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La (enorme) hipoteca nuclear

Por Joan Herrera – Abogado

Abro la prensa y veo que el presidente de Endesa tiene hoy semáforo verde en la prensa escrita. El motivo no es otro que la demandada de alcanzar un nuevo pacto energético bajo la premisa de alargar la vida útil de las centrales nucleares existentes. Continúo mi lectura y compruebo cómo en el mismo periódico que le da semáforo verde, en la página impar, hay un anuncio de la misma compañía, mientras que en la página par hay un desarrollo de la noticia en la que Endesa pide ese pacto para la energía, cuya principal propuesta es el alargamiento de las centrales nucleares, bajo la amenaza de que de no ser así aumentará el precio en 10 euros el megavatio-hora.

Curioso país este. El debate energético, aquello de lo que va el cambio de modelo productivo en uno de los países más dependientes del mundo (72% de dependencia energética, más del 80% si añadimos el uranio importado, 20 puntos más que el entorno europeo, que a su vez es el escenario regional más dependiente del planeta) no existe. Pero se introduce para hablar del alargamiento de la vida útil de las centrales nucleares. Una propuesta que, de ser realidad, marcará el futuro de muchas generaciones. Si posponemos o no el funcionamiento de las centrales.

Tenemos centrales que todas ellas están a las puertas de cumplir los 40 años (más allá de su vida útil). Centrales que necesitan de una inversión extraordinaria de acuerdo con los estándares establecidos tras el accidente de Fukushima. Dicha tecnología es claramente incompatible con las energías renovables, ya que estas últimas necesitan de tecnologías complementarias que se puedan activar cuando no hay fuentes de origen renovable, y que se puedan apagar cuando la potencia instalada en renovables está a su máxima producción.

De hecho, hoy, el modelo en la fijación del precio en la nuclear es uno de los factores por los que pagamos una de las energías más caras de Europa entre el pequeño consumidor. Jorge Fabra, economista especializado en la materia, ha explicado de forma reiterada como, bajo hipótesis generosas, los costes asociados a la producción en una planta se sitúan en torno a los 22€ el MWh) pero sus ingresos se multiplican por dos y por tres por MWh en función del año.

Mientras tanto, en el mundo se invierte cada vez más en renovables: el 2016 ha habido casi tanta inversión en renovables y ahorro y eficiencia como en extracción de petróleo y gas, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. En el Reino Unido se ha instalado 32 veces la potencia fotovoltaica que España el 2016 (72 veces en 2015). Y en EEUU, que representa el 20% de la inversión global en renovables, un tercio de la inversión se ha producido en autoconsumo. Si el carbón fue la palanca de cambio (de control y contaminación) del siglo XIX y el petróleo la del siglo XXI, hoy las renovables pueden cambiar el modelo productivo. Con un elemento añadido, que la gestión de las renovables puede pasar por una gestión democrática de la energía (y no necesariamente por oligopolios).

Pero España a su rollo. Tenemos un traje eléctrico que nos van grande. Con mucha potencia instalada, ineficiente, antigua, e incompatible en muchos casos con un mix energético en que entren con más fuerza aún las renovables y especialmente el autoconsumo. Pero, a pesar de ello, el autoconsumo continúa parado, debido al veto del gobierno del PP a la proposición de ley unitaria sobre la materia (con la aquiescencia de Ciudadanos). Se anuncia una subasta para renovables porque la Unión Europea obliga, pero se imposibilita que el pequeño inversor pueda entrar en la subasta. Las micro redes no se permiten. Los contadores inteligentes se instalan, pero se deja la gestión de los datos en manos de quien tiene el monopolio natural de la distribución, dificultando una gestión de la demanda eficiente, permitiendo que quien tiene hoy el monopolio de la distribución pase a tener el monopolio del saber.

Pero el debate energético que nos encontramos es el de alargar la vida útil de las centrales, bajo la amenaza que si o es así aún se encarecerá mas el precio de la luz.

Pues bien. Dejemos las cosas claras. Si lo consiguen, si ahora alargan la vida de las centrales no será necesario ni autoconsumo ni renovables. Incluso será inconveniente: ¿cómo tener renovables que no son compatibles con un modelo con fuerte peso de la nuclear? Es más; continuaran haciéndolo todo para que no haya más potencia renovable para poder así sacar provecho de la potencia instalada, y para poder hacer que los ciclos combinados funcionen más horas. Por supuesto que no habrá modelo cambio de modelo productivo. Ni se generará puestos de trabajo. Ni tendremos las figuras del agregador energético que ya proliferan en otros países. Es posible que al cabo de los años Europa obligue. Y para entonces tendremos que cerrar abruptamente la centrales nucleares. Unas centrales más antiguas, más inseguras, pero que hoy por hoy son la gallina de los huevos de oro para sus titulares, y uno de los motivos por los cuales tenemos un sector energético tan reacio a los cambios que se dan en otras latitudes. Pero las cerraremos con la correspondiente indemnización, multiplicando el negocio de unos pocos y añadiendo hipotecas al conjunto de la sociedad y la economía.

Hoy somos, un país rico, muy rico en sol y viento. Pero pobre, muy pobre, en la voluntad política necesaria para protagonizar un cambio de modelo energético.