Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘iglesia’

¿Son anticatólicos los especuladores?
¿Son manirrotos los católicos?

¿Por qué atacan los mercados a la Unión Europea Católica? Cinco mendigos piden limosna a los inversores/especuladores internacionales: España, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia.

¿Les dice algo este dibujo de Jim Morín publicado hoy por el New York Times y el International Herald Tribune?

¿Que tienen en común estos cinco países, además de ser manirrotos, provocar la desconfianza en los inversores internacionales y sufrir una crisis económica descomunal?

Max Weber nos diría inmediatamente que todos ellos son católicos. Bueno, todos salvo Grecia que es ortodoxa; o sea, de una religión oriental prima hermana del catolicismo.

Los mercados internacionales aún no han atacado a ningún pais protestante de la Unión Europea.

Aquí está pasando algo que quizás merezca una reflexión, más allá de la famosa etiqueta británica de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) que en inglés significa CERDOS. Los cuatro países tiene algo en común: son mediterráneos, soleados, alegres y del Sur de Europa.

¿Son «cerdos» sólo los países europeos del Sur?

Así aparecieron hasta hoy en la prensa británica. Sin embargo, en el centro del dibujo de Jim Morin aparece hoy un mendigo arrodillado, rezando en actitud piadosa, y lleva la marca inconfundible de Irlanda. Irlanda no está en el Mediterráneo ni es un país soleado del Sur de Europa.

¿Qué tiene, pues, en común con los PIGS, aparte de un abultado déficit público y un gran endeudamiento?

Obviamente, que Irlanda, aunque frío, verde y lluvioso, es también un país mayoritaramente católico.

Si yo fuera polaco estaría muy preocupado, vigilando el déficit público y la deuda por si los inversores/especuladores hubieran tomado manía sólo a los países católicos y perdonaran a los protestantes.

Voy a repasar este fin de semana la sugerente obra de Max Weber que no me canso de recomendar a mis alumnos: «La ética protestante y el espíritu del capitalismo».

Un pequeño examen histórico de conciencia no nos vendría mal en estos momentos de turbación

¿Qué debemos corregir en nuestros comportamientos individuales y/o colectivos para que los inversores/especuladores internacionales no nos ataquen tanto y tan ferozmente?

Aquí se abre una nueva pizarra con ideas para ZP y Rajoy.

Buitres eclesiásticos al acecho de moribundos

Ayer recibí un SMS de un colega, a quien respeto muchísimo intelectual y moralmente, que decía lo siguiente:

«Indignado convenio Iglesia-Comunidad de Madrid. Espero que digas algo en tu blog. Cada vez me gusta más lo que hace La Sexta. Aunque pierdan anunciantes…»

Luego llamé a mi amigo y maestro Manolo Saco (que iba camino de Galicia) y le comenté el asunto. Me replicó:

«Yo también estoy indignado y lo verás pronto en mi blog»

En efecto, el blog de Manolo Saco en 20minutos.es lleva un artículo finísimo titulado «Un amor enfermizo por la tortura y el sufrimiento de los demás»

A mi me ha pillado el toro.

Ayer estuve desconectado y no pude desahogarme contra esos buitres eclesiásticos que rondan los hospitales de doña Esperanza Aguirre al acecho de moribundos.

Estoy escandalizado. Ya se que es un viejo convenio y que lo que ha cambiado la lideresa (que aspira a restablecer la España negra en su alianza con el altar) es el condicional (podrían formar parte…) por el presente (forman parte…)

¡Qué vergüenza de Iglesia y qué vergüenza de Gobierno regional de Madrid!

Los diarios se han despachado agusto, arrimando cada uno, naturalmente, el ascua a su sardina.

El Pais y Público en contra de la decisión deshonrosa de Esperanza Aquirre de meter a los curas en los comités de ética de los hospitales.

El Mundo, ya se sabe, a favor de la lideresa. ¡Qué horror!

Con lo lista (y ambiciosa) que es la presidenta de la Comunidad de Madrid, ¿cómo es posible que haya cometido un error tan descomunal presumiendo de liberal?

Los liberales, señora Aguirre, eran aquellos héroes fusilados por Fernando VII, el rey felón.

Ya puede despedirse Esperanza Aguirre de La Moncloa (por mucho que se empeñen Pedro Jota y Jimenez Losantos) si no rectifica ese convenio pecaminoso que mete a los cuervos en las habitaciones de los moribundos.

Hace unos días, imaginé a Rajoy, cansado de broncas y de peticiones de democracia interna en el PP, pasando el testigo a Gallardón.

Hoy he tenido el dudoso honor de que el locutor predilecto de los obispos coincidiera con mi premonición.

Lamento que el ínclito predicador Jiménez Losantos coincida conmigo en ese asunto. En un año tendremos a Gallardón, dice Jimenez Losantos

¿Habré tenido visiones o pesadillas?

He oido en la radio que el Gobierno estudia la posible inconstitucionalidad del tenebroso convenio entre Esperanza Aguirre y Rouco Varela, príncipe de la Iglesia. Ambos podrían haber cometido un delito contra los derechos fundamentales de los españoles, amprados por nuestra Constitución que va a cumplir 30 años. La Inquisición duró mas de 500.

Me sumo: «Pon la «x» en la casilla de fines sociales»

Por fin, veo una idea constructiva sobre la Declaración de la Renta, que es el auténtico certificado de demócrata («No taxation without representation«):

¡Enhorabuena a la Sexta!

Me sumo a su iniciativa:

Pon «X» en la casilla de fines sociales»

No te lo pierdas:

http://www.marcafinessociales.org/

¡Ah! y, de paso, fuera símbolos religiosos de las instituciones del Estado y fuera representaciones del Estado en actos puramente religiosos.

De todos o de ninguno. Mejor de ninguno y así nadie se pelea.

Ya era hora de que alguien tuviera una iniciativa laica moderna; o sea, de la Revolución Francesa.

A vueltas con los símbolos religiosos

JULIÁN CASANOVA en El País (19/04/2008)

La Iglesia católica y el Estado español estuvieron atados durante mucho tiempo de nuestra historia contemporánea por estrechos lazos ceremoniales y el legado que de ello queda es todavía considerable.

Las instituciones públicas deberían estar al margen de cualquier religión

El crucifijo preside todavía la toma de posesión de los ministros

Se suele atribuir esa herencia a la larga época de privilegios institucionales que la Iglesia tuvo durante la dictadura de Franco, pero su origen y fundamentos básicos se encuentran en el sistema político de la Restauración borbónica. En realidad, sólo la Segunda República dio una batalla a esa presencia de manifestaciones religiosas en la sociedad civil. Durante el período de gestación de la democracia actual, los políticos no quisieron que ese tema turbase la necesaria estabilidad para llevar a cabo la transición e hicieron a la Iglesia católica importantes concesiones. Y aunque la Iglesia no es, treinta años después, una amenaza real para el régimen constitucional y la sociedad española es ahora mucho más diversa y plural, los símbolos de la religión católica todavía se exponen públicamente en algunas ceremonias políticas.

El artículo 11 de la Constitución de 1876, la de más larga duración de la historia de España, plasmó un reconocimiento explícito del catolicismo como religión oficial del Estado. Entre esa Constitución de 1876 y la proclamación de la Segunda República en abril de 1931, la Restauración borbónica presidió un auténtico renacimiento católico, tras los efectos de las desamortizaciones y de las revoluciones liberales del siglo XIX, y abrió nuevos caminos de poder e influencia social a la Iglesia. Los poderes políticos, con el rey a la cabeza, repartían honores a las instituciones eclesiásticas y los símbolos religiosos penetraron en todas las ceremonias de la administración civil y militar. De los primeros años del siglo XX procede el culto masivo a la Virgen del Pilar y al Corazón de Jesús, dos emblemas de la religiosidad popular española. Fue Alfonso XIII quien mandó erigir en 1919 el majestuoso monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles. Dos años antes, en 1917, el mismo monarca había declarado el 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, fiesta nacional, símbolo de la «hispanidad» y de la unidad católica.

Con la llegada de la República, se abrió un abismo entre dos mundos culturales antagónicos, el de los católicos practicantes y el de los anticlericales convencidos, y salió también a la luz una enconada lucha, de fuerte carga emocional, por los símbolos religiosos. La Marcha real, que durante la Monarquía se escuchaba en las misas oficiales en el momento de la consagración, pasó a considerarse una de las señas de identidad de la reacción, una provocación, igual que todas las manifestaciones religiosas. La retirada de los crucifijos en las escuelas provocó lloros en muchos pueblos de España. Otros protestaron por la supresión de las procesiones. Así de estrecha era la identificación entre el orden y la religión, la monarquía y la política autoritaria de derechas.

Esa simbiosis entre la religión y la política se consumó con la sublevación militar de julio de 1936 y antes de que la jerarquía de la Iglesia católica convirtiera oficialmente el asalto al poder en cruzada, las ceremonias político-religiosas se extendieron por toda la España controlada por los militares que se habían sublevado contra la República. Especial carga simbólica tuvieron los innumerables actos de «reposición» y «regreso» de los crucifijos a las escuelas en los comienzos de aquel curso escolar de 1936-37. La abolición de la legislación republicana y la reposición de la España tradicional se daban la mano con los niños como testigos. Tras la victoria de las tropas de Franco en abril de 1939, los ritos y las manifestaciones litúrgicas llenaron las calles de pueblos y ciudades. La Iglesia y la religión católica lo inundaron todo: la enseñanza, las costumbres, la administración y los centros de poder.

Cuando murió Franco, el 20 de noviembre de 1975, la Iglesia católica española ya no era el bloque monolítico que había apoyado la Cruzada y la venganza sangrienta de la posguerra. Pero el legado que le quedaba de esa época dorada de privilegios era, no obstante, impresionante en el sistema educativo, en los aparatos de propaganda, en los medios de comunicación y en la presencia de los ritos y símbolos religiosos en las ceremonias públicas.

A la democracia que siguió a la larga dictadura no le resultó fácil deshacer ese legado de fuertes vínculos entre el poder civil y el eclesiástico. Los acuerdos firmados desde 1976 a 1979 entre los primeros gobiernos de la transición, presididos por Adolfo Suárez, y el Vaticano, que tuvieron a la educación y a la protección de las finanzas de la Iglesia como principales focos de conflicto, determinaron el marco jurídico que la Iglesia católica iba a tener dentro del Estado democrático. La democracia y sus órganos de poder dieron a partir de ese momento a la Iglesia un trato exquisito. Nadie puso objeciones a que los ritos de la liturgia católica estuvieran presentes en los actos públicos de las nuevas instituciones democráticas

Aunque la Constitución de 1978 estableció que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», persisten en la actualidad ceremonias religioso-patrióticas a las que asiste el Jefe del Estado, el rey Juan Carlos I, como ya habían hecho antes su bisabuelo Alfonso XII, su abuelo Alfonso XIII y el general Franco; las autoridades políticas participan oficialmente en procesiones religiosas; la Iglesia católica nombra capellanes castrenses y profesores de religión, que paga el Estado; y el crucifijo preside todavía la toma de posesión de los ministros de la democracia. El peso del catolicismo como religión única está presente incluso en la reciente Ley de Memoria Histórica y en su intento por preservar las inscripciones de los mártires de la Cruzada en las iglesias. Un Estado constitucionalmente aconfesional sigue concediendo, en suma, un trato especial y privilegiado a la Iglesia católica, al que en absoluto tienen acceso los restantes credos religiosos.

La mayoría de esos ritos adquirieron un profundo carácter político en otros tiempos, cuando la Iglesia católica se consideraba fuente de verdad absoluta y el catolicismo como única religión de los españoles. Los ritos religiosos tienen un significado individual, cultural y social, se eligen de forma libre, pero no deberían estar presentes en la política de un Estado democrático y aconfesional. El lugar apropiado para esos símbolos es la iglesia, la de cada uno, y no el trabajo, la escuela o el espacio público.

En una sociedad plural, con diferentes religiones y muchos ciudadanos que no profesan ninguna, las instituciones públicas deberían permanecer al margen de la religión. Las sociedades caracterizadas por el pluralismo cultural están también marcadas por el pluralismo ritual y son el Estado y sus poderes quienes deben resolver los posibles conflictos. Cuando una de esas religiones anhela principios uniformes y niega la libre elección, lo que hace es desafiar a la Constitución y estimular el fundamentalismo, la antítesis de esta convivencia plural que estamos construyendo.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

Viagra para Sus Eminencias Reverendísimas

Lo de las inversiones de los arzobispos de Madrid y Burgos en Pfizer (fabricante de Viagra y de anticonceptivos) lo he leído en 20minutos.es y me ha recordado a una película magistral (El Padrino 3), a otro arzobispo poco edificante, pero habilidoso para los negocios sucios (Marzinkus) y a Roberto Calvi, aquel «banquero de dios», cuyo cadáver apareció colgado del puente de Londres.

«Business as usual», nos dirán los príncipes de la Iglesia Católica.

¡Hipócritas!

Resurge la España negra (como sus sotanas)

Cada día estoy más de acuerdo con Alfonso Guerra en lo que se refiere a las relaciones Iglesia-Estado. El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso dijo ayer que «antes o después no va a haber otro camino» que la denuncia de los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, ya que los obispos españoles «están apretando tanto» que «aunque no se quiera reconocer, no hay otra» opción.

Gaspar Llamazares fue un poco más lejos cuando, hace unos días, nos advirtió:

«Cría obispos y te sacarán los ojos»

¿No se darán cuenta estos obispos, salidos de una España tan negra como sus sotanas, que cuanto más aprietan en su campaña electoral, a favor del PP y en contra del PSOE, más están perjudicando al pobre Rajoy?

Hasta el perpicaz y desinteresado Pedro Jota se ha dado cuenta. Ayer lo adviritó en su editorial a los obispos. Estos reverendísimos sepulcros blanqueados de la ultra derecha no se enteran del daño que están haciendo al PP.

Muchos jóvenes e indecisos acudieron cabreados a las urnas, el 14 de marzo del 2004, para votar en contra las mentiras miserables del trío Pinocho (Aznar-Acebes-Zaplana) sobre ETA en el 11-M.

Desmontada por la Justicia la teoría conspiratoria de Aznar, Pedro Jota y la radio COPE de los obispos ultras, aquellos cientos de miles de votantes airados estaban un poco apáticos, dormidos o desmovilizados en esta campaña electoral. Ahora no había un elemento tan fuerte como aquellas mentiras despiadadas de Aznar para movilizarles hacia las urnas.

Sin embargo, la amenaza del resurgir de la España negra de los obispos ultras les está despertando…

Zapatero debe estar dando saltos de alegría y poniéndole velas y misas al cardenal ultra Rouco Varela para siga metiendo cizaña inquisitorial contra el PP en la campaña electoral. Cuanto más se acerque al PP, más daño le hace.

Así se las ponían a Fernando VII.

¡Qué potra tiene este Zapatero!

Y el pobre Rajoy ya no sabe donde esconderse de las sotanas que, en tan mala hora, le persiguen…

Reverendísimos Sepulcros Blanqueados…

En este momento, estoy escribiendo en mi despacho de 20 minutos, acompañado por un católico practicante que está «escandalizado con estas actitudes espiscopales tan contrarias -según me dice- a las enseñanzas del Evangelio».

Con todo el respeto, que Sus Eminencias Ilustrísimas no se merecen por esta causa, me permito decirles que ayer «mearon ustedes fuera del tiesto», y no precisamente agua bendita.

La hipocresía (con mentira encubierta y con ánimo deliberado de engañar) está catalogada como pecado en sus propias normas. Y por el efecto perverso que persiguen en este caso, debe ser, cuando menos, pecado mortal.

Pasé 11 años con los frailes de La Salle de Almería -de quienes guardo un afectuoso y agradecido recuerdo- y me consta que esta panda de obispos trabucaires (que no son todos) ha perdido la gracia de Dios. Y Él les juzgará. pero, desgraciadamente, después de las elecciones, espero.

De modo que si Sus Reverencias no corren al confesionario y se retractan públicamente de sus gravísimos pecados, para reparar el daño que producen en la conciencia de los cristianos honrados, tengan la seguridad que, en caso de que exista su infierno, irán directa y eternamente a las calderas de Satanás, con quien se asociaron ayer por cuatro duros.

El obispo Martínez Camino , recién ascendido al episcopado, no debería olvidar que la Iglesia la conforman todos los católicos, y ni él ni el sector ultra que representa debe erigirse en portavoz de toda la comunidad cristiana pregonando su ideología particular, no consensuada con los demás miembros de Iglesia.

Afortunadamente, hay muchos católicos honrados que no siguen el mal ejemplo del pecaminoso obispo y de su jefe, el cardenal Rouco Varela.

El Mundo ha visto el alto riesgo de identificar al PP con estos Reverendísimos Sepulcros Blanqueados y ha lanzado un editorial, algo retorcido, en el que recomienda a Rajoy huir de estos obispos como del diablo, por ahora. («Mariano Rajoy no debe caer en la trampa«, dice Pedro Jota siempre atento a estas cuestiones morales).

Y dice más:

«Dejando de lado el plano moral y desde el punto de vista estrictamente electoral, el enfrentamiento con los obispos puede favorecer al PSOE si este partido logra identificar a la Iglesia con el PP, como pretende».

Según Pedro Jota, la Iglesia ha echado una mano al cuello de Rajoy.

Como dijo alguien (búsquese en Google), estos obispos (como la Inquisición):

«quieren tanto a Dios que no quieren a nadie más».

¿Prevaricación en la campaña contra el aborto? Felipe avisa

Esta mañana he oído al ex presidente Felipe González en la Ser, en una entrevista muy hábil e inteligente que le ha hecho Monserrat Domínguez. Me pareció que Felipe estaba en forma, incluso simpático, como en sus buenos tiempos antes de estropearse. Dijo muy claramente que, en la actual campaña forzada contra la ley del aborto, podría haber «prevaricación«. Y se mostró también partidario de una ley de plazos para el aborto.

Por su parte, el ministro de Sanidad, Bernat Soria, nos ha advertido de que la polémica sobre el aborto se plantea «con virulencia a dos meses de las elecciones».

Seguiré el caso con atención porque, cuando hay jueces y elecciones por medio, hay que usar la lupa. Hoy mismo, podemos ver con qué desproporción se informa sobre la campaña contra la ley del aborto (y el papel de los obispos) en los principales diarios de pago.

A veces, basta con cambiar el sujeto principal de la portada de un diario por el del otro para saber con quien nos jugamos los cuartos.

Encendido por la hipocresía de cierto clero asilvestrado, últimamente me he vuelto casi monotemático por lo que, desde hace algún tiempo, no hago analisis comparativo de los titulares de prensa, tal como prometí hace un par de años.

Me conviene, sin embargo, no perder aquellas buenas costumbres ya que la observación del uso y abuso de ciertos sujetos y verbos, hábilmente aderezados por sus complementos, siempre interesados, nos ofrecen ciertas claves de interpretación útiles para mantenernos en posición de alerta preventiva o, al menos, para provocarnos alguna sonrisa. Voy a ver las portadas de los diarios de pago.

Es sábado, antes de comer. Media familia está pintando. Mi hijo mayor se ha vuelto a Hollywood, después de pasar con nosostros las vacaciones más tristes de nuestra vida. Mi hija aún duerme y yo he dormido hoy, por primera vez, sin ansolíticos. Sólo con la ayuda de la melatonina, un inductor del sueño para vencer no el duelo sino los cambios horarios. Ya casi no me duele el pecho, aunque aún me cuesta respirar con normalidad, sin resoplidos ni suspiros inesperados.

La vuelta al trabajo, a ritmo normal, y la convivencia con los colegas y amigos me han venido muy bien. Casi me siento culpable por haber sobrevivido, tan ricamente, como si nada, a nuestra tragedia familiar prenavideña. Algún día (si es que me atrevo a desahogarme por escrito), trataré de compartir con los lectores del blog la experiencia tan dolorosa que estoy pasando en estos días, desde la muerte en accidente de mi hermana, mi cuñado y mi sobrina. Aún no tengo palabras. Quien lo sufrió, lo sabe.

Bueno, a lo que iba. Ahí están las portadas, nada inocentes, de El Mundo y El País.

¿Qué nos sugieren estos dos grandes titulares?

En principio, por la propia selección de temas, cada oveja con su pareja.

El Mundo sigue erre que erre con la presión del PP al Gobierno a favor de la ilegalización de ANV y El País se escandaliza con la «campaña» antiabortista, próxima al PP, contra el Gobierno.

Hasta ahí, nada sorprendente. Curiosamente, lo que merece cuatro columnas en primera página para El Mundo (la ilegalización de ANV) apenas merece un titular a una columnas en El País y, naturalmente con otro sujeto. El mérito, para El Mundo, lo tiene «La Justicia». En cambio, ese mismo honor corresponde en El País a «El fiscal«, más próximo al Gobierno de turno.

Y viceversa. Lo que merece cuatro columnas en El País La ofensiva antiabortista lleva…» ) ha ido a la papelera de la portada de El Mundo. Ni una línea en su primera página.

Nunca me ha gustado poner en la portada de los diarios que he dirigido el verbo «ultima», tan socorrido como engañoso.

¿Dónde está la noticia del día?

Ese titular «La Justicia ultima…» (o «está a punto de…») puede valer para hoy, para hace un mes o para dentro de otro mes.

Pero el experimento más constructivo que propongo hoy consiste en cambiar los sujetos de una portada a la otra. Por ejemplo:

«La Justicia lleva a decenas de mujeres…»

«La ofensiva del Gobierno ultima la ilegalización…»

Ha sonado la hora de comer.

Hasta luego.

Ya he comido. Y mucho: un cocido madrileño con todos sus tropezones.

Ahora, voy a ver las páginas interiores.

El Mundo:

El País:

Aunque no lleve ni una línea en portada, El Mundo sí se ha enterado de la persecución del aborto.

¿Quién tiene el honor de ocupar el puesto de sujeto?

Pues «un juez». Lo lleva, casi escondido, en página par con titular a dos columnas:

Un juez de Madrid llama a declarar a 27 mujeres que abortaron en Isadora

En su interior, El País amplía su información de portada a cuatro columnas con casi dos páginas más y tres grandes titulares.

¿Quién es en este diario el sujeto de la misma noticia?

Pues «La persecución del aborto…» y «Los obispos…»

Página 31:

La persecución del aborto lleva a 25 mujeres ante el juez

Sumario:

La campaña contra las clínicas abortistas se recrudece en Madrid

Página 32:

Los obispos desempolvan la batalla del aborto

Sumario:

El debate resurge a sólo dos meses de las elecciones

En el otro caso de la previsible ilegalización (también preelectoral, ¡qué pena!) de ANV , la información de portada sobre «La Justicia ultima…» de El Mundo, la lleva El Pais en su interior pero con otro sujeto. El mérito va aquí para la Guardia Civil, que depende directamente del Gobierno, y para la fiscalía, que casi también:

La Guardia Civil entrega a la fiscalía los últimos datos para ilegalizar a AVN y PCTV

Por un debate en internet

Hay otra noticia curiosa que ha ido a parar a la papelera de El País (no hay ni una linea, ni un verso, en todo el diario) y que, en cambio, El Mundo la lleva en su portada a tres columnas y con foto y, dentro, la amplía con dos hermosas páginas bajo este antetítulo:

Los símbolos del Estado

Se trata de la letra del himno nacional.

El diario Público también lleva esta noticia en su portada, pero lo hace a una columna y bajo este otro antetítulo:

Patrioterismo

Vivir para ver.

Dicen que Zapatero no se arruga frente al clero

Regreso a Madrid procedente de Almería (donde pasé unos días que, por dolorosos, yo no llamaría de vacaciones) y me encuentro con unas portadas de prensa sobre Zapatero y el clero algo sorprendentes. Lo primero que pienso es que «éste no es mi Zapatero, me lo han cambiado».

Me marché con un post titulado «¿Quién pone el cascabel a los obispos? Zapatero se arruga» y dejé de leer la prensa hasta ahora mismo. Y no me refería solamente al Excrementísimo Señor Obispo de Tenerife

¿Qué le habrán puesto los Reyes Magos a Zapatero para que, como dicen los diarios, «saque pecho«, «plante cara«, «culpe» y «discrepe«, defendiendo la legalidad constitucional, frente a las insidias pecaminosas de algunos obispos y cardenales jurásicos? Fíjense si serán pecaminosas las palabras antidemocráticas de los purpurados inquisidores Rouco y García-Gascó que hasta el bueno de Forges -que es un santo, se lo digo yo- ha mandado hoy a todos los obispos a su propio infierno. Y no le falta razón.

Dicen mis colegas que, fuera de cámaras y de microfonos, Zapatero no se arruga al topar con la Iglesia. ¿Sueño o realidad? ¡Qué maravilla!

Y dice Peridis en El País de hoy que, como los obispos sigan dando leña inconstitucional (o sea, meando fuera del tiesto), Zapatero podría atreverse, incluso, a mirar el Concordato. ¡Mirar el Concordato! No me lo acabo de creer. Volveré a restregarme los ojos y a leer la prensa de nuevo.

Al clero se le ve el plumero

Una vez más, debo reconocer que tengo debilidad por El Roto (antes OPS), uno de los mayores filósofos de nuestro tiempo.

Con qué agudeza y limpieza le ha visto el plumero al clero.

La verdad es que últimamente los obispos hacen pocos esfuerzos por disimular sus raíces fascistoides y no pierden ocasión para levantar el brazo y el palio en busca de algún dictadorzuelo que se preste al negocio.

La Iglesia católica no se acaba de resignar a vivir sin las canongías que le daba el dictador Francisco Franco, en pago por el apoyo episcopal sin condiciones que dieron a la sangrienta «cruzada» que siguió al golpe de Estado del general contra la legalidad democrática de la II República.

Creo recordar que fue el entonces obispo de Cartagena quien dijo:

«Benditos sean los cañones si en las brechas que ellos abren florece el Evangelio»

Así me gustan a mi los obispos. Sin hipocresía ni disimulo. Con su verdad fascista por delante. Estos obispos asilvestrados y feroces, de las manadas de Rouco (facha de toda la vida) y de García-Gascó (que fue un ilustre taranconiano hasta qeu se cambio de sotana), son un auténtico chollo para Zapatero y los demás socialistas. Le están poniendo las bolas como se las ponían a Fernando VII (¿o era a Carlos III?). Así, cualquiera hace carambola.

Ya puede temblar el PP, y despedirse de La Moncloa, si no manda callar pronto a sus cardenales.

Con estos príncipes cavernarios de la Iglesia en contra, cualquiera podría ganar las elecciones generales.

Que hablen los obispos, sí, que hablen, y que no se arrugue Zapatero. Separación Iglesia-Estado ¡ya!. Quiero para mi país lo mismo que disfrutan en el resto del mundo democrático civilizado.

Si la Iglesia carca se empeña , Zapatero podría ganar en marzo hasta por goleada, mal que le pese.

Eso, eso, que se le va el plumero a todo el clero.

Si el bueno del cardenal Tarancón levantara la cabeza…

Yo tuve el honor de conocerle.

—-

Lo nunca visto: coinciden en sujeto y en verbos

Me froté los ojos, después del primer sorbo de café, para comprobar que estaba plenamente despierto en esta refrescante mañana de agosto. Debo reconocer que, tras abrir la bolsa de periódicos, mi mujer y yo tenems la vieja costumbre de lanzarnos, a la vez, a por El País. Quien llega tarde, empieza por El Mundo. se siente. Ahí se nos ve el plumero a los dos. (Conviene no olvidar que El País nos dio de comer durante muchos años, cuando los niños eran pequeños).

Hoy, sin embargo, nos hubiera dado igual comenzar a leer los titulares de uno o de otro porque ambos han elegido para mandar arriba, a cuatro columnas, el mismo sujeto e idénticos verbos.

Puras dimite y advierte…/strong>

Ya es raro que El Mundo y El País coincidan en el sujeto que manda en portada (Zapatero o Rajoy), pero es mucho más raro que lo hagan también con los verbos («fracasa» o «triunfa«, según los casos y las respectivas culturas corporativas de los diarios en cuestión).

Aquí pasa algo, me digo como primera reflexión mañanera.

Luego, compruebo que hoy puedo ir más tarde al trabajo, y vestido de trapillo, que me han desmontado el despacho que tengo en el Palacio de la Prensa para trasladarlo a Condesa de Venadito, 1, a un edificio con menos magia y poesía que el actual de la Plaza del Callao, pero más amplio y conveniente para el bienestar y la seguridad de los que hacemos 20 minutos, 20minutos.es y calle 20.

O sea, que estamos en pleno mes de agosto y que los directivos de los diarios de pago también se habrán tomado sus vacaciones.

Mientras los directores veranean, las portadas quedan en manos de subdirectores y redactores jefes de guardia quienes, en caso de duda, aplican criterios puramente profesionales con el menor sesgo ideológico posible. Por si acaso.

Esa puede ser una de las razones que expliquen la coincidencia de ambos diarios en el sujeto y en los verbos de sus portadas.

Mientras Pedro Jota vigila su piscina semipública en Mallorca, sus ayudantes le enmiendan la plana y titulan nada menos que como los de El País. Lo nunca visto.

En torno a la Educación para la Ciudadanía

GREGORIO PECES-BARBA MARTÍNEZ en El País 07/08/2007

El presidente del Gobierno, en el Congreso de las Juventudes Socialistas, ha contestado con contundencia a la posición de los obispos y de la jerarquía católica española contra la asignatura Educación para la Ciudadanía. Ha dicho que no se puede contraponer la fe a la ley en una sociedad democrática como la nuestra. Menos se pueden oponer las ideologías temporales sustentadas por esas jerarquías que asumen una cultura tradicional antimoderna y clerical que se opone a muchas conclusiones legales del Estado democrático, y que pretenden vender como la verdad que nos hace libres.

Ahora toca Educación para la Ciudadanía, antes fue el divorcio, el aborto, la enseñanza de la religión, el matrimonio entre homosexuales, la Ley de Educación e incluso dimensiones de la financiación que les parecen insuficientes.

Desde una arrogancia extrema, una sensación de impunidad y un insufrible sentido de superioridad, derivada de que administran «verdades superiores», llevan años desafiando a las autoridades legítimas, a la Constitución y a la ley intentando imponer sus criterios frente al interés general y a la soberanía popular residenciada en el Parlamento. Frente a esas actitudes, el Gobierno ha tenido una política de moderación. Ha evitado las confrontaciones y ha retirado los aspectos más delicados del programa de Educación para la Ciudadanía, aunque están aprobados por leyes del Parlamento. Ninguna de esas actitudes ha calmado la beligerancia de los cardenales y de los obispos, que siempre buscan nuevos conflictos para la confrontación. La inmediata contestación a las palabras del presidente, con un tono desafiante, es el último signo de su rebelión frente a la Constitución y a la legalidad. El cardenal Cañizares ha acusado al Gobierno de ir contra la sociedad y ha defendido el papel de la Iglesia como impulsora de los derechos humanos. (sic) La inocencia histórica basada en el olvido de todo lo que han hecho les permite esa buena conciencia, aunque esté construida desde la mentira histórica. Mantienen firme su arraigada idea de que son depositarios de verdades que están por encima de las coyunturales mayorías y de la soberanía popular, en un documento colectivo que publicaron en 1988.

En definitiva, sólo aceptan la democracia con la boca chica, y fundamentalmente para lo que les favorezca. Por su actitud ante muchas leyes que son expresión de la mayoría parlamentaria se ve que en el fondo permanecen con los principios anti-ilustrados, que se expresaron en los documentos pontificios del siglo XIX, desde la Mirari Vos de 1.832 a la Libertas de León XIII. Con este espíritu declararon Cruzada al levantamiento militar, legitimaron con sus gestos la idea de que Franco respondía ante Dios y ante la historia y respaldaron la represión terrible que se produjo contra los vencidos.

El paréntesis de aire fresco de Juan XXIII y de Pablo VI fue sólo eso, como lo fue la etapa del cardenal Tarancón. Desde entonces han vuelto a las andadas en la Iglesia universal con Juan Pablo II y Benedicto XVI, con especial repercusión en España frente a la mayor neutralidad de otras iglesias europeas, que están en su sitio y no fuera de toda contención como la actual Iglesia española.

Muy falta de rigor intelectual, la Iglesia jerárquica aplica continuamente la técnica de los dos raseros y de las dos medidas. Impulsa y apoya la formación del espíritu nacional, asignatura obligatoria durante el franquismo, que extendía la ideología corporativa y falangista de aquel régimen y aceptaba que la enseñanza de la religión fuera obligatoria para todos creyentes y no creyentes, y ahora exige la enseñanza de la religión en horario escolar y evaluable, y también rechaza que no tenga alternativa; en su confusión ataca al divorcio y al aborto y sigue sin condenar la pena de muerte. Parece, aunque no lo confiesen, que su modelo es Irán donde el islamismo, la religión manda sobre las autoridades y sobre el propio presidente de la República y donde la pena de muerte no sólo está vigente sino que se aplica con abundancia. Naturalmente sin aceptar el islamismo, es imposible seguir su modelo en los contenidos, aunque sí les gustaría poder aplicar sus formas.

En este tema de la Educación para la Ciudadanía tienen el seguidismo inexplicable del Partido Popular, que está haciendo de fuerza de choque de esta cruzada contra la recta formación democrática de los ciudadanos. Están tirando piedras contra su propio tejado para favorecer una mentalidad clerical que les dificultará mucho gobernar cuando los ciudadanos les reclamen. Es tal su ceguera y su decisión para expulsar al Gobierno socialista y para ocupar el poder que apuestan por este escenario con hegemonía de la Iglesia-institución sin pensar el daño que hacen así a la España civil. Está visto que los que se llaman liberales como la Esperanza Aguirre apoyan estas campañas que Stuart Mill, el granliberal, repudiaría si viviese. Una mezcla de ignorancia y de inconsciencia respecto al daño que producen y de rencor hacia las actuales autoridades les llevan a este peligroso seguidismo, que ninguna derecha europea seria puede apoyar.

Además de la falta de fundamentos intelectuales para justificar el rechazo de la Educación para la Ciudadanía, con posturas que contradicen la evolución de la modernidad, con la secularización de la moralidad, con la tolerancia, con el pluralismo y con la idea de la persona centro del mundo y centrada en el mundo, su oportunismo y su falta de rigor desmerecen su postura ante los sectores ilustrados y libres que son mayoritarios en la sociedad española. Se aprovechan de su inmunidad, que es impunidad, y juegan sucio ante un poder político que no quiere enfrentarse con la jerarquía. En su insensatez están alentando un imposible movimiento de objeción de conciencia que carece de cualquier posibilidad de prosperar, ocultando que realmente propugnan la desobediencia civil, que puede conducir a quienes les sigan, entre los padres de familia, a un muy grave perjuicio puesto que sus hijos no podrán acabar el nivel de enseñanza correspondiente sin Educación para la Ciudadanía ni obtener el grado.

Me dicen que un sacerdote de Toledo está haciendo una tesis doctoral sobre mi obra, que se titularía, según las buenas fuentes que me han informado, «De la destrucción de la verdad al totalitarismo. El pensamiento de Gregorio Peces-Barba». Me cuesta creer que sea cierto, pero me aseguran que lo es. Prefiero discutir de ideas y no interferir en temas personales, pero me parece que están volviendo a las andadas de condenar a quienes les llevan la contraria. Ya otros españoles anteriores, como Fernando de los Ríos o Manuel Azaña, entre muchos más, sufrieron en su tiempo las embestidas de una jerarquía montaraz. En un discurso pronunciado en enero de 1850 en la Asamblea Legislativa sobre la libertad de enseñanza, Victor Hugo identificó con precisión a esta Iglesia que rechaza la modernidad: «Impide a la ciencia y al genio ir más allá del misal y quiere enclaustrar el pensamiento en el dogma. Todos los pasos que ha dado la inteligencia en Europa, los ha hecho a su pesar. Su historia está escrita en el reverso de la historia del progreso humano. Se ha opuesto a todo… no hay un poeta, un escrito, un filósofo, un pensador, que acepten. Y todo lo que ha sido escrito, descubierto, soñado, deducido, ilusionado, enajenado, inventado por los genios, el tesoro de la civilización, la herencia común de las inteligencias, lo rechazan…».

No pueden ni deben seguir por ese camino ni tensar tanto la cuerda. Son responsables de la agitación que impide la paz social y beligerantes contra la política del Gobierno y contra cualquier progreso. Deben sosegarse y permitir el desarrollo normal de la sociedad civil, sin sus constantes interferencias, sin hostigar a los heterodoxos ni despreciar a las conciencias individuales que no coinciden con sus planteamientos. Deben tener más respeto a los disidentes y evitar maldecir y condenar todo el tiempo. Si este nuevo clima no se consigue en la próxima legislatura, habrá que abordar el tema de la acción y de la situación de la Iglesia y establecer un nuevo estatus, que les sitúe en su sitio y que respete la autonomía de la autoridad civil.

Gregorio Peces-Barba Martínez es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.

Las corrupciones del PP, en El País; las del PSOE, en El Mundo

Hoy he visto, de golpe, los diarios del viernes y del sábado. En ambos destacan temas sobre la corrupción urbanística que, como se sabe, es uno de los pilares básicos, consensuado bajo cuerda, para la financiación ilegal de los partidos políticos.

Lo curioso es que, tan cerca ya de las elecciones municipales, ambos diarios han abandonado su disimulo tradicional y se han lanzado a airear descaradamente los traspos sucios del partido que inspira la línea editorial de su directo competidor. También, por supuesto, a poner en letra pequeña y en página par -o incluso a silenciar- los abusos de sus amigos o inspiradores políticos.

Por eso, podemos leer con pelos y señales páginas completas, naturalmente con titular en portada, sobre la corrupción de PP en Baleares (Andratx) en el diario El País , así como sobre la corrupción del PSOE en Baleares (Ibiza) en el diario El Mundo.

Cuando queramos hacer la enciclopedia de la corrupción urbanística y/o municipal de España no tendremos más remedio que recurrir a los dos diarios mencionados. Uno sólo no basta. Cada oveja con su pareja.

El jueves me enteré por 20minutos.es de la muerte de Fernando Gutierrez, ex jefe de prensa del Rey durante casi toda la transición política de la dictadura a la democracia.

Hoy, al ver la noticia en los diarios impresos y leer el obituario publicado en El Mundo por el general Sabino Fernández Campo, me han venido a la mente muchos buenos recuerdos de estos dos hombres del Rey a quienes nunca agradeceremos suficientemente los servicios que prestaron a la causa de nuestra frágil democracia, en tiempos tan difíciles que se me ponen los pelos de punta con sólo recordarlos.

Me sumo al recuerdo cariñoso que hace Sabino y doy desde aquí el pésame a la familia de Fernando.

Muchos periodistas de la transición guardamos recuerdos entrañables de Fernando Gutierrez. Yo conservo dos, como oro en paño, y que cuento a mis hijos a la primera de cambio.

Como está lloviendo, ya he quitado la mala hierba que ahoga a mis tomateras y hoy no hay bici, trataré de resumir aquí un par de anécdotas que nos hicieron sonreir más de una vez a Fernando Gutiérrez y a mi. Una de ellas, según supe más tarde, hizo reir incluso al Rey.

Hace casi diecisiete años (¿mayo de 1990?), Jesús de Polanco, presidente de Prisa, fue recibido por el Rey. Era yo entonces director-fundador del recién nacido diario El Sol. Mi jefe, presidente de la compañía editora, era Germán Sánchez Ruipérez, un gran editor de libros, como Polanco, y fundador de la editorial Anaya.

Don Germán entró (naturalmente sin llamar) en mi despacho de la plaza de Colón (entonces la llamábamos la nueva Puerta de El Sol) y me dijo que quería ser recibido cuanto antes por el Rey:

«Si Polanco, editor de El País, ha visto al Rey, yo también quiero verle como editor de El Sol». Y que sea pronto.

.

Dicho lo cual se fue de mi despacho. Ahí empecé a notar que mi jefe, que ya se había separado de sus socios Berlusconi y la ONCE, padecía un principio de «polanquitis«, dolencia altamente contagiosa entre editores.

Inmediatamente pensé en Fernando Gutierrez. Ni corto ni perezoso le telefoneé a la Zarzuela. Uno de sus ayudantes (¿Gil?) me dijo que estaba fuera y me preguntó por el motivo de mi llamada. Se lo expliqué tal cual.

Al buen hombre le dió por reir:

«Parece mentira, me dijo. ¿Acaso no sabes que las audiencias del Rey hay que pedirlas con meses, incluso años, de antelación?»

Le pregunté cuando regresaba Fernando y me dijo que al día siguiente, que le enviara un fax respetuoso conla petición de audiencia y que me llenara de paciencia.

Así lo hice. Al instante, le envié un fax, cuya copia debo tener guardada en mi sótano junto a los recuerdos de aquel querido y fracasado diario.

Decía algo así:

«Querido Fernando:

Rios Rosas nunca pidió audiencia al general Espartero, regente de España, cuando fundó el diario El Sol en 1842.

José Ortega y Gasset y Nicolás María de Urgoiti tampoco pidieron audiencia al rey Alfonso XIII cuando refundaron el diario republicano El Sol en 1917.

Hoy es, por tanto, la primera vez en la reciente historia de España que un director del diario El Sol pide audiencia a un Rey de España.

A la tercera va la vencida.

Espero que me sea concedida esta audiencia para poder decirle a Su Majestad que compartimos los ideales de libertad y solidaridad de nuestra Monarquía parlamentaria… etc. etc.»

Bla, bla bla…

O algo así hasta la despedida protocolaria.

Al día siguiente, por la mañana, recibí la llamada de Fernando:

-«¿Te has vuelto loco, José Antonio?¿Tú crees que yo puedo enseñarle este fax al Rey? Has perdido la cabeza. Yo no pienso despacharlo así. Mándame otro más respetuoso o te quedas sin audiencia. Desde luego… no tienes remedio».

Y se le escapó una risa. Le contesté algo así:

– Tú verás lo que haces con ese fax. Es parte de nuestra historia: Ríos Rosas fundó El Sol para atacar al regente Espartero y a Isabel II. Ortega y Urgoiti lo refundaron para acabar con la Monarquía de la Restauración y traer la II República, lo que hicieron con éxito. Yo, en cambio, estoy refundando, por tercera vez, El Sol, para apoyar los ideales democráticos que compartimos con nuestro Rey. Aunque muchos de nosotros llevemos a la República en nuestro corazón, los ideales democráticos de la República coinciden ahora con los de la actual Monarquía. Es una ocasión histórica e irrepetible. Inténtalo. No seas más papista que el Papa. Estoy seguro de que el Rey se echará a reir cuando lo lea».

A los pocos días, volvió a llamarme Fernando y me dijo:

-Estás loco de remate. Lo se. Pero ahora dime si podéis venir la semana que viene al Palacio de la Zarzuela, con tu Presidente -y si quieres también con todo tu Consejo-, para ser recibido en audiencia por Su Majestad. Y lo dicho, contigo no se puede. ¡Ah! y, ya sabes, llámale siempre señor».

Le di las gracias y, al despedirnos, se le volvió a escapar otra risa. Antes de colgar de oí decir: «estos chicos…»

Me llaman para preparar la cena. ¡Jo! qué tarde. Me errollé con los recuerdos.

Otro día contaré la anécdota 23-F. con Fernando. Ese día yo era redactor-jefe de El País y acababa de oir por la radio los disparos en el Congreso.

—-

Qué buen tipo fue Fernando Gutiérrez. El Rey lo sabe mejor que nadie.

Descanse en paz.

¿Independencia, para qué?

MANUEL MONTERO en El País

27/04/2007

Dice el nacionalismo que el problema vasco consiste en que un pueblo milenario dotado de una identidad propia está enfrentado a España (al Estado español, por usar su jerga), pues quiere volver a ser independiente, a lo que tiene pleno derecho constitutivo. Del planteamiento se derivan algunas consecuencias que pueden hacer estragos, en un país harto de la cuestión vasca y quizás predispuesto al síndrome de Estocolmo, a los diálogos y a lo que sea para quitarse de encima la pesadilla. Se deduce la idea nacionalista de que todo se arreglaría si el «Estado español» diera la independencia al pueblo vasco; y si de momento no se reclama tanto -hay mucha tela que cortar-, se reivindica algún punto intermedio, «dialogado» y «negociado», atendiendo no al peso de los votos, sino al de la voluntad nacionalista. O sea, que si se eternizan los problemas se debe a la cerrazón de España, pues se niega a buscar la «solución democrática» (en tal esquema el reconocimiento de los «derechos nacionales» que imagina el nacionalismo constituye la esencia de la democracia).

Todo reside en la pugna entre el pueblo vasco y España, de creer al nacionalismo. De modo que lo nuestro tiene una solución sencilla. Si persisten conflictos, violencias, tensiones… es sólo por las ínfulas españolas, uniformistas, opresoras e incapaces de reconocer a un pueblo vasco con identidad propia, una evidencia histórica, política, antropológica, lingüística, cultural, biológica… un hecho objetivo. ¿No termina la violencia en el País Vasco y perdura la agitación nacionalista? Se debe al empecinamiento de España por no restituir el natural orden de las cosas.

Las argumentaciones expuestas son de raigambre nacionalista e innegable éxito social, pero sin pies ni cabeza. No entro en las figuraciones milenaristas o en esas pintorescas visiones de los vascos sosteniendo contra viento y marea su identidad desde hace 7.000 años, que ya ha llovido, pues cada cual es libre de soñar lo que quiera (otra cuestión es que haga la pascua a los demás por sus alucinaciones). Tampoco en la costumbre nacionalista de imaginar que sus reivindicaciones son derechos, incluso derechos democráticos. Sí me refiero a su corolario, argumentalmente, el punto de partida, la idea de que la conquista de algún soberanismo relajaría al nacionalismo y eliminaría la violencia. Hasta donde podemos colegir es un supuesto falso.

Imaginemos que algún proceso de negociación, infernal o placentera, lleva a la conclusión de que nuestro destino idóneo es convertirnos en el Estado Libre Asociado que proponía el fracasado plan Ibarretxe y, llenos de alborozo, a él nos encaminamos. ¿De verdad cree alguien que en tan dichoso momento ETA, emocionada, decidiría dejarlo y desaparecer? ¿Por qué iba a hacerlo, tras comprobar que la extorsión resulta rentable? Más bien le serviría de estímulo para perseguir más prometedoras metas. Y lo que se da en llamar nacionalismo moderado, ¿rebajaría su agresividad contra la parte de la sociedad vasca que no es nacionalista, o agudizaría sus planes de euskalduni-zación compulsiva y de excluir de la función pública a quienes no se ajustan a sus criterios lingüísticos, en la línea emprendida ya hace años, o alguna nueva ocurrencia para seguir rebajando los derechos de quienes no son de la tribu, o convirtiéndolos a ésta?

Tampoco se piense que llegados a la dicha de la independencia, el día de la paz y de la gloria, se habría acabado todo, una vez que se izaran las ikurriñas más alto si cabe y se quemara la última bandera española y demás símbolos opresores. No se habría acabado nada y todo -la agresividad nacionalista y el gusto por el terror, cada uno en lo suyo- seguiría como estaba, bien que en un peldaño superior de la escala, reconfortados porque se sube la escalera cada vez más rápido. El nacionalismo no es sólo un proyecto político, que se consumaría con la independencia y con ella quedaría plenamente satisfecho. Constituye sobre todo un proyecto de transformación de la sociedad vasca, por la vía de terminar con las pluralidades actuales. ¿Independencia, para qué? ¿Llevamos estas décadas de enloquecimiento sólo para mandar embajadores por doquier y dotarnos de los escasos símbolos de soberanía que quedan? No resulta creíble.

Sucede que para el nacionalismo el enfrentamiento pueblo vasco-España es sólo uno de los aspectos del problema vasco, y no el fundamental. Su principal objetivo no consiste en la independencia y la autodeterminación, que en sentido estricto son sólo instrumentos para conseguir el fin ansiado. ¿En qué consiste éste? En algo aparentemente inocuo, pero demoledor. El nacionalismo vasco busca la construcción nacional, es su finalidad última. «Euzkadi necesita hoy la autonomía para su propia reconstrucción nacional», explicaba el PNV cuando se ponía en marcha el proceso que desembocaría en el Estatuto de Gernika. Lo corroboraba el Parlamento vasco en 1990: «El ejercicio del derecho a la autodeterminación tiene como finalidad la construcción nacional de Euskadi». Para el nacionalismo, la autonomía y la autodeterminación constituyen el medio. El fin es la construcción nacional.

«¿Libertad, para qué?», se preguntaba en una ocasión la dirección del PNV, casi como Lenin a Fernando de los Ríos. Y su respuesta no era «libertad para ser libres». Era (es) para algo más. «Libertad para restaurar nuestra personalidad colectiva a partir de valores creados a lo largo de una historia de milenios, (…) para restaurar la vigencia de nuestra lengua y de nuestra cultura a todos los niveles de la vida y en toda la extensión de la geografía vasca. Libertad para ordenar nuestra sociedad según nuestra propia y responsable voluntad (…)». Libertad (nacional) para la construcción nacional. En otras palabras, para amoldar la sociedad conforme a los esquemas que según los criterios nacionalistas son los propios de la identidad vasca. Suenan placenteros, pero no son planteamientos amables. Implican una notable agresividad. «Restaurar nuestra personalidad colectiva» constituye un proyecto de actuación social, que pasa por eliminar pluralidades e identidades, hasta que quede tan sólo la «personalidad colectiva» del gusto del nacionalismo.

En esta lógica, a los vascos que no son nacionalistas les toca construirse nacionalmente. El nacionalismo combate sobre todo contra ellos -más que contra España-, como responsables inmediatos de que la identidad (nacionalista) vasca no sea completa. Lucha por su conversión nacional, que no es sólo mudanza política, sino también metamorfosis identitaria. Construcción nacional no quiere decir sólo hegemonía nacionalista, que por supuesto va implícita. Significa sobre todo nacionalización plena de la sociedad vasca. Por eso el mundo feliz al que aspira el nacionalismo no es sólo el de la autodeterminación o independencia. Por eso su modelo político no está formado por ciudadanos en el sentido propio del término, sino por vascos con identidad (nacional vasca). Por eso no hay ninguna razón para imaginar que el logro de aspiraciones políticas redujese la agresividad nacionalista o los modos coercitivos. No tendría por qué relajarlos, mientras no se consumase la construcción identitaria de la nación vasca. Reeducación, se decía en otros sitios. La de quienes no se ajusten a los auténticos criterios nacionales.

Manuel Montero es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.