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¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Nuestro sentido del olfato está diseñado para detectar los olores que pueden representar un peligro para nuestra salud o seguridad. Por lo tanto, nuestra capacidad para detectar olores desagradables y peligrosos, como el olor a gas, los excrementos y flatulencias, la comida en mal estado o el humo, es más aguda que nuestra capacidad para detectar fragancias agradables u olores seguros.

¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Esto se debe a que nuestro sistema olfativo está diseñado para alertarnos de los peligros antes que para detectar cosas agradables. Cuando se detecta un olor desagradable, se activan inmediatamente áreas en nuestro cerebro relacionadas con la memoria, la emoción y la respuesta de lo que comúnmente se conoce ‘lucha o huida’.

Esto significa que un olor desagradable puede activar una respuesta emocional intensa antes de que tengamos la oportunidad de pensar conscientemente en lo que estamos oliendo.

Por otro lado, los olores agradables pueden ser más sutiles y no activarán la misma respuesta emocional intensa. Además, nuestro cerebro puede adaptarse rápidamente a los olores agradables, lo que significa que después de un tiempo, dejamos de notarlos.

 

 

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Fuente de la imagen: aquamech-utah (Flickr)

Marketing olfativo: cuando las empresas nos venden sus productos a través de nuestro olfato

Una de las sensaciones más agradables que existen es meterse en un coche y notar su inconfundible olor a nuevo.

Y es que el olfato es un gran y potente generador de emociones, gracias al cual muchas veces vinculamos nuestras decisiones a la hora de comprar o consumir.

Marketing olfativo: cuando las empresas nos venden sus productos a través de nuestro olfato

Los expertos en ventas saben que el olor a coche nuevo incidirá plenamente en el comprador para que decida realizar la compra, pero sobre todo ese olor ayudará a otras personas que monten en él a decidirse en cambiar de coche, todo porque esa fragancia le ha invitado a ello.

Por tal motivo existe una amplia gama de perfumes y olores característicos que las empresas utilizan para vender más. Por ejemplo, un concesionario de coches de segunda mano aplicará el perfume de olor a coche nuevo o también es característico el olor que puede apreciarse al pasar por delante de algún negocio concreto; el cual, al respirarlo, hace que sin mirar el rótulo sepamos de qué establecimiento se trata y, además, nos incite a entrar, aunque en ese momento no teníamos intención de hacerlo.

Por poner un par de ejemplos,  famosos y muy identificables son los olores o fragancias que podemos percibir, varios metros antes de situarnos en la entrada, de negocios como los restaurantes McDonalds o la cadena de perfumerías Sephora.

Los expertos juegan con la ventaja de saber que cada persona, gracias a nuestra ‘memoria olfativa’, somos capaces de recordar y almacenar alrededor de 50.000 olores diferentes, sabiendo distinguir perfectamente a qué pertenece cada uno de ellos (de los cuales, aproximadamente, diez mil aromas corresponden a marcas comerciales).

Jody Jean Dreyer (quien trabajó durante tres décadas para Disney), explicó en su libro de memorias, titulado ‘Beyond the Castle’, que esta compañía fue la primera en utilizar perfume de un característico olor en todos sus parques temáticos. A través de unos aparatos (conocidos como ‘smellitzer’) desprende, por los respiraderos repartidos por las calles de Disneyland, fragancias con olor a palomitas de maíz recién hechas.

 

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Hiperosmia: personas capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

Hiperosmia: personas que son capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

La ‘hiperosmia’ es la cualidad (calificada también como trastorno) de percibir olores que otras personan no son capaces de detectar.

Por poner un ejemplo: los afectados de ello son capaces de distinguir el aroma de una flor (por ejemplo el jazmín) entre un montón de escombros o detectar la fragancia de un perfume que lleva una persona cuando ésta todavía no ha llegado al lugar donde se encuentra. Otro ejemplo práctico podría ser la novela (y película homónima) ‘El perfume’ en la que el protagonista tenía un olfato excesivamente desarrollado.

Se ha detectado que algunas de las personas con hiperosmia lo hacen durante un periodo concreto de sus vidas y no continuadamente (aunque se han dado casos, es poco común que alguien lo padezca a lo largo de toda su existencia).

El que no afecte a un elevado número de personas ha hecho que se convierta en una patología poco investigada, por lo que no se conoce al cien por cien qué es lo que produce que algunas personas puedan estar dotadas de esa singular agudeza olfativa.

En ciertos casos la hiperosmia puede ser una ventaja, pero para la mayoría de los que la padecen puede llegar a convertirse en un suplicio, debido a que detectan hasta el más mínimo de los olores, por lo que los ‘malos olores’ (como los fétidos) los notan más exageradamente.

Curiosamente, quienes padecen de una hiperosmia ‘pasajera’ son algunas embarazadas (sobre todo al inicio y final de la gestación). El hecho de que afecte a las mujeres en estado se debe, principalmente, a un aumento de la concentración de estrógenos y progesterona.

Quienes también pueden verse afectadas por este trastorno son mujeres tras llegar a la menopausia; personas con algún trastorno metabólico (como la enfermedad de Addison, entre cuyos síntomas se encuentra la hipersensibilidad olfativa); de hipertiroidismo e incluso algunas alteraciones neuronales (debido al consumo de algunas sustancias alucinógenas) o que se encuentren bajo el síndrome de abstinencia de benzodiacepinas (tras un periodo prolongado consumiendo medicamentos psicotrópicos).

 

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Fuentes de consulta y más info: ncbi / xatakaciencia / sintomasdelembarazo / anosmia.info / ireneu / sciencedirect
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Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Aunque nuestra nariz no es tan sensible ni está tan desarrollada como la de un perro o la mayoría de los animales, puede llegar a recordar 50.000 olores diferentes. Esa prodigiosa memoria olfativa es la que hace que olamos un aroma y éste pueda transportarnos con nuestros recuerdos a décadas atrás, a un momento vivido, a un lugar concreto.

Que podamos recordar hasta 50.000 aromas no quiere decir que ese sea el tope de los que nuestro olfato pueda llegar a percibir, ya que en realidad podemos distinguir hasta la friolera de un billón de olores diferentes.

Según investigadores de la Universidad de Pittsburgh los diferentes efluvios que podemos percibir se pueden clasificar en diez categorías: fragante (que es el olor suave y agradable), el olor a madera o resina (llamado también leñoso), el olor químico, el mentolado o refrescante, el olor dulce, el olor a quemado o ahumado (donde incluiríamos el de las características palomitas de maíz o el conocido como chamusquina), el olor a podrido, el rancio o acre (entre los que se incluye el ajo y el del fósforo), y dos olores frutales: uno que incluye los cítricos y el que lo excluye (resto de frutas).

 

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