Domingo Jiménez – Presidente de la Fundación Renovables
Decía Einstein que “los datos son los datos, las percepciones son la realidad”. En estas notas pretendo reflejar lo que son mis percepciones y contrastarlas con lo que han sido mis experiencias o realidades personales respecto a las energías de fuentes renovables, del sol en particular, que, como base para nuestra supervivencia y calidad de vida, formarán ineludiblemente parte del futuro. Renovables que son ya una realidad accesible, viable, oportuna y sobre todo ilusionante; vamos, que da gusto utilizarlas y más cuando son, como veremos, una forma de liberarnos progresivamente del oligopolio de las grandes empresas energéticas y eléctricas y una forma de democratización de la energía y de empoderamiento de los ciudadanos ya que el “sol sale para todos”.
Así que no solo hablamos de nuevas formas de energía, hablamos en general de nuevas formas o modos de vivir, dado el papel que la energía tiene en nuestras vidas (a través de los servicios energéticos, la calefacción, el aire acondicionado, el agua caliente, nuestro baño y nuestra cocina, nuestra movilidad y transporte…) y por qué no, dadas las dependencias que crea para el acceso a otros bienes básicos como el agua e incluso a recursos hídricos adicionales en particular en las zonas costeras. A veces estas zonas son las más necesitadas, pero si disponen de renovables y con un coste adecuado, pueden convertir al agua de mar, con la desalación, en agua potable y de alta calidad para bebida, saneamiento, riego o usos industriales.
Estamos hablando de una nueva cultura de la energía donde los protagonistas ya no serán las empresas energéticas y compañías eléctricas sino nosotros, los ciudadanos, que pasaremos de ser meros consumidores a asumir, a través de lo que se llama el “autoconsumo”, el papel de productores, de generadores de la energía térmica y sobre todo eléctrica que consumimos y de sobra, provenientes básicamente de la fuente renovable por excelencia, el sol.