Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Aznar, sobrecogedor ¿Por qué no me sorprende?

Ahora sabemos, con pelos y señales, que Aznar recibía sobres pecaminosos (e ilegales) cuando ya era presidente del Gobierno. ¿Entró en política para «forrarse», según la triste expresión atribuida a su colega Zaplana?.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones "disparadas" de José María Aznar, en El País.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones «disparadas» de José María Aznar, en El País.

El País de hoy publica todos los datos del escándalo. Como muchos otros dirigentes «sobrecogedores» del PP, y no pocos votantes conservadores, ven muy natural compensar a los políticos con sobresueldos (en sobres) por lo que eventualmente podrían estar perdiendo al dedicarse al servicio público.

Ya lo dijo muy clarito el propio presidente Rajoy. Nos restregó a todos la cantidad de dinero que perdía (como registrador de la propiedad en excedencia) por dedicarse a servirnos desde el Palacio de la Moncloa. En la derecha está muy extendida y aceptada la práctica de la puerta giratoria (también en la izquierda, aunque más cutre). El político sirve a su clientela privada cuando está en un cargo público y/o tiene influencia para conseguir prebendas y pasa la gorra cuando, legalmente o no, vuelve al sector privado. Quid pro quo.

Cuando por una firma, un dirigente político con cargo público puede cambiar (o sea, elevar) impunemente el precio de las cosas (una recalificación de terreno, una licencia, una subvención, etc.) la tentación de buscar compensación es muy fuerte.

El trueque de favores compensatorios es más viejo que el homo sapiens. Los beneficios (generalmente donativos opacos o comisiones pecaminosas) suelen ir al partido político, a sus dirigentes y/o al artista que lo ha negociado personalmente, a veces, con nocturnidad y alevosía. Sobre esto, Luis Bárcenas podría aspirar a una cátedra.

La corrupción (y el conocimiento que en democracia tenemos de ella) ha llegado a un límite insoportable. Y lo grave es que los líderes políticos no parecen relacionarla con la desafección que muchos ciudadanos (en especial y con mas razón los jóvenes) sienten hacia los partidos políticos, la corona y otras instituciones del sistema democrático.

Por más que vean las alusiones que personalidades como El Roto, Forges, etc. hacen de los políticos, no se enteran. Ahí van dos alusiones de hoy en El País:

Forges, en El País, 10-5-13

Forges, en El País, 10-5-13

 

 

 

 

 

 

 

El Roto. El País, 10-5-13

El Roto. El País, 10-5-13

Presidente insoportable: ¡Váyase Sr. Rajoy!

 

Portada de El Pais, 31-1-2013

Portada de El Pais, 31-1-2013

Esta vez se irán, sí, pero no de rositas. Estos caraduras y presuntos delincuentes han ido demasiado lejos. «Don Trancredo» Rajoy debe dimitir inmediatamente para dedicarse «full time» a defender en los tribunales lo que pueda quedarle de honorable.

Tras conocerse «Los papeles secretos de Bárcenas«, que ha publicado hoy El Pais, necesitamos ya mismo un Gobierno honorable, libre de sospechas, aunque sea del Partido Popular que ganó las últimas elecciones con dinero presuntamente tan pecaminosoO bien, quizás mejor, nuevas elecciones generales.

El ex tesorero Bárcenas, nombrado por Rajoy, abrió las puertas del hasta ahora inexpugnable castillo del PP. ¡Y qué mal huele! Bárcenas cumplió con la vieja tradición de los despechados o traicionados por su jefe: abrió las puertas (y la caja de los truenos) del PP naturalmente desde dentro.

Ahora, mientras los tribunales deciden qué hacer con estos papeles que queman las manos de cualquier persona decente, ¿con qué cara va a pedir este Gobierno que los españoles paguemos a Hacienda lo que nos corresponde?

Para que conste a quienes no les consta, ahí van los titulares y sumarios del diario El País de hoy:

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LAS CUENTAS MANUSCRITAS DE LOS TESOREROS DEL PARTIDO POPULAR ENTRE 1990 Y 2008 »

Los papeles secretos de Bárcenas

1359562148_791161_1359562200_noticia_normalEn los extractos figuran numerosas donaciones de constructores, entre ellos tres imputados en el ‘caso Gürtel’
Dolores de Cospedal, Rodrigo Rato, Mayor Oreja , Javier Arenas, Ángel Acebes y Álvarez Cascos niegan haber recibido los pagos
Las anotaciones reflejan entregas al presidente del Gobierno de 25.200 euros anuales durante 11 años

LA CONTABILIDAD OCULTA. Los extractos de los papeles secretos del extesorero del PP Luis Bárcenas reflejan las anotaciones de supuestos pagos a políticos de la cúpula del partido, como Rodrigo Rato, Mariano Rajoy, Francisco Álvarez-Cascos, Jaime Mayor Oreja, Ángel Acebes o Dolores de Cospedal.

La contabilidad interna que manejaron Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas, tesoreros del PP entre 1990 y 2009, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, refleja pagos periódicos, trimestrales o semestrales, a toda la cúpula del partido (secretarios generales y vicesecretarios generales). Las mayores entregas registradas son a Javier Arenas y Francisco Álvarez-Cascos
La caja registró donativos e ingresos por 7,5 millones.

Empresarios de la construcción, algunos imputados en casos de corrupción, figuran como los que realizaron mayores ingresos.

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Las corruptelas del ex presidente del Tribunal Supremo, el sivergonzón meapilas Carlos Dívar, que le costaron el cargo, serán minucias si los papeles secretos del despechado Bárcenas resultaran ser tan ciertos como parecen.

Cobran actualidad -¡qué pena!- los versos clásicos:

«En tiempos de las bárbaras naciones

de las cruces colgaban los ladrones

hoy en en el siglo de las luces

del cuello del ladrón cuelgan las cruces».

«Pues eso», que diría nuestro buen Forges.

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El PSOE se esconde. ¿Acochinado en tablas?

La derecha hace leña del juez caído («A moro muerto, gran lanzada») y homenajea a Fraga. El PSOE se esconde frente al Supremo y asiste al homenaje a Fraga en el Congreso.

Diputados de izquierdas (no del PSOE) se ausentan durante el homenaje a Fraga en el Congreso

¿A donde quieren ir a parar los socialistas, hundidos en el pozo más hondo de su reciente historia? ¿Si les queda tan poco por perder, por qué se quedaron en el hemiciclo, por ejemplo, durante el homenaje al ex ministro de Franco, que firmó penas de muerte sin juicio justo, mientras el resto de la izquierda se ausentó?

De Manuel Fraga recuerdo dos anécdotas personales poco edificantes. 1) Era ministro de propaganda del Dictador cuando nos molieron a palos en un homenaje a don Antonio Machado. 2) Era ministro de Gobernación de Arias Navarro cuando fui secuestrado y torturado con armas reglamentarias de la Dictadura. 

Ya se que está feo hablar mal de los fallecidos. Por eso, no dije nada del talante totalitario y de los modos fascistoides del fundador del PP en el día de las alabanzas. Lo que me sorpendió esta semana fue la actitud cobardica del PSOE: los únicos de la izquierda que asistieron (Guerra no aplaudió, ¡faltaría más!) al homenaje que el PP dió a Fraga en el Congreso de los Diputados.

En cambio, muchos socialistas y otras gentes de izquierdas han echado de menos a los líderes del PSOE en la manifestación improvisada esta mañana ante y contra el Tribunal Supremo o en la de la semana pasada por el caso de los crímenes del franquismo.

Ya tienen muy poco más que perder. Se han quedado en nada. Por eso mismo, no entiendo que los socialistas estén «acochinados en tablas» y no den la cara en asuntos que afectan a los principios del Estado de Derecho y a su propia identidad histórica.

Apenas aparecieron líderes representativos del PSOE (salvo Zerolo, que yo sepa) en la manifestación improvisada ayer ante y contra el Tribunal Supremo por la sentencia extravagante e insólita dictada contra el juez Baltasar Garzón.

Garzón en mi casa, poco después de la detención del dictador Pinochet

Comprendo que a ciertos socialistas no les resulte simpática la figura del juez Garzón, después de la investigación que hizo y rehizo de los crímenes del GAL en tiempos de gobiernos del PSOE. A mi tampoco me gustó que pidiera subvenciones a Botín con destino a la Universidad de Nueva York donde él estaba. Quienes le conocemos sabemos que el juez está lejos de ser perfecto. (Si quieres amigos o jueces perfectos te quedarás sin amigos y sin jueces).

Aunque yo apoyo a Garzón (viejo amigo), no se trata aquí de defender la personalidad de Garzón al completo sino de defender el Estado de Derecho y los principìos básicos de nuestro ordenamiento jurídico, a sea, de nuestra Democracia.

No estamos tanto por Garzón como contra el atropello del Estado de Derecho por parte del Tribunal Supremo. Y por eso echo de menos (y bien que lo lamento) a algunos líderes del PSOE en la mani de hoy.  Si siguen por ese camino tan huidizo, sin dar la cara cuando hace falta, por miedo a significarse, pronto podrán meterse todos los militantes socialistas en un taxi. Y por eso, también, me da tanto miedo el poder casi absoluto (merecido o no) que tiene hoy el PP (central, regional y local) sin apenas nadie enfrente para frenarle.

Me preocupa más la ausencia del PSOE en estas manifestaciones públicas que el jolgorio y la fiesta que la derecha y la extrema derecha están organizando con la caída del juez Garzón a quien los corruptos tanto temían. Basta con repasar los comentarios anónimos sobre este asunto en los blogs para comprobar lo crecidos que están los nostálgicos de Franco y algunos seguidores del PP. Y eso que este Gobierno de Rajoy/Saez de Santamaría se parece afortunadamente poco, por ahora, a aquel de Aznar/Cascos de tan triste y temible memoria.

Menos mal que aún nos queda el gran Forges intrepretanto nuestro miedo cotidiano («¡A ver si te van a oir en Las Salesas!», le dice Concha a Mariano, perdón a Vicente).

Y también nos queda -menos mal- Soledad Gallego-Díaz, con sus comentarios tan certeros en El País, para reconciliarnos con la buena prensa de toda la vida. Copio y pego a continuación su articulo de hoy:

Justicia a cualquier precio

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ (11 FEB 2012)

La justicia obtenida a cualquier precio termina no siendo justicia.

Eneko en 20 minutos

Lo afirma la sentencia del Tribunal Supremo que ha condenado al juez Baltasar Garzón a una pena de inhabilitación de 11 años y a su expulsión de la carrera judicial, y ciertamente muchos ciudadanos, en España y en Latinoamérica, pueden alimentar en estos momentos la misma convicción, aunque por motivos diferentes. Habrá que suponer que el Tribunal Supremo ha emitido su fallo sin que mediara animadversión personal ni enojo corporativo, pero lo cierto es que esta decisión ha acabado con uno de los pocos símbolos de la justicia en el que confiaba una parte notable de esos ciudadanos y que esa es una noticia pésima, con un precio muy alto.

No se trata de ignorar los graves hechos atribuidos a Garzón. Según la sentencia, el juez autorizó que se intervinieran las comunicaciones entre los imputados en una importante causa por corrupción y sus abogados, sin excepción alguna y sin mención expresa de su identidad, y lo hizo, afirma el Supremo, sin que existiera ni el menor indicio de que esos abogados estaban utilizando su condición de tales para la comisión de nuevos delitos. Su convicción de que los imputados continuaban ocultando su dinero, y su temor a ver cómo personajes poderosos y ricos conseguían escapar a la investigación, no es argumento suficiente para anular el secreto de las comunicaciones ni para deteriorar el derecho a la defensa.

Pero eso no es lo que se juzgaba realmente en el Supremo, sino si la decisión de Garzón podía ser explicada por una interpretación incorrecta de las normas del derecho. No, afirman los siete magistrados, no existe otra explicación que el empeño deliberado de actuar fuera de «los medios usualmente admitidos en derecho» ni otra razón que el anhelo del juez instructor de colocar el «proceso penal español al nivel de los sistemas totalitarios», un juicio de intenciones asombroso para tan alto tribunal.

Ahí, en la clara voluntad de apreciar prevaricación, es donde se abre un agujero por el que asoman muchas dudas: ¿esa misma decisión tomada por otro juez que no fuera Baltasar Garzón hubiera merecido valoración tan severa?, ¿qué sucede con los fiscales y con los otros jueces que compartieron su decisión?

Va a resultar muy difícil que los ciudadanos no asocien la condena de Garzón a su personalidad, a su historia y a su protagonismo internacional, insufrible para una parte importante de la corporación judicial, y que el descrédito que todo ello acarrea, dentro y fuera de España, no vaya a suponer un desgaste altísimo para la justicia española en su conjunto.

La expulsión de Garzón llega, además, en un momento de fuerte desánimo social. Los ciudadanos, aplastados por una crisis formidable, llevan meses conociendo casos de corrupción que no se traducen en delitos ni se sustancian en castigo alguno, personajes del mundo económico que reciben cantidades asombrosas por gestiones desastrosas, indultos llamativos para personas poderosas y dificultades sin cuento para acabar con el fraude fiscal, el desvío de fondos públicos y las trampas de todo tipo que no se podrían llevar a cabo sin ayuda de avispados asesores legales.

Todo ello, junto a noticias sobre algunos jueces corruptos que reciben castigos inexplicablemente ligeros por embolsarse dinero fácil. Nada de eso justifica, por supuesto, acabar con el derecho a la defensa (¿no debería revisarse el caso de los acusados de terrorismo?). Simplemente, resulta difícil aceptar que, entre tantas denuncias por prevaricación como se han presentado, solo haya habido un juez, Baltasar Garzón, que mereciera que le arranquen la toga. Queden tranquilos sus colegas del Supremo. Ya le han echado. Triunfó la justicia, a cualquier precio, deben pensar. Quede tranquilo Baltasar Garzón. Los ciudadanos no olvidaremos nunca la honda emoción que nos hizo sentir el 16 de octubre de 1998 cuando ordenó la detención del general Pinochet.

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Día de Accion de Gracias en 1998. Al fondo, Garzón entre el profesor Marichal y Ana Westley (la cocinera del pavo)

Eso mismo, Soledad. Sin caer en la resignación, siempre nos quedará la detención del genocida general Pinochet por orden de Garzón. ¡Ahí es nada!.

Por la cita de Pinochet, recuerdo hoy el pavo que nos comimos en mi casa el Día de Acción de Gracias en noviembre de 1998 con Baltasar Garzón y su esposa Rosario Molina, Juan Marichal y su esposa Solita Salinas, Joan y Angel Berenguer, Kathy y David White, Yolanda y Al Goodman y otros amigos y colegas. (Se entiende que la foto, por su mala calidad, la hice yo)

El dictador Pinochet llevaba apenas unas semanas detenido por orden del juez Garzón.

Es costumbre que uno de los comensales haga un brindis, a modo de oración laica, para conmemorar la comida fraternal de los peregrinos con los indios de Nueva Inglaterra.

En aquella ocasión, tomó la palabra mi maestro y amigo Juan Marichal, catedrático de la Universidad de Harvard, y nos emocionó a todos con un parlamento improvisado pro derechos humanos y contra los genocidas que comenten impunemente crímenes contra la humanidad; un bellísimo brindis que lamento mucho no haber grabado entonces.

Juan Marichal entre Garzón y yo

«Crimenes contra la humanidad en Argentina, en Chile, etc. que quedaban impunes… hasta ahora», dijo Marichal. A partir de la detención del dictador Pinochet, los genocidas sabrán que sus crímenes ya no quedarán impunes.

Y el maestro levantó su copa para invitarnos a todos a dar las gracias al juez Garzón, allí presente, quien se quedó emocionado y sin palabras.

Pase lo que pase, siempre nos quedará ese recuerdo de la detención de un criminal como el general Pinochet por orden de Garzón.

Recuerdo también las críticas que algunos colegas de la prensa extranjera le hicieron al juez español, más o menos en estos términos:

«Persigues a los dictadores de América Latina, por sus crímenes contra la humanidad, pero en España nadie se atreve a investigar y perseguir crímenes semejantes cometidos durante la Dictadura del general Franco. Los españoles veis la paja en el ojo ajeno y no la viga que tenéis en el vuestro. A eso se le puede llamar hipocresía o miedo». 

«Todo se andará», creo recordar que fue el resumen de la respuesta del juez Garzón.

Lo prometió y lo cumplió. Y ahí le tenemos ahora crucificado por perseguir también los crímenes del franquismo y la corrupción de políticos del PP.

Por muchos defectos que la derecha airee, exagere o invente de Baltasar Garzón (y los tiene), los demócratas estamos en deuda con este gran juez. Espero que el miedo no se extienda ahora entre los buenos jueces que siguen en activo ni entre los estudiantes de Derecho.

 

Obama: ¡Recuperación a la vista!

Me fío más de Forges que de Obama. Pero el caso es hoy ambos coinciden y eso ya me suena a milagro. O a que todo es posible.

Todos estamos deseando agarrarnos a algo, aunque sea a un clavo ardiendo, para salir de la actual crisis económica.

El primer rayo de esperanza de recuperación que dice haber visto el presidente norteamericano (en realidad, lo que ve es que caemos más despacio que antes) sale mandando en la portada de El País.

También manda en el centro de la portada del Interncional Herald Tribune (con foto) y en otros diarios de postín de todo el mundo, salvo en El Mundo de aquí, el de Pedro Jota. O no se enteran o no les gustan las buenas noticias cuando vienen de un líder demócrata que no es precisamente amigo de Aznar.

En la portada de El País, el primer gran titular es para Obama:

Obama observa ligeros signos de recuperación de la economía

En la portada de El Mundo no hay ni una sóla línea sobre el previsible fin de la crisis que tiene en vilo a medio mundo (y, por lo que se ve, no al de Pedro Jota, pues sólo da la noticia en página interior y par).

Ojalá acierten Obama y Forges. En ese orden.

«¡El sueño americano vive!» Y mi suegra rompió a llorar…

El 4 de noviembre, después de votar, Geraldine (Benson)Westley, la abuela americana de mis hijos (89 años) se rompió la cadera y la llevaron al hospital de Exeter (NH) donde fue operada urgentemente y con éxito.

El viernes pasado salió de la UVI y reconoció al instante el rostro de su hija, Ana Westley Benson, recién llegada al hospital procedente de Madrid.

-«¿Qué ha pasado?»

, preguntó la abuela.

-«Te has roto la cadera y ha ganado Barack Obama»,

le respondió mi esposa, en ese orden.

Grandma se olvidó de la cadera y le replicó:

-«¿Qué me dices? ¿Obama es presidente de los Estados Unidos? ¡No me lo puedo creer!»

-«Sí, mamá. Obama ha sido elegido presidente de los Estados Unidos»,

le dijo su hija mientras le mostraba la portada del diario The Boston Globe con la foto del presidente electo.

(Esta es una foto de Grandma, de hace unos años, con sus adornos de Dakota de Norte, de origen noruego).

Con la garganta aún molesta por los tubos del quirófano, la voz un poco ronca y con lágrimas brotándole ya de los ojos, contestó a su hija:

«Entonces, el sueño americano no ha muerto. ¡El sueño americano está vivo!».

Y, llena de emoción, la abuela yanqui de mis hijos rompió a llorar.

Esta señora de mirar tan dulce -que es mi suegra- tiene mucho coraje cuando se trata de defender principios éticos. Uno de los más arraigados en ella es el de luchar contra la injusticia y, por tanto, contra el racismo.

Conozco muy bien su historia y en la familia estamos muy orgullosos de ella y del abuelo, Alph Westley, que falleció poco antes de caer el Muro de Berlín y sin haber visto -¡qué lástima!- a Obama en la Casa Blanca. De ambos, recuerdo hoy algunas anécdotas que explican esas lágrimas tan emocionantes.

Hacia 1957 (escribo de memoria), mi suegro, Alph Westley, oficial de la Fuerza Aérea norteamericana, fue destinado como profesor de Telecomunicaciones a la Escuela Militar de Montgomery, la capital del estado sureño de Alabama donde hizo amistad con uno de los pocos oficiales negros de su Escuela.

Tan sólo tres años antes (1954), el Tribunal Supremo había declarado inconstitucional la segregación racial enlas escuelas.

Hacía dos años que una vecina de Montgomery, la heroica Rosa Parks, se había negado a ceder su asiento a un blanco en un autobús de su ciudad. Fue arrestada por ello. Mi familia política recuerda el rescoldo -aún muy vivo cuando se instalaron allí- que había dejado la gran protesta, liderada con éxito por el reverendo Martin Luther King, que se dio a conocer entonces gracias al boicot contra los autobuses de Montgomery durante un año.

En ese ambiente, pasó mi mujer tres años de educación pública y de hegemonía racistas. No me extrañó que, siendo aún adolescente, Ana participara personalmente en la Gran Marcha de Washington (1963), en la que el ya famoso luchador por los Derechos Civiles, Martin Luther King, pronunció su discurso histórico y promonitorio «Tengo un sueño».

Al año siguiente ganó el Premio Nobel. (Lo dejo escrito aquí para que mis hijos no lo olviden).

De 1957 a 1961, mi mujer estudiaba en una escuela pública de Montgomery, en cuyo coro cantaba (aún canta de maravilla). Por las tardes, Ana iba en autobús hasta la Escuela de Empresariales, donde su madre era profesora de Lengua y Taquigrafía.

Por las ventanas de esa Escuela, en un lugar céntrico, todos los alumnos y profesores pudieron seguir, con el estómago encogido por el miedo y la rabia, las protestas de los racistas y los antiracistas de Alabama que habitualmente acababan con violentas cargas policiales y enfrentamientos callejeros sagrientos.

(Por esas fechas, dos niñas fueron asesinadas por los segregacionistas del Ku Kux Klan, en el interior de una iglesia de Birmingham (al norte de Montgomery), a la que pegaron fuego con los fieles dentro.)

El día de 1957 en que mi esposa debutó en una obra de teatro infantil, en el salón de actos de su Escuela, fue muy especial para sus padres y sus hermanos pequeños. Quien lo probó, lo sabe. Cualquier padre que haya visto actuar a sus hijos en el Colegio lo habrá hecho con emoción contenida.

A mitad de la obra -que trataba, naturalmente, de la Guerra Civil nortamericana- los niños de Montgomery interpretaron en el escenario el asesinato del presidente Abraham Lincoln , que abolió la esclavitud en 1863.

Padres y niños del público estallaron entonces en un gran aplauso y vitorearon (no precisamente por sus dotes interpretativas) al actor que encarnaba al asesino de Lincoln.

Mi suegra saltó de su silla, subió al escenario, tomó a su hija de la mano y la sacó a rastras del coro y de aquel salón infecto, lleno de racistas. Lo explícó diciendo:

«Mis hijos no pueden participar en actos tan vergonzosos»

A partir de ese momento, Geraldine pasó a formar parte de la lista -entonces muy pequeña en Alabama– de los «nigger lovers» («amantes de los negros«), tan despreciados y vejados por los racistas del Sur.

Naturalmente, el día en que los sureños celebraban anualmente el nacimiento de la Confederación y el comienzo de la Guerra Civil (que perdieron), la familia Westley no tenía nada que celebrar en su casa acosada de Montgomery. Ana y Grieg Westley eran niños y vivieron ilusionados los preparativos del Centenario de la Guerra Civil que estalló en 1861. Las niñas debían ir vestidas como princesitas de Versalles («las bellas del Sur») y los niños, naturalmente, con traje militar color gris de soldado confederado.

Mis suegros (ambos de Dakota del Norte) se negaron a confeccionar aquellos trajes y a que sus hijos celebraran la secesión del Sur cuya Confederación defendía la legalidad de la esclavitud de los negros. De hecho, los Westley vivieron en Alabama como si los del Norte hubieran sido los perdedores de aquella Guerra Civil que habían perdido los del Sur. La victoria del Norte permitió la derogación de la esclavitud en los Estados Unidos. Por eso, el abuelo de Michelle Obama, la primera dama electa de los Estados Unidos, pudo crecer como un hombre libre hijo de esclavos.

Mi suegro Alph (en la foto, con traje militar) no le iba a la zaga a su esposa en la lucha contra el racismo. Ana recuerda el día de 1957 en que su padre había invitado a cenar en casa al oficial negro amigo suyo. Mientras tomaban el aperitivo, los vecinos del barrio comenzaron a apedrear la casa y a romper los cristales. Los niños, asustados, tuvieron que esconderse lejos de las ventanas.

A partir de entonces, la vida de la familia Westley -los «nigger lovers«- fue un infierno en Montogomery, Alabama, hasta que mi suegro fue destinado a Boston, una ciudad maravillosa del Norte, donde no te apedreaban por ser «amante de los negros».

Cuando me tocó cubrir en Atlanta (Georgia), en 1988, la Convención del Partido Demócrata que eligió candidato presidencial al gobernador Dukakis, hijo de emigrantes griegos, me acerqué con mi gran amiga (compañera de pupitre en Harvard) Katherine Jonhson al monumento donde reposan los restos de Martin Luther King.

Emocionado y silencioso ante su tumba, recordé a la valerosa familia Westley en su paso por Alabama donde coincidieron con el líder pacifista de los Derechos Civiles asesinado a tiros, como el presidente Lincoln, por racistas del Sur.

¡Que te mejores de la cadera, mi querida y admirada suegra!

¡Qué pena de profesión periodística!

¿Es información u opinión lo que puede leeerse en este párrafo de la portada de El Mundo sobre Zapatero y el G-20?

Ha muerto Pepe Montes, servidor del interés general

Ayer fue un día agridulce, alegriste, una mezcla de alegría y tristeza.

Mientras los campeones de Europa volaban hacia Madrid, dimos el último adiós a José Montes, buen amigo, compañero de la tertulia de El Puchero durante casi 30 años, y uno los mejores servidores del interés general que he conocido.

Hoy publica El País un cariñoso obituario de Pepe, escrito por José Luis Leal, ex ministro de Economía, que fue su jefe y el mío durante el Gobierno de Suárez y Abril Martorell.

Fernando Abril Martorell era el vicepresidente económico, José Luis Leal era el ministro de Economía y José Montes era el subsecretario de Economía.

Yo era, entonces, el joven ayudante entusiasta de todos ellos en Castellana, 3; uno de los empleos más felices y gratificantes (aunque, eso sí, peor pagados) de mi vida.

Hace unos años perdimos muy prematuramente a nuestro amigo, jefe y maestro Fernando Abril (¡qué bien nos vendría a todos tenerle aún vivo para que nos ayudara a salir de esta crisis!).

Ayer enterramos a Pepe Montes, el enemigo número 1 de la inflación, un jabato inmejorable para contener la subida de los precios. Solía repetir con su energía habitual -casi a gritos- que la inflación es muy mala porque

«a quien más perjudica es a los más pobres e indefensos, que carecen de capacidad para renegociar sus salarios».

Los enemigos de la inflación le debemos un homenaje a Pepe Montes. Era un artista finísimo para fomentar las importaciones de carne de pollo, de cerdo o de lo que hiciera era falta con el fin de bajar los precios, controlar el IPC y para que no faltara comida en la mesa de los españoles, durante la segunda mayor crisis económica del siglo pasado desde el crack del 29.

El subsecretario Montes gobernó los precios cuando más desmadrados se presentaban, tras la doble crisis del petróleo de 1974 y de 1979. Era una crisis como la que comienza ahora, pero a lo bestia, con inflación creciente, galopante, y PIB menguante. (Recordaré para los más jóvenes que en aquella crisis quebraron más de 50 bancos, miles de empresas, el paro pasó del 22 % y más de la mitad de los jóvenes en edad de trabajar no había probado siquiera su primer empleo)

Pepe supo, como nadie, embridar al IPC y doblar el espinazo a la subida de precios. A las órdenes de Abril Martorell y de Leal, sentó las bases para la recuperación económica del 86 que duró hasta la crisis del 92-94.

Fue un malabarista socarrón del cuadro macroeconómico, un mago de la cesta de la compra, cuyo coste removía con gracia y finura granaina. A servidores del Estado como él, debemos la salida anticipada de aquella larga crisis de caballo y el primer empleo de muchos jóvenes. Desde luego, alguien me dirá -y con le faltará razón- que la estabilización del precio mundial del petróleo, ya en tiempos de Felipe Gonzalez, tamibén nos ayudó a superar aquella terrible «estanflación» (estancamiento con inflación). No hay nada nuevo bajo el sol.

Jose Luis Leal ha glosado muy bien la figura de nuestro subsecretario, en su artículo de El País de hoy, que copio y pego en el blog . ¡Qué pequeña se nos queda ahora la tertulia de pisto y cordero del Puchero, mis queridos José Luis, Crisanto, Luis, Fernando, Mariano, Antonio…!

Ayer, tras el cierre de su ataud, le dije a Carmen, su viuda, que echaría de menos la bola de helado que compartía con su marido, una vez al mes desde hace 30 años (ambos presumíamos de guardar siempre una falsa dieta), y la media copita de chinchón dulce con la que poníamos broche final a nuestra tertulia. No le dije -y ahora lo siento- que lo que más voy a echar de menos es su afecto franco y explosivo y su tierna bravura en los debates económicos y en su lucha feroz, implacable, contra las injusticias.

También olvidé decirle que le agradeceré siempre su magisterio. Fue un gran economista, un becario del gran Simonet y uno de mis primeros colaboradores en la fundación del semanario Cambio 16 (en 1971).

Hablaré de Pepe Montes a mis alunmos, cuando regrese a la Universidad, para que sepan que el servicio a los intereses generales del Estado puede hacerse muy bien con las herramientas que nos ofrece la Economía pero, eso sí, siempre que estén dirigidas por un corazón tan grande y tan noble como el de mi querido subsecretario.

¡Que pena y que rabia me dió que no pudiera disfrutar, por un día, de la descomunal victoria de España en la Eurocopa!

Descanse en paz.

El funeral está previsto para el próximo martes, 8 de julio, a las 20:00 horas en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, Calle Puerto Rico, 1, Madrid.

¡Gracias, muchachos! Casi todos somos España

Gracias, muchachos de la selección española de fútbol y gracias, Luis Aragonés por las alegrías que hemos recibido de vosotros en una semana gloriosa. Sobretodo, porque la gente estaba muy contenta. Todos hemos estado llenos de contento por vuestras victorias en la Eurocopa. . Aunque sólo quedáramos subcampeones de Europa, ha sido muy bonito mientras duró. Pero aún conservamos el sueño y la ilusión de volver a ser alguien en este deporte cuya técnica tanto me cuesta entender. Podemos ganar. Y, si le ganamos esta noche a Alemania, es posible que le debamos a las selección española. además de la consiguiente alegría nacional, unas décimas de recuperación del PIB, en medio de esta crisis económica (sí, Zapatero, crisis) que estamos sufriendo.

Por mucho que lo nieguen los sabios, la alegría colectiva es muy productiva y genera riqueza y empleo. Aunque sólo fuera por eso, deberíamos ganar a Alemania esta noche. Pero es por algo más. Como dijo el mister: por los jugadores, por España y por el mismísimo Luis Aragonés, que se ha merecido la victoria.

Y, como nadie en profeta en su tierra -que es la nuestra- Luis Aragonés dejará incomprensiblemente de dirigir la selección española de fútbol, lo mismo que el gran Pepu Hernández dejó de dirigir la selección española de Ba-lon-ces-to, después de llevarla hasta lo más alto del mundo. Así es la política en las federaciones.

«Voy contra mi interés al confesarlo» (como diría Bécquer), pero reconozco no entiendo (casi) nada de fútbol. Y, sin embargo, el jueves pasado, durante la segunda parte del partido España-Rusia, disfruté muchísimo viendo a los nuestros bailando con el balón, con gran naturalidad y extraordinaria destreza, en la cuna del valls. Y esta noche espero disfrutar igual con algo que nunca me apasionó; espero disfrutar, por lo menos, tanto como como cuando ganamos el Mundial de ba-lon-ces-to. Fue hace casi un par de años. Me emocioné con el baloncesto como espero hacerlo esta noche cono el fútbol. Y escribí que ya no me daba miedo la bandera española.

Y es es que, para los españoles, esta Eurocopa de 2008 trasciende ya al propio fútbol, con todo lo que este deporte supone de sublimación de identidades colectivas, de amor a la competición y -no digamos- a la victoria. Si ganamos, estoy dispuesto a aprender, con humildad, algo más de fútbol. Ahora estoy empezando a entender al «mariano» de Forges pegado/incrustado a la pantalla del televisor cuando hay un gran partido como el que nos espera esta noche.

Un acontecimiento de esta índole, basado en expectativas de victoria o derrota, no puede ni debe pasar inadvertido para los directores de los diarios de pago. Por eso, las portadas de hoy son especialmente relevantes.

El joven director de Público , Ignacio (Ina, de pequeño) Escolar, anima a su muchachada izquierdista, a toda página, con un simpático juego de palabras (o doble sentido) que hará sonreir de complicidad a más un lector con este grandísimo titular:

LA FINAL

Hoy todos somos rojos

Aunque a Público se le ha visto siempre más el plumero de su devoción económica por La Sexta que por la Cuatro, hoy no duda en anunciar en su portada el partido Alemana/España a las 20.45 en la CUATRO.

Lo cortés no quita lo valiente.

El Mundo, fiel a su reciente tradición, dedica su portada, arriba, a cuatro columnas, a una entrevista con su nueva lideresa, Esperanza Aguirre.

Abajo y a tres columnas (aunque con foto) va el partido de la Eurocopa con un titular integrador, no realista, pero cargado de buenos deseos:

España con España

Ni ayer ni hoy ha recogido El Mundo noticia alguna (ni una línea) en su interior sobre la declaración de su columnista Federico Jiménez Losantos ante el juez, acusado de nuevo de injurias y columnias, esta vez contra el ex comisario de Vallecas, durante el 11-M, Rodolfo Ruiz.

–De la misma forma que El Mundo dedica hoy el escaparate de su portada, a cuatro columnas, a su lideresa, Esperanza Aguirre, no debería extrañarnos que El País (al que siempre le exigimos un poco más de solvencia profesional) le dedique casi toda su portada -a cuatro columnas y un porrón de páginas interiores de texto soso y aburrido- a su líder, el presidente Zapatero.

Se trata, también en este caso, de una entrevista realizada con antelación, para el lector dominguero y con fotos de relleno promocinal.

Estoy seguro de que han titulado en primera así, con la malsana intención de ayudar y/o halagar a Zapatero, pero maldita la gracia que tiene el titular de Pero Grullo que han destacado, bajo una foto forzada, menos natural que el Danone y más falsa que los duros sevillanos:

«Es opinable si hay crisis»

Salvo en Teología, todo es opinable en esta vida. ¡Vaya notición de primera, en visperas de la final de la Eurocopa!

¡Te cagas!

Y al gran tema del día le dan tres columnas del faldón, con foto tipo sello de Correos para el héroe nacional Iker Casillas, y con un titulín a una columna, por abajo:

La hora del duelo final

La verdad es que hoy se han lucido los intelectuales de mi querido El País

Menos mal que, en páginas interiores de El País, hay dos artículos magníficos de dos intelectuales de verdad (Javier Marías y Gonzlao Suárez) que salen al rescate galante del tercer diario más leido de España (después, naturalmente, de 20 minutos y Marca)

JAVIER MARÍAS EUROCOPA 2008 – La gran final

Lo contrario de lo que hemos sido

JAVIER MARÍAS en El País29/06/2008

En otras ocasiones, cualquier actuación aceptable de la selección española -no digamos cualquier victoria, como la inicial goleada a Ucrania del último Mundial- ha desatado una euforia desmedida y un patrioterismo achulado de la peor especie. Esta vez, en cambio, y pese al cutrerío montado por la cadena Cuatro en la plaza de Colón, lo que creo que prevalece es una sensación de desconcierto e incredulidad, que extrañamente templa los ánimos, en lugar de exaltarlos, y nos lleva a ser modestos, o lo que quiera que sea lo contrario de fanfarrones y triunfalistas.

Ojalá tengamos que renunciar de una vez a nuestra falta de carácter y a nuestra mala suerte

No estamos acostumbrados a que España convenza y juegue de maravilla. Ni a que su actitud en el campo sea serena y esté exenta de agonismo y también de agonía. Nos resulta tan raro ganar sin angustias y sin heroicidades que hasta cierto punto nos cuesta ver al actual equipo como a la España de siempre, lo cual, contradictoriamente, nos tienta a sentirlo como menos nuestro, o aún es más, como una pandilla de impostores. Lo extraordinario del caso es que estos mismos jugadores, hace tan sólo unos meses, durante la insoportable fase de clasificación, nos parecían no sólo el grupo dubitativo, inseguro, insípido y más bien aburrido de casi siempre, sino, como yo mismo dije en una columna, «una selección de medianías». A la vista de sus partidos de la Eurocopa, sobre todo de la semifinal contra Rusia, está claro que me equivoqué o que se ha producido una monstruosa y jovial transformación. Supongo que lo primero, y que no supe ver lo que encerraba este conjunto de futbolistas. El verbo «encerrar» es aquí particularmente adecuado, porque su excelencia y su aplomo eran todo menos manifiestos, creo yo.

Y ahora, ¿cómo nos acoplamos, cómo hacemos? Supimos ver con objetividad, y dentro de todo se nos hizo verosímil, que Holanda barriera del campo a Francia y a Italia; desde luego que España jugara agarrotada y nos sometiera a sufrimiento en su partido contra la segunda; también que Rusia, a su vez, barriera del campo a la hasta entonces aguerrida Holanda.

Lo último no ha habido manera -o tiempo- de asumirlo como verdadero: que España, precisamente la acomplejada y pusilánime España, barriera del campo a los que habían barrido del campo a los vigentes campeones y subcampeones del Mundial último, Italia y Francia. ¿Somos en verdad «nosotros»?, es la pregunta incrédula que nos sobrevuela. Y esa extrañeza se traduce, curiosamente, en menos bravuconería y vociferación, menos patriotismo y mayor moderación. Ganar mereciéndolo nos deja perplejos y nos invita a sacar menos pecho. Quién sabe si a partir de ahora aprenderemos hasta a ser elegantes. Queda la final. Es probable que contra Alemania todo regrese: las bajas pasiones, el navajismo, el llanto a lo Luis Enrique y el juego aturullado y frágil. Contra la terquedad y la buena suerte alemanas, contra su pesadez y su fútbol tan poco imaginativo como irreductible, todo eso cabe. Es más, hay que contar con la peor pesadilla: que luchemos y haya «no goles» a lo Cardeñosa o Michel, que el árbitro nos perjudique, que Casillas la pifie como Arconada hace 24 años, que fallemos tres penaltis o que en el último segundo nos hunda un defensa, como Lahm a la divertida Turquía o Schwarzenbeck cuando impidió que Luis Aragonés levantara una Copa de Europa.

Entonces todo volverá a su lugar. Nos lamentaremos durante varios lustros, clamaremos contra la injusticia, los locutores repetirán hasta la saciedad: «Ha sido una pena, ha sido una pena». Lo de Rusia quedará como anécdota, como un sueño, una excepción. Ojalá no sea así. Ojalá tengamos que renunciar de una vez a nuestra falta de carácter y a nuestra mala suerte. Ojalá mantengamos nuestro primer estilo definido en decenios y sigamos viendo a nuestro equipo como si fuera el de otros. Es decir: ojalá sigamos desconcertándonos, para así empezar a acostumbrarnos a ser por fin lo contrario de lo que siempre hemos sido. Por lo menos en fútbol. Por algo se empieza.

FIN

EUROCOPA 2008 – La gran final

Esplendor en la hierba

MARTÍN GIRARD en El País, 29/06/2008

(Martín Girard es el seudónimo que el escritor y cineasta Gonzalo Suárez utilizaba en sus tiempos de cronista deportivo)

En este campeonato de Europa hemos visto equipos que bajarían a Segunda si jugaran en Primera. La selección española se ha lucido dos veces contra un conjunto ruso técnicamente torpe y físicamente lento (a pesar de lo de Holanda, que resultó ser un espejismo de dos caras). Nunca acabaremos de saber si un equipo juega bien porque el otro juega mal o si el otro juega mal porque no le dejan jugar bien. A ciencia cierta, no sabemos nada. Salvo que hemos visto una Francia de pena, una Italia lastimosa, una Grecia anodina, un Portugal arronaldado, una deslizante República Checa entre los guantes de Cech, una peripatética Polonia y una milagrosa Turquía, cuya inocencia acabó siendo mayor que su fe.

Tampoco los croatas vieron premiado su fervor patriótico. Y, que me perdonen, pero dejando aparte a los finalistas, no recuerdo gran cosa de los demás, incluida la tan temida Suecia. Quienes afirman que hemos visto uno de los mejores campeonatos europeos se refieren, sin duda, a la emoción propiciada por una esporádica genialidad de última hora o un fallo de último minuto. También eso es fútbol, es verdad. Pero, a mi entender, ni siquiera Alemania ha estado a la altura de los más grandes de otras épocas. Juro que no es añoranza, sino evidencia. Europa está en crisis y, en ese contexto, el equipo español es, al tiempo, una esperanza y una realidad.

Un equipo joven de la llamada España plural (la que se rompía y no se ha roto), con un inmigrante de lujo y otros integrantes con acento anglosajón. Bajos de estatura y altos de nivel técnico, crecemos por momentos y contamos además con uno de los pocos porteros que no ha cantado bajo la lluvia. Como cierta cerveza de Copenhague, probablemente, es el mejor. Nunca habíamos tenido un equipo así y, en eso, sí estoy de acuerdo con todos. Por tanto, esperemos que a la enésima vaya la vencida.

Pero antes de citar aquí la arenga de Jenofonte a sus soldados en La retirada de los diez mil, como alternativa al barriobajero «¡a por ellos!», me viene a la memoria, por algo será, una de las más miserables anécdotas xenofóbicas que me ha tocado vivir. Érase una vez un muchacho negro (de Cabo Verde, supongo) que llegó a Portugal para jugar con el Belenenses. Traía una carta de presentación que exhibía orgulloso. La carta decía así: «Este desgraciado es una bestia, criado en plena selva, y habrá que tener cuidado de que no huela el alcohol o vaya con mujeres, porque se comportaría como un auténtico salvaje».

El muchacho en cuestión resultó ser un buen chico, muy atento y disciplinado. Se llamaba Yanka. No fue fácil conseguir que se desprendiera de la carta de presentación que para él significaba su único documento de identidad. Y vaya ahora la prometida arenga de Jenofonte antes de la batalla: «Y si alguno de vosotros está desalentado porque no disponemos de caballería y los enemigos la tienen numerosa, considerad que diez mil jinetes no son nada más que diez mil hombres: nadie murió jamás en una batalla a consecuencia de los mordiscos o las coces de un caballo; son los hombres quienes deciden la suerte de las batallas. ¿Y puede negarse que nosotros marchamos sobre un vehículo mucho más seguro que los jinetes?

Ellos van suspendidos sobre sus caballos, temerosos no sólo de nuestros ataques, sino también de caerse. Nosotros, en cambio, que marchamos sobre tierra, golpearemos con mucha más fuerza si alguno se acerca, daremos con más facilidad en el blanco que queremos. Sólo en una cosa nos llevan ventaja los jinetes: podrán huir con más seguridad que nosotros». Así que ya lo sabemos. Los alemanes son más altos, fuertes y experimentados que nosotros. Si tropiezan, caerán desde más arriba. Y será nuestro el esplendor en la hierba.

Fin

Feliz partido para (casi) todos

¡Que viva España!

Buitres eclesiásticos al acecho de moribundos

Ayer recibí un SMS de un colega, a quien respeto muchísimo intelectual y moralmente, que decía lo siguiente:

«Indignado convenio Iglesia-Comunidad de Madrid. Espero que digas algo en tu blog. Cada vez me gusta más lo que hace La Sexta. Aunque pierdan anunciantes…»

Luego llamé a mi amigo y maestro Manolo Saco (que iba camino de Galicia) y le comenté el asunto. Me replicó:

«Yo también estoy indignado y lo verás pronto en mi blog»

En efecto, el blog de Manolo Saco en 20minutos.es lleva un artículo finísimo titulado «Un amor enfermizo por la tortura y el sufrimiento de los demás»

A mi me ha pillado el toro.

Ayer estuve desconectado y no pude desahogarme contra esos buitres eclesiásticos que rondan los hospitales de doña Esperanza Aguirre al acecho de moribundos.

Estoy escandalizado. Ya se que es un viejo convenio y que lo que ha cambiado la lideresa (que aspira a restablecer la España negra en su alianza con el altar) es el condicional (podrían formar parte…) por el presente (forman parte…)

¡Qué vergüenza de Iglesia y qué vergüenza de Gobierno regional de Madrid!

Los diarios se han despachado agusto, arrimando cada uno, naturalmente, el ascua a su sardina.

El Pais y Público en contra de la decisión deshonrosa de Esperanza Aquirre de meter a los curas en los comités de ética de los hospitales.

El Mundo, ya se sabe, a favor de la lideresa. ¡Qué horror!

Con lo lista (y ambiciosa) que es la presidenta de la Comunidad de Madrid, ¿cómo es posible que haya cometido un error tan descomunal presumiendo de liberal?

Los liberales, señora Aguirre, eran aquellos héroes fusilados por Fernando VII, el rey felón.

Ya puede despedirse Esperanza Aguirre de La Moncloa (por mucho que se empeñen Pedro Jota y Jimenez Losantos) si no rectifica ese convenio pecaminoso que mete a los cuervos en las habitaciones de los moribundos.

Hace unos días, imaginé a Rajoy, cansado de broncas y de peticiones de democracia interna en el PP, pasando el testigo a Gallardón.

Hoy he tenido el dudoso honor de que el locutor predilecto de los obispos coincidiera con mi premonición.

Lamento que el ínclito predicador Jiménez Losantos coincida conmigo en ese asunto. En un año tendremos a Gallardón, dice Jimenez Losantos

¿Habré tenido visiones o pesadillas?

He oido en la radio que el Gobierno estudia la posible inconstitucionalidad del tenebroso convenio entre Esperanza Aguirre y Rouco Varela, príncipe de la Iglesia. Ambos podrían haber cometido un delito contra los derechos fundamentales de los españoles, amprados por nuestra Constitución que va a cumplir 30 años. La Inquisición duró mas de 500.

Para Aguirre (5 a 1) el tamaño sí que importa

La crisis en torno al liderazgo del PP (entre Esperanza Aguirre y Rajoy) se va enfriando en El País y en Público . Ambos diarios le dedican pequeños titulares a una columna en sus respectivas portadas.

Público aún le concede una foto (tipo sello) a la lideresa.

Sorprende, por tanto, el tratamiento de lujo que Pedro Jota Ramirez le sigue dando al conflicto interno del PP, al cabo de tantos días mandando con él en su portada.

No sólo concede a la lideresa Aguirre el puesto de primer sujeto del día sino que apoya su gran titular a cinco columnas (no hay más en la portada) con una foto centrada a tres columnas de colegas suyos de Madrid que reclaman elecciones primarias en el PP.

La herida, por tanto, sigue abierta y puede seguir así hasta las vísperas de las elecciones del 2012. En ese momento, veremos quienes compiten en el PP por ser candidato o candidata a la presidencia del Gobierno de España.

¿Y el trío Pinocho del 11-M?

Interesante el papel, cada día menos ambigüo, adoptado por Zaplana , uno de los guardianes aznaristas de Rajoy en este duelo.

Y sorpendente también el silencio sonoro de José María Aznar, que pasea sus melenas por las fiestas de su patrón, el magnate de la prensa conservadora Rupert Murdoch.

¿Qué estará pensado estos días Acebes?

Muy buena la entrevista exclusiva al juez Palop que El País luce en su portada con todo merecimiento. Buen trabajo, colegas.

¡Ánimo, señor juez!

«A la yugular», «órdago» o «invitación» de Rajoy a Espe

Efectivamente, como dice el personaje de Forges, «están desatados» los diarios con su «frenesí editorial«. Y no es para menos. Basta con ver los titulares de El País (que hoy se parecen mucho a los habituales de El Mundo).

¿Cuando se ha visto que El País titule una información, a toda página, como lo ha hecho hoy?

Rajoy se lanza a la yugular de Aguirre

(¡Ave María Purísima!)

El diario Público (que no es más amigo del PP que El País ) resulta hoy más moderado:

Rajoy lanza un órdago a Aguirre y la invita a irse

Y, desde luego, vvir para ver: el más moderado e informativo de los tres (y el que menos mete la cuchara del «frenesí editorial«) es El Mundo que titula como una hermanita de la caridad (o como un lobo con piel de cordero):

Rajoy invita a marcharse a los que discrepen de la línea oficial: «Si alguien se quiere ir, que se vaya»

El País utiliza incluso la foto de portada para apoyar su titular. Da la impresión de que Rajoy está despidiendo, con un mal gesto, a Esperanza Aguirre, a la manera de Aznar Váyase, señor González«). El País destaca en un sumario a sus competidores. Entramos claramente en una nueva etapa:

El líder popular se distania de El Mundo y la COPE

Público, en cambio, deja a Rajoy como sujeto de su segunda noticia y prefiere mandar a toda página con un asunto más dominguero y que seguirá dando que hablar:

Las ministras responden al machismo

En su interior dedica varias páginas al asunto, destancando una galería de machistas arcaicos que airean su condición sin pudor: