Sebastián Roa: «Si algo necesita la novela histórica es ablandar esa costra historicista, librarse de ataduras»

El escritor Sebastián Roa

Es uno de los novelistas históricos más interesantes de un panorama nacional que está sufriendo importantes cambios. Sebastián Roa (Teruel, 1968) busca un merecido hueco entre los grandes y para ganárselo se encomienda en esta ocasión a una nueva editorial -HarperCollins Ibérica, hasta ahora él publicaba en Penguin Random House- y a una mujer de la historia de fuerza indudable: Artemisia de Halicarnaso. En Némesis, Roa navega por las agitadas aguas del Egeo de las guerras Médicas y construye una gran novela de aventuras históricas -de lo mejor del 2020, en mi opinión– que también constituye un manifiesto de lo que su autor considera que debe ser la novela histórica.

Regresa Roa con una gran mujer guerrera y vuelve este escritor también muy guerrero, con frases como esta en la entrevista: «En ningún otro campo se ha despreciado tanto la literatura como en la narrativa histórica». No es la única llamada a la reflexión del autor turolense.

Némesis arranca con “Naturalmente, otro manuscrito”, el recurso del manuscrito encontrado no pasa de moda…

Un primer homenaje a Eco y su doble codificación en forma de lo que él llama «ironía intertextual«. Némesis nace de las ruinas de un manuscrito, o más bien de la copia medieval de un manuscrito atribuido a Heródoto, y se desarrolla en un laberinto mortal en el que son muy importantes las palabras antiguas, y aquí tenemos el segundo homenaje a Eco y a su laberinto de libros. Némesis es una novela muy laberíntica, muy de narraciones del pasado.

También hay una frase de Dentro del laberinto de Jim Henson antes de arrancar y muchas citas de canciones pop y rock… ¿no quedaban citas culturetas de crónicas añejas?

Tercer homenaje a Eco en lo que él denomina «sugerencia metanarrativa«. La frase de esa película la pronuncia Sarah, interpretada por Jennifer Connelly, y casa con Némesis y con su protagonista mejor que cualquier crónica de hace dos mil quinientos años. Lo mismo pasa con las píldoras de Madonna o Guns’n’Roses, que además tienen relación directa con el texto y lo dividen en fases. Podemos decir que con ellas he trazado mi propio «viaje del héroe». De la heroína en este caso. Las citas musicales marcan el rumbo, son una especie de flautista de Hamelín. Y no te mentiré: los referentes culturales modernos son también un modo de gritar mi hartazgo por el conformismo en el género. Si algo necesita la novela histórica es ablandar esa costra historicista. Librarse de sus ataduras, navegar libre, explotar su potencial artístico. Los novelistas históricos debemos convencernos de que valemos para algo más que entretener y enseñar: también podemos hacer literatura.

Lleva dos novelas ambientadas en la antigua Grecia, en la primera Esparta era el enemigo y en esta lo es Atenas… ¿Hay que dinamitar los puntos de vista habituales?

Es el personaje quien me ha obligado a instalarme en el lado persa; pero en Némesis hay mucho tono gris, luz y sombra desde ambos lados, y Artemisia es consciente de ello. Desde luego, la documentación me ha roto esquemas. Por ejemplo, me llamó mucho la atención el buen trato que los persas daban a sus esclavos, o que no basaran su economía en ellos, o que valoraran tanto la verdad y los buenos actos. Una vez más, lo que hay que hacer siempre es dudar, no darlo todo por sentado.

También es verdad que es más interesante, como hizo también Gore Vidal, salirse de ciertas miradas presentistas sobre el Egeo de la Antigüedad que pivotan entre ideas como oriente-occidente, democracia-tiranía, Civilización y barbarie…

Reflexión muy interesante que me permite recordar lo que pasó con la serie Hijos del Tercer Reich, a la que se acusó de blanquear el nazismo. Las historias humanas quedaron apagadas por el ruido que hacían los críticos, centrados en el análisis contextual. Es verdad que una ficción puede aprovecharse para esas cosas, y de hecho ahora se está usando mucho para eso que llaman «desmitificar«, pero yo no he tenido tiempo de fijarme en el discurso político-social ni de aterrorizarme ante los presentismos. Estaba ocupado escribiendo una novela sobre la condición humana, los enigmas de la vida, el destino, el libre albedrío…

Lo que parece estar claro es que esa zona del mundo no puede descansar mucho tiempo sin conflictos…

Es un punto caliente, no hay duda. Aunque si lo piensas, puede que se haya sublimado el enfrentamiento entre griegos y persas. El peor conflicto que sufrieron los griegos se lo cocinaron entre ellos mismos medio siglo después de Salamina. Y lo que perdieron con la hegemonía macedonia fue el prólogo de lo que terminarían de perder a manos de Roma. Pero a quien recordamos sobre todo es a Leónidas, y seguimos desayunando bien porque esta noche cenaremos en el infierno.

Contar la batalla de Salamina desde el otro bando ha sido…

… una experiencia muy rica. No tanto la propia Salamina —esta vez no me he volcado en las grandes batallas, como en anteriores novelas—, sino el viento que empuja hasta ella. Desde la rebelión jonia al hostigamiento constante en el Egeo, las labores de información y contrainformación, la preparación de la campaña, las escaramuzas, los movimientos diplomáticos, la actividad de corso, las lecciones aprendidas por uno y otro bando…

Evan Green interpretó a Artemisia de Halicarnaso en 300: el origen de un imperio (2014)

¿Cuándo y por qué decide hacer su gran protagonista a Artemisia?

Artemisia llamó mi atención cuando leí a Heródoto por primera vez, lo que vino a ser la siembra de la semilla. Luego me encontré al personaje en otras ficciones, siempre como secundaria o incluso como extra. Era evidente que, más allá de su singularidad histórica, gozaba de enorme potencial literario y merecía protagonizar su propia historia. Y entonces, como traído por el destino, apareció ese manuscrito, ya sabes.

Su novela se la dedica a su hija, ¿ser padre tiene algo o mucho que ver con rescatar la voz y la importancia de las protagonistas de la Historia olvidadas?

Mucho en este caso. He intentado que la Artemisia de Némesis se convirtiera en un modelo de conducta para tiempos trémulos, lo que no viene nada mal a esta generación tan zarandeada por las crisis, la pandemia y la mediocridad política. Entiéndaseme: nadie hoy necesita aprender a gobernar un buque de guerra de hace 25 siglos. Me refiero a las decisiones que, cuando puede, toma Artemisia, y el modo en que llega hasta ellas. Las razones y las emociones que la guían, sus miedos e incertidumbres, sus errores, sus pasiones… Todo eso es muy humano, no depende del contexto temporal. Artemisia se sale de los patrones, tanto en su época como en su entorno; rompe las ligaduras y, en lugar de seguir un camino ajeno, crea el suyo propio. Sin libro de instrucciones. Las estelas en la mar de Machado. Cuando una mujer así, única, protagoniza una ficción, se convierte en un modelo original. Un arquetipo. Su esencia trasciende el espacio y el tiempo, sirve para contar realidades atemporales.

¿Resulta complicado dotar a una mujer literaria, con poder y guerrera, de elementos propios y no limitarse a dotarla con características masculinas?

La Artemisia de Némesis es una mujer con todas las letras, precisamente porque quiero huir de ese modelo artificioso, el de una heroína disfrazada de héroe. Lo mismo vale para los demás personajes importantes de la novela, que son mujeres casi en su totalidad. Y ha sido complicado, sí. La novela está escrita en primera persona y tuve que meterme en la mente de una mujer, lo que me descubrió que mi mirada estaba muy condicionada por, entre otras cosas, una larga tradición de arquetipos literarios y cinematográficos. Mi hija me ayudó no poco para evitar estas trampas, despojarme del male gaze y perfilar a los personajes femeninos de Némesis.

Me ha parecido que el tema de la guerra naval está muy logrado. Me ha recordado a otra novela que, en su momento, me dio esa misma impresión (siendo un lego en la materia) como Rodas, la hija del sol, ¿cómo se trabaja un aspecto tan complejo y técnico para una novela?

Existe documentación útil al respecto, específicamente dedicada a la navegación fenicia, que es la me interesaba porque Artemisia comanda un trirreme sidonio. Además tenemos la valiosísima aportación del Olympias, el trirreme construido en los años ochenta para la armada griega y que sirvió para hacer arqueología experimental. Luego no hay más que darle a todo un toque de novela de piratas.

En los tiempos que corren donde todo es política, ¿es más sencillo escribir de la Grecia clásica que de la Edad Media peninsular?

No hay manera de evitar las emboscadas. Uno puede contextualizar su trama en una época o en otra, y eso no lo libra de soportar numerosas sandeces de moscones con sesgo ideológico. Al fin y al cabo, vivimos tiempos de polarización extrema, siembra de odio y bajeza política. Si le añadimos la agonía de las humanidades, tenemos la receta ideal para apuntillar la cultura.

Lo decía antes, pero volvamos a ello. La novela histórica española, ¿no está demasiado encorsetada en un puntillismo histórico a veces excesivo que le hace olvidar su alma de novela?

Hay excepciones, pero esa ha sido la constante durante años, asentada por los interesados en el proceso, desde autores a lectores. Aun así estamos ante el género más vendido, así que sarna con gusto… En fin, las leyes del mercado son implacables. O sea, que tenemos ladrillos históricos para rato.

No siente que en ese extremo, se valora demasiado a este tipo de ficción por su ‘correción histórica’ y mucho menos por su contenido literario. No creo que a la novela policiaca o al thriller se le juzgue más por su corrección judicial y forense…

Eso es indudable. Las presentaciones en este género se convierten en conferencias sobre épocas, hechos y protagonistas históricos; y en las entrevistas no suele hablarse de tramas, tema, estilo o evoluciones de personajes. Hombre, si extendemos el análisis a todo tipo de representación ficticia, ahí tenemos la experiencia de la serie Antidisturbios: mucha gente ha sido incapaz de discriminar verdad y verosimilitud, y se han referido a una ficción como si hubieran visto un documental. Pero es cierto que en ningún otro campo se ha despreciado tanto la literatura como en la narrativa histórica.

¿Cree que lo que vivido en este año pandémico influirá en lo que escriba y en su mirada hacia el pasado?

Esto nos ha afectado a todos, ha cambiado nuestra forma de ver la vida. Aunque me empeñe en evitarlo, seguro que me influirá ya siempre.

Ya tiene enfilados nuevos proyectos, ¿cambiará de época?

Así es. Regreso al siglo XIII para una historia oscura en la que, de nuevo, me pasaré al otro lado.

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