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A una semana de la huelga feminista

Por Belén de la Banda

Mañana será viernes. Y faltará una semana para una jornada histórica. La del 8 de marzo de 2018, estoy segura, no la olvidaremos nunca. Todavía tengo la piel de gallina cada vez que recuerdo o recupero las imágenes del año pasado. Tuve la suerte de vivirla acompañando a una lideresa africana, Julie Cissé, impulsora de los derechos económicos de las mujeres rurales de Senegal. No sé cuál de las dos estaba más emocionada, impresionada, energizada y conmovida en medio de la ciudad, paralizada por y para las mujeres. Me sorprendió la rapidez con la que ella entendía que también esta huelga, esta manifestación, eran por ella y por sus hermanas.

Todo lo que rodeó a esta fecha fue una experiencia de crecimiento exponencial para numerosos grupos y espacios de mujeres en todo el país. Fue una oportunidad de conexión y reconocimiento, un tiempo de unión del que han salido, en todas partes, numerosas iniciativas.

Entre ese 8 de marzo y el que ahora se acerca, todas hemos crecido, aprendido, desarrollado. Y muy especialmente las jóvenes y adolescentes, que con sus preguntas, con su negativa a aceptar que las cosas tengan que ser como son, que la realidad no sea como les decimos que es, se han convertido en nuestras maestras.

Hemos compartido letras y músicas. Nos hemos dejado inundar por nuestras propias voces.

Han surgido muchos liderazgos nuevos. Y también muchas experiencias de trabajo en equipo, de éxito. Nos hemos acercado a mujeres con las que tenemos muchas o pocas cosas en común. Hemos descubierto que las opresiones son múltiples. Nos hemos puesto al lado de nuestras hermanas en el sector de los cuidados.

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Una mujer de cuidado

Por Belén de la Banda

Hace dos viernes, Rafaela Pimentel, activista feminista que defiende a las trabajadoras del sector de los cuidados, nos dirigía unas palabras tras ganar merecidamente el Concurso Avanzadoras. Nos habló de cómo, probablemente, estábamos allí esa mañana gracias a que había personas como ella cuidando de nuestras casas y de nuestras criaturas. Nos preguntó hasta qué punto nuestro éxito profesional y nuestro bienestar tenían que ver con mujeres que se hacen responsables de nuestros mayores, nuestras comidas y nuestra limpieza.
Tenía toda la razón. Porque los cuidados son un sector valioso, que aporta a la sociedad ventajas mucho menos apreciados que otros servicios mejor pagados y mucho mejor considerados.

Rafaela Pimentel, ganadora del Concurso Avanzadoras 2018. Imagen de Jorge París/20minutos.

Y tendríamos que pensar cómo esas mujeres, que están absolutamente presentes en nuestras casas y nuestras vidas, carecen de los derechos laborales más básicos que tiene cualquier trabajadora, o trabajador. En 2018 y en España.
La falta de valoración de ese trabajo fundamental tiene consecuencias funestas. Decimos que son de la familia, pero aceptamos que no tengan los mismos derechos que cualquier otra persona de nuestro entorno, que no puedan acceder a cuidados médicos, a paro, o a una jubilación digna.

Si su trabajo sostiene nuestro mundo, queremos ver ese trabajo, y su reconocimiento, en el Régimen General de la Seguridad social ya. Como comprometieron los políticos, y como ahora tratan de evitar mediante vergonzosas enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado.

Así que aquí estoy, orgullosa de avanzadoras como Rafaela, y de la portada que 20minutos le dedicó hace unos días. Y muy avergonzada por nuestra inercia social, y por la irresponsabilidad de nuestros políticos. Ya es hora de cambiar esta injusticia.

Puedes apoyar la labor de Rafaela y sus compañeras firmando la petición en change.org

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

Avanzadoras: antes de que sea demasiado tarde

Por Belén de la Banda

Encuentro de Avanzadoras en octubre de 2013 en Madrid. Imagen de Ana Sara Lafuente/ Oxfam Intermón.

Cuando miro esta fotografía, es imposible para mí no sentir una intensa emoción. Yo estaba abajo, tomando la foto desde mi teléfono, con una mezcla de admiración, alegría y responsabilidad que vuelvo a sentir cada vez que veo estas imágenes. Era un encuentro de lideresas en el más amplio sentido de la palabra. Vinieron mujeres de Mauritania, Togo, Perú, México, Guatemala, y también personas comprometidas con diferentes causas en España (educación, vivienda, sanidad, vida rural…). Hablamos de cómo impulsar mejor nuestras causas, de cómo hacer más eficaz el trabajo, de cómo apoyarnos en la comunicación y en la movilización, de cómo trabajar mejor en red… Pero también de cómo cuidar y cuidarnos, de cómo impedir que lo urgente se lleve lo fundamental, de lo importante que es cuidar nuestra salud día a día para mantener la actividad que impulsa los cambios.

Deberíamos haber hecho al menos un libro, o un documental, con las ideas maravillosas y absolutamente factibles que iban saliendo en las conversaciones, en los grupos, y en los momentos de café. En Madrid, hay jornadas, congresos, simposios y conferencias todos los días. Pero esta no fue una más para ninguna de las personas que allí estuvimos.

Ahora me gustaría que os fijéis en el centro de la imagen. Vestida en colores claros, con el brazo levantado, está Mariam Nana, una lideresa rural de Burkina Faso que tuvo la idea genial de vaporizar el arroz para darle más calidad a la alimentación de su familia, y conseguir ingresos extra para las mujeres. A su lado, con camiseta morada y gafas, Juana Olivia Hernández sonríe. Vino desde México para contarnos la lucha de las comunidades de Chiapas, donde la desigualdad hace estragos en la vida de las mujeres, y donde ella, con una enorme visión estratégica, trabajaba para revertir sus consecuencias más graves.

Hace cinco años de esta foto, y en este tiempo las hemos perdido a las dos. No hay duda de que Mariam y Juana son dos  avanzadoras que cambiaron la vida de sus gentes, y en plena juventud, se fueron dejando un legado que ya nos gustaría a muchas poder tener cuando llegue nuestro momento. No deberíamos olvidarlas, ni olvidar lo que aprendimos de ellas: no sabemos si algún día tendremos mejores lecciones vitales.

En las últimas semanas, hemos perdido también a una magnífica Avanzadora, y gran colaboradora de este blog, Dori Fernández Hernando. Personalmente la extraño ya muchísimo: su absoluta sensatez, su enorme conocimiento, su sentido del humor son recuerdos impagables. Pero sobre todo su compromiso con la igualdad, con los derechos de las mujeres, aunque fuera duro e incómodo, aunque hubiera que soportar absolutos disparates en los comentarios de sus entradas, aunque hubiera que dar la cara para que nos la partan. Te debo un abrazo grande, allí donde estés, Dori. Y desde aquí se lo envío a tu familia, y a tus compañeras de lucha en la PPiiNA, con quienes seguiremos de la mano.

No me gustaría acabar con tristeza. Me gustaría acabar diciendo que a las personas valiosas, y especialmente a las mujeres tantas veces invisibilizadas, hay que agradecerles sus aportaciones cuanto antes. Hay que reconocer ya, sobre la marcha, los esfuerzos, las propuestas, los trabajos, las ideas geniales y las disparatadas que llevan a otras geniales, los hallazgos, las derrotas. Porque una vida mejor para las mujeres, y para todos, se va haciendo gracias a Avanzadoras como Mariam, como Olivia, como Dori. Y como otras en las que seguramente estás pensando en este momento.

Quedan pocos días para que se cierre el plazo del Concurso Avanzadoras.  Un concurso de propuestas abiertas, en el que cualquier persona puede aportar su criterio para reconocer las aportaciones valiosas de las mujeres a la sociedad. Es muy fácil presentar vuestras candidaturas, o las de otras mujeres que sabéis que lo merecen. Os invito a hacerlo. Porque igual que en los últimos años hemos reconocido a Sagrario Mateo, Mabel Lozano, Mariú d’Errico o Ana López Navajas, quizá este año podamos rendir homenaje, de la mano de Oxfam Intermón y 20minutos, a esa persona que tú sabes que merece un premio. Y luego, dile que la has presentado, que su causa te importa, ofrécele apoyo, y trata de que logre muchos otros éxitos. Que serán para todos.

Comencemos a generar una sana costumbre de decir que lo que está bien, está bien y merece la pena. Antes de que sea demasiado tarde.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

Ana López Navajas: contra la ignorancia que nos paraliza

Por Belén de la Banda

Confieso que hace un par de días tuve una conversación en la que me sentí al mismo tiempo muy emocionada y terriblemente ignorante. Hablaba con Ana López Navajas porque el jurado del Premio Avanzadoras la ha reconocido como merecedora de este galardón. 20minutos y OxfamIntermón tienen esta forma de celebrar conjuntamente el Día Internacional de la Mujer: buscar y homenajear a las Avanzadoras que aportan a nuestra sociedad, y que habitualmente no son tan conocidas ni tan reconocidas como deberían.

Ana López Navajas, ganadora del Concurso Avanzadoras 2017 organizado por 20minutos y Oxfam Intermón. Imagen de la premiada.

Fue una conversación doblemente emocionante. Por una parte porque para ella recibir este premio era una sorpresa increíble, y yo no me había visto antes en una situación como esta. Pero lo más impresionante fue que Ana, como la cosa más normal, empezó a citar con total precisión de nombres, fechas y especialidades a investigadoras y creadoras de las que yo nunca he oído hablar, que hicieron descubrimientos o aportaciones impresionantes a lo largo de la Historia, y que me parece alucinante no ser capaz de recordar ahora. Me quedé con una idea para buscar en internet: una precursora que hizo el primer descubrimiento de lo que recientemente  se ha convertido en el último grito de la nanotecnología: el grafeno. No logré quedarme con el nombre, y se confirma la tragedia: no hay forma de dar con ella ni con su nombre buscando en internet. ¿Alguien sabe de quién se trata? Tengo que seguir buscando.

Por eso, reconocer el trabajo que hace y coordina nuestra Avanzadora, Ana López Navajas, me parece tan urgente como vital. Porque uno de sus frutos es una base de datos donde docentes de secundaria y universidad  pueden incluir, o buscar, toda esa mitad de la información que nos falta para entender la historia de la ciencia y la cultura en el mundo. Sólo si se reconocen las contribuciones de las mujeres la ciencia y la cultura podrán avanzar como deben.

Como buena docente de éxito, Ana pasa su vida entre investigaciones, publicaciones, congresos y todo tipo de actividades para luchar contra esta ignorancia. Pero lo que ella hace exige el compromiso de no bajar nunca la guardia, y no conformarse nunca con lo establecido. Después de hablar con ella y leer sus trabajos, siento que hay un agujero negro del tamaño de la mitad del universo en lo que la ciencia nos aporta.

Las dos finalistas del premio de este año son también dos Avanzadoras significativas. En el ámbito de la comunicación, Isabel Mastrodomenico ha sido reconocida por la solidez de su contribución a la visibilidad de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia, en los que existen tantos hábitos y estereotipos que cambiar. Y la investigadora María José Castaño Reyero, junto con su equipo de la Universidad Pontificia Comillas, contribuye mediante investigaciones rigurosas a la comprensión de los fenómenos tan contemporáneos como la migración, las leyes de asilo y refugio, y la trata de mujeres y menores.

Desde aquí, en lo personal y en lo profesional, les envío un enorme abrazo, un enorme agradecimiento y una gran enhorabuena, por lo que hacen y por todo lo bueno que puede salir de ello. No son temas fáciles, pero son necesarios e imprescindibles.

Como lo son las causas que se han presentado en un enorme conjunto de propuestas que cada año recibimos en el Concurso Avanzadoras. A quienes habéis estado en la lista, y a quienes os habéis animado a presentar una candidata, un millón de gracias. Este premio sólo tiene sentido con todos vosotros.

Hace unos días pensaba que lo que no se reconoce no existe. Ahora, con el ejemplo de estas Avanzadoras, creo que es un compromiso y una obligación conocer más para remar en la dirección correcta. Seguiremos contando cosas de ellas.

Un enorme abrazo a todas las Avanzadoras en este Día Internacional de la Mujer. #NosotrasParamos y #Avanzadoras8M son buenas referencias para seguir la conversación e impulsar a quienes lo merecen.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de  Oxfam Intermón, que junto con 20minutos promueve cada año el Concurso Avanzadoras.

Avanzadoras: en el camino del reconocimiento

Por Belén de la Banda

Lo que no se reconoce, no existe. Cuando se acerca la fecha del 8 de marzo, en la redacción de 20minutos y en las oficinas de Oxfam Intermón sentimos una emoción muy especial. Llega el momento del reconocimiento.

Entrega del premio Avanzadoras 2016. Mariú d’Errico y voluntarias de su organización, ACOPE, en compañía de Arsenio Escolar, director de 20 Minutos, Melisa Tuya y Sole Giménez. Imagen de Elena Buenavista / 20 minutos.

Nos hemos empeñado en abrir cada año una oportunidad para que cientos de personas piensen en las mujeres de su entorno que merecen ser mucho más conocidas de lo que son, recibir más apoyo del que tienen. Mujeres con compromiso, con criterio, con liderazgo. Mujeres con causa.

Así que cada año por estas fechas convocamos el concurso Avanzadoras. Buscamos a esas personas que con su actividad hacen mejor el mundo a su alrededor. Se nos ocurren muchos ejemplos, pero sobre todo, sabemos por experiencia que hay personas que conocen muchos más.

No quisiera estar en la piel de María Solanas, Coordinadora de Proyectos del Real Instituto Elcano, de Melisa Tuya, editora de blogs y especiales de 20 Minutos, o de Marcela Ospina, Directora de Comunicación de Oxfam Intermón, que compondrán el jurado este año.

En las ediciones anteriores, gracias al premio Avanzadoras, conocimos a Sagrario Mateo, una Avanzadora navarra contra la violencia que ayuda a otras mujeres a superar lo que ella misma había sufrido.

En 2015 celebramos el compromiso de 360 grados de Mabel Lozano contra la trata de personas, convertido en la mayor implicación audiovisual y personal que puede tenerse. Con su documental ‘Chicas nuevas 24 horas’ ha viajado por todo el mundo para visibilizar la trata y contribuir a erradicarla de una vez por todas.

Y el año pasado nos encontramos con Mariú d’Errico, una voluntaria que durante más de treinta años ha acompañado y ofrecido oportunidades de reinserción a mujeres presas de diferentes prisiones en nuestro país. Fueron sus compañeras de voluntariado quienes pensaron que el premio Avanzadoras ayudaría a crear conciencia social sobre la situación de estas mujeres.

Cada año, las premiadas y las finalistas nos llenan de esperanza. Y nos emociona la cantidad y calidad de las propuestas. Vemos que con su liderazgo y su pasión hacen posibles muchos cambios en nuestra sociedad.

Seguro que se te ocurren ejemplos. Si conoces a una Avanzadora que merezca un homenaje, preséntanosla. Cuéntanos su historia. Haz posible que el 8 de marzo miles de personas tengan oportunidad de conocerla y apoyar su causa.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón. Comprometida con el Proyecto Avanzadoras.

Las palabras sanadoras de las mujeres de Colombia

Por Belén de la Banda

Miles de mujeres están dejando atrás en Colombia el que parecía un destino inexorable de víctimas. En unos años han superado todos los tipos -los más extremos- de violencia, de marginación, de subordinación, de desprecio y maltrato en el ámbito público y en el privado. Han logrado participar de manera activa y determinante en el camino hacia la paz en su país, para salir de un terrible conflicto bélico.

Mujeres con los pies en la tierra han hecho realidad el proceso de paz en Colombia. Imagen del proyecto Mujeres al frente, de Lula Gómez.

Nada es fácil para ellas aún hoy, pero las mujeres de Colombia han conseguido contribuir a la paz cambiándole el ADN al proceso. Un proceso de paz que pretendía pasar por encima de ellas como lo había hecho la guerra. La inteligencia colectiva de las mujeres colombianas logró hacer entender que una paz sin ellas no tenía ninguna oportunidad de ser auténtica, o de durar.

La paz en Colombia no puede dejar a un lado a mujeres como Patricia Guerrero, que fue jueza y que creó la Ciudad de las Mujeres para permitirles vivir en paz en los peores tiempos del país. O Nelly Velandia, la voz de seis millones de mujeres campesinas. O Mayerlis Angarita, que sobrevivió al conflicto y fundó Narrar para vivir, o la luchadora Luz Marina Bernal, que inició una lucha que aún no termina para reivindicar la memoria de su hijo asesinado en un ‘falso positivo’. O Beatriz Montoya, Vera Grabe, Luz Marina Becerra… Cada una de ellas con un trauma y un dolor imposible de medir a sus espaldas, han protagonizado trayectorias impresionantes. Y cada una ha pensado la paz y la ha compartido. Y ha exigido compartirla cuando nadie le invitaba a estar en ese proceso.

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Avanzadoras 2016: un premio a la libertad y la dignidad

Por Belén de la Ba@bdelabandanda 

«Vivo mi voluntariado con la conciencia de que es y debe ser  una intervención responsable que no puedo transferir, ni delegar. Es una realidad que necesita presencia y respuesta».

Son las palabras de María Pîlar d’Errico, Premio Avanzadoras 2016 de 20 minutos y Oxfam Intermón. Su trayectoria de 30 años colaborando como voluntaria con mujeres en prisión sirvió para que sus compañeras de organización se animaran a presentarla al premio. Dicen que es ‘el alma’ de ACOPE, Asociación de Colaboradores con las Mujeres Presas, un grupo de voluntarias y voluntarios que entran en las cárceles para ayudar: porque las presas, sin justificar ningún delito, son seres humanos con derechos. Mariú ha pasado en estos últimos años por Yeserías, Brieva, Carabanchel, Alcalá-Meco y Albacete, y aún no ha podido responder a algunas de las preguntas que le remueven, por el sufrimiento que ve cada día en las mujeres a las que acompaña con su voluntariado.

'Transforma en lucha tu dolor', pintada en una calle de Madrid. Imagen de Belén de la Banda.

‘Transforma en lucha el dolor’, pintada en una calle de Madrid. Imagen de Belén de la Banda.

Todos los años, por estas fechas, hay cuatro mujeres que lo pasan al mismo tiempo bien y mal. Son el jurado del premio Avanzadoras, que cada año lo tiene francamente difícil. Este año, además de Mariu, habíamos recibido por lo menos treinta propuestas bien documentadas, de causas sumamente valiadas y valiosas.

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¿Para qué sirve un premio?

Por Belén de la Band@bdelabanda

Creo que es mal día para este título, en la resaca de los Oscar y mientras todo el mundo comenta los modelitos de la alfombra roja y lo que pasó por fin con Leonardo. La cosa no va de eso, aunque podría formar parte de la reflexión. Desde hace un par de años, gracias a mi trabajo, estoy descubriendo por la vía de los hechos lo importantísimo que es el reconocimiento.

Mariam nana tierra

Mariam Nana mostrando la tierra en sus manos, durante el encuentro de mujeres en Madrid en 2013. Imagen: Laura Martínez Valero / Oxfam Intermón

Lo que no se encomia no existe, podríamos decir. Y especialmente en el caso de las mujeres, cuyos logros se minimizan con preocupante frecuencia, y a las que que se les adjudican de forma sistemática determinadas tareas, propias de ‘la mano invisible’, a las que no se da valor ni reconocimiento alguno, nunca.

Tengo la oportunidad de estar en contacto con muchas mujeres de distintos lugares del mundo cuyas actividades merece la pena conocer y difundir. Y creo que para ellas, como para cualquier persona comprometida en una causa, la mera posibilidad de que sus luchas se conozcan fuera de sus países es una forma de avanzar en sus logros.

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Ver y mirar: nosotros y la trata

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hace quince años, poco después del nacimiento de mi segunda hija,una amiga me invitó a visitar a un pequeño grupo de madres adolescentes en Perú. Conocerlas era una experiencia dolorosa e inolvidable, porque ellas, y todas las niñas que vivían en el mismo centro, eran niñas que habían quedado embarazadas como consecuencia de haber sido sometidas a la explotación sexual. Con trece, catorce, dieciséis años, habían vuelto a nacer después de experiencias terribles, impropias de su edad y fuera de la dignidad humana que merecían. Pero allí estaban, ellas y sus bebés, dejando la pesadilla a sus espaldas y tratando de aprovechar sus pocas oportunidades, de volver a estudiar, de conseguir un trabajo, una vida. Y sobre todo de rehacerse, de llegar a ser ellas mismas, personas con todos sus derechos sobre los hombros.

Con esa visita empezamos un pequeño voluntariado familiar que dio sentido a nuestros fines de semana durante los años siguientes. Los sábados por la tarde enrumbábamos hacia la otra punta de Lima, y pasábamos con ellas unas horas magníficas. Tratábamos de buscar cada día alguna excusa entretenida que nos permitiera compartir e intercambiar, acompañarlas en la recuperación de su autoestima, de sus fuerzas y de sus ilusiones. No sé si les fui de mucha utilidad, pero cada semana crecía mi cariño y admiración por cada una de ellas en su personalísimo estilo, por su voluntad, su ingenuidad, su inteligencia y sus ganas de vivir.

CHN24H

Imagen del proyecto Chicas nuevas 24 horas

Procuraba no preguntarles por lo que habían dejado atrás, aunque sabía que la mayoría de ellas habían salido de las humildes casas de sus familias -en la costa, la sierra o la selva- para ir a alguna ciudad cercana a estudiar, y ayudar en alguna casa de familia a cambio de su alojamiento. Pero todo era un espejismo. Cuando perdían el contacto con sus padres y hermanos, las redes de la trata se apoderaban de ellas. Eso es lo poco que yo fui sabiendo entre juegos, charlas, emociones y risas, de sábado en sábado.

Pensando en ellas este fin de semana voy a ver un documental, ‘Chicas nuevas 24 horas’ que cuenta la otra parte de la historia. La de estas niñas peruanas, por supuesto, pero también la de muchas otras de distintos países, que tienen en común vidas marcadas por la vulnerabilidad y la pobreza. Una mujer valiente, Mabel Lozano, se ha empeñado en que entendamos la estructura perversa de un negocio tan rentable como brutal que tenemos, desgraciadamente, cada día ante nuestros ojos, aquí, en nuestro entorno. Y en que miremos a los ojos a las víctimas y nos preguntemos qué tenemos que hacer, de una vez por todas, para que este desastre deje de ocurrir. Cómo podemos dejar de ser parte del negocio y empezar a ser parte de la solución #contralatrata.

El documental de Mabel Lozano, Chicas Nuevas 24 Horas, se presenta en las salas de cine de Matadero Madrid (Plaza de Legazpi, 8) los días 4, 5 y 6 de septiembre. Las sesiones se realizarán el viernes 04 de septiembre, a las 20 h; el sábado 05 de septiembre, a las 20.30 h., y el domingo 06 de septiembre, a las 20.30 h. Las entradas tienen un precio de 3,5 euros, cuya recaudación será destinada íntegramente a Apramp (Asociación para la prevención, reinserción y atención de la mujer prostituida). 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Cuando la vida queda atrás

@bdelabanda

Por Belén de la Banda 

Con frecuencia me pregunto cómo estará Madeleine Ndeisi, una de las personas que huyeron de la guerra en República Centroafricana en 2013. La conocí en el sur de Chad en septiembre, mientras mis hijos empezaban aquí el curso que ahora termina. Ella había tenido ya muchos meses de sufrimiento. Con 61 años, Madeleine es una persona anciana, sin fuerzas, terriblemente cansada y desorientada, como lo estaría cualquiera que haya perdido en un instante de guerra todo lo que tenía en su vida, en su país. Tampoco era mucho, lo que ella considera necesario:  ‘Allí tenía mi estera, mi comida como el sorgo, alubias, cacahuetes… Todo eso tenía para vivir, pero como hubo la crisis, tuve que irme, y lo incendiaron todo.’

Madeleine Ndeisi en la iglesia de Mainené, donde ha sido acogida tras huir de la guerra en República Centroafricana.

Un grupo de hombres armados entró en su aldea cuando ella había salido al campo. Mataron, quemaron las casas y los cultivos, pillaron el ganado. ‘Los niños tienen fuerza, corrieron. Pero yo no tengo fuerza, caminaba un poco y me caía, otro poco y me caía, así que tuvieron que ayudarme. Me cansaba y me caía‘. El hijo de Madeleine y sus vecinos la buscaron, salvaron su vida y cargándola a sus espaldas la llevaron al otro lado de la frontera de Chad, buscando la seguridad. La suya es apenas una historia más en un entorno de desastre: salvar la vida no ha significado asegurar la supervivencia.

Su hijo tuvo que seguir camino hacia N’Djamena, pero Madeleine no podía continuar. En Mainené, el pueblo al que llegó, la comunidad hizo un gran esfuerzo para acoger a todos los que llegaban aterrorizados, agotados de caminar de noche, traumatizados. La hospitalidad africana es norma, y además muchos de los habitantes de este pueblo habían tenido la experiencia de huir al otro lado de la frontera. ‘Me acogieron bien en Mainené, por eso estoy aquí. No me quejo de pasar la noche en la iglesia, sino de que nos falta para comer, a nosotros y a ellos mismos, aunque nos han acogido bien.

Junto a Madeleine está todo lo que tiene ahora mismo en el mundo: una estera donde dormir, y un par de mantas. Al pueblo le gustaría poder hacer más por los refugiados, pero los recursos son muy limitados, desde los pozos que se secan cuando no llueve suficiente, hasta la escasez de comida. Madeleine ni siquiera puede hacer lo mismo que otras personas refugiadas: no tiene fuerza para trabajar en el campo.

Los días son muy duros para ella, sin nada que hacer y sin fuerzas para hacer nada. ‘Si tengo ayuda, salgo de día, y voy al bosque y cojo hojas silvestres, las cocino y las como.‘ Porque la comida es la principal preocupación del día: ‘La gente del pueblo encuentra también poco para comer. Pero sobre todo nosotros los refugiados tenemos mucho problema para conseguir comida’. 

Los días y los meses pasan rápido. El curso escolar termina aquí después de un año de esfuerzo. No puedo olvidar el peso de los días de Madeleine, la recuerdo y me pregunto cómo habrá pasado la estación seca, si habrá sobrevivido a la dureza de esa vida de refugiada, a la añoranza de esa vida que para ella, en todos los sentidos, quedó atrás.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.