Entradas etiquetadas como ‘Augusto’

¿Por qué el octavo mes del año se llama ‘agosto’?

El mes de agosto fue nombrado en honor al emperador romano Augusto, el primer emperador de Roma y sucesor de Julio César.

¿Por qué el octavo mes del año se llama 'agosto'?

Originalmente, el mes se llamaba ‘Sextilis’ en latín, ya que era el sexto mes del antiguo calendario romano.

En el año 45 a.C., Julio César instituyó una reforma del calendario romano (calendario juliano) que incluyó la adición de dos nuevos meses al final del año: Januarius y Februarius, que posteriormente pasarían a encabezar el año como Enero y Febrero respectivamente, reorganizando el calendario para que los meses coincidieran con los ciclos de la Luna y las estaciones del año.

En el año 8 a.C., el Senado romano decidió renombrar el mes en honor a Augusto, cuyo verdadero nombre era Octavio. La decisión se tomó para honrar sus logros y victorias militares, ya que agosto era el mes en que solían celebrarse muchas de las principales ceremonias y festivales en Roma.

 

Te puede interesar leer también:

 

 

 

 

Fuente de la imagen: calendario-agosto.com

¿De dónde proviene la expresión ‘Ser pájaro de mal agüero’?

A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan de dónde proviene la expresión ‘Ser pájaro de mal agüero’.

¿De dónde proviene la expresión 'Ser pájaro de mal agüero'?

Suele utilizarse la expresión ‘Ser pájaro de mal agüero’ como clara referencia a aquel que es portador de malas noticias o de anunciar/presagiar algún acontecimiento negativo. Por ejemplo, puede utilizarse en una frase del tipo ‘No seas pájaro de mal agüero y ten un poco de fe en que todo saldrá bien’.

El término ‘agüero’, que aparece en la expresión, hace referencia a una curiosa práctica de adivinación que era realizada en la antigüedad y que se basaba en predecir futuros acontecimientos interpretando el vuelo o canto de las aves. Dicho procedimiento era denominado en latín como ‘augurium’ (de donde proviene el vocablo) y era llevado a cabo por un sacerdote denominado ‘augur’ (en latín ‘augŭris’).

La sociedad de la Antigua Roma era sumamente supersticiosa y  los ‘augures’ se dedicaban a vaticinar y pronosticar cuándo era el mejor momento para hacer alguna cosa importante, entre ellas el estrenar una casa, un edificio o realizar un evento (iniciar un negocio, ir a la guerra…), de ahí que también se originase el término ‘inaugurar’, cuya etimología (‘inauguratus’ en latín) significaba literalmente ‘consagrado por los augurios’. Dicha adivinación era realizada analizando el comportamiento, canto, vuelo y manera de comer de las aves.

De la misma raíz etimológica surgieron otros términos como ‘augurio’ (con el mismo significado que ‘agüero’: presagio, anuncio), ‘auspicio’, ‘inauguración’, ‘agorero’ o el nombre ‘Augusto’ (bendecido por los augures).

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

 

Fuente de la imagen: maxpixel

Destripando mitos: La ‘sangre azul’ de los reyes no proviene del color de las venas sino de una referencia al cielo

A la hora de consultar el origen de la expresión ‘ser de sangre azul’, atribuida a las personas pertenecientes a la realeza, en un 99 por ciento de ocasiones nos dará como resultado a esa búsqueda que dicha referencia proviene del hecho de que antiguamente a los miembros de las Casas Reales no les daba el sol y, por tanto, tenían la piel muy pálida dejando traslucir las venas y predominando las azules, que realmente no son de ese color sino que es provocado por un efecto óptico de la luz  de onda corta la cual se refleja en las venas que están más cerca de la superficie de la piel, situadas a 0’5 milímetros por debajo de la epidermis.

Destripando mitos: La ‘sangre azul’ de los reyes no proviene del color de las venas sino de una referencia al cielo

Pero en realidad esa referencia a la sangre real y el color con el que se traslucen las venas no deja de ser un mito provocado por un error de traducción o, mejor dicho, una interpretación errónea de unos antiguos textos del historiador romano Cornelio Tácito (vivió entre los siglos I y II d.C.) realizadas por humanistas españoles a inicios del siglo XVII.

Resulta que, tal y como explicó hace ya varias décadas, el célebre lingüista de origen rumano, Eugen Coșeriu, los mencionados humanistas cometieron un error a la hora de interpretar unos textos del historiador latino en los que cuando se refería a emperadores y reyes de su época lo hacía utilizando la expresión ‘caelesti sanguine (ortam)’ (‘nacido de sangre celestial’), debido a que se aludía a la procedencia divina y celestial (del cielo) de aquellos descendientes y del mismo linaje que Cayo Octavio Turino, más conocido como ‘Augusto’ (primer emperador romano y a quien se le ‘divinizó’).

Fue precisamente ese término ‘calaesti’ (celestial) el que llevó a confusión en el siglo XVII y se transformó de la noche a la mañana en ‘celeste’ (azul claro, cuya denominación proviene precisamente de eso: el color del cielo). No tardó en difundirse, ya en castellano, el término ‘sangre celeste’ en lugar de ‘sangre celestial’, por lo que con los años esa referencia al celeste pasó a ser denominada azul y, de ahí, al término ‘sangre azul’.

El uso popular de esta nueva locución, ayudada de interpretaciones confusas de la misma y que iban variando con el tiempo debido a la transmisión oral de una generación a otra es lo que hizo que hoy en día esté tan extendida la errónea explicación de la sangre azul de los miembros de las familias reales y el color de sus venas por no haber tomado el sol, en lugar de aludir a la procedencia divina y celestial que, originalmente, explicó Cornelio Tácito en su obra ‘Ab Excessu divi Augusti Historiarum Libri’ (Libros de historias desde la muerte del divino Augusto), la cual comprendía en una treintena de libros la historia generacional desde Augusto (siglo I a.C.) hasta Tito Flavio Domiciano (siglo i d.C.).

Pero también debo entonar un ‘mea culpa’ debido a que hasta hace unos años yo mismo estaba convencido de que la popular explicación era la correcta, pero a finales de 2015 llegó a mis manos un concienzudo trabajo publicado en 2011 por Jairo Javier García Sánchez , Profesor Titular del Departamento de Filología de la Universidad de Alcalá (UAH), quien daba las claves para ir tirando del hilo sobre lo sugerido por Eugen Coșeriu a mediados del siglo XX y corroborar esa otra explicación.

Cabe destacar que al principio (antes de leer el mencionado trabajo) fui algo escéptico en cuanto a lo planteado en él e incluso llegué a intercambiar algunos correos email con el propio profesor Jairo Javier García. Tras la lectura y haber comprobado uno por uno las diferentes fuentes propuestas, he podido llegar a la conclusión de que el origen celestial del término ‘sangre azul’ es el correcto y que hemos estado equivocados durante muchísimos años (no he podido terminar de investigar a fondo sobre el tema hasta ahora debido a la falta de tiempo, pues me encontraba inmerso en la escritura de mi último libro “Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO”.

Podéis leer el trabajo del profesor Jairo Javier García Sánchez en el siguiente enlace: http://bit.ly/2qSN6YP

 

 

Te puede interesar leer:

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Julia la Mayor “La viuda alegre de Roma”

Julia la Mayor (39 aC- 14 dC) era hija del emperador romano Augusto .
A los 14 años fue obligada a casarse con su primo Marcelo de la que enviudo poco después a causa del envenenamiento de éste por parte de Livia, segunda esposa de Augusto y madrastra de Julia.
A los 18 años la volvieron a casar, esta vez con Agripa , 24 años mayor que ella y con el que tuvo 5 hijos (3 varones y 2 hembras). El matrimonio duró 9 años.
La tercera boda sería con Tiberio, hijo de Livia y hermanastro de Julia, de quien estaba enamorada desde niña. Como éste no le hacía caso, Julia pidió consejo a su madrastra Livia, la cual le proporcionó un pócima con la cual conseguiría el amor de Tiberio y casarse con él. Y así fue.
Pero dicha pócima era un potente afrodisíaco, cosa que hizo despertar en Julia un ardiente apetito sexual que la llevó a convertirse en una desenfrenada ninfomana, participando en multitud de orgías y teniendo múltiples amantes.
Algunos escritos hablan de que mantuvo a lo largo de su disipada vida cerca de 80.000 relaciones sexuales, de ahí que fuera conocida con el epíteto de “la viuda alegre de Roma”.