Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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«¿Es el dedo con el que nombró a Rajoy?»

Alguien podrá pensar -y no le faltará razón- que el ex presidente Aznar no me cae bien. Sin embargo, hace años que dejé de afilar un hacha personal contra él. Tenía mis legítimas razones: por venganza. Afortunadamente, hace tiempo que le perdoné. La venganza sólo hiere a quien la desea. Y aquel miserable -creía yo- no merecía tanta atención.

Al terminar la entrevista preelectoral que le hice a Aznar en TVE, un par de días antes de su primera victoria, salí del estudio de Prado de Rey con cierto desasosiego. No sabía muy bien por qué. No era por razones ideológicas ni políticas, pues media España estaba ya harta de los escándalos de corrupción de los últimos años de Felipe González.

La alternancia en el Poder me parecía saludable. En 1996, no voté a Felipe González pese a que le profeso admiración y afecto. Desde luego, en aquel momento, Felipe merecía perder el Poder. Sin embargo, tuve, de pronto, la impresión de que su competidor, José María Aznar no merecía sucederle en el cargo. Mi desconfianza hacia aquel candidato presidencial carecía de base política: era puramente personal, física.

No me gustó su forma de mirarme ni de sonreirme. No me fiaba un pelo de ese hombre. Me recordó al ex presidente Richard Nixon: sencillamente no le compraría un coche usado a José María Aznar.

Las cámaras de televisión (especialmente en directo, sin montaje) no engañan: emiten lo que reciben. Y el lenguaje corporal es el 80% del mensaje. Las palabras apenas alcanzan al 20%. (Pueden comprobarlo si repasan la entrevista que le hice a José María Aznar en 1996 en la web www.rtve.es).

Por eso mismo, la imagen de Aznar con el dedo corazón estirado, buscando el culo de los airados estudiantes, nos dice más sobre personaje que todos sus discursos. ¿Quién recuerda ya lo que dijo en la Universidad de Oviedo?.

Ese dedo le perseguirá ya toda su vida, junto a su foto con el ominoso George W. Bush en las Azores, antes de lanzar la invasión y la matanza ilegal contra Irak.

Ya no podrá engañarnos más haciéndose pasar por un líder de la derecha civilizada. Derecha sí, pero no civilizada. La derecha civilizada española siempre presumió de buenas maneras, de cierta urbanidad. ¡Si Cánovas, Maura o Dato levantaran la cabeza!

La derecha actual, en cambio, saca lo más guarro de sus entrañas para responder a los insultos universitarios. Llaman «criminal de guerra» a Aznar, uno de los invasores de Irak, y el invasor les manda, gestualmente, a tomar por culo. ¿Dónde se ha visto tal cosa?

La derecha actual llama «hijos de puta» a sus colegas de partido. Así lo hizo la lideresa Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid y aspirante a sustituir con su dedo al dedo de Aznar.

¿Adonde vamos a ir a parar?.

¿Hay alguien en la derecha educada capaz de reeducar a Aznar y a Esperanza Aguirre? Después de ocho años en el Poder, sería saludable para la democracia que se produjera la alternancia entre la derecha y la izquierda. Pero, por el camino que llevamos, Zapatero podría jubilarse en La Moncloa. Los votos no los dirige el estomago ni la cartera, la crisis económica ni la expansión. Estoy convencido -por experiencia- de que no votamos con el cerebro. Lo hacemos -mal que le pese a algunos- con el corazón. La política -dicen los estudiosos del cerebro- ocupa el mismo lugar que la religión o el deporte: está en el rincón privilegiado de las emociones, no del razonamiento. Votamos -y me alegro- con el corazón. Con el corazón, sí. Pero no, precisamente, con el dedo corazón, señor Aznar. Ese puede usted destinarlo a menesteres más nobles que el culo de sus detractores.

El titular de este post no es mío: lo escuché a no se quién en la radio y lo adopté para archivar con él la foto del dedo ya indestructible de Aznar en este blog que tengo tan abandonado.

Como con las portadas de El Jueves, también yo tenía otro titular con el que archivar la foto, pero me pareció de mal gusto, impropio para lectores de la derecha civilizada.

Era éste:

¿A qué huele el dedo de Aznar?

Menos mal que, por urbanidad, lo quité.

El dedo

Juan Cruz en El Pais (20 2 10)

Aznar es muy inteligente. Ha levantado el dedo corazón de la mano izquierda y todo el mundo se ha puesto a mirar hacia ese dedo. Cuando en realidad tendríamos que estar mirando lo que dijo.

Pepa Bueno (TVE-1) lo subrayó enseguida: lo que había sucedido no era tan sólo que unos estudiantes maleducados impidieran hablar al presidente, ni que éste levantara el dedo corazón de su mano izquierda. Lo interesante es lo que dijo, mientras pudo hablar, en medio de su melodrama patrio. A Zapatero lo llamó pirómano. Y dijo que hacían falta muchas brigadas de bomberos para recoger los escombros de este país fundido. Dijo «fundido». Y dijo que Zapatero lo había hecho escombros. Tiene derecho el español sentado a preguntarse qué ha tenido que ocurrir en esa cabeza para que anide en ella ese odio que parece una lengua de fuego. El dedo sirve para enmascarar el odio, porque ahora hablamos del dedo y no del odio.

Wyoming (La Sexta) se lo tomó a broma, que es su función en El intermedio. Quizá los bomberos que busca Aznar están, dijo el excelente humorista, posando desnudos para los calendarios. Fernando Garea ha recogido en su blog de ELPAÍS.com una frase de Carlos Fuentes (de su novela La voluntad y la fortuna) que explica muy bien el ceño fruncido del Aznar tronante. Dice Fuentes, acerca de uno de sus personajes: «Sólo será visto como un buen presidente si sabe ser un buen ex presidente».

Fernando Vallespín (Hoy, CNN +, con Gabilondo) fue por el mismo lado en su ponderado silencio sobre el exabrupto: «Un gobernante ha de mantener unos mínimos». Esos mínimos pueden haber sido destruidos por el famoso dedo. Pero lo cierto es que si uno atiende al discurso con el que el ex presidente chorreó a Zapatero, Aznar ha decidido dejarse los mínimos en casa. Dijo Esteban González Pons, el portavoz del PP, que en lugar de insultarle tendrían los estudiantes que admirarle, porque él nos solucionó el pasado y podría solucionarnos el presente. Quería Pons que no miráramos al dedo. Pero el dedo está enhiesto; ya no lo podrá borrar nadie. Es una firma que borra más que un incendio.

FIN

El Bigotes afirma, en El País; Rita niega, en El Mundo

Rita Barberá no es de este Mundo. Ni una línea, ni una palabra, aparece en la edición nacional de El Mundo sobre los bolsos de Vuitton que El Bigotes dice haber regalado a la alcaldesas de Valencia.

Como yo vivo en un pueblo, he podido leer esta mañana la edición impresa de provincias de El Mundo.

En esa edición sí aparece la noticia del presunto escandalo, escondida, de entrada, abajo, a una columna de ancho y un tercio de columna de largo, en la página 21, con este titular:

Rita Barberá niega haber recibido regalos de «El Bigotes»

La breve noticia, fechada en Madrid, no lleva firma. En la edición nacional y en los PDF´s de su edición impresa, esta noticia ha desaparecido totalmente de El Mundo. Por eso, no puedo copiarla y pegarla aquí. Ha sido «levantada», según el argot periodístico.

El País, en cambio, lanza las campanas de su portada al vuelo con este titular, a dos columnas, mandando en primera:

El Bigotes afirma que regalaba bolsos de lujo a Rita Barberá

La noche y el día. Cada oveja (y su correspondiente verbo) con su pareja. El Bigotes afirma… (en El País) y Rita Barberá niega… (en la mitad de El Mundo; en la otra mitad, ni eso).

En páginas interiores. El País sigue con su alarde informativo.

La página 14 va completamente dedicada a tal escándalo. la foto central muestra a Francisco Camps (con traje) y a Rita Barberá (con bolso)

Las fotos de portada de ambos diarios (y sus correspondientes entrevsitas domingueras) van dedicadas a personajes -cómo no- de su cuadrilla.

El País entrevista a José Montilla, presidente de Generalitat de Cataluña, y le muestra en un balcón gótico, en una altísima foto digna, por lo menos, de un Papa asomándose a la plaza del Vaticano.

El Mundo entrevista a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid , y nos la muestra apoyada en el quicio de su despacho, de cuerpo entero, junto a un retrato de su antecesor, Alberto Ruiz Gallardón.

—-

Con más de 24 horas de retraso -lo que es natural, tratándose de diarios impresos que siempre dan noticias de ayer- tanto El País como El Mundo se estiran en alabanzas a favor del gran maestro de periodismo Walter Cronkite, uno de mis ídolos profesionales (cuyo obituario publiqué aquí ayer).

Este párrafo tan sabroso sobre Cronkite pertenece a la columna que Carlos Boyero publica hoy en El País, pagina 69 , con el título «Peste«.

El análisis de la vida y la obra del «tio Walter» puede ser muy oportuno para proyectarlo sobre la realidad del periodismo que practicamos hoy en España.

Haríamos una buena sesión de pedagogía profesional. No sin haber pasado antes por los correspondientes actos de contrición, exámenes de conciencia y cumplimento de la penitencia por tantos y tan generalizados pecados capitales cometidos contra la ética profesional.

Pero -ojo- de esta hoguera no se libra nadie. Tan pecadores somos los periodistas como las fuentes de información (todas lógicamente interesadas) y los lectores y anunciantes, que financian con su euro y con su atención a los distintos medios de comunicación de acuerdo con sus interesses e ideología.

Olvidé comentar ayer, en el obituario dedicado en este blog a Walter Cronkite, que John F. Kennedy cargó contra él para que le despidieran de su trabajo en la CBS.

Cronkite hizo la entrevista preelectoral a John Kennedy, cuando era candidato a la Casa Blanca, frente a Nixon. El periodista preguntó al candidato demócrata si se vería presionado por el Vaticano en su acción política puesto que, como católico que era, debía obediencia al Papa. Kennedy respondió, naturalmente, que no. Pero, por lo visto después, le cabreó mucho esa pregunta inesperada.

(Conviene recordar que en EE.UU. no se enseñan previamente las preguntas a los que van a ser entrevistados. Yo tampoco lo hice jamás, cuando tuve que realizar en TVE las entrevistas preelectorales a los candidatos a la presidencia del Gobierno de España en 1992 y en 1996, hasta que fui despedido por la TVE de Aznar, tras mi entrevista al candidato y su victoria electoral).

El simpático candidato Jonh F. Kennedy -como José María Aznar– no se andaba con chiquitas. Al terminar su entrevista televisada, llamó al presidente de la cadena CBS, que era el jefe de Walter Cronkite, y le pidió que lo despidiera inmediatamente de su empleo. El airado candidato demócrata también amenazó veladamente: le recordó al jefe de Cronkite que cuando fuera elegido presidente de los Estados Unidos tendría poder sobre la distribuión de licencias y frecuencias de televisión.

El presidente de la cadena CBS aguantó el chaparrón de Kennedy pero no despidió a su empleado y Walter continuó dando sus noticias como si nada…

Desgraciadamente, yo no tuve tanta suerte. Mi jefe en Televisión Española era un empleado nombrado por el propio presidente Aznar y los deseos del jefe parecían ser órdenes para él. Tras mi entrevista preelectoral y en cuanto el flamante presidente Aznar nombró al nuevo jefe de la TVE, fui despedido como corresponsal de TVE en Nueva York.

Tal injusticia -y ataque contra la libertad de expresión- fue parcialmente reparada por el juez que condenó a la televisión de Aznar a pagarme una interesante indemnización que me permitió, poco después, fundar 20 minutos, el diario más leído de la historia de España. Y todo ello gracias a lo que mis hijos llaman graciosamente la «beca Aznar«.

¿Qué hubiera sido del gran Walter Cronkite si Kennedy hubiera conseguido su propósito de despedir de la CBS a su atrevido entrevistador?.

Nadie lo sabe ni lo sabrá. Cronkite está muerto y no puede contestar a esta pregunta póstuma.

Aprendí mucho del «tío Walter» sobre el mercado de la prensa y la decencia profesional. Intentaré plasmarlo aquí, a ratos, con permiso de la crisis.

Descanse en paz el maestro de periodistas.

El alguacil Lamela, alguacilado

El «caso Leganés», uno de los más repugnantes de la democracia, ha llegado, por fin, ante el juez.

Se trata del siniestro Manuel Lamela, ex consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre. La Justicia es lenta y tarda. Pero el doctor Luis Montes, calumniado y perseguido torticeramente por Lamela, ha sido perseverante y, al cabo de 4 años, ha conseguido llevar a su perseguidor ante el juez.

Las denuncias anónimas por homicidio contra el doctor Montes, ex jefe de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés, se basaron en hechos falsos. Los médicos del hospital, que aplicaban sedaciones para aliviar el dolor de los enfermos terminales, fueron absueltos de todos los cargos. Pero su prestigio fue arruinado y multitud de seres humanos moribundos sufrieron lo indecible en los hospitales españoles porque los médicos padecieron el síndrome «Lamela«. Temieron ser perseguidos por algún consejero/inquisidor, fanatizado por la religión o por el ansia de desprestigiar la medicina pública en favor de la privada, y, por si acaso, pudieron aplicar sedaciones insuficientes a sus enfermos.

¡Cuanto dolor innecesario habrá causado este sádico Lamela!

El «caso Leganés«, convertido ya en «caso Lamela» ha ocupado docenas de portadas del diario El Mundo, naturalmente contra el doctor Montes, en apoyo decidido del consejero Lamela y del Gobierno de la lideresa Esperanza Aguirre.

Curiosamente, y vergonzosamente, hoy que una juez ha admitido a trámite la querella del calumniado doctor Montes contra Lamela y ha decidido llamarle a declarar «por denuncia falsa y falsedad«, el diario El Mundo se traga la noticia y no da ni una sola línea. Ni en portada ni en páginas interiores. Calumnia que algo queda.

El País lo lleva en su portada y le dedica una página completa en su interior.

Nunca entendí muy bien el móvil (o los móviles) que llevaron al enfermizo consejero Lamela a emprender aquella inaudita cruzada diabólica contra los médicos de Urgencias que aplicaban sedaciones para reducir el dolor insoportable de los enfermos terminales del Hospital Severo Ochoa.

Es de sobra conocida la inclinación tacheriana de la derecha española hacia la medicina privada y, en general, hacia todo lo privado. Sin embargo, me resito a pensar que Lamela haya actuado perversamente contra el equipo del doctor Montes guiado por esa dudosa inclinación ideológica.

¿Qué le movió, entonces, a dar pábulo a una denuncia anónima para perseguir, de la forma torticera que lo hizo, a los médicos encargados de las sedaciones?

Me cuesta (y me preocupa) también pensar que se sintiera empujado a esa persecución, basada en falsas acusaciones, sólo por razones de fanatismo religioso.

¿Es Lamela un defensor del sufrimiento, ofrecido a Dios como penitencia, o de la mortificación cristiana para ganar indulgencias y llegar antes al presunto cielo?

¿Utiliza Lamela cristianamente el cilicio o las disciplinas hasta sangrar?

Todos hemos pasado o acompañado a un amigo o familiar por algún hospital y sabemos, por experiencia, que hay una vieja tradición cristiana favorable a aguantar el dolor. Es difícil de extirpar porque tiene raices profundas en la España negra. Es costumbre de algunas monjas y enfermeras antiguas aconsejar a los pacientes hospitalizados (muy cariñosamente, eso sí) que aguanten un poco más el dolor físico, que sufran y se mortifiquen un poco más de lo necesario. Y así retrasan (o no adelantan) las dosis de analgésicos que tímidamente recetan los médicos y que piden ( a veces, a gritos) los enfermos.

En otros países avanzados que conozco se gestiona la lucha contra el dolor con más generosidad y eficiencia que aquí.

¿Por qué en España se gestionan los analgésicos y otras sedaciones de manera tan tacaña? ¿Será por ahorrar?

¿Por qué tenemos que aguantar, hoy día, el dolor evitable?

¿Es, acaso, el ex consejero Lamela un sádico que goza con el dolor de los moribundos que padecen enfermedades terminales?

¿Lo hacía por soberbia?

¿Quizás Lamela no fue capaz de reconocer un error inicial y no pudo soportar la necesaria rectificación que le hubiera llevado a dar marcha atrás en sus tropelías contra los médicos?.

No busquen esta noticia, que hoy publica de El Mundo sobre las torturas de Estados Unidos, en las páginas de El País, pues este diario parece estar empeñado en ocultar todo lo que pueda afear la conducta de Obama.

A mi gusta que Obama haya llegado a la presidencia de Estados Unidos. Incluso me emocionó. Pero esa emoción no debe impedirnos criticar sus errores o, al menos, dar noticia de sus decisiones más relevantes.

Obama ha prohibido las torturas que fueron autorizadas y promovidas por el ominoso presidente Bush de tan triste memoria. Todos los demócratas -y personas de bien de este mundo- debemos felicitarnos por ello.

Sin embargo, Obama ha decidido también no perseguir a los agentes que aplicaron las torturas porque «cumplían órdenes».

Esta amnistía, basada en el viejo truco de la «obediencia debida«, es criticable. Y no entiendo por qué El País oculta a sus lectores (por olvido o intencionadamente) esta noticia que sale en la prensa de todo el mundo.

La «obediencia debida» fue utilizada por los abogados defensores de los criminales de guerra nazis, en los juicios de Nuremberg, y de los criminales del Ejército argentino o chileno.

En esos casos no les sirvió para nada y fueron condenados aunque «cumplían órdenes«. Claro que tanto Adolf Hitler como los dictadores argentinos y chileno perdieron sus respectivas guerras. Y Estados Unidos, desde su derrota en Vietnam, no ha perdido ninguna guerra.

La «obediencia debida» no se tiene en cuenta para los torturadores derrotados. Se les condena porque no debían obedecer órdenes que van contra los derechos humanos, las convenciones de Ginebra, etc.

En cambio, los soldados, oficiales y agentes norteamericanos que han deshonrado a su país, porque han torturado en Irak, en Afganistan, en Guantánamo, etc. no serán perseguidos sino amnistiados, senciallmente, porque aún no han perdido la guerra.

¿A quién obedecía el cruel Bush cuando dictaba órdenes instigando y autorizando las torturas más execrables contra seres humanos?

Recuerdo al gran Mario Benedetti diciendo algo así:

«Cuando un torturador se suicida no se redime. Pero algo es algo».

¡No nos falles, Obama!

¿Qué será de nosotros sin Losantos?

Sólo una noticia bomba como el relevo de Federico Jiménez Losantos en «La mañana» de la pecaminosa COPE podía despabilar y sacar a este blog del letargo fatal en el que había caído, por culpa de la crisis y de mi mala cabeza (y no precisamente en este orden).

Habrá quien quien se escandalice (y quizás no le falte razón) por la importancia que le doy a la caída en desgracia de este extraordinario predicador, que tanto ha hecho por el bien de España, destrozando al PP y dificultando su ascenso al poder.

Si yo fuera Zapatero estaría llamando ahora mismo al aprendiz de Torquemada, el cardenal Antonio Cañizares -a quien Losantos atribuye su exilio de maitines- para que reconsiderara su error y dejara al pico de oro de la extrema derecha en «La mañana» de la COPE.

Tanto Rajoy como Gallardón habrán caido en la vanidosa tentación de alegrarse por la gran lanzada con la que el mismísimo Vaticano Losantos dixit– ha descabalgado al locutor más mordaz, venenoso, incendiario, ingenioso y cínico de nuestro tiempo.

Sin embargo, deberían moderar sus muestras de alegría. El bicho aún dará mucha guerra, para deshonra de mi vieja y hermosa profesión. Por la misma razón, Esperanza Aguirre debería disimular su tristeza por la caída temporal de su adalid. No ha sido despedido sino trasladado desde el amancer a la medianoche; del despertar al dormitar.

A partir del 14 de abril -¡qué día tan señalado!-, los masoquistas ya no podremos recibir los merecidos latigazos que nos propinaba Losantos por atrevernos a sintonizarle en la COPE. Conectamos con su programa, creyendo que es de humor, y desconectamos despavoridos, al comprobar que se trata de un programa de terror. Tan sólo describe su realidad en términos de cielo y de infierno. Y lo hace magistralmente. Diabólicamente.

El fenómeno Losantos -como cualquier otro fenómeno religioso, deportivo o político- merece un análisis serio y detenido. Quizás un blog, escrito tan a vuelapluma, no sea el lugar adecuado. Precisa, a mi juicio, de una tesis doctoral.

¿Hay por ahí algún valiente doctorando que se atreva con tan descomunal proyecto de investigación?

Quien sí puede y debe alegrarse por el desplome de audiencia y salario sufrido por Losantos es el priopio Rey de España a quien el locutor no trataba con la merecida «humanidad«. Lo supimos tras la última cena real que produjo ciertas indecorosas filtraciones. Por algún deslenguado, conocimos el arriesgado e inmerecido apoyo que Esperanza Aguirre dió a su caballero Losantos en la mesa del Rey.

Debo reconocer que echaré de menos esos cinco minutos de horror que paso cada mañana conectado al veneno nacionalcatólico y fascistoide de Losantos.

Cuando mi cerebro está al límite, me paso entonces a la SER,donde mi corazón se llena del suero balsámico y dulzón de Francino.

Al cabo de otros cinco minutos de rigor –«equal time»– no lo puedo remediar y regreso, feliz, a mis orígenes:

¡Radiolé!

Sólo así puedo entrar, alegre y confiado, en la sede de 20 minutos y meterle mano a la crisis con cierto optimismo.

No se si podré cambiar mis hábitos: despertarme con el electroshock infernal de Losantos, adormecerme con la miel celestial de Francino para finalmente conducir, cantando y golpeando con mis dedos el volante, como si fuera un bongo o un yembé, al son de Radiolé.

¿Qué cadena y qué programa podré sintonizar, después del 14 de abril, para que me de un motivo diario por el que sobrevivir con dignidad para luchar contra el mal?

¿Qué será de nosotros sin Losantos?

¡No te vayas, Federico! Te necesitamos ahí, cada mañana, para que mantengas al PP asilvestrado muy lejos del poder; como sólo tú sabes hacerlo.

¿Nos definimos por lo que somos o por lo que no somos?

Recuerdo ahora la pregunta profunda -toda una tesis filosófica- que nos explicó, a su paso por Madrid, el viejo maestro italiano Norberto Bobbio, tras la caída del muro de Berlín:

«¿Qué será de nosotros sin los bárbaros?»

Y ahí van, por fin, la portadas -¡Ay!- de los dos primeros diarios de pago sobre el cambio de Gobierno:

«Estupor», en el titular de El Mundo.

«Eficaz», en el titular de El País

Nada nuevo bajo el Sol.

¡Alegraos y sosegaos!

Mañana comienzan unas breves vacaciones, Obama ha regado Europa de esperanza, el Euribor sigue cayendo, como el euro, la primavera tarda pero ha venido y, tras el gran desastre del 2008, ya no quedan tantos empleos por destruir. De hecho, se está desacelerando el ritmo de destrucción de empleo, algo imprescindible para que se empiece a recrear empleo.

Y además –last but not least– hay un nuevo Gobierno con mi paisano Chaves, templado y bonachón, y con otra vice económica que manda mucho. La conozco bien.

Ya se pueden echar a temblar todos los banqueros, incluido Botín. O los bancos comienzan a dar créditos o la Salgado les quita la licencia, que les dio la vida, como a los demás nos quitó el tabaco.

Me la imagino -mano de hierro en guante de seda- como a mi maestro y jefe, Fernando Abril Martorell, en la otra gran crisis, que nos alivió con los Pactos de la Moncloa) y poniendo firmes a los entonces «siete grandes» de la banca.

De los 150 bancos que había en España sólo 100 quedaron vivos. 50 bancos fueron abiertos en canal (yo estuve allí) y estaban infectados de células cancerígenas (autocréditos, autocarteristas, etc.) impropias de la segunda profesión más vieja del mundo.

La Salgado lo tiene más fácil que Abril Martorell. Para dar ejemplo, sólo tiene que poner firmes a los dos gigantes que se comieron a cinco de los grandes formando estas sopas de letras: BSCH y BBVA, o sea, Emilio Botín (¡qué gran apellido para un banquero!) y Francisco González (Miguel Sebastián no pudo con él y por eso hoy no es vice como la Salgado).

¡A por ellos, Elena!.

No no falles, como Zapatero.

El Rey y Aguirre, «vinculados» por El Mundo

Ramón Irigoyen nos recuerda en su artículo de El País, entre otras cosas, que «contra lo que la gente cree, el 2 Mayo de 1808 España no inica la Guerra de la Independencia. Esa fecha es simplemente el epílogo del golpe de Estado de Fernando VII contra su padre Carlos IV».

Sin embargo, tanto el Rey como la lideresa no se pararon ayer en matices históricos. Pero no dijeron lo mismo. El Rey añadió por su cuenta la palabra «unidad» a los lemas de la revolución francesa: «libertad, igualdad y fraternidad». Esperanza Aguirre fue mucho más allá en su canto al nacionalismo español.

Veamos la portada de El Mundo.

Interesante artificio por el cual El Mundo «vincula» al Rey con la condesa-lideresa, Esperanza Aguirre. Arriba, a cuatro columnas:

El Rey y Aguirre vinculan el 2 de Mayo a la España constitucional

Y estos son los sumarios del Rey (por la tarde) y de Aguirre (por la mañana) en los que basa tal vinculación:

Don Juan Carlos dice qeu la sublevación fue «una toma de conciencia de identidad nacional, de la nación basada en las ideas de libertad, unidad, igualdad y solidaridad».

La presidenta de Madrid afirma que «aquellos héroes sabían que España era una nación muy antigua y que compartían unos valores con los otros españoles».

Me voy al cine….

Voy al «2 de Mayo» con el corazón «partío»

Ahora que puedo escribir como si fuera libre, diré que, habiendo estudiado Historia en los manuales franquistas de Bruño, aún tengo el corazón «partío» por las distintas versiones que, desde entonces, me han ido dando del 2 de mayo de 1808.

Ya nos lo advirtió el bueno de don Antonio Machado:

«Una de las dos España ha de helarte el corazón»

¿Quién se sublevó el 2 de mayo de 1808 contra el invasor francés y por qué?

Como en las portadas de los diarios (que son «el segundero de la Historia«), también cuando hablamos del 2 de Mayo de 1808 cada historiador, cada político, cada periodista o cada lector arrima el ascua a su sardina.

En este blog trato de acercarme a los titulares de la prensa con cierto espíritu crítico, naturalmemente, sesgado hacia el lado del que cojeo. Faltaría más.

Lo mismo me ocurre con los libros llamados respetuosamente de Historia. Hay interpretaciones de los hechos para todos los gustos. Incluso hay «hechos» y «no hechos«.

La Historia la escriben, desde luego, los vencedores. Con esa prevención debemos acercarnos a esta maravillosa versión censurada de la realidad antigua que llamamos Historia. Porque no hay una Historia sino muchas historias.

En este sentido, el discurso de exaltación nacionalista de la lideresa madrileña -perteneciente al Estado noble, pues es condesa de Murillo– me ha hecho cierta gracia. Mañana lo darán los diarios impresos (que suelen dan las noticias de ayer).

El diario Público la veía venir y hoy ha dedicado su portada a Esperanza Aguirre . Por lo que se ve, la dueña del 2 de Mayo tiene una peculiar idea de «nación«. Se parece más a la que nos impuso, por la fuerza de las botas, el dictador Francisco Franco (sólo superado, quizás, en sus felonías por el mismísimo rey felón Fernando VII) que a la que consagra hoy en democracia, por la fuerza de los votos, nuestro Tribunal Constitucional.

El Mundo, que últimamente no oculta su pasión por la condesa-lideresa, ha preferido mandar hoy en su portada con la idea de «nación» ligada, precisamente, al Tribunal Constitucional:

El Constitucional se inclina por aceptar que Cataluña se defina como nación

El segundo tema, a tres columnas, es sorprendente:

Compromisarios del PP piden «retomar la bandera de la regeneración democrática»

Desde luego, falta le hace al PP regenerarse democráticamente por dentro.

Pero, volviendo a la fiesta que celebramos hoy en Madrid, me cuesta asumirla como propia si aquella rebelión frustrada resultó que se hizo -como dicen algunos historiadores- con este grito terrorífico y frivolón:

«¡Vivan las cadenas!»

Un amigo me decía hoy que le recordaba otro grito: el del general franquista Millán Astray en pleno ardor guerrero:

«¡Viva la muerte!»

No me extraña que los grandes ilustrados de la España de las luces (y entre todos, el grandísimo Francisco de Goya) tuvieran también el corazón «partío» entre los ideales de «libertad, igualdad y fratenidad» de la Revoluciónon francesa, que decían defender las tropas napoleónicas, y la lucha contra un ejército invasor que siempre acaba cabreando a los nativos.

Imagino que en Irak debe haber hoy más de un demócrata sincero que tiene el corazón dividido, tan «partío» como lo fuera el de Goya, entre los ideales democráticos que Bush dice defender y las tropas norteamericanas que invaden su país y cabrean y humillan a sus compatriotas. Lo mismo les pasó en Vietnam. Y es que parece que los imperios no aprenden eso de que «la letra con sangre no entra» y que «sarna con gusto no pica»

El País, en cambio, hoy huye del 2 de mayo como del diablo, en su portada, y la dedica a tope a rejonear al PP. Parece que le ha cogido gusto a la crisis interna de Rajoy y Esperanza Aguirrel y sigue hurgando en ella:

Diputados del PP se ofrecieron a Zaplana para desbancar a Rajoy

Sin embargo, el lunes le dedicó una página noble al artículo de Antonio Elorza, que copio y pego al final de este post.

Y en páginas sólo de Madrid publica un bonito reportaje sobre la «gesta patriótica» y el «día sin curro». Como fuera de Madrid no puede leerse este suplemento, ragalaré al lector unos párrafos franquistas recogidos por Rebeca Carranco .

Legislación de la Enseñanza Media, dictada por Franco el 14 de abril de 1939. Sobre el 2 de Mayo decía:

«Se estudiará la gloriosa y españolísima guerra de la Independencia (…) con un sentido español, antiexótico, tradicional, católico y monárquico (…) No se debe olvidar que la Historia de España en esos primeros años, además debe sentirla (el alumno) como medio de sentir la patria»

Algo malo debía encerrar aquel 2 de mayo de 1808 si era algo tan bueno para la Dictadura de Franco

Por cierto, ¿quienes eran, dónde estaban y qué hicieron los generales, coroneles y comandantes de todo el Ejército español que traicionaron y dejaron morir a los capitanes Daoíz y Velarde?

¿Quienes eran, el 3 de Mayo, los héroes y quiénes, los traidores?

Me quedo con la costurera heróica Manuela Malasana (o ¿Malasagne?) y sus tijeras y con la Carmen de España y no la de Merimé. El romanticismo y el oportunismo político se encargaron, luego, de fantasear de lo lindo sobre la España de charanga y pandereta mientras la otra, la España de las luces, era perseguida y fusilada por el absolutismo y la Santa Inquisición.

Es un poco tarde. Mañana veremos lo que dicen de la fiesta de hoy, en sus portadas, «los segunderos de la historia«, con minúscula..

IGNACIO ESCOLAR

en Público (27/04/2008)

La historia la reescriben los que pagan las exposiciones. O, por lo menos, lo intentan en sus discursos inaugurales. Habla la mecenas, Esperanza Aguirre: «Si los españoles se rebelaron contra Napoleón fue precisamente porque ya tenían conciencia de que España era una nación, de que era una gran nación y por eso no podía soportar que nadie le impusiera su voluntad».

Visto así, con los ojos de la lideresa, la revuelta del 2 de mayo tiene mucho que ver con la peor cara de la nación romántica, con el lado más siniestro del patriotismo: el pueblo paga con sangre los errores de sus gobernantes.

Si damos por bueno el espíritu nacional de Aguirre, el 2 de mayo es la historia de una traición; de cómo cientos de desharrapados de Madrid entregaron su vida en defensa del rey felón que en ese mismo momento, mientras los soldados de Murat arcabuceaban a los madrileños, estaba negociando con Napoleón en Bayona cuánto valía su patria.

Fernando VII abdicó a cambio de un castillo y de una pensión anual de cuatro millones de reales, un acuerdo que el corso jamás cumplió. Napoleón, como Roma, tampocopagaba traidores.

Pero lo importante en aquella jornada no fue el rey sino el orgullo: el orgullo individual, no el orgullo patrio, que fue un invento posterior construido sobre la sangre de las víctimas.

De todos los falsos tópicos sobre el 2 de mayo el más recurrente y peligroso es aquel en el que cae Aguirre, que caricaturiza la revuelta como la respuesta de una nación unida en armas como un solo hombre, los irreductibles íberos que resisten ahora y siempre al invasor.

Lo explica bien el escritor Arturo Pérez-Reverte, comisario de la exposición estrella del bicentenario: «El cabreo, un cabreo muy español, fue el origen de todo.

Ese día la gente no se echó a la calle para luchar por la patria, por la independencia, sino porque estaba cabreada con unos extranjeros que actuaban con chulería, que no pagaban en las tabernas, que molestaban a sus mujeres».

«Nuestro Álamo»

Para Reverte, según una interesante entrevista publicada hace unos meses en La Vanguardia, la revuelta del 2 de mayo de 1808 «es nuestro Álamo».

«Un combate de gente desarmada, humilde, que se enfrenta al ejército más poderoso del mundo, que dará lugar a un movimiento que tiene consecuencias imprevisibles y gravísimas para Europa y para Napoleón.

Un ejercicio de heroísmo y coraje donde se adivina por vez primera el germen sutil de esas dos Españas: la oscura y reaccionaria y la que mira a la modernidad.

El drama terrible de la inteligencia, del lúcido, desde Moratín a Goya, que se pregunta dónde están los suyos; que se debate entre la modernidad que quiere para su país y el sentimiento que le une a los que

luchan en la calle».

Arturo Pérez-Reverte también afirma, y estoy de acuerdo con él, que pocas fechas de la historia de España han sido tan manipuladas desde entonces por los distintos regímenes, partidos e ideologías.

Por eso me sorprende ver al escritor en la misma foto que el político que con mayor descaro quiere hoy instrumentalizar el aniversario en su propio beneficio: Esperanza Aguirre Gil de Biedma, presidenta de la Comunidad de Madrid y condesa de Murillo.

Como recordó Gallardón el viernes, «en 1808 no se fusiló a ningún aristócrata».

Debate ideológico

A pesar del debate ideológico en el que tanto insiste, la tesis de Aguirre no es nueva. Bebe de la tradición franquista, que martilleó nuestro pasado para que todo encajase en una sola unidad de destino en lo universal.

Según defiende la presidenta de Madrid en un artículo que ayer publicó en El Mundo, «la única respuesta capaz de explicar aquella rebelión popular es aceptar que los españoles de 1808 tenían plena conciencia de que España era una realidad histórica en la que se sentían enraizados, a la que se sentían unidos y de la que se sentían dueños».

Cómo no, tras la doctrina siempre viene la moraleja y el artículo de Aguirre termina con ella: «Por eso hoy, 200 años después, cuando algunos quieren ignorar, esconder o negar la existencia de España como nación, recordar y honrar el ejemplo de los madrileños de 1808 es un deber ineludible».

Y arriba España, antes de que se rompa. Telemadrid ya prepara una serie sobre el 2 de mayo donde lo mismo nos cuentan que la revuelta fue para pedir primarias en el PP.

Esperanza Aguirre manipula el aniversario del 2 de mayo a su favor del mismo modo en que reinterpreta una de sus consecuencias directas: la Constitución de Cádiz, la primera constitución española digna de tal nombre (antes fue el Estatuto de Bayona, el intento de Napoleón por traer a España la revolución con bayoneta pero sin guillotina).

Aguirre, si puede, celebrará el aniversario liberal por todo lo alto. La fecha acompaña. La Pepa cumplirá dos siglos el lunes 19 de marzo de 2012. Si Zapatero apura su segunda legislatura hasta el final, este bicentenario será apenas unas semanas después de que se celebren las próximas elecciones generales.

La Pepa ya ha sido reivindicada por el PP, un partido que hoy se manifiesta en defensa de la Iglesia, en defensa de los caducos privilegios del antiguo régimen que aún quedan en España, pero que, en su último programa, dice asumir «la tradición del liberalismo español surgido de la Constitución de Cádiz».

Para Aguirre, el guiño liberal es doble e igual de desenfocado. Como si el neoliberalismo económico de Margaret Thatcher tuviese algo que ver con aquel artículo tan bello de la Constitución de 1812, ése que dice que «la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios», incluidos los españoles del hemisferio sur a los que la seguridad privatizada apalea en el Metro de Madrid.

FIN

El Dos de Mayo y la nación

El vacío institucional provocado por la renuncia de los ‘poderes constituidos’ ante el invasor francés alumbró un proyecto de soberanía nacional en libertad. El enemigo es tanto la tiranía exterior como la interior

ANTONIO ELORZA en El País 28/04/2008

En Los emblemas de la razón, Jean Starobinski proporcionó una interpretación sugerente del cuadro de Goya sobre los fusilamientos del Tres de Mayo. En cuanto hombre de la Ilustración, y de acuerdo con la visión ya plasmada en los tapices, el pintor no siente estima alguna por la gente del pueblo, presentada desde el ángulo que prevalecerá hasta el holocausto, como masa anónima a punto de ser masacrada en un acto de barbarie, por añadidura racional en su forma de organización. Al rebaño informe de quienes van a ser fusilados, del cual surge únicamente el grito del hombre con la camisa blanca, se contrapone el orden del pelotón de fusilamiento napoleónico. La reacción del afrancesado cultural que es Goya anticipa la de su álter ego en el otro extremo de Europa, Pierre Bezujov en Guerra y paz. El esquema de El sueño de la razón se invierte: no son los seres monstruosos, símbolos de la reacción, quienes se adueñan de la escena cuando la razón duerme, sino una variante perversa de la razón lo que provoca el efecto destructor. Sólo queda el recurso de dar a conocer la trágica y aleccionadora escena, el conocimiento de esa realidad hecho posible por la luz que procede de la gran linterna que la ilumina. Una vez más encontramos una fórmula recurrente en Goya: lux ex tenebris.

No basta con expulsar a los franceses, hay que evitar el regreso al pasado y eso precisa una Constitución liberal

Antonio de Capmany en 1808: «De cada una de estas pequeñas naciones se compone la gran Nación»

En Los fusilamientos, la nación está ausente, y otro tanto sucede con la idea de libertad. Nos encontramos lejos de la imagen de otro fusilamiento célebre en la historia de nuestra pintura, el de Torrijos y sus compañeros, por Antonio Gisbert: la nobleza y determinación de sus semblantes, la unión de sus manos, expresa la confianza en el próximo advenimiento de la libertad política. Pero eso no significa que la jornada del Dos de Mayo se encuentre al margen de la entrada en escena del Estado-nación que viene a consagrar la Constitución de 1812. La resistencia al invasor hace inevitable la introducción del tema de la independencia, que aparece significativamente el 10 de mayo en el Diario de Madrid, periódico al servicio de los ocupantes que al parecer se encontraban dispuestos a garantizar «la integridad e independencia de la nación». En lo sucesivo ambos términos se encuentran indisolublemente unidos en la prensa y en los manifiestos patrióticos.

El 6 de junio de 1808, la Junta Suprema de Sevilla se dirige a Napoleón exigiéndole la restitución a España de Fernando VII con la familia real, y que «respete los derechos sagrados de la Nación, que ha violado, y su libertad, integridad e independencia». El luego escéptico José Blanco White escribe para el emperador con intención análoga: «Mira cual de la Patria en el regazo / su altivo amor de independencia crece». Las declaraciones en este sentido se suceden a partir de ese momento y en los meses centrales del año 1808, especialmente a partir de la victoria de Bailén, se ven envueltas en un esquema ideológico muy definido.

La lucha en curso tiene por objetivo la independencia, pero no basta acabar con la tiranía exterior, ya que el desastre de la ocupación francesa recuerda la previa existencia de una tiranía interior ejercida por una variante corrompida del absolutismo, «el despotismo ministerial». «Antes que Bonaparte enviase sus legiones a la España éramos esclavos de Godoy», advierte cierto doctor Mayo en su Política popular (agosto de 1808). La consecuencia es clara: no basta con expulsar a los franceses. Hay que evitar el regreso al pasado, y eso sólo puede alcanzarse mediante una Constitución que garantice la libertad política. Un notable, Juan Pérez Villamil, lo explica: «La nación española con esta gran turbación debe entrar en un nuevo ser político» mediante una Constitución que destierre «el monstruo del despotismo», de acuerdo con el principio de que «los reyes son para el pueblo y no el pueblo para los reyes». La reflexión ilustrada sobre el significado de la crisis conducía inequívocamente al liberalismo político.

En su Centinela contra franceses (1808), Antonio de Capmany da un paso más y, al reflejar el origen policéntrico de la insurrección, expresa la articulación entre unidad y pluralismo que la caracteriza y que sería recogida en la Constitución de 1978: «Cada provincia se esperezó y sacudió a su manera. ¿Qué sería ya de los españoles si no hubiera habido aragoneses, valencianos, murcianos, andaluces, asturianos, gallegos, etcétera? Cada uno de estos nombres inflama y envanece, y de estas pequeñas naciones se compone la masa de la gran Nación…».

En apariencia, este alumbramiento del constitucionalismo en un país atrasado como España no debiera haber sido posible. Me lo recordaba hace sólo semanas un especialista del tema, Jean-René Aymes, insistiendo en la interpretación desfavorable para el liberalismo que hace medio siglo difundiera «la escuela navarra». No es cuestión de insistir en la crítica de obras recientes muy celebradas que borran ese enlace entre levantamiento, independencia y búsqueda de la libertad. El caso recuerda lo que John K. Galbraith escribiera del abejorro en su American Capitalism: de acuerdo con la ley de Newton, por su corpachón no le tocaba volar, y sin embargo vuela. Obviamente, hay que buscar una explicación y ésta existe, lo mismo que para dar cuenta de la inseguridad que afecta a una parte de la élite ilustrada, puesta a optar entre su adhesión al modelo francés de modernización, reforzado en ocasiones por su procedencia, el despotismo ilustrado, frente a quienes aun lamiendo las propias cadenas, como Blanco White, optan por una causa nacional que además abre la perspectiva de forjar en lo político otra España. Eso sin contar con los que se ven forzados por la geografía de la guerra a cambiar de posición (Meléndez Valdés, Alcalá Galiano, Lista). Recordemos que en el propio cuadro de Goya donde en un medallón es conmemorado el Dos de Mayo, hubo antes la efigie de José Bonaparte.

El vacío institucional provocado por la renuncia de los «poderes constituidos» ante el invasor fue la oportunidad que hizo posible el protagonismo de la soberanía nacional y del proyecto de libertad. Pero si esto fue así, es porque en las minorías ilustradas, desde el reinado de Carlos III, había germinado el liberalismo, con un fuerte acento crítico frente a toda posibilidad de que llegara a puerto la política de reformas del despotismo ilustrado. Por supuesto, no existía un sujeto colectivo que entonces permitiera hablar de nación como titular de la soberanía. Sí existía, en cambio, una conciencia en las élites de identidad nacional que venía de muy atrás y que la voluntad de reforma acentúa, incluso en desconfiados como Forner. La experiencia negativa del reinado de Carlos IV, a pesar de la censura, mantendrá vivo el guadiana de las Luces.

Además, España no era una simple superestructura estatal por encima de las verdaderas naciones subyacentes, lo cual no impide que en el Antiguo Régimen se encuentren asimismo bases para los futuros nacionalismos periféricos (fuerismo vasco, insurrecciones catalanas). De entrada, ya a lo largo de la Reconquista, con Hispania como referente geográfico empapado de contenido político, el propio pluralismo de los reinos la consagraba como punto de convergencia. Entre los cuatro títulos de emperador usados por Alfonso VI, dos tienen un origen concreto, «emperador en Toledo» y el significativo «emperador de las dos religiones», y los otros dos apuntan a ese péndulo de lo unitario y lo plural: «emperador de toda España» y «emperador constituido sobre todas las naciones de España». Buen anuncio de un futuro, en el cual el concepto de España irá tomando densidad, acompañado de un claro reconocimiento desde el exterior, sobre todo cuando hay que designar al sujeto colectivo que experimenta la crisis de fines del siglo XVI. España es ya protagonista trágico personalizado en ese hito del teatro prenacional que es la Numancia de Cervantes, y objeto de preocupación esencial para quienes se sienten españoles, de los arbitristas y Quevedo al «descuido de España lloro, porque el descuido de España me duele», de Feijoo.

La nación española no es un proyecto frustrado que nace de un imperio a punto de perderse en las Cortes de Cádiz. El sobresalto de 1808 la convierte en nación política. Otra cosa es que a lo largo del siglo XIX la construcción del Estado-nación español sufra una sucesión de estrangulamientos que desemboca en su crisis.

Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.

Buitres eclesiásticos al acecho de moribundos

Ayer recibí un SMS de un colega, a quien respeto muchísimo intelectual y moralmente, que decía lo siguiente:

«Indignado convenio Iglesia-Comunidad de Madrid. Espero que digas algo en tu blog. Cada vez me gusta más lo que hace La Sexta. Aunque pierdan anunciantes…»

Luego llamé a mi amigo y maestro Manolo Saco (que iba camino de Galicia) y le comenté el asunto. Me replicó:

«Yo también estoy indignado y lo verás pronto en mi blog»

En efecto, el blog de Manolo Saco en 20minutos.es lleva un artículo finísimo titulado «Un amor enfermizo por la tortura y el sufrimiento de los demás»

A mi me ha pillado el toro.

Ayer estuve desconectado y no pude desahogarme contra esos buitres eclesiásticos que rondan los hospitales de doña Esperanza Aguirre al acecho de moribundos.

Estoy escandalizado. Ya se que es un viejo convenio y que lo que ha cambiado la lideresa (que aspira a restablecer la España negra en su alianza con el altar) es el condicional (podrían formar parte…) por el presente (forman parte…)

¡Qué vergüenza de Iglesia y qué vergüenza de Gobierno regional de Madrid!

Los diarios se han despachado agusto, arrimando cada uno, naturalmente, el ascua a su sardina.

El Pais y Público en contra de la decisión deshonrosa de Esperanza Aquirre de meter a los curas en los comités de ética de los hospitales.

El Mundo, ya se sabe, a favor de la lideresa. ¡Qué horror!

Con lo lista (y ambiciosa) que es la presidenta de la Comunidad de Madrid, ¿cómo es posible que haya cometido un error tan descomunal presumiendo de liberal?

Los liberales, señora Aguirre, eran aquellos héroes fusilados por Fernando VII, el rey felón.

Ya puede despedirse Esperanza Aguirre de La Moncloa (por mucho que se empeñen Pedro Jota y Jimenez Losantos) si no rectifica ese convenio pecaminoso que mete a los cuervos en las habitaciones de los moribundos.

Hace unos días, imaginé a Rajoy, cansado de broncas y de peticiones de democracia interna en el PP, pasando el testigo a Gallardón.

Hoy he tenido el dudoso honor de que el locutor predilecto de los obispos coincidiera con mi premonición.

Lamento que el ínclito predicador Jiménez Losantos coincida conmigo en ese asunto. En un año tendremos a Gallardón, dice Jimenez Losantos

¿Habré tenido visiones o pesadillas?

He oido en la radio que el Gobierno estudia la posible inconstitucionalidad del tenebroso convenio entre Esperanza Aguirre y Rouco Varela, príncipe de la Iglesia. Ambos podrían haber cometido un delito contra los derechos fundamentales de los españoles, amprados por nuestra Constitución que va a cumplir 30 años. La Inquisición duró mas de 500.

Para Aguirre (5 a 1) el tamaño sí que importa

La crisis en torno al liderazgo del PP (entre Esperanza Aguirre y Rajoy) se va enfriando en El País y en Público . Ambos diarios le dedican pequeños titulares a una columna en sus respectivas portadas.

Público aún le concede una foto (tipo sello) a la lideresa.

Sorprende, por tanto, el tratamiento de lujo que Pedro Jota Ramirez le sigue dando al conflicto interno del PP, al cabo de tantos días mandando con él en su portada.

No sólo concede a la lideresa Aguirre el puesto de primer sujeto del día sino que apoya su gran titular a cinco columnas (no hay más en la portada) con una foto centrada a tres columnas de colegas suyos de Madrid que reclaman elecciones primarias en el PP.

La herida, por tanto, sigue abierta y puede seguir así hasta las vísperas de las elecciones del 2012. En ese momento, veremos quienes compiten en el PP por ser candidato o candidata a la presidencia del Gobierno de España.

¿Y el trío Pinocho del 11-M?

Interesante el papel, cada día menos ambigüo, adoptado por Zaplana , uno de los guardianes aznaristas de Rajoy en este duelo.

Y sorpendente también el silencio sonoro de José María Aznar, que pasea sus melenas por las fiestas de su patrón, el magnate de la prensa conservadora Rupert Murdoch.

¿Qué estará pensado estos días Acebes?

Muy buena la entrevista exclusiva al juez Palop que El País luce en su portada con todo merecimiento. Buen trabajo, colegas.

¡Ánimo, señor juez!

¿Podría Rajoy tirar la toalla en favor de Gallardón?

¡Menudo follón se armó en el PP porque una presunta candidata está presuntamente pensando si se presenta o no al próximo Congreso para disputar a Rajoy la presidencia!

«¡Qué follaero!»,

decimos en Almería

Es tan absurdo (y tan predemocrático) todo lo que está pasando en ese partido que no me extrañaría nada que Rajoy decidiera fialmente tirar la toalla y marcharse a casa, una vez que ha perdido el apoyo incondicional de El Mundo, la COPE, el nuevo ABC, la Razón, Libertad Digital y otros medios igualmente próximos a la línea del trío Pinocho del 11-M (Aznar-Acebes-Zaplana).

El espectáculo de una espantá de Rajoy daría mucha gracia al Congreso del PP ya que dejaría la vía libre a Gallardón , eterno presunto aspirante a L Moncloa, para disputar la presidencia a la lideresa Esperanza Aguirre.

Tanto Gallardón como Esperanza Aguirre tienen más posibilidades de ganar las próximas elecciones generales de 2012 que el propio Rajoy en su tercer desesperado intento.

Les parecerá una locura o una chorrada lo que digo. Carezco de fuentes fidedignas y baso mis especulaciones en mi pura fantasía. Claro que, si acierto, podré decir que estuve bien informado… en mis sueños.

Lo que está pasando en el PP es de traca. Y coincide, ademas, con las elecciones primeras en los Estados Unidos , donde los afiliados y simpatizantes deciden quien será el candidato de su partido. Y los españoles lo estamos viendo por la tele.

¿Lo estarán viendo también los afiliados, simpatizantes y compromisarios del PP?.

¿Y no se les cae la cara de vergüenza?

¡Ay! Si Franco levantara la cabeza…

«A la yugular», «órdago» o «invitación» de Rajoy a Espe

Efectivamente, como dice el personaje de Forges, «están desatados» los diarios con su «frenesí editorial«. Y no es para menos. Basta con ver los titulares de El País (que hoy se parecen mucho a los habituales de El Mundo).

¿Cuando se ha visto que El País titule una información, a toda página, como lo ha hecho hoy?

Rajoy se lanza a la yugular de Aguirre

(¡Ave María Purísima!)

El diario Público (que no es más amigo del PP que El País ) resulta hoy más moderado:

Rajoy lanza un órdago a Aguirre y la invita a irse

Y, desde luego, vvir para ver: el más moderado e informativo de los tres (y el que menos mete la cuchara del «frenesí editorial«) es El Mundo que titula como una hermanita de la caridad (o como un lobo con piel de cordero):

Rajoy invita a marcharse a los que discrepen de la línea oficial: «Si alguien se quiere ir, que se vaya»

El País utiliza incluso la foto de portada para apoyar su titular. Da la impresión de que Rajoy está despidiendo, con un mal gesto, a Esperanza Aguirre, a la manera de Aznar Váyase, señor González«). El País destaca en un sumario a sus competidores. Entramos claramente en una nueva etapa:

El líder popular se distania de El Mundo y la COPE

Público, en cambio, deja a Rajoy como sujeto de su segunda noticia y prefiere mandar a toda página con un asunto más dominguero y que seguirá dando que hablar:

Las ministras responden al machismo

En su interior dedica varias páginas al asunto, destancando una galería de machistas arcaicos que airean su condición sin pudor: