Es el hockey hielo un deporte poco seguido y practicado en España. De él, las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza son esas multitudinarias peleas que se producen tan a menudo, la velocidad de juego, canadienses y soviéticos, y alguna que otra peli de Disney. Pero además, hay otro elemento muy muy típico del hockey, que aunque no es una camiseta, llega hoy a la sección rebautizada por esta semana como ‘atuendos para la historia’: la máscara de portero de hockey.
Lo primero de todo es pensar el en puck, la pastilla con la que se juega al hockey hielo y con la que se marcan los goles. De caucho vulcanizado y con un peso de hasta 170 gramos, el puck puede alcanzar los 160 km/h de velocidad, así que imaginad el impacto de esta pieza en un rostro o en una cabeza. Fue precisamente para evitar estos impactos por lo que nacieron las máscaras de hockey en los porteros.
Hasta 1959, los porteros de hockey iba a rostro descubierto. Se habían producido algunos intentos, pero casi siempre puntuales debidos a lesiones, de proteger el rostro de los guardametas. El más conocido es el de Teji Honma, portero de la selección nipona de hockey, que lució un casco inspirado en el de los catchers de béisbol, con alguna modificación para no tener que quitarse las gafas. Esta foto de Honma es bastante conocida en el contexto olímpico.
Pero como os decía, no fue hasta 1959 cuando nació la máscara de hockey. El ‘culpable’ fue un portero canadiense llamado Jacques Plante. El 1 de noviembre del 59, en un partido entre los Montréal Canadiens y los NY Rangers, Plante recibió un golpe de puck y desde ese momento, exigió llevar una máscara, para disgusto de su entrenador, que pensaba que así su campo de visión sería menor. Plante se plantó (perdón por el patético chiste) y el entrenador tuvo que ceder. Él mismo diseñó una máscara de fibra de vidrio (la que veis en la foto que ilustra el artículo) y nacía así la primera máscara de portero. Se da la circunstancia de que con la máscara, Plante batió un récord de imbatibilidad. Curiosamente, su récord acabó en el primer partido en el que no la llevaba. Además, tuvo que hacer frente a algunas críticas que lo tildaban de cobarde, pero el tiempo le dio la razón a Plante.
Muy pronto, el resto de porteros empezó a adoptar la máscara, que iba amarrada a la cabeza con cintas y que se fue modificando, como por ejemplo con la inclusión de agujeros para mejorar la transpiración. Tardó muy poco en convertirse en un símbolo del hockey hielo. Así se refleja, por ejemplo, en At the Crease, famoso cuadro del pintor realista Ken Danby.
Pero si la máscara de hockey se hizo famosa y trascendió el deporte fue por el cine, en concreto por el de terror. La película que lo popularizó fue Viernes 13, y en concreto el personaje principal, el asesino Jason Voorhees. La máscara se estrena en la tercera parte del filme, que data de 1983. Uno de los empleados de producción era un fanático del hockey hielo, así que propuso usar una máscara de portero de los Detroit Red Wings, su equipo. Al director le encantó y así nació la imagen de uno de los malos de peli de terror más reconocidas de la historia del cine.
Pero volvamos al deporte. La máscara de fibra de vidrio protegía el rostro, pero no la cabeza. Por eso, se siguió evolucionando en la protección de los porteros. Así, nació el concepto de casco-jaula, que combina un casco normal de hockey con un especie de enrejado que protegía el rostro y que permitía al portero sentirse menos ‘agobiado’ por la máscara. Podéis ver un ejemplo aquí. Este tipo de protección aún se usa, pero cada vez menos y sobre todo, en categorías inferiores.
El modelo que se impone es el casco completo de kevlar con una reja para el rostro. Es parecido al anterior, pero protege toda la cabeza. Además, los materiales han mejorado mucho. Es el que hoy en día se puede ver en cualquier partido de la NHL.
Este último modelo de casco permite, además, que el portero lo ‘customice’ a su gusto, al estilo de los pilotos de Fórmula 1 o motos. Algunos se toman verdaderas molestias en tener un casco original y único. Permitidme que os recomiende este artículo de Bleacher Report, en el que repasa los 50 mejores cascos de la historia de la NHL. Merece la pena.
Os dejo con un reportaje sobre el tema (en francés):
Mañana, más.