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Entradas etiquetadas como ‘oportunidad’

Rehabilitar a personas, no condenarlas

María José Viz Blanco

Perfil hombre drogodependiente (Diputación de Huelva/Europa Press).

Perfil hombre drogodependiente (Diputación de Huelva/Europa Press).

No hace mucho leí que la Audiencia de Vizcaya suspendió una pena de 4 años de prisión a un drogodependiente. Para que dicha sentencia fuese efectiva, el hombre no debía volver a delinquir. Su delito había sido recibir un paquete con 600 gramos de cocaína.

Cabe decir que él estaba siguiendo, con aprovechamiento, el programa sobre adicciones de la cárcel, con clara voluntad de alejarse del mundo de la droga.

La reflexión que yo hago es esta: todos merecemos una segunda oportunidad en la vida y, en el caso de adictos que no han cometido delitos contra personas o bienes, el apoyo debe ser real y efectivo, con el objetivo de sacarles del pozo en el que están inmersos. Es más necesario rehabilitar personas que encerrarlas en cárceles, de las que suelen salir peor que cuando entraron.

Cuestión aparte son las llamadas “condenas ejemplarizantes”, cuyo objetivo parece ser evitar que otros caigan en los mismos errores que el condenado o condenada. Podemos pensar en gente famosa, por la publicidad que se les da a sus casos, pero la mayoría son personas anónimas.

Coloquialmente decimos que algo “sienta precedente”. Es una expresión jurídica que se emplea en cualquier ámbito, actualmente. Aunque yo diría que casos como el de esa sentencia suspendida al drogodependiente rehabilitado tendrían que “sentar precedente” y servir de aliciente para que otros sigan su camino. Quizás no podamos hacer que desaparezca la droga, pero algunas personas saldrán de ese mundo y podrán convivir en paz, y eso no es algo nimio.

Carta a Rosario, la madre cuyo hijo, Alejandro, no ha sido indultado

Por Natalia

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Querida Rosario, he leído su desgarradora carta en la que solicita el indulto para su hijo. Ojalá tenga usted suerte y si sirve de algo, sepa que tiene todo mi apoyo.

Me siento muy identificada con usted, porque mi marido firmó un cheque de 250€ hace seis años, en 2011, y está cumpliendo 21 meses de cárcel. Solicité igual que usted el indulto, y después de 15 meses siguen sin contestarme.

La justicia, ¿usted cree que esto es justicia, con cuatro hijos y mi madre enferma a mi cargo, el destruir la unidad familiar como me la han destruido? ¿A quién le importa?

Se asombraría al ver la cantidad de casos que hay como el de mi marido y el de su hijo, pero, ¿a quién le importa? No somos hijos de nadie importante, ni banqueros, ni políticos.

Solo deseo que usted tenga más suerte que yo y consiga que le hagan caso. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, y más cuando ya ha rehecho su vida.

Reciba un cordial saludo y todo nuestro apoyo. Mucha suerte.

Al hablar de desempleo, ¿qué hay de los que tenemos más de 40 años?

Por Xisco Marín Nadal

Cola en una oficina del INEM.

Cola en una oficina del INEM. (EFE)

Lejos de ser un tópico es una de las realidades que estamos sufriendo hoy en día muchos de nosotros. A mis cuarenta y seis primaveras me encuentro en una situación que nunca imaginé: estar sin empleo desde los cuarenta y uno. He llevado personalmente el CV, lo he modificado varias veces, estoy en varias páginas de empleo por internet, inscrito en agencias públicas y privadas de colocación. Una serie de herramientas que imagino también habréis utilizado.

En esta situación nos hacemos muchas preguntas sin obtener respuesta alguna, lo que hace aumentar nuestra desesperación y nuestra ansiedad. ¿Por qué no tengo un hueco en esta sociedad? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Sirve de algo lo que estoy haciendo? ¿Por qué no me llaman? Eres lo más cuestionado, pero por ti mismo. Estas preguntas son el reflejo de cómo uno se siente después de utilizar todo lo que el sistema nos da para, en teoría, hacernos más accesibles a ese empleo que nunca llega. La impotencia es tal que te pasan auténticas locuras por la cabeza. No ves salida ninguna, pero la mayoría de nosotros nos sobreponemos y no las llevamos a cabo.

Me considero joven, con ganas de trabajar, con una dilatada experiencia laboral, con más o menos estudios pero con conocimientos que sólo con el tiempo se adquieren, con las ideas muy claras y con las ganas más grandes del mundo de aprovechar una oportunidad. No pierdo la esperanza, pero soy consciente de que a partir de los cuarenta no somos lo suficientemente atractivos para las empresas. Laboralmente hay varios grupos en los cuales por la edad hay una serie de descuentos y/o ventajas para las empresas y los que nos corresponden a nosotros son insuficientes para que seamos “apetecibles” laboralmente hablando. Cuando hablan del desempleo en los medios siempre oímos hablar del paro juvenil, el primer empleo, la prejubilación, etc. Pero, ¿qué hay de los que tenemos de cuarenta para arriba? Apenas nos mencionan.

Somos muchos y valemos mucho, solo pedimos una oportunidad, que nos permitan reciclarnos. Todos tenemos ese derecho. Si no, ¿cómo vamos a hacerlo? ¿Pagándonos el reciclaje con un dinero que no tenemos? Creo que el presupuesto dedicado a política social, en concreto el de formación y empleo, podría ser más equitativo y justo con nosotros. De esta manera las posibilidades de tener esa oportunidad que tanto deseamos serían mucho mayores. Mis palabras no son más que los sentimientos de una persona que día a día lo pasa muy mal para salir adelante. Espero que algún día esta carta pueda ser leída por todos vosotros y podamos compartir todo esto que tanto nos afecta pero que tanto nos une.

Un visión en positivo: ¡aprovecha tus oportunidades! ¡Gana tu vida!

Por María Gilabert Hernando

FelicidadIncierta, así es la vida. Con eso es con lo que tienes que aprender a vivir, con la incertidumbre. No sabemos lo que sucederá con nosotros, con nuestras familias, con nuestras situaciones… ¿y si lo único que tienes que saber es cómo estás aquí y ahora y encargarte de gestionar lo mejor que puedas lo que tengas oportunidad de vivir en este momento?

La mayoría de las personas, en muchas ocasiones, vivimos situaciones que nos resultan difíciles de llevar o que incluso llegan a paralizarnos:  no sabes cuándo acabará la crisis, no sabes a qué dedicarte, no tienes claro si estás haciendo lo correcto, no sabes si conseguirás ese cliente que tanta dedicación te está costando, no sabes si te renovarán el contrato en tu trabajo actual, no sabes si aprobarás esas oposiciones que estás preparando con tanto esfuerzo, te has quedado sin trabajo y no sabes qué harás ahora, no sabes cómo pagarás las facturas de final de mes, no sabes si mañana te desalojarán, etc.

Son infinitas las situaciones en las que muchos nos encontramos y no sabemos cómo llevar pero, aun cuando no puedes escoger qué situaciones te toca vivir, todavía puedes elegir cómo interpretarlas, cómo actuar y qué sacar de ellas. Mi abuela me explica la época de la Guerra Civil española (1936- 1939) con pocos recuerdos negativos y muchos positivos y esa actitud ante la vida siempre le ha ayudado. Pase lo que pase, ella sigue despertándose cada día y sigue respirando, disfrutando y avanzando porque, a pesar de la infinidad de situaciones difíciles que ha tenido que vivir, ella es así, feliz. Tú también puedes escoger si quieres vivir las situaciones que te toquen vivir con ansiedad, tristeza, apatía, nerviosismo, irritabilidad, mal humor… o aprender a aceptar esa incertidumbre como una parte de tu vida intentando centrar tu atención en el resto de cosas buenas que te suceden cada día. Lo que resistes persiste, lo que aceptas se transforma.

La semana pasada me comunicaron que, desgraciadamente, los padres de una conocida mía fallecieron en un accidente de tráfico. Probablemente ellos pensaban que iban a vivir mucho más tiempo sin embargo mucha otra gente, que en ocasiones hemos sentido que “la vida se nos acababa”, hoy seguimos vivos y todavía tenemos tiempo para disfrutar y para dedicar a lo que queremos. Todos tenemos fin ya que el tiempo es limitado así que piensa, decide y actúa, hoy y ahora. Detecta qué problemas ocupan tu mente y qué puedes hacer para solucionarlos. Lo que puedas hacer, ¡hazlo! Pero si ya has hecho lo que consideras que debías y no puedes hacer nada más, aprende a vivir feliz con la situación que te toca vivir. Todo el mundo quiere felicidad sin dolor, pero no se puede tener un arcoíris sin lluvia. No busques siempre culpables ni trates de justificar todo lo que sucede continuamente, dedica ese tiempo a otras cosas ¡sonríe, sueña, investiga, crea, baila, ayuda, construye, crece, mejora, descubre, prueba, siente, ama, disfruta, vive!

Observa tu situación y detecta las oportunidades que se te presentan hoy y ahora, pero… ¡mantén los ojos bien abiertos y disfruta de cada momento que te regale la vida ya que si estás cegado por tus problemas será difícil que puedas ver algo! Deja de pensar en lo que no puedes cambiar y empieza a realizar lo que sí puedes hacer. ¡No te preocupes, ocúpate! ¡Gana tu vida!