Álvaro Arbina reconstruye el crimen de los Sagardia: «La pelea con la verdad es eterna y no terminará nunca»

Álvaro Arbina (Cedida)

El novelista Álvaro Arbina encontró la historia del crimen de los Sagardia, de 1936, cuando colaboraba en un programa radiofónico y aquella historia le atrapó. El resultado de aquella fascinación originó su última novela Los años del silencio (HarperCollins Ibérica, 2023) un estremecedor relato que trata de reconstruir aquella matanza silenciada durante décadas contra una madre embarazada y sus seis hijos menores. El escritor vitoriano lo dice claramente: «Lo que cuento en la novela es lo que creo que pasó». La ficción ya se ha colado en las listas de más vendidos.

Todas las prudencias son pocas, cuando habla de una historia de la que, tantas décadas después, sigue ocultando casi toda la verdad sobre lo que pasó…

¿Cómo llegó Álvaro Arbina al caso de los Sagardia y por qué decidió convertirlo en una novela?

Para hablar del origen de Los años del silencio, hay que remontarse a mi anterior novela, que se publicó pocos días antes de la pandemia. Después de tanto trabajo, la experiencia me dejó un tanto vacío. Durante un tiempo, estuve al margen del mundo de los libros. Por entonces yo colabora con Radio Euskadi, hablando sobre historias interesante de nuestro pasado. Y así llegue a esta historia… Al principio no tenía muy claro si realmente me veía con fuerzas para trabajar una novela. Pero luego empecé a sumergirme en esta historia, empecé a trabajarla. Lo que sucedió con esta familia… Una mujer, embarazada, seis niños menores… Era demasiado, había pasado en realidad, me parecía algo inimaginable. Me di cuenta de que me encontraba ante una de esas realidades que superan la ficción. Nadie había escrito una historia sobre esto. Yo creía que tal vez podía hacerlo. En ese momento pensé: ¿si no lo hago yo, habrá alguien que lo haga? Y fue entonces cuando empecé a escribir.

Tras investigar sobre aquellos hechos, ¿tiene una teoría sobre lo que pasó o su teoría es lo narrado en la novela?

Lo que cuento en la novela es lo que creo que pasó. Pero hay que ser honesto con esta historia. Yo no he escrito un libro de historia, he escrito una novela. Para escribirla he bebido principalmente del sumario Causa 167, que contiene las declaraciones de los vecinos acusados, de los trabajos de Joxe Mari Esparza y Fernando Mikelarena, y de los testimonios que han sobrevivido hasta nuestros días. Este material es lo más próximo que tenemos a la verdad. Pero hay grandes lagunas en esta historia, grandes huecos con muchas piezas que tal vez no aparezcan jamás. La tarea del novelista consiste en cubrir estos vacíos, rellenarlos con la intuición y las herramientas de la literatura. Hay que ser honesto con esta tarea, la verdad pura se ha perdido para siempre.

En la novela lanza las principales hipótesis del por qué de aquella masacre (lo ideológico, lo religioso, lo vecinal…), ¿fue uno de esos crímenes que solo se pueden dar en pueblos pequeños, aquello de «pueblo pequeño, infierno grande»?

En el origen de sucesos tan estremecedores como este, si uno intenta sintetizar y llegar al centro de todo, a la causa real de un crimen, casi siempre acabará llegando a lo mismo. Matar por ideología puede ser un móvil, pero en muchas ocasiones en el fondo hierven otras razones, mucho más viscerales y primitivas. Una pequeña ofensa del pasado, inofensiva e inocente en un principio, puede llegar a convertirse en un monstruo. Todos llevamos una bestia primaria dentro, que mantenemos a raya gracias al civismo y la cultura. Una historia así podría haber sucedido en cualquier lugar, puede estar sucediendo hoy en día. Pero sí, es más fácil que surja en un lugar aislado, donde no haya educación, ni acceso a otras formas de entender el mundo. Un lugar pequeño donde la gente se conozca.

Ascenso a la cima de Gaztelu (ÁLVARO ARBINA)

A pesar de haber cambiado nombres… ¿es complicado escribir sobre una historia real así? ¿Ha recibido críticas o quejas sobre eso?

La libertad que uno tiene se ve reducida cuando escribe sobre un caso real. Pero también se compensa con la sensación de estar escribiendo sobre algo mucho más tangible. Desde luego, hablar sobre nuestra Historia, especialmente la relativamente reciente, es hurgar en las heridas de algunos. Siento si mi labor reviviendo el pasado causa dolor a alguien. Pero la literatura al fin y al cabo es eso. La literatura, el arte en general, habla de las cosas dolorosas, las cosas que suceden y no se cuentan, esas verdades afiladas que se van con las generaciones que mueren, esos secretos que nos hablan de nosotros mismos, esos errores de los que tal vez, algo podamos aprender. Desde el principio tuve claro que debía adquirir distancia. Había muchas lagunas en esta historia que debía reconstruir. Y el lector debía tener conocimiento de las costuras de esta reconstrucción, debía saber qué era verdad y qué ficción. El respeto y la delicadeza hacia esta historia ha sido algo fundamental para mí.

Algo que sorprende es que si el crimen fue vox pópuli, cómo una comunidad pudo callar tanto tiempo, ¿cómo pudo pasar?

Era uno de los temas que más me interesaba. El silencio. La razón por la que todos deciden callar. Nadie está libre de eso. Todos somos susceptibles de callar en una circunstancia así. Escribir o leer historias como esta requiere la responsabilidad de no juzgar. No podemos caer en el presentismo. No puedes decir: yo no haría eso, cuando ni viviste aquel momento, ni eres la misma persona en la que intentas situarte. Tal vez tú tengas estudios, y perspectiva histórica, tal vez tú hayas viajado. Todo eso imposibilita muchísimo ponerte en la piel de alguien que no tiene eso. Aquí también trabajé el miedo a hablar, y ese contagio social que a veces estremece. Imagino que es difícil saber si algo está mal cuando todos lo hacen.

También hay otro asunto latente en esa historia y es la de los niños, como víctimas de los odios de sus mayores…

Es uno de los aspectos que más me ha costado trabajar en esta historia. Generalmente, cuando escribo, el esfuerzo intelectual genera en mí una coraza frente a una excesiva implicación emocional. Es algo instintivo que me permite escribir sobre cosas de las que es difícil hablar. Es decir, es algo que me permite hacer literatura. Pero a veces esa abstracción es insuficiente, y eso me ha pasado con esta historia. Hablar de algo tan triste, y que sin embargo se transmita belleza, luminosidad. En Los años del silencio esa luz la dan los niños, pero las sombras de los mayores se derraman sobre ellos. ¿Cómo es este proceso? ¿Hasta qué punto influyen los adultos en los pequeños?

Vista del pueblo de Gaztelu (ÁLVARO ARBINA)

¿Qué ocurriera de manera paralela al inicio de la Guerra Civil hizo que fuera imposible de esclarecer? ¿Si hubiera ocurrido en otro momento de la historia, habría sido distinto?

En un principio diría que fue un crimen relacionado con la guerra, pero no un crimen de guerra. Se produjo en periodo de guerra y no creo que se hubiera llegado a producir en un momento de paz. Es un tema que genera confusión, contradictorio, pero que aquí me interesa como material literario. No fue un ajusticiamiento ideológico, o al menos eso parece ser. ¿Pero cuantas represiones de aquel verano del 36 lo fueron en realidad? En la superficie tal vez, ¿pero en el fondo? Las personas se gustan y no se gustan, y a veces no saben explicar por qué. Y esto en principio no tiene importancia, pero cuando la civilización se rompe y llega alguien que te pide que señales, tú coges y sin verlo venir, alzas la mano y señalas a esa persona que no te gusta.

A pesar de haberse descubierto los restos en la sima, ¿cree posible que algún día se podrá esclarecer aquel caso?

No creo que se sepa mucho más de lo que se sabe ya. La generación que vivió aquello se está yendo lentamente con sus historias. Esas historias, las que no se cuentan, las que nos llevamos a la tumba, son las verdades en bruto, las dolorosas, las que de verdad cuentan cosas interesantes sobre nosotros. Por eso, en parte, me animé a escribir esta historia. Porque es una verdad dolorosa, afilada, que merece ser contada.

Y sin la verdad, ¿puede haber justicia?

¿Qué es la verdad? ¿Lo que sucede? ¿O lo que se cuenta que sucedió? Lo primero existe y desaparece al instante. Lo segundo es un caos sometido al tiempo y a la complejidad indescifrable de las personas. La pelea con la verdad es eterna y no terminará nunca.

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1 comentario

  1. Me ha resultado muy itneresante el artículo sobre todo porque todo puede cambiar rapidamente

    16 abril 2023 | 17:27

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