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Repelentes y otras medidas para prevenir picaduras de insecto en niños

En este blog ya publicamos una entrada sobre cómo debéis actuar ante la picadura de diferentes insectos. Esta información no quedaría completa si no os explicamos también cómo podéis evitarlas porque como dice el refranero: «Es mejor prevenir, que curar».

En este post encontrarás información útil sobre qué medidas puedes tomar para evitar las picaduras de insecto y las particularidades a aplicar en los niños.

Sentido común y medidas físicas

No todo tiene que ser un repelente de mosquitos como veremos más adelante. Hay otras medidas sencillas de aplicar que disminuirán en gran medida la probabilidad de una picadura.

En primer lugar debemos aplicar el sentido común. La mayoría de los mosquitos viven en climas templados cerca de lugares con agua y suelen salir en busca de una «víctima» a la caída de la tarde. Por ello, debemos evitar los paseos cerca de ríos y pantanos a última hora del día.

En cualquier caso, en el campo hay muchos más insectos que en la ciudad por lo que cuando nuestros hijos salgan de excursión es mejor vestirles con ropa de manga larga para que tengan menos zonas expuestas a las picaduras. Debido a que los insectos identifican claramente los colores vivos y fuertes (como los de las flores), evitaremos en la medida de lo posible prendas de colores muy llamativos.

De forma parecida, muchos insectos son atraídos por los perfumes de jabones y champús por lo que debemos emplear en estos casos los que sean menos perfumados.

Por las noches, el empleo de mosquiteras en las ventanas y puertas y también redes sobre las camas son de gran ayuda. En caso de los niños podemos utilizar redes para cubrir los carritos durante todo el día.

Con estas acciones sencillas evitarás ser el foco de atención de los insectos y reducirás en buena medida las posibles picaduras de tu hijo.

¿Qué es un repelente de insectos?

Los repelentes son sustancias químicas que extendidas sobre la piel del niño impiden que se produzca una picadura. Algunos de ellos pueden ser productos naturales. La forma de presentación es muy variada, desde lociones o cremas hasta aerosoles o barritas con el producto. Pese a la gran variedad que existe en el mercado, todas deben ser aplicadas sobre la piel para que sean efectivas.

Debido a que las avispas y las abejas pican en defensa propia, los repelentes no son efectivos contra ellas. Éstos van dirigidos a insectos tales como mosquitos, moscas, pulgas garrapatas y arañas.

Tipos de repelentes

Como ya hemos dicho, serán productos químicos que evitan que el insecto se pose sobre la piel, impidiendo así la picadura. Solo debemos utilizar aquellos que hayan demostrado ser eficaces, evitando remedios que no servirán para nada y además podrían tener efectos secundarios.

  • DEET (N, N-meta-toluamida): es el repelente de insectos más eficaz que se conoce.  En farmacias los puedes encontrar en diferentes presentaciones (loción, spray, crema). La cantidad de DEET que contiene cada producto comercial puede variar desde menos del 10%  hasta el 45%. Cuanta más cantidad de DEET tenga el producto, más duradera será la protección que otorga. Sin embargo, concentraciones por encima del 30% no ofrecen ninguna ventaja. A modo orientativo, un producto que contenga DEET al 10% protegerá durante unas 2 horas mientras que uno al 25% lo puede llegar a hacer durante casi 5 horas. En niños no se recomienda el empleo de productos con concentraciones superiores al 30%. En general, debe evitarse por debajo de los dos años.
  • IR3535: también empleado frecuentemente en niños, en este caso puede utilizarse por encima del año de edad en concentraciones al 10%.
  • Picardina: es un repelente de insectos que ha demostrado ser eficaz y su uso a nivel mundial está muy extendido. Sin embargo, su protección no es tan duradera como el DEET.
  • Aceites de origen vegetal como citronela, cedro, eucalipto, piertrina o citridiol: aunque su eficacia ha sido comprobada están menos avalados científicamente que el DEET y el problema es que hay que repetir su aplicación cada menos tiempo.
  • Permetrina: eficaz contra la picadura de garrapatas. Se utiliza impregnado la ropa que vamos a usar pero no debe aplicarse sobre la piel.

¿Qué precauciones debo tomar en los niños?

En general, todos los repelentes pueden utilizarse en niños.

El DEET no está recomendado en menores de 2 meses. En niños con menos de 2 años se prefiere el empleo de mosquiteras (aunque se puedrían utilizar los repelentes).

Tampoco existe ningún inconveniente en que se utilicen durante el embarazo y la lactancia.

¿Cómo utilizo el repelente en mi hijo?

  • Los repelentes deben aplicarse solo en la piel expuesta, nunca bajo la ropa.
  • Utiliza la cantidad adecuada de producto, lo suficiente para cubrir la piel. Más cantidad no significa más protección.
  • No deben aplicarse sobre heridas o lesiones de la piel.
  • Evitaremos utilizar repelentes en aerosol sobre la cara. Es preferible aplicarlo sobre la mano y después extenderlo.
  • Puede utilizarse sobre la ropa pero esta ha de ser lavada antes de volver a usarse.
  • Una vez que el niño termine su actividad al aire libre es conveniente lavarle con agua y jabón.
  • Al igual que se puede utilizar en la ropa, puede emplearse en carritos de bebe o sillas de coche.
  • No emplees los repelentes en aerosol dentro de casa para evitar inhalarlos.

En el caso de que estés utilizando un protector solar de forma simultanea, primero se debe aplicar la crema para el sol y después el repelente. Los productos que combinan protector solar y repelente no están recomendados.

Medidas contra insectos que no sirven para nada

Si sois seguidores de nuestro blog sabréis que nos gusta que las cosas que os transmitimos estén avaladas científicamente. Debido a la preocupación que genera en los padres las picaduras de los insectos, la industria farmacéutica vende muchos productos que no han demostrado eficacia aprovechando el tirón de esa preocupación que tiene los padres. De forma similar existen remedios caseros que tampoco son útiles. No empleéis este tipo de medidas porque es tirar el dinero. Algunas de ellas son:

  • Brazaletes que contengan repelentes químicos. Como ya hemos dicho, el producto debe aplicarse en la piel. De nada sirve llevar un brazalete con olor…
  • Parches para la ropa con repelentes impregnados. Algo parecido a los brazaletes.
  • Dispositivos electrónicos que emiten ondas sonoras que aparentemente ahuyentan a los mosquitos.
  • Ajo o Vitamina B1. Ni tomados por boca ni frotados por el cuerpo.
  • El clavo pinchado en medio limón no es eficaz.
  • Dispositivos de jardín que electrocutan a los insectos. En el mejor de los casos atraerán a más mosquitos…

En resumen, los repelentes pueden utilizarse de forma segura en niños teniendo en cuenta algunas precauciones básicas. En general se prefiere el empleo de DEET debido a su eficacia y amplia experiencia de uso; en niños no debe utilizarse por debajo de los dos meses de edad y siempre en concentraciones no superiores al 30%. Recordad que a los repelentes hay que sumarles las medidas físicas, como la ropa de manga larga y las mosquiteras, y el sentido común.

El copyrigth de la imagen de cabecera pertenece a Agência Brasil Fotografias bajo una licencia  CC BY 2.0

Picaduras de insectos, ¿qué tengo que hacer?

Las picaduras de insecto son un motivo de consulta frecuente en las consultas de pediatría y otras tantas a los servicios de Urgencias. Por algún motivo, a los padres les preocupa mucho que a uno de sus hijos le salgan en la piel las típicas lesiones provocadas por la picadura de una araña o un mosquito cuando en general son siempre reacciones leves.

En este post repasaremos cómo son las lesiones típicas de las picaduras de un insecto y cómo actuar ante ellas. También puedes consultar este otro post si lo que estás buscando es información sobre repelentes de insectos.

¿Qué es una picadura?

Las picaduras son las lesiones que quedan en la piel después de que un insecto inocule una sustancia tóxica. Estas lesiones suelen tener forma de habón y en general causan picor. La mayoría de las veces son de carácter leve solucionándose al cabo de unas pocas horas. En raras ocasiones dan lugar a complicaciones.

¿Cómo son las picaduras de cada insecto?

Los insectos que frecuentemente dan lugar a picaduras son los mosquitos, arañas, chinches y pulgas. En nuestro medio (península ibérica) no suelen ser venenosos en el sentido de que den lugar a reacciones generalizadas más allá de la reacción local antes comentada. Dependiendo del tipo de insecto y la sensibilidad de cada persona, las lesiones pueden ser de diferente tipo y más o menos grandes.

Mosquitos

Los mosquitos hembra necesitan sangre para poder sobrevivir y cuando pican en la piel inyectan saliva que resulta tóxica para las personas. Provocan lesiones sobreelevadas (habones) eritematosas no agrupadas (cada mosquito pica solo una vez) que causan picor y desparecen en menos de 24 horas. Dependiendo de la sensibilización individual, las lesiones pueden ser más llamativas.

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Lesiones típicas tras la picadura de varios mosquitos (diferentes localizaciones).

Abejas y Avispas

Estos insectos inyectan un veneno a través de un aguijón. En el caso de las avispas no se desprende por lo que pueden picar varias veces, mientras que la abeja al picar deja incrustado el aguijón en la piel y muere. Dan lugar a reacciones locales inflamatorias algo más grandes que los mosquitos, provocando dolor/picor que se resuelve al cabo de unas horas. En personas más sensibles pueden dar lugar a hinchazón (edema). Se calcula que el 20-25% de la población presenta alergia al veneno de estos insectos aunque solo un 2-3% se presentan como reacciones alérgicas graves  (anafilaxia) tras la picadura.

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Picadura de avispa con eritema a su alrededor. Como se puede observar, la lesión central es más grande que la de mosquitos.

Arañas

En España solo existen tres arañas venenosas (viuda negra, araña marrón y tarántula) pero no es frecuente encontrarlas en ambientes urbanos. El resto de arañas dan lugar a lesiones leves similares a los mosquitos.

Chinches y Pulgas

A diferencia del resto de insectos, tanto las chinches como las pulgas provocan lesiones agrupadas ya que cada uno de ellos puede picar a la misma persona varias veces. Las pulgas provocan lesiones similares a los mosquitos mientras que las chinches dan lugar a lesiones múltiples con un punto hemorrágico central.

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Lesiones típicas de chinches, agrupadas con punto hemorrágico central.

¿Qué tengo que hacer en caso de una picadura?

Ante todo tranquilidad. Como ya hemos dicho las lesiones provocadas por picaduras se solucionan con el paso del tiempo. En todo caso, el tratamiento irá encaminado a mejorar el picor y malestar que generan:

  • Lava con agua y jabón la zona de la picadura para evitar que se infecte.
  • En caso de picor se puede aplicar frío local o una solución de amoníaco (mayores de 2 años) o calamina (nunca en la boca o los ojos).
  • Si el picor es intenso se puede recurrir a un antihistamínico vía oral (tu pediatra te indicará la dosis).
  • En caso de que la reacción local sea muy exagerada se puede emplear una pomada de corticoides, la cuál suele disminuir el edema.

Mención a parte merecen las abejas, ya que como al picar dejan el aguijón, además de todo lo anterior, éste debe extraerse. Suele ser efectivo emplear unas pinzas.

¿Qué tengo que vigilar? ¿Cuándo acudo al médico?

Las picaduras de insectos no suelen complicarse más allá de la reacción local que provocan.

La complicación más frecuente es la sobreinfección secundaria al rascado por lo que debemos evitarlo lo máximo posible con los tratamientos referidos más arriba. En caso de que la lesión no termine de desaparecer o empeore haciéndose más grande, es conveniente acudir al médico para que valore si es necesario añadir un antibiótico.

En muy raras ocasiones los insectos trasmiten enfermedades. En general son tan raras que no debes preocuparte por ellas.

En las raras ocasiones en que un niño tenga alergia al veneno del insecto, tras una picadura, presentará dificultad respiratoria y lesiones cutáneas en todo el cuerpo (urticaria). Este cuadro clínico se conoce como anafilaxia. En estos casos, si se dispone de un autoinyector de adrenalina se debe emplear y posteriormente se debe acudir sin demora a Urgencias.


En resumen, las lesiones que provocan los insectos son molestas pero pasajeras. En general no requieren tratamiento salvo la aplicación de algún remedio tópico para evitar el picor.

NOTA: El copyrigth de las imágenes de este post pertenece a DermNet NZ bajo una licencia CC BY-ND-NC 3.0 NZ.

El síndrome de muerte súbita del lactante

El síndrome muerte súbita del lactante (SMSL) es la causa de muerte inexplicable más frecuente durante el primer año de vida. No se conoce qué la provoca y, a priori, tampoco se puede predecir a qué niño le ocurrirá.

Sin embargo, existen una serie de factores protectores y otros de riesgo con los que se disminuirá o aumentará la probabilidad de que se produzca. Es importante que los padres los conozcan para generar un ambiente que proteja a sus hijos contra este síndrome. Nosotros como pediatras nos vemos en la obligación de trasmitir esta información como parte de nuestra labor asistencial, de ahí que hayamos decidido dedicar un post a este tema por muy duro que parezca.

¿Qué es el síndrome de muerte súbita del lactante?

La definición más aceptada es la de aquella «muerte de un niño menor de un año de edad, que ocurre aparentemente durante el sueño y de forma inexplicable después de la realización de una minuciosa investigación postmortem, que incluye la práctica de la autopsia, examen del lugar del fallecimiento y revisión de la historia
clínica». Esta definición implica que el fallecimiento no puede ser debido a alguna circunstancia previa (enfermedad crónica o malformaciones congénitas).

Se calcula que ocurren 0,5-1 caso por cada 1.000 nacidos vivos, lo que en España daría lugar a unos 100 sucesos cada año. Los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística muestran que en el año 2016 hubo 44 bebés fallecidos por esta causa.

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Fallecimientos por Muerte Subita Infantil, periodo 1980-2016. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

Como ya hemos dicho, no existe una causa clara de por qué sucede aunque existen varias hipótesis al respecto. La más aceptada es la «hipotesis del triple riesgo» en la que se superpondrían tres factores: el primero sería un niño vulnerable, es decir, aquél que estaría predispuesto para ello, a esto se sumaría un periodo crítico del desarrollo del niño unido a una serie de factores estresantes externos que son conocidos como factores de riesgo.

A pesar del desconocimiento actual de la causa última de esta patología, con el tiempo se han ido conociendo algunos de esos factores estresantes lo que ha llevado a realizar campañas preventivas que han resultado efectivas en disminuir los casos de muerte súbita (como podéis ver en el gráfico de arriba).

Factores de riesgo

Como hemos dicho, alrededor de la muerte súbita del lactante aparecen una serie de factores que se han relacionado con un aumento de la probabilidad de sufrirla y por tanto forman parte de las «causas» de esta enfermedad. Algunos de ellos podremos corregirlos mientras que otros son inalterables debido a su propia naturaleza:

Factores maternos

Serían aquellos factores relacionados con algún hábito o enfermedad de la madre que se han relacionado con la muerte súbita del lactante.

  • Hábito tabáquico: desde hace años se conoce la asociación entre que una madre fume durante el embarazo y la muerte súbita. Además, esta asociación mantiene una relación directa con la cantidad de tabaco consumido. Por otro lado, el hábito de fumar después del parto de cualquier conviviente del niño, también está relacionado con este síndrome. Se estima que este factor aumenta hasta 4 veces el riesgo de sufrila. Como os podéis imaginar es un factor muy importante ya que pertenece al grupo de los que se pueden modificar.
  • Edad de la madre: se ha relacionado el ser madre joven con este síndrome. Se calcula que este riesgo aumenta mucho cuando la madre es menor de 20 años.
  • Alcohol y otras drogas: como pasaba con el tabaco, el consumo de estas sustancias durante el embarazo también aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante. También pertenece al grupo de los factores modificables.
  • Complicaciones de la gestación/parto: algunos de ellos son placenta previa, desprendimiento de placenta, rotura prematura de membranas, anemia materna durante la gestación, preeclampsia… Algunos de ellos son prevenibles por lo que un control gestacional adecuado podría evitar algunos de ellos.

Factores del niño

  • Prematuridad y bajo peso: se sabe desde hace tiempo que tanto los niños que nacen antes de la 37 semana de gestación como aquellos que lo hacen con menos peso del que deberían están en mayor riesgo de morir de muerte súbita. Se desconoce cuál es el mecanismo que da lugar a esta relación.
  • Tener un hermano fallecido por este síndrome: se ha estimado una tasa de recurrencia del 2%. Se cree que es debido a una combinación de factores biológicos (algunos de ellos genéticos) y también epidemiológicos (factores del ambiente que persisten en el nuevo nacimiento).
  • Gemelos (gestación múltiple): los niños fruto de una gestación múltiple tienen el doble de riesgo de SMSL que los niños que nacieron de gestaciones únicas. Esto se debe en parte al alto índice de prematuridad pero también al propio hecho de ser gemelos.
  • Historia de apnea: las apneas forman parte de una entidad que en pediatría llamamos «episodios amenazantes para la vida». Este tipo de eventos comparte muchos factores de riesgo con el SMSL por los que no es de extrañar que estén relacionados.

Factores del ambiente

  • Posición para dormir: dormir boca abajo constituye el factor de riesgo «modificable» más importante. Gracias al cambio de recomendación realizado hace unos años a «dormir boca arriba» se ha visto como el SMSL ha disminuido claramente. De igual forma, «dormir de lado» también se considera un factor de riesgo para esta patología, ya que el bebé podría girarse y pasar a posición «boca abajo».
  • Ambiente que rodea al niño: está demostrado que los colchones blandos así como objetos sueltos por la cama aumentan el SMSL. Por ello se recomienda que duerman sobre una superficie firme y sin objetos como peluches, cojines antivuelco, colchas o almohadas a su alrededor.
  • Colecho: compartir la cama con un bebé, sobretodo si éste es menor de 3 meses, es un factor de riesgo para el SMSL. Este riesgo aumenta cuando la cama es multicompartida (bebé y al menos dos personas más). Sin embargo, dado que el colecho es un factor que potencia la lactancia materna y ésta previene el SMSL, podría realizarse de forma segura siempre y cuando no concurrieran el resto de factores de riesgo. Esta afirmación está extraída de las recomendaciones actuales del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (link) y de la IHAN (link). Si quieres saber más sobre cómo realizar colecho de forma segura consulta este link.

Factores protectores

Estos factores son los que han demostrado disminuir la probabilidad de sufrir una muerte súbita. La gran mayoría de ellos son modificables, es decir, podemos intervenir  activamente para que se produzcan. Todas nuestras energías deberán ir dirigidas a que nuestros bebés disfruten de ellos.

  • Lactancia materna: es uno de los factores protectores más fuertes. De hecho se estima que los bebés amamantados por sus madres tiene la mitad de riesgo de sufrir un SMSL respecto de aquellos que toman biberón. Además, la lactancia materna contrarresta los riesgos del colecho, siempre que éste se realice de forma segura.
  • El chupete: el empleo del chupete durante el sueño ha demostrado disminuir el SMSL por lo que se encuentra entre las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría para prevenir este síndrome. En caso de emplearlo debemos hacerlo tras la instauración de la lactancia materna para no interferir con ella (en torno al mes de vida).
  • Compartir habitación: el compartir habitación pero no la cama se ha asociado a la disminución el SMSL, seguramente porque gracias a ello se consiguen otros factores protectores como mayor tasa de lactancia materna y evitar que el niño duerma boca abajo.
  • Airear la habitación: otro factor protector frente al SMSL consiste en ventilar y mantener una adecuada temperatura en la habitación sin que ésta sea ni muy baja ni excesiva.
  • Vacunación: se desconoce el por qué de esta asociación, pero se ha demostrado que en los niños vacunados la probabilidad de SMSL disminuye al 50%. Por ello, forma parte de las recomendaciones para evitar este síndrome.

¿Qué debo hacer entonces por mi bebé?

Hasta este momento has podido leer una serie de factores que se han demostrado asociados al SMSL. Algunos de ellos son modificables. ¿Qué podemos hacer entonces? Se trata de ofrecer a tus hijos un ambiente seguro que potencie los factores protectores y evite al máximo los factores de riesgo sobre los que podamos intervenir.

Cuando se analizan las muertes por SMSL se observa que en la gran mayoría (95% de los casos) existe una combinación de varios factores. Las campañas para su prevención deben realizarse a nivel poblacional, dirigidas a todos los niños y sus familias independientemente de que en ellos concurran más o menos factores de riesgo.

De entre todas las campañas de concienciación que se han realizado, la más efectiva ha sido «Ponle a dormir boca arriba», instaurada en España en el año 2000, consiguiendo disminuir drásticamente las muertes por SMSL.

¿Y los vigilabebés y otros dispositivos qué función pueden cumplir?

Por desgracia, ningún dispositivo de vigilancias de bebés ha demostrado disminuir las tasas de SMSL. Y al referirnos a dispositivo nos referimos no solo al típico vigilabebés con cámara y sonido, sino también a los más modernos que nos darían información sobre la frecuencia cardíaca o la saturación de oxígeno del niño.

Este tipo de dispositivos avanzados estarían recomendados en ciertos pacientes con riesgo muy aumentado para el SMSL (prematuros que hacen pausas de apnea, cardiópatas, antecedentes familiares…) en los que los padres serían alertados con prontitud ante un evento de este tipo y podrían actuar a tiempo. Sin embargo, no forman parte de las estrategia generales actuales para prevenir el SMSL a nivel de población general.

Si nos seguís a menudo, nosotros incluimos estos dispositivos del siglo XXI dentro de la lista de regalos que NUNCA se deberían hacer a un recién nacido.

Otros «dispositivos» que se anuncian como protectores del SMSL son colchones modernos con eslóganes tan impactantes como «el colchón más seguro del mundo». Estas marcas comerciales aseguran que disminuyen el SMSL, sin embargo toda esa publicidad se basa en estudios que han demostrado que el colchón se «calienta menos» por estar más aireado. Sin embargo, esta hipótesis no ha sido demostrada por lo que decir «mi colchón previene en SMSL» es faltar a la verdad. Nuestra recomendación es que compréis un colchón firme y que huyáis de publicidad engañosa.


La mayoría de las recomendaciones de este post están extraídas del Libro Blanco de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría que puedes consultar en este Link.

NOTA: la imagen de cabecera de este post has sido seleccionada por representar uno de los factores de riesgo para la muerte súbita del lactante. Vale que las fotos de bebés dormidos como angelitos boca abajo son bonitas, pero recuerda que en casa debes poner a los niños a dormir boca arriba.

Os dejamos aqui abajo una infografía que hicimos hace unas semanas sobre el tema dentro de nuestra serie de #Pediconsejos.

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El colecho, ¿es seguro para mi bebé?

Hace poco publicamos en uno de nuestros Pediconsejos, una infografía sobre la muerte súbita del lactante (SMSL, os la hemos dejado al final del post). En ella, entre los factores de riesgo para dicho síndrome, figura el colecho. Much@s os habéis sorprendido y nos habéis preguntado que por qué ocurre esto y que si realmente es peligroso practicar colecho con vuestros hijos. Hemos decidido dedicar un post entero a la relación entre el colecho y la muerte súbita para despejar dudas y que podáis decidir si queréis practicarlo con toda la información a vuestra mano.

Pero vamos por partes…

¿Qué es el colecho?

Como su propio nombre indica, el colecho es compartir regularmente la cama con el bebé para dormir. Esta forma de descansar ha sido practicada desde hace muchíiiisimos años por la humanidad, tanto en culturas antiguas como en actuales. Con ello, el bebé pasa los primeros meses de su vida muy cerca de su madre lo que garantiza un buen apego y facilidad para la lactancia materna.

Últimamente está en boca de todos porque cada vez son más las familias de nuestro entorno que deciden practicarlo, ya no solo como una forma de descanso sino como una parte importante del modelo de crianza que han elegido para sus hijos.

Pero como bien sabéis, éste que leéis no es un blog sobre crianza, es un blog sobre pediatría así que no esperéis una defensa a ultranza sobre si el colecho es mejor para vuestro bebé ni una condena sobre lo malo que puede ser en cuanto a la crianza se refiere.  Eso se lo dejamos a los neuropsicólogos infantiles que saben mucho más sobre el tema: por ejemplo podéis buscar información en internet sobre el tema del colecho de Alvaro Bilbao, autor del blog y el libro El cerebro del niño explicado a los padres, o de Albert Soler, creador de las Píldoras de psicología (una en concreto sobre el colecho que es un buen resumen), ambos muy didácticos y con mensajes claros y directos.

Al final, la decisión de cómo criar a un niño debe ser tomada por sus p/madres después de sopesar qué es lo que creen que es mejor para ellos y elegir un modelo de educación. Por lo que respecta a este blog, solo comentaremos las implicaciones que puede tener en la salud de los niños.

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Mamá y su bebé practicando colecho

¿Y qué es el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante?

Aunque se desconoce la causa, la definición más aceptada es aquella «muerte súbita de un niño de menos de un año de edad, que ocurre aparentemente durante el sueño y que permanece sin explicación después de la realización de una minuciosa investigación postmortem, que incluye la práctica de la autopsia, examen del lugar del fallecimiento y revisión de la historia clínica». Esta definición la podemos encontrar dentro del Libro Blanco de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y que podéis consultar en este Link.

Pese a que no se conoce la causa, se han conseguido identificar algunos factores de riesgo para que ocurra así como otros protectores para no padecerlo. Entre todos ellos, tanto la lactancia materna como poner a los niños a dormir boca arriba son de los más conocidos. De hecho, desde que a finales de los años 90 se hicieron campañas para que los niños durmieran boca arriba se ha conseguido disminuir drásticamente la incidencia, actualmente 0,5-1 casos por cada 1.000 recién nacidos vivos. En España esto significa unas 100 muertes al año.

También se sabe que cuando sucede una muerte súbita coinciden al menos 2 factores de riesgo en el 95% de los casos, lo que pone de manifiesto el origen multifactorial de este síndrome. Pero además, no se puede prever qué niños lo padecerán a pesar de que en ellos concurran muchos de los factores de riesgo y pocos de los protectores.

Otra dato importante sobre el SMSL es que la mayoría de esos factores protectores y de riesgo han sido extraídos de estudios de «poca calidad». Esto se debe a que, afortunadamente, existen pocos casos de SMSL lo que permite sacar de ellos conclusiones limitadas. Pero además, estos estudios son retrospectivos. En este tipo de estudios estadísticos lo que se hace es evaluar qué ha ocurrido después de que haya acontecido el suceso, y así intentar dar una explicación. Como hemos dicho este tipo de estudios no son los mejores para establecer relaciones pero el SMSL es una patología compleja que en muchos casos no permite hacerlo de otra forma.

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Bebé durmiendo boca abajo, uno de los factores de riesgo más importantes para el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante

¿Y qué pasa entonces con el colecho y la muerte súbita?

El documento antes citado así como las recomendaciones de consenso del Comité de Lactancia Materna de AEP cuenta entre los factores de riesgo para la muerte súbita del lactante al colecho. Este Comité recomienda que los lactantes menores de seis meses duerman en «su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres» como forma más segura para dormir, lo que disminuiría el riesgo de muerte súbita en más del 50%. Esto es así porque en algunos estudios del tipo que os hemos contado se encontró esa relación (quizá el más conocido es éste de aquí, que afirma claramente que existe esa relación directa entre el SMSL y el colecho). Otro organismo importante que opina parecido es la Academia Americana de Pediatría. Os podéis imaginar que por tanto algunos pediatras se laven las manos y digan «no hagáis colecho, que es peligroso», pero las cosas no son tan fáciles como eso.

El problema (y el debate) se plantea cuando otros estudios afirman que el colecho aumenta las tasas de éxito de lactancia materna. También es conocido que la propia lactancia materna supone un factor protector contra el SMSL. Esto ha llevado a plantearse a otras asociaciones como la IHAN (Iniciativa para la Humanización del Nacimiento y la Lactancia, auspiciada por UNICEF) y la Liga de la Leche, que el colecho realizado en el contexto de lactancia materna quizá no aumentaría ese riesgo de muerte súbita e incluso se podría recomendar como medida que potencie la lactancia materna. En este otro artículo de la Asociación Española de Peditría de Atención Primaria podéis leer más sobre el tema.

No resulta difícil de entender que, si por un lado parece bueno pero por otro malo, en este mundo que vivimos tan polarizado en el que cuesta encontrar el punto medio, hayan salido a la palestra defensores extremos del colecho y sus beneficios y también detractores.

En nuestra opinión, son dos caras de la misma moneda. Nosotros preferimos hablar de «colecho seguro», ya que lo que sí que parece claro es que el colecho realizado bajo ciertas circunstancias concretas no tendría por qué suponer mayor riesgo para sufrir una muerte súbita. Por ejemplo, estas fotos de abajo son las típicas situaciones en las que el colecho debería de evitarse como veréis más adelante.

¿Qué es lo que tengo qué hacer entonces para que sea seguro hacer colecho con mi bebé?

Si consultamos lo que opinan el Comité de Lactancia de la AEP y la IHAN, como grandes defensores en nuestro país de la lactancia materna, a primera vista podrían parecer contradictorias.

Como hemos dicho, el Comité recomienda que los niños duerman en una cama diferente a sus padres, mientras que la IHAN resalta que no existe evidencia para decir que el colecho se relacione con el SMSL.  Lo más interesante es que ambas asociaciones resaltan que el colecho se debe realizar SOLO bajo ciertas circunstancias y siempre que al bebé se le alimente con lactancia materna y no con artificial, debiendo evitar ciertas situaciones concretas. Es decir, no todas las mamás estarán en posición de poder realizar colecho con todas las garantías.

En este sentido el Comité de Lactancia Materna recomienda que NO se realice colecho en estas circunstancias (y citamos textualmente):

  • Lactantes menores de tres meses de edad.
  • Prematuridad y bajo peso al nacimiento.
  • Padres que consuman tabaco, alcohol, drogas o fármacos sedantes.
  • Situaciones de cansancio, especialmente de cansancio extremo, como el postparto inmediato.
  • Colecho sobre superficies blandas, colchones de agua, sofá o sillones
  • Compartir la cama con otros familiares, con otros niños o con múltiples personas.

En cuanto a la IHAN, ellos recomiendan que el colecho NO lo realicen (y también citamos textualmente) «madres en las que la lactancia natural esté contraindicada por algún motivo (por problema materno o neonatal) o para las que, aun pudiendo amamantar, precisan tomar medicación que pudiera alterar la normalidad del sueño natural». Además recomiendan que se eviten ciertas prácticas en el caso de que «se decida dormir con el bebé porque pueden convertir el colecho en poco seguro» como:

  • Compartir el sueño con el lactante en superficies poco seguras: colchones blandos, sofás o sillones o con edredones o almohadas en la cama.
  • Ofrecer al recién nacido o lactante leche artificial.
  • Tomar medicación para dormir.
  • Fumar o tomar alcohol o drogas ilegales.
  • Compartir la cama con otras personas que no sean los padres biológicos (otros hijos o la pareja de la madre).

Como habéis podido leer no son posiciones tan enfrentadas como mucha gente os hará creer ya que ambas abogan porque el colecho se realice SOLO si existen las garantías suficientes de que sea una práctica segura.

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Colecho seguro (incluso con el rímel…)

Entonces, ¿Cuál debería ser mi decisión?

Lo que sí está claro es que la decisión última de si una familia quiere hacer colecho debe ser tomada por los padres. Tendrán que ser ellos los que decidan si quieren una forma más cercana de crianza o simplemente prefieren tenerlo en la cama cerca para no levantarse por las noches a coger al niño cuando haya que darle de comer o dormir. Ambas dos son igual de válidas como también lo es la decisión de los padres que prefieren no practicarlo.

Los pediatras somos los que tendremos que asesorar e informar sobre si en las circunstancias concretas de cada pareja supone una práctica segura o no, y nunca juzgarles independientemente de la decisión que tomen.

Por ejemplo, un pediatra nunca debería recomendar el colecho a una familia que alimenta a su hijo con lactancia artificial o que fuma. Tampoco a padres con hijos prematuros o con otras enfermedades. O a una madre que toma un antihistamínico (medicamento para la la alergia que puede provocar sueño). El colecho debería realizarse siempre en una cama firme, boca arriba y no en un sofá para dormir una «siestecita». Como veis estas son circunstancias que por sí mismas son factores de riesgo para el SMSL y por tanto no deberían combinarse con el colecho.


A modo resumen, esperamos que después de todo lo leído, hayáis entendido que de lo que se trata es de realizar colecho con garantías, en el que no confluyan factores de riesgo y existan el máximo de factores protectores para el SMSL. Bajo estas circunstancias estarías practicando un «colecho seguro».

En este link tenéis un documento de la Liga de Leche a modo de check list para comprobar si cumplirías con los requisitos para hacer un colecho seguro.

Por cierto, todas estas recomendaciones/advertencias están realizadas para niños menores de un año (y si me apuran de seis meses) ya que el SMSL se produce por debajo de esta edad y se supone que por encima del año no hay riesgo de que ocurra.


Os dejamos aquí el Pediconsejo del que os habíamos hablado y en un futuro haremos un post sobre el SMSL explicando bien qué es y cuáles son sus factores de riesgo.

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El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a Melanie Parejo McWey bajo una licencia CC BY-NC-ND 2.0. El copyright de las imagines del mosaico pertenece (por orden de arriba abajo y de izquierda a derecha): ex.libris (licencia CC BY-NC-ND 2.0), Ross Burton (licencia CC BY-NC-ND 2.0), Sean Donohue (licencia CC BY-NC-ND 2.0) y Matt (licencia CC BY-ND 2.0).

Cuidados de la piel en los niños

Con la llegada de un bebé a casa nos planteamos si necesitaremos cremas y otros productos para el cuidado de la piel. La farmacia está llena de estos productos pero ¿cuántos y cuáles realmente necesitamos? Como algunos lectores ya nos lo habéis pedido hemos escrito un post abordado las dudas más frecuentes, esperamos que os sea útil.

Cuál es el tipo de piel de mi bebé

Es evidente que no todos los niños van a tener las mismas necesidades de cuidado. Hay pieles con tendencia grasa y otras a estar secas, aunque lo más frecuente es que sean  suaves y no requerirán ningún cuidado especial. La piel además podrá variar sus características a lo largo de los meses y el desarrollo del niño. En caso de que notes alguna alteración lo mejor es que consultes con tu pediatra para que evalúe cuál es la mejor solución.

Lesiones más frecuentes

A continuación os contamos los problemas más habituales que pueden aparecer en al piel de los niños para que los tengáis en cuenta.

Eritema tóxico del recién nacido

Se trata de la aparición de ampollas o pequeñas heridas en cualquier parte de la piel del recién nacido (excepto en palmas y plantas). Suelen aparecer entre las 24-48 horas posteriores al nacimiento, ocurriendo entre el 30-70% de los recién nacidos sanos. Aunque se desconoce su causa exacta se postula un origen inmunológico propio de la inmadurez del recién nacido. No precisa tratamiento y suele desaparecer de forma espontánea en torno a la semana de vida. En estas fotos podéis observar las típicas lesiones del eritema de aspecto rojo y un poco sobre elevado.

Sudamina

Ocurre como consecuencia de la obstrucción de las glándulas sudoríparas (donde se produce el sudor) dando lugar aampollas blanquecinas minúsculas en el recién nacido y más rojizas en los bebés más mayores. Igualmente que en el eritema tóxico, se produce por inmadurez para la regulación de la secreción de sudor. Las blancas suelen aparecer en la cara y cuero cabelludo y las rojizas en el tronco. Son más frecuentes en verano pero no exclusivas de este tiempo, se rompen fácilmente y pueden dar lugar a picor. No precisan tratamiento aunque si el niño está incómodo los baños de agua tibia pueden ser útiles. En la primera foto podéis ver ese el aspecto de las lesiones una vez que se han roto las ampollitas y en la segunda las propias ampollitas que contienen el sudor.

Dermatitis atópica

Se trata de la enfermedad crónica de la piel más frecuente en la infancia y por ello el caballo de batalla de muchos pediatras, dermatólogos y por supuesto de los padres. La dermatitis atópica se caracteriza por una piel seca que tiende a la aparición de eccemas (piel costrosa o con aspecto de sequedad, a veces más húmeda y de aspecto rojo y brillante) en diferentes partes del cuerpo. Suelen aparecer en la cara y en las mejillas en niños pequeños pero también en la parte superior del tronco, brazos y muslos en niños mayores. Puede picar intensamente y ser motivo de irritabilidad en los bebés. Con el tiempo, las lesiones se localizan típicamente en las zonas de flexión de brazos y piernas (normalmente a partir de los 2 años de edad). En las siguientes imágenes podéis ver los típicos eccemas de la dermatitis atómica en niños pequeños.

El frío, el clima seco, factores hormonales o en ocasiones alergias alimentarias (sobretodo el niños pequeños: leche, huevo) pueden empeorar las lesiones. No existe un tratamiento curativo para la enfermedad aunque el tratamiento sintomático y de mantenimiento puede mejorar el control de las lesiones:

  • Medidas generales: suelen emplearse para mantener la piel lo mejor hidratada que podamos. Utilizaremos baños con productos específicos e hidratación con productos emolientes a base de avena o aceites vegetales, en general específicos para el cuidado de las pieles atópicas (vuestro pediatra puede recomendaros alguno en concreto). El baño debe ser corto y con agua no demasiado caliente, y la frecuencia debe ajustarse a los síntomas que presente el niño (unos 2-3 baños a la semana, más o menos frecuente según lo tolere el niño). El secado de la piel debe hacerse sin frotar. Cuidado con el exceso de hidratación en la parte que haya eccemas ya que a veces empeora el picor.
  • Tratamiento tópico de los eccemas: El más conocido y utilizado por su eficacia y facilidad de aplicación son los corticoides tópicos en ciclos de pocos días siempre bajo la indicación del pediatra y/o dermatólogo. Las lesiones suelen desaparecer por completo aunque en ocasiones al finalizar el tratamiento pueden reaparecer. Ante la presencia de casos severos o complicaciones puede ser necesario el uso de corticoides orales, antibióticos o inmunoterapia. Pero esto ya será decisión y manejo específico por parte de dermatología.
  • El prurito o picor severo puede tratarse con antihistamínicos orales.

Dermatitis seborreica infantil

Consiste en la aparición de enrojecimiento y descamación de la cara y cuero cabelludo que se inicia en torno a los 15 días-1 mes de vida y que suele desaparecer de forma espontánea alrededor de los 3 meses. La costra láctea sería la forma más benigna de esta enfermedad cuando no aparece en otras localizaciones más que en la cabeza. Para algunos niños puede suponer el inicio de una dermatitis atópica. No es especialmente pruriginosa y por su curso leve y autolimitado tampoco precisa de tratamiento agresivo. Ocasionalmente se podrán utilizar cremas con corticoides de baja potencia si vuestro pediatra así lo considera. Como podéis observar en las fotos el aspecto es como escamoso.

Dermatitis del pañal

Se trata del enrojecimiento brillante de la zona del pañal causada por irritación de la orina y las heces en contacto con la piel. Puede aparece típicamente en torno al mes de vida aunque es más llamativo entre los 3 y 6 meses de edad. Elmejor tratamiento es la prevención usando pañales de alta absorción y cambiándolos de forma muy frecuente. Es preferible el lavado con agua y jabón tibia tras el cambio de pañal con una esponja (no es preciso bañar al bebé) al uso de toallitas limpiadoras, ya que éstas son de por sí irritantes y pueden llegar a empeorar las lesiones. Las cremas tipo barrera a base de zinc o pastas al agua no son imprescindibles para prevenir su aparición por lo que pueden reservarse para cuando empiecen a salir las lesiones. En ocasiones pueden aparecen complicaciones o empeoramiento bien por diarrea, uso de antibióticos o sonbreinfección por hongos, por lo que el pediatra valorará la necesidad de añadir otros tratamientos tópicos. Lo más frecuente es que se localicen en las regiones más expuestas a heces y orina como en la primera fotografía. La segunda corresponde a una dermatitis del pañal sobreinfectada por hongos (candidiasis del pañal).

Entonces, ¿qué productos debo tener preparados en casa?

Como veréis una piel sana no requiere ningún crema en concreto. Como consejo general os recomendamos un jabón neutro sin irritantes para piel sana, una crema o aceite hidratante ( aunque no es imprescindible) y una crema para la zona del pañal tipo pasta al agua para aplicarla pronto en caso de que comience con lesiones en el área del pañal.

¡Atención, el buen tiempo ya está aquí! Protege a tu hijo y ponle crema solar

Y para finalizar recordaros que según las recomendaciones de la Asociaciones Americana de Pediatría (link) y la Asociación Española de Pediatría (link) los niños por debajo de 6 meses no deben recibir la luz del sol de forma directa (ni siquiera a través de una ventana). A partir de esa edad lo harán siempre bajo fotoprotección con cremas y ropa específica para ello (ropa, gafas y gorros). En el caso de que no sea posible evitar la exposición al sol de los niños más pequeños se podrán aplicar cremas con protección solar en las zonas concretas expuestas.


El copyright de las imágenes del eritema tóxico, la sudamina, la tercera y cuarta imagen de la dermatitis atópica y la segunda imagen del eritema del pañal así como la segunda imagen de la dermatitis seborreica pertenece a DermNet bajo un licencia CC BY-NC-ND 3.0. El copyright de las dos primeras imágenes de dermatitis atópica pertenece a  Wikimedia Commons bajo una licencia CC BY-SA 3.0El copyright de la imagen de costra láctea pertenece a EnFamilia bajo una licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES.

¿Qué debería contener un botiquín doméstico?

Suena el teléfono. Es domingo por la tarde.

– Gonzalo, tu sobrino se ha caído, no para de llorar y tiene una herida en la rodilla…

– Bueno, no te preocupes tanto, lo habitual en un niño de 20 meses.

– Ya, pero, ¿qué hago?.

– ¿Tendrás un botiquín en casa, no?. Unas tiritas, un desinfectante…

– No me habías dicho que tenía que tener un botiquín.

– … – Sin comentarios.


En toda casa en donde haya niños debería haber un botiquín que cubriera los primeros cuidados cuando se ponen enfermos. No es cuestión de tener media farmacia en casa, pero es muy recomendable contar con algún jarabe para tratar el dolor y la fiebre así como disponer de material para realizar la primera cura de una herida.

En este post te contamos qué deberías tener en casa para poder atender a tus hijos en un primer momento.

¿Qué es un botiquín?

Un botiquín es un conjunto pequeño de medicinas y otros materiales médicos que permiten afrontar los primeros pasos en el tratamiento de los síntomas más habituales de algunas enfermedades. Además, suelen estar guardados en una caja o una bolsa lo que permite trasportarlos.

El botiquín de una casa en donde vive un niño no debería variar mucho del de un adulto, salvo por la presentación de los medicinas que contiene. En niños preferiremos jarabes mientras que en adultos tendremos pastillas o comprimidos.

¿Qué debe contener?

Como decíamos al principio, un botiquín no consiste en tener media farmacia en casa. Al contrario, debería contener lo mínimo imprescindible para tratar las enfermedades más comunes de nuestros hijos: la fiebre y el dolor así como la cura de heridas simples.

  • Un termómetro: la fiebre es un síntoma muy frecuente en niños que padecen una infección. Debemos contar con uno en casa para poder tomar la temperatura y con ello decidir si administramos un antitérmico. Con uno axilar digital de lectura rápida bastará, no te compliques con termómetros modernos.
  • Un antitérmico/analgésico: al igual que es importante saber cuando un niño tiene fiebre debemos contar en casa con algún medicamento capaz de tratarla. En general se emplea paracetamol o ibuprofeno. Estos dos fármacos también son analgésicos (quitan el dolor), por lo que matamos dos pájaros de un tiro si tenemos en cuenta que los niños suelen darse golpes con frecuencia. La presentación de estas medicinas deberá ser la adecuada a la edad de tus hijos (jarabes, pastillas, polvos efervescentes…).
  • Tiritas, vendas, gasas y esparadrapo: tan frecuentes como la fiebre o más son los golpes y las caídas. Nuestro botiquín debe contar con tiritas para cubrir las heridas más pequeñas así como con gasas o vendas y esparadrapo para cubrir las de mayor tamaño.
  • Un desinfectante: como por ejemplo clorhexidina al 1% en spray, la cual es preferible en niños a la povidona yodada por el riesgo de intoxicación por yodo en niños pequeños. Estos dos productos sirven como desinfectantes y son muy útiles para la limpieza de heridas.
  • Suero fisiológico: nos resultara imprescindible para la limpieza de los ojos en caso de conjuntivitis o de la nariz cuando los niños tengan un catarro. Podemos disponer de un envase grande (botella de medio litro) de la que iremos extrayendo lo que necesitemos o monodosis de un solo uso.
  • Soluciones de rehidratación oral: cuando un niño tiene diarrea o vómitos, los pediatras recetamos a los padres «suero» para que se mantengan bien hidratados. Estas soluciones de venta en farmacias llevan las cantidad adecuada de azúcar y sales para que un niño se mantenga bien hidratado en estos casos.

Además de lo mencionado anteriormente conviene tener en el botiquín unas pinzas pequeñas (que nos ayudaran en caso de que nuestro hijo se haya clavado una astilla), jeringas de plástico (sin aguja, para hacer lavados nasales, irrigar una herida o coger medicación) y guantes de plástico (para cuando limpiemos una herida o tengamos que cambiar un pañal y el bebé tenga diarrea).

¿Dónde guardo el botiquín?

Las medicinas deben estar fuera del alcance de los niños (al igual que los productos de limpieza y otros que pueden resultar peligrosos). Lo mejor es guardar el botiquín en un sitio alto y mejor si es bajo llave. También es útil que los niños no sepan donde se ha guardado, porque como se suele decir «ojos que no ven, niño que no se toma el paracetamol…».

Otro detalle importante es no guardar medicinas caducadas o incompletas. En caso de que esto ocurra llevaremos lo que nos haya sobrado o esté caducado a la farmacia porque allí tienen puntos de recogida para su posterior destrucción.

Botiquín en caso de enfermedades especiales

Puede ser que tu hijo tenga una enfermedad que requiera de un tratamiento con alguna medicina más especial. Es el caso de los inhaladores para el asma, los antihistaminicos para la alergia o las cremas de corticoides para la dermatitis atópica. Si tu hijo no tiene este tipo de enfermedades no es necesario que las tengas en casa, ya será tu pediatra el que te las recete cuando las necesites.

El botiquín de los viajes

Cuando salimos de viaje con niños debemos preparar un pequeño botiquín en el que, además de todo lo anterior, incluiremos alguna cosa que puede resultar útil allí donde vayamos y quizá resulte difícil encontrar, como por ejemplo:

  • Protector solar: como sabéis, debemos proteger a nuestros hijos frente a quemaduras solares por lo que una crema de protección resulta imprescindible durante un viaje en el que realicemos actividades al aire libre.
  • Repelente de mosquitos: sobre todo en viajes durante el verano. Debemos preguntar en farmacia si son aptos para uso en niños.

Un manual de primeros auxilios

Además del botiquín en sí, es conveniente que contemos en casa con algún manual de primeros auxilios que nos ayude en caso de que nuestros hijos sufran un accidente o que nos cuente cómo actuar frente a síntomas frecuentes en los niños. Actualmente existen versiones electrónicas disponibles que nos permiten consultarlos on-line en cualquier sitio.

Nosotros os proponemos dos: 1) El manual de «Cómo actuar frente a un accidente infantil» de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (Link); 2 ) La «Guía práctica de primeros auxilios para padres» del Hospital Niño Jesús (Link).


En resumen, es mejor contar con pocas cosas pero que sepamos que van a ser útiles. De nada sirve tener miles de medicinas si no las usamos con cierta frecuencia y además en caso de ser medicamentos poco habituales deberían administrarse bajo supervisión de tu pediatra.

Doce cosas que (quizá) no sabías de los recién nacidos

Los recién nacidos no vienen al mundo con un manual de instrucciones. Ni siquiera con un esquema explicando como «funcionan». En pediatría solemos decir que los niños no son adultos en pequeñito y esta máxima se hace más evidente en los neonatos (niños menores de un mes) debido a las grandes diferencias en su cuerpo y en la forma que tienen de comportarse.

Estas diferencias provocan dudas en los p/madres hasta el punto de hacerles pensar que sus hijos no están sanos. A lo largo de este post descubrirás un montón de cosas sobre los recién nacidos que te permitirán iniciar la p/maternidad desde el conocimiento y la seguridad.

  1. La respiración de los recién nacidos es diferente a la de los niños mayores. A veces tienen un patrón que les hace respirar muy deprisa durante unos segundos para luego realizar una pausa de menos de 10 segundos antes de volver a respirar, dando la sensación de que ésta se entrecorta. Es lo que se conoce como respiración periódica.
  2. Durante el primer día de vida suelen mantenerse en un estado de alerta tranquila debido a la descarga de adrenalina que realizan durante el parto. Posteriormente pasan a un estado de letargia en el que es difícil despertarlos para a los 2-3 días de vida iniciar a una fase más activa.
  3. La cabeza de los recién nacidos es muy grande en comparación con el resto del cuerpo por lo que cubrirla con un gorro durante las primeras 24 horas de vida ayuda a que no se enfríen.
  4. La mayoría de estos bebés hacen su primera micción en las 24 primeras horas de vida, aunque hasta un 30% retrasa el primer pis al segundo día de vida.
  5. Las primeras deposiciones de los bebés se conocen como meconio. Son de aspecto verde muy oscuro (casi negro) y son muy espesas y pegajosas (como la pez). A veces tarden 2-3 días en pasar a hacer deposiciones de aspecto normal.
  6. El cordón umbilical no tiene terminaciones nerviosas. No tengáis miedo de limpiarlo porque no duele.
  7. Todos los recién nacidos pierden peso y se considera normal hasta un 10%. A los 4-5 días de vida suelen comenzar a ganar peso para recuperar el peso inicial a la semana de vida.
  8. Los sentidos que más desarrollados tienen son el olfato y el tacto. Evita usar colonias tanto en él como en la madre. Las manoplas para las manos tampoco ayudan, deja que el bebé toque a su madre. Todo ello mejora el vínculo y el establecimiento de la lactancia materna.
  9. La piel de los recién nacidos suele estar seca y en ocasiones se cuartea. Esto se debe al paso de un medio húmedo (líquido amniótico) dentro de la madre a un medio aéreo en donde vivimos. No es imprescindible el uso de cremas para hidratarla, de hecho no suelen mejorar con ellas en estos primeros días.
  10. Los neoantos tienen el mismo frió y el mismo calor que las personas adultas. Si crees que hace frío, abrígales. Por el contrario, si tienes calor, seguramente a ellos también debas quitarles algo de ropa.
  11. Los recién nacidos solo saben expresarse con el llanto. Es normal que cuando algo no les guste lloren ya sea porque estén incómodos, quieran comer o hayan hecho sus necesidades, entre otras cosas. Si después de atenderles el niño sigue llorando debería ser valorado por un pediatra.
  12. La fiebre no es normal en los neonatos. En caso de que tu bebé tenga fiebre debes acudir al hospital.

Como has podido leer los recién nacidos son diferentes a los bebés mayores que ellos y muy diferentes a los niños que ya caminan. Si crees que algo no cuadra con tu bebé o crees que le pasa algo, lo mejor que puedes hacer es pedir una cita con tu pediatra del Centro de Salud para contarle tus inquietudes. Evita siempre que puedas acudir a las Urgencias del Hospital, allí hay niños enfermos que pueden contagiar a tu hijo, y no es lo mismo un catarro en un niño de 1 año que de 10 días de vida.

¿Debo alternar Paracetamol con Ibuprofeno? La respuesta es No

Termómetro

Fuente: Pixabay

No, esa es la respuesta. Rotundamente No. Lo sentimos si esto te parece un spoiler de lo que vas a leer a continuación, pero por si solo tienes unos segundos para echar un vistazo a esta entrada queríamos dejártelo claro, pero si realmente quieres saber el porqué de esta respuesta lee hasta el final del post. Cuando inauguramos este blog hace unos meses lo hicimos con una entrada que se titulaba «Mi hijo tiene fiebre, ¿y ahora qué?». En esa entrada os dábamos consejo sobre qué cosas podías hacer cuando vuestros hijos tuvieran fiebre y qué debías vigilar para saber cuándo acudir a ver al pediatra. También escribimos un post de nuestras sección Mitos y Leyendas sobre las Convulsiones Febriles en las que exponíamos, entre otras cosas, que la fiebre no hace daño al cerebro. Sin embargo, una de las preguntas que más nos hacen los p/madres en la consulta es si deben alternar Paracetamol con Ibuprofeno mientras sus hijos tiene fiebre. Para poder dar respuesta a esta pregunta nos debemos plantear antes una serie de cuestiones y dar algunas explicaciones. A ver si conseguimos convencerte.

¿Qué es la fiebre?

La elevación de la temperatura corporal por encima de 38ºC es lo que los pediatras denominamos fiebre. Si la temperatura se mantiene entre 37-38ºC lo llamamos febrícula. Esta elevación de la temperatura ocurre cuando los leucocitos (células de la sangre que nos defienden de las infecciones) actúan contra algún microorganismo (virus o bacterias). Estas células secretan a la sangre una serie de moléculas las cuáles dan la orden al cuerpo humano de elevar la temperatura. Por tanto, la fiebre es una respuesta fisiológica que ocurre normalmente durante una infección. Un síntoma más como los mocos de un catarro o la diarrea de una gastroenteritis.

Y entonces, ¿para qué sirve la fiebre?

La elevación de la temperatura tiene un papel en la defensa de las infecciones ya que ayuda a destruir a los microbios que los provocan. La fiebre además desencadena una serie de respuestas en el cuerpo de los niños como que el corazón lata más rápido, el niño respire a más velocidad o presenten dolor de cabeza y muscular. Todos estos cambios no tienen trascendencia en un niño sano pero provocan disconfort e incomodidad.

Por tanto, ¿cuál es el objetivo al tratar la fiebre?

Después de lo que has leído esperamos que haya quedado claro que la fiebre no provoca daño a los niños (ni en su cerebro ni de ninguna otra forma) y, parece evidente, que el tratamiento debe ir encaminado a mejorar el malestar que provoca. Es decir, cuando administramos un antitérmico (medicina para la fiebre) lo hacemos con el objetivo de que nuestros hijos se encuentren mejor, si además desciende la temperatura pues fantástico, pero lo importante es observar como el niño se espabila, vuelve a comer y retoma el juego.

¿Cuándo debo dar un antitérmico a mi hijo?

La administración de un jarabe a un niño para tratar la fiebre debe hacerse de forma individualizada. Habrá niños que con 38ºC solo quieran estar en brazos de sus padres y otros que seguirán corriendo por el salón. En el primero la indicación para administrar la medicación es obligada mientras que en el segundo niño podríamos esperar. A medida que la temperatura de la fiebre asciende es más probable que el estado general del niño empeore, lo que casi garantiza que haya que darle algo al niño para que se encuentre mejor. Por tanto, lo que te debe importar para decidir si le administras un antitérmico a tu hijo es el estado general y no el grado de temperatura de la fiebre.

Y qué es mejor ¿Paracetamol o Ibuprofeno?

Pues ni uno ni otro, simplemente son diferentes aunque sirvan para lo mismo. El Paracetamol es antitérmico y analgésico y puede repetirse cada 4-6 horas. El 80% de los niños a los que se les da un jarabe de paracemol reducen su temperatura en 1 o 2ºC. Sus efecto se suele empezar a notar a los 30-60 minutos con un máximo de acción a las 3-4 horas. El Ibuprofeno, además de antitérmico y analgésico, es antiiflamatorio. Se puede repetir cada 6-8 horas, y al igual que el paracetamol, desciende la temperatura corporal 1-2ºC a los 60 minutos con un máximo de acción a las 3-4 horas. La mayoría de las asociaciones de pediatría (la americana, la española…) recomiendan el empleo de paracetamol como primera opción para tratar la fiebre. Sin embargo, puede estar justificado utilizar el ibuprofeno en algunos casos como primera opción (sobre todo cuando se busca además un efecto antiinflamatorio). Ambos fármacos tienen efectos secundarios aunque son raros. La mayoría de estos efectos no deseados están relacionados con un mal ajuste de la dosis al peso del niño o por un error al administrárselo. Por ello debes pedir a tu pediatra que te especifique qué dosis debes dar a tu hijo y con qué intervalo.

¿Y cómo sé si estás medicinas están siendo efectivas?

Como has podido entender, el objetivo de los antipiréticos es que los niños se encuentren mejor. Ten en cuenta que estas medicinas no las damos para que el niño se cure de la gastroenteritis o de la otitis, sino que se las damos para que mientras la enfermedad se cura (unas veces con antibiótico y otras no) lo pasen lo mejor posible. Por tanto, lo que debes hacer es vigilar su nivel de actividad (si vuelve a jugar, si te pide salir a dar un paseo), la cantidad de líquidos que toman y otros signos asociados a enfermedades más graves (manchas en la piel, letargia, dificultad respiratoria…). Es frecuente que muchos padres nos enseñen un papel donde han ido apuntando la temperatura de sus hijos tras un antitérmico cada 15-20 minutos. Los pediatras a eso no le damos importancia, en serio, no lo miramos, porque sabemos que la respuesta de la fiebre a estas medicinas no nos da pistas sobre qué microorganismo las provoca o si la infección que tiene el niño es más o menos grave. Repetimos, el estado general es lo más importante.

Y por fin, ¿por qué no debo alternar Paracetamol con Ibuprofeno?

No existe ningún estudio que haya demostrado que dar primero paracetamol y 3-4 horas después ibuprofeno mejore el control de la fiebre en los niños. Teniendo esto en cuenta y basándonos en que lo importante es que el estado general del niño mejore, no tiene sentido estar dando a nuestros hijos primero paracetamol y después ibuprofeno. Lo suyo es elegir uno de los dos y cada 6 horas (siempre que la fiebre le vuelva a subir y el niño vuelva a estar incómodo) darle el mismo. Algunos autores recomiendan que de forma puntual (es decir, no habitualmente) y en el caso de que 3-4 horas después de haber dado paracetamol o ibuprofeno y el niño siga con fiebre y siga estando incómodo, se puede administrar el otro con el objetivo de que el niño se encuentre mejor. Es lo que a nosotros nos gusta llamar «un rescate», que nada tiene que ver con estar alternando antitérmicos. En el momento en el que la fiebre se controle, lo indicado sería seguir con solo paracetamol cada 6 horas o solo ibuprofeno cada 6 horas mientras dure la fiebre.
Esperamos que después de todo lo que habéis leído comprendáis mejor porqué se produce la fiebre y cuál es el objetivo al tratarla. Entender que la fiebre no es mala, que solo es incómoda y un síntoma más de una infección, nos dará la seguridad suficiente para saber que eso de alternar paracetamol-ibuprofeno no tiene ningún sentido. Te dejamos en este link la hoja de padres de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría con consejos sobre la fiebre y en este otro link el decálogo sobre la fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Por último, si en alguna ocasión necesitas calcular la dosis de antitérmico de tu hijo porque ha cambiado de peso puedes entrar en este Link en el que encontrarás una calculadora. Esa herramienta ha sido desarrollada por pediatras y puedes confiar en su uso.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces: Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:
NOTA: la información que has leído en este post esta extraída de la última actualización del UpToDate del tema Fever in infants: Pathophysiology and management. Esta plataforma on-line actualiza sus contenidos de forma frecuente en base a las nuevas evidencias científicas.

Viajar con niños pequeños en avión

No, no nos hemos vuelto locos. Hoy hemos decidido hablar un poco sobre este tema porque muchos p/madres nos preguntan a nosotros, sus pediatras, si sus hijos pueden viajar en avión. En general suelen ser primerizos y con un bebé, pero tampoco faltan las preguntas de p/madres más experimentados pidiéndote algún consejo para el vuelo.

Los vuelos en avión se han convertido en los últimos 20-30 años en un medio de transporte habitual y cómodo. Lo que antaño era prohibitivo, hoy en día es más accesible por lo que muchas familias se plantean usar el avión para sus desplazamientos hacia lugares de vacaciones. Muchos de vosotros ya habréis cogido algún avión, pero seguro que si estáis leyendo este post es porque nunca lo has hecho con niños o al menos te planteas dudas al respecto.

Poco, o mejor dicho, nada se puede encontrar en los libros de pediatría que hemos estudiado sobre niños (que no estén enfermos) y vuelos en avión, por lo que todo lo que vas a leer a continuación está basado en nuestra experiencia personal y la de nuestros amigos y familia así como de la información extraída de las páginas web de las principales aerolíneas de nuestro país. En nuestro caso ya hemos cogido 8 vuelos con nuestro hijo menor de dos años (dos de ellos de 10 horas de duración). Además contamos con una sobrina de casi 5 años que ha cogido innumerables vuelos desde que nació ya que sus padres vivían en un país diferente a España y nos venían a visitar con frecuencia. También hemos contado con los consejos de una amiga azafata, madre de dos niñas de 5 años con las que ya ha volado en varias ocasiones.

En este post encontrarás información útil a la hora de programar el vuelo así como consejos que podrás utilizar para cuando hayas despegado. La mayoría de las cosas que leas a continuación están pensadas para p/madres con niños por debajo de los 6-7 años, ya que los mayores de esta edad son lo suficientemente autónomos como para no necesitar tanta supervisión por vuestra parte.

Y recuerda, el vuelo en avión es el inicio del viaje. Piensa en lo bien que os lo vais a pasar después y no te agobies nada más empezar las vacaciones. Coger un avión es el tramite para llegar allí donde realmente quieres estar, así que ¡¡no te amargues!!

Planea el vuelo con antelación

Viajar con niños supone siempre un esfuerzo adicional a nivel organizativo. Pero si a ello le sumas que van a tener que estar encerrados en un sitio bastante estrecho, se puede convertir en una odisea. Ten en cuenta que los niños pequeños necesitan moverse, liberar la energía, y a diferencia de los adultos, a veces, son difícilmente controlables.

Por ello, debes intentar programar el vuelo en unos horarios que se acoplen al ritmo de vida de tus hijos. Además de las horas del propio vuelo tendrás que contar con 1-2 horas más antes y después del mismo. Si tu hijo suele dormirse una buena siesta después de comer es ideal que cojáis un vuelo a media mañana, si por el contrario tu hijo es un dormilón nocturno, los vuelos de noche serán tu mejor opción.

Los niños pequeños viajan «gratis»

La mayoría de las compañías aéreas solo cobran por asiento ocupado. Por ello, los menores de 2 años solo pagan una parte muy pequeña de la tarifa (en general son las tasas aeroportuarias que corresponde, aproximadamente, al 10% de la tarifa del adulto) ya que viajan en brazos de sus padres. Puede resultar un poco incómodo en bebés grandes, pero si consigues que se duerman el vuelo suele ser una delicia para ellos. L@s azafat@s de vuelo entregaran a los padres del niño un cinturón especial (de color naranja en muchas ocasiones) para atar al niño durante el despegue y el aterrizaje que se entrelaza con uno de adulto. También te entregarán un chaleco salvavidas especial para el bebé.

En el caso de que no quieras llevar en brazos a tu hijo, la mayoría de las compañías aéreas ofrecen la posibilidad de sacar un billete para el menor de 2 años pero ocupando asiento. Deberás llevar una silla de coche homologada como sistema de retención que se colocará en el asiento asignado al bebé. En este caso, el billete se facturará como el de un niño de 2 a 11 años. Por último, como máximo pueden volar dos niños menores de 2 años por adulto, uno de ellos en brazos del p/madre y otro en silla homologada en asiento contiguo (por lo que este último se factura a mayor precio).

Los niños de 2 a 11 años ocupan asiento, por ello el billete es más caro que el de un bebé. Aun así, en este rango de edad, la mayoría de las compañías ofrecen descuentos sobre la tarifa del adulto para que el vuelo resulte más económico.

Cuanto más pequeño el niño, mejor

Ya te habrás dado cuenta que viajar en avión con un niño menor de dos años sale más a cuenta que con uno más mayor, pero además los niños pequeños suelen tolerar mejor un viaje en avión que los más mayores y los pediatras no vemos ningún inconveniente que estos niños realicen un vuelo por largo que sea.

Por debajo de los seis meses el vuelo para ellos no varia mucho de la rutina que hacen en su vida diaria: comer, dormir y estar en brazos de sus padres. Por ello, en esta edad, los vuelos con niños suelen ser muy tranquilos. Si además tu hijo solo toma lactancia marterna, el vuelo será coser y cantar. Otra ventaja de volar con niños pequeños es que muchas compañías ofrecen «cunas» en los vuelos internacionales para menores de 8 meses (y hasta 11 kilos) en donde puedes dejar al bebe mientras está durmiendo. Si quieres utilizarlas deberás ponerte en contacto con tu compañía antes del vuelo para que te la asignen.

El momento despegue/aterrizaje: el más temido

Todos los que hemos viajado en avión hemos experimentado como se nos taponan los oídos durante el despegue y el aterrizaje. Esto ocurre porque dentro de la cabina del avión cambia la presión del aire sin que de tiempo a que el oído se adapte (algo parecido a lo que les ocurre a los buceadores). Los adultos somos capaces de compensar esta diferencia de presión mascando chicle o soplando tapándonos la nariz.

Los niños no son diferentes en este aspecto a los adultos y sufren también ese cambio de presión. La diferencia estriba en que ellos no saben que tiene que hacer para solucionarlo y además lo viven como una sensación desagradable que en muchas ocasiones les provoca el llanto. Los que peor lo pueden pasar son los bebés. Para ayudarles puedes ofrecerles el pecho o un biberón para que traguen algo o simplemente el chupete.

La seguridad ante todo

Como hemos dicho al inicio del post, viajar en avión es cada vez más frecuentes, pero ello no quita que sigamos de forma estricta las recomendaciones de seguridad.

Más arriba has podido ver alguna foto de como son los cinturones de seguridad de los niños menores de 2 años. Los de los niños mayores son iguales a los del adulto. Es muy importante que los niños vayan atados la mayor parte del tiempo (y sobre todo si lo solicita el personal de vuelo) ya que ante una turbulencia inesperada pueden» salir volando» del asiento debido a su poco peso comparado con el del adulto. Por el mismo motivo, es mejor que estén en el asiento que paseando por el avión.

En el muy improbable y poco frecuente caso de que saltaran las mascarillas de oxigeno, recuerda que debes colocarte primero la tuya y luego ayudar a los niños.

¿Y qué les doy de comer en el avión?

Si tu hijo toma lactancia materna lo tienes muy fácil ya que la comida la llevas incorporada y no será muy diferente de lo que haces habitualmente (a demanda, verdad??).

En el caso de que tu hijo tome lactancia artificial deberás pedir al personal de vuelo que te calienten el agua para preparar el biberón. La mayoría de los aviones no tienen microondas por lo que normalmente se calienta el agua al baño maría.

Respecto a los sólidos, los p/madres solemos llevar nuestra propia comida para un viaje corto por si el niño quiere picar algo (algo de fruta, pan…). En el caso de vuelos más largos puedes optar por llevar tu propia comida de casa (y si es necesario calentara, otra vez al baño maría). Nosotros te recomendamos que lleves cosas que no sea necesario calentar como pasta o ensalada de arroz. Y piensa que es mejor que sobre, no vayas a encontrarte con un niño gritando que quiere comer por encima de las Azores. Tu mejor que nadie conoces a tus hijos así que piensa en que pude gustarles.

También puedes preferir que tus hijos coman la comida que ofrece la compañía aérea, pero tienes que tener en cuenta unos detalles importantes: 1) los niños menores de 2 años, al no ocupar asiento, no cuentan para las comidas (algunas compañías ofrecen la posibilidad de potitos o similares pero tienes que avisar con antelación); 2) para los niños entre 2 y 11 años, al ocupar asiento, la compañía les ofrece un menú infantil (también has de avisar a la compañía con al menos 48 horas de antelación). Si tus hijos son muy especiales comiendo es mejor que les lleves comida de casa, que todos sabemos lo buenas que están las comidas de los aviones.

Respecto a los líquidos, las normas de seguridad aeroportuario permiten que los p/madres de niños lleven consigo la cantidad de agua que crean suficiente para dar de beber a sus hijos o prepararles un biberón. Así que no te cortes y lleva un par de botellas de dos litros por si las moscas. Puedes consultarlo en esta página de Aena.

Entretener a los niños: tu objetivo principal

Esta es una de las partes más temidas por los p/madres cuando se plantean coger un avión o han vivido en sus propias carnes como un crío de 2-3 años ha estado llorando dos horas sin que nadie pudiera calmarle porque se aburre.

Para no llegar a esta situación tienes que intentar entretener al niño el máximo tiempo posible. Quizá la edad más complicada sea entre el año y los dos años de vida, etapa en la que los niños suelen ser torbellinos con ciclos de atención muy cortos (es decir, que se entretienen fácilmente pero rápidamente quieren cambiar de actividad).

Para ello debes llevar en el equipaje de cabina juguetes o artilugios que sepas que van a entretener a tus hijos: cuentos, juegos de mesa pequeños, muñecos, pinturas… y siempre podrás recurrir a los dispositivos electrónicos (móviles o tabletas) que, aunque no deberías utilizarlos a diario en tus hijos, en un viaje en avión pueden ser muy útiles. En el caso de que hayas decidido usarlos recuerda que tendrás que ponerlos en «modo avión» por lo que los vídeos o juegos que usen deberán estar descargados.

Algunas compañías ofrecen algún juguete a los niños pero no creemos que con ellos se entretengan todo el viaje.

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¿Qué les meto en la maleta?

Los niños, aunque sean menores de 2 años, tienen derecho a llevar un bulto de mano en cabina.  En ese bulto deberías meter todo lo que pueda necesitar tu hijo durante las horas de vuelo (además del los juguetes).

Imprescindible ropa de cambio. Nunca sabes cuando vas a tener que cambiar a tu hijo, ya sea porque se ha tirado el agua encima o porque no le siente muy bien volar y eche una vomitona. Así que mete por lo menos un recambio de cada prenda.

Algunas compañías ofrecen pañales pero es mejor no arriesgarse y llevar los tuyos propios. Dependiendo de la duración del vuelo necesitaras más o menos, pero como en el caso de la ropa, mejor que sobre a que falten. No te preocupes por donde cambiarlos ya que los aviones cuentan con cambiadores en algunos de los baños.

Existen unas maletas que están diseñadas para niños (Trunki) y se pueden llevar en cabina. Puede que sean de colores llamativos y aparentemente muy bonitas, pero ten en cuenta que si tus hijos se cansan, serás tu el que finalmente cargue con ellas por lo que quizás es mejor llevar una bolsa o una mochila. Tenemos algún amigo que la tiene y después del primer viaje no la ha vuelto sacar de casa.

¿Y qué hago con el carrito del niño?

Al igual que las sillas de ruedas, los carritos de niño son «bultos» que no pueden viajar en la cabina del avión. Sin embargo, son objetos que puedes llevar hasta la puerta del mismo y una vez allí el personal del aeropuerto los recogerá para bajarlos a la bodega. Es muy importante que cuando realices la facturación de las maletas te pongan una etiqueta especial para que cuando llegues al destino te entreguen el carrito nada más bajar del avión y no tengas que esperar a que salgan con el resto de maletas.

¿Necesito llevar un botiquín para mi hijo?

La mayoría de las compañías llevan a bordo medicación por si algún pasajero necesita algún analgésico o antipirético. En concreto, suelen llevar paracetamol en comprimidos y en jarabe (este último para los niños). Te pedirán que firmes un consentimiento de descargo por habértelo entregado. De todas formas es mejor meter en la bolsa de mano un termómetro y el antipirético que normalmente das a tu hijo y no depender de si en el vuelo hay o no medicación. Por su puesto, si tu hijo utiliza medicación habitualmente (salbutamol, antiepieepticos, insulina…) debes llevarla contigo (y recuerda adjuntar la receta médica para que no te pongan problemas en los controles de seguridad del avión).

Los aviones también llevan material médico para utilizar en caso de emergencia pero solo puede ser utilizado si algún médico se hace responsable de su utilización a bordo.

Pide ayuda en caso necesario

Por último, no tengas duda en pedir ayuda si lo necesitas. Durante el vuelo l@s azafat@s estarán encantados de echarte una mano para hacerte el viaje más fácil a ti y a tus hijos ya que con ello conseguirán que el resto de pasajeros del avión no se moleste con la presencia y actividad de tus pequeños.

Finalmente, si viajas sola con tu hijo, pide ayuda a algún pasajero para que te ayude a cargar las maletas y tu puedas empujar el carro del niño por la terminal. En general la gente está dispuesta a ayudar y es muy raro que en un vuelo con más de 200 personas no haya alguien dispuesto a echarte una mano.


En resumen, viajar con niños en avión no tiene por que ser una mala experiencia. Una buena planificación y gestión de los tiempos te ayudará a pasarlo lo mejor posible. Recuerda que el vuelo es solo el medio de transporte hacia el viaje que realmente quieres hacer, así que no te amargues.

Con niños cualquier imprevisto puede estar a la orden del día así que no te olvides de llevar comida, ropa, pañales y las medicinas que puedas necesitar.

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El aseo en el recién nacido

Tras el alta hospitalaria después del nacimiento de un bebé, es muy habitual en nuestras consultas las preguntas de los padres tales como: ¿Cuándo puedo bañar a mi bebé?, ¿qué cremas necesita para el cuidado de su piel?, ¿cuándo puedo cortarle las uñas? o incluso sobre el uso de colonias y otros productos de perfumería. En el fondo, los cuidados de un bebé no varían de los que se hacían en el hospital, simplemente cambia la ausencia de supervisión directa del personal sanitario.

En el post de hoy intentamos resolveros todas las dudas sobre el aseo de vuestros más pequeños.

El momento del baño del recién nacido

No existe consenso sobre cuánto hay que bañar a un recién nacido. Es igual de bueno decidir hacerlo de forma diaria que cada dos días o incluso más. En España clásicamente se ha recomendado el baño a diario mientras que en otro países del norte de Europa (con climas más fríos) las recomendaciones son hacerlo cada cuatro o incluso seis días. Seguramente estos compartimientos y actitudes sobre el aseo responden a cuestiones culturales que poco tienen que ver con lo que realmente necesita un bebé. En un estudio publicado se observó que no había diferencias en problemas de la piel entre los niños que eran bañados a diario respecto a aquellos que lo hacían cada 6 días.

Por tanto, sois vosotros los que tenéis que decidir cada cuanto bañáis al recién nacido. Si el momento del baño supone un estrés tanto para el bebé como para los papás podéis evitar hacerlo a diario tranquilamente. Por el contrario, si es un momento agradable lo normal es hacerlo de forma diaria.

Lo que sí está claro es que la piel del recién nacido es más delicada. Por ello deben utilizarse jabones que suaves con pH neutro y sin detergentes. Los niños con piel atópica (problema que no suele aparecer antes de los 3 meses de edad) requerirán unos cuidados y productos específicos de la piel que tú pediatra podrá recomendarte.

Otra error frecuente es el no sumergir la tripa de los recién nacido para evitar que el cordón umbilical se moje. El problema no está en que el cordón se moje (de hecho es necesario para una buena limpieza del mismo como te comentamos en este otro post) sino que luego lo sequemos bien para que no se reblandezca.

Por último, antes de bañar al bebé debes comprobar la temperatura del agua (ideal entre 35 grados centígrados). No es imprescindible tener un termómetro para afinar tanto la temperatura simplemente comprobar el estado templado de la misma con la mano y ¡a disfrutar del baño!

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El cuidado de las uñas

Es habitual que los bebés nazcan con las uñas muy largas, a veces tanto que provocan pequeños arañazos en la cara. Esto lleva a los padres a una pregunta muy lógica: ¿desde cuándo pueden cortarle las uñas a mi hijo?.

No existe contraindicación formal en usar una tijera de punta roma para recortarlas. El problema surge en que la punta de las uñas de los recién nacidos suele estar pegada la piel del dedo, lo que provoca que en muchas ocasiones al utilizar la tijera se provoque una pequeña herida, la cuál puede infectarse. Una posibilidad alternativa a la tijera es usar una lima, pero suele ser muy difícil su uso ya que las uñas de un recién nacido son muy blandas (de hecho se desprende a veces con el roce).

Por tanto, lo mejor es aplicar el sentido común. Si tu hijo tiene las uñas échale un poco de paciencia y retrasa así hasta las tres o cuatro semanas de vida el empleo de la tijera (y recuerda, siempre cortarlas rectas).

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Cremas y cuidado de la piel

Durante todo el embarazo la piel de un recién nacido está en contacto directo con un ambiente húmedo (el líquido amniótico). Tras el parto, toda esa humedad desaparece para pasar a estar en contacto con un ambiente seco como es el aire.

Bajo estas circunstancias la piel del recién nacido tiende a secarse de forma natural, incluso se cuartea. Pasada la primera semana de vida, la piel del bebé suele haberse adaptado a la nueva situación pasando a ser una piel tersa y suave.

Por ello el uso de cremas en las primeros días de vida no es estrictamente necesario, ya que es normal que la piel esté seca. En el caso de que creas que esa sequedad es excesiva y hayas decidido emplear alguna crema, debes elegir una especial para bebés con el menor numero de irritantes posibles (parabenos, perfumes…).

Tampoco es necesario una crema especial para el área del pañal. En general, el cambio frecuente para evitar que la orina o las heces estén mucho tiempo en contacto con la piel es suficiente. En caso de que el área genital se ponga roja o irritada puede ser necesario el empleo de una pasta al agua (crema especial a base de vaselina y polvos de talco que aísla la piel de nuevas agresiones). En caso de que no mejore extremando las medidas de higiene debes consultar con tu pediatra.

Uso de colonia

El olfato es uno de los sentidos más desarrollados en el recién nacido junto al tacto, de hecho el bebé aprende el olor de su madre ya desde el útero. Es por ello que el empleo de colonias, aunque no esta prohibido ni desaconsejado, puede alterar el vínculo al perder el reconocimiento que realiza el bebé con su madre a través del olfato. De la misma manera, la madre no debería emplear el uso de perfumes de fuerte olor que interfieran en el reconocimiento madre-hijo.

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