Julen Berrueta: «Los republicanos españoles tomaron la embajada franquista en un Berlín en llamas y con el nazismo librando su última batalla»

Falangistas y comunistas juntos en el gulag soviético, republicanos españoles tomando la embajada franquista en el Berlín de los últimos días del nazismo, huidas, detenciones… Las historias que narra el periodista e investigador Julen Berrueta  (San Sebastián, 1996) en Un amigo en el infierno (Espasa, 2023) son excepcionales… y reales.

Este investigador del trauma de los españoles internados en los campos de concentración de la Unión Soviética debuta con una novela donde condensa en el ficticio protagonista Alfredo Morales la historia de un grupo real de «españoles republicanos exiliados tras la Guerra Civil que recorrieron toda Europa entre alambradas hasta terminar en un Gulag estalinista justo al acabar la Segunda Guerra Mundial como Sebastián Santandreu Sancho, Manuel Pérez Solana o Enrique Menéndez Blanco». Contada como una novela relata los sufrimientos y peripecias de aquellos españoles condenados al olvido.

Berrueta decidió «construir un relato basado en hecho reales en el que Alfredo Morales encarnaba las diferentes experiencias de este grupo de republicanos», que vivieron «las mayores tragedias del siglo XX». «El propósito final de esta historia es la de dar a conocer a los lectores que esto ocurrió, porque aquello de lo que no se habla no existe, y sus vidas merecen ser conocidas por todos los españoles», explica el autor.

Su forma de llevarla al papel, ¿cómo la definiría? ¿novela de no ficción?

Para entender la organización cómo se llevó a cabo el libro hay que empezar desde el principio, que en este caso es el final. Durante meses, por no decir años, he consultado diferentes archivos y bibliotecas para conocer todos los detalles que envuelven a este grupo de republicanos. Así, tras la investigación, escribí un ensayo histórico que se encuentra en la parte final del libro.

No obstante, quedan lagunas por conocer. En este sentido, llegamos a la conclusión de que una novela basada en este hecho real podría llegar a más gente y dar a entender a los lectores todo aquello que no puede ser consultado en un documento antiguo: sus sentimientos, sus contradicciones…

Desde el rigor histórico, se ha construido una novela que sigue la hoja de ruta que dejaron los protagonistas. Una vez más, el fin del libro es que la historia los cautivos republicanos sea conocida. En resumen, podríamos decir que el libro une la novela con el ensayo para transmitir un relato olvidado.

Hay momentos impactantes, uno de ellos sin duda es el asalto y ‘okupación’ de la embajada española por parte de los republicanos en 1945, ¿cómo descubrió este hecho? ¿tiene un cierto aire de justicia poética rota?

El asalto a la embajada es sin duda uno de los acontecimientos clave de este grupo. De hecho, se les llama berlineses por ese mismo motivo. Sobre este suceso habló, con carencias y poca precisión, el capitán de la División Azul Teodoro Palacios Cueto, quien compartió celda con algunos de los republicanos que formaron parte de este suceso. A partir de ahí, los testimonios de los protagonistas son el resto que nos queda.

Alrededor de 35 republicanos españoles se hallaban en mitad de la toma de Berlín por el Ejército Rojo en la capital germana. Contextualicemos: la Unión Soviética había apoyado a la República en la Guerra Civil española y, pese al socorro soviético, estos españoles tuvieron que exiliarse. Por lo tanto, seis años más tarde, vieron la oportunidad de llevar a cabo una hazaña que los transformara de vencidos a vencedores.

De esta manera, mientras los rusos avanzaban sobre Berlín, los españoles ocuparon la embajada franquista. El complejo diplomático se hallaba cerca del enorme parque de Tiergarten. El edificio estaba prácticamente vacío, puesto que el embajador había abandonado el país por la ofensiva soviética. Así, en un Berlín en llamas y con el nazismo librando su última batalla, los republicanos tomaron la embajada. Las embajadas se consideran territorio del país al que representan, por lo que podríamos decir que los republicanos conquistaron territorio franquista entre finales de abril y principios de mayo de 1945. Además, por si fuera poco, izaron la tricolor sobre el balcón a la espera de que llegara el Ejército Rojo. En definitiva, sí, podría decirse que estamos ante una escena con aires de justicia poética rota que intentaron arreglar desde sus ideales.

La historia de cómo republicanos y falangistas acaban en el Gulag ruso es, seguramente, una buena metáfora de esa Europa víctima de los totalitarismos… ¿y quizá también una buena prueba de la dimensión internacional, y no solo interna, de la Guerra Civil española?

Suele decirse que la Guerra Civil española no es sino la primera fase de la II Guerra Mundial. Hablamos de Guerra Civil, pero en otros países la llaman Guerra de España, porque se da por hecho que hubo países extranjeros que participaron en la contienda.

A partir de la derrota republicana, los berlineses huyen a Francia, donde los internan en campos de concentración. El país vecino se regía por una democracia, pero eso no impidió a que trataran a los exiliados como seres de segunda. Una vez iniciada la II Guerra Mundial y culminar el expansionismo nazi, los españoles fueron trasladados a Berlín, donde conocieron el totalitarismo alemán. Tras la caída del Reich, fueron enviados a Moscú, y allí convivieron con el estalinismo, que no es sino otro totalitarismo que, al combatir junto con los Aliados, sobrevivió hasta el fallecimiento de su secretario general.

Durante su odisea por la Europa de los totalitarismos sufrieron los campos de concentración de todas las categorías posibles, que es un resumen preciso de lo que fue aquella Europa intolerante que estalló, en primer lugar, el 18 de julio de 1936.

La amistad que allí nace, ¿es una buena prueba que, en el infierno, solo vale la humanidad, lo más profundo de cada uno?

Es en el infierno más terrible donde uno puede despojarse de todos los prejuicios y valores que tiene inculcados para tratar de sobrevivir. Curiosamente, el Gulag llevó a los voluntarios de la División Azul y los republicanos a dejar a un lado sus diferencias y a convivir para sobrevivir. Juntos, llevaron a cabo huelgas de hambre, se apoyaron mutuamente e incluso generaron amistades que una vez liberados siguieron manteniendo.

Este acercamiento de posturas, sin duda anómalo, no solo se dio en el campo de Oranki al que fueron a parar los republicanos. En la Unión Soviética, hubo alrededor de 450 españoles recluidos, y esta convivencia se replicó en numerosos recintos concentracionarios. Probablemente fuera el instinto de supervivencia lo que los llevó a colaborar, pero fue la humanidad lo que los unió con el tiempo.

La historia de aquellos hombres, ¿puede enseñar algo en la España de la Memoria Democrática y el constante enfrentamiento por ella?

La Ley de Memoria Democrática es un gran paso para abandonar el trauma del pasado, aunque haya gente que se aferre a él. Es más, suele entenderse como una iniciativa de “izquierdas” para remover un pasado que altera a la “derecha”. Sin embargo, tal y como yo lo entiendo es al revés. Es la “izquierda” la que quiere cerrar heridas y pasar a otros temas, y es la “derecha” la que es incapaz de despegarse de la Guerra Civil. La Ley de Memoria Democrática no es sino una ley que por fin acaba con los reproches continuos entre ambos bandos –o lo que de ellos queda–. Durante cuarenta años, unos pudieron enterrar a sus muertos; la democracia intenta que ahora lo hagan quienes no pudieron hacerlo en el pasado.

Los españoles en el gulag se ha convertido en su campo de investigación académica, ¿todavía queda mucho por saber? ¿Muchas historias así por descubrir?

Los documentos que he consultado me dejan claro que es una rama de investigación inabarcable en un solo libro. Existen numerosas líneas de investigación abierta. Desde la Academia, me he atrevido con el estudio del trauma que generaron los españoles del Gulag al retornar a España, pero hay cien temas posibles. Animo a historiadores jóvenes a que profundicen en este tipo de historias si les interesa. Hace falta una renovación generacional en el ámbito de la Historia.

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1 comentario

  1. Dice ser El hombre propone y el mísmo se descompone

    Hay personas que creen que el mundo debe girar sobre el pivote que ellos creen que es el verdadero, aunque luego esos mismos se dedican a hacerlo tambalear por los vicios creados por la hipocresía, ensoñación, censura y misticismo divo que aplican a sus pensamientos alejados de aquellos otros seres a los que les niegan razón en su pensar. La razón de la sinrazón no es razón ni cargando bombas nucleares a cuestas.

    21 abril 2023 | 00:33

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