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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Garzón, condenado por «una nimiedad», recurre

Nunca comprendí bien la unaminidad de todos los miembros del Supremo al condenar a Garzón por una nimiedad. La clave, según Gil Calvo, es que el prevaricador ha sido el propio tribunal. No les quedaba otro remedio, una vez que aceptaron celebrar un juicio oral tan ridículo y sin fundamento.

El Roto en El Pais (21-II-2012)

Si no hay unanimidad (ni de lejos) en la comunidad jurídica española ni en la internacional sobre el caso ¿cómo es posible que existiera tan rotunda unanimidad entre todos los miembros (de derechas y de izquierdas) que condenaron a Garzón? Algo huele a podrido en Dinamarca.

La escandalosa sentencia del Supremo contra el juez Garzón ha merecido numerosos análisis. Uno de los más lúcidos y originales, a mi juicio, ha sido este artículo de Enrique Gil Calvo en El País, que no quiero perder. Lo copio y pego a continuación, para archivarlo en el blog:

Veredicto

Lo que se ponía en tela de juicio no era la prevaricación de Garzón, sino la del Supremo al condenarle

Cuando Europa entera atraviesa un trance agónico de difícil resolución institucional, y como consecuencia la propia España peligra gravemente por su dependencia del Eurogrupo, he aquí que el Tribunal Supremo (TS) ha decidido aprovechar la ocasión para condenar a la inhabilitación por prevaricador al juez español que goza de mayor autoridad internacional por sus reiteradas contribuciones a la justicia universal. Y la suya ha sido una condena muy polémica, que ha abierto una grave fractura en nuestra opinión pública y que no va a ser entendida fuera de nuestras fronteras, derivándose de ella un indudable desprestigio de nuestra justicia y una más que probable desautorización futura por parte del Tribunal de Estrasburgo. Pero no puede decirse que sea una condena sorprendente para nosotros los españoles (aunque sí para los observadores foráneos), pues entraba dentro de las expectativas abiertas por todos los analistas que siguieron de cerca el triple enjuiciamiento entablado contra el juez Garzón.

Aunque tal condena me parezca una injusticia histórica, mi cualificación profesional no me autoriza a pronunciarme sobre su grado de legitimidad jurídica ni mucho menos sobre su factura técnica. Pero sí me creo autorizado a valorar algunos de los elementos extrajudiciales que concurren en la formulación y la recepción de semejante veredicto de culpabilidad. Acabo de sostener que la sentencia en sí misma no me sorprendió, pues la esperaba casi tanto como la temía. Pero en cambio sí me produjo gran sorpresa tanto la unanimidad del veredicto como la susceptibilidad con que la magistratura rechazó el coro de críticas que mereció la condena. ¿Pues qué esperaban? ¿Acaso se creían con derecho a recibir un aplauso también unánime?

Comencemos por la unanimidad del veredicto. Si resultó tan sorprendente fue porque el Ministerio Fiscal solicitaba la absolución y porque otros jueces habían refrendado la legitimidad de las decisiones de Garzón. A pesar de lo cual, los magistrados del Supremo avalaron unánimemente el veredicto de prevaricación. ¿Cómo explicar esta unanimidad que tan chocante y poco razonable resulta para el sentido común? Creo que bien podría admitirse como plausible esta posible interpretación: lo que se ponía en tela de juicio en las causas contra Garzón no eran tanto las posibles prevaricaciones a priori en que hubiera podido incurrir el juez procesado como la eventual prevaricación a posteriori en la que podría caer (o no) el TS al condenar a Garzón. De ahí esa unanimidad coral, pues el Supremo no estaba tanto juzgando al acusado como juzgándose a sí mismo, lo que le llevó en consecuencia a absolverse al unísono como órgano colectivo.

En efecto, la decisión de procesar al juez por tres causas a la vez había parecido tan sorprendente y contra natura desde un comienzo que, para la opinión pública, lo que estaba en tela de juicio era la legitimidad del Tribunal Supremo para juzgar a Garzón. ¿No se estaba forzando el procedimiento para personalizarlo fabricando una causa ad hominem? ¿Llegarían hasta el extremo de atreverse a condenarle, o se limitarían a hacerle pasar por las horcas caudinas para absolverle al final? Con ello, el proceso dejó de tener por objeto los actos pasados de Garzón para pasar a centrarse en la decisión última del TS, convirtiéndose en una querella de legitimidades planteada entre la autoridad moral de un juez y la autoridad formal de un tribunal superior. Por lo tanto, dado que el asunto no se supo detener a tiempo, y una vez que el procesamiento avanzó hasta el punto de abrirse el juicio oral, entonces la suerte quedó echada sin posible vuelta atrás, pues puestas así las cosas la causa ya no podía terminar más que con una condena previamente anunciada. De ahí la inevitable unanimidad para poder reafirmar y garantizar el principio de jerarquía institucional.

Así se entiende también la posterior intransigencia con que el TS rechazó las críticas contra su condena, unas críticas que a la portavoz del CGPJ le parecieron “intolerables”. ¿Acaso pretenden resucitar la censura y el delito de opinión o lesa majestad? ¿A qué viene tan extemporánea intolerancia? Semejante actitud revela la mala conciencia de la magistratura, dolida al advertir que está perdiendo legitimidad como consecuencia de sus propios actos. De ahí que para tratar de recuperarla reaccione exigiendo acatamiento a sus veredictos por inverosímiles que parezcan, lo que aún agrava más su propia deslegitimación. Pero la justicia sin legitimidad pierde su razón de ser. Pues como sabemos por Foucault o Bourdieu, la función de la magistratura es ejercer el monopolio legítimo de la verdad oficial. Y ese monopolio se desvanece en cuanto sus veredictos dejan de resultar creíbles.

Fin.

Garzón ha decidido recurrir la sentencia extravagante del Supremo. La esperanza es lo último que se pierde. Veremos si el Tribunal Constitucional se atreve a enderezar el entuerto en que le ha metido el Supremo.

Muy interesante y clarificador también el artículo de José Yoldi en El Pais del 20 de febrero de 2012 sobre el segundo pleito montado contra Garzón, por si les fallaba el primero. (Y aún les queda el tercero y más interesante sobre los crímenes del franquismo). El título ya lo dice todo:

En la absolución, yo te condeno

Y me queda por recoger la Tribuna de Gaspar Llamazares el El Pais:

No acato, ni respeto un escándalo supremo

La condena anunciada del Tribunal Supremo al juez Garzón pone en evidencia la politización corporativa del poder judicial

22 FEB 2012

El linchamiento o juicio inquisitorial a Garzón resume, como pocos, nuestros males nacionales, en este caso, las aberraciones del poder que se convierten en afrentas a la ética civil y la justicia.

La condena anunciada del Tribunal Supremo pone en evidencia la politización corporativa del poder judicial.

El Roto en El Pais

El primero de ellos es la soberbia y prepotencia clasista de los que se consideran todavía hoy vencedores de la guerra civil y luego también de la interpretación de la transición. Los que no están dispuestos a que nadie cuestione, revise o interprete el pasado: ni de la impunidad, ni de las leyes, como ha hecho con el caso de las víctimas del franquismo, Baltasar Garzón. A él se le podía permitir sacar a la luz los trapos sucios de las “dictaduras bananeras”, pero ni hablar de sacar los colores a la Metrópoli del Imperio ¡Aquí somos más serios, aquí la impunidad del franquismo no se toca!

Se trata también de un juicio que simboliza el conflicto entre las Instituciones del Estado

La utilización burda de la Ley de Amnistía como ley de punto final y el menosprecio de derecho internacional en materia de Derechos Humanos reanuda la apropiación de la Constitución por los sectores que más la combatieron.

El segundo es un mal, tan viejo como el mundo, la codicia, que extiende un manto de silencio sobre la ominosa corrupción que durante décadas y, con pasividades y complicidades de muchos, se ha enseñoreado de nuestro sistema económico y social (especulación urbanística y financiera) y de nuestra clase política, contaminando “a todas” las Instituciones del Estado. La codicia de los plutócratas del Estado. Los Gürtel, Palma Arena y demás resumen la corrupción ramplona y una exhibición hortera por parte de empresarios, políticos y demás corte de los milagros.

Por ello, la defensa sin matices del derecho de defensa, interpretada como inmunidad de los despachos de abogados, deja inermes a los jueces en su lucha contra el delito de guante blanco.

El tercero de los males es muy nuestro, tan nuestro como la envidia. Envidia del éxito del juez Garzón que se puede permitir organizar cursos en el centro del imperio. Envidia de su valentía y de su trabajo, mientras otros dormitan a la sombra de los viejos muros de la Audiencia. Envidia de su soltura para mantener la profesionalidad y opinar políticamente. Envidia de su compromiso con las causas justas. Envidia de su imán mediático, de sus contactos internacionales, incluso de sus errores, de todo.

Pero envidia también transformada en rencor corporativo e institucional. Se trata también de un juicio que simboliza el conflicto entre las Instituciones del Estado. Un juicio al papel político y mediático en la lucha antiterrorista, a la persecución internacional de los crímenes contra la humanidad, y luego en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción. Un rencor supremo, una ira sorda. Por eso no es casual que todo empiece por las escuchas. Un debate jurídico transformado en un juicio por prevaricación. Una patología suprema.

Una factura también al papel de Garzón en la lucha antiterrorista, por parte de los mismos que le jalearon antes, y que no perdonan ahora su papel comprometido ante la opinión pública en el intento fallido de proceso de paz. Había que abortarlo y con la ayuda de los bárbaros de ETA se abortó, y ahora se trata de eliminar a todos sus actores “simbólicamente”.

¡Qué mejor forma de meterle mano ante la opinión pública que un juicio a sus supuestas extralimitaciones en materia de garantías! ¡Qué mejor forma de linchar a Garzón que cuestionando su compromiso con los derechos humanos! Una jugada maestra.

Nunca un tribunal tan alto pudo volar más bajo. Un esperpento, tan nuestro. ¡Una vergüenza nacional!

Y una estrategia también suprema donde se coordinan los tiempos, los temas y los actores. Todo ello encaminado a una crónica de una condena anunciada. La condena del juez Garzón, es la condena una vez más, de las víctimas de los juicios franquistas a la luz de las leyes de la transición, utilizadas como ley del silencio.

La condena también de la persecución penal internacional y del papel de la Audiencia Nacional en materia de derechos humanos. La condena del éxito de un juez mediático y polémico para que todo vuelva a la normalidad de los grises muros como diría García Lorca.

Pero también una factura atrasada de la política que no perdona. De la derecha y una llamada izquierda que comparten las razones y los pecados de la soberbia y la codicia. De una parte también de la izquierda que no olvida las viejas afrentas, ni las nuevas ambiciones.

En el fondo también la vieja aspiración a constituir al Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional en una suerte de tercera Cámara que vigile y castigue los excesos de la política: el Estatut de Catalunya o el proceso de paz.

Una politización judicial que ha crecido al calor de la judicialización de la política, que junta extraños compañeros en el Consejo General del Poder Judicial y que desde ahí se extiende como una mancha de aceite. Despolitizando la justicia mediante el corporativismo conservador. Desjudicializando la justicia, degradando y privatizando el servicio público. Despolitizando la política al servicio de los mercados.

Todo junto se explica, pero todos juntos, estos juicios en cadena como bombas de racimo son una infamia. Nunca un tribunal tan alto pudo volar más bajo. Un esperpento, tan nuestro. ¡Una vergüenza nacional! ¡Un escándalo internacional!

Las injusticias que se comenten con la cobertura del derecho no deben ser ni respetadas, ni acatadas, precisamente en aras de la justicia. Como en el caso Dreyfus la justicia española, situada entre la verdad y el prestigio corporativo, ha preferido lo último, quedándose sin verdad y sin prestigio.

Es necesario que junto al legítimo derecho que asiste al juez Garzón para recurrir a todas las instancias se produzca un amplio movimiento en pro de la democratización profunda del poder judicial, así como del desarrollo social de la justicia como servicio público, a partir de la demanda de verdad y justicia para las víctimas del franquismo.

Porque el futuro está en la memoria ofendida de nuestros abuelos y el sentido de sus luchas, tanto como en la rebeldía de nuestros hijos.

Gaspar Llamazares es diputado de IU.

 

Franquismo y Gürtel: Aviso a navegantes

¿Quién se atreverá ahora con la corrupción del PP o con los crímenes impunes de la Dictadura? El Poder Judicial ha dado una puñalada trapera a la Democracia que va mucho más allá de la mera expulsión del juez Garzón de la Audiencia Nacional.

Sin respetar siquiera sus propios procedimientos y formas -que son la base del Derecho-, un puñado de jueces, enquistados en la derecha más rancia y/o en la venganza/envidia más ruín, ha dado un primer aviso descomunal a navegantes. Al fin, lo han conseguido.

¿Qué juez se atreverá, a partir de ahora, a hacer la segunda pregunta para investigar delitos que no sean del gusto de los corruptos o de los franquistas?

El daño producido a los principios de nuestro ordenamiento jurídico, es decir, a los fundamentos de nuestra Democracia, es inconmesurable y traerá -¡ojalá me equivoque!- gravísimas consecuencias para nuestra convivencia democrática.

Una de las heridas más graves es la que los propios vocales del Poder Judicial se han hecho a sí mismos y al ya dudoso prestigio de la Justicia en España. Sus nombres quedarán grabados en la historia del tardo-franquismo para que sus hijos y nietos puedan recordar el golpe rastrero que propinaron ayer a la Justicia al dar este tenebroso aviso al resto de los jueces. Los jueces españoles se acobardarán. ¡Y con razón! Ya lo creo.

Mientras tanto, crecerán por todo el mundo los apoyos a Baltasar Garzón.

Garzón puede equivocarse, como todo hijo de vecino, o puede disentir -como han hecho otros jueces- del criterio sesgado de su perseguidor, el juez Varela . Por cierto, este tal Varela fue compañero de Garzón a las órdenes del biministro Belloch.

Cuando Garzón se separó de Varela, salió del ministerio y reabrió el caso de los crímenes del GAL se inició el claro conflicto de intereses que acabó ayer con Garzón en el exilio judicial. Esa coincidencia laboral y política ya era motivo más que suficiente para apartar aVarela del caso Garzón por conflicto clarísimo de interéses.

También creo que Garzón hizo mal entonces al reabrir el caso GAL que implicaba a antiguos compañeros suyos del Gobierno de Felipe González. Garzón tenía un conflitco de intereses en el caso GAL y Varela lo tiene en el caso Garzón.

Es una pena que los jueces españoles no sean más exquisitos ante sus conflictos de interés. Claro que siguen la pauta marcada por tantos líderes políticos poco escrupulosos con la pureza democratica de sus actos.

Puede haber opiniones distintas sobre la investigación de los crímenes del franquismo, pero de ahí a acusar a Garzón de prevaricación… va un abismo.

En todo caso, el debate de fondo sigue abierto sobre si la Ley de Amnistía -aprobada antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1978– cubre o no cubre todos los crímenes de lesa humanidad y/o de genocidio cometidos por la Dictadura franquista una vez terminada la Guerra Civil.

Creo que uno de los mayores errores que hemos cometido ha sido meter en el mismo saco los crímenes de la Guerra Civil, cometidos por ambos bandos, y los crímenes de la Dictadura, cometidos por el bando vencedor, una vez terminado el conflicto bélico. A mi juicio, son dos cosas muy distintas. Y deben tener un tratamiento separado.

No se si algún juez chileno se ateverá ahora a investigar los crímenes de la Dictadura del general Franco como Baltasar Garzón se atrevió a hacer cn los crímenes de la Dictadura del general Pinochet.

Precisamente la foto de arriba, en la que aparece Garzón junto a mi maestro Juan Marichal, fue tomada durante la comida del Dia de Acción de Gracias que siguió a la detención de Pinochet por orden de Garzón. Marichal improvisó entonces unas palabras en favor de la labor de Garzón y de la Justicia universal que nos emocionaron a todos los presentes.

Hoy, entristecido por la noticia de su exilio judicial, no puedo olvidar aquel cariñoso homenaje que hicimos al juez Garzón. Ojalá tuvieramos en España (vanidad incluida) muchos jueces como él y menos como los tristemente célebres vocales que intregan el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Nunca mejor que hoy cuadra una errata, cometida un día ya lejano por el Boletín Oficial del Estado, que definía al CGPJ como «Conejo General del Joder Pudicial».

Con todos mis respetos. Faltaría más.

-e-

Yo apoyo a Garzón

No es la primera vez que apoyo, en público y en privado, al juez Garzón. Recientemente lo hice en este mismo blog con el título:

«Acoso a Garzón: ¿venganza política y/o corporativa?»

Y acompañaba el comentario con este magnífico dibujo de nuestro Eneko.

El 22 de octubre de 2008, publiqué en estee blog una anécdota personal sobre el juez Garzón y el dictador Pinochet. El brindis que el profesor Juan Marichal hizo en mi casa en presencia de Baltasar Garzón me emocionó. ¡Vaya! Me puso la carne de gallina.

¡Qué lástima no haber grabado aquella escena y aquellas sabias palabras de mi querido maestro!

Esto fue lo que pulbiqué entonces:

«He aquí una de las imagenes más recientes que guardo de Juan Marichal, en mi casa, con el juez Baltasar Garzón y conmigo, antes de partir de España con destino aMéxico, donde ahora vive rodeado de su familia.

Recuerdo, con esta foto, el brindis inolvidable que hizo el profesor Marichal , hace unos años, con motivo de la reciente detención entonces del dictador Pinochet, gracias a la decisión y el coraje que demostró el juez Garzón a la hora de defender los derechos humanos y de perseguir los crímenes contra la Humanidad.

Las sentidas palabras de Juan Marichal nos emocionaron a todos hasta ponernos los pelos de punta. Es uno de esos personajes que nos reconcilian con lo mejor de la condición humana.

Larga vida al profesor Marichal y ¡enhorabuena! por la condecoración recibida con tanto retraso.»

El 3 de septiembre de 2008, cuando Garzón se jugó el tipo, cumpliendo sus compromisos con la Justicia universal que persigue los crímenes contra la humanidad (que nos prescriben nunca) sin atender a las amnistías políticas oportunistas, publiqué aquí otro comentario titulado:

La rentreé de Garzón: ¡Olé tus webs!

Aunque los fascistas de Falange, los demás franquistas emboscados en el Tribunal Supremo (ahí sí que lo dejó Franco «todo atado y bien atado») y algunos colegas envidiosos o resentidos de cuando compartieron ministerio con el biministro Belloch) consigan echar a Garzón de su ya histórico Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional, su esfuerzo descomunal por hacer avanzar la Justicia en España habrá valido la pena.

Gracias, Baltasar.

Y un fuerte abrazo.

¿Quien c…o es ese tal Varela?

No te rindas.

El País de ayer:

El País de anteayer:

Acoso a Garzón: ¿Venganza política y/o corporativa?

En los últimos días, he recibido varias llamadas de lectores y amigos preguntando donde podían apuntarse y firmar para manifestar su solidaridad con el juez Baltasar Garzón.

De pronto, he tenido sensaciones cruzadas, perturbadoras, nostálgicas y agriduldes. Como en los tiempos de la ominosa dictadura de Franco, volvemos a la recogida de firmas (¡ahora en libertad!) a favor o en contra de algo o de alguien. Me sucedió algo parecido a lo del 11 de marzo de 2004 (el 11-M) cuando, como en los tiempos de Franco, tuve que sintonizar, de pronto, la BBC para saber lo que estaba pasando en España. El gobierno democrático español nos engañaba, como en la Dictadura. Para arañar desesperadamente unos votos, el Gobierno Aznar atribuía persistente y falsamente a la ETA la matanza provocada por los terroristas islamistas en los trenes de Madrid. En el sexto aniversario de aquella tragedia descomunal no puedo evitar aún un sentimiendo doble de tristeza y decepción.

«Hay circunstancias – le dijo el sabio Unamuno al general fascista Millán Astrayen las que callarse es mentir». Considero el actual acoso politico/judicial contra el juez Garzón una de esas circunstancias. Por eso, también yo quiero apuntar mi nombre y estampar mi firma en esa lista de demócratas solidarios con el juez Garzón, indignados por el acoso (¿político y/o corporativo?) que está sufriendo en los últimos meses, especialmente desde que golpeó el avispero de corrupción del PP en el caso Gürtel.

¿Pretende el PP repetir, con el mismo triste éxito, el caso Naseiro?

Por si acaso, lo primero que voy a hacer es ampliar e imprimir esta viñeta de nuestro Eneko (publicada en 20 minutos el pasado 17 de febrero) y ponerle un marco para no olvidar el origen de los tropiezos y las desdichas de Garzón. Hace poco, leí la declaración de una persona principal, cuyo nombre no recuerdo, que confirmaba públicamente su solidaridad con Garzón «a pesar de Garzón». Me gustó.

El propio Javier Pradera dice en su artículo («Garzón ante sus jueces«), copiado y pegado más abajo, que «al mejor escribano se le escapa un borrón», versión castellana del célebre latinajo «aliquando bonus dormitat Homerus» («En ocasiones, hasta el gran Homero se duerme»).

¿Acaso es Garzón un juez perfecto?

De ninguna manera. No existe tal cosa en nuestra judicatura ni en profesión alguna. Cometió errores en el pasado (¿por venganza, afán justiciero, vanidad, desaforada independencia?) como el que le recordó ayer mismo Margarita Robles, vocal del Consejo General del Poder Judicial, recusada por Garzón, al anunciar que se abstendrá de votar en este caso. Robles añadió que Garzón debió abstenerse «y no lo hizo» en la instrucción del «caso Gal«. Y no le falta razón a la vocal de CGPJ.

Ya sea por el controvertido «caso GAL», por su heróica persecución del terrorismo de ETA o de Al Qaeda, por su lucha contra el narcotráfico, contra el tráfico ilegal de armas, contra los crímenes de lesa humanidad de los dictadores argentinos o del general Pinochet y por un largo etcétera de logros conseguidos por Garzón para la causa de la Justicia (con mayúscula), el acoso actual del Partido Popular y de determinados jueces de su área de influencia contra este juez tan relevante es desvergonzado y esperpéntico.

Existe la sospecha extendida de que toda esta persecución contra Garzón trata simplemente de tapar la corrupción del caso Gürtel y, también, de paso, enterrar las ansias de Justicia de las víctimas del franquismo, que aún tienen los restos de sus seres queridos esparcidos por las cunetas.

Con todos mis respetos, los jueces (sobretodo los del Supremo) no sólo deben ser imparciales sino también parecerlo.

Ya veremos.

Premian a los malos y castigan a los buenos


«Peor que un crimen: es un error»

Estas palabras que pronunció (creo)Francisco Silvela me vienen a la memoria al leer las declaraciones de Luis Berenguer, presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia.

Premian a los malosdinero público para los más ineficientes, dice Berenguer

El Mundo regresa al periodismo humorístico y nos da gato por liebre; o sea, opinión disfrazada de información. Tenemos que andar con ojo por sus páginas, especialmente quienes no seamos feligreses de esa parroquia.

Garzón y los crímenes del fraquismotitular de guasa de El Mundo

Aznar en El Mundo; Rachida, en El País. ¡Vaya sujetos!

¿Acaso es una casualidad que Aznar sea el sujeto que manda en la noticia de El Mundo y que Rachida, la ministra francesa, mande en la misma noticia pero en El País?

No te lo pierdas: Fraga tira al monte
¡Feliz año nuevo!

Si no fuera porque le conocemos muy bien, y desde hace muchos años, achacaríamos a la senilidad la defensa inmoral que Manuel Fraga hace del cruel dictador que le nombró ministro en los años sesenta.

Cada diario lo valora a su manera. Público lo lleva hoy a cinco columnas, El Mundo, a tres y El País, a una. Más de uno de sus correligionarios del PP habrá dicho que Fraga está «chocho» y que no hay que darle más importancia a las barbaridades que diga sobre Franco.

Otros dirán que se meten con el Fraga octogenario, a quien tanto temieron, porque ahora manda poco y está en las últimas.

A moro muerto, gran lanzada. Yo no quiero hacer leña del árbol caído, pero cada vez que alguien, de cualquier edad y condición, alabe o reivindique las presuntas bondades del dictador, que arruinó durante cuarenta años la vida de España y de los españoles (vencedores y vencidos) responderé alto y claro en su contra. Franco -que yo sepa- trajo el «orden» y la «paz» de los cementerios.

Supongo que Fraga se refiere a otro orden de cosas.

Si me he conectado hoy al blog ha sido para pegar aquí las palabras soeces de Fraga y no dejar pasar ni una en esta campaña que tiene emprendida la parte jurásica del PP para alabar al dictador.

Los demócratas de corazón y cerebro debemos estar muy atentos ante estas reivindicaciones del fascismo, vengan de donde venga, para avergonzar a sus autores.

No excuso a Fraga porque esté «chocheando» ya que no es la primera vez que alaba al dictador en público.

Fraga tiene derecho a decir lo que quiera y yo tengo todo el derecho a responderle. Y a recordar que él nunca nos reconoció a los demócratas ese mismo derecho a expresarnos libremente en tiempos de Franco, aquel «sapo iscariote y ladrón» de León Felipe.

Ha llegado la hora de ir a la cocina para preparar la cena de fin de año. ¡Qué ganas tengo de que pase este año!

Por la muerte de mi hermana, de mi cuñado y de mi sobrina, en trágico accidente de tráfico, éste 2007 ha sido, sin duda, el peor año y el más doloroso de toda mi vida.

Ya se que nunca podré olvidarlo.

Tampoco lo pretendo.

Lo que sí deseo a todos los lectores de este blog y a todos los amigos, parientes y colegas que me han ayudado con sus palabras de pésame y ánimo que sean muy felices en el año nuevo que comienza dentro de una horas.

«Con franquismo», El Mundo cuesta más
A falta de noticias, encuestas a la carta

Hay veces que el marketing puede jugarnos malas pasadas. O no. El caso es que me ha sorprendido el nuevo precio del diario El Mundo de hoy domingo.

Vean, si no, con atención lo que cuesta la edición de Madrid con sus distintos suplementos y promociones. La edición más cara es la que anuncian simplemente con el eslogan:

«Con franquismo: 10,90 € más»

¿Acaso hay alguna edición conocida de El Mundo sin gotas de franquismo?

Visto lo visto, no debe haber lugar para sorpresas. Sin embargo, me ha llamado la atención. Podían haber dicho «Con el sello de Franco, tanto» o «Con la colección de sellos del franquismo, tanto más», etc. Pero tanta simplificación puede resultar, a veces, traicionera para el subconsciente.

EDITORIAL de El País

Postrimerías de ETA

07/01/2007

El descubrimiento de más artefactos y materiales explosivos listos para convertirse en bombas indica que el atentado de Barajas no era o aspiraba a ser un acto único, sino que formaba parte de una ofensiva terrorista en toda regla. Los conciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio han sido las primeras víctimas mortales de un zarpazo que podía haber sido mucho peor y más extendido. Es evidente por tanto que ETA había decidido romper unilateralmente el alto el fuego, con independencia de que pretendiera o no oficializar la ruptura o endosar la responsabilidad de la misma al Gobierno.

•El Gobierno y la banda terrorista habían convenido en celebrar otra reunión

No es descartable la hipótesis de que sea una decisión tomada por un sector disidente contrario a quienes llevaban la negociación, pero en ningún caso puede ser excusa para retrasar lo que el Gobierno está obligado a hacer ahora: dar explicaciones en el Parlamento, intentar recomponer la unidad de los demócratas frente a ETA y proponer una estrategia antiterrorista para la nueva situación. Tras la ceremonia de la Pascua Militar, el presidente Rodríguez Zapatero proclamó ayer que, con este atentado, el diálogo y el proceso «han llegado a su punto y final». Este anuncio por boca del presidente debiera evitar más malentendidos. El rey Juan Carlos había clausurado la ceremonia con un discurso en el que pidió unidad a los demócratas para acabar con el terrorismo.

Si en el futuro aparecieran datos hoy desconocidos que aconsejasen modular ese cambio de política, habrá ocasión para discutirlo; pero la condición para que un día pueda regresarse a una vía de disolución negociada de ETA es que ahora se actúe con determinación, evitando mensajes ambiguos. Un atentado gravísimo ha roto el alto el fuego y convertido en papel mojado la condición de permanente, que se consideró necesaria para que el proceso arrancase en los términos autorizados por el Parlamento. La bomba de Barajas eleva necesariamente el umbral mínimo de exigencia (de garantías) para tomar en consideración eventuales ofertas futuras de diálogo.

ETA sigue sin perder una oportunidad de perder una oportunidad. Difícilmente se le presentará otra tan favorable para salirse del camino circular en que se ha metido, que conduce siempre al punto de partida, aunque con más muertes y más dolor acumulado. Es evidente que sus dirigentes no estaban maduros para esa salida, bien porque la inercia de la pervivencia organizativa ha vuelto a imponerse, bien porque han carecido de capacidad de liderazgo para vencer a los supuestos sectores contrarios al alto el fuego. En ambos supuestos es necesario que ETA y Batasuna comprueben de nuevo que hay límites que ningún Estado puede franquear, con o sin bombas. La idea de que 44 millones de ciudadanos aceptasen modificar aspectos esenciales de la Constitución para dar satisfacción a una cuadrilla de encapuchados era, y es, poco realista.

Con una base social todavía amplia (el electorado de Batasuna) la derrota policial es condición necesaria pero no suficiente para la autodisolución de la banda; se necesita alguna forma de acuerdo formal que evite la aparición de sectores disidentes o nuevas etas; pero la expectativa de negociación política puede devolver sentido a la violencia, anulando el significado último de su derrota: que la violencia deja de ser útil para alcanzar objetivos políticos. De ahí la dificultad de encontrar el punto de debilidad de la banda a partir del cual la oferta de diálogo no pueda ya tener ese efecto de devolverles la esperanza de dar sentido a su pasado.

En 2004, tras la detención de Mikel Antza y el desmantelamiento de los arsenales y principales estructuras de la banda, gracias a la eficacia policial y judicial, ETA estaba tan debilitada que pareció verosímil la posibilidad de emprender un proceso de disolución pactada. Tal vez era prematuro, o tal vez los contactos que por entonces se estaban produciendo hicieron concebir a Otegi y compañía ilusiones desmesuradas. El ex dirigente del PNV Juan María Ollora, principal teórico de la vía de Lizarra que llevó a la tregua de 1998, reconoció cinco años después que una de las razones del fracaso de aquel experimento fue confundir el plano de la paz con el del «avance del proceso soberanista», que fue el priorizado, lo que a su vez llevó a la exclusión de los partidos no nacionalistas.

La actitud de Imaz en estos meses es la prueba de que aquella reflexión fue interiorizada por al menos un sector del nacionalismo vasco (y de ahí que la inclusión del PNV en la nueva estrategia que trace el Gobierno sea considerada como el elemento clave para la etapa que ahora se abre). La ruptura de la tregua por parte de ETA provocó, por otro lado, la escisión de Aralar. Su principal dirigente, Patxi Zabaleta, decía cuando se gestaba el alto el fuego último que ETA debía renunciar a la violencia, pero no entregar todavía las armas porque era responsable de negociar el futuro de sus 700 presos. Tras el atentado de Barajas ha pasado a sostener que ETA ha perdido toda credibilidad y en adelante el único proceso posible es que la banda deje las armas de modo «unilateral, definitivo y sin condiciones».

Tal vez el fracaso de este nuevo intento sirva para que dentro de uno o dos años Batasuna o el sector mayoritario de esa formación interiorice la incompatibilidad radical entre política y violencia, provocando el paso que Otegi y los suyos han perdido la oportunidad de franquear ahora. Quizá haya que pasar por una ETA sin brazo político o con uno muy debilitado para que algún día sea posible lo que ahora no lo ha sido. Porque una ETA sin Batasuna sería algo más parecido a los GRAPO que a ETA; y una Batasuna sin ETA detrás sería algo muy distinto de lo que es ahora. En ese sentido, el balance definitivo del experimento intentado por Zapatero depende de que el Gobierno sea capaz de desplegar ahora, con el máximo apoyo parlamentario, una política antiterrorista como la que llevó a Mujica Garmendia, Pakito, y otros ex dirigentes presos a certificar en 2004 el final de la lucha armada en favor de la política.

Artículo de MANUEL VICENT en la última de El País

El combate

MANUEL VICENT 07/01/2007

Largo, duro y difícil son tres adjetivos que si se aplican a un combate de boxeo indican que la pelea está programada a 14 asaltos; que el contrincante es sucio y correoso, y que el aspirante con poca experiencia en el ring debe fiar su victoria a una resistencia tenaz, a la espera de que su buena estrella le propicie un gancho a la mandíbula. Si no se aplican al boxeo sino a la lucha contra el terrorismo, los adjetivos largo, duro y difícil significan que el Gobierno socialista se halla metido en un combate, que puede durar años, contra un enemigo fanático, el cual usará a su favor todas las ventajas del Estado de derecho para alcanzar un objetivo imposible mediante las pistolas y la dinamita. Dicho esto, es evidente que el presidente Zapatero acaba de recibir un directo al hígado, no previsto, por parte de ETA, que por un momento le ha puesto a flotar sobre la lona.

El atentado sangriento de Barajas ha dejado una vez más al descubierto el diseño moral de nuestros políticos. Demos por sentado que el presidente Zapatero es un optimista histórico que se mete en todos los charcos o un boxeador confiado en que el contrario no utilizará los golpes bajos, pero son mucho más ingenuos los que creen que a ETA, después de cuarenta años, se la puede vencer sólo con la represión policial. ¿Y qué son los portavoces de Herri Batasuna? Simplemente unos peleles. ¿Y qué hay más a la derecha de la cúpula del Partido Popular? Sólo la pared. Y al final del horror de esta Navidad se ha sabido que los padres del Niño de Belén eran ecuatorianos. Pero el escándalo político sigue siendo el comportamiento obsceno del Partido Popular, que ha hecho del acoso y derribo del presidente Zapatero su único propósito sin detenerse en ninguna frontera, ni en el dolor de las víctimas, ni en la división de las dos Españas, ni en el lenguaje asilvestrado, ni en la tarea diaria de excitar a la gente para tener movilizados a sus militantes hasta las próximas elecciones. España es una nave sin timonel, ha gritado Rajoy. ¿Estará llamando su subconsciente a un tipo con polainas para que se ponga al timón? La lucha contra el terrorismo será larga, dura y difícil. Zapatero ha perdido el primer asalto. No pasa nada. A Aznar lo hizo presidente la ETA con aquel famoso atentado. Zapatero no debe esperar ninguna ayuda leal del Partido Popular; sólo podrá contar con la ley, con el deseo de paz de la mayoría de los españoles y con su propia resistencia moral. Suena la campana. En este momento comienza el segundo asalto.

FIN

La esquela funeraria rogando una oración por el alma del cruel dictador chileno Augusto Pinochet tiene su sitio en las páginas interiores de El Mundo.

Durante 2006, 70 aniversario de la rebelión franquista contra la II República y de la guerra civil, se ha desarrollado un gran nicho de mercado en El Mundo y El País para los familiares de quieres murieron o fueron asesinados durante la guerra civil por el bando contrario. 20 minutos.es ofrece hoy una crónica sobre estas esquelas.

Afortunadamente, ya pasó el 70 aniversario y la guerra de las esquelas rencorosas, algunas todavía rezumando odio por parte, curiosamente, de los vencedores, ha perdido fuerza.

Cada vez tengo más claro que hay que separar los crímenes de la guerra cicil -que los hubos en ambos bandos- de los crímenes de la postguerra que los cometieron casi exclusivamente los vencedores.

El Mundo, portavoz habitual de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) – segurametne la que más daño ha hecho a la unión de los demócratas para luchar contra ETA– informa en esta columna sobre las razones por las que Alcaraz no se decide a manisfestarse «POR LA PAZ, CONTRA EL TERRORISMO», el próximo sábado día 13 de enero, en la Plaza de Colón de Madrid.

Esta manifestación puede ser la prueba del algodón. Y no sólo para Alcaraz, presidente de la AVT, que querrá hacer su particular y legítima carrera política en la extrema derecha. También puede serlo para los militantes del PP que quieren luchar de buena fe contra el terrorismo e, incluso, para los obispos, que tanto se opusieron al Gobierno cuando no tenían la barriga tan llena.

Sol Gallego nos da, en su crónica de El País, algunas claves sobre la relación PP-PSOE en la lucha contra el terrorismo.

El imposible retorno al pacto

Soledad Gallego-Díaz

07/01/2007

Pocas personas creen en estos momentos, ni en el Partido Popular, ni en el Partido Socialista, que sea posible reavivar el Pacto Antiterrorista. «No tiene ningún sentido que, justo al final de la legislatura, PP y PSOE estén en brazos uno del otro, ni tan siquiera en el tema de la lucha antiterrorista. Todo el mundo habla de la unidad de los demócratas, pero el PSOE no va a aceptar nuestros planteamientos porque quedaría en una situación imposible, y nosotros no vamos a aceptar los suyos porque creemos que están equivocados. Tenemos dos visiones completamente distintas de este asunto, y da la impresión de que el atentado de Barajas no ha cambiado esa circunstancia», explica un dirigente del Partido Popular. «Tenemos la impresión de que el presidente quiere dejar abierto algún tipo de diálogo, y nosotros queremos, precisamente, todo lo contrario, que nos dé públicas garantías, ante el Parlamento, de un cierre total de cualquier tipo de contacto», prosigue.

Inquietud en ciertos medios del PP por el hecho de que los actos de la AVT estén cada vez más entremezclados con grupos activos de la extrema derecha

«Los socialistas no vamos a aceptar la posición del PP de volver al Pacto Antiterrorista tal cual, porque eso supondría volver a un texto que tiene una parte claramente antinacionalista, precisamente ahora que el Gobierno puede contar con el apoyo, extraordinariamente valioso, del presidente del PNV, Josu Jon Imaz. Es imposible que se llegue a un acuerdo sustancial entre los dos, Zapatero y Rajoy, porque, se diga lo que se diga, eso significaría dejar fuera a dos de nuestros principales socios, PNV y ERC», admite, por su parte, un dirigente del PSOE.

Así las cosas, ni en el PP ni en el PSOE se tiene una especial confianza en el resultado de los próximos contactos convocados por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

«Nosotros iremos a la reunión a la espera de ver qué es lo que nos ofrece concretamente el Gobierno, qué concesiones está dispuesto a hacernos», asegura, muy escuetamente, un responsable popular. Admite que es impensable que el PNV pueda aceptar un acercamiento del PSOE al PP a través del actual Pacto Antiterrorista. «Para ellos sería imposible».

Tampoco cree muy factible la propuesta de un nuevo pacto. «La idea puede ser lógica, pero sólo tendría sentido para el PP si supusiera una relación preferencial con nosotros, algo que, supongo, el PSOE no está en condiciones de ofrecernos», puntualiza. «Tal y como están las cosas, en estos momentos parece inviable un nuevo pacto que incluya a todos. Ésa es la realidad, y no tiene sentido empeñarse en lo contrario», admite un veterano diputado socialista. «Otra cosa es que ninguno de los dos partidos quiera aparecer ante la opinión pública como el responsable del enfrentamiento y la ruptura entre los demócratas».

«Con realismo, lo único que podríamos esperar», explica ese diputado del PSOE, «es, quizá, que el PP suavice algo su lenguaje, el enfrentamiento feroz que alienta contra el Gobierno, para no dar más la impresión de que se alegran con los atentados, algo que le sienta siempre muy mal a la opinión pública». Se acercan las elecciones municipales (y las generales), y los expertos electorales de los partidos reclaman que se actúe con lógica y cierta contención.

Aprovechamiento extremista

En el PP, o, al menos, en algún sector de los populares, existe una cierta inquietud ante el hecho de que en torno a las manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), muy respaldadas, animadas y sostenidas por el Partido Popular, haya aparecido una extrema derecha clásica, muy vociferante y visible. «Es verdad que en torno a esas manifestaciones se está organizando la extrema derecha de toda la vida y que algunos de los diputados del PP que fuimos a la última manifestación en la Puerta del Sol nos vimos inmersos en grupos que eran claramente de extrema derecha, gente muy excitada que estaba monopolizando el acto», admite uno de esos diputados.

El hecho de que la AVT esté siendo «entremezclada» por grupos de extrema derecha organizada es admitido en muchos círculos del PP, algunos de ellos críticos con esa situación y con su eventual impacto en la opinión pública. Otros creen que ese «aprovechamiento» de la extrema derecha se alimenta del duro ambiente de confrontación entre los dos partidos nacionales, pero que se desactivaría inmediatamente en caso de acuerdo PP-PSOE. «Desde luego no hay nadie sensato que pueda creer que esa extrema derecha tiene capacidad o fuerza como para evitar un acuerdo parlamentario entre socialistas y populares, caso de que pudiera producirse. El problema no es ése», comenta un directivo del PP.

FIN

Tampoco nos viene mal reflexionar un poco sobre el dibujo de El Roto en El País , que nos deja una basurita en el corazón, después de tanto despilfarro de Papá Noel, Reyes Magos, Solsticio de Invierno, Hanuka, o como queramos llamar a estas fiestas tan terroríficas para quienes están solos o viven en la pobreza.

«30.000 desaparecidos en el franquismo»: ¿en una o en cuatro columnas?

Por la letra pequeña, deduzco que tanto El País como El Mundo conocieron ayer el informe de 30 folios que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica presentó ante el Juez Garzón así como las correspondientes noticias de agencia sobre este mismo asunto.

En base a idéntica información, El País lo titula hoy a cuatro columnas y El Mundo lo hace a una columna. Cada uno sirve legítimamente a los intereses de sus lectores y de sus accionistas.

Por las mismas legítimas razones, cada uno dió ayer un tratamiento gráfico y tipográfico distinto en su portada a la noticia de la muerte de Loyola de Palacio, dirigente del PP, ex ministra del Gobierno Aznar y ex vicepresidenta de la Comisión Europea.

Por eso, no es de extrañar que El Mundo destine hoy -por voluntad de sus familiares y amigos- media página a esquelas (casi veinte módulos) sobre el fallecimiento de Loyola de Palacio, una mujer, por otra parte, digna de admiración por su coraje personal y por su gran coherencia entre lo que pensaba y lo que hacía.

El Mundo:

El País:

El País, que ayer dedicó apenas una foto tamaño sello a Loyola de Palacio en su portada, hoy ha recibido el encargo de publicar solamente tres pequeñas esquelas sobre su fallecimiento, que suman en total cuatro módulos, frente a los diecinueve módulos que publica El Mundo. (¿Es relevante o no que todas las esquelas de El Mundo estén presididas por una cruz mientras que las de El País no la llevan?)

Lamento la muerte de Loyola y desde aquí envío mi más sentido pésame a sus familiares, y especialmente a su hermana Ana, ex ministra de Exteriores de Aznar, que fue quien me la presentó en su casa hace muchos años, cuando yo preparaba la fundación del diario El Sol

Hay que reconocerle muchos méritos a la ex ministra Loyola de Palacio por lo que hizo en vida, al servicio de sus ideales y de la democracia española, dentro de la derecha civilizada.

Pero también, las portadas de hoy recogen gráficamente otro gran mérito (desgraciadamente póstumo) de Loyola: el fruto de la última batalla que, como el Cid Campeador, ha ganado después de muerta.

Tras su muerte tan prematura, Loyola ha conseguido que Zapatero y Rajoy (que juntos representan a la inmensa mayoría de los españoles) se acerquen, se hablen y estrechen sus manos. Se trata del primer apretón de manos entre ambos líderes en los últimos nueve meses. Y eso sí que es noticia de primera. Por eso, así lo destacan ambos diarios:

Naturalmente, cada diario arrima el ascua a su sardina, a la hora de titular el debate de ayer sobre la Ley de la Memoria Histórica. Son como la noche y el día.

El Mundo:

Ningún otro grupo apoya…

El País:

…salva el primer escollo

El País incluye en su interior un artículo interesante de Juan Goytisolo , contrario a legislar sobre la memoria histórica, que copio y pego a continuación:

Miradas prismáticas a la Guerra Civil

JUAN GOYTISOLO

15/12/2006

Del mismo modo que toda gran creación novelesca no puede ser examinada desde un prisma único, ya sea de orden ideológico, religioso o nacional, ni por su «corrección» moral, social, sexual o artística, sin ser descuartizada por el crítico cirujano en la mesa de operaciones de su morgue o cátedra, un acontecimiento de trascendencia universal como lo fue la Guerra Civil española, objeto de centenares, quizá millares, de tratados, manuales, testimonios, memorias, no admite interpretaciones unívocas ni planteamientos definitivos e intocables. Sólo debates como el que tengo el honor de clausurar permiten abarcar la infinitud de matices y contradicciones, éxitos y fracasos que configuran las circunstancias que la provocaron y determinaron el curso de los acontecimientos: la derrota de quienes luchaban por una causa justa, víctima no sólo del auge de los totalitarismos, sino traicionada también por los gobiernos que hubieran debido defenderla.

Vivimos ahora en una etapa marcada por la recuperación de la memoria histórica de los vencidos al cabo de casi treinta años de gobierno constitucional: este lapso puede resultar sorprendente a primera vista, pero en realidad no lo es. Los condicionamientos impuestos por el tránsito de la dictadura a la democracia no lo explican todo. Después de una catástrofe como la que se abatió sobre España entre 1936 y 1939 y su prolongación opresiva por la dictadura franquista, era tal vez necesario recapacitar, restañar las heridas, cerrar definitivamente el ciclo de guerras civiles y cuartelazos de espadones que marca la historia española desde la invasión napoleónica a la muerte de quien reposa hoy en e1 Valle de los Caídos.

Recuerdo haber leído hace casi medio siglo un sugerente artículo de Arthur Koestler sobre la cura de silencio tocante a Vichy y la colaboración con los nazis seguida durante la inmediata posguerra francesa y la que puso entre paréntesis la culpabilidad del pueblo alemán en tiempos del canciller Adenauer: ambas fueron necesarias, decía, para decantar la brutalidad de los hechos y aquilatarlos en el filtro de la conciencia. Quizá sea ello una regla histórica, como pude comprobar estos últimos años con los habitantes de Sarajevo. Terminado el asedio, tras un breve afán de testimoniar acerca de lo ocurrido, prefieren hoy, si no olvidarlo, ponerlo entre paréntesis, aguardando el momento en que el peso de este silencio les obligue a romperlo, como acaeció en Francia y Alemania con la emergencia de generaciones nuevas.

Recuperar la memoria dolorosa de la barbarie de la guerra y de la represión franquista es una necesidad vital para quienes fueron sus víctimas y los descendientes de éstas, pero no puede convertirse en materia de ley. He citado varias veces el distingo de Todorov entre quienes se erigen en guardianes de aquella como un bien precioso y someten el presente al pasado, y quienes utilizan el pasado de cara al presente y aprovechan las injusticias y atrocidades sufridas para evitar su repetición. Legislar sobre la memoria me parece a la vez innecesario y peligroso. Sólo un patán ignorante o un fanático pueden negar hoy la realidad del Holocausto y quien así lo hace carga con la ignominia de su mentira, nescencia y obcecación. Incluso este horror único en la historia de la «especie humana» de la que hablaba Robert Antelme no necesita el amparo del legislador. El extremo indecible del exterminio programado a escala industrial está ahí, en su ámbito físico y en el de nuestras conciencias, para testimoniar mientras corran los siglos. Pues, sentado este precedente, la ley contra el negacionismo del controvertido genocidio armenio abre las puertas, como advirtió Timothy Garton Ash en un excelente artículo publicado en EL PAÍS, a una legislación infinita sobre las matanzas en Argelia. Camboya, Bosnia, Ruanda, Durfur, etcétera, y, quién sabe, si a las perpetradas en América contra los pueblos indígenas en nombre de nuestra sacrosanta civilización.

Intervenciones como las que hemos escuchado son el mejor antídoto contra el recurso a la ley para establecer una verdad histórica. Si en tiempos antiguos la historia era el reino del mito y de las falsificaciones recurrentes, ligadas siempre a sentimientos patrióticos e intereses materiales, la historia de hoy acepta su condición de verdad relativa, su índole provisional y sujeta a rectificaciones y mejoras en función del nivel de nuestros conocimientos y de los hechos y datos que los sustentan. No hay verdades macizas e impolutas como las que esgrimían antaño los portavoces de uno y otro bando. Las ambigüedades de muchos intelectuales señaladas por Jordi Gracia muestran la infinidad de matices y situaciones de una realidad no sujeta al prisma único de una ideología. Cierto que muchos franquistas arrepentidos se esforzaron en ocultar su pasado. Muy pocos tuvieron la valentía moral de sacarlo a luz o se adelantaron a su posible descubrimiento. Quienes hemos escrito textos autobiográficos lo sabemos mejor que nadie. Si nos resignamos a ser sinceros es porque somos mentirosos desesperados.

La causa de la República movilizó las conciencias de los intelectuales y escritores, especialmente en Francia, Inglaterra y Norteamérica (aunque el compromiso de plumas conocidas de estos dos últimos países no haya sido cubierto aquí con la extensión que merece). Este amor a la causa española se remonta como sabemos a comienzos del siglo XIX. Wordsworth, Coleridge y los llamados «apóstoles» de Cambridge pusieron su talento y entusiasmo al servicio de los constitucionalistas de Riego o murieron, como Roberto Boyd, en el malhadado desembarco de Torrijos en Málaga. La polarización política de los años veinte y treinta del pasado siglo amplió el fenómeno de la fascinación por la España romántica a una defensa del pueblo español frente 1a brutalidad del golpe militar contra la República. Para ceñirnos al caso de Francia, mayormente estudiado aquí, la gama de motivaciones de quienes se alistaron para sostener al Gobierno legal o acudieron a socorrerle en sus escritos y en la prensa abarca todos los colores del arco iris. De Malraux a Simone Weil, las razones y experiencias son tan distintas como la personalidad de sus autores. Recientemente leí las pruebas de un interesante relato de la hispanista Elena de la Souchère, de próxima aparición en Galaxia Gutenberg. La entonces jovencísima voluntaria en el frente de Madrid pasó a Barcelona, en donde su misión, encomendada por Aguirre e Irujo, amigos personales de su padre, consistía en ayudar a camuflarse y escapar a los sacerdotes vascos de los comecuras anarquistas. ¡Faceta nueva y original de esta mirada prismática, de mil facetas, a la que se refiere el título de este escrito! Las referencias a Nizan, Cassou, Mauriac, Sartre, Bataille, Leiris, Breton, Elie Faure o Camus ponen de manifiesto la diversidad de tintas y enfoques de su compromiso. Su generosidad intelectual anda casi siempre reñida con las nociones de estrategia y cálculo. Algunos episodios, hechos y citas que desconocía me han conmovido. Lástima que este amor a la justicia haya disminuido de forma inquietante en nuestros días con respecto a otras causas tan justas y dignas de ser defendidas como las de los palestinos, chechenos y otros pueblos sometidos a las leyes inicuas de la violencia y ocupación.

Quisiera añadir, para cerrar esta breve charla, que la única conclusión a la que cabe llegar después de este excelente simposio sobre la Guerra Civil es, precisamente, la de la imposibilidad de llegar a conclusión alguna, fuera del hecho de que navegamos a corriente o a contracorriente en el río de Heráclito.Recuperar la memoria dolorosa de la barbarie es una necesidad, pero no puede convertirse en materia de ley

FIN

Si disponen de tiempo libre este fin de semana, no se pierdan este otro artículo sobre Chile y Pinochet que publica hoy Prudencio García en El País:

Vergüenza para la justicia de Chile

PRUDENCIO GARCÍA 15/12/2006

La impunidad del general Pinochet queda establecida para siempre en términos históricos. El fallecimiento del imputado en una causa penal produce su sobreseimiento automático y definitivo (artículo 93 del Código Penal de Chile). La urna que contiene sus cenizas es, por tanto, plenamente merecedora de llevar la siguiente inscripción: «Augusto Pinochet Ugarte: impune por defunción».

Al no haberse producido ni una sola condena en ninguna de sus numerosas causas penales, sus partidarios presentes y futuros se ocuparán de explotar al máximo esta joya que les regala la patética justicia de su país. Este tipo de dirigentes -pese a sus crímenes- siempre consiguen fervorosos partidarios en todas las áreas sociales, no sólo en los ámbitos militares, financieros, oligárquicos y de amplios sectores de las clases medias, sino también en los ámbitos académicos. No faltarán, sino que sobrarán, profesores, historiadores y tratadistas que dejarán, negro sobre blanco, que el general Pinochet fue un estadista intachable, ya que «jamás pudo ser condenado por la justicia, a pesar de las insidiosas calumnias de sus enemigos».

Recordemos, entre otras atrocidades, que en algunos de los antros de tortura pinochetistas, según revelan los testimonios prestados ante las dos comisiones oficiales de investigación (Rettig y Valech), se utilizaron feroces perros amaestrados para atacar y violar a las mujeres interrogadas como supuestas subversivas. Recordemos que, según acredita el informe oficial de la comisión presidida por monseñor Valech, 28.000 personas fueron torturadas y salvajemente humilladas, entre ellas varias decenas de ciudadanos españoles. Recordemos que, ante el tribunal británico que sentenció la entrega a España en extradición del ex dictador (después frustrada por la decisión política), el fiscal proclamó en la vista oral que «aquellos casos allí presentados eran los más atroces jamás vistos ante un tribunal inglés».

Recordemos también que el padre de la actual presidenta de Chile, entonces general de la Fuerza Aérea, fue torturado por sus propios subordinados y murió a consecuencia de los destrozos físicos sufridos. Recordemos que incluso la hoy presidenta Bachelet y su madre también fueron conducidos a las siniestras instalaciones de Villa Grimaldi, donde fueron en su momento torturadas y humilladas.

Recordemos igualmente que aquel individuo supuestamente enfermo -devuelto a su país por razones humanitarias, invocando su deteriorada salud-, nada más llegar al aeropuerto de Santiago abandonó la silla de ruedas (Y Pinochet «se levantuvo y andó», decíamos en estas mismas páginas comentando el chusco episodio), gesto que culminaba aquella tomadura de pelo de dimensiones transnacionales, consumada ante los ojos y la carcajada general de la opinión pública mundial.

Recordemos frases tan indignas como éstas: «Esas violaciones de derechos humanos que se me imputan fueron obra de mis subordinados, actuando fuera de mi conocimiento y de mi control». Infame argumento en boca de quien, en la cúspide de su poder y de su soberbia, decía aquello de que «en Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa». Y aquel iracundo «la DINA soy yo», rotunda frase con la que, ante las reticencias de algún general, apoyó las actuaciones de la criminal organización en el extranjero, incluidos los asesinatos de su antecesor el general Carlos Prats y su esposa (Buenos Aires, 1974), el del dirigente democristiano Bernardo Leighton y la suya (Roma, 1975), y el del ex ministro de Allende, Orlando Letelier, con su secretaria (Washington, 1976).

«Sabíamos que mandó matar, pero creíamos en su honradez», decían algunos de sus antiguos seguidores. Inocente o interesada creencia, que se desvaneció ante las evidencias del caso Riggs, cuando todo el mundo supo que no sólo mandó matar sino que también mandó robar astutamente, mediante diversas manipulaciones financieras, ordenando a sus hábiles administradores evadir capitales, defraudar impuestos, falsificar documentos, cobrar cuantiosas comisiones ilegales, y poner sus millones de dólares a buen recaudo, en la misma banca utilizada por otros ilustres estadistas y mafiosos de similar catadura moral.

La justicia chilena cargará para siempre con la inmensa vergüenza de haber sido incapaz de juzgar a un desalmado criminal, habiendo dispuesto, para hacerlo, de seis años y nueve meses, desde el regreso de Inglaterra del ex dictador. Tiempo sobrado para desaforarle y procesarle -como se hizo repetidamente- por muy diversos casos de secuestros, torturas, asesinatos y robos millonarios de guante blanco. Pero también tiempo sobrado para juzgarle y condenarle.

Hubiera bastado una única condena por uno solo de sus crímenes -sin necesidad de pisar la cárcel-, para que Pinochet hubiera adquirido la condición oficial de delincuente, dato de considerable importancia para la posteridad. Pero, al no haber recibido condena alguna, se ha salvado incluso el funeral militar. Penoso espectáculo, el de unos honores militares para quien ordenó una represión que incluyó matar, secuestrar, torturar a miles de sus conciudadanos civiles, llenar clandestinamente numerosas fosas comunes y arrojar cadáveres al mar, según consta en miles de folios judiciales. Honores castrenses para un jefe indigno que arrojó sobre sus subordinados, que le obedecían ciegamente, la responsabilidad de las decisiones criminales que él mismo tomó y cuya ejecución siempre controló.

Por añadidura, el general, como si se tratara de su última y más sarcástica burla, ha ido a morir en una fecha emblemática: el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, conmemoración de su Declaración Universal. Enhorabuena, general.

FIN

Por último, me ha llamado la atención -y me ha provocado una sonrisa- la segunda noticia de la portada de El Mundo , que va sobre una entrevista que finalmente han conseguido hacer al candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián.

Con cierta vanidad profesional que, por injustificada, resulta pueril, El Mundo destaca este presuntuoso sumario:

Primera entrevista con el candidato socialista al Ayuntamiento de la capital

Para que esta información sea cierta, deduzco que El Mundo está anunciando una serie de entrevistas con Miguel Sebastián y que ésta es «la primera» de dicha serie. Habrá, quizás, una «segunda» o una «tercera». Ya veremos.

De lo contrario, no entiendo por qué presume de que es «la primera«.

Hace un par de semanas, oí una larga entrevista que Carlas Francino le hizo a Sebastián en la Cadena SER.

Si no cuenta la radio, y se refiere a que es «la primera entrevista» impresa en un diario de información general, vuelve a caer Pedro Jota Ramírez en una presunción pueril o en un gran desconocimiento de lo que publica la prensa española. O, al menos, de lo que publica el diario de información general lider de España que, como certifica el EGM es 20 minutos. Y lo es desde hace más de un año, cuando destronamos a El País. (En 20 minutos le damos una vuelta a El País y dos vueltas a El Mundo , pues a este último le sacamos una ventaja de más de un millón de lectores diarios).

Puede ser que Pedro Jota no madrugue lo suficiente como para conseguir a tiempo un ejemplar impreso de 20 minutos, o que no preste atención a nuestra edición digital 20minutos.es. Si es así, lo siento por él. No sabe lo que se pierde.

Para corregir su pequeño error de «Primera entrevista…» (digno de un principiante), copio y pego aquí (mediante enlace) la entrevista que le hizo nuestro Juan Carlos Escudier en 20 minutos y en 20minutos.es el pasado lunes.

Ya lo dice el refrán:

«Dime de qué presumes y te diré de lo que careces»

¡Feliz fin de semana prenavideño!

(Actualizado a las 01:05 H.)

Acabo de leer este mensaje de nuestro contertulio Imagina en mi correo y paso a cumplir con el deeo del autor que es pegarlo en el blog. Dice así:

«Siento molestarle en su correo-e, pero no hay manera de colgar mi comentario en su blog.

Si no le importa copiarlo y ponerlo, se lo agradecería.

Saludos cordiales

imagina

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La conclusión que me queda, después de haber visto enterrar a Franco, que murió de viejo y ahora a este remedo sanguinario, que también muere de viejo (como ha dicho alguien, lo que alarga la vida putear a los demás), es que ni la justicia divina ni la humana tienen nada de justas y nunca podremos esperar nada bueno ni de los jueces ni de los gobernantes, ellos tienen otras prioridades en la vida.

Por ejemplo, el proyecto de memoria histórica que creo que se ha aprobado, no prevé anular los juicios tramposos, delictivos y carnavalescos (si no hubieran tenido unos resultados tan dramáticos), que tanto la justicia militar como la civil, perpetraron después de la victoria del golpe de estado, consumados por fantoches vestidos de jueces y de militares, al dictado de unos mandatarios y de unos intereses espurios, contra demócratas, defensores del estado de derecho legalmente constituido y que aún hoy, y con un gobierno llamado socialista en el poder, se les niega el reconocimiento y su derecho a un digno recuerdo.

Saludos

imagina

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También yo he intentado copiar y pegar varias veces este comentario de imagina en el blog y no he tenido éxito. Por eso lo pego a continuación del post. (Eso sí se hacerlo).

De hecho, no he visto publicado ningún comentario desde que coloqué el último post. No se cuál es el problema técnico si lo hay.

Tampoco me atrevo a preguntar hasta mañana a los técnicos de 20 minutos en un viernes por la noche, sobretodo porque estarán gozando de un sueño profundo, después de la juerga que tuvimos anoche hasta las tantas de la madrugada. Aún no he recuperado mi voz de bajo, después de la exibición que hicimos los miembros del coro 20 minutos.

Ayer jueves celebramos la cena de Navidad en 20 minutos Madrid y lo hicimos, por cierto, en un centrico hotel, cerca de nuestra redacción central, instalado en el edificio que fue sede del cuartel general del Santo Oficio de la Inquisición hasta que desapareció muy entrado ya el siglo XIX.

Nuestro amor a la libertad de expresión (y nuestro canto) seguramente espantó anoche a todos los fantasmas de los torturadores de la Inquisición que vagaran por allí.

Cuando mañana se despierten los técnicos, les preguntaré qué es lo que pasa para que lo arreglen. Lo siento.

JAMS

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La «dinamita» cabalga de nuevo

Lo de ayer, domingo, fue un espejismo: Sólo un día sin dinamita ni 11-M en la portada de El Mundo. Seguramente fue a causa del descanso dominical de Pedro Jota. Hoy vuelve a las andadas del periodismo «declarativo» (Fulano dice, Mengano afirma, etc.) con más dinamita.

El Mundo manda hoy, a 4 columnas, con la frase de un teniente de los Tedax jubilado, que trabaja en un empresa privada:

«Si el laboratorio dice «dinamita» tiene que saber sus componentes»

La portada se ilustra con una gran foto de plano medio del teniente retirado entrevistado por Casimiro García Abadillo.

El País manda con «El Gobierno» como sujeto a quien atribuye un verbo mínimo («quiere pedir»), como si tuviera miedo a ejercitar la acción que el verbo le atribuye. Va a 2 columnas:

El Gobierno quiere pedir a la Iglesia la eliminación de los símbolos franquistas

Da la impresión de que el Gobierno va ahora con miedo cuando trata con la Iglesia.

La gran foto es para el tour de Francia y el titular a 3 columnas, para Israel.

El Mundo lleva a una columna la crónica de Israel y una encuesta sobre el franquismo con este titular:

Un 57% cree que el franquismo duró tanto por el conformismo de los españoles

Y una línea y media de texto que dice:

Sólo un 36% lo atribuye a la represión ejercida

¿A cuantos hay que matar para que la memoria del terror dure tantos años?