Entradas etiquetadas como ‘Afganistán’

El tiempo de las mujeres árabes es hoy ‘la diversidad’

Rosa M. Tristán Rosa Tristán

“Ramika es rapera en Afganistán, todo un desafío a la convenciones de una sociedad misógina tan ultraconservadora. Su última canción, Doghtar Afghan (chica afgana), denuncia la situación de las mujeres en ese país que intenta salir adelante después de tres décadas largas de conflictos”. La frase pertenece al libro El tiempo de las mujeres: crónicas asiáticas, que la periodista y escritora Ángeles Espinosa acaba de publicar en la editorial /La Línea del Horizonte y que nos acerca a ese mundo femenino que desde una orilla cubrimos tan a menudo con el velo de los tópicos.

Imagen de Harits Mustya Pratama (unsplash)

Ramika es rapera, la iraní Nidal Naser es juez en la ciudad de Nayaf y la yemení Tawakul Kerman logró Premio Nobel de la Paz. Son mujeres, explica Espinosa, que pueden o no llevar cubierta su cabeza, pero que van dando pasos hacia adelante, con el reto que supone no sólo luchar contra estructuras religiosas, políticas o legales, sino con lo más cercano, la familia.

La obra de Ángeles Espinosa nos lleva de viaje por una docena de países a lo largo de un centenar de las crónicas que ha publicado como corresponsal de El País en el mundo árabe a lo largo de los años. La selección nos revela las conquistas de las mujeres, algunos nombramientos en cargos públicos y también los muchos retos por cumplir, los miedos, el sufrimiento, los retrocesos cuando soñaban con una liberación que llega lenta. “Es sobre todo diversidad”, explica la autora. “Y hay que mirarlas así, rompiendo con la única idea de que el velo es un reflejo de atraso porque eso nos impide ver lo que hay debajo, que es diversidad”, asegura.

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Sonita Alizadeh: el rap de la fuga

Por Silvia Martínez Valero Silvia Martínez Valero

Es curioso cómo el talento siempre encuentra alguna manera de salir a la superficie. No importa dónde estés ni quién seas; el arte será siempre una forma de liberación. Un buen ejemplo de ello es la joven Sonita Alizadeh. Nacida en Afganistán, su familia intentó venderla como novia a la edad de diez años. En aquel momento, como ella misma ha confesado, no sabía muy bien qué significaba aquello y tuvo la inmensa suerte de trasladarse con su familia a Irán antes de que el acuerdo se consumara. Allí se dedicó a aprender a leer y escribir por su cuenta mientras trabajaba limpiando baños y llegaron hasta sus oídos los trabajos del rapero iraní Yas y el americano Eminem.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

Con estos referentes cuyas letras hablan en numerosas ocasiones de situaciones difíciles y autosuperación, Sonita decidió emprender su propio camino como cantante de rap (algo que a todas luces iba a ser costoso, dado que en Irán se prohíbe a las mujeres cantar en público). No obstante, lo consiguió. Su primer éxito fue en una competición estadounidense en la que una de sus canciones acerca de los derechos de voto del pueblo afgano fue premiada con mil dólares. Sonita envió el dinero a su madre –que volvía a vivir en Afganistán- y esta le dijo que había encontrado un nuevo hombre a quien venderla. En este momento ella tenía 16 años y sí que comprendía las implicaciones de lo que estaba a punto de ocurrirle.

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Lo que hacen las mujeres para que haya paz en el mundo

Por Winnie Byanyima Winnie_Byanyima

Como antigua parlamentaria ugandesa, he estado siempre interesada en el rol que juegan las mujeres como impulsoras del progreso, tanto femenino como masculino, no solo en mí país, sino en todo el mundo.

En este momento las mujeres ocupan el 34% de los asientos del parlamento ugandés, gracias, en buena medida, a las cuotas establecidas por la Constitución. La batalla por la igualdad está lejos de haber acabado para las mujeres ugandesas, pero, por lo menos, cuentan con representantes que pueden dar voz a sus preocupaciones durante el proceso de toma de decisiones.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Asegurarse de que estas reflejan las necesidades y puntos de vista de la mayoría nunca es más importante que cuando el tema tratado es la paz y la seguridad. Sin embargo, el avance que ha supuesto que un número record de mujeres entren en política en países como Uganda, Ruanda o Afganistán no ha tenido su paralelismo en la representación femenina en los procesos de paz y en las instituciones internacionales de seguridad.

Yo misma formé parte del proceso de paz de Uganda en los 80 y fui una de las firmantes del Acuerdo de Paz de 1985. Sin embargo, tal y como explica un reciente informe de Oxfam ‘Mujeres, paz y seguridad: Cumplir la promesa’, se trató de una rara excepción.

Entre 1992 y 2011, menos del 4% de las firmas en los tratados de paz  fueron de mujeres. Del mismo modo, las mujeres representaron menos del 4% de los participantes y  del 10% de los negociadores en las conversaciones de paz. Por otro lado, en las misiones de mantenimiento de la paz y en los sistemas de seguridad nacional en áreas de conflicto, las mujeres también estuvieron infrarrepresentadas.

Esta exclusión de las mujeres tiene poco sentido. Los conflictos amenazan a todos, pero implican  riesgos específicos sobre mujeres y niñas, como la violencia sexual, el tráfico de personas y un mayor aumento de las desigualdades de género. Los intentos para acabar con estos problemas están destinados a fracasar si la perspectiva y las contribuciones de las mujeres no están apropiadamente integradas en los esfuerzos de prevención y recuperación de conflictos.

Reconociendo el problema, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó hace 15 años la histórica resolución SCR1325 para defender los derechos de las mujeres en los conflictos y su papel en los procesos de paz y seguridad. Desde entonces seis resoluciones más del Consejo de Seguridad han ayudado a establecer una política-marco sobre este tema. Así, casi 50 países han desarrollados Planes de Acción Nacionales para implementar la resolución de la ONU y varios de ellos han actuado como importantes e influyentes promotores de estas políticas.

Sin embargo, y como muestra la casi total ausencia de mujeres en las conversaciones de paz, se han hecho pocos avances reales. Es necesario fomentar la participación de las mujeres en este tipo de procesos, así como prestar más atención a la prevención de conflictos. Muchos de estos enfrentamientos han sido señalados por la presencia de violencia basada en el género, a menudo facilitada por un tráfico descontrolado de armas pequeñas y por una cultura de la impunidad.

La financiación para este tipo de políticas promovidas por la ONU ha crecido, pero sigue siendo demasiado baja como para lograr sus objetivos. Las organizaciones locales por los derechos de las mujeres, que se encuentran en primera línea de los esfuerzos para la prevención y recuperación de conflictos, tienen problemas de financiación. Igualmente mucho de los Planes de Acción Nacionales carecen de un presupuesto importante, o incluso de cualquier tipo de recursos.

El mes que viene se celebrará el 15 aniversario del UNSCR 1325 y estos temas deben tratarse. El próximo 13 de octubre, la ONU realizará un examen al más alto nivel para analizar los avances de estas políticas y los retos a los que ha habido que enfrentarse en los últimos 15 años. También se fijaran nuevos objetivos. Constituye una oportunidad única para tratar estos temas con ambición. Para prepararse para la reunión docenas de ministros y altos funcionarios discutieron propuestas en una conferencia el pasado día 30 en Nueva York, donde fui invitada a hablar.

Dije que no hay tiempo que perder. El número de conflictos no ha hecho más que aumentar en la última década, lo que ha llevado a un número record de personas desplazadas tratando de encontrar refugio en Europa, partes de Asia y otros lugares. Esto supone un reto para los gobiernos y las comunidades de todo el mundo. Nunca había habido una mejor oportunidad para garantizar que las mujeres puedan contribuir de manera eficiente a los esfuerzos de paz y seguridad de un mundo afligido.

Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional

Mujeres policía en Afganistán

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

Ser mujer en Afganistán no es fácil. De hecho, según un informe de 2011, este país encabeza la lista de países más peligrosos para ser mujer. Desgraciadamente esto no suena a nuevo. Con el inicio de la guerra de Afganistán en 2001, mucha gente oyó hablar por primera vez de los talibanes y de las horribles prácticas fundamentalistas que impusieron en el país desde 1996. Las mujeres fueron las principales afectadas y se les prohibió, entre muchas otras cosas, trabajar.

Este fue el motivo de que desde 1996 y hasta la caída del gobierno talibán en 2001, el Cuerpo Nacional de Policía Afgano (ANP) no contara con mujeres en sus filas. La situación hoy en día es distinta, pero no mucho. El Gobierno afgano ha llevado a cabo varias iniciativas para fomentar el ingreso de mujeres en la policía. Sin embargo, a día de hoy sólo un 1% del personal son mujeres. Concretamente, unas 1.500 mujeres. La cifra supone un incremento importante, pero queda muy lejos de lograr la meta de 5.000 mujeres fijada para finales de 2014.

¿Por qué es tan necesario que las mujeres se incorporen a esta profesión y no a otra? En realidad es necesario que la mujer se incorpore en todos los sectores, pero las mujeres policía son especialmente importantes en Afganistán porque suponen el acceso a la justicia de muchas mujeres que, a día de hoy, siguen sufriendo los abusos de la cultura machista imperante.

 

Mujeres policía en Afganistán

Mujeres policía en Afganistán

En un país donde los matrimonios forzados, violaciones, lapidaciones y crímenes de honor siguen a la orden del día, las mujeres únicamente pueden denunciar su situación a otras mujeres, a mujeres policía. Esto es así porque las normas sociales crean un muro entre sexos y muchas mujeres se sienten incapaces de hablar con hombres policía, algo que por otro lado puede resultar un riesgo añadido a su situación.  Como dice Mariam, una joven de 18 años de la provincia de Logar, “nos da vergüenza contar a los hombres  nuestros problemas, pero con una mujer es diferente: ella siente lo mismo que nosotras”.

Infografía: las mujeres afganas necesitan mujeres policía. En una sociedad profundamente conservadora, las mujeres sólo pueden denunciar los delitos que sufren a mujeres policías.

Infografía: las mujeres afganas necesitan mujeres policía. En una sociedad profundamente conservadora, las mujeres sólo pueden denunciar los delitos que sufren a mujeres policías.

Y sí que sienten los mismo. A veces, hasta extremos insospechados. Porque las mujeres policía no están a salvo, ni mucho menos, de la violencia y de los abusos. En 2012 una investigación reveló que en Mazar-e-Sharif, la tercera ciudad con más mujeres policía, el acoso sexual y las violaciones de mujeres policía por parte de sus colegas varones era una práctica extendida. Además, altos cargos de la policía exigían favores sexuales a cambio de promociones. Promociones que en muchos casos nunca llegaban, ya que muchas mujeres policía suelen desempeñar tareas menores en las que no pueden destacar, como llevar el té, y carecen de material básico, como uniformes.

Por todo ello es necesario un aumento de las mujeres en el ANP, pero no sólo eso. Su situación debe mejorar. Deben tener mejor entrenamiento y acceso a puestos de relevancia. Además, los hombres también tienen que recibir formación en temas de género y leyes. Todo esto es muy necesario porque la mejora de la situación de las mujeres policía conllevará inevitablemente una mejora de la situación de las mujeres en todo el país, especialmente en las zonas rurales donde persisten las prácticas talibanes y donde es muy raro conseguir ver a una mujer policía.

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.