que murieran más mujeres y para proteger a quienes están amenazadas.

Así  ha funcionado el Estado colombiano cuando el país se encontraba amenazado por el virus H1N1, o con  la epidemia del dengue, situaciones que en ningún caso han dejado tantas muertes como las causadas a las defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente. Según el informe de Somos Defensores, haciendo una comparación entre el primer trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019 aumentaron en un 97 por ciento los asesinatos de mujeres defensoras, cifra que ya de por sí sola prendería todas las alarmas.

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Una mujer que hace paz entre cafetales y disparos

Rosa M. Tristán Rosa Tristán

La ‘vereda’ de La Balsa, en el municipio de Buenos Aires (Cauca, en Colombia), no se diferencia en nada otras comunidades campesinas diseminadas por unos cerros en verde y rojo, tierras pobres en las que el café, pagado miserablemente, convive con la más lucrativa coca, rincones donde la guerrilla estuvo escondida durante años, los caminos son barrizales y las nubes, cada día más escasas, pasan de largo dejando detrás tan sólo rayos y miseria.

Pero La Balsa tuvo suerte. Allí nació una afrocolombiana Clemencia Carabalí Rodallega, una «semilla» poderosa que ha fructificado y que acaba de recibir el Premio Nacional de Derechos Humanos de Colombia, país donde, no olvidemos, líderes como ella son asesinados cada día. Un jurado internacional ha reconocido, así, “su trabajo en defensa del territorio ancestral de las comunidades negras y los derechos de las mujeres, superando toda clase de adversidades”.

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Las palabras sanadoras de las mujeres de Colombia

Por Belén de la Banda

Miles de mujeres están dejando atrás en Colombia el que parecía un destino inexorable de víctimas. En unos años han superado todos los tipos -los más extremos- de violencia, de marginación, de subordinación, de desprecio y maltrato en el ámbito público y en el privado. Han logrado participar de manera activa y determinante en el camino hacia la paz en su país, para salir de un terrible conflicto bélico.

Mujeres con los pies en la tierra han hecho realidad el proceso de paz en Colombia. Imagen del proyecto Mujeres al frente, de Lula Gómez.

Nada es fácil para ellas aún hoy, pero las mujeres de Colombia han conseguido contribuir a la paz cambiándole el ADN al proceso. Un proceso de paz que pretendía pasar por encima de ellas como lo había hecho la guerra. La inteligencia colectiva de las mujeres colombianas logró hacer entender que una paz sin ellas no tenía ninguna oportunidad de ser auténtica, o de durar.

La paz en Colombia no puede dejar a un lado a mujeres como Patricia Guerrero, que fue jueza y que creó la Ciudad de las Mujeres para permitirles vivir en paz en los peores tiempos del país. O Nelly Velandia, la voz de seis millones de mujeres campesinas. O Mayerlis Angarita, que sobrevivió al conflicto y fundó Narrar para vivir, o la luchadora Luz Marina Bernal, que inició una lucha que aún no termina para reivindicar la memoria de su hijo asesinado en un ‘falso positivo’. O Beatriz Montoya, Vera Grabe, Luz Marina Becerra… Cada una de ellas con un trauma y un dolor imposible de medir a sus espaldas, han protagonizado trayectorias impresionantes. Y cada una ha pensado la paz y la ha compartido. Y ha exigido compartirla cuando nadie le invitaba a estar en ese proceso.

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Angélica Bello y otras historias sin final

Por Carmen Suárez

‘Volvimos a retomar fuerzas y nos replanteamos continuar con su legado que, en memoria de ella,  no se puede perder’

El 16 de febrero de 2013 murió Angélica Bello. Tenía 45 años, era una significada activista por los derechos de la mujer y, según la versión oficial, se suicidó disparándose un tiro en la boca con la pistola de uno de sus guardaespaldas.

Esa versión oficial estaba muy lejos de lo que podían admitir sus compañeras de lucha. La única verdad incontestable, más de tres años después, es que su muerte puso fin a una vida  dedicada a  la lucha por la  defensa de los derechos de las mujeres.

La vida de Angélica Bello terminó. Su historia y su causa siguen vivas. Imagen de Corporación Mujer Sigue Mis Pasos.

La vida de Angélica Bello terminó. Su historia y su causa siguen vivas. Imagen de Corporación Mujer Sigue Mis Pasos.

Pero esa muerte no es el final de la historia. Contrariamente a lo que cabría pensar, la trágica muerte de Angélica dio un empuje mayor a la causa por la que combatía desde 1996. Angélica se vio inmersa  en esta lucha cuando, en 1996, tuvo que huir junto con sus hijos de su tierra natal, Saravena (Arauca),  víctima de amenazas por su vinculación con el partido Unión Patriótica. Eso le llevó a vivir en primera persona la experiencia de desplazada y a convertirse en líder por la defensa de los derechos de las personas que habían tenido que huir y más específicamente, de las mujeres que lo padecían.

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Soñando una Colombia sin guerra

Por Raquel Checa

“Nunca creí que viviría esto” esas son las palabras con las que arrancó Estebana su intervención este martes 27 de septiembre, en los primeros minutos de una reunión de alrededor de 30 mujeres colombianas en Bogotá. Allí estábamos, todas de pie, en círculo, mirándonos a los ojos y compartiendo cómo nos sentíamos a pocas horas de haber visto, o mejor diríamos vivido,  la firma final de la Paz entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo).

Manifestación por las víctimas del conflicto en Colombia. Imagen de Oxfam Intermón.

Manifestación por las víctimas del conflicto en Colombia. Imagen de Oxfam Intermón.

En ese círculo, una a una compartimos nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros sueños de esperanza y de paz; de una paz que ahora se ve más cerca que nunca. Muchas palabras en memoria de todos los muertos, desaparecidos y víctimas de este conflicto armado.

No son palabras al aire. Algunas de las participantes de la reunión están en esa lista de víctimas. Cargan con historias de vida muy duras. Una de ellas compartió cómo a pesar de haber sido víctima de violencia sexual por actores armados y haber perdido dos hijos en esta guerra, ha sabido perdonar y ahora quiere avanzar hacia la paz porque sueña con dejar a sus nietos un país mejor.

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Colombia: no habrá paz sin las mujeres

Por Arantxa García Gangutia

“Hay evidencias cuantitativas en otros países de que cuando se introduce el concepto de género en una situación de postconflicto, las probabilidades de que los acuerdos sean sostenibles en el tiempo se multiplican” (Belén Sanz, Directora de ONU Mujeres en Colombia)

Manifestación en Colombia para exigir búsqueda de desaparecidos. EFE.

Manifestación en Colombia para exigir búsqueda de desaparecidos. EFE.

Desgraciadamente estamos muy acostumbradas a ver procesos de construcción de paz en los que las mujeres están prácticamente ausentes. ¿Cómo es posible construir una paz duradera dejando sin voz a más de la mitad de la población? Sus historias no pueden permanecer invisibles y así lo han entendido en las negociaciones de paz de Colombia: un 48% de las víctimas del conflicto armado son mujeres y un 52% de las casi 8 millones de personas desplazadas también son mujeres.

Se trata de la primera vez que en un proceso de paz se hace el esfuerzo para ver los impactos diferenciados entre hombres y mujeres. El resultado para muchas activistas por los derechos de las mujeres ha sido todo un ejemplo para cualquier proceso de construcción de paz y un hito para el feminismo latinoamericano.

El trabajo realizado por la subcomisión de género, en el que han participado de manera muy activa organizaciones como Sisma Mujer, ha contado con una representación muy diversa (tres delegaciones de expertas, lideresas regionales, excombatientes y activistas LGBT) y ha conseguido su objetivo: incluir en el Acuerdo de Paz un enfoque que velara por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI en torno a aspectos tan importantes como la propiedad de la tierra, la reparación a las víctimas de violencia y el acceso a los órganos de decisión.

Cambiar el machismo, profundamente enraizado en la sociedad colombiana y exacerbado por un conflicto armado que ha durado más de 50 años, no es tarea fácil. Las organizaciones de la sociedad civil que luchan por los derechos de las mujeres tienen claro que queda mucho camino por recorrer tras la firma del Acuerdo de Paz, pero sobre el papel ya se han producido cambios significativos.

Los delitos sexuales no serán amnistiables

‘El daño que sufre tu alma nunca desaparece’ contaba la periodista y superviviente de violencia sexual en Colombia, Jineth Bedoya, que ha luchado en estos años para conseguir que la violencia sexual durante el conflicto armado no permaneciera impune. Una lucha que ha dado sus frutos: el Acuerdo de Paz incluye que los delitos de violencia sexual no sean amnistiables y la creación de un equipo de investigación especial para casos de violencia sexual  dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz, y en la Comisión de Verdad.

Titularidad de la tierra para las mujeres: El Acuerdo de Paz incluye que la reforma rural reconozca el papel que desempeñan las mujeres en las zonas rurales y propone soluciones a un importante problema como es el de la titularidad de la tierra. Cuando sus maridos o compañeros han muerto o desaparecido, ellas no tienen acceso ni al título de propiedad, ni a un crédito que les permita explotarlas. También se propone que el Fondo de tierras prevea el acceso a la tierra de manera especial para las mujeres campesinas.

Acceso de las mujeres a espacios de participación

El Acuerdo de Paz también anuncia medidas para facilitar la participación política de las mujeres y la comunidad LGTBI en los distintos espacios de representación y toma de decisiones que se crearán para la puesta en marcha del Acuerdo. Aunque queda aún mucho por concretar y no se menciona de manera explícita la paridad, se trata de un primer paso muy importante.

Arantxa García Gangutia es periodista y trabaja en Comunicación e Incidencia en la ONG InspirAction

Vera Grabe: desarmada y almada

Por Lula Gómez

‘En nuestro país es fácil tomar las armas, pero es más difícil sostener en la paz, y aún más ser un rebelde de la paz. La nueva revolución es la desarmada y almada de paz’

Lo dice Vera Grabe, una mujer de hierro que en su día tomó las armas. Creía entonces que la solución a la desigualdad que vivía su país –Colombia- no tenía otra vuelta de tuerca que la fuerza. Años después, y tras muchas tormentas y demasiados muertos, dejó las armas y un pasado en la insurgencia, el M19, donde fue una de sus dirigentes. Dejó también parte de su vida, como la de tantos otros a los que arrastró la violencia. Charlar con ella es hacerlo con la historia de su país, una Colombia desgarrada por el dolor, contradictoria y difícil de explicar pero que solo parece tener futuro si deja de sangrar, si se firma la paz y se pierde el miedo a ella, por muchos problemas que traiga, explica.

Ella, que empuñó las armas, dirige hoy el Observatorio por la Paz. Ella, dirigente de unas de las guerrillas históricas de Latinoamérica, se desmovilizó –con todo su grupo- en los 90, cuando tras mucha sangre no le vieron más sentido a más guerra.

Porque al final, se es revolucionario si uno se atreve a pensar diferente’,

Y hacerlo en su país es decir que sí hay que sentarse con quien se odió y comprender que hay que buscar fórmulas donde parece que no las hay, inventárselas, si es necesario. Se trata de que la gente le pierda el miedo a lo nuevo, a la paz. Vera Grabe cuenta que en Colombia parte de la sociedad está anestesiada por la violencia y no se atreven, no saben repensar el país.

Vera Grabe contó su vida en Del silencio de mi cello, las razones de mi vida. En él, la que fuera guerrillera y más tarde senadora a golpe de democracia y elegida por sus compatriotas, narra los motivos por los que dado un momento se “enmontañó” y se calzó unas botas de agua y un fusil arriba y abajo de la abrupta geografía colombiana. El primer título que barajó para esta autobiografía fue Escritura para construir la matria. Bajo ese nombre quería contar que el concepto de patria es nacionalista y patriarcal. El ideal era construir una sociedad de otra manera, desde la perspectiva de las mujeres, desde la matriz y no desde los valores de la imposición, desde la inclusión y el reconocimiento de los afectos.

Ella, parte de la historia de esa esquina de América, no titubea al afirmar que las mujeres son parte fundamental en la historia de la paz en su país. Ellas, que sufrieron especialmente los desastres de la guerra, la violencia sexual. “Absolutamente, aquí y todas las guerras. Es una de las formas más cobardes

de usar el poderío contra la mujer, es una venganza. Somos y hemos sido un botín de guerra, víctimas hacia las que se vuelcan todas las impotencias de los violentos. Porque yo creo que la violencia es una gran fuente de impotencia. ¿Cómo me descargo? Atacando”. Hoy Vera Grabe, como tantas otras miles de mujeres colombianas, ha perdido el miedo y se siente almada por la paz.

* Declaraciones de la entrevistada para el proyecto Mujeres al frente, la ley de las más nobles.

Lula Gómez, escritora y periodista todoterreno. Actualmente dirige su propia agencia desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia.

Quiero enseñar las tetas, en nombre de Rosa Elvira

Por Lula Gómez

“(Rosa Elvira) puso en riesgo su integridad y vida, hasta el punto de que JAVIER VELASCO le cercenó su existencia; si ROSA ELVIRA CELY no hubiera salido con los dos compañeros de estudio después de terminar sus clases en las horas de la noche, hoy no estuviéramos lamentando su muerte”, señala el documento jurídico de la Alcaldía de Bogotá emitido hace unos días. Con él se defiende de las acusaciones de la familia de la mujer asesinada (Rosa Elvira Cely) contra varias entidades del Distrito, acusadas de no haber prestado atención oportuna para evitar su trágica muerte.

Está claro, lo dice la ley, si eres mujer no puedes salir con tus colegas de clase por la noche: tienen derecho a matarte. Si has nacido fémina, no puedes aparcar tu coche en un descampado: puede haber alguna fiera que te ataque y tú tendrás la culpa por haber osado a dejar el coche donde podías. Si tienes tetas, cúbretelas: no vayas a provocar la sexualidad del contrario y claro, ¡se las enseñaste! Volvamos a la burka. Si te violan, pregúntate si cerraste bien las piernas, porque de lo contrario, eres una facilona (así lo preguntó la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Victoria a una pregunta víctima hace apenas unos meses.

Protestas en el lugar donde apareció el cuerpo de Rosa Elvira. Imagen de Julián Ortega Martínez. Licencia CC.

Protestas en el lugar donde apareció el cuerpo de Rosa Elvira. Imagen de Julián Ortega Martínez. Licencia CC.

Todo esto viene a colación porque Colombia estos días vive indignada bajo la campaña #RosaElviranoesculpable. En el año 2012 un asesinato conmovió al país, el de Rosa Elvira Cely, a quien mató en un parque un compañero de estudio. Aquella aberración terminó con su vida (la de ella) y una ley, una norma que lleva su nombre, Rosa Elvira Cely. Gracias a esa norma, en Colombia el crimen contra una mujer por su condición femenina en un delito autónomo (feminicidio) y conlleva una de las mayores penas entre los homicidios. Cuesta por eso entender el documento remitido estos días, por muchas excusas que se hayan presentado después. ¡Los políticos salpicados dicen además que no se utilice la violencia de género contra ellos!

Pero, por qué en vez de capar nuestras libertades no enseñamos quienes asumen esa máxima que lo abominable no es la hora a la que lleguemos borrachas y a rastras?. En la escuela debemos repetir a los violentos que el crimen está en acosar, matar, abusar, molestar… y eso es lo que debe repararse. En nombre de Rosa Elvira hoy quiero enseñar las tetas y pedir dimisiones, la de quienes siguen pensando que Rosa Elvira no tenía que haber salido de su casa. ‪#‎RosaElviraNoEsCulpable #‎RenuncieMiguelUribe.

Lula Gómez, escritora y periodista todoterreno. Actualmente dirige su propia agencia desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia.