Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Manolo Escobar, sueño español y alegría del pobre

Huyó de la miseria almeriense y, con su talento y bonhomía, salió de pobre en Cataluña. Ayer murió como el andaluz/catalán más querido de España.

Las 20 coplas de oro de Manolo Escobar. Las llevo en mi coche... y en el itunes.

Las 20 coplas de oro de Manolo Escobar. Las llevo en mi coche… y en el itunes.

En los años 40, en plena represión franquista, un ventero de El Ejido (Almería) recogió a un maestro republicano represaliado y le dio parada y fonda a cambio de que educara a sus 10 hijos. El de en medio, con 4 hermanos mayores y 5 menores, tenía madera de superviviente. Se llamaba Manolo García Escobar y sacó buen provecho de aquellas clases domésticas clandestinas. El joven Manolo Escobar aprendió la lección (ética republicana, laúd, piano y las cuatro reglas) y se hizo un hombre cabal.

Eran años de hambre y emigración. Sin igualdad de oportunidades, el sueño español (salir de pobre) solo podía alcanzarse como torero, futbolista o cantante. Algunos niños pobres de entonces fueron enviados a seminarios o a cuarteles para asegurarles comida caliente. Manolo, maleado por el Barrio Chino de Barcelona, escogió el camino del arte y la farándula. Sin complejos, pero con toneladas de disimulo y de gracia, acertó de pleno.

La Dictadura quiso sacar provecho de sus éxitos y le jaleaban en el No-Do. Pero Manolo Escobar nunca fue franquista. Solía decir, con gran sonrisa socarrona, que no se metía en política. Jamás actuó en El Pardo ante el ominoso dictador ni en el Palacio de La Granja donde acudía la flor y nata del Régimen. Ridiculizaba a carcajadas a los censores franquistas que le prohibieron una rociera porque “…a la Virgen le asomaba una enagua blanca, una enagua blanca…”

Como almeriense y emigrante, siempre he presumido de él, he cantado sus canciones de oro y, por malas que fueran, he celebrado sus películas. En la segunda mitad de los 60, Manolo Escobar ya era un charnego que, desde Cataluña, había cautivado a España entera. Bueno, a decir verdad, no cautivó a toda España.

En mis círculos de amistades antifranquistas, lo que en los últimos años 60 equivalía a miembros y simpatizantes del Partido Comunista y unos pocos del PSOE, no estaba bien visto presumir de Manolo Escobar por muy almeriense que yo fuera. Disimulé cuanto pude mi admiración por el cantante favorito de mis padres para poder ser aceptado en aquellos círculos tan intransigentes.

Si algún día era pillado in fraganti canturreando eso de que “no se compra ni se vende el cariño verdadero” me ganaba una bronca de los comisarios comunistas para que me concentrara en las lecciones de Materialismo Dialectico de Politzer en lugar de caer en esas “ridículas canciones de la pequeña burguesía que alienaban a la clase obrera”. Pero la clase obrera que yo veía camino de la Universidad estaba cambiando el arado por el andamio al son de Manolo Escobar. Las coplas de Manolo, cargadas de sentimentalismo, ternura y algunos tópicos del desarrollismo reinante, eran una fuente de alegría para los pobres.

Un día me planté y salí del armario. Les dije a mis colegas clandestinos (dando voces) que me encantaban Manolo Escobar, la copla y el flamenco y que odiaba los tanques soviéticos que habían invadido Checoslovaquia. Fui proscrito y, enamorado como estaba de una yanqui, fui considerado -¡cómo no!- sospechoso agente de la CIA.

Si, como dice Rilke, la infancia es la patria del hombre, mi patria está llena de coplas de Manolo Escobar.

60 coplas de oro de Manolo Escobar

60 coplas de oro de Manolo Escobar

Algo de esto le conté a Manolo la primera vez que compartí mesa y mantel con él (y otros paisanos de la Casa de Almería en Madrid como Barrionuevo, Chencho Arias, etc.). Se partía de la risa. Pero no se mojaba en nada referente a la política. Viniendo de tierras de moriscos, este alpujarreño de la costa sabía lo que era disimular en público, incluso en los estertores de la Dictadura.

En otra ocasión, cuando regresé de Cataluña, nos reímos juntos gracias al ingenio de otro paisano. Una pintada en el barrio gótico, cerca de la Catedral de Barcelona, pedía un obispo catalan (“Volem bisbe catalá”). Al día siguiente, apareció pintada la respuesta de un charnego: “Como somos mayoría, lo queremos de Almería”.

Manolo Escobar podía lucir con orgullo, y a la vez, la insignia de oro y brillantes del Barça, la de oro de Almería y la medalla de Andalucía. Mis compañeros de la 19 Compañía del CIR 5 de Cerro Muriano (Córdoba) eran casi todos de Las Norias, la pedanía donde nació Manolo Escobar. ¿Qué coplas íbamos a cantar si no? Manolo nos alegró la mili franquista, una de las experiencias más tristes y lamentables de mi vida.

Como la bajita y grandísima catalana Carmen Amaya (que exigía “pa amb tumaca” en el Waldorf de Nueva York) o Peret, el gigante de la rumba catalana, Manolo Escobar simboliza lo mejor y más potente de la Cataluña moderna e integradora, de la Cataluña universal. El otro gran Manolo (Vázquez Montalbán) lo sabía muy bien y defendió la copla andaluza/catalana incluso en su Crónica Sentimental de España en Triunfo, la biblia de la izquierda. Cuando leí a Vázquez Montalbán supe que no estaba solo. Y puede cantar el Porromponpero, sin miedo, fuera de la ducha.

Descanse en paz este andaluz/catalán universal.

Y “¡que viiiivaaaaa Eeespañaaaaa!”… Sobretodo en el Mundial de Brasil.

Gracias, Manolo, el sueño español de los 50 y 60, por toda la alegría y la ternura que te debemos.

 

Martin Ferrand, mi director por un día

Ha muerto el fundador del diario Nivel, cerrado por la Dictadura en 1969. Este golpe a la libertad de prensa apenas aparece en los obituarios dedicados a Martin Ferrand.

Manuel Martín Ferrand, director-fundador del diario Nivel en 1969

Manuel Martín Ferrand, director-fundador del diario Nivel en 1969

¡Qué pronto olvidamos los malos tragos que nos hizo pasar el franquismo!

Hace unos años lo recordé en este blog.

Después de más de seis meses preparando su salida, el 31 de diciembre de 1969, a las 10 de la mañana, sin previo aviso, la policía franquista nos lo retiró de los quioscos nada más nacer y nos quedamos sin diario y sin empleo. Se llamaba “Nivel” y guardo ese único número en mi sótano y en mi corazón. Aquella tarde bebimos y cantamos nuestras penas en nuestra casa de la calle Blasco de Garay de Madrid.

“Nivel, Nivel, Nivel es mucho Nivel. Por eso los Sánchez Bella se lo han cargado na más nacer”.

Portada del nº 1 y único del diario Nivel

Portada del nº 1 y único del diario Nivel

Sánchez Bella era entonces el ministro de Información de la Dictadura que sutituyó a Fraga y dió la bestial orden de cierre. Más tarde dijo que nuestro director, Martín Ferrand, era comunista. ¡Quien lo diría! Ha muerto como columnista de ABC.

García Peri, el dueño del periódico (y de Noticias Médicas, diario gratuito que me inspiró para lanzar 20 minutos) tenía buenos contactos dentro del Régimen. Enrique de la Mata, era uno de ellos. También en la oposción, naturalmente clandestina, tenía sus amigos. Jueces, como Clemente Auger, y fiscales, como Jesús Vicente Chamorro, estaban entre ellos.

Uno de sus contactos dentro del Gobierno le hizo saber que la razón esgrimida por el ministro Sánchez Bella para justificar la orden de cierre fue que «España no estaba preparada para experimientos con diarios tan liberales» .

Ortuño y yo cantando en mi casa el dia que nos quedamos en paro: Cuando el español canta...

Ortuño y yo cantando en mi casa el dia que nos quedamos en paro: Cuando el español canta…

Acompañados a la guitarra por Alfonso Ortuño, pusimos letra de Nivel adecuada a las canciones del momento:

«En la arena escribí tu nombre/

y luego le eché un borrón/

para que no lo leyera/

Sánchez Bella/

el muy cabrón».

En “Publicaciones Controladas”, la empresa editora del Dr. Julio García Peri, en la calle Sánchez Pacheco de Madrid, donde en 1974 lanzamos el semanario Doblón, coincidimos gentes de todos los colores, pero todos con ansias de libertad: Manuel Martín Ferrand (director), Mauro Muñiz (redactor-jefe), Ismael López Muñoz, Vicente Verdú, Pablo Sebastián, Iván Tubau, Julio Alonso, Pedro Páramo, Bernardo Díaz Nosty, José Luis Martínez  Albertos, Alfonso Ortuño, etc., y un montón de jóvenes, todos ellos luego bien colocados en la prensa libre o en la universidad.

Aquel diario nuestro, tan querido y tan llorado, había recibido el permiso de Fraga Iribarne, cuando era ministro de Franco, a principios de 1969. La flamante Ley de Prensa de Fraga había sustituido la censura previa (antes de imprimir) por el depósito previo de 10 ejemplares impresos que precisaban el sello de la censura antes de iniciar la distribución de la tirada. Muchos jóvenes ingenuos o bastante idealistas quisimos creer que la Dictadura se iba a convertir pronto en Dictablanda para la prensa. Y nos lanzamos al ruedo con todas las bendiciones oficiales.

 

Bernardo Díaz-Nosty y yo (Izda) observando a otro colega en la redacción de diario Nivel.

Bernardo Díaz-Nosty y yo (Izda) observando a otro colega en la redacción de diario Nivel.

Los espontáneos que se lanzan al ruedo a torear, sin permiso del tiempo ni de la autoridad competente, suelen ser recibidos con grandes aplausos del respetable -tienen su momento de gloria- pero su faena acaba pronto, pues suelen salir del ruedo esposados por la Guardia Civil. El nuevo Gobierno del Opus Dei liquidó practicamente los restos de falangistas y fraguistas en la reuniones de El Pardo. Si el diario Nivel tuvo las bendiciones de Fraga, el ministro caído, podría resultar sospechoso para los nuevos ministros del Opus Dei. Nos quedamos sin empleo y con nuestros sueños de libertad rotos el mismo día que acababa aquel inolvidable año 69.

Eso nos pasó a los jóvenes contratados por Martín Ferrand para lanzar “Nivel“, el primer y último diario libre de la Dictadura. Pronto cambiamos el subtítulo “Diario de la mañana” por “Diario de una mañana”.  ¡Qué lástima!

Nunca agradeci suficientemente a Manuel Martín Ferrand que me contratara como auxiliar de redacción para aquella maravillosa aventura. Estaba recién casado y sin empleo fijo (de los de antes). El uno de enero de 1970 tuve que espabilar y con suerte para seguir comiendo: investigación, documentación y redacción de pre-guiones de la serie filmada de TVE «España siglo XX», es decir, fui «negro» de José María Pemán, el poeta del franquismo. Y allí trabajé hasta que el Ejército me reclamó, ese mismo año, para hacer la mili (Cerro Muriano, Isla de las Palomas en Tarifa, Ministerio del Ejército, etc. y director de «Cornetín», la revista de la Compañía de Honores» – ¡ahí es nada!…)  Pero esa es otra historia (más propia de abuelo cebolleta) con la que no merecen ser castigados (aún) mis pacientes lectores.

Descanse en paz Martín Ferrand,  mi director y maestro por un día.

P.S. En un ataque de nostalgia, he rebuscado en mi sótano. Encontré estas joyas de la historia (tan breve, ¡ay!) del diario NIVEL..

 

Redacción del diario Nivel. (Soy el primer barbudo por la izquierda)

Redacción del diario Nivel. (Soy el primer barbudo por la izquierda)

 

Ortuño imitando un discurso de Franco (en 1969) (Soy el primer barbudo por la izquierda, junto a Pablo Sebastián y Julio García Peri)

Ortuño imitando un discurso de Franco (en 1969) (Soy el primer barbudo por la izquierda, junto a Pablo Sebastián y Julio García Peri)

El dibujante Ortuño muestra su obra. (Soy el segundo por la derecha). El editor, Julio García Peri, va de traje (Cuarto por la izquierda)

El dibujante Ortuño muestra su obra. (Soy el segundo por la derecha). El editor, Julio García Peri, va de traje (Cuarto por la izquierda)

«El próximo parado… será un diputado»

Lo cantan a coro: «Y si es un senador… será mucho mejor». «Y si es la Cospedal… será fenomenal«. «¿Y si es Rajoy?… que sea para hoy».  Mientras la calle grita estos pareados, los anodinos diputados y senadores españoles, nombrados a dedo por sus partidos, y refrendados a ciegas por electores que no los conocemos ni de vista, no se enteran de que están a un paso del harakiri.

Presentación en Madrid el Manifiesto "Por una nueva ley de partidos"

Presentación en Madrid el Manifiesto «Por una nueva ley de partidos»

Ayer se presentó en Madrid «El Manifiesto por una nueva ley de partidos»El Pais de hoy titula así su información: «Un centenar de intelectuales proponen una reforma radical de la ley de partidos»

A primera vista, parece que se trata de un grupito de reformadores o soñadores de élite con más ingenuidad y buena fe que coraje.

Yo estuve allí, en una salita pequeña de la 5ª planta del Círculo de Bellas Artes. (Allí mismo nos reuníamos bajo la Dictadura, a escondidas claro, para arreglar España y parte del extranjero. Entonces, también nos llamaban ingenuos y miedosos.)

Por la ventana, a la misma hora, pudímos ver una manifestación por la calle Alcalá que se acercaba a la alcaldía.

Después de escuchar a los cuatro promotores (solo una mujer), y no sin cierta emoción, firmé el Manifiesto en www.porunanuevaleydepartidos.es. Las primeras 100 firmas (entre las que están Savater, Azúa, Alvarez Junco, Casajuana, Conthe, Cullel, Fidalgo, Garicano, Aristóbulo de Juan, Juliá, Molinas, Muñoz Molina, de la Nuez, Vargas Machuca, etc.) se habían convertido, en un par de horas, en siete mil. Casi seguro que pronto pasaremos del millón.

En este caso, el número de firmas carece de efectos legales. Solo cuenta para que los partidos políticos actuales tomen nota… y se asusten un poco.  La actual clase política está protegida por una ley orgánica anacrónica y viciada que impide ser reformada por la Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Por tanto, aunque para la presentación del Manifiesto al Congreso no importa el número, creo que es bueno acompañar a los 100 con varios miles de firmas.

Recomiendo vivamente la lectura completa del Manifiesto de los dos folios. Pero, para convencernos de la urgencia y sentido democrático de esta reforma, basta con repasar estas

Siete propuestas

Las propuestas contenidas en el Manifiesto pueden resumirse en siete puntos.

1. Celebración de congresos cada dos años como mínimo y, en todo caso, a fecha fija.

2. Reunión de los órganos de control de las directivas y parlamentos internos a fecha fija, incluyendo en el orden del día la votación sobre la gestión de la directiva con voto secreto. Limitación del número de sus integrantes, entre los cuales no se contarán los de la directiva.

3. Composición de los congresos y de los órganos de control proporcionales al número de afiliados o de votos del partido en cada provincia o distrito. Limitación de mandatos al menos en los órganos de control.

4. Elección de los órganos ejecutivos, delegados a congresos y miembros de los órganos de control mediante voto secreto de los afiliados o delegados al congreso.

5. Elección de los candidatos a cargos representativos por elecciones primarias.

6. Mandato limitado de los tesoreros y encargados de las cuentas y elección de los interventores por parte de los distintos niveles del partido. Auditorías anuales por empresas independientes, previas a la presentación de las cuentas, que deberán ser aprobadas por los máximos órganos de dirección del partido.

7. Constitución de comisiones independientes para verificar los gastos de las campañas e inspecciones para verificar el cumplimiento de los límites de gasto electoral.

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La presentación del Manifiesto estuvo cargada de contención y prudencia.  No querían espantar a nadie. Y nadie osó hablar de ruptura. Solo de reforma. Pero se citaron nombres de reformadores muy potentes: Jovellanos, Joaquín Costa y Ortega y Gasset. Nada menos.

De pronto, me dió un ataque de nostalgia perniciosa (propia de abuelo cebolleta). Vi pasar por mi memoria un montón de manifiestos, impresos clandestinamente en la «vietnamita» que aún tengo en el sótano de mi casa, pidiendo democracia, derechos humanos, amnistía para los presos políticos, partidos políticos libres, etc., etc.

Con Franco no había libertad ni partidos. Por eso, dominando el arte del disimulo, florecieron multitud de cuasi partidos polítidos minúsculos y miniparlamentos: asociaciones de vecinos (como los ramilletes de barrio derivados hoy del 15-M), comunidades de cristianos de base, curas rojos, colegios profesionales, amigos de la Unesco, sindicatos ilegales de obreros y de estudiantes, células clandestinas embrionarias de los futuros partidos (hoy anquilosados), revistas, panfletos y multitud de asambleas y reuniones con vigilantes en la puerta para avisarnos por si venían «los grises» porra en mano.

En los últimos años de la Dictadura, toda aquella riquísima flora democrática que brotó en la catacumbas de la sociedad española se fue organizando en la Junta Democrática, en la Plataforma (luego fusionadas en la Plata-Junta) y en otras alianzas opositoras al régimen de Franco. Al final, las Cortes franquistas notaron la presión ciudadana en favor de la democracia y, por una mezcla de miedo y sentido común, favorecieron en harakiri (desde la Ley a la Ley) propuesto por Adolfo Suarez. Triunfó la reforma sobre la ruptura. Y no nos fue tan mal. Fue el arte de lo posible, gracias al espíritu de consenso que presidió la Transición de la Dictadura a la Democracia.

Los padres de la Constitución del 78 (y la mano izquierda de Alfonso Guerra y de Fernando Abril Martorell) optaron por una Ley de Partidos que, ante todo, garantizara la estabilidad. Hemos tenido estabilidad, quizás en demasía, y estamos pagando ahora un alto precio por ello. Como los políticos que están instalados en el sistema no parecen dispuestos al harakiri que supondría para ellos reformar la ley orgánica que les ampara («entre bueyes no hay cornás»), solo nos queda la presión de la sociedad civil para que espabilen y le vean las orejas al lobo.  De lo contrario, podríamos estar sembrando las bases de la ruptura que no se hizo al morir el dictador.

Este Manifiesto por una nueva ley de partidos es un primer grito para despertar a los diputados y senadores, a los líderes políticos, a los gobernantes. Cuanto mas fuerte sea el grito (con más y más firmas) mejor lo oirán los políticos que, por ahora, se hacen los sordos para no perder sus privilegios.

Los cuatro presentadores del Manifiesto dijeron que se trataba de un primer paso…

Les felicito por pasar de las palabras a los hechos.

¿Cual será el siguiente paso? ¿Tienen ya nombre para la nueva Plata-Junta, partido o partidos que ayuden a profundizar en muestra democracia?

Lo que no hay es vuelta atrás. «Los males de la democracia se curan con más democracia». Por eso, también me apunté a Foro + Democracia que proponen Jordi Sevilla y Josep Piqué. Algún día nos juntaremos todos (jóvenes y carrozas) con el 15-M.

La que se va armar aquí si la vieja clase política, tan desprestigiada y alejada de la sociedad, no se despierta y se regula por una nueva Ley de corte europeo…

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PS. Al salir del Círculo de Bellas Artes de Madrid, ayer a mediodia, pasé por Cibeles. Los manifestantes ya estaban apostados, con sus gritos y pancartas, en la puerta del  Ayuntamiento, bajo el despacho de la alcadesa Ana Botella (de Aznar).

Desde lejos, no supe distinguir por qué protestaban pero escuché un grito tan claro como ingenioso. Decían, a coro:

¡Esa Botella… al contenedor!

Pues eso.

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Sampedro nos reconcilia con la condición humana

Se nos fue el maestro. Como los ríos que van a dar a la mar, poco antes de morir, Sampedro nos dijo: «Ya noto la sal». Él mismo era la sal de la tierra.

José Luis Sampedro

José Luis Sampedro

Ahora, en el día de las alabanzas, le lloverán homenajes póstumos qué él nunca buscó. Por su modestia supimos que era sabio. Sabio de los de verdad. Por su finísimo sentido del humor descubrimos su inteligencia poderosa. Por su integridad, lucidez, autenticidad y sencillez nos cautivó como ejemplo vivo de un hombre bueno y libre. Un intelectual entero. Era, sobre todas sus excelencias, un hombre cabal,  una bellísima persona. Fue un privilegio conocerle: tan fácil de admirar, tan difícil de emular.

Hace tres años (en abril de 2010), circularon por las redes sociales multitud de clamores de jóvenes para que la sociedad española, tan tacaña con sus genios -roñosa España oficial-, reconociera los méritos del escritor, economista, profesor, académico, humanista, etc., y le otorgara, por lo menos, el Premio Cervantes.

Forges en El País (9-04-2013)

Forges en El País (9-04-2013)

Yo mismo me sumé al griterío y pedí, desde este blog, no uno sino todos los premios juntos… Y me quedé corto. Este fue el título de aquel  post: «¡Por Sampedro! ¿Dónde están los premios que merece?

Le dieron algunos premios -pocos y pequeños para lo que merecía- pero los jóvenes indignados reconocieron pronto su libertad de pensamiento y de acción y le adoptaron como maestro y guía. No se equivocaron. Y ese fue el mejor reconocimiento.

Recién muerto el dictador, asistí a un seminario del profesor Sampedro sobre la crisis económica (la del petróleo) que entonces nos parecía gigantesca. Además de contagiarnos su pasión por la vida y el conocimiento, recuerdo muy bien el canto que José Luis Sampedro hizo sobre el amor a la Naturaleza, sobre el cuidado de los recursos escasos del planeta.

La "rentrée" de Sampedro. Portada del nº 1 del semanario Cambio 16 (22-11-1971)

La «rentrée» de Sampedro. Portada del nº 1 del semanario Cambio 16 (22-11-1971)

Cuando apenas se hablaba en España de medio ambiente, cuando el humo contaminante de las chimeneas era un admirable signo de industrailización y desarrollo, el maestro nos introdujo en el nuevo mundo emergente de la Ecología. Una frase se me quedó grabada de aquel seminario. Nos dijo: «El hombre sin pájaros es menos hombre». Era amante de los versos de San Juan de la Cruz y franciscano practicante en todo lo que se refería a los seres vivos.

Hace 42 años conocí al maestro. Lo llevamos a la portada del primer número del semanario Cambio 16 con el titulo «La rentrée de Sampedro«. Acababa de regresar a España procedente de Gran Bretaña, donde estuvo enseñando en varias universidades. Los jóvenes de entonces, fundadores de aquel semanario que prometía (en secreto) ser crítico con la Dictadura, le recibimos como el maestro que ya era. Encargamos a Mercedes Rico Carabias (luego embajadora de España) que le hiciera una entrevista para el numero 1.  Fue una apuesta ganadora. Respondiendo a una pregunta de Mercedes sobre lo que él llamaba (¡en 1971!) «el agotamiento de la ciencia económica convencional», el profesor Sampedro mandó parar y dijo:

«¡Caray! Tengo la impresión de que, si sigo así, esto va a terminar siendo un «ladrillo»… ¡Para un primer número, no creo que sea la mejor manera de conquistar lectores!»

Y así quedó recogido en aquel número fundacional de la que llegaría a ser la primera revista crítica contra el franquismo.

Si don Antonio Machado viviera habría escrito de José Luis Sampedro algo parecido a lo que escribió a la muerte de Francisco Giner de los Rios, fundador de la Institución Libre de Enseñanza (a la que sigo ligado por recomendación de Juan Marichal):

A Don Francisco Giner De Los Ríos

Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?… Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
…¡Oh, sí!, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas…

Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

Paginas 22 y 23 del nº 1 de Cambio 16 (22-11-1971)

Paginas 22 y 23 del nº 1 de Cambio 16 (22-11-1971)

 

Joaquín Estefanía ha dedicado su artículo de hoy en El Pais (10-4-2013, pag. 219) a su maestro José Luis Sampedro.  Su título «Churchill, Roosevelt y Juan XXIII» (frente a Thatcher, Reagan y Juan Pablo II) es muy oportuno. Y su contenido es muy clarito. Recomiendo su lectura. A Estefanía -como ocurrió con su maestro Sampedro– cada día se le entiende mejor. No pares, Joaquín. —

Ramón

Ramón

 

 

Se fue Carrillo cuando más falta nos hacía…

Desde que le conocí personalmente en la clandestinidad, Carrillo me ha parecido un hombre coherente. ¿Se puede decir hoy día algo mejor de un político? Y esos son los hombres que más faltan nos hacen hoy dia en España.

Santiago Carrillo en un mitin

Nunca he sido comunista. Sólo alcancé a ser simpatizante del PSOE, el partido de mis padres, que hoy está tan lejos de la realidad como los demás. A veces, sí, contra la Dictadura (Cambio 16, Doblón, Historia Internacional, Junta Democrática, Platajunta, etc.) fui compañero de viaje de algunos comunistas y socialistas. Y me alegro.

Hoy ha muerto Santiago Carrillo, que fue líder del Partido Comunista en el exilio y en España. Su muerte me ha revuelto muchos recuerdos que es de justicia mencionar en este blog que ya es propio de un abuelo cebolleta camino de la jubilación. A Carrillo, como a Fraga, también le ha llegado el día de las alabanzas.

He empezado por reconocer que, desde que entró en España con su peluca, o sea, desde que le conocí personalmente en la clandestinidad, Santiago Carrillo me ha parecido un político coherente y, por ello, admirable. Equivocado o no, actuaba de acuerdo con sus ideales. Lo comprobé cuando la invasión rusa de Checoslovaquia en el 68. Y cuando alentó el eurocomunismo, lejos de la ominosa dictadura soviética. Y cuando apostó por la Democracia en España. Y, ya en democracia, lo volví a comprobar durante las entrevistas que le hice en televisión o en debates y tertulias.

Carrillo es lo que antes se llamaba un hombre cabal. Me consta que esta expresión ya no está de moda. Más tarde comprobé que también era generoso. Capaz de perdonar. No de olvidar. Por eso, tuvo el valor de renunciar a la bandera tricolor de la II República, por la que tantos españoles dieron su vida en la guerra y otros sufrieron tantas atrocidades durante la postguerra.

Por ayudar a una transición en paz, por el paso de la también ominosa dictadura franquista a la Democracia sin más luchas fratricidas, Carrillo aceptó los colores de la bandera del Franquismo (sin la gallina, eso sí) a pesar de remover, con ello, las tripas de muchos de sus camaradas.

Los franquistas siempre le acusaron y aún le acusan (basta con leer los comentarios on line) de haber participado, como miembro de la Junta de Defensa de Madrid, en ordenar los fusilamientos de Paracuellos en plena Guerra Civil. Carrillo lo negó siempre. Dificil saber lo que ocurrió, de verdad, en plena guerra.

Carrillo y Fraga, dos hombres de la Transición

A todos nos consta que hubo barbaridades, paseillos y crueldades sin límite en los dos bandos de la contienda. Por eso mismo, durante la Transición, y aún ahora, a mi me ha gustado siempre separar muy claramente los acontecimientos bárbaros de la Guerra Civil, por parte de ambos bandos, de los que ocurrieron en la postguerra, durante la larga Dictadura del general Franco, por parte del bando vencedor contra el bando vencido. Son dos mundos muy distintos. Dos violencias muy diferentes. Crímenes incomparables.

Hasta el juez Baltasar Garzón considero que se equivocó al mezclar los crímenes del franquismo durante la guerra y durante la postguerra. Están o deberían estar perdonados (no olvidados) los crímenes de la Guerra Civil de ambos bandos. Lo que falta por revisar son los crímenes de la postguerra, crímenes de Estado, juicios sin garantías, fusilamientos a discrección, torturas, secuestros, delitos contra la humanidad, que aún están pendientes de investigar.

No son comparables, como digo, los crímenes de la guerra con los de la postguerra. Y hombres como Santiago Carrillo lo entendieron muy bien. Gracias a ellos fue posible la Transición.  Aunque ahora, desde la barrera, es fácil decir que la ruptura hubiera sido mejor que la reforma, les debemos enorme gratitud. Gracias a hombres como ellos se hizo la «ruptura pactada» con el pasado. Y los franquistas, algunos de ellos arrepentidos, pudieron salir de sus cuevas sin miedo a ninguna revancha. Por muy merecida que la tuvieran. Gracias a hombres como Santiago Carrillo, no hubo revancha. Ni otra guerra civil.

Por eso le dimos, en 2003, el Premio a la Concordia de la Fundación Abril Martorell. Lo tenía más que merecido. Gracias, Santiago.

Descanse en paz.

 

 

 

 

 

 

 

 

El hacha del PP contra Juan Ramón Lucas

El PP de Fraga/Aznar/Rajoy vuelve a las andadas: saca el hacha fratricida de León Felipe. Y quita de enmedio al conductor más ecuánime de Radio Nacional de España. Otra vez el hacha. Y otra oportunidad perdida para la elegancia y la pedagogía  democráticas. No aprendemos.

Juan Ramón Lucas, en un encuentro con los lectores de 20minutos.es

Entiendo que cuando cambia el Gobierno, éste quiera sustituir a los cargos políticos de libre designación del Gobierno anterior. Así ocurrió con la peleona María Antonia Iglesias (nombrada por Felipe González) o con el zombi Alfredo Urdaci (nombrado por José María Aznar). Ambos eran directores de los servicios informativos de TVE conectados directamente con La Moncloa. O con los directores de Informativos de RNE que son cargos de confianza enchufados al poder político de turno.

Juan Ramón Lucas es un periodista sin cargo político alguno, un currante contratado por Radio Nacional para conducir y presentar «En días como hoy», un programa informativo de la mañana que ha sumado grandes éxitos de audiencia (1,4 millones de oyentes) y de credibilidad.  Le quedaba pendiente un año más de contrato. Podían haber esperado solo un año para quedar como demócratas respetuosos con la libertad de expresión.

Debo decir que apenas conozco personalmente a Lucas. Le he visto en un par de encuentros multitudinarios. Pero he seguido con atención e interés personal y profesional el fruto de sus obras. Al poco tiempo de ser contratado por RNE para presentar el programa de la mañana, y privado ya de Iñaki Gabilondo en la mañana de la SER (cada día más sesgada), me pasé de vez en cuando a RNE. El programa de Juan Ramón Lucas nos cautivó a todos en casa y quedamos enganchados a RNE hasta hoy. Tal como estábamos ya enganchados los fines de semana  a «No es un día cualquiera» como fieles escuchantes de Pepa Fernández. Espero que el golpe antiprofesional contra Lucas sirva, al menos, de vacuna o cortafuegos para que no se carguen también a Pepa Fernández.

¿Qué prisa tenía o qué tipo de presiones fratricidas recibía este tal González-Echenique, nueve jefe de la RTVE del PP, para aplicar la guillotina laboral contra Lucas?

Por más que busco por los rincones más recónditos del razonamiento, no encuentro razones que justifiquen el cese de Lucas. Estas reacciones del PP de siempre solo puedo entenderlas desde el análisis frío de sus vísceras, de su ADN, de los más bajos instintos de personas miserables que deberían estar inhabilitadas para la política democrática.

Los Fabra del PP de Castellón. Cacique e hija

Ese es el caso, por ejemplo, de la todavía diputada del PP, Andrea Fabra, fiel sucesora de su padre, el cacique de Castellón. Su grito de guerra parlamentaria («¡Que se jodan!») contra los parados en el momento en que Rajoy les aplicaba el hacha de los recortes es una prueba inequívoca de la inmundicia moral de extrema derecha (del viejo parque jurásico) que aún subsiste en el seno del Partido Popular. La hija del cacique dice ahora que aquel «¡Que se jodan!» (que fue gritado por ella al anunciar Rajoy el recorte a los parados) no iba dirigido a los parados sino a los diputados socialistas que estaban sentados en la bancada de enfrente. No sé que es peor. La mierda, cuanto mas remueve, más huele.

¿Habrá asesorado esta desvergonzada Andrea Fabra (o alguien de su cuadra) a González-Echenique para que echara a Juan Ramón Lucas de su programa al grito de «¡Que se joda!»?

Lo malo es que no solo joden a Lucas sino que nos joden a 1,4 millones de oyentes que celebrábamos cada mañana su islote de libertad, gracia y ecuanimidad profesional.

¿Era ese, quizás, el objetivo final? Pues lo han conseguido con RNE. Y lo van consiguiendo también con los restos de la maltrecha economía española heredada de Aznar y Zapatero. Estoy enfadado con los desmanes del hacha del PP, pero estoy más enfadado aún con la política nefasta del PSOE de Zapatero (a quien voté) que hizo posible el regreso al poder absoluto de un PP que aún alimenta en su interior huestes antidemocráticas pendientes de civilizar.

Que yo critique hoy el cese de un colega periodista (habiendo sido yo mismo despedido ilegalmente por la TVE de Aznar tras la entrevista que le hice como candidato presidencial en 1996) puede dar la impresión, y quizas con razón, de que aún tengo un hacha por afilar. No es así. Como dice un tiento: «El tiemo lo cura to». Además, las penas con pan son menos. La indemnización por despido improcedente que fijó el juez (mis hijos la llamaron «la beca Aznar«) me permitió volver a la Universidad y fundar Multiprensa y Mas S.L, editoria del diario 20 minutos y de 20minutos.es.

No obstante, alguien dirá que, como reza el título del blog, «se nos ve el plumero». Por eso, y porque en la derecha española hay gente con dos dedos de luces, quiero copiar y pegar aquí un artículo de Luis María Anson (nada sospechoso de izquierdista), que acabo de leer en la pagina 2 de El Mundo, con el que estoy de acuerdo y cuya lectura recomiendo.

Primer error de González-Echenique, de Luis María Anson en El Mundo

OPINIÓN: CANELA FINA

Luis María Ansón contra el cese de Luan Ramón Lucas

Hace pocos días, una ministra del Gobierno me hacía elogios bien fundamentados sobre la capacidad de Leopoldo González-Echenique. No se trata de un caso aislado. Son muchos los testimonios positivos que he escuchado en las últimas semanas sobre la inteligencia y la seriedad del nuevo presidente de Radio Televisión Española.

Como sería altamente calumnioso afirmar que González Echenique es un experto en radio televisión, pues la primera en la frente. La destitución, si se confirma, de Juan Ramón Lucas es un grave error. Pocos profesionales del periodismo tienen una idea tan clara de servir, desde la independencia, el derecho a la información de los ciudadanos. Escucho de forma habitual su espacio En días como hoy y, en mi opinión profesional, creo muy difícil hacer periodismo de forma más objetiva. Sin genuflexiones ni agresividades, el programa informativo de Juan Ramón Lucas ha consolidado el prestigio de Radio Nacional de España, gracias a la sagacidad periodística de su director, a su instinto para la actualidad, a su sentido del humor y a su capacidad para buscar y encontrar temas de alcance humano. Seguramente tendrá defectos el conductor de En días como hoy pero esos se quedan para que los subrayen los políticos mediocres o los periodistas cicateros.

Juan Ramón Lucas además ha sabido armonizar un excepcional equipo, demostrando su capacidad para la dirección. No se puede mantener a diario la alta calidad de En días como hoy sin la colaboración de una redacción a la que hay que saber alentar y coordinar. Lucas, por otra parte, cree sinceramente en la radio pública. Desembarazado de cualquier presión política, lleva largos años impartiendo una lección diaria de periodismo independiente. Borrar de un plumazo la fecunda comunicación con millones de oyentes es, para muchos, un grave error que ha producido general rechazo en medios profesionales.

Ah, apenas conozco a Juan Ramón Lucas. Lo he visto alguna vez en actos periodísticos multitudinarios y no tengo con él la menor relación ni personal ni profesional. Hace años me hizo una entrevista en la radio con motivo de una cuestión relacionada con la lengua. Y eso es todo. Escribo estas líneas, como he hecho tantas veces con otros compañeros, por razones de justicia y como homenaje particular a uno de los mejores profesionales que enaltecen el periodismo español.

A ciertos dirigentes del PP les chiflan los periódicos alfombra; a otros, los periódicos momia. Y además les encanta entonar la predicción de Ortega y Gasset: «Ya no hay protagonistas; solo hay coro». Pero eso en periodismo es arar en el agua. Juan Ramón Lucas lo sabe muy bien. En el PP hay políticos y periodistas que harían un tambor con la piel de su propia madre para redoblar sobre ella las alabanzas a Rajoy y a Soraya. Hace unos días me decía en la Academia un prestigiado intelectual que el instrumento que toca Rajoy es un stradivarius; el de Zapatero, una zambomba. La comparación no me parece disparatada. Lo alarmante es que algunos pretenden transformar ahora, ya en el poder, el violín exigente en atolondrada zambomba.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

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Gracias, Luis María. Este artículo te honra como defensor de la libertad de expresión.

No es la primera vez que el conservador Luis María Anson sale en defensa de periodistas agredidos por el Poder y en defensa de la libertad de expresión, un derecho de los ciudadanos y no sólo de los periodistas.

Tengo dos recuerdos personales. Cuando era director del semanario Doblón, fui secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en las postrimerías de la dictadura franquista. Luis María Ansón publicó un comentario editorial en Gaceta Ilustrada (revista que él dirigía entonces) condenando tales hechos. También publicó un artículo semejante el semanario Triunfo, creo recordar que salido de la pluma de mi querido y recordado Eduardo Haro Tecglen.  Al cabo de unos meses, y casi recuperado de las heridas y quemaduras, envié ambos artículos (uno de un medio de derechas y otro de izquierdas) a la Universidad de Harvard junto con mi candidatura a la Nieman Foundation for Journalism. Estoy seguro de que ambos artículos (que algún día encontraré en mi sótano) contribuyeron a que me concedieran el honor de ser el primer hispanohablante galardonado con la Nieman Fellowship de Harvard.

Cuando era corresponsal de Televisión Española en Nueva York y fui despedido (cuando aún me quedaban dos años pendientes en mi contrato laboral), tras la entrevista preelectoral que hice a José María Aznar como candidato presidencial en 1996 y su victoria, Luis María Ansón publicó otro comentario editorial, esta vez en el diario ABC (que él dirigía) contra tal despido y en defensa de la libertad de expresión. Se titulaba «Pluralismo y Democracia».

Marichal: Homenaje de la Institución Libre de Enseñanza

Me ha dado un ataque de nostalgia. El libro-homenaje no salda la deuda que tenemos con Juan Marichal pero algo es algo.

Portada del libro-homenaje del BILE a Juan Marichal

Acabo de recibir el número especial del BILE (Boletín de la Institución Libre de Enseñanza) dedicado al profesor de Harvard y me ha llenado de emoción.

Antes que los ensayos de los intelectuales, he leído las crónicas afectuosas de dos colegas: Miguel Angel Aguilar y Juan Cruz. Luego, las cartas inéditas del maestro, hilvanadas por su hijo Carlos Marchal Salinas, y ahora he concluido un artículo magistral de su discípulo y amigo Christopher Maurer de la Universidad de Harvard.

Estoy feliz por haber tenido la oportunidad de participar (entre gente tan principal) en este homenaje a un hombre tan sabio, tan querido y a quien tanto debo.

Para mis hijos, amigos y discípulos de Juan Marichal (para mi archivo, ¡cómo no!), con la venia del director del BILE, y con la del director de www.20minutos.es, copio y pego, a continuación, mi contribución a este homenaje (que, además, es la única que tengo escrita en mi ordenador).

Es un artículo-crónica largísimo. El que avisa no es traidor. Pero es lo que me pidieron los amigos del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, a cuyo Consejo de Redacción pertenezco, desde hace años, por encargo de Marichal. Y, aunque es largo, por el afecto y la deuda personal que tengo con el profesor Marichal, creo que me he quedado corto con este obituario incompleto.  Los restos de Marichal reposan en el cementerio de Cuernavaca (México) junto a los de su esposa Solita Salinas, la hija del poeta Pedro Salinas.

Ahí va:

(3.400 palabras para el BILE dedicado a Juan Marichal)

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Marichal saca petróleo de Góngora

Los alumnos de “Humanities 55” le aplaudían siempre al término de sus clases; caso único en la historia de la Universidad de Harvard.

José A. Martínez Soler

(Periodista, profesor titular de Economía Aplicada y, sobre todo, alumno de don Juan en Humanities 55, Universidad de Harvard)

¿Galdós, el garbancero? ¿Machado, el comunista? Asignaturas manipuladas, bibliotecas amputadas, tertulias con las ventanas cerradas, miedo al conocimiento, librerías clandestinas, maestros represaliados… ¡Válgame dios!

Tuve que ir a Estados Unidos en 1976 –huyendo de las torturas, de mi secuestro por paramilitares franquistas y de amenazas de muerte- para que un profesor republicano exiliado, con España a cuestas, me descubriera quién soy y de donde vengo. Y, lo que es mejor, para reconciliarme pacífica y orgullosamente con mis raíces históricas, literarias, culturales y sociales.  Una asignatura prodigiosa, de apariencia inofensiva, me cambió la vida. Y no soy el único que lo dice. Muchos otros alumnos de Juan Marichal (durante los casi 30 años de Humanities 55) comparten mi opinión.

¿Cómo consigue el profesor Marichal ese milagro de transformar el repudio en amor, la vergüenza en orgullo, el pasado triste y oscuro en futuro luminoso? Trataré de explicarme mediante la crónica de los hechos tal como aún los recuerdo.

Don Juan Marichal, boina, bufanda, gabardina larga, antigua, y cartera de cuero con brillo de décadas, camina cabizbajo y a paso lento desde su casa de Cambridge hasta el Harvard Yard, el centro del campus. “¡Ahí viene!”, avisan desde la puerta del Hall. Más de doscientos alumnos (entre oficiales y oyentes) de toda escuela, raza y condición nos acomodamos en una enorme aula que se abre desde el estrado y asciende como anfiteatro en forma de medio cono invertido.

Allí nos enseña don Juan la asignatura más famosa y aplaudida entre los hispanos e hispanófilos de la Universidad de Harvard: “Humanities 55. La literatura de los pueblos de habla española”. Y allí acudimos, dos veces por semana, los enamorados de la literatura, de la historia y de la vida española, tal como nos la enseña y contagia el profesor Marichal.  Procedemos del Harvard College, de la Kennedy School of Government, de la Law School, de Ingeniería, de Ciencias y hasta –¡quién lo diría!- de la mismísima Harvard Business School quienes se redimen cruzando el Río Charles para oír al maestro con fruición y recogimiento.

Al entrar en el aula, don Juan nos saluda en voz muy baja y sonríe con timidez. Para repartir, deja en la primera fila un montón de fotocopias con el texto del día, ya sea “Aldebarán”, “Escrito está en mi alma vuestro gesto”, “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones…”, en inglés y en español.

Sube torpemente al estrado y, ya sin gabardina ni boina, comienza su clase magistral, su transformación. Con tiza, garabatea en la pizarra unas palabras sueltas y desordenadas, para subrayar el tema del día: “noche oscura”, “Juan de la Cruz”, “Orlando furioso”, “sentimiento trágico de la vida”, “sor Juana Inés”, “soledades”, “vasallo”, “Inquisición”, “Machado”, “Borges”, “destierro”, “liberal”…

Se hace el silencio y es otro hombre el que toma la palabra.

Contraportada del BILE

Don Juan pasea por el estrado. Habla despacio, voz alta y grave, pronunciación impecable.  Sus silencios son largos, premeditados, sonoros.  Sus clases son aparentemente sencillas y de comprensión fácil para los estudiantes del Harvard College y doctorandos con nivel de español avanzado. Solo en la forma.

En el fondo, bajo esa suave apariencia formal, el profesor Marichal ataca a la línea de flotación de los alumnos y nos cautiva con un contenido profundo y turbador, bellísimo y tremendamente original.

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Juan Marichal tiene, no cabe duda, el don de enseñar y encarna a las mil maravillas el papel de profesor de Harvard, director del Departamento de Literatura Española. Luce el vestuario de rigor para la ocasión: chaqueta de lana a cuadros con coderas gastadas de cuero y corbata aburrida, prudente. Ordena sus tarjetas de apuntes, pasea por el estrado, escudriña al público y saca esa voz potente, grave y profunda, desconocida fuera del aula.

Abrimos los ojos y nos convertimos, de pronto, en discípulos entregados. El profesor, en provocador, en perturbador de aquellos alumnos a quienes mantiene en vilo.  No me extraña que sus clases superen con mucho a sus libros, por excelentes que estos sean. Maestro de la oratoria y de la retórica, don Juan administra sus silencios a la perfección.

La tensión y la atención obedecen al sube y baja de una sonora montaña rusa porque su discurso, con premeditada improvisación, está construido en dientes de sierra, como el minutado de un telediario. Su entonación es un recurso pedagógico muy bien aprovechado. Como también, la pronunciación de las palabras clave, que silabea con parsimonia y traduce cortésmente al inglés.

He dicho que aplaudimos todas las lecciones que daba de esta asignatura (caso único en Harvard). No exagero nada. Un día llegamos a aplaudir –lo nunca visto- a un magnetofón. Les cuento como fue. A las 12:00 en punto aparece en el estrado un ayudante de don Juan llevando un enorme magnetofón y una cinta de un palmo de diámetro. “El profesor Marichal está de viaje y no podrá dar personalmente la clase de hoy. Por eso, les pide disculpas y les deja esta grabación para que nadie se pierda la lección”. Acto seguido pone en marcha el aparato y, en el silencio habitual del aula, resuena la voz de maestro… Al cabo de 50 minutos, oímos su tradicional “muchas gracias” y el clic final de aquella tremenda caja sonora.  Tras unos segundos de desconcierto, comienzan nuestros aplausos de rigor, más fuertes y largos, si cabe, que cuando don Juan está presente.

Texto de Garcilaso repartido a los alumnos de "Humanities 55" en 1976.

Lo que más nos sorprende es la vigencia, la rabiosa actualidad, de lo que nos cuenta. Desde el Mío Cid hasta los poetas de la generación del 27 y el despertar latinoamericano, pasando por el Siglo de Oro, el maestro desgrana la vida y la obra de cada autor en su contexto histórico, filosófico, íntimo, vital.

Con finísima habilidad y sensibilidad, entronca el pasado con el presente y, burla burlando, lo proyecta al futuro.  Cada autor aparece inmerso en su época y nosotros entramos en ella con él. El análisis es, naturalmente, comparativo con todo lo que se cuece, a la vez, en otros países y por otros autores coetáneos de distintas lenguas.

Cada día nos cuenta, nos recrea, una historia. Y convierte en descomunal algún detalle que, hasta ese momento, nos pareció irrelevante. “¡Hay que ver! ¿será posible?”, es nuestra reacción silenciosa. Y nos cruzamos miradas cómplices llenas de sorpresa, de admiración.   Y así va formando una legión de hispanófilos norteamericanos que completan su formación científica o técnica con la fascinación por España y América Latina.  Al cabo de los años, he sabido que miembros destacados de las actuales élites culturales, sociales y políticas latinoamericanas descubrieron sus orígenes y se reconciliaran con su historia gracias a Humanities 55.

Estas clases, preparadas para el gran público universitario, no para especialistas, son una obra de arte escénico, de orfebrería literaria, con una técnica oratoria capaz de hacer soñar, incluso, a un alumno de la Harvard Business School. Si no habláramos de España y de América Latina, cada lección podría muy bien comenzar con el consabido “Érase una vez…”  y concluir con “…y comieron perdices”.  Pero, ¡ay!, en la literatura, en la historia y en la cultura de los pueblos de habla castellana no siempre acaban los autores ni los personajes “felices y comiendo perdices”. 

Él se preguntaba si no tendríamos los españoles, a lo  largo de los siglos, un regusto por hurgar en nuestras heridas históricas, por alimentar el unamuniano sentimiento trágico de la vida, por tropezar a menudo en la misma piedra del pesimismo o del fatalismo -¿victoria, acaso, del sino sobre el libre albedrío?- y por lapidar, con frivolidad inmisericorde, a los mejores profetas de nuestra tierra.

Y te hace pensar: ¿Acaso nos viene el despilfarro y liberalidad de los hidalgos arruinados de la influencia de la Inquisición que sospechaba como judaizante toda inclinación al ahorro? ¿Es nuestra envidia una herencia de Al Andalus? ¿Tiene algo que ver el exceso de deuda nacional y nuestra secular incapacidad para el ahorro con la persecución y expulsión de los judíos?

Y así, verso a verso, prosa a prosa, caminando de un lado a otro de la tarima, don Juan nos cuela reflexiones sorprendentes por su originalidad y verosimilitud. De pronto, se para en seco, se regodea en el silencio, recorre el anfiteatro con su mirada y nos suelta una frase corta y explosiva de Cervantes, de San Juan de la Cruz o de Miguel Hernández que nos deja de una pieza.

“La física y las matemáticas son extranjeras en España”, nos dice que escribió el padre Feijóo, un reformador del XVIII –al que dedicó su tesis doctoral, bajo la dirección de don Américo Castro- que atribuía el declive nacional a que “los españoles no han estudiado ciencias experimentales”. A menudo, sus citas, admiraciones e interjecciones son como el rayo, como el relámpago inesperado, que te estremece y te ilumina a la vez.

Con Juan Marichal en casa de su hijo Carlos Marichal Salinas en Cuernavaca, Mexico.

Su discurso penetra dulcemente, sin apenas resistencia. Sin embargo, al cabo de un tiempo, fuera del aula, estalla, a partes iguales, en el corazón y en el cerebro de sus discípulos. Se diría que es capaz de subyugar e iluminar al alumnado diseccionando, desmenuzando, el texto más complejo, oscuro y aburrido de cualquier clásico de la lengua castellana. Así lo resume un alumno venezolano procedente de Geología: “Marichal saca petróleo de las piedras más duras de Góngora”.  Y no le falta razón.

Además, al término de cada una de sus clases, tengo la sensación inquietante de que, bajo la ominosa dictadura de Franco, he vivido casi treinta años engañado acerca de lo que es España y de lo que somos los españoles, de lo que es América Latina y de los que son los latinoamericanos.

Hasta entonces (estudiante de Ciencias), yo no supe que mi lengua madre era tan rica, tan bonita, y que podía expresar sentimientos tan bellos y pensamientos tan profundos. Recuerdo, eso sí, que los maestros perdieron la guerra civil, fueron represaliados, y que los frailes del nacional catolicismo nos enseñaron otra Literatura y otra Historia.  Siento que la lengua, la literatura, la historia de España y mis propias raíces me han sido escamoteadas por falta de maestros auténticos, de referentes intelectuales y morales, como éste que tengo delante de mi en un aula extranjera.

Y me pregunto por qué sus palabras tienen, en la mayoría de los casos, un milagroso efecto balsámico, pacificador, sobre nuestras heridas históricas, sobre “los males de la patria” de Lucas Mallada. Apenas tengo respuesta. Quizá el enigma de Marichal reside en que su investigación histórica, su voluntad didáctica, su habilidad pedagógica y su propia crítica literaria,  en la práctica docente, están llenas de amor; amor al ser humano, en general, y al que se expresa en castellano, en particular.

Su discurso va enriquecido por una pertinaz introspección en la vida y en el alma de los pueblos, en su “intrahistoria”. Siempre que puede, cita de rondón, a don Miguel de Unamuno. Lo cita, si cabe, más que a Ortega o a Giner de los Ríos. Por eso, decimos que don Juan Marichal es nuestro Unamuno particular. Con su doble tragedia personal a cuestas (el largo exilio y la muerte prematura de su hijo Miguel), don Juan “unamuniza” y engrandece todo lo que toca.

En la prodigiosa asignatura Humanties 55 hay una línea argumental finísima, casi imperceptible en el día a día, que deja un poso potente al final del curso. Las lecciones rezuman erasmismo, disidencia, compasión, heterodoxia, amor a la creación, a la imaginación y, por encima de todo, a la libertad. Presenta a los autores casi en parejas antagónicas o complementarias: San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Quevedo y Góngora, Lope de Vega y Calderón, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, Machado y García Lorca, Borges y García Márquez…

Sólo Cervantes y Unamuno –y no por llamarse ambos don Miguel- le merecen clases únicas, exclusivas. Los apuntes ya amarillentos de esos días me ponen aún la carne de gallina. Don Juan –un día cervantino y otro unamuniano- se debate entre ambos, los vive, los pregona, los goza y los sufre compasiva y agónicamente. Y en ambos ve el dolor y el clamor de las dos Españas: la que vence y la que convence , parafraseando a Unamuno.

Vemos la tensión y el miedo que produce esa dualidad desde el Mío Cid (frontera móvil, exterior) hasta nuestros días (frontera fija, interior):  cristianos y musulmanes, cristianos viejos y cristianos nuevos, eclesiásticos bélicos (inquisidores, en latín) y evangélicos (erasmistas, en castellano), ortodoxos y disidentes, conquistadores y conquistados, católicos y protestantes, dominicos (aristotélicos)  y agustinos (platónicos), conservadores y liberales, nacionales y republicanos …

Y nos pone mil ejemplos. Fray Luis de León (nieto de conversos perseguidos en Belmonte) ganó su cátedra a un dominico (próximo a la Inquisición) que le denunció por ser un profesor “afecto a novedades”.  ¡Qué denuncia tan tristemente española!

Nos desmenuza la lengua y nos sorprende con las influencias de la frontera móvil Norte-Sur, desde Asturias a Granada.  (¿Acaso hay algo más español que el “olé” de las tardes de toros? Pues viene de “Alá”).  Indirectamente, hace guiños a los “WASP (blancos, anglosajones y protestantes, que son mayoría entre los alumnos) con la mezcla de inmigrantes en EE.UU. y su frontera móvil Este-Oeste (“go west!”).  Y también se gana a los judíos y musulmanes norteamericanos con la rica acumulación cultural del “melting pot” de España, Sefarad y Al Ándalus.

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Como buen sabio y erudito de mil disciplinas, don Juan es modesto, muy trabajador y extremadamente austero. Los piropos le turban. Si viviera y leyera esto que escribo hoy, con tanto cariño y nostalgia y a modo de obituario incompleto, me impediría publicarlo y me llamaría “aleluyero” o, peor aún, “¡periodista!” por exagerado. Pero, en lo que a su sabiduría, pedagogía, humildad y timidez se refiere, me quedo corto.

Don Juan tiene arranques de ira, eso sí, pero en defensa de valores –hoy casi desvanecidos- como la integridad, el rigor intelectual, la investigación seria, no sesgada, la exigencia de calidad, el desprecio por la riqueza material, el trabajo duro, sin descanso, o la búsqueda de la excelencia.

Un día, comparando la literatura de Miguel de Cervantes, de Benito Pérez Galdós y de Gabriel García Márquez, exclamó: “Siento una enorme vergüenza al decirles que a García Márquez nunca le permitieron la entrada en los Estados Unidos”. El agradecimiento a su tierra de acogida (tenía pasaporte estadounidense) no le impide criticar con firmeza la política de Washington contra uno de los mayores escritores vivos en lengua castellana.

Claro que don Juan no es perfecto. Es un ser humano excepcional, muy especial, también en el sentido de raro, y, quizás, excesivamente estricto. Marcado por el exilio, “transterrado” lejos de su añorada España, que idealiza sin remedio desde la lejanía, el maestro tiene un perfil algo triste y, a veces, doliente, casi agónico. Le gusta reír, pero es tacaño con la risa. Todo lo contario que su esposa Solita Salinas, una sonrisa viviente.

Don Juan es delgado, enjuto y tiene bastante nervio pero parece físicamente frágil y se mueve con esa torpeza que solemos atribuir a los sabios despistados. Y como catedrático durante más de treinta años, y gran académico, no se priva, desde luego, de sentir los celos típicos de una profesión de envidiosos. Ataca a algunos de sus competidores con ironía compasiva (“cervantina”), no exenta de cierta soberbia intelectual, pese a su modestia aparente. Insobornable y cabal, critica duramente a los intelectuales que cree que se han vendido al poder o a intereses económicos. Tampoco se priva de lanzar contra ciertos colegas anécdotas humorísticas de pellizco de monja, dignas del peor Quevedo, que prometo no contar.

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Juan Marichal y JAMS en Cuernavaca, Mexico.

Por sus enseñanzas compruebo que la guerra “incivil” española nos cortó de raíz los grandes troncos de nuestra cultura: los maestros y líderes intelectuales y morales de referencia. Gruesos olivos poéticos, que acumulaban y trasmitían cultura milenaria, como Antonio Machado, Federico García Lorca o Miguel Hernández, fueron segados de golpe. Otros tuvieron que huir o fueron represaliados.  Perdimos la crema de España. Y volvió, otra vez, la secular tensión interior que Marichal llama “la frontera interior”. ¿Frontera imprecisa entre las dos Españas de siempre? ¿Acaso no sufrieron persecución, destierro o cárcel San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Quevedo, Jovellanos, Goya o Blanco White?

Durante la Dictadura, huérfanos de maestros en aquel prolongado y negro paréntesis de “frontera interior”, vimos, a escondidas, algunos brotes meritorios de aquellos troncos.  Pero en España no pudimos oír, ver ni leer a los exiliados como Pedro Salinas (padre de Solita, esposa y auténtico motor de Marichal), a Américo Castro (maestro de Marichal), a Vicente Llorens, a los tres grandiosos Pablos (Casals, Neruda y Picasso) y a tantos otros grandes.

La Universidad de Harvard cuenta entre sus glorias con el profesor Marichal. Y Marichal, durante décadas, acoge y mima a todos los españoles e hispanoamericanos que acudimos a él. Sus aulas, la Kirkland House (a la que ambos estamos afiliados) y su casa (con bandera republicana, naturalmente, y motivos canarios) son lugar de peregrinación, casi de culto, para quienes buscamos raíces literarias, históricas, políticas, vitales y –como no- el entronque con un pasado más libre, creativo y digno, alejado de la vergüenza, la humillación y la miseria de la Dictadura de Franco o de las dictaduras latinoamericanas.

En privado, don Juan habla poco y pregunta y escucha mucho. Le complace compartir lo que Giner de los Ríos llamó “el santo sacramento de la conversación”. Qué buenas tertulias montan Juan y Solita con invitados de categoría (Octavio Paz, José Ferrater Mora, Raimundo Lida, Josep Lluis Sert o Vicente Llorens) mezclados con jóvenes estudiantes, como yo mismo, o el matrimonio Francisco Ros (más tarde secretario de Estado de Telecomunicaciones) y Clemen Millán (luego profesora titular de Literatura de la UNED).

Por eso decimos que de las manos de Juan Marichal y de Solita Salinas sale otra España y otra Latinoamérica de las que podemos presumir y no sin razón.  Los Marichal-Salinas nos tienen en acogida generosa y cálida, en su particular isla hispana anclada en Cambridge, un refugio para estudiantes en el corazón universitario del imperio norteamericano.

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Después de escucharle, se nos hace muy difícil volver, sin más, a nuestra Facultad. Sus clases nos empujan a hacer novillos en nuestra especialidad.  ¡Qué le voy a hacer! Cuando salgo del aula de Marichal, contagiado por su pasión por los grandes escritores en lengua castellana, cruzo el Harvard Yard, camino de las clases de Federalismo Fiscal, con mi tutor Samuel Beer, y me paro en seco al pie de la escalinata de la descomunal Widener Library. (“Ahí están todas las traducciones del Quijote”, nos ha dicho don Juan, “y hasta el manuscrito de Fortunata y Jacinta”).

Mi duda es razonable: hacer novillos, entrar en la biblioteca y leer al autor del día, elegido por Marichal, o seguir mi camino hacia el despacho del simpático profesor Beer (ex ayudante de Rossevelt, lleno de ricas anécdotas) y mejorar mi tesina de Nieman Fellow.  Más de un día, -lo reconozco- el placer superó al deber y me encerré en aquella inmensa biblioteca, la catedral de los libros, en el área de lengua española. Me di a la lectura. Y a esas lecturas, gracias a la guía del maestro, debo mucho de lo que soy y de lo que pienso.

En la primavera de 2007, tres años antes de su muerte, visité a don Juan en su casa de Cuernavaca, México, con su hijo Carlos. Le encontré, con 85 años, muy delicado de salud. Ambos sabíamos que ese podría ser –como fue- nuestro último encuentro. Al despedirme, le abracé emocionado y le ayudé a sentarse en su sillón. Cuando yo estaba a punto de salir, ya en la puerta de su sala de estar, el profesor Marichal, con la mirada algo perdida en sus estanterías de libros, pronunció con su antigua voz, fuerte y grave -la misma voz, reconocí, que utilizaba 30 años atrás en sus clases de Humanities 55-, las célebres palabras de don Manuel Azaña:

“Paz, piedad, perdón”.  

Nunca sabré a qué se refería, por qué me lo dijo ni en qué pensaba, con esa mirada perdida en los libros y su salud tan frágil.  Pero, como en el curso 1976-77, el profesor Marichal consiguió, una vez más, lo que solía lograr con sus clases. Lo consiguió, sí: me dejó descolocado, perturbado, y, como siempre, … me obligó a pensar.

¡Maestro!

FIN

 

 

“The idiots of the New York Times,” according to F.J. Losantos

Every time the extreme right remembers me, I am afraid. Jiménez Losantos, the standard bearer, did just that yesterday in his column in El Mundo. Vanity keeps me from ignoring it without refreshing his memory.


(At the petition of some “idiot” friends and colleagues of the foreign
press – from both conservative and progressive media- I copy and paste
below an English version of yesterday’s post. Aquí está es la versión de «Los bobos del NYT» de ayer en castellano)

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To attack Judge Garzon, who was supported last Sunday by one of the most prestigious newspapers of the world, Federico J. Losantos tries to discredit the New York Times as a gang of left wing idiots («bobos»). Come on! The New York Times? For Federico J. Losantos, the reporters and editorialists of the NYT are a handful of losers who know nothing about the press. The recklessness and shamelessness of FJL – products of his active ignorance- makes my hair stand on end.

I am copying and pasting the paragraph in question of his column “Liberal Comentaries” (liberal?) in the newspaper edited by Pedro Jota [Pedro J. Ramirez, Editor of El Mundo] last Monday:

“I’ve sometimes said that there is only one thing more idiotic than a progressive European and that is a progressive American. That grotesque editorial against Aznar titled A Chill in Spain (just for firing from RTVE a PSOE propagandist married to the editorial section of the NYT), the Progressive’s Bible, proved I have never been so right.”

The editorial of Sunday’s The New York Times on Garzón was reproduced entirely in this blog. You can review it here. The other editorial (“A chill in Spain”) cited by F.J.L. that the New York Times dedicated to my firing as correspondent of TVE [Spanish state controlled TV] in New York, following a televised pre-election interview that I did of Aznar in 1996, who was a candidate for the premiership of the Government was published in this blog on the 10th anniversary of Aznar’s victory (and of my firing). I copy and paste it below:

Editorial or The New York Times:

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After 16 years (what memory!), Jiménez Losantos, the columnist of El Mundo now honors me by comparing me, if only in passing, to Judge Garzón, for the support that both of us have received from editorials in the New York Times. On the other hand, I must clarify that I have never belonged to the PSOE [Socialist Party], although now that this party is completely down and out, I may even feel like joining.

In spite of his good memory, Jiménez Losantos forgot to mention that dozens of editorials similar to that of the NYT, news stories, and articles about my firing from TVE were published in the leading newspapers of the democratic world (I still have almost a hundred now yellowed clippings) to the shame of the then new Spanish Prime Minister, José María Aznar, converted into a persecutor of freedom of the press.

I copy and paste a couple of them that I have on hand in this same blog (more “idiots” FJL would say of the  Financial Times or of The International Herald Tribune, to take one conservative and another progressive newspaper)

Editorial commentary of the  Financial Times:

Front page of The International Herald Tribune:

Fortunately, Bill Kovack, Curator of the Nieman Foundation for Journalism of Harvard University (where I was a student) surprised me by sending a letter to King Juan Carlos with a copy to Aznar (and to the editor of the NYT and other Nieman Fellows) and this provoked widespread global press coverage.

Letter from the Curator of the Nieman Foundation of Harvard University to the King of Spain:

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My children referred to the payment that a judge sentenced RTVE to pay me by declaring my firing wrongful as “the Aznar Fellowship.” Part of that compensation was used to give life to the daily 20 minutos, the most widely read general information newspaper in the history of Spain (and this magnificent web, www.20minutos.es , the third most widely read Spanish language [news ] website in the world.)

In any case, my firing is water over the dam and forms a part of the risks in the journalist trade. But I sincerely hope Federico J. Losantos forgets me. As I said at the beginning, when the extreme right talks about me, I get chills. Although, by calculating probabilities, I am no longer kidnap-able or torture-able but, trust me, I know what I am talking about when I say I am afraid.

“Los bobos del New York Times”, según Jiménez Losantos

Tengo miedo cada vez que la extrema derecha se acuerda de mí. Jiménez Losantos, su abanderado, lo hizo anteayer en su columna de El Mundo. Mi vanidad me impide pasarlo por alto sin refresacar su memoria.

Federico Jiménez Losantos

Para atacar al juez Garzón, apoyado el domingo por uno de los diarios más prestigiosos del mundo, Federico J. Losantos trata de desprestigiar al New York Times como a una cuadrilla de bobos progres. ¡Vamos! ¿El New York Times? Para Federico J. Losantos los redactores y editorialistas del NYT son cuatro mataos que no saben nada de prensa. El atrevimiento y la desvergüenza de FJL – propios de una ignorancia activa- me producen escalofríos.

Copio y pego el párrafo en cuestión de su columna “Comentarios liberales” (¿liberales?) en el diario de Pedro Jota del pasado lunes:

“Alguna vez he dicho que sólo hay algo más bobo que un progre europeo y es un progre norteamericano. Desde aquel grotesco editorial contra Aznar titulado A chill in Spain (por despedir de RTVE a un propagandista del PSOE esposado a la sección editorial del NYT), la Biblia Progre no me había dado tan estrepitosamente la razón.”

El editorial del New York Times del domingo sobre Garzón quedó recogido íntegramente en este blog. Pueden revisarlo si quieren. El otro editorial (“Un escalofrío en España”) citado por F.J.L que el New York Times dedicó a mi despido como corresponsal de TVE en Nueva York, tras la entrevista preelectoral que le hice a Aznar en 1996, como candidato a la presidencia del Gobierno, quedó recogido en este blog en el décimo aniversario de la victoria de Aznar (y de mi despido). Lo copio y pego a continuación:

Editorial de The New York Times:

 

 

 

 

 

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Traducción oficial del editorial del NYT, aportada al juicio contra RTVE, que gané, por mi despido improcedente:

Un escalofrío en España

“José María Aznar ganó las elecciones como nuevo Primer Ministro de España el pasado mes de marzo, en parte por convencer a los votantes de que había modernizado completamente su partido de centro derecha, Partido Popular, limpiándolo de toda nostalgia por las prácticas anti-democráticas de la dictadura de Franco. Ahora tendrá que volver a convencerles tras el despido con mano dura del jefe de la corresponsalía de Televisión Española en Nueva York, José Martínez-Soler, y otros cuatro corresponsales.
El Gobierno Aznar dice que despidió al Sr. Martínez-Soler para ahorrar dinero. Pero más bien parece una represalia por una entrevista de la campaña en febrero en la cual el Sr. Martínez-Soler le sacó los colores al Sr. Aznar con una referencia puntual a la vieja guardia de la derecha del Partido Popular. Si la impresión de represalia perdura, tendrá un efecto escalofriante sobre otros periodistas que trabajan para la televisión estatal española.
El tema que el Sr. Martínez-Soler abordó era legítimo, por muy incómodo que fuera para el Sr. Aznar. La era de Franco pasó no hace tanto tiempo. Muchos que sirvieron al dictador mantuvieron posiciones de influencia en los mandos del partido conservador hasta bastante recientemente. Tampoco estaba el Sr. Martínez-Soler discriminando al candidato conservador dándole un tratamiento más duro que a los demás. Hizo preguntas igualmente incómodos a los rivales socialistas.
El Sr. Aznar tiene el derecho de hacer sus propios nombramientos para los más altos cargos de la política de emisión. Pero a los periodistas profesionales, si sus informes han de ser creíbles, necesitan estar libres de la presión política. Las libertades democráticas de España son demasiado preciosas, y ganadas demasiado recientemente, para ser tan pisoteadas y tan descuidadamente. El Sr. Aznar debe moverse rápidamente para deshacer el daño”.
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Al cabo de 16 años (¡qué memoria!), me honra ahora el columnista de El Mundo comparándome, siquiera de pasada, con el juez Garzón por el apoyo que ambos hemos recibido en sendos editoriales del New York Times. Por otra parte, le aclararé que nunca he militado en el PSOE aunque, ahora que está completamente hundido, me dan ganas de apuntarme.

Pese a su buena memoria, Jiménez Losantos olvidó mencionar que docenas de editoriales semejantes al del NYT, crónicas y articulos sobre mi despido de TVE fueron publicados en los principales diarios del mundo democrático (conservo casi un centenar de recortes ya amarillentos) para vergüenza del entonces flamante presidente del Gobierno español, José María Aznar, convertido en perseguidor de la libertad de expresión.

Copio y pego un par de ellos que tengo a mano en este mismo blog (otros «bobos» que diría FJL del Financial Times o del International Herald Tribune, por tomar uno conservador y otro progresista)

Comentario editorial del Financial Times:

 

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Traducción oficial aportada en el juicio:

Costumbres españolas

 

“El nuevo gobierno del Partido Popular de España puede estar moviéndose hacia una economía más abierta, pero no está haciendo mucho por la tolerancia política. Los cambios de plantilla en organismo estatales no se están limitando solo a los puestos mas altos. En la autoridad emisora RTVE, por ejemplo, llegan muy abajo dentro de la organización.
El Primer Ministro José María Aznar evidentemente no ha perdonado una entrevista de TVE que tuvo durante la campaña electoral en febrero.
Los partidos entonces tenían dificultades para llegar a un acuerdo sobre un entrevistador para los candidatos principales, pero finalmente acordaron quedarse con José Antonio Martínez Soler, un periodista presentador muy conocido, que acababa de ser enviado a Nueva York como corresponsal jefe en EE.UU. de la televisión estatal española.
Martínez Soler, 49 años, puede estar ahora dándose patadas por un lapsus de tacto durante la entrevista con Aznar, cuando se refirió a la vieja guardia del Partido Popular como “Parque Jurásico.”
Veterano miembro del programa prestigioso de la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard, también habia chocado con la anterior administración socialista.

Antes de ello, poco después de la muerte de General Franco, como un jóven director de una revista, fue secuestrado, torturado y sujeto a una ejecución simulada, tras escribir un artículo sobre la paramilitar Guardia Civil. Esta vez solamente le han despedido de su trabajo como corresponsal.
Esto es progreso.”
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Primera página del International Herald Tribune

 

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Afortuadamente, Bill Kovack, director de la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard (de la que soy antiguo alumno) me sorprendió al enviar una carta al rey Juan Carlos con copia a Aznar (y al director del NYT y a otros Nieman Fellows) y eso provocó tan amplia cobertura en la prensa a nivel mundial.

 

 

Carta del Curator de la Nieman Foundation de Harvard al Rey de España

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Traducción oficial de la carta del Curator de la Nieman Foundation for Journalism de Harvard University al Rey de España, aportada al juicio contra la RTVE de Aznar.

Al Rey Juan Carlos

Madrid, España

Su Excelencia:

Le estoy escribiendo urgentemente para llamar su atención sobre un asunto grave de interferencia con la libertad de prensa y libertad de expresión que acaba de llegar a mi conocimiento. La decisión del nuevo gobierno del Primer Ministro José María Aznar de despedir a José Martínez-Soler como corresponsal de TVE es un golpe grave a la imagen de una sociedad civil que nutre los derechos de sus ciudadanos.

Periodistas por el mundo están bien familiarizados con el coraje y la integridad de José Martínez-Soler. Sabemos el precio que tuvo que pagar una vez por su devoción a los valores de los derechos humanos. Todos quedamos anonadados (pasmados, aturdidos) al oír las noticias de la decisión de despedirle de su trabajo como corresponsal en EE.UU. En solamente ocho meses había demostrado una rara habilidad para comunicar los sucesos en Estados Unidos a su audiencia en casa. Igualmente importante, nos ha ayudado conocer una nueva y emergente España. Un seminario que dirigió con otros “Fellows” de la Fundación Nieman de Harvard, anteriormente este año, fue de los más interesantes e inspiradores que hemos tenido en todo el año. La promoción entera de los “Fellows” Nieman se une a mí al expresar nuestra consternación por el comportamiento de la nueva dirección de TVE.

Este episodio lastimoso es especialmente desalentador en un momento de una mayor esperanza engendrado por el desarrollo de una Europa más integrada y unida a favor de los principios de los derechos humanos.

Respetuosamente pido que utilice su influencia para deshacer la decisión de silenciar la voz valiosa de José A. Martínez-Soler y establecer un precedente que guiará a los que respetan el valor del derecho de un pueblo a la voz y expresión libre mientras nos acercamos a otro milenio.

Respetuosamente suyo,

Bill Kovach

Curator (director o presidente)

Copia: Primer Ministro José María Aznar

Jorge Sanchez Gallo, TVE

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A la indemnización que el juez obligó a RTVE a pagarme, al declarar improcedente mi despido, se refirieron mis hijos como «la beca Aznar». Una parte de ella sirvió para dar vida a 20 minutos, el diario de información general más leído en la historia de España (y a esta magnífica web, www.20minutos.es, la tercera del mundo en castellano).

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En todo caso, mi despido ya es agua pasada y son gajes del oficio. Pero, sinceramente, prefiero que Federico J.Losantos se olvide de mi. Como dije al principio, cuando la extrema derecha habla de mi me dan escalofríos.  Afortunadamente, por cálculo de probabilidades, ya no soy secuestrable ni torturable, pero se de lo que hablo cuando digo miedo.

 

Elogio de Guerra a Suárez en el país de la ingratitud

El hermano médico del ex presidente Suárez nos dijo ayer que «el estado mental y fisico de Adolfo se deteriora lentamente pero sin pausa». No reconoce a nadie y no pudo saber nada de los elogios recibidos ayer en el homenaje que le brindó la Universidad Europea de Madrid.

Hipólito Suárez y Alfonso Guerra en el homenaje al ex presidente Suárez de la Universidad Europea de Madrid

Lástima. Le llegan demasiado tarde «en el país donde -como dijo nuestro colega Manuel Campo Vidal«la ingratitud es la norma».

«Impactado y emocionado», el doctor Suárez nos regaló algunas anécdotas de la vida que compartió con su hermano en una pensión de estudiantes de la madrileña Calle Almirante en los años 50. «Adolfo ha tenido una vida dura, muy dura, pero en aquellos años yo creo que fue feliz», recuerda Hipólito.

«Siempre fue tolerante, generoso y muy activo y tenía muy claro, al terminar su carrera de abogado, que él sería presidente porque me lo dijo varias veces».

El ex videpresidente Alfonso Guerra también sumó recuerdos emocionados del ex presidente Suárez y negó todas las historias publicadas sobre la animadversión entre ellos.

-«Son falsas», dijo, «le he visto con frecuencia antes de su enfermendad y lamento mucho no haberle creído cuando le pregunté si iba a publicar sus memorias. Me respondió»:

-«No las publicaré porque estoy perdiendo la memoria. De verdad, Alfonso, estoy perdiendo la memoria».

No le creí y fue la última conversación que mantuvimos (el 10 de abril de 2002) antes de que se detectara su enfermedad.

Guerra tuvo palabras de elogio para la vida y la obra de Suárez, su adversario político, como «paradigma de la autoredención; un gran político que combinaba la reflexión con la decisión». Resumió su obra: como numerario de un régimen oprobioso, fue ascendiendo en el edificio que quería derribar, era un desclasado y nadie le comprendió cuando hizo el desmontaje de la vieja estructura del franquismo. Fue valeroso y generoso y no guardaba ningún rencor.

A continuación, Alfonso Guerra hizo una excelente reivindicación de la transición de la Dictadura a la Democracia como fruto de la presión desde abajo y de la liberación desde arriba. Y destacó el papel relevante de estos personajes clave: Adolfo Suárez, Felipe González, Fernando Abril Martorell, Santiago Carrillo, el cardenal Tarancón y, especialmente, el Rey.

Hubo un espiritu de acuerdo hasta la Constitución, en un tiempo marcado por la incertidumbre, la crisis, la violencia, la libertad y el consenso. La clave, a su juicio,  fue que «nadie quedó totalmente satisfecho pero nadie quedó fuera del juego democrático. Se hizo lo que convenía a los españoles (para que los nietos no sufran nunca más una guerra civil ni una dictadura) y se consiguió el punto medio: una transición ni muy rápida ni muy lenta. Y el fruto ha sido un periodo de paz desconocido en la historia de España».

Adolfo Suárez

Guerra recuerda muchos detalles porque los anota. («Lo importante son los detalles, que se olvidan»). Y nos contó su intercambio con Suárez en diciembre de 1981:

Guerra:

«¿Cuál fue el impulso que te llevó a dimitir como presidente del Gobierno?

Suárez:

«Al final, estaba sólo»

Tras un breve silencio, Alfonso Guerra, más poeta que político, nos suelta esta afirmación lapidaria:

«Líder y nada»

«La amistad es una conversación inconclusa entre dos soledades. Y me dijo que nos ayudaría a gobernar. Creo que Suárez no ha dejado ni un día de pensar en España».

Para teminar, Guerra nos dió una exclusiva: nos leyó las notas, no desveladas hasta ayer, que tomó el ujier que el 23-F llevó al golpista teniente coronel Antonio Tejero y al presidente del Gobierno en funciones Adolfo Suárez hasta  una salita del Congreso.

Este fue el relato literal del ujier leído por Guerra:

Suárez y Tejero en Portería General. Suárez me pregunta donde pueden hablar. Está en la puerta M 30.

-Presidente, aquí hay un cuarto.Yo entro detrás de ellos. Suárez está a mi izquierda, Tejero a mi derecha

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Suárez a Tejero: ¡Explique qué locura es esta!

Tejero: ¡Por España, todo por España!

Suárez: ¡Qué vergüenza para España! ¿Quién hay detrás de esto? ¿Con quién puedo hablar?

Tejero: No hay nada de que hablar. Solo debe salir.

Suárez: ¿Pero quién es el responsable?

Tejero: Todos, estamos todos.

Suárez: Como presidente le ordeno que deponga su actitud.

Tejero: Usted ya no es el presidente de nadie.

Suárez: Le ordeno…

Tejero: Yo solo recibo órdenes de mi general.

Suárez: ¿Qué general?

Tejero: Milans. No tengo nada más que hablar.

Suárez: Le insisto, soy el presidente.

Tejero: No me provoque.

Suárez: ¡Pare esto antes de que ocurra alguna tragedia, se lo ordeno!

Tejero: Usted se calla. Todo por España.

Suárez: Le ordeno

Tejero: Cállese, siéntese y usted (al ujier que escuchó la conversación y se la facilitó a Guerra) fuera.

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No hay grandes novedades en este diálogo porque todos hemos visto en televisión la actitud valerosa de Suárez durante el Golpe de Estado del 23-F pero es, según Guerra, «un detalle más de su compromiso con la libertad»

Antes que el diputado más veterano del Congreso (Guerra lo es desde las primeras elecciones libres en 1977), habló brevemente Belem Hoyo, la diputada más joven (PP de Valencia, 27 años). Y lo hizo para abrazar los valores de la transición: entendimiento, pacto y consenso, y cambiar el tono, la forma y el fondo de la política. «Adolfo Suárez», dijo, «buscó la concordia». Y terminó haciendo un guiño machadiano a Guerra:

«Ni el pasado ha muerto ni está el mañana ni el ayer escrito».

Lástima que Suárez no haya podido oir ni entender que los elogios tan merecidos de ayer iban dirigidos a él.

Un poco tarde, ingrata España.

Tres hurrras por el presidente Suárez.