Archivo de la categoría ‘Mujeres’

Por una vida libre de violencia

Por Pilar Orenes

 

Nos acercamos al 25 de Noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres. La fecha se eligió en honor a las hermanas Mirabal, torturadas y asesinadas un 25 de noviembre de 1960 por la dictadura del general Trujillo en República Dominicana. Fueron víctimas por enfrentarse a un régimen absolutista y defender sus derechos.

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El feminismo del Ibex 35

Por Liliana Marcos Barba

Los cánticos multitudinarios de las manifestaciones del 8 de marzo y los ríos de tinta impresa al calor del #Me Too han llevado al feminismo hasta cuotas inimaginables hace apenas cinco años: partidos políticos que no quieren dejar de salir en la foto o empresarias de la estratosfera que sin tapujos proclaman su compromiso con el feminismo. Bienvenidos sean los compromisos y declaraciones si vienen acompañados de cambios en políticas y conductas –también conductas empresariales– que nos acerquen a una mayor igualdad entre ellos y ellas.

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Solo sí es sí; lo demás es violación

Por Virginia Álvarez y Carmen López

Si hay algo que vuelve a quedar claro con la última sentencia sobre la violación en grupo de una menor de 14 años en Manresa es una cosa: las palabras importan e importan porque construyen imaginarios en la sociedad. Importan porque según lo que se diga o se deje de decir, las mujeres sentiremos, en mayor o menor medida, que se lucha contra la impunidad y el silencio que ha envuelto a las agresiones sexuales, en parte por la acción o inacción de las autoridades que deberían protegernos.

Las palabras importan y mucho, porque no estamos ante violencia doméstica cuando un hombre, bien sea el marido o cualquiera con el que se tiene una relación afectiva, pega, maltrata o mata a una mujer. Estamos ante violencia de género, estamos ante una violencia contra las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Empezar a llamar a las cosas por su nombre permite dimensionar el fenómeno, pensar, desarrollar políticas públicas y leyes que incorporen este enfoque: nos matan porque somos mujeres. 

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Alfabetización financiera para empoderarse

Por Willie Lovai 

Raylee está en quinto grado. Hasta hace poco tenía que levantarse antes del amanecer para llegar a la escuela a tiempo ya que tenía que recorrer kilómetros. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. “Gracias al éxito de su negocio, mi madre ahorró algo de dinero y me compró una bicicleta. Ahora puedo llegar a la escuela a tiempo, incluso cuando llueve”, cuenta este joven de 13 años.

Raylee y su madre, Rachel, son de la Región Autónoma de Bougainville en Papúa Nueva Guinea, una isla que alberga a más de 300.000 personas. La mayoría de los habitantes en Bougainville adoptan la agricultura como una de las principales fuentes de ingresos. Rachel vive en el norte de la isla junto a sus cuatro hijos. Cultiva cacao, y ahora, también se dedica a la cría de aves y es una persona respetada dentro de su comunidad por su trayectoria profesional y sus decisiones financieras.

@World Vision. Los ingresos generados por el negocio de pollos le han permitido a Rachel comprar un tanque de agua.

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Sofía no está sola

Por Raquel Checa

¿Realmente existen casos de desnutrición crónica en Guatemala? Todavía hoy me retumba en la cabeza esa pregunta que hace unas semanas me formuló un amigo guatemalteco, antes de mi viaje al Corredor Seco. En ese viaje tuve la oportunidad de conocer a familias y en especial a mujeres luchadoras incansables.  

Historias como la de Sofía (no cito el nombre real por respeto a su privacidad) y sus tres hijos de 8, 6 y 3 años. Ella es una mamá soltera y luchadora incansable que nos contó en su casa cómo camina cada día una media de 4 horas para recoger leña y luego dedica otras 2 horas para desplazarse hasta otra comunidad donde la vende. Así obtiene algo de efectivo para poder comprar alimentos para sus hijos.

© Nico Boersen/Pixbay

Muchos días no logra su objetivo porque la leña que encuentra está mojada por las lluvias y nadie la compra. Vuelve a casa con las manos y el estómago vacío. Viven en una chabola hecha con palos de caña, suelo de tierra y techo de plásticos, en la que cada día aguantan tormentas y lluvia. Yo la escucho atenta, mientras ella relata su situación. Nos cuenta que en estos últimos meses ha recibido el apoyo alimenticio y económico para sus hijos gracias a un proyecto que estamos implementando como Oxfam Intermon allí. Ese proyecto les ha ayudado a sobrevivir en la peor época del año, ya que las cosechas se han perdido por el efecto del cambio climático. 

Mi cabeza empieza a dar vueltas sobre qué más podemos hacer para cambiar la situación de miles de casos como los de Sofía y sus hijos. Me niego a creer que este problema no tiene solución, sí la tiene y somos muchas organizaciones las que estamos trabajando y exigiendo al Estado que cumpla con su responsabilidad. La desnutrición crónica es producto de las condiciones de desigualdad y exclusión estructurales, tanto en el acceso a salud y educación, como a medios de vida dignos, entre otros. Y la crisis climática llega a agravar aún más esta situación, haciendo que pierdan las pocas cosechas que han estado cultivando por meses. 

Tras despedirnos de Sofía, visitamos un centro de recuperación nutricional en la cabecera municipal. Conversamos con el doctor a cargo. Nos cuenta en qué estado de gravedad llegan los niños y niñas a su centro. Cómo se quedan ingresados por semanas hasta que logran sacarlos de peligro. Visitando las dos salas del centro conocemos a un papá que lleva ya más de un mes viviendo allí mientras su hija es tratada por un caso grave de desnutrición aguda. Nos cuenta que no le importa si en ese tiempo ha perdido ya lo poco que logró sembrar, para él lo importante es que su hija se cure. A la par, en otra cama, hay una mamá con una bebé de menos de 6 meses que ha perdido peso de forma muy rápida. Está literalmente en los huesos, llevan 8 días allí recibiendo el tratamiento médico. Nos cuenta entre lágrimas que está preocupada por sus otros pequeños que dejó en casa. Nos sentamos con ella a conversar, nos narra cómo dio a luz a 11 hijos en su casa sin ninguna ayuda de doctores ni comadronas, sola. Tiene 38 años. Relata que su marido, buscando un mejor futuro, se fue de “mojado” a Estados Unidos y cómo, llegando allí, lo detuvieron como si fuera un delincuente y lo deportaron al cabo de unos meses. Ahora está trabajando en fincas como obrero agrícola y lo poco que le pagan lo dedica a la alimentación básica de la familia. 

Todas las familias que conozco me relatan lo mismo, apenas tienen comida que darles a sus hijos, muchos sobreviven únicamente comiendo tortilla (hecha a base de maíz), hierbas y sal. No comen pollo más que en raras ocasiones y no saben lo que es el pescado u otras carnes. Su dieta es tan pobre que afecta irremediablemente el crecimiento y desarrollo de los niños, incurriendo en muchos casos en situaciones de desnutrición crónica y severa, entre otras enfermedades. La presencia del Estado en esas zonas es muy baja, no hay condiciones suficientes para que esas comunidades puedan salir de esa situación de extrema pobreza. Son los olvidados del Gobierno y del Congreso en este país, apenas se acuerdan de ellos cuando llegan las campañas electorales.

A mi regreso de visitar la zona del Corredor Seco, visito a mi amigo, le hablo de Sofía y de muchas otras familias que he conocido. Se indigna con lo que escucha (aunque sabía de datos y noticias no quería creer que fuera cierto). Empezamos a soñar qué más podemos hacer como ciudadanos (desde Guatemala y desde otras partes del mundo) para que esta situación cambie de una vez por todas. Organizaciones como Oxfam Intermon, junto con entidades guatemaltecas, estamos trabajando desde hace años en resolver este problema, pero necesitamos ser más. El Estado de Guatemala debe actuar de forma efectiva ante este problema. Y vamos a seguir exigiendo que actúen. 

Es una lucha de todas: Sofía no está sola.

Raquel Checa es responsable del Área de Programas Influyentes para Oxfam Intermón. 

Mujeres sin hogar, la exclusión más severa

Por Sandra del Valle y Encarna Bomcho
Nosotras queremos que se nos me oiga y por eso levantamos la voz y hacemos público este Manifiesto en nombre de las personas sin hogar. Queremos decir que no tener hogar es más que no tener un techo, es una vulneración de los Derechos Humanos, es un no tener intimidad, seguridad, relaciones… es vivir en la más absoluta inseguridad. Somos unas 40.000 personas las personas que vivimos en España con un contrato indefinido de «Persona Sin Hogar».

Cartel de la campaña de las Personas Sin Hogar con el que se pretende visibilizar la realidad las personas que viven en esa situación.

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‘Defenfobia’, asesinato sistemático a defensoras

Por Sandra Yadira Saenz Sotomonte

Si el asesinato de mujeres defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente fuera considerado una epidemia en Colombia, el Estado ya habría decretado la emergencia y habría tomado las medidas necesarias activando todos los mecanismos posibles para evitar que murieran más mujeres y para proteger a quienes están amenazadas.

Así  ha funcionado el Estado colombiano cuando el país se encontraba amenazado por el virus H1N1, o con  la epidemia del dengue, situaciones que en ningún caso han dejado tantas muertes como las causadas a las defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente. Según el informe de Somos Defensores, haciendo una comparación entre el primer trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019 aumentaron en un 97 por ciento los asesinatos de mujeres defensoras, cifra que ya de por sí sola prendería todas las alarmas.

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El derecho al orgasmo

Por María Maracas
El placer de un orgasmo ya no es un derecho, es un deber, la mayor consagración de la libertad individual y del respeto por uno mismo, ¡carajo! Soy curiosa e intento ser coherente y patrocinar mi curiosidad, por eso me permito probar; aunque no había llegado a la ocasión de pensar en comprar un vibrador sólo para mí. Había visto más de uno en videos, había conocido algunos de mis amigas y amigos. Y fue justamente uno de mis amigos el que, entre broma y reto, me regaló mi primer vibrador.
Después de haber sido amantes por un par de meses, habíamos decidido ser amigos y, tras un par de ocasiones incómodas, logramos desarrollar una fuerte confianza para convertirnos en confidentes y alcahuetas de nuestras exploraciones socio-sexuales. Nos contábamos nuestras historias, preguntábamos sin temor, leíamos información en internet, reíamos de las buenas cosas y usábamos nuestros hombros para llorar los malos ratos.

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Sí, es todavía necesario un «Día de las Escritoras»

Por Diana P. Morales

Como profesora de talleres literarios desde hace 24 años, cada vez que comienza un curso me encuentro que un 75% de los participantes son mujeres (una proporción similar a la que se ve en talleres de lectura o en muchas presentaciones de libros) y sé que, aun siendo mayoría, será más probable que uno de sus compañeros acabe ganando un premio o publicando su libro.

Hoy en día no vivimos el machismo recalcitrante que hace 100 años prohibía a Virginia Woolf entrar en una biblioteca (tal como cuenta en Una habitación propia), o tenía vetado el acceso de mujeres a la RAE (como criticaba Emilia Pardo Bazán). El machismo actual es más sutil: no nos bloquea la “calle de la escritura” para que no podamos entrar, pero cuando la que accede es una mujer, esa calle, de repente, se torna cuesta arriba y sopla un viento huracanado que hace que muchas no lleguemos al final. Es la razón por la que un Día de las Escritoras sigue siendo un necesario espacio de reivindicación que nos ayude a visibilizar a las escritoras y a reflexionar.

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Las profesionales ya están, solo falta voluntad política

Por Lola Liceras 

 

«¡Es de sentido común!» Lo dijo con aplomo Marta Fernández, responsable policial del Ayuntamiento de Madrid. Hablábamos de violencia sexual hacia las mujeres y de la necesidad de poner en común y articular todas las políticas, instituciones y procedimientos que entran en juego.  La violencia sexual es violencia de género y una vulneración de los derechos humanos. Estos conceptos deben estar en la base de toda política pública y atravesar los procesos que atienden esta problemática, desde la educación para la prevención en las escuelas, hasta el mismísimo tribunal que juzga al agresor.

Queremos que las particularidades, necesidades y tiempos de las mujeres estén en el centro de cualquier intervención pública. Porque los estereotipos de género contaminan las instituciones, desde el hospital que rechaza atender a la mujer agredida porque no es el asignado o porque primero es la denuncia en comisaría, hasta la valoración forense o la asistencia letrada. 

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