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Cinco curiosidades sobre la flor que quizá te gustaría conocer

Cinco curiosidades sobre la flor que quizá te gustaría conocer

1) El término flor recibe su nombre de la deidad de la mitología romana ‘Flora’, la diosa que representaba la primavera, las plantas y todo aquello que florecía en la naturaleza (y, por tanto) era una de las diosas encargadas de la fertilidad.

2) Las flores contienen distintas sustancias volátiles, muy aromáticas, que dependiendo de la hora del día o de las condiciones ambientales (especialmente la temperatura y la humedad) se desprenden, produciendo un perfume característico.

3) El motivo por el que nació la costumbre de llevar flores a los muertos fue para evitar la pestilencia que los cadáveres desprendían, ya que, antiguamente, se tenía la costumbre de velar a un fallecido durante varios días (con intención de asegurarse que realmente había muerto).

4) En la antigüedad también se usaba el término flor para referirse al estado de juventud, salud y lozanía de una persona. Por tal motivo suele decirse expresiones como ‘Está en la flor de la vida’ o ‘Murió en la flor de la vida’.

5) También se vinculaba a la pureza de las personas y, directamente, a su virginidad, de ahí que perderla se denomine como ‘desflorar’.

 

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Fuente de la imagen: pexels

 

Este texto formó parte de mi colaboración con el podcast de divulgación Ondas Elementales, una producción de Laboratorio de Radio y Penélope Saray.

El falso mito sobre el peligro de dormir en una habitación con plantas

El falso mito sobre el peligro de dormir en una habitación con plantas

Este es uno de los mitos más comunes y más repetidos hasta la saciedad por nuestras madres y abuelas que insistían en que no se podían tener plantas en los dormitorios debido a que éstas, durante la oscuridad de la noche, absorben oxígeno y liberan dióxido de carbono. Incluso muchos son los hospitales en los que cuando llega la hora de dormir las enfermeras o familiares del paciente retiran las flores o plantas y las dejan en los pasillos.

En realidad la persona que tiene en su dormitorio alguna planta (o incluso varias) no corre peligro alguno de morir por falta de oxígeno. El consumo que hacen las plantas de este elemento, tan necesario para nosotros para poder vivir, es mínimo en comparación al que tiene cualquier ser humano e incluso animal. Lo curioso del asunto es que, quienes defienden la teoría de que hemos de retirar las plantas, en ningún momento se plantean si corremos peligro o no por compartir el dormitorio con otras personas.

De correr algún peligro por quedarnos sin oxígeno todos dormiríamos en habitaciones individuales. Si os ponéis a pensar, podréis recordar un buen puñado de ocasiones en las que habéis compartido y dormido en un mismo cuarto con otras personas (en unas colonias junto a docenas de niños y niñas, en la mili, en un albergue, con vuestros hermanos o primos…) o incluso con algún animal de compañía.

Otro de los motivos por el que es prácticamente imposible quedarse sin oxígeno por la noche al dormir junto a plantas es porque los dormitorios no son unas estancias que quedan cerradas herméticamente. Aunque se cierren las ventanas y puerta siempre hay alguna rendija por la que, por poco que sea, entra oxígeno a la habitación.

 

Lee y descubre más historias como esta en el apartado ‘Destripando Mitos’

 

Fuente de la imagen: pixabay

¿Por qué huelen las flores?

La explicación reside en el hecho de que las flores contienen distintas sustancias volátiles, muy aromáticas, que dependiendo de la hora del día o de las condiciones ambientales (especialmente la temperatura y la humedad) se desprenden, produciendo un perfume característico.

Estas sustancias aromáticas se encuentran en varias partes de la planta, como el pétalo, el estambre o el polen, y como son muy volátiles, se evaporan con mucha facilidad liberando su aroma a la atmósfera y difundiéndose en ella.

Cuando nos acercamos una flor, las moléculas de su perfume ya se encuentran difundidas por el aire y llegan a la nariz, que manda la información al cerebro para descifrar el olor, produciendo una sensación agradable o desagradable.

Para poder oler es necesario  que la sustancia esté en estado gaseoso o, si es sólida, que sus moléculas en suspensión sean solubles en el líquido que constantemente humedece la pituitaria de la nariz y facilita su apreciación. Estos aceites volátiles, en general, contienen hidrógeno y carbono, y a veces oxígeno en pequeñas cantidades, de modo que todos pueden arder.

 

Fuente:  La química cotidiana (Cayetano Gutiérrez Pérez)