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Reflexiones de una librera
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Patinas (y mucho) si no te das un bibliogarbeo por Nunca Jamás con ‘Peter y Wendy’, de J.M. Barrie

Peter Pan es uno de los personajes más conocidos y paradójicamente más des-leídos de la literatura. Y no puedo evitarlo: cada vez que, como librera y bibliófaga, me reencuentro con esa triste bibliorealidad me arranco brutalmente los pelos del pelucón pensando en la maltrecha obra de J.M. Barrie, que primero fue obra teatral y, después y por aclamación popular, novela.

Así que siempre que se tercia aprovecho este púlpito libresco para hacer un llamamiento a la lectura de Peter y Wendy (el título original, que no Peter Pan), uno de los relatos más emocionantes, originales y absorbentes con los que me he topado, para volar a Nunca Jamás con Peter Pan, Wendy, Campanilla, los Niños Perdidos y, como no, con el cocodrilo-reloj, el Capitán Garfio y su ya mítica disertación sobre los buenos y los malos modales.

Como hace un rato en reginaexlibrislandia:

Cliente: ¿Cómo? ¿Peter Pan? ¡Pero eso no es una peli de Disney!

Regina: Sí, lo fue, entre otras. Pero originariamente fue una obra teatral y después, entre otras cosas, novela. Su autor es J.M.Barrie, un escocés que en su época era una auténtica superestrella en los teatros londinenses.

Cliente: ¡Ahhh! Espera, espera, ¿no es ese que sale en una peli con… espera, este moreno, el Sparrow?

Regina: Jonny Deep, sí. La película se estrenó aquí como Descubriendo Nunca Jamás, y recrea la vida de J.M.Barrie y  las circunstancias en las que gestó su Peter Pan. Está muy bien, la verdad.

Cliente: ¿Pero entonces me estás diciendo que me lea Peter Pan?

Regina: ¡Ja, ja, ja! Te estoy sugiriendo que te leas Peter y Wendy, porque conociéndote te va a entusiasmar. Y estoy segura que cuando la termines irás corriendo a enseñársela a tu hijo. Que siempre dices que no quiere madurar ni a tiros.

Cliente: ¿Miguel? Pues sí, vaya panorama.

Regina: Exsite el “Síndrome de Peter Pan” como tal, ¿eh? No te creas. Porque Peter Pan es el niño que se niega a crecer. Vive en el país de Nunca Jamás, rodeado de aventuras, hadas, piratas y otros infantes eternos. Así que quien tiene el “Síndrome Peter Pan” es alguien infantil e inmaduro en un sentido psicológico y social. No quiere crecer, así que se estanca en un comportamiento infantil o adolescente, y no evoluciona. Esto lo convierte en una persona egoísta y, en casos extremos, deriva en trastornos de personalidad narcisistas. Que no será el caso de Miguel, pero igual si lo leéis le haces pensar…

Cliente: Mmm, puede, no sé. Pero a mí me has picado la curiosidad

Regina: Hazme caso, es una auténtica obra maestra. Si te das un bibliogarbeo por Nunca Jamás te aseguro que no querrás volver…

Y se llevó el ejemplar de Peter y Wendy en la edición de Penguin y yo, que yo sé que vosotros sabéis que todos sabemos que soy muy bibliocodiciosa, eché el cierre y me abalancé sobre otro ejemplar de Peter y Wendy.

Ya perdí la cuenta de las relecturas, pero es leer ese arranque mítico de “Todos los niños crecen menos uno” y ya estoy plantada en Nunca Jamás, correteando para esquivar al bueno de Garfio. Palabra de Regina ExLibris.

Para abrir boca os dejo con el trailer de la película Descurbiendo Nunca Jamás. Una de esas cintas bibliófilas que vale la pena ver:

Hazte un bibliofavor y lee ‘Alta Fidelidad’ de Nick Hornby si no lo has hecho ya

En la librería nos pierde la bibliofagia, la cafeína, la cinefilia y la melomanía. Por eso cuando prescribimos libros como Alta fidelidad, de Nick Hornby, que toca todos esos palos, el subidón es cuádruple aunque agridulce.

Alta fidelidad, novela y película homónima

Alta fidelidad, novela y película homónima

Agridulce porque tenemos tan interiorizada esa novela como de culto -al menos entre cierto perfil lector y de edad- que cuando alguien nos dice que aún no la ha leído o, peor aún, que no conoce la novela, la bibliofilia se nos congela en el rostro en una mueca fugaz que revela estupefacción y desconcierto.

Pero pasados unos segundos irrumpe el ansia por dar de leer Alta Fidelidad, y el silencio incrédulo deja paso al biblioentusiasmo histérico. Llegados a este punto no hay quien nos pare: somos una máquina de biblioprescripción masiva.

Y justo ayer uno de mis libreros y yo vivimos uno de esos ‘momentos altafidelidadianos’ en reginaexlibrislandia con dos chicos jóvenes que se adentraron en nuestros confines en busca de la colosal Patria, de Aramburu.

Se materializaron frente al escritorio con el ejemplar de Tusquets en la mano, mientras mi librero y yo punteábamos albaranes:

Regina: ¡Hola!

Cliente 1: ¿Qué tal? Mira, me llevo este para mi madre… y bien, ¿no?

Regina: Es un pedazo de novela, sí. Para cualquier perfil lector.

Cliente1: Sí, eso he leído por ahí. Igual hasta me lo leo yo también, no sé

Cliente2: ¿Tú? ¿te lo vas a leer tú? Eso tengo que verlo, chaval

Cliente1: ¡Serás capullo!

Cliente 2: A ver, tío, que tú no eres de leer. Entre María, la música y la play sencillamente NO tienes tiempo. Y aunque lo tuvieras….

Regina: ¡Ah! ¿Melómano? Entonces, ¿te suena Alta Fidelidad?

Cliente 2: ¿De los equipos, no?

Cliente1: ¡Ja, ja, ja! ¿Qué dices, tío? ¡Se te va mucho! Me suena de algo, sí, pero no sé

Regina: Es una novela de Nick Hornby de mediados de los 90. Va sobre un treintañero melómano que lleva una tienda de vinilos en Londres. Hazte un bibliofavor y léetela, porque te va a entusiasmar.

Cliente1: Espera, espera… ¿pero eso no era una peli?

Cliente 2: ¡Sí! Con el tipo este, cómo se llama… ¡Cusack! ¿no? ¿O qué?

(Alta fidelidad, 2000 / Touchstone Pictures)

(Alta fidelidad, 2000 / Touchstone Pictures)

Regina: Sí y no. Hay una peli, sí, dirigida por Stephen Frears que se basa en la novela.

Cliente1: La peli si la he visto, pero hace mucho. ¿No salían unos colgaos que se pasaban la vida haciendo listas? Unos locos de la música, ¿no?

Regina: Sí. Pues la novela es mejor que la película, que es un clásico ya. Muy, muy divertida y bastante reveladora, la verdad. Y con muchas referencias musicales.

Cliente1: ¿Y la tienes?

Regina: De Alta fidelidad siempre tengo ejemplares en la recámara…. Por aquí nos encanta a todos.

Cliente 2: ¿Y dos? Si ves que tal me la llevo yo también.

Cliente1: Pero, tío, ¿seguro? Ya te la paso yo luego

Cliente 2: No, no. Tiro para el norte el fin de semana y de pronto como que me ha apetecido.

Y se fueron con sus dos ejemplares de Alta Fidelidad, NO hizo falta que mi librero y yo cruzáramos apuestas sobre si les enganchará o no el biblioartefacto de Nick Hornby: ambos sabemos que les va a encantar.

En lugar de eso nos abalanzamos sobre el ordenador para reponer los dos ejemplares a la velocidad de la luz. Que ese sí que es un libro de fondo que hay que tener en balda. Al menos en reginaexlibrislandia. Palabra de Regina ExLibris.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Alta fidelidad. Nick Hornby. Anagrama. Título de referencia aunque no pionero del subgénero de las novelas de rock nos introduce al ya legendario Rob, un treintañero adicto a la música pop que regenta una tienda de vinilos en Londres con dos ayudantes. Solo vende lo que él escucha y, además, en vinilo, así que a falta de clientela, este trío de melómanos compulsivos pasa el rato confeccionando listas de temas –y de lo que se tercie, desde películas a vestimenta– para cada ocasión (rupturas, funerales, citas…). Cuando su novia lo deja por otro, Rob escarba en su pasado emocional para demostrar que esta ruptura no es tan traumática como lo fueron otras, esas que reblandecieron su autoestima transformándolo, siempre al son de hits pop, en un hombre inmaduro, inseguro y melancólico. Hornby realiza una divertida disección de un treintañero con síndrome de Peter Pan con chupa de cuero, que no sabe si quedarse con los niños perdidos en el País de Nunca Jamás tarareando viejos hits de adolescencia o crecer y fugarse con Wendy al mundo real. Divertido, lúcido y conmovedor esbozo del sexo y la masculinidad, la memoria y la música desde el punto de vista masculino, y con banda sonora incluida. ¿Quién da más?

Alta Fidelidad (La conjura de la risa)

 

Y para terminar e ir haciendo bibliosalivar a potenciales lectores o relectores os dejo con el trailer de la película Alta fidelidad, dirigida por Stephen Frears en el 2000:

7 síndromes con nombre de personaje literario: ¿encajas en alguno?

En reginaexlibrislandia siempre le buscamos a todo un referente literario. Es una bibliopulsión que, vista desde fuera, puede resultar malsana tirando a enfermiza. Pero en nuestro caso es algo tan natural e instintivo que no puede ser malo.

Y es que entre los libreros biblioetiquetamos a mansalva nuestras propias filias, fobias, carencias, manías, querencias y rasgos de la personalidad, ya sean aspectos permanentes o emociones pasajeras. Y no es difícil, porque la literatura está llena de personajes gloriosamente peculiares e imprevisibles.

Síndromes con nombre de personaje literario

Síndromes con nombre de personaje literario

Lo curioso es que, a veces, esos rasgos peculiares que hacen que un personaje sea tan adorable incluso en su excentricidad se convierten, extrapolados a la realidad, en aspectos molestos e incluso enfermizos.

Tanto que han dado nombre a una serie de patologías reconocidas y a ciertos síndromes, que, por desgracia, convierten la existencia de quien los sufre en un auténtico calvario.

Sin llegar (por ahora) a ese dramático y patológico extremo repasamos los siete síndromes literarios que se manifiestan con más virulencia entre los libreros de reginaexlibrislandia, empezando por la que suscribe, Regina ExLibris, que los manifiesto todos a la vez.

¿Listos? ¡Vamos!

1. EL SÍNDROME DE PETER PAN.  Peter Pan es el niño que se niega a crecer. Vive en el país de Nunca Jamás, rodeado de aventuras, hadas, piratas y otros infantes eternos. Así que quien tiene el “Síndrome Peter Pan” es alguien infantil e inmaduro en un sentido psicológico y social. No quiere crecer, así que se estanca en un comportamiento infantil o adolescente, y no evoluciona. Esto lo convierte en una persona egoísta y, en casos extremos, deriva en trastornos de personalidad narcisistas.

  • El libro: Peter Pan. James M. Barrie. Alianza.  Peter Pan es, por desgracia, uno de los personajes más conocidos y menos leídos de la literatura y por eso aprovecho este púlpito para hacer un llamamiento a la lectura de uno de los relatos más emocionantes, originales y absorbentes con los que me he topado, para volar a Nunca Jamás con Peter Pan, Wendy, Campanilla, los Niños Perdidos y, como no, con el Capitán Garfio y su ya mítica disertación sobre los buenos y los malos modales. Una auténtica obra maestra. Peter invita a Wendy al País de Nunca Jamás para que sea la madre de ‘los niños perdidos’. Todos compartirán sus aventuras y luchas contra el Capitán Garfio.

 

Síndrome de Peter Pan

Síndrome de Peter Pan

2. EL SÍNDROME DE DORIAN GRAY.  El protagonista de ‘El retrato de Dorian Gray’ vende su alma al diablo para no envejecer. Esta obsesión por la eterna juventud del personaje de Oscar Wilde da nombre a un desorden caracterizado por la preocupación extrema de la apariencia física y la dificultad para encajar el envejecimiento. Es parte de un trastorno denominado “dismorfofobia”, y quien lo sufre no soporta padecer defectos o anomalías que afecten a su apariencia estética, especialmente al rostro.

  • El libro: El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde. Austral. Cuando a finales del XIX el talento y la irreverencia de Oscar Wilde escandalizaron a la mismísima Gran Bretaña y, por ende, al resto del mundo, el genial irlandés dio un golpe de efecto con una deliciosa fábula en la que la estética y el mal ponen en jaque a la ética y al bien el día en que el joven Gray accede a que su amigo el pintor Basil Hallward lo retrate con una intensidad tan diabólica como real, puesto que el cuadro comienza a reflejar las transformaciones físicas y espirituales de un alma preñada de perversiones, claroscuros y recovecos o, lo que es lo mismo, la esencia de un seductor exquisito, refinado e infinitamente malévolo a quien sus excesos en apariencia no le pasan factura de ningún tipo.
Síndrome de Dorian Gray

Síndrome de Dorian Gray

3. EL SÍNDROME DE MADAME BOVARY. La heroína de la novela de Flaubert vive en un estado de frustración e insatisfacción crónica, atrapada entre sus aspiraciones y fantasías, y la insoportable parquedad de la realidad que habita, que para ella nunca es suficiente. Es la eternamente insatisfecha, y ese es el rasgo que caracteriza a las personas que padecen el síndrome de Madame Bovary, donde las divergencias entre sus ilusiones y la realidad serán siempre insalvables. Se trata de un trastorno de carácter normalmente afectivo y vinculado a la depresión.

  • El libro: Madame Bovary, G. Flaubert. Siruela. Desgarrada entre la prosaica realidad en que vive y sus ensueños de romances y riquezas, Enma Bovary nunca será feliz junto a su marido, un modesto médico de pueblo. Ni el nacimiento de su hija ni su affaire con un joven seductor de provincias lograrán colmar a la eternamente insatisfecha Madame Bovary.
Síndrome de Madame Bovary

Síndrome de Madame Bovary

4. EL SÍNDROME DE OTELO. El protagonista de la obra ‘Otelo’, de William Shakespeare, mata a su mujer porque piensa (erróneamente) que ella le está siendo infiel. Así que se dice que padecen el síndrome de Otelo quienes sufren de celos patológicos, o delirios celotípicos que hacen que la persona tenga dudas irracionales sobre la fidelidad de su pareja. Son personas desconfiadas, inseguras, con problemas de comunicación e inmadurez emocional. En casos extremos se asocia al alcoholismo y a los desórdenes neurológicos.

  • El libro: Otelo. W. Shakespeare. Alianza. Dentro de la amplia galería de personajes que a lo largo de las obras de William Shakespeare encarnaron las más universales y comunes pasiones que mueven la naturaleza humana, Otelo ha pasado a representar el hombre destruido por los celos. Otelo es el arquetipo del hombre celoso. Es una muestra cabal de cómo Shakespeare captó la complejidad de la psicología humana. Sin embargo, el tema crucial y más general de la obra es la desconfianza. Movida por este veneno que se esparce por sus diálogos e impregna las relaciones entre parejas, ya sean hombres y mujeres, ya jefes y subordinados, esta tragedia sigue resultando, hoy como ayer, una lectura tan subyugante como poderosa.
Síndrome de Otelo

Síndrome de Otelo

5. EL SÍNDROME DE ALICIA.  ¿Quién no recuerda los famosos “Cómeme” y “Bébeme” de la historia de Lewis Carroll que hacía volver a Alicia más y más pequeña, o más y más grande? Es el origen de la denominada “micropsia”, un desorden neurológico relacionado con la percepción visual. Quienes lo padecen ven los objetos más pequeños de lo que son en realidad. Suele estar relacionado con las migrañas y en los mentideros librescos se dice que incluso el propio Lewis Carroll lo sufría.

  • El libro: Alicia en el País de las Maravillas, L. Carrol. Valdemar. Cuando Charles Dogson improvisó las Aventuras subterráneas de Alicia, no sabía que esa puerta que daba acceso a millones de niños y de adultos lectores a un mundo cargado de personajes irreverentes, sátiras extravagantes, retos lingüísticos y pulsos a la lógica extrema era la misma que le conduciría a él, como Lewis Carrol, y a su novela, como Alicia en el País de las Maravillas al olimpo de las deidades literarias. Conocer al Gato de Cheshire, tomar el té con el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo o jugar al croquet con la mismísima Reina de Corazones es una experiencia que nadie, nadie, debería perderse. 
Síndrome de Alicia

Síndrome de Alicia

6. EL SÍNDROME DE MUNCHHAUSEN. El barón Münchhausen, el gran mentiroso por excelencia de la literatura, está inspirado en oficial de caballería alemán famoso por las disparatadas historias que inventaba. Pero aunque pueda parecer algo estrafalario y hasta divertido, la realidad no es tan cómica como esta ficción literaria. Quienes padecen el síndrome de Munchausen simulan enfermedades con sofisticada habilidad para atraer la atención de terceros, conocidos o personal sanitario. Aunque saben que están mintiendo, sus motivaciones para fingir son inconscientes, y suelen tener una historia clínica de abusos, problemas de identidad, episodios psicóticos breves y relaciones interpersonales inestables.

  • El Libro: Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen. Gottfried A. Bürger. Alianza. Aunque atribuidas a Rudolf Erich Raspe, quien tradujo al inglés una versión que fue plagando de adiciones e interpolaciones de dudosa calidad literaria, se considera que fue Gottfried August Bürger quien supo darle a la obra ese algo indefinible que lo convirtió en obra clásica y popular. El barón más embustero que imaginarse pueda narra aquí sus famosas aventuras y desventuras: desde el hilarante episodio en el que se lo traga un enorme pez, hasta su increíble viaje a la Luna en busca de un hacha de plata perdida. Una historia a medio camino entre lo grotesco y lo fantástico con un esperpéntico y desvergonzado protagonista que provoca una y otra vez las risas del lector.
Síndrome de Munchhausen

Síndrome de Munchhausen

7. EL SÍNDROME DE HUCKLEBERRY FINN. Bautizado como el personaje irreverente y escurridizo de la obra de Mark Twain, este síndrome psicológico se caracteriza por la incapacidad para tomar decisiones y asumir responsabilidades. No se trata de que quienes lo sufren se nieguen a madurar, como el síndrome de Peter Pan, sino que durante toda su vida eluden cualquier tipo de responsabilidad. Los expertos aseguran que es un mecanismo de defensa ligado al rechazo parental así como a una baja autoestima.

  • El Libro: Las Aventuras de Hucckleberry Finn. Mark Twain. Cátedra. A pesar de haber sido considerada tradicionalmente como una obra de literatura juvenil, «Huckleberry Finn», según Samuel Langhorne Clemens, alias Mark Twain, no es una obra «de muchachos» ni «para muchachos». Es un relato tan divertido e irreverente como cautivador en el que Huck, un huérfano vagabundo y pendenciero, y Jim, un muchacho negro que huye de la esclavitud, remontan el Mississippi en busca de libertad y aventuras a bordo de su barcaza. Una delicia literaria para paladares bibliófilos sin edad.
Síndrome de Huckleberry Finn

Síndrome de Huckleberry Finn

 

«Tengo casi 40 años y quiero empezar a leer»

¿Qué diríais que tienen en común un buen librero y el Príncipe de la Cenicienta? Pues que si éste removió su corte para hallar el pie que se ajustara al zapatito de cristal nosotros tenemos que poner nuestra librería y nuestra mente paras arriba hasta dar con el libro que busca cada reginaexlibrislandiano que se adentra en nuestros confines.

Siempre hay un título adecuado a cada persona y su circunstancia, aunque a veces es difícil dar con él en cuestión de minutos.

Sin ir más lejos ayer un desconocido me noqueó poco antes de echar el cierre, aunque creo que reaccioné a tiempo. Llevaba gafas de sol negras, el pelo largo, un arete de plata, vaqueros negros y unos cascos que escupían acordes a bastantes decibelios según comprobé cuando se los quitó para dirigirse a mi:

– Cliente: Buenas tardes.- Regina: ¡Ah! ¡Hola!

– C.: Verás, quiero un libro.

– R.: Bien, creo que estás en el lugar adecuado.

– C.: Ya, pero es que, bueno, no leo demasiado.

– R.: OK, ¿qué es lo último que leíste?

– C.: Es lo que trato de decirte, que apenas leí nada en toda mi vida. De libros, quiero decir. Y tengo casi 40 años y quiero empezar a leer, por eso quiero que me des alguno que me guste, para que no lo deje. ¿Sabes cómo te digo?

– R.: Mmm, si, déjame pensar.

– C.: ¿Qué te gusta hacer?

– R.: La música, el fútbol, los bares, ya sabes

Paréntesis: Trabajando en las trincheras libreras he aprendido que, por ejemplo, si buscas un libro para un niño al que le cuesta leer lo esencial es que la historia tenga un personaje protagonista de su edad para que se identifique con él, y alguna afición común. Si eso no engancha a la criaturita -y pocas veces falla- poco más se puede hacer por el pequeño lector, salvo rezar… Total, que decidí emplear con este chico la misma estrategia, y me saqué del pelucón un libro fantástico al que llegué hace meses gracias a mi ‘armstrongfl, querido’.

– R.: ¿Te suena la película Alta Fidelidad, de allá por el 2000, con John Cusack? – C.: No, la verdad.

– R.: Bien, porque se basó en el libro que tengo en mente y no quería que conocieras la historia. Se llama igual, Alta Fidelidad, y es de un escritor inglés: Nick Hornby.

– C.: El título mola, ¿de qué va?

– R.: En él Rob, un adicto a la música pop de 36 años, regenta una tienda de vinilos en Londres junto a dos ayudantes. A falta de clientela, confeccionan listas de temas -y de lo que se tercie- para cada ocasión (rupturas, funerales…). Cuando su novia lo deja por otro, Rob escarba en su pasado emocional para demostrar que esta ruptura no es tan traumática como lo fueron otras, esas que reblandecieron su autoestima transformándolo, al son de hits pop, en un hombre inseguro y melancólico. Vamos que Nick Hornby realiza una divertida disección de un Peter Pan con chupa de cuero que no sabe si quedarse con los niños perdidos divirtiéndose al día en el País de Nunca Jamás o fugarse con Wendy al mundo real, donde todo es rutina, responsabilidades y facturas.

– C.: ¡Esa canción me suena, siiiiii! ¿ Y lo tienes?

– R.: Pues sí, aquí está. Y mira, si te gusta y tienes ocasión ve después la peli, porque está muy bien adaptada.

Y se fue con su Alta Fidelidad y yo me quedé con la esperanza de traer de nuevo a la vida un apetito lector en coma.

Y vosotros, queridos, ¿leísteis Alta Fidelidad? ¿Qué título le recomendaríais a alguien que, entrado en años, quiere aficionarse a la lectura?

Os dejo con el trailer de Alta Fidelidad: