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Una mala transcripción en la entrevista a Éric Cantona [Anécdota]

Durante los años 90, década en la que triunfó como jugador del Manchester United, Éric Cantona concedió una entrevista en profundidad a un reportero de un diario británico.

En ella, el futbolista daba todo tipo de explicaciones sobre sus gustos, declarándose fan de Jim Morrison, Arthur Rimbaud o Pablo Picasso, entre otros.

A la hora de transcribir la entrevista, el redactor del artículo estaba convencido de que Cantona le había dicho que entre sus gusto se encontraba ‘Rambo’ (debido a que la pronunciación del apellido del genial poeta francés del siglo XIX ‘Rimbaud‘ le sonó igual que el del personaje de las películas de acción protagonizadas por Sylvester Stallone), por lo que en el periódico apareció un gran titular en el que ponía que el futbolista era un ferviente seguidor de la saga de películas de  Rambo.

Ello provocó que, a partir de entonces, Cantona recibiese diariamente docenas de cartas de sus fans enviándole fotografías de Stallone, a lo que declaró en cierta ocasión que ‘diariamente tenía que tirar cubos enteros con fotos del protagonista de Rambo’.

 

Lee y disfruta de más anécdotas e historias curiosas como esta en el apartado Anecdotario de este blog

 

 

Fuentes de consulta: ardingly / barnflakes / Las Mejores anécdotas humorísticas de Samuel Red / anecdotas.com.es
Fuente de la imagen: Qué fue de…

Carlos IV y el vendedor de chorizos [Anécdota]

Carlos IV y el vendedor de chorizos [Anécdota]- El choricero de Ramón BayeuEncontrándose cazando venados acompañado por la corte y cadetes de Segovia, el rey Carlos IV empezó a sentir hambre, coincidiendo en ese mismo instante con el paso, por uno de los caminos que cruzaban, de un vendedor ambulante de chorizos que llevaba sus mulas cargadas de este rico y oloroso embutido.

El choricero, cuyo nombre era José Rico, era conocido por todos sus vecinos de la población de Candelario (Salamanca) como el ‘Tío Rico’.

Le dio de comer al rey algunas piezas de su mejor embutido, quedando el monarca maravillado por tan sabroso fiambre, por lo que instó al Tío Rico a servirle sus productos, convirtiéndolo en ‘Proveedor de la Casa Real’, algo que hizo que los chorizos de Candelario alcanzasen una extraordinaria fama entre todos los miembros de la Corte.

Fue tal la admiración que tuvo Carlos IV por esos chorizos que mandó a Ramón Bayeu, uno de sus más afamados pintores de la Real Fábrica de Tapices (y cuñado de Francisco de Goya) que realizase un lienzo, el cual sería expuesto en la Sala de Embajadores de El Escorial.

Cabe destacar que, como en algunas otras de sus obras, el boceto del tapiz ‘El choricero’ fue hecho por Francisco Bayeu (hermano de Ramón) y la obra realizada finalmente por éste último.

 

Lee más anécdotas históricas en el Anecdotario de este blog

 

Fuente de la info: Dolores Anaya (Valdepeñas)
Fuente de la imagen:  museodelprado

Un matrimonio por interés [Anécdota]

Joaquím Borralleras - Un matrimonio por interésEl promotor de actividades literarias y artísticas de principios del siglo XX, Joaquím Borralleras era un habitual a las tertulias que él mismo impulsó en el “Ateneu barcelonès”.

En cierta ocasión, en medio de una acalorada tertulia, uno de los participantes echó en cara a Borradellas que se hubiera casado por interés con la joven heredera de una adinerada familia.

A lo que éste contestó ingeniosamente:

«¿Qué me he casado por dinero? ¿Casado por dinero? Quien se ha casado por dinero es mi mujer, que si no llega a tenerlo no se casa»

 

 

Fuente de la imagen: ateneubcn

El mayor deseo para la Navidad del Embajador Británico [Anécdota]

Durante las Navidades de 1948, una emisora radiofónica de Washington DC telefoneó a varios embajadores con la intención de preguntarles cuáles eran sus mayores deseos para aquellas entrañables fechas.

Henri Bonnet, Embajador de Francia en Estados Unidos fue conciso en su respuesta:

«La paz en el mundo»

Por su parte, Alexander Panyushkin, su homólogo soviético respondió de manera tajante:

«Libertad para todos más allá del imperialismo»

Cuando llegó el turno de sir Oliver Franks, Embajador del Reino Unido, éste contestó:

«Son ustedes muy amables. Desearía una caja de frutas confitadas»

 

 

Fuente de consulta: anecdotage

Fuente de la imagen: Boris Chaliapin/Time.com

Media docena de divertidas e ingeniosas anécdotas de Groucho Marx

Si hay un personaje peculiar y que generó un gran número de anécdotas a lo largo de toda su vida, ese es sin lugar a dudas Groucho Marx.

En el post de hoy he realizado una selección de media docena de divertidas e ingeniosas anécdotas protagonizadas por el célebre y polifacético Julius Henry Marx (tal y como se llamaba en realidad) y que además no son de las más conocidas.

 

  • Inspección en la aduana

Tras regresar de un viaje junto a su esposa, Groucho Marx tuvo que rellenar el típico formulario de inspección aduanera. Haciendo gala de su irónico y peculiar humor contestó algunas de las preguntas con respuestas de lo más absurdas, entre las que indicó que su profesión era la de contrabandista.

Eso hizo sospechar a los agentes, por lo que decidieron cachearle y registrar su equipaje. Tal y como acabaron su trabajo de inspección, Groucho se giró hacia su mujer y le preguntó:

«¿Qué has hecho con el opio? ¿Todavía lo llevas encima?»

 

  • El valor de la propiedad

En cierta ocasión Groucho se encontró con un conocido que estaba exultante de felicidad tras haberse comprado una fabulosa propiedad frente al mar. Tras ser preguntado sobre su opinión respecto a la importancia de la adquisición, el actor contestó:

«No creo que valga mucho. Le quitamos el océano y ¿qué tienes?»

 

  • Hijos a porrillos

Durante la etapa en la que compagino su carrera de actor con la de presentador del concurso «You Bet Your Life» (Apueste su vida), Groucho Marx entrevistó a una concursante que había dado a luz 22 hijos.

«Amo mucho a mi marido» explicó la orgullosa madre y feliz esposa.

A lo que Groucho replicó:

«A mí también me gusta mi puro, pero me lo saco de vez en cuando»

 

  • El amable director del banco

Tras recibir una carta del banco, el director de la entidad se despedía con extrema amabilidad y cordialidad, emplazando a Groucho Marx a llamarlo si necesitaba cualquier cosa de él.

Ni corto ni perezoso, el humorista escribió la siguiente carta de respuesta:

«Estimado señor, lo mejor que podría hacer por mí, si es su deseo servirme, es robar un poco de dinero de la cuenta de uno de sus clientes más ricos e ingresarlo a la mía»

 

  • Un jardinero sin precio

Un día, mientras Groucho Marx se encontraba trabajando en su jardín, equipado con un desgastado atuendo de jardinería, una mujer detuvo su Cadillac frente a la casa y trató de convencer  al «jardinero» para que trabajara para ella.

«¿Cuánto le paga la señora de la casa» le preguntó la mujer.

A lo que Groucho respondió:

«Oh, no me paga en dólares. La señora de la casa tan sólo me deja dormir con ella»

 

  • Las visitas del viejo Groucho

Con ochenta años y ya retirado del mundo del espectáculo, Groucho Marx adquirió la costumbre de ir cada día a visitar a su amigo y vecino Sidney Sheldon (célebre escritor y guionista premiado en multitud de ocasiones).

Entre las rutinas del anciano Groucho estaba la de tomar un aperitivo en casa de su amigo, que consistía en una manzana y un trozo de queso.

Ya podía llover, nevar o hacer un sofocante calor, que Groucho estaba allí cada día.

Pero al matrimonio Sheldon le surgió la ocasión de ir a vivir una temporada a Roma, por lo que decidieron alquilar la casa durante su periodo de ausencia. Al cabo de unos días Sidney Sheldon recibió una carta de su inquilino que decía:

«Estimado Sidney, nos encanta la casa, pero hay una cosa extraña, ya que todas las tardes se presenta aquí un viejecito, de entre 85 y 90 años, que llama a nuestra puerta y pide un poco de queso y una manzana. Va demasiado bien vestido para ser un vagabundo. Por favor ¿puede decirnos quién es?»

 

Te puede interesar leer: «Disculpe que no me levante» La leyenda urbana sobre el epitafio de Groucho

 

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Fuentes de consulta: Anecdotage.com / Anecdotas.com.es
Fuente de las imágenes: Wikimedia Commons

Divertidas anécdotas de famosos escritores

Rectificar es de sabios

Bien conocida era la animadversión que sentía Ramón María del Valle-Inclán hacia el polifacético  José de Echegaray, contra el que soltaba, cada vez que podía, más de un improperio en público.

Cierto día, en una de esas acaloradas discusiones que el escritor mantenía  con asiduidad en las tertulias a las que asistía, perdió la paciencia con uno de los contertulios al ver que éste defendía con fervor las obras escritas por el Premio Nobel.

Ni corto ni perezoso, el dramaturgo gallego espetó al hombre un sonado «¡pedazo de bruto!» a lo que el ofendido espetó :

«¡Retire usted esas palabras!»

Valle-Inclán quedó pensativo, se acarició su larga barba y dijo con toda la tranquilidad del mundo:

«De acuerdo, retiro solamente lo de “pedazo”»

 

El médico ni de lejos

Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière sentía autentica aversión hacia los médicos, por lo que trataba de no pisar ni una consulta, pero en cierta ocasión cayó enfermo, teniendo una fiebre muy alta, por lo que su esposa, ni corta ni perezosa, hizo llamar a un galeno para que visitase en casa a su marido.

Cuando el doctor se presentó en el domicilio, Molière llamó a su esposa y le dijo:

«Querida, no dejéis que entre; decidle que estoy enfermo y que ya iré yo a visitarle cuando mejoré»

 

Ganarse la vida como uno puede

En 1906, tras ser elegido Armando Palacio Valdés nuevo miembro de la Real Academia Española, apareció en todos los diarios del país la noticia del nombramiento junto a su retrato.

Sin darle mayor importancia de la que tenía, el académico entró en su cafetería habitual con la intención de tomar su desayuno. El camarero que sirvió su mesa se plantó frente al novelista y le preguntó.

«¿Es usted el que ha salido en los papeles de hoy?»

A lo que el escritor respondió afirmativamente.

«¿Y escribe novelas de esas?»

A lo que volvió a dar como respuesta un sí.

«Bueno, pues no se apure, que cada uno se gana la vida como puede»

 

Contando cornudos

El escritor Narciso Sáenz Diez Serra (más conocido como Narciso Serra) paseaba en cierta ocasión con un amigo cuando le preguntó:

«¿Cuántos cornudos te parece que viven en esta calle sin contarte a ti?»

El acompañante indignado contestó:

«¡Cómo sin contarme a mí! Esto es un insulto…»

A lo que el dramaturgo reformuló la pregunta:

«Bueno, no te enfades. Vamos, contándote a ti, ¿cuántos te parece que hay?»

 

 

 

Fuentes y más anécdotas

Fuentes de las imágenes: Wikimedia Commons 12 / enciclopedia.us.es / insulabaranaria

Cinco divertidas y curiosas anécdotas históricas

Forain y su animadversión al teléfono

El famoso pintor del movimiento impresionista, Jean-Louis Forain se había declarado enemigo acérrimo del teléfono, por lo que, al enterarse de que su buen amigo y colega Edgar Degas se había abonado a ese servicio, decía con desprecio al respecto:

«Figuraos que ahora le llaman con una campanilla y él acude como si fuese un criado»

 

Cansado de su mujer

Al poeta y dramaturgo François Le Métel de Boisrobert le fueron con el chismorreo de que su esposa le era infiel con un amante.

Sin inmutarse soltó:

«La verdad es que me importa un bledo. Al final se cansará de ella como me he cansado yo»

 

Ver sin mirar la hermosura

El obispo de Ginebra y posteriormente canonizado santo, Francisco de Sales se encontraba dialogando larga y distendidamente con una dama de la corte. Tras terminar la conversación y despedirse se encontró con un conocido que le preguntó si la señora con la que había estado hablando era hermosa

«¿Hermosa? -respondió el prelado- No lo sé»

«¿Cómo es posible? ¿No la habéis visto?»

«La he visto, pero no la he mirado»

 

Los consejos prematrimoniales de Croisset

Al enterarse de que un joven amigo suyo iba a contraer matrimonio, el dramaturgo francés Francis de Croisset le dio el siguiente consejo:

«Querido amigo, no sé si tu mujer es hermosa o fea, pero escucha bien. Si es hermosa no se lo digas pues es inútil, ya que lo sabe antes que tú. Dile en cambio: «Cariño, eres muy inteligente» y ella lo creerá porque lo espera. Si por el contrario es una mujer fea, entonces debes decirle frecuentemente: «Oh cielo, qué hermosa eres» y ella pensará: «Me he casado con un hombre con alma de artista»»

 

Aún más feo que él

Tras ser consagrado como obispo, un joven religioso le dio efusivamente las gracias a Philippe Cospéan, el prelado que había oficiado la ceremonia.

«Por Dios -respondió Cospeau- soy yo quien debería dároslas a vos, pues antes de haceros obispo yo era el obispo más feo de toda Francia»

 

 

 

Fuentes y más anécdotas

Fuentes de las imágenes: Wikimedia Commons 123 / wikipoemes / dspace.utlib.ee

Señora de Sinclair Lewis para usted (simpática anécdota de Dorothy Thompson)

En 1930, tras recibir el Premio Nobel de Literatura, Sinclair Lewis comenzó a recibir numerosas cartas de admiradores desde todos los rincones del país. Entre todas le llamó la atención una enviada por una mujer que se ofrecía para ser su secretaria y en la que agregaba el siguiente párrafo:

«Haré todo para usted, y cuando digo todo me refiero a todo»

 

En lugar de ignorar la carta, ésta fue contestada, pero la respuesta no la escribió el propio Lewis, sino su esposa Dorothy, con la que llevaba dos años casado.

 

«Mi querida señorita:

Mi esposo ya tiene un taquígrafo que se encarga de realizar su trabajo. Y, en cuanto a «todo», me ocupo de eso yo misma -y cuando digo todo me refiero a todo.

Dorothy Thompson
(Sra.de Sinclair Lewis para usted.)»

 

Cabe destacar que Dorothy Thompson no sólo fue conocida por ser la esposa de Sinclair Lewis, sino que tuvo una más que brillante carrera profesional como periodista, ganando numerosos premios y siendo nombrada en 1939, por la Revista TIME, “Mujer del año”, de la que la propia publicación dijo que era “la segunda mujer más popular e influyente de los Estados Unidos, tras Eleonor Roosevelt”.

 

 

Fuente de consulta e imágenes: lettersofnote / oztypewriter / TIME

Tres curiosas anécdotas del mundo de los amantes

Tras el éxito de los anteriores posts sobre curiosas anécdotas protagonizadas por diferentes colectivos, hoy os traigo tres relacionadas con ‘el mundo de los amantes’.

Hasta el momento he publicado sobre filósofos, matemáticos, pintores , físicos, monarcas,  políticos 1 y 2, escritores 1 y 2, militares y el mundo de la música.

Espero que sean de vuestro agrado y tenga la misma acogida que los posts anteriores.

 

El Mariscal de Richelieu y las mujeres

La Marquesa de Saint-Pierre estaba en una reunión donde se decía que el Mariscal de Richelieu había tenido muchas mujeres sin jamás haber amado a ninguna:

-¡Sin amar! Eso se dice rápido –respondió ella- Sé de una mujer por la que él volvió de trescientas leguas…

Y narró la historia en tercera persona, y, en el calor de su narración, concluyó:

-La llevó a la cama con una violencia increíble, y allí pasamos tres días.

 

El secreto de la Contessa Lara

La poetisa Evelina Cattermole, conocida bajo el seudónimo de “Contessa Lara”, se encontraba en la intimidad de la cama junto a uno de sus amantes. Éste le pregunto su edad y, ella mirándolo dulcemente, respondió:

-Querido, yo nací con el primer beso que me diste

Y así mantuvo intacto su secreto mejor guardado.

 

 

Antepasados más valientes

Louis Hercule Timoléon de Cossé, duque de Brissac, fue sorprendió por el conde de Charolais cuando estaba con su amante:

-¡Salid!- gritó el conde al duque

-Vuestros antepasados- respondió el Brissac –habrían dicho “¡salgamos!”.

 

 

Fuentes y más anécdotas

Diez curiosas anécdotas del mundo militar

Nueva entrega de la serie de curiosas anécdotas protagonizadas por diferentes colectivos. Hasta el momento publicado sobre filósofos, matemáticos, pintores , físicos, monarcas,  políticos 1 y 2 y escritores 1 y 2.

En la entrada de hoy os traigo anécdotas relacionadas con el mundo militar. Espero que sean de vuestro agrado y tenga la misma acogida que los posts anteriores.

 

El General Patton y las trincheras

El General George S. Patton nunca se dejó estremecerse por los bombardeos. Era un militar firme y odiaba a los soldados cobardes, molestándole de manera exagerada que sus hombres al mando se refugiaran y/o pusieran a cubierto, incluso en un fuerte bombardeo.

Cierto día, durante la Segunda Guerra Mundial, se encontró con el Mayor General Terry Allen que estaba al cargo de un campo de batalla plagado de trincheras.

«Allen ¿usted tiene una trinchera también?» pregunto Patton.

«Sí, señor» respondió Allen, señalando «Justo ahí»

Sin mediar palabra alguna, Patton se acercó a la trinchera, bajó sus pantalones y orinó en ella.

 

El toque de queda del Virrey

El Virrey de Perú Ambrosio O’Higgins, de origen irlandés pero al servicio de la Corona española, dispuso de un toque de queda a partir de las 10 de la noche con tal de erradicar los escándalos nocturnos. Todo aquel que circulase por la calle a partir de esa hora tendría que ser arrestado y llevado al calabozo. Para ello se formó cinco guardias con un Capitán al mando de cada una.

Las órdenes del Virrey eran muy claras:

«Quiero que la justicia sea igual para todos. Ténganlo bien presente. Después de las diez de la noche… ¡A la cárcel todo ser viviente!»

La primera noche quiso comprobar la efectividad del servicio y salió a pasear. Se cruzó con cuatro guardias que tras reconocer al Virrey lo dejaban continuar con su paseo pero al toparse con la quinta fue parado y arrestado.

Al día siguiente se le preguntó al Capitán al mando de la guardia que condujo al Virrey hasta el calabozo del porqué no lo dejó marchar como hicieron sus compañeros y él contestó:

«La ley es la ley y yo cumplía órdenes. El Virrey dijo que a la cárcel todo ser viviente que anduviese por la calle a partir de las diez»

Los cuatro capitanes que por respeto no lo habían arrestado quedaron destituidos. La quinta ronda obtuvo un reconocimiento por su meritoria labor.

 

Puros en buena compañía

El conde Gottlieb Graf Von Haeseler, general del ejército prusiano, era un gran fumador de puros olorosos. En cierta ocasión, se encontraba en la sala de espera del tren fumándose uno de sus cigarros puros cuando entró en la habitación otro pasajero.

Molesto por el fuerte olor del tabaco del conde, sacó uno de sus cigarros y se lo ofreció diciéndole:

«No hay nada mejor que fumarse uno de estos en buena compañía»

Von Haeseler lo cogió, se lo guardó en su pitillera y siguió con su puro.

«¿Por qué no lo enciende?» le preguntó extrañado

«Esperaré, como usted bien dice, a encontrarme en buena compañía»

 

La suegra de Foch

El mariscal francés Ferdinand Foch, Comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la Primera Guerra Mundial, visitaba el Gran Cañón del Colorado junto a un coronel norteamericano que actuaba de guía y acompañante.

Se pararon al borde del abismo y, cuando todos esperaban unas palabras memorables, el mariscal respiró hondo y sentenció:

«¡Ah, espléndido lugar para despeñar a la suegra de uno!»

 

Klemens Von Metternich y las bayonetas

Estaba el estadista austriaco, Klemens Von Metternich, debatiendo sobre estratagemas de guerra con Napoleón Bonaparte cuando éste le gritó:

«¡Con bayonetas puede hacerse de todo!»

A lo que Metternich respondió con frialdad:

«Todo señor, menos sentarse encima»

 

Con la autoridad de George Washington

En plena Guerra de la Independencia, George Washington envió a sus oficiales a requisar los caballos de los terratenientes locales. Llegaron a una vieja mansión y cuando salió su anciana dueña le dijeron:

«Señora, venimos a pedirle sus caballos en nombre del Gobierno»

«¿Con qué autoridad?» replicó la mujer

«Con la del General George Washington, comandante en jefe del ejército americano»

La anciana sonrió y zanjó el tema:

«Váyanse y díganle al general Washington que su madre dice que no puede darle sus caballos»

 

Balas como Moscas

La Guerra de los Siete Años fue una serie de conflictos internacionales desarrollados entre 1756 y 1763, para establecer el control sobre Silesia y por la supremacía colonial en América del Norte e India. Tomaron parte por un lado Prusia, Hannover y Gran Bretaña, junto a sus colonias americanas y su aliado Portugal tiempo más tarde; y por otra parte Sajonia, Austria, Francia, Rusia, Suecia y España, esta última a partir de 1761.

Un día, los austriacos lanzaron un terrible ataque que desbarató por completo las filas lideradas por Federico el Grande.

Las balas silbaban con tanta insistencia en torno al rey de Prusia que uno de sus generales, Serbelloni, intentó calmarlo diciéndole:

«Tranquilo señor, ¡solo son moscas!»

Pero el monarca le matizó:

«Sí, pero éstas son de las que pican»

 

Canas por culpa de un susto

En cierta ocasión estaba el rey Alfonso XII departiendo con un grupo de militares cuando se fijo que entre el grupo había un coronel de aspecto juvenil pero que sin embargo tenía todo su cabello de color blanco.

Este le explicó al monarca que el motivo de su prematuro pelo blanco fue a consecuencia de un susto que se llevó  durante la campaña de Joló en Filipinas, donde fue atacado por un caimán mientras cruzaba un rio y, aunque pudo salir ileso, el shock le provocó que se le tiñese el cabello de ese color.

Años después, durante un desfile militar el rey volvió a encontrarse con el joven militar, que esta vez lucia un frondoso cabello de color caoba, a lo que Alfonso XII le preguntó:

«Coronel… ¿le ha vuelto a morder un caimán?»

 

Reparto de condecoraciones sin ton ni son

Se quejaban algunos militares  a Otto Von Bismark de la ligereza con la que se estaba concediendo la condecoración de la ‘Cruz de Hierro’ a cualquier persona, durante la guerra franco-prusiana de 1870. Entre ellos se encontraba un príncipe germano que era uno de los que más protestaban, a lo que el estadista se le acercó y le dijo:

«Excelencia, tendrán que ser condecorados aunque sólo sea por motivos decorativos o de protocolo. Piense que, después de todo, tanto usted como yo ya la tenemos»

 

Los verdaderos motivos de la guerra

Robert Surcouf, corsario francés al servicio de Napoleón I, se encontraba debatiendo con un oficial británico de la Royal Navy sobre el papel de cada país en un conflicto armado.

En un momento de máxima excitación durante la discusión el inglés espetó:

«En el fondo, lo que nos distingue es que nosotros nos batimos por el honor y vosotros por el dinero…»

«Pues sí. Cada uno lucha por lo que le hace falta» contestó el francés.

 

 
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