Archivo de la categoría ‘Cultura’

Las palabras sanadoras de las mujeres de Colombia

Por Belén de la Banda

Miles de mujeres están dejando atrás en Colombia el que parecía un destino inexorable de víctimas. En unos años han superado todos los tipos -los más extremos- de violencia, de marginación, de subordinación, de desprecio y maltrato en el ámbito público y en el privado. Han logrado participar de manera activa y determinante en el camino hacia la paz en su país, para salir de un terrible conflicto bélico.

Mujeres con los pies en la tierra han hecho realidad el proceso de paz en Colombia. Imagen del proyecto Mujeres al frente, de Lula Gómez.

Nada es fácil para ellas aún hoy, pero las mujeres de Colombia han conseguido contribuir a la paz cambiándole el ADN al proceso. Un proceso de paz que pretendía pasar por encima de ellas como lo había hecho la guerra. La inteligencia colectiva de las mujeres colombianas logró hacer entender que una paz sin ellas no tenía ninguna oportunidad de ser auténtica, o de durar.

La paz en Colombia no puede dejar a un lado a mujeres como Patricia Guerrero, que fue jueza y que creó la Ciudad de las Mujeres para permitirles vivir en paz en los peores tiempos del país. O Nelly Velandia, la voz de seis millones de mujeres campesinas. O Mayerlis Angarita, que sobrevivió al conflicto y fundó Narrar para vivir, o la luchadora Luz Marina Bernal, que inició una lucha que aún no termina para reivindicar la memoria de su hijo asesinado en un ‘falso positivo’. O Beatriz Montoya, Vera Grabe, Luz Marina Becerra… Cada una de ellas con un trauma y un dolor imposible de medir a sus espaldas, han protagonizado trayectorias impresionantes. Y cada una ha pensado la paz y la ha compartido. Y ha exigido compartirla cuando nadie le invitaba a estar en ese proceso.

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Metafísico: nuestro cuerpo contra nosotras mismas

Por Lula Gómezlula-sobre-mc3ad

¿Hay algo más allá del físico?, ¿me queda grande el mundo o la ropa pequeña? Aprieta bien, que no se note que soy mujer”, se escucha en el vídeo Metafísico, ideado por cuatro jóvenes de la Casa de la Juventud de Villarejo, Madrid, para repensar qué le pedimos al cuerpo y cómo nos esclavizan los cánones. Porque la mayoría, obedecemos, domesticados, especialmente nosotras, mujeres, que caemos esclavas ante la dictadura de los kilos, las arrugas, las canas, las manchas, los años y las verrugas. Resulta fácil de explicar: la sociedad durante siglos nos ha convencido del valor social de nuestros cuerpos y de una belleza que se pesaba en kilos y en cánones, los que dictaba ella. No es nuevo. Hace ya tres siglos Mary Wollstonecraft escribía: ‘Enseñadas desde su infancia que la belleza es el cetro de las mujeres, la mente se amolda al cuerpo y, errante en su dorada jaula, solo busca adornar su prisión’.

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Fotograma del corto Metafísico.

En el caso de este corto, la idea surgió a partir de que una de las “ideólogas” no se gustaba: pesaba más de lo estándar y quería dejar de hacer teatro, su afición.

Metafísico les sirvió para darle la vuelta a la tortilla y descubrir cómo se usan la feminidad y la belleza como trampas que nos llevan a un “elimina, quita, reduce, deshaz, disminúyete”… Y así, talla a talla, crema a crema, centímetro a centímetro, nuestro cuerpo se vuelve contra nosotras mismas. Todo, porque lo dicen las revistas, la televisión y los cánones de esbeltas y delgadas. Todo porque el cuerpo de las mujeres se ha convertido en lugar público hacia el que también se ejerce violencia. Aceptamos la domesticación del mercado –a quien le interesa vender- y nos convertimos en mercancía, dejamos de ser libres. “Es hora de quererme. De romper el estereotipo. No necesito la aprobación de nadie”, se escucha en el vídeo de las jóvenes madrileñas como grito de libertad ante la imposición de ser delgada.

Se trata de romper con el yugo de la báscula y las imposiciones. La feminista  Naomi Wolf en su libro El mito de belleza lo expresaba de una forma nítida y clara: ‘Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de estas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres: una población tranquilamente loca es una población dócil’.

El pequeño vídeo es bello, de una belleza enorme, una belleza que no se pesa. firman: Martina García Morente, Miriam González Díaz, Beatriz Luis Piñero y Ramón Fernández González. Merece la pena verlo.

Lula Gómez, escritora y periodista todoterreno. Actualmente dirige su propia agencia desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia.

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Alimentar, educar, sobrevivir, cambiar

Por Dori Fernández

Al principio, ellos salían a cazar, mientras ellas y la prole dedicaban su tiempo a recoger bayas, granos y frutos silvestres que constituían la base de la alimentación del grupo. La caza de animales se volvía muy difícil sin más armas que lanzas y piedras talladas, con lo que ingerir proteína animal se convertía en una celebración esporádica. (Recomiendo leer Las mujeres en la prehistoria, editado en el 2008 por el Museu de Prehistòria de València).

Imagen del documental 'Cartografía de la Soledad', de Nocem Collado.

Imagen del documental ‘Cartografía de la Soledad’, de Nocem Collado.

Ni ellas ni ellos reconocían la causa-efecto de la copulación, con lo que los hijos e hijas que alumbraban eran entendidos como un bien común que había que cuidar porque aseguraba la pervivencia de la tribu. Sin saberlo, tenían claro que «para educar a un niño hace falta la tribu entera», que dirá con acierto Jose Antonio Marina.

Más tarde, aprendieron a domesticar animales y a cultivar la tierra con su ayuda. Y también a ver las consecuencias de la copulación entre un hombre y una mujer. Ya nada era cosa de la tribu entera, sino de dos, de ellas y ellos, aunque seguían siendo los varones quienes salían fuera de su jurisdicción para intercambiar productos, semillas o ganado con sus otros iguales. Los constantes embarazos y el cuidado de la prole ataban a las mujeres al ámbito del ahora hogar-huerto.

Y con la agricultura aparecieron los excedentes y la propiedad privada. La tierra producía más de lo que una pareja y su prole eran capaces de consumir. Se hizo necesario mercadear con lo sobrante, cambiándolo bien por bienes de consumo, bien por bienes de acumulación (propiedades, ganado y otros bienes patrimoniales). La tribu había desaparecido para dar paso a la familia, la unidad básica de consumo, o “el medio de reproducción de la fuerza de trabajo” como la definiría Marx.

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Sonita Alizadeh: el rap de la fuga

Por Silvia Martínez Valero Silvia Martínez Valero

Es curioso cómo el talento siempre encuentra alguna manera de salir a la superficie. No importa dónde estés ni quién seas; el arte será siempre una forma de liberación. Un buen ejemplo de ello es la joven Sonita Alizadeh. Nacida en Afganistán, su familia intentó venderla como novia a la edad de diez años. En aquel momento, como ella misma ha confesado, no sabía muy bien qué significaba aquello y tuvo la inmensa suerte de trasladarse con su familia a Irán antes de que el acuerdo se consumara. Allí se dedicó a aprender a leer y escribir por su cuenta mientras trabajaba limpiando baños y llegaron hasta sus oídos los trabajos del rapero iraní Yas y el americano Eminem.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

El éxito de su rap salvó a Sonita del matrimonio forzoso. Imagen promocional de la artista.

Con estos referentes cuyas letras hablan en numerosas ocasiones de situaciones difíciles y autosuperación, Sonita decidió emprender su propio camino como cantante de rap (algo que a todas luces iba a ser costoso, dado que en Irán se prohíbe a las mujeres cantar en público). No obstante, lo consiguió. Su primer éxito fue en una competición estadounidense en la que una de sus canciones acerca de los derechos de voto del pueblo afgano fue premiada con mil dólares. Sonita envió el dinero a su madre –que volvía a vivir en Afganistán- y esta le dijo que había encontrado un nuevo hombre a quien venderla. En este momento ella tenía 16 años y sí que comprendía las implicaciones de lo que estaba a punto de ocurrirle.

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Margarita Álvarez: talento versus mediocridad

Por Nuria Coronado 

Hay personas que pasan por el mundo sin pena ni gloria. Llevan a cuestas una mochila cargada de un NuriaCoronadopeso pasado, presente y futuro marcado por la palabra amargura. Son quienes, no es que de vez en cuando vean el vaso medio lleno, es que lo ven día tras día, más seco que un pantano en época de sequía.

Del otro lado están las personas con chispa, las que te conquistan sin haber hablado ni una sola palabra con ellas, las que van dando botes por la vida impulsadas por el muelle de la pasión porque lo llevan integrado de serie. Son seres mágicos capaces de impactar, innovar y hacer de este mundo cambiante un sitito lleno de gozo y cuyo suelo, techo y paredes están decorados de alegría constante (a pesar de las dificultades) y de sonrisas capaces de iluminar a otros. Son quienes, como un buen amigo o un familiar querido, te dan ese abrazo o golpe mudo en la espalda cuando las cosas no van todo lo bien que deberían y en susurros te dicen: ¡ánimo que tú puedes!

Margarita Álvarez, directiva de Adecco.

Margarita Álvarez, directiva de Adecco.

A esta segunda y maravillosa especie pertenece Margarita Álvarez, directora de Marketing y Comunicación de Adecco. Una mujer a la que le habría venido como anillo al dedo llamarse Felicidad pero que brilla y es única al igual que el significado de su nombre de origen griego (Margarites): ‘la que es como una perla‘. Ella reluce como una avanzada y adalid de algo tan necesario como poco practicado en este país: conseguir la felicidad en el trabajo.

Margarita, Marga como le llaman los más cercanos, se pone el mundo por montera y se empeña, día sí y día también, en un cambio de cultura empresarial cuyo epicentro comienza en ella misma. Para predicar hay que dar ejemplo: ‘cada jornada mi vida está marcada con un fin: que la felicidad sea la meta de todos en todos los ámbitos de la vida’, dice con su eterna sonrisa. ‘Las empresas tienen que entender las cosas que les hacen vibrar, que cada persona tenga un ámbito de decisión y de influencia. No es lo mismo que yo llegue a una empresa y me digan lo que tengo que hacer, lo cumpla y me vaya a mi casa a que me den algo y yo aporte valor añadido, deje una huella en ese trabajo. Eso tiene un efecto vital, te vas a casa con una sensación increíble‘, añade.

Y es que esta abogada, madre de tres hijos que le han salido tanto o más “happy” que ella misma, tiene claro que los trabajadores son algo más que un simple contrato con nombre y apellidos. Son la materia prima a la que hay que cuidar y mimar como oro en paño porque en el trabajo se pasa más de un tercio de la vida y si no estamos bien, la cosa acaba siendo como la crónica de una muerte anunciada. Es de las mujeres que además consideran que hay que cambiar el verbo preocuparse por el de ocuparse de ellos. ‘Esa, y no otra, es la manera más inteligente y sencilla de retener su talento’, comenta.

De ella una no se cansa de escuchar y resonar con frases que acaban siendo verdades como puños: “las personas no se van de las empresas, se van de los jefes” o “quien no contrata talento, contrata mediocridad”. Además es una gran defensora de la igualdad entre hombres y mujeres. Y esa defensa la hace en su propia casa: “si alguno de mis hijos enferma no me tienen porque llamar a mí”, recalca.

Margarita además pertenece a otro mundo que marca la diferencia, el de los knowmads (nómadas del conocimiento). En ese planeta uno no para de aprender para enseñar y compartir. No ceja en el empeño de creer, actuar y activar. ‘Actuar, dando pasos pequeños, uno tras otro, que construyan un camino. Y activar una inercia a nuestro alrededor que amplifique nuestras acciones, que supongan un cambio mayor’. Su curriculum nos hace pensar en tantas y tantas Avanzadoras, en nuestro país y en el mundo. Desde aquí Margarita, mi gratitud y la de tantas miles de personas, que cada vez que te escuchamos, crecemos y nos inoculamos con el maravilloso virus de la felicidad.

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com  y responsable de Comunicación de Juan Merodio.

Las mujeres que leen son peligrosas

Por Flor de Torres flor de torres nueva recortada

Marzo. Mes que nos regala un día festivo, de igualdad y de conquistas. De luchas y derechos.  De  historias de mujeres. Un tiempo de homenaje a todas las mujeres que nos han hecho ser más mujeres. Como las escritoras que nos regalan historias diferentes de mujeres y conquistas. La Literatura describe y combate la desigualdad. Dignidades en la sombra de sus propios relatos de vida.  Derechos invisibles de mujeres que están dormidos y que las palabras logran despertar.

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Portada del libro ‘Las mujeres que leen son peligrosas», de Stefan Bellman. Imagen: Editorial Maeva.

Despertamos como Clarisa Pinkola Stés en ‘Mujeres que corren con Lobos’ nos enseñó: ‘El Despertar de la Mujer adquiere connotación de rebelión, supremo acto de valor que convertirá la oruga en mariposa. Fíjate con qué facilidad se desplaza la luciérnaga en la noche! En tiempos como estos estamos destinados a vestirnos de Luz, a eso hemos venido. El Amor comienza más allá del temor. Mientras tenemos miedo estamos paralizados. Es preciso avanzar en dirección a nuestros peores miedos, es urgente enfrentar nuestros peores monstruos, para descubrir que los tigres son de papel, es preciso prepararse para tener la forma del agua, tan fuerte que perfora la roca y tan flexible que tiene todas las formas sin dejar de ser agua… Ser mujer en esta época es una iniciación…’

Ellas son las mujeres que me hicieron. En ellas están reflejadas las inmensas palabras de Marcela Serrano en ‘Antigua vida mía’  cuya novela es una lucha  contra la desigualdad enredada en la violencia de género. ‘Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y  entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquél, el único en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior, para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre. Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía.’ Y solo la  unión de Violeta y Josefa logra la fuerza  de la liberación .

Son  sus voces las que se agregan a  las de ‘nosotras, las otras’ (madres, abuelas, bisabuelas), como testigos de esa experiencia femenina a través de las generaciones.  Voces y palabras que son regalos constantes. Como los que recibimos de  la comprometida y maravillosa escritora Ángela Becerra, Premio Planeta y creadora del Idealismo Mágico. Una reconocida escritora contemporánea cuyo firme compromiso contra la violencia de género atraviesa sus libros y su vida.

Su libro ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’ es el cauce de su autora para alumbrar la violencia de género que esta ejercida  por  un  casanova de nuestro tiempo, un auténtico sinvergüenza. Una historia de vidas rotas y reconstruidas en las voces de Alma y Morgana  donde se encierran  realidades de  mujeres y conquista de sus libertades. La de Morgana: ‘A ver si de una vez por todas me libero, estoy en mi derecho… De tristezas, de odios, de frustraciones, y rabias, del maltrato sufrido… No cuestionarse, no mirar, no dudar, no buscar, no soñar. Obedecer, asentir, saludar, hablar de lo que hablan los demás. Callar. Simple y llanamente hacer lo que se espera de ti, sin saltarse ni una sola regla…’

O la de Alma: ‘Mi existencia hubiera podido ser absolutamente diferente si desde el comienzo hubiera podido coger las riendas de mi vida y no se las hubiera dejado a nadie’. 

Cuando leemos estas historias no podemos evitar evocar las vidas de nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Ellas no vieron la luz de la igualdad, ni siquiera tuvieron la oportunidad de cuestionársela tal  y como  describe Ángeles Caso en ‘Contra el viento’‘Mi madre llevaba la tristeza encima, igual que la piel, resignada y brillante. Pero yo la veía moverse de un lado para otro, revolver los pucheros, pelar las patatas, planchar cuidadosamente las camisas de mi padre y la ropa de mis hermanos y la mía, y aquella normalidad, aquel latido apaciguado de la vida, la propia melancolía que emanaba de ella, me hacían sentir algo que se parecía mucho a la felicidad. Allí, a su lado, en medio de las cosas comunes y luminosas, estaba a salvo.’

Esa tristeza y esa nostalgia está también en las mujeres enclaustradas de la Maestra Carmen Martin Gaite, que miran la vida a través del cristal en ‘De tu ventana a la mía’:

Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven mujeres existe una ventana fundamental para la narración … Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del que sólo se sabe que está lejos. ’

Nos hicieron lúcidas a fuerza de leerlas, pero también decididamente irreverentes. De esa forma bella y combativa  que refleja Martha Rivera-Garrido  en su fragmento de ‘Los Amantes de Inbox de Papel’:

‘No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa’.

Leamos a nuestras maestras de la literatura porque en ellas y  en las mujeres que nos han descrito, en sus palabras, nos señalan el verdadero  camino de la igualdad. Nos ayudan a entender nuestra propia historia, así como las de nuestras madres, nuestras abuelas y nuestras bisabuelas. Mujeres grandes y desnudas de derechos.  Resignadas, brillantes y supervivientes de la desigualdad que vivieron enjauladas en  los claustros de sus cocinas y fueron también viajeras infatigables por las ventanas de sueños (los que nadie les pudo prohibir).  Y gracias a  Marcela Serrano, Ángela Becerra, Carmen Martin Gaite o Martha Rivera-Garrido, entre otras,  se  nos han descrito nuestra propia historia como mujeres en lucha  constante por la conquista de nuestros  derechos. Porque como dice uno de los personajes de Ángela Becerra: ‘Al final lo que queda dentro de ti es tu propia paz. La que has fabricado con lo que tienes’.

Y ahí estaremos nosotras, las otras, en alerta para acudir en la ayuda de las que nos necesiten  para liberarlas  y enseñarles el camino común de nuestra ansiada y necesaria igualdad.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Ana Magdalena Bach o el talento de las mujeres

Por Silvia Martínez Valero Silvia Martínez Valero

Desde que nuestros caminos se cruzaron en una clase de música hace años, Ana Magdalena Bach ha estado en bastantes ocasiones en mi mente; muchas más desde que descubrí lo que voy a contaros. Ana Magdalena fue una soprano alemana, segunda esposa de Johann Sebastian Bach, con quien tuvo doce hijos y a cuyo lado se mantuvo hasta su muerte. Admiro la música clásica, pero lo cierto es que pienso que los grandes compositores debieron de ser unos pésimos compañeros de vida y de hogar y, por ello, Ana siempre me pareció algo así como una santa. Cual fue mi sorpresa cuando me enteré de que un estudio demostraba que algunas de las obras de este famosísimo compositor fueron escritas por ella –que siempre había poseído talento musical–. Quizá sea ya un poco tarde, pero creo que se merece que esto se sepa.

Juan Sebastián y Ana Magdalena Bach. Imágenes de archivo

Juan Sebastián y Ana Magdalena Bach. Imágenes de archivo

Al principio se pensaba que había compuesto el aria de Variaciones Goldberg y el primer preludio de El clavicordio bien temperado: Libro I, pero posteriormente se ha descubierto que el asunto va más allá. No solo estas obras eran creaciones suyas, sino que algunas de las más famosas de Johann podrían serlo también, sobre todo las que se encuentran compuestas en el período final de la vida del compositor. Las pruebas radican en su mayor parte en estudios caligráficos realizados por la Universidad Charles Darwin de Australia y que demuestran que tanto por el estilo caligráfico de las notas como por la falta de la “tranquilidad” que produce el estar simplemente copiándolas, lo más lógico es pensar que fuera ella su más legítima autora. Pensad por un momento en todo lo que esto implica; ¿no os sentís sobrecogidos? Ana Magdalena habría tenido no solo que cuidar de su marido y su enorme prole, sino también que encontrar en aquellos tiempos lugar para su pasión: la música, la única amiga que le estuvo de verdad agradecida en vida.

En este momento puedo imaginarla cansada pero firme y fuerte, ayudando a su marido con sus tareas y sus obras y componiendo por las noches las suyas propias, sin que le desanimara el hecho de no obtener reconocimiento. Supongo que esa es una de las cosas que más me gustan de Ana Magdalena: que no se quedó revolviéndose en el rencor –son múltiples las pruebas de que amaba de verdad a su marido– ni se negó a compartir su don con el mundo.

Apuesto a que jamás habría imaginado que tantos años después de su muerte alguien estaría hablando de ella. Seguramente tampoco pensó que fuera a ser reconocido su esfuerzo. Sin embargo, quien lea esto no podrá evitar –para bien o para mal, para criticar o compartir lo que os cuento–pensar unos segundos en Ana.

Tal vez así, segundo a segundo, reciba parte del mérito que le habría correspondido en vida.

Silvia Martínez Valero es una joven estudiante y constructora de historias.

Mutilación genital femenina: seis niñas por minuto

Por Ana Eloísa Molina 

La ablación es la extirpación parcial o total de los genitales femeninos. Esto le ocurre a día de hoy a 6 niñas cada minuto. ¿Sabéis que implica esto? Estamos hablando de 3 millones de niñas cada año que son sometidas a una práctica que vulnera sus derechos y que pone en riesgo sus vidas.

El futuro también es mío. Sensibilizar a las niñas y sus familias es fundamental contra la ablación. Imagen de World Vision.

El futuro también es mío. Sensibilizar a las niñas y sus familias es fundamental contra la ablación. Imagen de World Vision.

Las niñas pasan por este ritual desde que son solo unos bebés, en algunas etnias, o antes de ser “vendidas” a sus maridos, en otras culturas, pero hay un aspecto que siempre comparten: la ablación de sus genitales se lleva a cabo por mujeres sin conocimientos médicos y con instrumentos no esterilizados como cuchillas, navajas o incluso cristales.

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Celos y violencia: en la frontera del Derecho

Por Flor de Torres flor de torres nueva recortada

Que una mujer ponga fin a una relación sentimental de forma unilateral nunca debe servir para justificar conductas violentas por parte de su pareja. Los celos envuelven esas reacciones tras las rupturas. Pero son solo eso: su envoltorio. No la causa ni el fin de las mismas. Su origen es la posesión y su consecuencia es la violencia de género. Por tanto nunca servirán para atenuar una conducta ilegal como es la violencia de género basándose en un estado pasional. Esta afirmación categórica encuentra su eje en la igualdad de hombres y mujeres, en el Artículo 14 de nuestra Constitución y desde luego en el sentido común. Y aparece refrendada doctrinalmente por el Tribunal Supremo: En una muy reciente sentencia donde se concluye que ninguna conducta de violencia hacia las mujeres puede tener su atenuación basada en un ‘estado pasional‘ o en el difuso concepto de ‘celos’ (salvo casos excepcionales y contrastados pericialmente con oscurecimiento grave de sus facultades psíquicas y disminución de la inteligencia y voluntad, excediendo del leve aturdimiento que suele acompañar a los delitos de violencia de género, y basados en causas de enfermedades previas).

El celoso extremeño

Ilustración de ‘El celoso extremeño’ de Miguel de Cervantes. Imagen: Editorial Kapelusz.

Porque en palabras del Alto Tribunal ‘las personas deben comprender que la libre determinación sentimental de aquellas otras con las que se relacionan no puede entrañar el ejercicio de violencia alguna en materia de género… La actuación se ha de producir dentro de un cierto sentido ético ya que su conducta y sus estímulos, no puede ser amparada por el Derecho cuando se apoyan en una actitud antisocial reprobada por la conciencia social imperante… Los celos no constituyen justificación del arrebato u obcecación (STS 904/2007, de 8 de noviembre). El desafecto o el deseo de poner fin a una relación conyugal o de pareja no puede considerarse como un estímulo poderoso para la parte contraria y no tiene eficacia para sustentar una posible atenuante de arrebato u obcecación (SSTS 1424/2004, de 1 de diciembre y 201/2007, de 16 de marzo)’.

Afirmaciones como esta sientan doctrina. Reajustan y deconstruyen los falsos mitos del ‘amor romántico‘ unido al difuso concepto de ‘celos‘ o  ‘estado pasional‘ para justificar conductas que hoy son delitos de violencia a la mujer amparadas en el arrebato y la obcecación que produce el abandono. Porque toda relación debe desenvolverse en un plano de igualdad. Como la única que debe prevalecer.

Esos falsos mitos sobre la violencia de género están basados en creencias estereotípicas. Son falsedades se sostienen amplia y persistentemente, y sirven para minimizar, negar o justificar este tipo concreto de violencia. Y lo que es peor: para darle carta de naturaleza o atenuar conductas que denigran y devalúan la igualdad de las mujeres.

Tengamos argumentos para rebatirlos, los ojos, los oídos, los sentidos bien abiertos pues parecen surgir nuevos modelos que desarrollan un discurso a menudo paternalista y falsamente instalado en la igualdad que nunca han creído. Y es necesario tener el refuerzo legal de Resoluciones tan claras y ejemplares como estas del Tribunal Supremo.

No se pueden legitimar los discursos disfrazados de igualdad pero que mantienen ejes de control a la mujer basados en el modelo que precisamente critican, cuestionando, negando y poniendo en duda tanto las situaciones de discriminación que padecen las mujeres como las medidas para corregir estas desigualdades.

Pero: ¿por qué ignoran realidades contrastadas empírica y judicialmente? ¿Cómo combatirlas? ¿Cómo desnudar el disfraz de los salvadores, los protectores que no creen en la igualdad como antídoto de la violencia de género? ¿Qué lenguaje? ¿Qué construcción hemos de utilizar para que se instalen en el discurso de la igualdad y no vuelvan con por el mismo camino que renuncian para cuestionarla?

Tal vez ignoren -o no les importe- que la ONU manifieste constantemente que ‘la forma más común de violencia experimentada por las mujeres en todo el mundo es la violencia dentro de la pareja’. Cabría comenzar por destruir definitivamente el sistema patriarcal tan pegado a la propiedad y a la posesión, donde se legitiman conductas basadas en los celos y que derivan en la violencia de género.

Por ello los celos no tienen el acogimiento social ni mucho menos el legal en la violencia a la mujer. Los celos son un pariente muy lejano del amor, una falsa sensación del querer. Encierran el miedo a la pérdida y una profunda inseguridad. Y es que los celos se adentran en la propiedad y en la cosificación. Son expresiones de posesión y como tales, antídotos de libertad. Están del lado de la cobardía. Son la antesala de la violencia de género.

Y por ello los celos no tienen ningún encaje legal ni social. Resoluciones como esta del Tribunal Supremo sirven para indicar el camino de la igualdad porque nos ayudan a deconstruir la desigualdad tan profundamente enredada en la violencia a las mujeres. Y lo estamos haciendo paso a paso edificando el sólido edificio de la igualdad desde sus cimientos.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Por qué los niños tienen pito y otras preguntas estratégicas

Myriam Dufourcq

Por Myriam Dufourcq

Mamá, ¿Por qué los niños nacen con un pito y las niñas con una vulva…?  ¿Y por qué no nacemos todos con un pito o todos con una vulva?

Con 6 años, mi hijo mayor empieza a interesarse de forma un poco más filosófica sobre las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Con esa edad ya se está forjando su identidad de género.

Profesores colaborando en un encuentro de educación transformadora en Andalucía. Imagen: Oxfam Intermón.

Profesores colaborando en un encuentro de educación transformadora en Andalucía. Imagen: Oxfam Intermón.

La construcción de la identidad de género empieza en los primeros años de vida de las personas y viene marcada por su realidad social, cultural e histórica.  Los niños y las niñas nacen en un grupo social que determina qué conductas, habilidades y valores deben tener y ejercer dependiendo de su sexo.  Su entorno determina también las oportunidades y limitaciones que tendrán en función de su género para desarrollarse plenamente,  su acceso y control de los recursos y su capacidad para tomar decisiones,  tanto individuales como colectivas. Cuando la construcción de la identidad se enfoca desde el poder y la subordinación de un género frente a otro, se están fomentando las desigualdades.

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