Sergio de Otto – Periodista especializado en energía
“Se avecinan más sequías, más inundaciones y se constata el deshielo de los polos”. Así resumía ayer un medio de comunicación las conclusiones del último Informe de la Agencia Nacional de Océanos y Atmósfera de los Estados Unidos, una de las instituciones que hacen un seguimiento más preciso de la temperatura de la Tierra y que volvía a avisar de que “el calentamiento global y la emisión de Gases Efecto Invernadero alcanzan niveles récord”.
Más sequías, más inundaciones y el deshielo de los polos constituyen, cada uno por sí solo, el anuncio de problemas gravísimos para una buena parte de la población mundial (hablo de cientos de millones de personas afectadas ya hoy) pero, lo que es peor, son solo algunos de los síntomas de una enfermedad gravísima del Planeta que, sin embargo, no tenemos presente en nuestro día a día y mucho menos en la agenda política de este país.
Nuestra sociedad evidentemente tiene otros asuntos de gran calado: desde la amenaza del terrorismo hasta la corrupción pasando por el desempleo, la sanidad o las desigualdades. Cabe pensar que si ninguno de ellos (pese a que podamos sentirlos más próximos, más inmediatos, más reconocibles que el cambio climático) están presentes en el debate sobre la formación del nuevo Gobierno no podemos esperar que la forma de hacer frente al calentamiento global ocupe medio minuto en el apasionante debate de gran nivel intelectual del “me toca a mí, pero …”, “te toca a ti, pero no cuentes conmigo…” o el “te apoyo, pero te quitas…”.
Mientras nuestros líderes políticos y buena parte de los medios de comunicación participan con entusiasmo en las disquisiciones sobre cuál ha sido el mensaje de los electores, los termómetros baten récords desde que existen registros y el planeta lanza todos los días mensajes muy claros de que la presencia de más de siete mil millones de personas en la Tierra está comprometida y no a largo plazo, ni a medio: lo está ya.
No somos una excepción; lamentablemente hay muchos países en los que el cambio climático ni está ni se le espera entre las prioridades de los Gobiernos. Pero sí que existen otros, que son los ejemplos en los que habría que fijarse, en los que en el discurso político y en la acción de gobierno está muy presente la lucha contra lo que supone el mayor reto que tiene planteado hoy la Humanidad. El cambio climático afecta a nuestro acceso al agua, agrava las carencias alimentarias, incrementa los problemas de salud, provoca grandes migraciones, en definitiva, nos está haciendo más pobres.
El hecho es que nuestro país es uno de los que más va a padecer los efectos de este cambio climático, con consecuencias directas (algunas ya son evidentes en el ámbito de la agricultura) e indirectas como país fronterizo con los que más lo van a sufrir. No pasaría nada porque en algún momento esos líderes políticos, a la hora de ponerse de acuerdo en cómo se va a gobernar este país, mencionaran, al menos en algún momento, cuáles son sus recetas para hacerle frente. Sería deseable que indicaran como prioridad esa transición energética reconociéndola como herramienta esencial, tarea que nuestros vecinos ya están abordando, y que acordaran, negociaran y pactaran medidas concretas para llevarla a cabo. Sí, sería deseable que se mencionara como una prioridad, pero…
Lo peor es que las voces que clamamos porque nos ocupemos del incendio que tenemos en el edificio en lugar de discutir en la escalera sobre si arreglamos el ascensor (problema que podría ser muy grave) corremos el riesgo de aparecer como unos ingenuos que pretendemos distraer la atención con cuestiones baladís de las que ya habrá tiempo de ocuparse mañana. Lo siento, para mí, lo ingenuo es obviar lo más grave. Por mucho que alguno piense que los problemas se solucionan solos.
¿Pero todavía están con esta cantinela asustaviejas?
04 agosto 2016 | 09:02
Muy buen discurso, y lo comparto casi en la totalidad, si bien discrepo un poco en «la presencia de más de siete mil millones de personas en la Tierra está comprometida». No sé si hace referencia a que nos quedan dos días, a que somos muchos, o a ambos.
Sinceramente, no creo que el número de personas sea el problema. El modo en que consumimos la Tierra, sí. 10.000 millones de personas con placas solares y que hacen uso de vehículos eléctricos en una economía sin fósiles o nucleares, que no usan madera para los suelos de sus casas y que tienen una dieta baja en carne… quizá incluso sean pocos.
09 agosto 2016 | 21:54