Diez curiosas anécdotas del mundo militar

Nueva entrega de la serie de curiosas anécdotas protagonizadas por diferentes colectivos. Hasta el momento publicado sobre filósofos, matemáticos, pintores , físicos, monarcas,  políticos 1 y 2 y escritores 1 y 2.

En la entrada de hoy os traigo anécdotas relacionadas con el mundo militar. Espero que sean de vuestro agrado y tenga la misma acogida que los posts anteriores.

 

El General Patton y las trincheras

El General George S. Patton nunca se dejó estremecerse por los bombardeos. Era un militar firme y odiaba a los soldados cobardes, molestándole de manera exagerada que sus hombres al mando se refugiaran y/o pusieran a cubierto, incluso en un fuerte bombardeo.

Cierto día, durante la Segunda Guerra Mundial, se encontró con el Mayor General Terry Allen que estaba al cargo de un campo de batalla plagado de trincheras.

«Allen ¿usted tiene una trinchera también?» pregunto Patton.

«Sí, señor» respondió Allen, señalando «Justo ahí»

Sin mediar palabra alguna, Patton se acercó a la trinchera, bajó sus pantalones y orinó en ella.

 

El toque de queda del Virrey

El Virrey de Perú Ambrosio O’Higgins, de origen irlandés pero al servicio de la Corona española, dispuso de un toque de queda a partir de las 10 de la noche con tal de erradicar los escándalos nocturnos. Todo aquel que circulase por la calle a partir de esa hora tendría que ser arrestado y llevado al calabozo. Para ello se formó cinco guardias con un Capitán al mando de cada una.

Las órdenes del Virrey eran muy claras:

«Quiero que la justicia sea igual para todos. Ténganlo bien presente. Después de las diez de la noche… ¡A la cárcel todo ser viviente!»

La primera noche quiso comprobar la efectividad del servicio y salió a pasear. Se cruzó con cuatro guardias que tras reconocer al Virrey lo dejaban continuar con su paseo pero al toparse con la quinta fue parado y arrestado.

Al día siguiente se le preguntó al Capitán al mando de la guardia que condujo al Virrey hasta el calabozo del porqué no lo dejó marchar como hicieron sus compañeros y él contestó:

«La ley es la ley y yo cumplía órdenes. El Virrey dijo que a la cárcel todo ser viviente que anduviese por la calle a partir de las diez»

Los cuatro capitanes que por respeto no lo habían arrestado quedaron destituidos. La quinta ronda obtuvo un reconocimiento por su meritoria labor.

 

Puros en buena compañía

El conde Gottlieb Graf Von Haeseler, general del ejército prusiano, era un gran fumador de puros olorosos. En cierta ocasión, se encontraba en la sala de espera del tren fumándose uno de sus cigarros puros cuando entró en la habitación otro pasajero.

Molesto por el fuerte olor del tabaco del conde, sacó uno de sus cigarros y se lo ofreció diciéndole:

«No hay nada mejor que fumarse uno de estos en buena compañía»

Von Haeseler lo cogió, se lo guardó en su pitillera y siguió con su puro.

«¿Por qué no lo enciende?» le preguntó extrañado

«Esperaré, como usted bien dice, a encontrarme en buena compañía»

 

La suegra de Foch

El mariscal francés Ferdinand Foch, Comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la Primera Guerra Mundial, visitaba el Gran Cañón del Colorado junto a un coronel norteamericano que actuaba de guía y acompañante.

Se pararon al borde del abismo y, cuando todos esperaban unas palabras memorables, el mariscal respiró hondo y sentenció:

«¡Ah, espléndido lugar para despeñar a la suegra de uno!»

 

Klemens Von Metternich y las bayonetas

Estaba el estadista austriaco, Klemens Von Metternich, debatiendo sobre estratagemas de guerra con Napoleón Bonaparte cuando éste le gritó:

«¡Con bayonetas puede hacerse de todo!»

A lo que Metternich respondió con frialdad:

«Todo señor, menos sentarse encima»

 

Con la autoridad de George Washington

En plena Guerra de la Independencia, George Washington envió a sus oficiales a requisar los caballos de los terratenientes locales. Llegaron a una vieja mansión y cuando salió su anciana dueña le dijeron:

«Señora, venimos a pedirle sus caballos en nombre del Gobierno»

«¿Con qué autoridad?» replicó la mujer

«Con la del General George Washington, comandante en jefe del ejército americano»

La anciana sonrió y zanjó el tema:

«Váyanse y díganle al general Washington que su madre dice que no puede darle sus caballos»

 

Balas como Moscas

La Guerra de los Siete Años fue una serie de conflictos internacionales desarrollados entre 1756 y 1763, para establecer el control sobre Silesia y por la supremacía colonial en América del Norte e India. Tomaron parte por un lado Prusia, Hannover y Gran Bretaña, junto a sus colonias americanas y su aliado Portugal tiempo más tarde; y por otra parte Sajonia, Austria, Francia, Rusia, Suecia y España, esta última a partir de 1761.

Un día, los austriacos lanzaron un terrible ataque que desbarató por completo las filas lideradas por Federico el Grande.

Las balas silbaban con tanta insistencia en torno al rey de Prusia que uno de sus generales, Serbelloni, intentó calmarlo diciéndole:

«Tranquilo señor, ¡solo son moscas!»

Pero el monarca le matizó:

«Sí, pero éstas son de las que pican»

 

Canas por culpa de un susto

En cierta ocasión estaba el rey Alfonso XII departiendo con un grupo de militares cuando se fijo que entre el grupo había un coronel de aspecto juvenil pero que sin embargo tenía todo su cabello de color blanco.

Este le explicó al monarca que el motivo de su prematuro pelo blanco fue a consecuencia de un susto que se llevó  durante la campaña de Joló en Filipinas, donde fue atacado por un caimán mientras cruzaba un rio y, aunque pudo salir ileso, el shock le provocó que se le tiñese el cabello de ese color.

Años después, durante un desfile militar el rey volvió a encontrarse con el joven militar, que esta vez lucia un frondoso cabello de color caoba, a lo que Alfonso XII le preguntó:

«Coronel… ¿le ha vuelto a morder un caimán?»

 

Reparto de condecoraciones sin ton ni son

Se quejaban algunos militares  a Otto Von Bismark de la ligereza con la que se estaba concediendo la condecoración de la ‘Cruz de Hierro’ a cualquier persona, durante la guerra franco-prusiana de 1870. Entre ellos se encontraba un príncipe germano que era uno de los que más protestaban, a lo que el estadista se le acercó y le dijo:

«Excelencia, tendrán que ser condecorados aunque sólo sea por motivos decorativos o de protocolo. Piense que, después de todo, tanto usted como yo ya la tenemos»

 

Los verdaderos motivos de la guerra

Robert Surcouf, corsario francés al servicio de Napoleón I, se encontraba debatiendo con un oficial británico de la Royal Navy sobre el papel de cada país en un conflicto armado.

En un momento de máxima excitación durante la discusión el inglés espetó:

«En el fondo, lo que nos distingue es que nosotros nos batimos por el honor y vosotros por el dinero…»

«Pues sí. Cada uno lucha por lo que le hace falta» contestó el francés.

 

 
Fuentes y más anécdotas

10 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Estupendo post, hoy me ha hecho recordar mis años mozos cuando hice la mili enMelilla y me felicito el ministro del ejercito por mielegante forma de desfilar ante la mirada llena de enviodia del comandante de la legión que también estaba presente (Por aquello me dieron una semana depermiso que no pude disfrutar en España porque no tenía dinero para hacer el viaje , eran tiempos de crisis ,pero no como la de ahora, peor) Que me van a decir a mi de crisis ni de mili.

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    03 mayo 2012 | 12:45

  2. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Olvidé decir queyo era elcavo gastador de transmisiones ymedia un metro 72 , hoy los gastadores superan por lo menos el metro noventa, y es que cada vez además de sermás bestias, somosmás altos.

    Clica sobre mi nombre

    03 mayo 2012 | 12:48

  3. Dice ser miguelonz

    Fiiiiirmes!!!….. »’viva Honduras!!!…. (lo he echado en falta).
    Saludos.

    03 mayo 2012 | 16:16

  4. Dice ser Ciudadanokane

    Magnificas anedoctas, me ha gustado mucho la ultima jeje. Enhorabuena.

    03 mayo 2012 | 19:17

  5. Dice ser jorge_kai

    El listo que todo lo sabe es un listo que copia sin citar fuentes?
    anda que vaya tela que vergüenza

    04 mayo 2012 | 9:56

  6. @jorge_kai ¿qué parte del «Fuentes y más anécdotas» que hay al pie del post es lo que no has entendido?
    A ver si nos fijamos más y mejor y criticamos menos

    04 mayo 2012 | 9:57

  7. Dice ser Eneagrama Madrid

    Muy buenas, aunque sigo odiando el ejercito y todo lo que representa

    Los animales nos curan el cuerpo y la mente:

    http://www.ivansanz.com/2012/04/27/terapia-con-animales/

    04 mayo 2012 | 10:39

  8. Dice ser Óscar

    «¡Ah, espléndido lugar para despeñar a la suegra de uno!»

    Jajajajaja Dios, casí me caigo de la silla. Fenomenal entrada, no conocía este blog y parece que es uno de los que se salva de la quema de los de 20minutos. Seguiré cuando tenga tiempo con las anteriores entradas.
    Enhorabuena, y de verdad que me ha hecho tener una sonrisa que creo durará todo el día.

    PD:la última también es colosal xD

    04 mayo 2012 | 10:50

  9. Dice ser falvarez

    Alfred, yo creo que los enlaces a fuentes y más anécdotas apenas se ven. Tendrías que mirar la forma de hacerlos un poco más llamativos.

    Un saludo.

    04 mayo 2012 | 11:24

  10. jajajajajajaj creo que por acá en la década de los 70’s hubieron algunas anécdotas parecidas!

    04 mayo 2012 | 19:40

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