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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Momentos Youtube (III): The Brett Domino Trio

The Brett Domino Trio es un joven grupo de Leeds (Inglaterra). Liderados por Brett Domino, un joven nerd que toca el keytar (mezcla de teclado y guitarra), saltaron a la fama el pasado verano gracias a su impagable versión de «Beat it», de Michael Jackson, tocada exclusivamente con teclados:

El éxito del vídeo en Internet posibilitó que Chris Moyles, un locutor de la BBC, les mencionara en su programa. Al mismo tiempo, Domino subía a Internet nuevos vídeos del grupo, incluso un cortometraje explicativo sobre el estilófono, uno de sus sintetizadores predilectos, que también generó un buen número de comentarios entusiastas en la popular web:

La popularidad del trío fue creciendo, y poco antes de las pasadas Navidades, Domino y sus dos amiguetes grababan su primer single, «Christmas (this year)», con videoclip y todo:

Recientemente, The Brett Domino Trio han participado en Britain’s got Talent (la versión inglesa de Tienes talento, Factor X y toda esa serie de programas con los que nos bombardearon durante una temporada). El grupo se quedó a las puertas de las semifinales y se llevó una calurosa ovación por parte del público por su interpretación de «Beat it».


¿Realidad o pura coña? Sea como sea, Domino y los suyos han conseguido ya un buen número de fans incondicionales… Es lo que tiene Internet.

Escucha lo nuevo de The Unfinished Sympathy

Los que me vais conociendo sabéis de mi debilidad por ciertas bandas. Por eso, cuando surgió la posibilidad de ofreceros el nuevo single de los barceloneses The Unfinished Sympathy no lo dudé ni un instante. Yo, y muchos de los que les seguimos, teníamos ganas de volver a saber de ellos. Al fin y al cabo, muchas de sus canciones han marcado a fuego varias épocas de mi vida.

Han pasado tres largos años desde la edición de «We push, you pull», el primer largo de Unfinished para Subterfuge y el cuarto de su carrera. Ahora vuelven con «Avida Dollars», un título inspirado en el juego que hizo Salvador Dalí con las letras de su nombre tras ser acusado de venderse por triunfar al otro lado del charco. En las nuevas canciones de Unfinished, las guitarras reclaman todo el protagonismo. La realidad es que nunca dejó de tenerlo, aunque ahora parece quedar poco de aquellos ecos de los 80s, esos aires funk y los coqueteos con los sintetizadores presentes tanto en su anterior trabajo como en «Bahía Paraíso», el disco en solitario de su vocalista y guitarra, Eric Fuentes.

The Unfinished Sympathy es un grupo de melodías. Nada más y nada menos. Absténganse talibanes del rock, buscadores de atmósferas complejas o amantes de intrincados universos sonoros. Aquí no encontrarán nada de ello. A cambio se darán de morros con un disco de rock con músculo, melodías de las que se adhieren al cerebro y autenticidad a raudales. Diez canciones directas a la cara, concisas y redondas. Como está mandado.

«Homedrunk» es el primer single de «Avida Dollars», a la venta el próximo 23 de marzo:

Unfinished estarán tocando el 13 de marzo en Alcalá de Henares (Can Can), el 14 en Bilbao (Sala Fever), el 28 en Vitoria (Jimmy Jazz) y el 28 de abril en Madrid (Sala Heineken). Para no perdérselos. Os dejo también el vídeo de «I Killed her but that’s not the point», uno de los hits del que para mí es su mejor trabajo, «An Investment in Logistics»:

¿Qué prefieres, la música o el sexo?

La juventud británica lo tiene bastante claro: ellos se quedan con la música.

Según una encuesta realizada por Human Capital para el sello Marrakesh Records, de la que hoy se hace eco el diario Soitu, el 60% de los jóvenes británicos de entre 16 y 24 años escoge no renunciar a escuchar a sus grupos favoritos durante un semana, aunque a costa de ello tenga que prescindir totalmente del sexo (en cualquiera de sus variantes). El porcentaje se eleva hasta un más que significativo 70% en el caso de los más jóvenes, aquellos que tienen entre 16 y 19 años.

Nosotros no tenemos una empresa de estudios de mercado. Pero tenemos este blog. Así que hagamos a la versión española de la encuesta y saquemos conclusiones, aunque sean absurdas y sesgadas. Durante una semana sólo te puedes quedar con una de las dos cosas… elige, ¿música o sexo?

Espíritu punk, melodía pop

Aguerridos, afilados, crudos. Pero también dulces, tarareables y pegadizos. Así son The Muffs, una de mis bandas predilectas del punk pop californiano de los 90. Y uno de esos grupos a los que siempre quise ver en directo. Hoy, 13 años después de su última visita, y en plenos preparativos de lo que será su nuevo disco, The Muffs actúan en Madrid.

Liderados por la simpar Kim Shattuck, una de las voces más singulares y enérgicas de la penúltima generación punk, The Muffs comenzaron su andadura en 1991. Tras publicar un par de singles con Sympathy for the Record Industry y Sub Pop, y hacerse un nombre gracias a su pasmosa facilidad para combinar melodía y mala leche, firmaron un contrato con la multinacional Warner para editar su primer álbum, el imprescindible «The Muffs» (1993). Y cómo empezaba, el jodío:

The Muffs tenía muchas papeletas para convertirse en una de las bandas de moda. Era el momento, con grupos de chicas como Hole, L7 o Elastica triunfando en las radios, y el sonido del punk melódico de Green Day y Offspring a punto de explotar. Pero no fue así. Quizás porque The Muffs nunca se casaron con nadie y prefirieron seguir su propio camino: No parecían ser especialmente cool como para arrasar en la MTV, a pesar del carisma de su líder. Tampoco encajaban en el movimiento Riot Grrrl, (el feminismo se la traía bastante floja, lo suyo era pasarlo bien). Quizás, y simplemente, no estuvieron en el lugar apropiado en el momento apropiado. O no quisieron. Tras publicar los otros dos discos acordados por contrato con Warner -«Blonder and Blonder» (1995) y «Happy Birthday to Me» (1997)-, The Muffs volvieron a la independencia para publicar tres discos más, el último de ellos de 2004, «Really really happy», con un sonido algo más dócil pero igualmente irresistible:

La trayectoria de The Muffs ha contribuído a que se hable de ellos empleando la tan recurrente etiqueta de grupo de culto. Y claro, por fin llega el día en el que vuelven a subirse a un escenario y sus fans acudimos fieles a la cita. No podía ser de otra manera.

Y es que, aunque ya no seamos adolescentes, mola acordarse por un rato.

La conexión Mario Vaquerizo-Alaska-Jimenez Losantos

Hace un par de días me sorprendió la presencia de Mario Vaquerizo, líder de las Nancys Rubias y marido de Alaska, en el plató de «Diario de la Noche» de Telemadrid. Digo que me sorprendió porque resulta chocante ver a alguien como Vaquerizo, tan afeminado y excéntrico, junto a todo un señorón de derechas como es Hermann Tertsch, que presenta el espacio de la cadena madrileña desde la salida de Germán Yanke, primero, y Sánchez Dragó después.

La entrevista no pasó de lo habitual en este tipo de cosas: Vaquerizo hizo la pertinente promoción de su nuevo disco con Nancys Rubias y se deshizo en elogios hacia el programa y sus presentadores. Además, se retractó de sus críticas de antaño hacia la SGAE, apuntando que de haber sabido el dinero que ponen las discográficas para que salgan discos hubiera sido más cauto. También habló de Jiménez Losantos, a quien se refirió como su «amigo».

Hace algo más de un año, la propia Olvido Gara pasaba por el plató de «La hora de Federico», donde charlaba amigablemente con el polémico locutor (hace tiempo que colabora en su programa de la Cope) y anunciaba el inminente estreno de su blog en la web de Libertad Digital. Una bitácora «blindada» (esto es, que no acepta comentarios) en la que el matrimonio comparte sus reflexiones cotidianas, y que el próximo mes de marzo cumplirá un año de vida.

Mario Vaquerizo es un tipo que siempre se presta a la conversación. Por eso le he llamado para preguntarle por el asunto.

«Federico Jiménez Losantos nos propuso hacer este blog» me cuenta. «La única condición que pusimos es que fuera cerrado, porque no me interesan los comentarios de gente a la que no conozco. Estoy encantado de hacerlo y de que nos permitan hablar sobre cualquier cosa que queramos». ¿Y os mantenéis al margen de la política?, pregunto. «Mi niño, es que yo no sé las políticas que lleva cada uno, es como si te preguntan a ti por la política que lleva tu periódico. Yo soy un colaborador de la web y punto. Estoy encantado y agradecido de que una persona como Jiménez Losantos haya pensado en mí, de que le guste lo que escribo y de que me deje plasmarlo». Pues muy bien.

Y ahora yo os pregunto a vosotros: ¿Cómo veis la conexión de Alaska y Vaquerizo con un medio tan abiertamente ultraconservador? ¿Es positivo que, contrariamente a lo habitual, personajes de la cultura no comulguen con las ideas supuestamente progresistas tan aparentemente extendidas entre el gremio? Me interesan vuestros comentarios (aunque no os conozca).


La groupie acosadora de Matt Bellamy

Imagina la escena: eres un músico famoso que duerme en un hotel durante una gira. De pronto, abres un ojo y te encuentras, sentada frente a ti en la cama, a una fan con cara de loca que lleva varias horas observándote en silencio, escrutando cada uno de tus movimientos mientras duermes y contando las babas que resbalan de tu boca. Y claro, al despertar y verla, el susto es tan salvaje que no sabes si gritar, pegarle con la lámpara en la cabeza o mearte encima del sobresalto.

Esta bonita anécdota le ocurrió en París al cantante de Muse, Matt Bellamy (sí, el de la foto es él, me ha venido al pelo), durante su gira de presentación de «Origin of Symmetry» en 2001, según contó ayer a NME. Él no hizo nada. Ni gritar, ni arrearle con la lámpara, ni imagino que mearse encima, sino que se mostró todo lo diplomático que supo para poder sacar de allí a la intrusa. O al menos eso dice él.

El fenómeno de las groupies que persiguen a sus ídolos hasta llevárselos al huerto da para una extensísima serie de posts, y ha dejado nombres que ya forman parte de la historia del rock and roll: Marianne Faithfull compartió cama con Mick Jagger y Keith Richards (años después llegó a afirmar que el segundo era mucho mejor amante que el primero, lo que a Jagger no le debió hacer mucha gracia). Cynthia Plaster Caster hacía moldes de los penes erectos de músicos como Jimi Hendrix, los componentes de MC5 o Jello Biafra, de Dead Kennedys (se dice que previa felación, pero eso entra dentro del terreno de lo no corroborado). Pamela Des Barres se acostó con Jimmy Page, Mick Jagger (que se apuntaba a todas), Keith Moon y Jim Morrison, entre otros. Bebe Buell se pasó a tantos por la piedra (Stiv Bators, Rod Stewart, Elvis Costello, de nuevo Mick Jagger, Jimmy Page, David Bowie, Iggy Pop…) que cuando tuvo una hija podía haber sido de cualquiera. Pero el hecho es que el padre era Steven Tyler, con quien mantuvo una fugaz relación de la que salió la bella Liv Tyler, elfa de El Señor de los Anillos y protagonista de un videoclip, el «Crazy» de Aerosmith, que en mi adolescencia me ponía palote…

Groupies que hacen cosas raras ¿Qué tienen en la cabeza? Premio a la mejor respuesta.

Springsteen vs Kiss, ¿un nuevo capítulo de plagio?

Antes de emitir juicio alguno, algo que a los españoles de a pie nos gusta mucho (y a los blogueros más aún), vayamos directamente a los hechos.

Bruce Springsteen es la última víctima de una acusación de plagio.Ni más ni menos. Tras los sonados casos y las acaloradas discusiones sobre los supuestos plagios de Coldplay vs. Alizée (y vs. Satriani también) y Enrique Bunbury, ahora le toca al genio de Nueva Jersey. Pero en este caso, además, el tema supuestamente plagiado es de sobra conocido por todos vosotros. Se trata de «I was made for loving you», de Kiss. Aquí hay chicha, amigos.

Escuchemos los dos temas en liza para saber de qué estamos hablando:

Bruce Springsteen: «Outlaw Pete»

Kiss «I was made for loving you»

Bien. La melodía de la voz es muy similar, de eso no cabe duda. Pero si he de ser sincero, no creo que exista plagio. Como tampoco lo creí la última vez que hablé de este recurrente tema, a propósito de los Hives.

Creo que en este mundillo de la música existe demasiada gente que opina de composición sin tener mucha idea. Personas a la que, al oír una melodía parecida a otra, se les llena la boca con la palabra plagio. Es el tema de moda. Da juego. Y yo, sin ánimo de defender a Springsteen gratuitamente, creo que se equivocan.

Existen miles, millones de canciones de rock. Que ciertas melodías de algunas recuerden a otras es, a veces, inevitable. Y no estamos hablando de una melodía de voz muy compleja precisamente, sino de una sencilla línea que asciende y termina bajando. Y exclusivamente en la estrofa. Cosas parecidas me pasan con grupos que me gustan, y a ninguno de ellos se le ocurre llevar a otro a juicio para intentar sacarle los cuartos. Es algo exclusivamente propio del mainstream, donde se mueve la panoja, y bastante absurdo. Tan absurdo como pensar que Bruce Springsteen es tan rematadamente capullo como para plagiar descaradamente un tema tan conocido y pretender que nadie se dé cuenta. Quizás el subconsciente le jugó una mala pasada, aunque es una posibilidad remota. En todo caso, y si así fuera, estaríamos hablando de otra cosa.

Que existe plagio en la música es evidente. Pero no nos volvamos locos. De un tiempo a esta parte parece que todo lo es. Y cansa.

Sé que esta es una opinión que no coincide con la mayoritaria. En otro medio, por ejemplo, ponen a caer de un burro a Springsteen, llaman a los que niegan el plagio «fans obcecados» y «talibanes del Boss» y dan por supuesto que el plagio es flagrante. Yo no soy un gran fan de Springsteen, así que será que únicamente no me creo cualquier cosa por el mero hecho de que todo el mundo la diga.

¿Tú qué opinas?



Obama canta «mierda, hijos de puta, negrata…» en versión techno

Oh, Internet. El eje sobre el que gira el nuevo milenio. Herramienta de comunicación de poder infinito. Y también lugar en el que, por definición, gente con demasiado tiempo libre se dedica a cosas raras, a menudo absurdas y, de cuando en cuando, hasta divertidas.

No sé en qué categoría estaría la noticia que hoy nos ocupa. Lo que es cierto es que, por el mero hecho de tener como protagonista a Barack Obama, ha ocupado un espacio significativo en blogs y publicaciones de postín.

La historia es la siguiente: en 1995, Barack Obama publicó el libro Dreams from my Father. Como es habitual en EE UU, se editó una versión del libro leída por el propio Obama (los llamados audio books, prácticamente inexistentes en España). En uno de los pasajes, el presidente electo reproducía una conversación con un compañero de secundaria. Dicha conversación contenía frases pronunciadas por su compañero como «There are white folks and there are ignorante motherfuckers like you» (Hay tipos blancos y luego hay hijos de puta ignorantes como tú), «This shit’s getting way too complicated for me» (esta mierda se está volviendo demasiado complicada para mí), «You ain’t my bitch, nigga» (no eres mi perra, negrata), y otras lindezas por el estilo.

Hace un par de días, a la actriz y locutora de radio April Winchell se le ocurrió subir estas frases a su página web (lo raro es que nadie lo hubiera hecho antes). Al día siguiente, el asunto ya estaba en Youtube.

Y claro, a los dos días de salir la chorronoticia, otro freak ya tenía preparado un remix techno con las malsonantes palabras en boca de Obama. Y a triunfar:

De momento, nada tan insuperable como la versión de «Sunday Bloody Sunday» de U2 a manos de George W. Bush. Esto sí que lleva curro…



Muere el líder de The Cramps

Nunca es plato de buen gusto tener que contribuir a engrosar la categoría de Obituarios de este blog. En su día la creé tras darme cuenta de que, en poco tiempo, había escrito tres post con la muerte como leitmotiv. Hoy vuelvo a darme de morros con una noticia triste: el fallecimiento, el pasado miércoles, de Eric Lee Purkisher, más conocido como Lux Interior. Y yo, aun a toro pasado, me veo obligado a rendirle el homenaje que se merece. Porque, ante todo, su muerte nos sirve de excusa para recordar su vida y, sobre todo, su música. Es lo que nos queda, y no es poco.

Es posible que a muchos no les suene su nombre. Incluso puede que a alguno tampoco el de su banda, The Cramps. Y sin embargo, la suya es una contribución vital en la historia del rock and roll. The Cramps fueron una excepcional banda de garage punk y pioneros de todo un género, el psychobilly. Fueron, por tanto, padrinos de toda una ristra de bandas fundamentales de la escena. El psychobilly no es otra cosa que la fusión de los sonidos del rockabilly de los 50 con el punk de los 70. Un cóctel explosivo al que hay que añadir una jugosa y característica guinda: las letras. Películas de serie Z, terror, monstruos, fetichismo, sexo. Toda una ristra de tópicos que no pueden faltar en un buen tema del género.

Lux Interior formó The Cramps en el lejano 1973. La historia de la banda está íntimamente ligada a una relación amorosa, la que mantuvo hasta el día de su muerte con Kristy Wallace, más conocida como Poison Ivy, guitarrista del grupo durante 37 largos años. Lux y Kristy se conocieron en un curso de Arte y Chamanismo de la Universidad de Sacramento (California). Eran dos tipos raros y, afortunadamente para todos nosotros, sus caminos se cruzaron. Juntos formaron una banda por la que han pasado un gran número de miembros, al tiempo que el núcleo se mantenía intacto.

A lo largo de sus casi cuatro décadas de vida, The Cramps publicaron 14 discos. Y sin embargo, lo que quedará en el imborrable recuerdo serán sus directos. Explosivos, impredecibles, salvajes. Rabiosamente divertidos. Todo lo que se puede pedir a un buen show de rock and roll. El pálido y mortecino Lux se dejaba la piel en cada actuación. Y sus fans lo gozaban.

El miércoles, Lux fallecía en la cama de un hospital de California. Tenía 62 años y una vida de excesos a sus espaldas. Descanse en paz. Y gracias por el espectáculo.

The Cramps: Naked Girl Falling Down The Stairs:

The Gutter Twins: menos es más

Épico, brillante, conmovedor. Cuesta dar con los adjetivos apropiados para definir lo que se vivió ayer en el madrileño teatro Calderón (ahora conocido como teatro Haagen Dags). Mark Lanegan y Greg Dully, o lo que es lo mismo, The Gutter Twins, ofrecieron un concierto acústico lleno de intensidad emocional, de esos que no se olvidan nunca.

Para los que no sepan de qué estamos hablando,un par de apuntes. Mark Lanegan es el ex vocalista de Screaming Trees, una banda de grunge formada en Seattle a mediados de los 80 con un buen puñado de discos memorables. Tras su separación, emprendió una impecable carrera en solitario que durante años ha compaginado con otros proyectos: colabora puntualmente con Queens of the Stone Age, en su día grabó un disco con Isobel Campbell (ex de Belle & Sebastian), y ha liderado otros deslumbrantes proyectos como Soulsavers. Vamos, que no para, el amigo.

Greg Dulli, por su parte, fue el líder de otra banda legendaria del rock alternativo americano, Afghan Whigs. En la actualidad compagina su carrera en solitario con un grupo, The Twilight Singers, en el que también colabora el propio Lanegan.

Acompañados únicamente por un guitarrista, Dave Rosser, con Dulli alternándose a la guitarra y el piano y un Lanegan -completamente inmóvil- haciéndose cargo exclusivamente de su profunda voz, los tres se valieron de sobra para transmitir el amplio abanico de sensaciones que destilan sus canciones. Desde las más oscuras e introspectivas, las de Lanegan, a las más pasionales de Dulli, llenas de luz y matices.

La combinación de las voces de ambos da un juego a especial a su propuesta. Por sí mismas, las cuerdas vocales de Lanegan son capaces de hacer temblar cada rincón de cualquier sala: abre la boca y te tiemblan las entrañas. Los pelos se te erizan y el alma se estremece. La voz de Dulli, mucho más aguda -y algo más limitada-, posee también un feeling único a la hora de dibujar melodías.

A lo largo de un concierto que se hizo corto entonaron algunos de los temas de su único disco hasta la fecha como The Gutter Twins, el sobrecogedor «Saturnalia», alternados con un puñado de canciones de Lanegan (las más celebradas), otras tantas de Dulli y alguna concesión al cancionero de The Twilight Singers, además de un par de versiones facturadas con elegancia: el clásico del country «Tenessee Waltz» y la archiconocida «Dreams», de los Everly Brothers, a la que aportaron su personal sello. Y todos a nuestras casas (o al bar más cercano) tan contentos.

El duelo acústico entre estos dos gigantes del rock americano volvió a poner de manifiesto que, cuando se tiene el talento, menos es más. Y si ese intenso minimialismo se puede disfrutar sentado cómodamente en la butaca de un teatro, mejor que mejor. Será que me estoy haciendo viejo…

The Gutter Twins – «All Misery/Flowers»