Tolkien vive… en la novela histórica: así ha influido e influye el maestro de la fantasía en este género

Fotograma de El señor de los anillos. Los anillos del poder, la serie de Amazon Prime Video.

Faltan pocos meses para que, previsiblemente -porque en los tiempos en los que vivimos nada puede darse por seguro-, estalle una nueva tolkienmania gracias al estreno el 9 de septiembre de la serie El señor de los anillos: Los Anillos de poder, en Amazon Prime Vídeo. De nuevo, uno de los autores más populares escritores del siglo XX volverá a irrumpir en nuestras vidas, para alegría de unos y hastío de otros.

Lo cierto, y ya que estamos en un blog de narrativas históricas, es que la Historia está muy presente en la obra de J. R.R. Tolkien y ha sido estudiada y analizada. Lo fácil y lo más reconocido por su autor es el estudio de las distintas lenguas y mitologías nórdicas y centreoeuropeas, pero el rastro histórico es identificable en la obra de este erudito con un enciclopédico conocimiento de la Edad Media europea. ¿No son, acaso, los rohirrim vikingos con caballos? El catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba Enrique Soria Mesa analizaba en un artículo en Historia Hoy (nº6) las realidades monárquicas de la Tierra Media y encontraba similitudes tan sugerentes como el nada casual parecido de los mayordomos de palacio de la Francia del siglo VII con los senescales de Gondor. Y aunque se identifica, una y otra vez, Minas Tirith y su asedio con la Constantinopla del siglo XV, el historiador británico Tom Holland, en su brillante Dominio, aseguraba que esa batalla, la de los campos de Pelennor, era un «reflejo palpable» del ataque de los húngaros a Augsburgo en 955 y la carga de caballería que lideró Otón en la batalla del Lech para liberarla.

Podríamos seguir horas. La influencia del pasado -y ya no hablamos de las experiencias del autor en la Primera Guerra Mundial o su mirada al mundo de la Segunda- está evidentemente en la obra fantástica de Tolkien. Pero giremos el prisma. Como uno, si no el más, popular autor del siglo XX, ¿acaso no habrá influido en los autores de novela histórica actual?

En este blog, un autor de éxito internacional como Steven Saylor ya nos confirmó sus influencias cuando me respondía, a una pregunta similar a la que rige este artículo, que «ninguna novela fue tan importante en mi juventud como El Señor de los Anillos. La adoro y la hazaña de Tolkien es tan grande que ha provocado que nunca haya pensado en escribir yo mismo fantasía: ¡Tolkien ya lo ha hecho! Pero cuando me pongo a escribir novela histórica, busco hacer el mismo trabajo de “creación de universo” que Tolkien hizo, construyendo grandes historias con un enorme background… Con la diferencia de que mi contexto es el mundo histórico de la Antigua Roma, con sus mitos y leyendas».

Fotrograma de la serie El señor de los Anillos. Los anillos de poder

Pregunto a un grupo de grandes autores de nuestro género histórico nacional, que no solo trabajan desde distintas ópticas la novela. Me responden Sebastián Roa, autor de la trilogía almohade y Némesis entre otros; Olalla García, novelista, traductora e historiadora, autora de Pueblo sin rey y El taller de libros prohibidos; David B. Gil, uno de los autores revelación de los últimos años con sus novelas de ambientación japonesa El guerrero a las sombra del cerezo y Ocho millones de dioses y del que esperamos con ansia su próxima novela Forjada en la tormenta, que saldrá este mayo; Ana B. Nieto, autora entre otras novelas de la trilogía iniciada con La huella blanca sobre la Irlanda celta y El club de las cincuenta palabras; y Blas Malo, autor de un buen puñado de buenas novelas históricas, entre ellas su última, Lope de Vega, el desdén y la furia.

¿Crees que la obra de J.R.R. Tolkien ha influido a la novela histórica contemporánea?

Tolkien actualizó la épica clásica, no hay ningún puente mejor que él con el mundo puramente antiguo, aunque se trate de género fantástico

SEBASTIÁN ROA: Creo que no lo suficiente, y seguramente por prejuicios de género. Hay novelistas históricos que —como sus lectores— reniegan de la fantasía en particular y, en general, no se les ve cómodos navegando en la ficción. Prefieren las seguras aguas de los hechos documentados, los datos historiográficos, la creatividad lastrada y una renovada obsesión por desmitificar. Muchos de ellos ignoran o desprecian lo que, más allá de elfos y orcos, puede ofrecer Tolkien. Aparte de esos, quiero creer que otros novelistas históricos sí han aceptado sus enseñanzas, siquiera inconscientemente.

OLALLA GARCÍA: Eso depende, en primer lugar, de los que consideremos “novela histórica”. Umberto Eco, por ejemplo, en sus Apostillas a El nombre de la Rosa establece tres tipos de novela histórica. Uno de ellos, que él denomina romance, usaría “el pasado como escenografía” modificable para construir hechos fabulosos. Los propios relatos de Tolkien, basados en un universo medieval idealizado y trasmutado, serían un tipo especial de novela histórica, como también la saga de Canción de hielo y fuego, al tener una ambientación general inspirada en una época histórica concreta. Hay quien defiende esta teoría; aunque para mí, esas obras se inscriben dentro de la fantasía épica.

Pero si hablamos de “novela histórica” en un sentido más estricto, es cierto que la fantasía épica y la novela histórica épica (sobre todo la que se inspira en de la edad antigua o medieval) pueden llegar a ser primas hermanas. Y es aquí donde la influencia de Tolkien resulta más fácil de rastrear.

BLAS MALO:  Seguro. Su influencia en mi obra es importante, por empezar por algún lado. Se pueden hallar bastantes guiños de mis personajes a los libros de Tolkien. Muchos autores han afirmado la influencia de Tolkien en su vida y en sus escritos: Santiago Posteguillo, Sebastián Roa, Teo Palacios, Javier Pellicer, Steven Saylor, Javier Negrete, Juan Luis Gomar Hoyos, así de pronto te comento esos, pero la lista sigue y sigue. Quizás por ser lectura de juventud, que es una etapa en la que lo que lees, si es bueno (o si es malo), marca para siempre.

ANA B. NIETO: Sí, algunos de los escritores actuales de histórica hemos crecido con su obra y la releemos a menudo. Tolkien actualizó la épica clásica, no hay ningún puente mejor que él con el mundo puramente antiguo, aunque se trate de género fantástico. Hay varios tipos de fantástico y el de Tolkien está enraizado en las grandes sagas heróicas pre-cristianas. Tolkien creó su propio universo y en histórica lo que se hace es recreación, por lo que lleva mucho worldb-uilding también, un esfuerzo de imaginación importante.

DAVID B. GIL: Me atrevería a decir que Tolkien es uno de esos autores cuyo impacto es fácil de rastrear en las décadas posteriores, sobre todo entre aquellos lectores que posteriormente nos dedicamos a escribir historias de aventuras. Su obra no solo inauguró, prácticamente por sí sola, el género de la alta fantasía, sino que recuperó el esquema clásico del viaje épico como motor narrativo y lo puso de moda en otros géneros, como la novela histórica o la ciencia ficción (a través de la space opera).

Si consideramos la ficción histórica como un espectro amplio de relatos, y en un extremo colocamos la novelización pura de hechos históricos y, en el otro, la narración de hechos inventados en un ambiente histórico, nos encontramos que las novelas que se mueven en este extremo más “ficcional” del espectro lindan muchas veces con el género de fantasía y comparten tropos: la ambientación feudal, la aventura, las grandes batallas, la exaltación del héroe, las conspiraciones y luchas de poder. De hecho, grandes sagas de fantasía como Juego de tronos están a un paso de ser una libre adaptación de hechos históricos con dragones, mientras que muchos acontecimientos y personajes históricos han llegado a nosotros tan mitificados (desde la casta samurái hasta los espartanos, desde Leónidas a Miyamoto Musashi), que no podemos negar que hay algo de fantástico en ellos. Y, sin duda, la obra de Tolkien (que tiene mucha carga de documentación histórica detrás) contribuyó a reforzar este trasvase. Creo, incluso, que muchos autores de novela histórica podrían escribir perfectamente fantasía. Algunos, como Javier Negrete, lo han hecho.

Fotograma de El señor de los Anillos. Los anillos de poder.

¿En qué aspectos? ¿Hay algún ejemplo que te parezca muy claro?

ROA: El toque épico tal vez. Y creo que el propio viaje de Frodo, tanto como estructura dramática como por su carga emocional, puede haber influido en más de un autor a la hora de diseñar sus tramas. Pero no sé decirte si narradores como David B. Gil o Javier Negrete sacan su épica de Tolkien o solo beben de la misma fuente universal. Al fin y al cabo, él no hacía más que sub-crear bajo la misma luz refractada que nos ilumina a los demás.

GARCÍA: Ninguno demasiado evidente, al menos en la literatura histórica que yo he leído. Si el ejemplo fuera muy claro, eso supondría una imitación consciente. Lo que sí pueden detectarse son influencias, no tanto en aspectos concretos como en la forma general de abordar la narrativa. Por ejemplo, Santiago Posteguillo es un autor que conoce muy bien a los clásicos en lengua inglesa. En su obra hay reminiscencias de Graves, de Tolkien, de Shakespeare. O, al menos, a mí me lo parece.

MALO: Para mí un ejemplo clarísimo (y muy bueno) es la novela de Steven Saylor titulada Las siete maravillas. Siglo primero antes de Cristo, república de Roma. En ella un joven Gordiano se embarca en una viaje acompañado de un viejo mentor, Antípatro de Sidón, viejo, sabio y cascarrabias, con cualidades ocultas, en un viaje de búsqueda y también de desarrollo personal, de descubrimiento de nuevas tierras, personajes y culturas. El mentor guía al joven en la búsqueda que ha de transformarlo. En Alejandría el faro es una alegoría de la Torre Oscura de Barad-Dur, que trae muerte. Os recomiendo la novela.
El descubrimiento del mundo exterior y lejano, los viajes, la aventura y la evolución interior del protagonista al enfrentarse al mundo y a los conflictos están ahí en la obra de Tolkien y muchos lectores emocionados de jóvenes que ahora escribimos, intentamos revivir aquellas emociones en nuestra madurez.

NIETO: Creo que el aliento épico, la distribución de roles entre personajes (diversidad y cada uno aporta su talento), planteamiento de batallas o sitios y tratamiento de los mitos dentro de las tramas. También la idea del héroe pequeño que se enfrenta a los grandes males del mundo, ese hilo conductor de superación es muy contemporáneo.

Y en tu propia creación, ¿te ha influido? ¿En qué aspectos?

Su forma de concebir la realidad ha sido fundamental para mí, sobre todo a la hora de renegar de los pesadísimos cánones de la novela histórica, centrar mi objetivo en la verdad literaria

ROA: Sin duda. Empezando por sus discursos y ensayos. On fairy stories, sobre todo. Su forma de concebir la realidad ha sido fundamental para mí, sobre todo a la hora de renegar de los pesadísimos cánones de la novela histórica, centrar mi objetivo en la verdad literaria y no apartar la vista del mito. De sus novelas, entre otras muchas cosas, aprovecho ese sentido heroico de la vida y de la muerte.

GARCÍA: No sabría señalar un aspecto concreto. Nunca me inspirado directamente en Tolkien para escribir mis novelas, pero estoy segura de que me ha influido. ¿Cómo no iba a hacerlo? He leído y releído sus libros muchas veces. Así que, si alguien detecta algún rasgo tolkieniano más o menos difuminado en alguno de mis libros, probablemente tenga razón.

MALO: Intento desarrollar una faceta importante en la obra tolkieniana, según lo veo yo: cultivar el asombro. Para mí novelar en el pasado es viajar hacia la sorpresa. Conocer hechos asombrosos del pasado, como el misterioso fuego griego bizantino. Visitar las grandes ciudades de la antigüedad, como Constantinopla y Alejandría; o algunas que aún permanecen, como Venecia. Encontrarte como lector inmerso en grandes batallas y sentirse como un hobbit que duda entre hechos que no entiendes del todo pero que los protagonistas sufren, arrastrados por las circunstancias. Encontrar reyes frente a magos, que en mi caso son eruditos o gente de conocimiento. Verán a Gandalf transformado en mis libros: por ejemplo, Calínico es Sarumán, y  Timeo es Gandalf en El Mármara en llamas. «¡Corred, insensatos!» dice un personaje de mi última novela cuando los enemigos innumerables ya se ciernen sobre él. «Enrique el usurpador, Enrique el débil y el bastardo, Enrique el asesino» dice otro personaje en otra novela antes de irritarse como si fuera Saruman. Maese Zag, Tiresias… son otros rostros de Gandalf, así como el dogo veneciano Lodovico Manin tiene rasgos del senescal Denethor. Detalles y más detalles, para el que sabe verlos. Los guiños a Tolkien son una marca mía en todas mis novelas.

B. GIL:  A menudo es difícil ser consciente de las propias influencias. De Tolkien siempre me maravilló su capacidad para raptar al lector de su realidad inmediata y transportarlo por completo al mundo que él había ideado. La Tierra Media fue para muchos de nosotros puro escapismo, un mundo que existía más allá del relato, que estaba vivo en nuestra imaginación. Busco de forma muy consciente provocar esa sensación de evasión en mis lectores; no quiero contarles una historia, quiero que vivan dentro de ella.

Y a un nivel más estructural, dos de mis tres novelas son viajes iniciáticos, aventuras de las que los protagonistas vuelven profundamente transformados (aunque a veces esa transformación se produzca más por la aceptación de la propia naturaleza que por un elemento externo). Es evidente que esta estructura, este “viaje del héroe” tan antiguo como la propia narrativa, caló profundamente en mí a través de El señor de los anillos.

B. NIETO: En mi caso la influencia es absoluta. Creo que en Tolkien hay un idealismo subyacente, las ganas de un mundo mejor, que le hacen universal. Está también la incorporación de lo trascendente como parte integrante del mundo. También el áura romántica, ese aire crepuscular, un mundo que llega, uno que se retira definitivamente. La incorporación de la tragedia, como en la historia de Húrin, la composición sinfónica del Silmarillion, la poesía en los detalles, el amor al paisaje… Definitivamente, conecto mucho con su sensibilidad. Tolkien tiene una escritura que tiene mucho que ver con el romanticismo literario y de la literatura decimonónica y yo ahí me siento muy a gusto.

¿Crees que hay algún elemento de Tolkien que no ha sido demasiado utilizado pero que podría resultar útil al género histórico?

La utilización de elementos folclóricos, fábulas, canciones, mitología… Y no solo como motivo de ambientación, sino como parte de las creencias personales de los personajes, y, en consecuencia, de su modo de actuar.

ROA: Por desgracia, las enseñanzas de Tolkien no han sido aprovechadas en general. Así tenemos el género, siempre lastrado por las exigencias de rigor y la ausencia de elementos esenciales, factores que lo alejan de la excelencia artística; carente de fuerza dramática en muchas ocasiones, incapaz de cumplir con el objetivo al que debe aspirar toda literatura. De Tolkien hay que aprovechar su forma de implementar la ficción en nuestro mundo sensible como vía para llegar a la verdad. Novelar lo que nos contó un cronista hace quinientos años conlleva un esfuerzo loable, pero no es un trabajo muy creativo ni puede aspirar a dejar mucho poso literario.

MALO: Sí, para mí hay uno muy evidente. La narración de historias ambientadas en el imperio bizantino. Para mí, Constantinopla es Minas Tirith, separada de las tierras del Este por una franja de agua (el estrecho del Bósforo hace de río Anduin) y capital y defensa de la civilización. Bizancio resiste mil años más cuando Roma cae (Gondor frente Arnor). Al otro lado, están los bárbaros (el empuje del islam en sus primeros siglos; luego los otomanos), el aviso de invasión mediante almenaras en las picos más altos (como las que comunicaban Asia Menor, desde las Puertas del Tauros hasta la misma Constantinopla); un imperio que agoniza y la búsqueda de ayuda en el Oeste (la Cuarta Cruzada, solo que aquí en nuestra realidad histórica fue funesta para Bizancio). El gigante Bardas, héroe bizantino a caballo, es Éomer. Para mí la Tierra Media no es tal sin Bizancio. Esta civilización merece más novelas.

GARCÍA: Tolkien tardó décadas en dar forma al mundo de su narrativa. Desde la lingüística, que fue su germen, siguiendo con la mitología, la historia, la geografía, las distintas sociedades, los personajes y sus relaciones… La saga de El Señor de Los Anillos le llevó 16 años. Con semejante nivel de trabajo y detalle, tenemos muchos elementos útiles entre los que escoger. Por ejemplo, la utilización de elementos folclóricos, fábulas, canciones, mitología… Y no solo como motivo de ambientación, sino como parte de las creencias personales de los personajes, y, en consecuencia, de su modo de actuar.

B.GIL: Creo que los recursos narrativos y ficcionales de Tolkien han sido bastante bien adaptados a otros géneros. Y los que no se han aprovechado es porque no son transplantables a la ficción histórica, como la creación de un universo narrativo propio (lo que los anglosajones llaman worldbuilding), que los autores de histórica debemos sustituir por el trabajo de documentación y recreación de la época. Hay, en todo caso, elementos característicos de la obra de Tolkien (y de casi todo el género fantástico), como es la nítida separación entre el bien y el mal, que encuentro con disgusto en algunas novelas de ficción histórica. Ese maniqueísmo tiene cabida en un mundo ficticio donde puede servir como metáfora o como representación de los grandes ideales de la humanidad, pero es algo que debería rehuir el escritor de novela histórica. Raras veces las fuerzas en conflicto en la realidad son “buenas” o “malas”.

B. NIETO: Creo que de Tolkien lo hemos utilizado ya casi todo. Los elementos menos utilizados, que son las canciones, el simbolismo de personajes como Tom Bombadil, los pasajes trágicos en exceso o las colecciones de cuentos para construir sus mitos, los poemas… estarían fuera de lo que demanda el lector mayoritario de histórica. Son más bien para los que amamos su universo, pero la prueba es que el Silmarillion no es para todos los públicos. Nos movemos actualmente en formatos muy ágiles, el lector cada vez demanda más acción y diálogo, menos descripciones, más narrativa en presente. Una vez me dijeron que leer mis novelas era como sumergirse en un sueño. Yo tengo la misma sensación con Tolkien. Está cada vez más fuera del mundo contemporáneo.

Fotograma de El señor de los anillos. Los anillos de poder.

¿Hacemos una lista de elementos tolkenianos interesantes para el género histórico? Personalmente identifico claramente los siguientes: manejo de la aventura y la épica; construcción de universo; mezcla de elementos históricos y lingüísticos reales para crear ficción; utilización de lenguas diversas en la narración (las suyas son inventadas, pero pueden resultar equivalentes para incluir latín u otras lenguas)…

El concepto de “novela río”, o de narración en paralelo de grandes tramas que acaban confluyendo, es una estructura que aporta gran complejidad al relato y que Tolkien usó de manera magistral

ROA: Añadiría el uso de la fantasía como vía para el conocimiento verdadero y, redundando en tu primer elemento, la capacidad de Tolkien como actualizador de la epopeya y creador de mitos.

MALO: Alguno más: la presencia de eruditos y sabios como contrapunto a reyes guerreros y belicosos; el camino del héroe; la formación de una compañía heterogénea para luchar contra un enemigo común; el respeto hacia los grandes bosques como custodios de secretos; la importancia del linaje no interrumpido; la mujer frustrada y atrapada en un mundo de hombres; la herencia de una espada sagrada, o de un elemento valioso; el símbolo del anillo como eterno retorno y como cadena que ata.

GARCÍA: Yo añadiría a todo eso el folklore y la mitología, con su componente religioso, como ya he mencionado. Y la metaliteratura, con su inclusión de fuentes histórica y/o literarias dentro del propio relato.

B. GIL: El concepto de “novela río”, o de narración en paralelo de grandes tramas que acaban confluyendo, es una estructura que aporta gran complejidad al relato y que Tolkien usó de manera magistral. Hasta el punto de que, me atrevería a decir, lo convirtió en un estándar de la narrativa épica moderna, y que nos encontramos ahora replicado en multitud de novelas históricas actuales.

B. NIETO: Creo que Tolkien hizo aportes muy importantes a la construcción de personajes en cuanto a lo que ahora llamamos diversidad. Hay un mensaje de tolerancia muy evidente entre distintos. Como te decía lo importante no es cada uno, sino la Comunidad (del Anilo) en su conjunto, la suma de talentos. El uso del paisaje para expresar los estados de ánimo (muy propio del romanticismo), las historias de amor casi imposibles, como máxima redención (Aragorn y Arwen o Beren y Lúthien), el mensaje ecologista (de los ents)… Tolkien es plenamente presente porque ya sintió, sufrió y expresó los que son nuestros mayores desafíos y preocupaciones.

Y vosotros, ¿qué opináis este asunto? Por mi parte, me parece apasionante y solo puedo agradecer a estos autores haber accedido a participar y a compartir sus impresiones.

Puedes seguirme en FacebookTwitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

Los comentarios están cerrados.