¿Es la energía nuclear un tema para el futuro nuevo gobierno de España?

Mercedes

Mercedes Pardo – Directora del Grupo de Investigación Sociología del

Cambio Climático y Desarrollo Sostenible, de la Universidad Carlos III 

 

El ambiente caliente sobre el futuro gobierno de España es probable que haya mejorado el homo politicus, en la medida que ha desencadenado discusiones políticas en virtualmente todos los segmentos sociales que componen la ciudadanía. Más dudoso es si dichos debates han permitido profundizar en los temas relevantes. Uno de ellos es la energía, que, aunque está de alguna manera en los programas políticos, ni tan siquiera ha salido a la palestra de los debates públicos.

Rodrigo Gomenz Sanz

Y, sin embargo, no es baladí recordar que la energía es un área clave de las sociedades, ya que la política energética atraviesa la totalidad de los patrones de la cultura. El modelo energético, es decir el tipo de energía por el que se opta, el cómo se produce, dónde, para qué se produce y para quién, determinan hoy más que nunca el tipo de sociedad (en este caso la Sociedad del Petróleo, con el apoyo de la energía nuclear), y de ahí la importancia del tema, que supera ampliamente los meros aspectos técnicos. Los problemas de la energía solamente pueden ser entendidos -y por tanto resueltos- en términos de las interacciones de los factores tecnológicos, medioambientales, económicos y sociopolíticos.

Centrándonos en el tema propuesto, la energía nuclear, recordemos su corta pero intensa historia: su utilización por la industria militar en forma de bombas en 1945; el optimismo de su uso masivo para la producción de electricidad en el mundo a partir de los años 60; los accidentes nucleares de Three Mile Island en Estados Unidos y de Chernóbil en la actual Ucrania; el reciente accidente de Fukushima en Japón; la construcción de nuevas plantas en países en vías de desarrollo y las moratorias o cierre nuclear en muchos países de Europa.

De todos los tipos de energía, la nuclear ha suscitado desde sus comienzos -1955, Russell y Einstein-, una fuerte controversia científica, política y social. Los estudios de análisis de opinión llevados a cabo muestran que se ha mantenido el rechazo a la energía nuclear por una parte significativa de la población de los países económicamente desarrollados, con alguna excepción (Francia, por ejemplo, hasta recientemente). De poco han servido los argumentos esgrimidos de que los accidentes han sido casos aislados, de que la tecnología moderna ha disminuido los riesgos, de que es una energía más barata…

El cambio climático está dando oportunidad a una nueva narrativa para que los partidarios de la energía nuclear pasen de la defensiva a la ofensiva, con el argumentario sobre la no emisión de Gases de Efecto Invernadero.

Como se ve, la centralidad del tema de la energía nuclear sigue vigente, aunque, en Europa y Norteamérica lo que realmente está en juego no es tanto la construcción de nuevas centrales nucleares (muy caras si no están subvencionadas y con una conflictividad social asegurada) como la ampliación del plazo de vida de las plantas actuales.

A pesar de ello, en contraste con Alemania, en España, como decíamos, la energía nuclear no ha aparecido en la enconada controversia política que se está produciendo. Dicha centralidad en Alemania ha sido tal, que llevó en 2011 a la coalición centro-derecha que preside Angela Merkel a decidir la desconexión de todas las centrales nucleares del país antes del 2022.

La opinión favorable/desfavorable sobre la energía nuclear históricamente se ha correspondido políticamente, grosso modo, con izquierda/derecha. Pero la combinación de una sociedad con una fuerte conciencia ecológica, el accidente de la central de Fukushima y unas elecciones próximas terminaron con esa dicotomía.

Entonces cabría preguntarse ¿por qué ni Fukushima ni las elecciones otorgan a la energía nuclear en España un papel, ya no protagonista como ha ocurrido en Alemania, sino, al menos, entre los relevantes? Dejando aparte la alternativa ya real de las energías renovables, que, en cualquier caso, sería un argumento válido para ambos países, la respuesta está en las diferencias entre ambas sociedades. Alemania, con una larga historia desde finales de los 60 de movimiento ecologista y pacifista organizado, con fuerza numérica y programática hasta el punto de llegar a formar parte del gobierno federal, con una fuerte potencia económica y de liderazgo político en Europa. En España, aunque el movimiento antinuclear fue uno de los pilares del incipiente movimiento ecologista, concretamente de su corriente más eco política, de manera que llegaron a producirse movilizaciones muy notables (contra la central de Valdecaballeros, en Badajoz, por ejemplo) lo cierto es que la sociedad civil organizada es mucho más débil, el desarrollo económico y social ya en democracia se preocupaba de cuestiones básicas como el sistema de bienestar social y de libertades políticas y derechos civiles, y, en última instancia, de la europeización (sin política propia) medioambiental.

Es la diferencia entre una sociedad que tiene “resueltas” sus necesidades materiales cuantitativas y a lo que aspira entonces es a conseguir sus necesidades post-materiales cualitativas (calidad de vida y sin riesgos -como el nuclear, por ejemplo-) y una sociedad que todavía está en un estadio anterior (desde una perspectiva evolucionista optimista) de resolver sus necesidades materiales cuantitativas como puede ser el empleo.

A pesar de ello, los análisis de opinión pública de España dan resultados similares a los países de nuestro entorno de rechazo de la energía nuclear, aunque probablemente eso no se llegue todavía a materializar en un voto político, por razones que quedan para explicar en otro trabajo. De ahí la falta de centralidad de la energía nuclear en el debate político español actual.

En suma, de lo que estamos hablando es de la base social necesaria para cualquier política, de cómo es la sociedad, de cuáles son las barreras, pero también de las oportunidades para el cambio social hacia un nuevo modelo energético emergente, del cual Alemania está dando muchos ejemplos.

  • Imagen: Rodrigo Gómez Sanz

 

 

 

5 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Casandra

    Deberían serlo pues es un tema con sustancia si la gente quiere correr el riesgo de comer pescador radiactivo beber agua radiactiva y comer tomates radiactivos y no perder el tiempo para marear la perdiz para ocultar otros temas como son la corrupccion y los recortes discutir sobre el sexo de los ángeles

    27 abril 2016 | 12:19

  2. Dice ser Ingeniero de energia

    Articulo chorra y sensacionalista. A mi me parece muy bien que la gente opine sobre energía nuclear… Perdón, me parecería muy bien si estuvieran informados de como realmente opera una central, así que ajo y agua, España como siempre campeona en ser experta en opinar sobre cosas que desconoce.

    Por otro lado, premio al comentario Dummy del día para el señor de los pescados y tomates radioactivos.

    27 abril 2016 | 14:38

  3. Dice ser Ingeniero

    Como siempre mintiendo, Alemania está reconsiderando nuevamente la reapertura, Estados Unidos es pro nuclear como los franceses.
    Es más radiactiva una montaña que una nuclear (léase zonas graníticas).
    Como siempre la prensa falseando la verdad
    Si tuviésemos más nucleares la energía sería más barata, además de que es segura y ecologica

    27 abril 2016 | 15:58

  4. Dice ser Casandra

    Soy partidario de mantener las actuales centrales nucleares

    Mariano Rajoy Brey

    27 abril 2016 | 18:57

  5. Dice ser Jacobo

    VIVA EL ARTE!!!!!! VIVA LA REVOLUCIOOOON!!!!

    13 mayo 2016 | 17:34

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