Olalla García: «Los comuneros comprendieron que estaban en un momento histórico excepcional, que sus decisiones tendrían impacto en el futuro»

Este viernes se cumplen 500 años de la batalla de Villalar, batalla capital entre fuerzas realistas y las de la Santa Junta que cortó la esperanza del movimiento comunero contra el rey Carlos. La historiadora y novelista Olalla García ha tratado de condensar aquella revuelta en una novela Pueblo sin rey (Ediciones B, 2020) y la convierte en una gran novela coral, donde no hay buenos y malos, y donde a través de dos familias, da voz «a los que defienden los ideales comuneros, a los que los traicionan, a los realistas del bando contrario…»  Una novela, por cierto, que he incluido entre mis recomendaciones para este Día del Libro.

Y hoy es un día propicio para hablar con esta autora y adentrarnos con ella en aquel hecho tan olvidado y en la visión que de él da: «Se trata de un hecho histórico de gran magnitud, pero parece que el hecho de acabar en derrota le restase importancia y que eso lo haya llevado al olvido. Estamos en un mundo que juzga los sucesos por lo que logran, no por lo que representan. A veces, eso es un gran error».

Una novela titulada Pueblo sin rey, en estos tiempos, puede parecer que plantea un juego con el lector actual…

Sí, me lo dicen mucho, y siempre respondo que es pura casualidad. Es un título que me encanta, y que estaba decidido desde mucho antes de que pudiera hacerse esa segunda lectura a tenor de la situación presente. Lo curioso es que, normalmente, yo pongo los títulos cuando la novela ya está muy avanzada, o incluso terminada. En este caso, sucedió justo al revés, que el título vino primero. Creo que es la única vez que me ha ocurrido eso.

Novelar la revuelta comunera en este quinto centenario, ¿era de justicia? ¿No sufre este hecho de un injustificado olvido?

Sí, creo que es de justicia. Se trata de un hecho histórico de gran magnitud, pero parece que el hecho de acabar en derrota le restase importancia y que eso lo haya llevado al olvido. Estamos en un mundo que juzga los sucesos por lo que logran, no por lo que representan. A veces, eso es un gran error.

¿Por qué realizar esta aproximación tan coral? ¿La propia naturaleza del hecho histórico lo condicionaba?

Desde luego. Tengamos en cuenta que, entre otras cosas, las ciudades reclamaban una mayor autonomía frente a la monarquía. Esto hizo que cada una se organizase a su manera, que hubiese muchas variaciones del movimiento a nivel local. Quería reflejar no solo esto, sino también la importancia de que, pese a sus diferencias, las ciudades castellanas estuviesen hermanadas, que luchasen juntas por una causa común. En el momento en que esto empezó a resquebrajarse, fue el principio del fin.

Batalla de Villalar, de Manuel Picolo López

También hay muchas localizaciones, pero su Alcalá de Henares está muy presente…

Sí, y por una buena razón. La mayoría de los manuales de Historia se centran en Castilla la Vieja, donde se instaló la Junta comunera y tuvieron lugar muchos de los enfrentamientos militares más determinantes. Suele olvidarse que el movimiento se inició y concluyó definitivamente en la Castilla del sur, que pivotaba alrededor del antiguo Reino de Toledo. Por eso, sin olvidar los episodios más conocidos, que también se reflejan, buena parte de las acciones de los protagonistas se desarrollan entre los principales escenarios de esta zona: Guadalajara, Alcalá de Henares, Madrid y, por supuesto, el Toledo de Juan de Padilla y María Pacheco.

Está siempre María Pacheco, pero en su novela hay muchos más personajes femeninos, ¿tuvieron las mujeres verdadero protagonismo en el movimiento?

Hay que tener en cuenta que el movimiento comunero tiene dos facetas primordiales. Por un lado, la política, con la creación de una Junta que sustituyese a las antiguas Cortes medievales, la redacción de una Ley Perpetua, la institución de asambleas a nivel local, con mayor participación popular, frente al antiguo sistema del regimiento… Por otro lado, tenemos las conquistas y enfrentamientos militares. Son dos mundos (el de la política y el de lo militar) en que no había espacio para las mujeres. Normal, por tanto, que ellas no aparezcan en las fuentes de la época.

Está, sin embargo, la excepción que confirma la regla: María Pacheco, que lideró la resistencia de Toledo cuando el resto de Castilla se había rendido, y siguió combatiendo varios meses después de Villalar. Es la única mujer que aparece en la lista de los 293 exceptuados a los que Carlos I se negó perdonar cuando regresó a España. Se trata de un personaje histórico excepcional. Acabo de escribir una biografía sobre ella que verá la luz en breve, y que me ha permitido llegar a conocerla mucho más en profundidad, cosa que agradezco.

Cuando se relata una revuelta contra el poder establecido, resulta fácil dejarse llevar por las simpatías, ¿le ha ocurrido?, ¿cuáles fueron las sombras de la revuelta comunera?

En mi caso, no niego que siempre he sentido simpatía por los comuneros. Me gustan sus reivindicaciones, el espíritu de su lucha. Pero la mía no es una historia de buenos y malos. Todos los personajes son humanos, tienen sus virtudes y sus defectos. En la novela doy la palabra a los que defienden los ideales comuneros, a los que los traicionan, a los realistas del bando contrario… Todos tienen sus razones para actuar como lo hicieron. Las dos facciones tenían sus divisiones internas, y no es casualidad que, a lo largo del conflicto, los triunfos fueran correspondiendo al bando que en ese momento estaba más unido, al que presentaba un frente común. Dicho esto, no debemos olvidar que hablamos de una guerra. En todas las guerras hay actos de barbarie y muchas más sombras que luces, por mucho que se luche por una causa justa.

Quinto centenario y, salvo la suya y la próxima en salir de Lorenzo Silva, no cuento más novelas sobre este hecho… ¿la novela histórica sigue siendo conservadora hasta para la elección de los temas?

Hay muchos temas de los que hablar y, por suerte, tenemos libertad para elegirlos, sin ceñirnos a conmemoraciones. De hecho, cuando planeé esta novela no había caído en la cuenta de que el centenario estaba tan cerca. Decidí escribirla porque me gustaba el tema y pensaba que estaba más olvidado de lo que merecía. Pero me alegro de que haya coincidido con el centenario, porque así los comuneros están teniendo más visibilidad, y la merecen.

A pesar de esa vitola que le mencionaba, ¿la novela histórica española no está en un momento de maravilloso pluralismo? Parece que junto a novelas sobre gestas y glorias, también hay cada vez más novelas sobre el esclavismo en España, por ejemplo.

Sí, es cierto. Estamos en momento en que se aborda la ficción histórica desde nuevas perspectivas. Eso es estupendo. El pasado es riquísimo, multifacético, va mucho más allá de los choques bélicos y la épica. Podemos encontrar conflictos en el día a día, en las vivencias de personajes anónimos frente a la sociedad o la mentalidad de la época. Ahora mismo, un escritor de novela histórica tiene ante sí un panorama infinito a la hora de elegir qué contar. Me alegro de eso. Y, desde luego, lo aprovecho.

Cuando políticos como Íñigo Errejón hablan de los comuneros… ¿lo entiende o le entra pavor?

Los dirigentes, los hombres de estado, los regímenes políticos… siempre han usado la Historia como muleta sobre la que sostenerse, como ejemplo de lo que ellos dicen representar. La mayoría de las veces, de forma interesada, tendenciosa y parcial. Por eso es tan importante que la Historia se estudie bien en los planes educativos, sin subjetivismos ni partidismos. Cosa que, de momento, no ocurre.

Me decía hace poco Sebastián Roa que la novela histórica española parece estar tan obsesionada con la Historia que parece olvidar hacer literatura, ¿tiene esa misma sensación? De ser así, ¿cómo la combate Olalla García?

Aunque Sebastián y yo coincidimos en muchos puntos, me parece que este no es uno de ellos. O, al menos, no por completo. Es cierto que esa tendencia existe en algunos sectores. Pero, creo que, en la mayoría de los casos, el peso de la Historia no llega a desvirtuar el valor de la creación literaria; y esto es algo fundamental ya que, al fin y al cabo, estamos hablando de novela, no de ensayo ni divulgación. En mi caso concreto, yo doy mucha importancia al hecho histórico, que considero la columna vertebral de mis obras. He estudiado la carrera de Historia, y eso es algo que condiciona, sobre todo a la hora de documentar el contexto general e integrarlo junto a los episodios de las fuentes. Pero también soy profesora de Literatura. Me gusta echar mano de recursos narrativos muy variados, que enriquecen el relato y le añaden valor y originalidad. Y eso es algo que mis lectores saben muy bien.

Si la novela histórica interpela con hechos del pasado al lector presente, ¿qué mensajes puede sacar esta sociedad pandémica de Pueblo sin rey?

Es curioso, justo publiqué un artículo sobre esto hace algunas semanas. Los comuneros comprendieron que estaban en un momento histórico excepcional, que sus decisiones y logros tendrían un gran impacto en el futuro. Nosotros estamos en el mismo caso. Debemos ser conscientes de eso, esforzarnos por estar a la altura. De la unión de todos depende el resultado final. Tenemos que presentar un frente común y no flaquear. Es mucho lo que nos jugamos.

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