Entradas etiquetadas como ‘violencia contra las mujeres’

Veranos seguros para todas

Por Pilar Orenes

El verano es tiempo de desconexión y de ocio, sinónimo muchas veces de poder tomar la calle, bailarla y vivirla como un espacio seguro. Para todos y todas, a todas horas y en todos los lugares. 

Muchas personas y organizaciones estamos poniendo esfuerzos para que así sea. Se ha ido consolidando la presencia de colectivos feministas que, a través de carteles, puntos violetas y campañas específicas de información y sensibilización, ofrecen mecanismos de prevención y respuesta en casos de acoso y abuso sexual. 

Pero estamos terminando un verano especialmente alarmante. Bilbao, Benidorm, Barcelona, Madrid… han sido algunas de las ciudades en las que se producido agresiones sexuales, tanto individuales como en grupo. Son muchas. Más de 42 agresiones sexuales múltiples se han producido en lo que va de 2019 en España. En este mismo periodo, 70 asesinatos de mujeres, casi la mitad de ellos en los últimos meses (fuente de Feminicidio.es). Terrible. Lee el resto de la entrada »

Víctimas, nada más

Por Belén de la Banda y Álvaro Blanco

“Nuestra intención era erradicar el concepto de ‘víctima mala’ y ‘víctima buena’, tienes derecho a vivir sin importar cómo te guste vivir la vida”

Quien habla es Analía Fernández Fuks, una periodista argentina a quien tuvimos la suerte de recibir hace pocas semanas atrás en nuestra oficina. Analía nos hablaba de la forma de como algunos medios argentinos y latinoamericanos han cubierto tradicionalmente los casos de asesinatos machistas: más centrados en buscar algo reprochable en la vida de la víctima que en definir y condenar la acción del perpetrador. Muchas noticias dejan el feminicidio en un plano secundario, para buscar justificaciones absurdas en la vida de las víctimas. Fueran como fueran las víctimas, nadie tenía derecho a quitarles la vida. Pero eso no siempre queda claro.

Se coloca delante del Photocall Feminista de Oxfam junto con las fotos de mujeres que lideran el movimiento feminista.

Analía Fernández Fuks en una reciente visita a Madrid. Imagen de Ana Sagaseta / Oxfam Intermón

 

¿Cómo narrar la violencia hacia las mujeres sin que se vuelva un arma de culpabilización o revictimización contra ellas? ¿Cómo visibilizar la realidad sin reforzar los peores estereotipos? No debería ser un problema si se hiciera buen periodismo. Esa es la intención con la que Analía y sus compañeras decidieron fundar en Argentina un nuevo medio de comunicación con criterio: LatFem.

“Latfem nació de la necesidad de la narrativa del mundo desde nuestra perspectiva y militancia feminista, de la necesidad de que se vea el mundo con nuestros ojos. Había algunos suplementos en algunos diarios, pero no había medios de comunicación con una perspectiva feminista integral”

En todos sus espacios, el medio comunica con una perspectiva feminista e interseccional, y busca repercusión de las ideas y propuestas en toda Latinoamérica y en el Caribe. Su trabajo es darle nombre y visibilidad a la víctima de cada crimen machista, y luchar contra la desigualdad de género. Lee el resto de la entrada »

La igualdad posible

Por Pilar Orenes

Comenzamos la semana post 8M. Y todavía dura la emoción vivida.

Han sido miles de eventos en todo el mundo. Semanas previas, meses, de talleres, lecturas, discusiones formales e informales… Meses de construir camino juntas, desde lo que revindicamos pero también desde lo que nos interpela, que es lo que nos hace crecer. Hemos puesto muchas ganas de aprender, de desarrollar mirada crítica, de entendernos. Nuestras luchas son tan diversas como la historia de nuestras vidas,  pero son luchas que se acompañan, que se complementan, porque nacen de una misma demanda: la plena igualdad de derechos para todas las mujeres en el mundo.

Participantes en la manifestación del 8 de marzo de 2019 en Madrid. Imagen: Belén de la Banda.

Y el 8M llegó, y las mujeres paramos. Respondimos a la convocatoria de huelga internacional laboral, de cuidados, de consumo y educativa. Una jornada de 24 horas en la que de nuevo retamos el concepto tradicional de huelga, pero también el concepto tradicional de trabajo que invisibiliza el trabajo de cuidado, el trabajo no remunerado y otros conceptos aprendidos con los que hemos convivido demasiados años. Conceptos que ahora necesitamos desaprender.

Hemos parado para mostrar que si nosotras nos paramos, se para el mundo. Los aportes de las mujeres son imprescindibles en cualquier ámbito de la vida. Y debemos exigir que todo esté a la altura de esa aportación.

Trabajo en un sector laboral feminizado, el social, el de las ong de cooperación. Un sector ligado al cuidado y al trabajo con personas vulnerables y por ello, poco reconocido. El viernes mi oficina, como tantas otras, quedó muy vacía. Paramos por nosotras y por muchas de nuestras colegas o mujeres con las que trabajamos en países de todo el mundo que no pueden parar porque sus voces están silenciadas.

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Ellas dan la nota

Por Nuria Coronado

Para quienes hacen oídos sordos a la violencia machista día sí y día también. Para quienes creen que la desigualdad y la discriminación son inventos de feministas trasnochadas. Para esos hombres y mujeres que dan la espalda a que tengamos los mismos derechos, el grupo de cuatro artistas Ellas dan la nota compuesto por Cristina del Valle, Mercedes Ferrer, Aurora Beltrán  y Estela María, lleva quince años subiéndose a los escenarios de medio mundo para decir basta.

Ellas dan la nota, en concierto. Imagen del grupo.

Ellas dan la nota, en concierto. Imagen del grupo.

Y lo hacen como mejor saben: entonando voces, afinando acordes, arrimando el hombro a ritmo de melodías. ‘Somos un grupo de mujeres artistas que a través de la música denunciamos la violencia contra las mujeres en cualquier lugar del mundo y en cualquiera de sus formas Con nuestras actuaciones tratamos de concienciar que un sociedad desigual es una sociedad enferma que acabará agonizando y provocando por el camino demasiado sufrimiento entre los millones de mujeres y niñas que la padecen’, dice Mercedes.

Para estas cuatro cantantes unir sus voces es hacer frente a lo que tanto duele y sin embargo se ignora. ‘Cantar es curar heridas, es llegar a través de la cultura y de la música al corazón y a la sensatez. Cada canción es un bálsamo, una pomada que cierra heridas y cambia conciencias. Es la mejor manera que tenemos para provocar y promover un Pacto de Estado contra la violencia machista’, añade Ferrer. Y es que con sus canciones pretenden borrar el mapa de la vergüenza de nuestro país y dibujar el del orgullo femenino. ‘A nosotras nos importa que cada año un centenar de mujeres sean asesinadas en España, que más de 1.000 mujeres sean violadas, que 500.000 sean traficadas sexualmente o que más de 400 se suiciden teniendo detrás un cuadro de violencia cada año, cifras que jamás aparecen en los datos oficiales’, subraya la cantante.

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Cinco preguntas pertinentes (o no) sobre trabajo sexual y derechos humanos

Por Ana Martínez

Gate i Oslo. Skummelt, mørkt, skremmende, stemning, natt, opplyst gatemiljø, gatelys, nattestid, ensomt, dystert, høstmørket, gatebelysning, gult gatelys, illustrasjon. Foto: © Luca Kleve-Ruud / Dagsavisen / Samfoto

Calle de Oslo por la noche. Foto: © Luca Kleve-Ruud / Dagsavisen / Samfoto

Oslo, Noruega, 11 de la noche. Las calles están vacías, a excepción de dos mujeres de origen africano que conversan bajo la luz de una farola. Varios policías vestidos de paisano se acercan y las interpelan de malas maneras: “¿Tenéis condones? ¿Dónde está vuestra documentación? No os queremos ver más por aquí”.

Acoso policial como en este caso, violencia, extorsión, hostigamiento o discriminación. Las personas que se dedican al trabajo sexual están especialmente expuestas a estas y a otras muchas vulneraciones de derechos humanos en todo el mundo. En su mayoría se trata de mujeres que, además, se enfrentan a múltiples formas de discriminación y desigualdades de género.

Amnistía Internacional ha publicado cuatro informes sobre trabajo sexual en Noruega, Argentina, Hong Kong y Papúa Nueva Guinea que evidencian los abusos y violaciones de derechos humanos que sufren las trabajadoras y trabajadores sexuales en estos países, la solución pasa por exigir a los Estados normas que protejan, respeten y hagan efectivos sus derechos humanos a la vez que abordan la trata, la explotación y la discriminación de género. Entre las medidas que Amnistía Internacional solicita a los gobiernos está la despenalización del trabajo sexual entre personas adultas cuando hay consentimiento.

Mona ejerce como trabajadora sexual y vive en las calles de Port Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea, con sus tres hijos. A menudo, sufren agresiones verbales. “Dormimos y nos bañamos en los desagües. En ocasiones, algún cliente nos paga una habitación. Si pedimos agua a los vecinos, nos persiguen y nos insultan. Me da mucha vergüenza, pero no hay esperanza para nosotros”, explica. Las trabajadoras sexuales y sus familias están particularmente expuestas a la violencia y a otros abusos de derechos humanos. La esperanza de la que habla Mona está precisamente en leyes que garanticen que todas las personas tengan acceso a sus derechos económicos, sociales y culturales, a la educación y a oportunidades de empleo, además de que gocen de una protección y seguridad mayores. La despenalización supone eliminar las leyes y políticas que criminalizan o sancionan el trabajo sexual y reforzar aquellas que penalizan la explotación, la trata de personas o la violencia contra quienes se dedican a ello.

A Laura, una trabajadora sexual de las calles bonaerenses, la asaltaron una noche a punta de navaja. Nunca lo denunció a la policía. “No me van a escuchar porque trabajo en esto”, asegura. Cuando el trabajo sexual está penalizado, las trabajadoras y trabajadores sexuales están también privados de medidas de protección que podrían servir para aumentar la vigilancia e identificar y prevenir abusos de derechos humanos tan atroces como por ejemplo la trata. A menudo, las víctimas son reacias a denunciar si temen que la policía tome medidas contra ellas por vender servicios sexuales.

Es el caso del modelo nórdico, que prohíbe la compra de servicios sexuales, criminaliza la organización del trabajo sexual y penaliza a las personas que ejercen este trabajo y que se organizan con el objetivo de sentirse más seguras. Amnistía Internacional destaca que estas personas tienen dificultades hasta para encontrar algo tan básico como el alojamiento, ya que sus arrendadores pueden ser procesados por alquilarles un hogar. “Algunos clientes te agreden en sus apartamentos. Pueden hacerlo porque saben que estás demasiado asustada como para ir a la policía. No nos queda otra opción que obedecer sus reglas porque estamos en su casa y no podemos llevarlos a la nuestra”, explica Tina, una mujer nigeriana que trabaja en las calles de Oslo.

La doble discriminación y el estigma que sufren algunos colectivos, como el LGBTI, es otra de las principales preocupaciones en torno a la vulneración de derechos humanos en el trabajo sexual. Virginia, una mujer trans que ejerció como trabajadora sexual en Buenos Aires durante años, explica las dificultades a las que tenía que hacer frente para acceder a los servicios médicos: “Cuando estaba enferma, iba al hospital, pero la gente siempre nos maltrataba. Nos decían que fuéramos a otra clínica porque allí no podían tratarnos…”. Ante este tipo de abusos, es necesario combatir la discriminación y los estereotipos de género perjudiciales, empoderar a las mujeres y al resto de grupos marginados y garantizar que ninguna persona carece de alternativas viables para ganarse la vida.

En definitiva, ¿qué deben hacer los gobiernos para proteger los derechos de las trabajadoras y trabajadores sexuales? Amnistía Internacional demanda un marco jurídico que proteja a estas personas frente a la violencia, explotación y la coerción; que impulse su participación en la elaboración de las leyes y políticas que afectan a su vida y su seguridad; y que garantice el acceso a la salud, la educación y les ofrezca oportunidades de empleo.

Ana Martínez es periodista en Amnistía Internacional España.

Quiero enseñar las tetas, en nombre de Rosa Elvira

Por Lula Gómez

“(Rosa Elvira) puso en riesgo su integridad y vida, hasta el punto de que JAVIER VELASCO le cercenó su existencia; si ROSA ELVIRA CELY no hubiera salido con los dos compañeros de estudio después de terminar sus clases en las horas de la noche, hoy no estuviéramos lamentando su muerte”, señala el documento jurídico de la Alcaldía de Bogotá emitido hace unos días. Con él se defiende de las acusaciones de la familia de la mujer asesinada (Rosa Elvira Cely) contra varias entidades del Distrito, acusadas de no haber prestado atención oportuna para evitar su trágica muerte.

Está claro, lo dice la ley, si eres mujer no puedes salir con tus colegas de clase por la noche: tienen derecho a matarte. Si has nacido fémina, no puedes aparcar tu coche en un descampado: puede haber alguna fiera que te ataque y tú tendrás la culpa por haber osado a dejar el coche donde podías. Si tienes tetas, cúbretelas: no vayas a provocar la sexualidad del contrario y claro, ¡se las enseñaste! Volvamos a la burka. Si te violan, pregúntate si cerraste bien las piernas, porque de lo contrario, eres una facilona (así lo preguntó la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Victoria a una pregunta víctima hace apenas unos meses.

Protestas en el lugar donde apareció el cuerpo de Rosa Elvira. Imagen de Julián Ortega Martínez. Licencia CC.

Protestas en el lugar donde apareció el cuerpo de Rosa Elvira. Imagen de Julián Ortega Martínez. Licencia CC.

Todo esto viene a colación porque Colombia estos días vive indignada bajo la campaña #RosaElviranoesculpable. En el año 2012 un asesinato conmovió al país, el de Rosa Elvira Cely, a quien mató en un parque un compañero de estudio. Aquella aberración terminó con su vida (la de ella) y una ley, una norma que lleva su nombre, Rosa Elvira Cely. Gracias a esa norma, en Colombia el crimen contra una mujer por su condición femenina en un delito autónomo (feminicidio) y conlleva una de las mayores penas entre los homicidios. Cuesta por eso entender el documento remitido estos días, por muchas excusas que se hayan presentado después. ¡Los políticos salpicados dicen además que no se utilice la violencia de género contra ellos!

Pero, por qué en vez de capar nuestras libertades no enseñamos quienes asumen esa máxima que lo abominable no es la hora a la que lleguemos borrachas y a rastras?. En la escuela debemos repetir a los violentos que el crimen está en acosar, matar, abusar, molestar… y eso es lo que debe repararse. En nombre de Rosa Elvira hoy quiero enseñar las tetas y pedir dimisiones, la de quienes siguen pensando que Rosa Elvira no tenía que haber salido de su casa. ‪#‎RosaElviraNoEsCulpable #‎RenuncieMiguelUribe.

Lula Gómez, escritora y periodista todoterreno. Actualmente dirige su propia agencia desde la que propone contenidos, edita, crea y ejecuta ideas de comunicación. Ha dirigido el documental Mujeres al frente, la ley de las más nobles, sobre siete protagonistas de la historia reciente de Colombia.

Asesinos de la igualdad

Por Flor de Torres Flor de Torres renueva

Los maltratadores asesinan a sus parejas o ex parejas. Pero son además asesinos de la igualdad. Asistimos a la lista interminable de mujeres víctimas de la violencia de género. Cuando matan separan la igualdad del género, propiciando la desigualdad. La llevan a su máximo exponente: el feminicidio.

Frente a ello hay que luchar porque esas palabras, ‘igualdad’ y ‘género’ sean un binomio indestructible. Tenemos que lograr que sea una expresión llena de contenido y de sonido para todos, y muy especialmente para las personas más jóvenes de nuestra sociedad. Para ello previamente consolidémoslas en la educación, no solo en los colegios, sino en la familia, en la sociedad. Llevémoslas a la vida. Destruyamos de forma fulminante las tretas de dominación ocultas de género, que tanto daño hacen y que aún siguen invisibles en forma de conductas micro machistas que impiden equilibrar los géneros en valores.

Pero tampoco desterremos a los maltratadores solos con sus condenas y penas, medidas y alejamientos, estigmatizándolos a su suerte. Es una obligación nuclear de la lucha contra la violencia de género trabajar con los maltratadores en tratamientos efectivos de reeducación en la igualdad de género. Este es el camino que necesitamos recorrer para que esa lista de mujeres e hijos asesinados no siga alimentándose: educación y reinserción.

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En pie, generando igualdad

Montse Casasempere Generando igualdad

Por Montse Casasempere 

‘ Me llamo Mª José. Hace relativamente poco me descubrí mirándome de nuevo en el espejo, ni recuerdo cuándo fue el día en que dejé de hacerlo: la imagen que me devolvía me resultaba incómoda, supongo que es lo que ocurre con aquello que te resulta extraño.

Hace unos días sentí la necesidad de escribir, de recuperarme a mí misma en cada palabra que surgía de mis pensamientos. Y decidí contarme la historia de lo que fui, de lo que había sido… para reencontrarme con lo que soy en estos momentos, con lo que voy siendo, con la Mª José de siempre…

Y empecé con un Érase una vez… como siempre me contaban a mí las historias que me hacían soñar, como siempre empiezan los cuentos…

Érase una vez…. 4Una ‘mujer’ que caminaba por la vida sin rumbo, sin ilusiones, sin esperanza, sin que se le dibujara una mínima sonrisa en su rostro. En su círculo más cercano comentaban ‘puf! mírala, cómo ha cambiado, qué negativa, qué triste…’. Ninguna de esas personas hizo nunca el amago de acercarse a ella tan sólo por preguntarle qué le podía estar pasando.

Esa mujer poco a poco, día a día, fue dejando de ser. Creedme, no es tan complicado convertirse en invisible ante una misma…Y así pasó… Hasta que, como pasa con los cuentos, apareció su príncipe para salvarla…si bien esta vez no era un príncipe sino unas REINAS. Así, en mayúsculas. Eran las integrantes de la Asociación Generando Igualdad.

Sin dudarlo, sin pensarlo, nada más conocerla y proyectando sólo sonrisas le ofrecieron a la mujer la oportunidad de ir a su ‘casa’ (esa casa, que ya es la mía, el local donde dan ayuda psicológica, jurídica y grupal totalmente gratuita a mujeres como yo). Lo hicieron con tal amabilidad y cariño, que a la ‘mujer’ le fue imposible rechazar la oferta.

El primer día que la ‘mujer’ abrió la puerta de esa casa, se sorprendió del cariño que allí recibió, así como de la cantidad de mujeres a las que en su día les habían ofrecido la oportunidad de abrir esa puerta y que, ahora, la acogían a ella con un abrazo. Allí, poco a poco, la «mujer» fue encontrando el camino perdido. Hoy no puede sentirse más orgullosa del paso que dio, feliz de haber despertado aquel día en que se cruzó con Generando Igualdad y con todas las personas que han estado, guiándola, cuidándola, ofreciéndole terapia, compartiendo risas y lágrimas y convirtiéndose en lo que, sin duda son hoy, su FAMILIA.

Sin embargo, ahora, tras años de trabajo, la continuidad de la asociación corre peligro; ya que no cuentan con suficientes ingresos como para poder mantenerse en funcionamiento.

Como veis, tristemente, los cuentos no siempre van acompañados de finales felices, pero éste aún no ha terminado, lo estamos escribiendo y para darle un giro al final, sin duda, te necesitamos a ti.’

¿Nos ayudas a cambiar el final del cuento?

Mª José es una de las más de 700 mujeres que Generando Igualdad, dedicada a la atención de mujeres víctimas de la violencia de género, ha atendido en los últimos 15 años. Ahora, esta asociación está a punto de desaparecer. Si quieres ayudar a evitarlo puedes contribuir económicamente en http://www.generandoigualdad.com/donaciones/

Gracias por ayudarnos a seguir en pie… generando igualdad.

Montse Casasempere Ruiz es Vicepresidenta de Generando Igualdad.

Desde Perú, historias de violencia y reparación

Por Flor de Torres y Yajaida Huamán Escobar 

La población de Perú asciende a más de 30 millones de habitantes y es considerada una de las poblaciones mundiales con mayor incidencia de la violencia a la mujer en sus diversas manifestaciones. En palabras de Yajaida Huamán Escobar, Fiscal Adjunta Provincial Penal de Arequipa  en Perú, su país ostenta el primer puesto en Latinoamérica en violencia a la mujer en sus distintas manifestaciones y el tercer puesto a nivel mundial en tal categoría. Además es su región Arequipa la segunda en violencia a la mujer tras Lima la capital de la nación peruana.

Protesta de mujeres peruanas ante el Congreso de su país. Imagen: Mary Vargas

Protesta de mujeres peruanas ante el Congreso de su país. Imagen: Mary Vargas

No cambiaría en Perú la manera de combatir legalmente la violencia de género a como se afronta en España: A través de Fiscalías Especialistas que se enfrenten a las agresiones sexuales, feminicidios, malos tratos, coacciones y vejaciones, amenazas y violaciones sin el miedo, la culpa o la vergüenza que sienten sus victimas. Y es que el enemigo a derrotar es el mismo en el que se origina: la desigualdad de género.

Esa desigualdad fabrica víctimas que, según Yajaida, en un 48% de ellas no denuncian por miedo, por vergüenza o sentimiento de culpa.

Y así un país con mas de diez millones de habitantes menos que España sigue soportando 7 feminicidios al mes que hacen un porcentaje de 84 al año acercándose casi el doble de lo que España desgraciadamente en el año 2014 tuvo que sufrir 53 feminicidios.

Yajaida me habla de Mili (nombre no real sobre historia real): ‘Tuve la  oportunidad de conocer una de esas tantas historias reales pero que permanecen ocultas ante los ojos de los demás, en especial ante los ojos de la ley’ y me refiere su vida de violencia de género desde su adolescencia siendo este su último episodio en estas claves:

Mili padece de dos afecciones que han requerido de tratamiento prolongado, una de ellas oncológica, que le han impedido desarrollar las actividades de cobradora de combis que realizaba, a esto se suma el abandono material, moral y económico al cual su pareja ya la había acostumbrado; aun cuando pareciera que nada podía ir peor, él la volvió a embarazar por cuarta vez y en dicho estado la conocí, sumida en un dolor profundo en una desesperación propia de quien se cree sola en el mundo. Ella me relató: ‘él vino en la tarde, tiró muro y entró a mi cuarto, corrió de frente donde mis dos hijas y se las quiso llevar, yo corrí a abrazarlas y él aprovechó y cogió a Ángel de casi 4 añitos y se lo llevó, lo subió a la combi en la que había llegado a mi casa y desaparecieron’ ella prosigue ‘sólo dos días antes vino y así embarazada como estoy, me pegó me arrastró hasta la calle y me tiró al piso, mientras me pateaba me insultaba, me dijo que perdía el tiempo matándome porque como yo estoy enferma igual me iba a morir, un joven me ayudó, él se escapó’; horas más tarde y después de la denuncia que Mili había interpuesto por sustracción de menor el pequeño Ángel fue dejado solo en la puerta de la casa de su mamá, ‘calladito es él, no habla mucho, sólo yo lo entiendo, parece que cómo siempre ha visto que su papá me agredía, por eso es así’.

Ahora pienso que Mili tuvo suerte, primero de que haya encontrado un efectivo policial que accediera a recibirle la denuncia verbal por sustracción de menor ya que lamentablemente en nuestro país es una práctica común que algunos policías rechacen liminarmente la denuncia indicándole a la denunciante que es su padre y por tanto tiene derecho de llevárselo: ‘ya lo devolverá’. Pienso también, y es lo que más me escarapela la piel, que Mili está viva y que vive para darnos testimonio de la cruda realidad que le tocó vivir. Ella puso denuncias por violencia familiar pero desconoce en qué terminaron, porque Luis entra y sale cuando quiere de su casa ‘tirando muro’ como ella dice. Pienso que sobre la última agresión física que sufrió no puso la denuncia porque tenía miedo de dejar solos a sus hijitos mientras iba a la Comisaría, que cuando Luis se enteró de la denuncia por sustracción de Angelito y de que ella estaba pretendiendo vender las mazamorras que había preparado dentro de las combis donde antes trabajaba, la empezó a amenazar nuevamente, le mandó mensajes de texto le dijo que le iba a cortar la cara si otra vez la veía haciendo eso…  Pero está vez Mili se armó de valor y quiere que la ayudemos. Y sí, la vamos a ayudar, la estamos ayudando.

Estas son las historias que alimentan nuestro trabajo. Historias reales. En Perú y en España. Y las recogemos como nos llegan, las afrontamos a través de procesos  revestidos de perspectiva de género donde la desigualdad es el origen, el móvil y el fin del delincuente de género. Por tanto no podemos combatir esa desigualdad instalada en Perú, ni en España sin hacer visible su origen y sus consecuencias que denigran, extorsionan y asesinan a mujeres cuando se exponen a la violencia de género.

Por ello Yajaida abandera en Perú  la necesidad de que el Ministerio Fiscal cuente con despachos especializados como ocurre en España, asume con responsabilidad esta iniciativa esperando que las autoridades de su país hagan eco de este clamor en beneficio de las víctimas que como Mili esperan ser visibles ante los ojos de la ley.

Para ayudar a salir de la violencia a las víctimas necesitamos colegas como Yajaida, que entienden, acompañan y relatan sus historias con tanta empatía. Abanderada de la Igualdad en su País, con conciencia de género para seguir la conquista de los derechos de las mujeres. De las que son invisibles, desiguales, calladas y avergonzadas por sufrir violencia de género y agresiones sexuales por sus parejas. Es la voz de las sin voz en Perú, como la de Mili.

Es un orgullo caminar a al lado de profesionales como Yajaida, amiga y compañera.

 

 Flor de Torres Porras. Fiscal Delegada de violencia a la Mujer  y contra la discriminación sexual de género. Fiscal Decana de Málaga

 Yajaida Huamán Escobar. Fiscal Adjunta Provincial Penal de Arequipa (Perú), a cargo de la tramitación de delitos por agresiones  sexuales

La violación: abre los ojos

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Hoy han violado a 903 mujeres.

No las conocemos, quizá nunca lo hagamos. Ni tan siquiera leeremos los sucesos en el periódico. 903 mujeres hoy se enfrentan a una vida diferente a la que tenían proyectada para ellas mismas, a la que habían soñado de niñas y a la que habían imaginado que tendrían antes de aparecer en sus vidas alguien que, para vergüenza de nuestra especie, es también un ser humano, lo cual no banaliza su delito, sino más al contrario, lo debería agravar aún más si cabe, al ensuciar nuestras propias raíces.

Violación NO. Imagen de TrasTando

Violación NO. Imagen de TrasTando

Hablar del violador no es darle protagonismo, sino restarle valor como persona. Porque no existe una sola sana éticamente que desee parecerse a ellos ni  ocupar el mismo espacio biológico en el que se encuentran. Y esto debemos hacérselo saber, por que si no, ayudaremos a darles cobijo en nuestro propio temor de portar su mismo rasgo defectuoso, que no enfermo. Y es que cuando un animal desgarra el cuerpo de una persona, sabemos donde debemos mantenernos a salvo de su agresión: en un lugar que no está destinado a ellos, porque de todos es sabido que determinadas   especies diferentes no pueden convivir juntas. Y cuando el animal mata a una persona, es porque  uno u otro ha invadido un espacio que no le pertenecía.

Pero cuando ‘una persona viola a una persona’- no  a otra persona-, no cabe duda de que siendo de la misma especie ocupa el mismo espacio que las demás y por lo tanto, pasará desapercibido entre los que parecen ser iguales a él. Esta idea no será soportable para muchos, que necesitarán buscar la razón que les haga sentirse diferentes a ellos; una razón que indique que alguien ha invadido el espacio del otro: ‘ha salido sola sabiendo que es peligroso’ ‘va vestida de forma provocativa sabiendo que excita al hombre’, ‘bebe sabiendo que pierde la noción de lo que puede ocurrirle…‘. Pero hombres y mujeres no son especies diferentes que haya que separar por el peligro a ser devorado una por otro, otra por uno.

Hablar de la mujer violada no es victimizarla. No hace falta. Es una victima significando que hay un agresor; y  no para ser compadecida, sino por que el violador lo será para siempre y ella será la prueba de lo que jamás él podrá ser.

Hablar de lo que es una violación sexual no es una recreación innecesaria de un acto vejatorio del que una mujer no debe hablar. El violador no hablará de él y si ella tampoco lo hace, su delito quedará impune. Y probablemente el siguiente similar que cometa. Porque no ha cometido su agresión por que ella haya bebido o vestido de manera inadecuada. Lo ha hecho porque posee un grave y peligroso problema de falta de  control y de exaltación de sus instintos que le separa con creces del territorio en el que el ser humano ejerce su sexualidad y desde el que marca la honrosa diferencia con el animal.

El violador sabe, percibe, observa, escucha, el dolor que está provocando en ella. No hay inconsciencia en su acto, ni mucho menos desconocimiento. La mujer vive el terror de la violación que está sufriendo con un nivel que desconocía hasta ese momento porque no se parece a ningún otro que haya podido sentir o describir previamente. Le arrebatan por la fuerza algo que trasciende lo meramente íntimo y privado. Es algo sagrado, absolutamente propio, que va más allá de lo sexual, de la sexualidad y de la voluntad de usarla como le parezca.

Descubre la vulneración y vulnerabilidad en el mismo momento de estar siendo violada. En ese mismo momento se siente profanada, en algo que solo ella podía poseer, oculto para el mundo y casi para ella al no precisar nombrarlo ni definirlo; le confería entidad, derecho, libertad. Mientras la violan, descubre que le roban algo preciado que no puede ubicar, pero sabe de profunda importancia, tanta, que arrebatándoselo, han dejado al descubierto algo invisible que hasta ese momento permanecía seguro escondido para el mundo. Cuando alguien perverso lo encuentra, lo roba y lo destruye por la fuerza más vil, siente que aparece ante el mundo desnuda, frágil y mucho, mucho más indefensa.

Recuperarse no es solo un acto físico ante el siempre brutal ataque; es una andadura muchas veces errante intentando encontrar aquello robado de la parte más profunda de su ser, no de su sexualidad.

Como si de un enfermizo inmortal se tratara, estos perversos se sienten fortalecidos con cada esencia robada. Se sienten poderosos porque saben perfectamente lo que ocurre en cada una de sus víctimas.

Lo que no saben es que, ni con una ni con mil, podrán robarles lo más genuino de ellas, porque jamás lo encontrarán a través de la violación. E igual que ocurre con aquello que roban en ellas, no podrán buscarlo porque tampoco puede definirse, ni decir a qué se parece. No podrán identificarlo, porque ellos carecen de aquello que es aún más profundo y genuino que esa esencia y entonces nunca sabrán dónde buscarla ,como encontrarla.

Si han abusado de ti y/o te han violado da toda la información para que el violador sea desenmascarado. Busca ayuda inmediata, con la que te sientas más cómoda y confiada. No te sometas a un interrogatorio sobre los porqués y los cómo; no te desgastes más. Las respuestas nunca estarán en ti, porque se forjan en la mente insana y perversa de quien cometió el acto. No hay motivos que puedas alcanzar a comprender porque nunca fueron tuyos. En tu testimonio, no sientas que hay grietas por las que se cuela algún detalle que hace parecer que tú facilitaste el delito. Cuenta toda la verdad y no sucumbas al error de justificarte. Todo lo que una mínima parte del mundo pueda opinar o creer en contra tuya será sobre otra cuestión que nada tiene que ver con la agresión que el violador ha cometido, ya sea un conocido o un desconocido. No dejes que el miedo permanezca en estado durmiente dentro de ti, esto truncaría tu vida y de nuevo sería concederle poder.

Sobre todo, nunca te avergüences de haber sido violada o abusada. Ni permitas que otros actúen como si debieras estarlo. Contarlo nunca te pondrá en evidencia a ti sino al violador.

Cada vez que lo contéis, le restaréis poder, porque no solo sabrá que perderéis el miedo, sino su capacidad de generaros vergüenza. Cuando él vaya perdiendo su poder, será él quien empiece a experimentar ambos.

Nunca lo olvides: cada violación que cometen es un recuerdo más de lo que jamás podrán alcanzar.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura. Recientemente ha iniciado el movimiento #1carta1vida para dar valor a las vidas de las personas mayores.