Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Archivo de mayo, 2013

«El próximo parado… será un diputado»

Lo cantan a coro: «Y si es un senador… será mucho mejor». «Y si es la Cospedal… será fenomenal«. «¿Y si es Rajoy?… que sea para hoy».  Mientras la calle grita estos pareados, los anodinos diputados y senadores españoles, nombrados a dedo por sus partidos, y refrendados a ciegas por electores que no los conocemos ni de vista, no se enteran de que están a un paso del harakiri.

Presentación en Madrid el Manifiesto "Por una nueva ley de partidos"

Presentación en Madrid el Manifiesto «Por una nueva ley de partidos»

Ayer se presentó en Madrid «El Manifiesto por una nueva ley de partidos»El Pais de hoy titula así su información: «Un centenar de intelectuales proponen una reforma radical de la ley de partidos»

A primera vista, parece que se trata de un grupito de reformadores o soñadores de élite con más ingenuidad y buena fe que coraje.

Yo estuve allí, en una salita pequeña de la 5ª planta del Círculo de Bellas Artes. (Allí mismo nos reuníamos bajo la Dictadura, a escondidas claro, para arreglar España y parte del extranjero. Entonces, también nos llamaban ingenuos y miedosos.)

Por la ventana, a la misma hora, pudímos ver una manifestación por la calle Alcalá que se acercaba a la alcaldía.

Después de escuchar a los cuatro promotores (solo una mujer), y no sin cierta emoción, firmé el Manifiesto en www.porunanuevaleydepartidos.es. Las primeras 100 firmas (entre las que están Savater, Azúa, Alvarez Junco, Casajuana, Conthe, Cullel, Fidalgo, Garicano, Aristóbulo de Juan, Juliá, Molinas, Muñoz Molina, de la Nuez, Vargas Machuca, etc.) se habían convertido, en un par de horas, en siete mil. Casi seguro que pronto pasaremos del millón.

En este caso, el número de firmas carece de efectos legales. Solo cuenta para que los partidos políticos actuales tomen nota… y se asusten un poco.  La actual clase política está protegida por una ley orgánica anacrónica y viciada que impide ser reformada por la Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Por tanto, aunque para la presentación del Manifiesto al Congreso no importa el número, creo que es bueno acompañar a los 100 con varios miles de firmas.

Recomiendo vivamente la lectura completa del Manifiesto de los dos folios. Pero, para convencernos de la urgencia y sentido democrático de esta reforma, basta con repasar estas

Siete propuestas

Las propuestas contenidas en el Manifiesto pueden resumirse en siete puntos.

1. Celebración de congresos cada dos años como mínimo y, en todo caso, a fecha fija.

2. Reunión de los órganos de control de las directivas y parlamentos internos a fecha fija, incluyendo en el orden del día la votación sobre la gestión de la directiva con voto secreto. Limitación del número de sus integrantes, entre los cuales no se contarán los de la directiva.

3. Composición de los congresos y de los órganos de control proporcionales al número de afiliados o de votos del partido en cada provincia o distrito. Limitación de mandatos al menos en los órganos de control.

4. Elección de los órganos ejecutivos, delegados a congresos y miembros de los órganos de control mediante voto secreto de los afiliados o delegados al congreso.

5. Elección de los candidatos a cargos representativos por elecciones primarias.

6. Mandato limitado de los tesoreros y encargados de las cuentas y elección de los interventores por parte de los distintos niveles del partido. Auditorías anuales por empresas independientes, previas a la presentación de las cuentas, que deberán ser aprobadas por los máximos órganos de dirección del partido.

7. Constitución de comisiones independientes para verificar los gastos de las campañas e inspecciones para verificar el cumplimiento de los límites de gasto electoral.

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La presentación del Manifiesto estuvo cargada de contención y prudencia.  No querían espantar a nadie. Y nadie osó hablar de ruptura. Solo de reforma. Pero se citaron nombres de reformadores muy potentes: Jovellanos, Joaquín Costa y Ortega y Gasset. Nada menos.

De pronto, me dió un ataque de nostalgia perniciosa (propia de abuelo cebolleta). Vi pasar por mi memoria un montón de manifiestos, impresos clandestinamente en la «vietnamita» que aún tengo en el sótano de mi casa, pidiendo democracia, derechos humanos, amnistía para los presos políticos, partidos políticos libres, etc., etc.

Con Franco no había libertad ni partidos. Por eso, dominando el arte del disimulo, florecieron multitud de cuasi partidos polítidos minúsculos y miniparlamentos: asociaciones de vecinos (como los ramilletes de barrio derivados hoy del 15-M), comunidades de cristianos de base, curas rojos, colegios profesionales, amigos de la Unesco, sindicatos ilegales de obreros y de estudiantes, células clandestinas embrionarias de los futuros partidos (hoy anquilosados), revistas, panfletos y multitud de asambleas y reuniones con vigilantes en la puerta para avisarnos por si venían «los grises» porra en mano.

En los últimos años de la Dictadura, toda aquella riquísima flora democrática que brotó en la catacumbas de la sociedad española se fue organizando en la Junta Democrática, en la Plataforma (luego fusionadas en la Plata-Junta) y en otras alianzas opositoras al régimen de Franco. Al final, las Cortes franquistas notaron la presión ciudadana en favor de la democracia y, por una mezcla de miedo y sentido común, favorecieron en harakiri (desde la Ley a la Ley) propuesto por Adolfo Suarez. Triunfó la reforma sobre la ruptura. Y no nos fue tan mal. Fue el arte de lo posible, gracias al espíritu de consenso que presidió la Transición de la Dictadura a la Democracia.

Los padres de la Constitución del 78 (y la mano izquierda de Alfonso Guerra y de Fernando Abril Martorell) optaron por una Ley de Partidos que, ante todo, garantizara la estabilidad. Hemos tenido estabilidad, quizás en demasía, y estamos pagando ahora un alto precio por ello. Como los políticos que están instalados en el sistema no parecen dispuestos al harakiri que supondría para ellos reformar la ley orgánica que les ampara («entre bueyes no hay cornás»), solo nos queda la presión de la sociedad civil para que espabilen y le vean las orejas al lobo.  De lo contrario, podríamos estar sembrando las bases de la ruptura que no se hizo al morir el dictador.

Este Manifiesto por una nueva ley de partidos es un primer grito para despertar a los diputados y senadores, a los líderes políticos, a los gobernantes. Cuanto mas fuerte sea el grito (con más y más firmas) mejor lo oirán los políticos que, por ahora, se hacen los sordos para no perder sus privilegios.

Los cuatro presentadores del Manifiesto dijeron que se trataba de un primer paso…

Les felicito por pasar de las palabras a los hechos.

¿Cual será el siguiente paso? ¿Tienen ya nombre para la nueva Plata-Junta, partido o partidos que ayuden a profundizar en muestra democracia?

Lo que no hay es vuelta atrás. «Los males de la democracia se curan con más democracia». Por eso, también me apunté a Foro + Democracia que proponen Jordi Sevilla y Josep Piqué. Algún día nos juntaremos todos (jóvenes y carrozas) con el 15-M.

La que se va armar aquí si la vieja clase política, tan desprestigiada y alejada de la sociedad, no se despierta y se regula por una nueva Ley de corte europeo…

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PS. Al salir del Círculo de Bellas Artes de Madrid, ayer a mediodia, pasé por Cibeles. Los manifestantes ya estaban apostados, con sus gritos y pancartas, en la puerta del  Ayuntamiento, bajo el despacho de la alcadesa Ana Botella (de Aznar).

Desde lejos, no supe distinguir por qué protestaban pero escuché un grito tan claro como ingenioso. Decían, a coro:

¡Esa Botella… al contenedor!

Pues eso.

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Ser amigo de Aznar tiene valor… y precio

Miguel Blesa, el presunto ladrón principal de Bankia, es amigo de Aznar desde hace muchos años. Solo por eso, que se sepa, llegó a presidente de Bankia cuando su amigo ocupó la Moncloa. Tras Mario Conde, Blesa es el segundo gran banquero que va a la cárcel. Y no hay dos sin tres.

Blesa, el primer amigo de Aznar que pisa la cárcel.

Blesa, el primer amigo de Aznar que pisa la cárcel.

En lenguaje técnico, el juez ha metido en la cárcel al ex presidente de Bankia por «apropiación indebida». O sea, que le llama amigo de lo ajeno. Es decir: ladrón, para entendernos.

Anoche durmió en la prisión de Soto del Real (Madrid) mientras los amigos que le queden, en estas circunstancias, se afanaban en recoger 2,5 millones de euros, la fianza fijada por el juez para poder sacarle de allí.

Con la crisis tan descomunal de origen financiero e inmobiliario que sufre la economía española (en especial los 6,2 millones de parados), llama la atención que sea Blesa el primer y único gran banquero encarcelado después de Mario Conde, que fue condenado hace casi 20 años por la quiebra de Banesto.

Miguel Blesa fue colega de oposiciones del ex presidente José María Aznar.  Ambos estuvieron destinados en Logroño como inspectores de Hacienda (¡!). Por tanto, su amistad viene de lejos.

No se le conocía experiencia alguna en materia de bancos ni de cajas cuando, Aznar mediante, fue nombrado presidente de Caja Madrid (hoy Bankia), la segunda caja de Ahorros más grande de España.

Por el hilo se sabe donde está el fuego…

P.S. Un lector me avisa del error en este refrán. Tiene toda la razón. Confundí dos refranes cruzados. Debí escribir, como en la zarzuela, «Por el humo se sabe donde está el fuego¨.  Gracias por la corrección. JAMS

 

 

 

 

 

Aznar, sobrecogedor ¿Por qué no me sorprende?

Ahora sabemos, con pelos y señales, que Aznar recibía sobres pecaminosos (e ilegales) cuando ya era presidente del Gobierno. ¿Entró en política para «forrarse», según la triste expresión atribuida a su colega Zaplana?.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones "disparadas" de José María Aznar, en El País.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones «disparadas» de José María Aznar, en El País.

El País de hoy publica todos los datos del escándalo. Como muchos otros dirigentes «sobrecogedores» del PP, y no pocos votantes conservadores, ven muy natural compensar a los políticos con sobresueldos (en sobres) por lo que eventualmente podrían estar perdiendo al dedicarse al servicio público.

Ya lo dijo muy clarito el propio presidente Rajoy. Nos restregó a todos la cantidad de dinero que perdía (como registrador de la propiedad en excedencia) por dedicarse a servirnos desde el Palacio de la Moncloa. En la derecha está muy extendida y aceptada la práctica de la puerta giratoria (también en la izquierda, aunque más cutre). El político sirve a su clientela privada cuando está en un cargo público y/o tiene influencia para conseguir prebendas y pasa la gorra cuando, legalmente o no, vuelve al sector privado. Quid pro quo.

Cuando por una firma, un dirigente político con cargo público puede cambiar (o sea, elevar) impunemente el precio de las cosas (una recalificación de terreno, una licencia, una subvención, etc.) la tentación de buscar compensación es muy fuerte.

El trueque de favores compensatorios es más viejo que el homo sapiens. Los beneficios (generalmente donativos opacos o comisiones pecaminosas) suelen ir al partido político, a sus dirigentes y/o al artista que lo ha negociado personalmente, a veces, con nocturnidad y alevosía. Sobre esto, Luis Bárcenas podría aspirar a una cátedra.

La corrupción (y el conocimiento que en democracia tenemos de ella) ha llegado a un límite insoportable. Y lo grave es que los líderes políticos no parecen relacionarla con la desafección que muchos ciudadanos (en especial y con mas razón los jóvenes) sienten hacia los partidos políticos, la corona y otras instituciones del sistema democrático.

Por más que vean las alusiones que personalidades como El Roto, Forges, etc. hacen de los políticos, no se enteran. Ahí van dos alusiones de hoy en El País:

Forges, en El País, 10-5-13

Forges, en El País, 10-5-13

 

 

 

 

 

 

 

El Roto. El País, 10-5-13

El Roto. El País, 10-5-13