Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Cuándo se jodió la juventud española? (II)

¿Qué hubiera dicho Mafalda en la encuesta que nos dio como resultado que “la juventud es más pesimista que nunca?”

Mafalda, niña progre de 6 años, creada por el genial Quino.

Terminé la entrada anterior (“¿Cuándo se jodió la juventud española? I) con una cita de memoria, y equivocada, de Mafalda, esa niña filósofa preocupada por el ser humano y por arreglar el mundo que le dejan los mayores. Tiene multitud de frases agudas acerca de los jóvenes y los mayores, del pasado y el futuro. Sobre cómo los mayores vemos el pasado, me gusta esta sentencia suya:

«No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta.»

Repasando los resultados de la encuesta citada, detecto que deben complacer a quienes la encargaron y pagaron (Fundación S.M./Santa María) como, por otra parte, suele ocurrir a menudo. Las encuestas son creíbles para quien las encarga. En el caso que nos ocupa, ha sido motivo de conversación de sobremesa, lo que ya es algo. Y mis pesquisas -por supuesto, nada científicas- difieren mucho de los resultados publicados por la prensa. Claro que cada uno habla de la feria según le va en ella.
Por ejemplo, en la cena del brindis por la Constitución, José María Fidalgo, ex secretario general de Comisiones Obreras, nos dijo que “el mundo nunca ha estado mejor que ahora: vive más gente, viven más años y mejor, se comunican más y hay más igualación que hace un siglo”. Fue mucho más optimista que los jóvenes encuestados para S.M. y nos recomendó “mirar al futuro y hacia fuera y no mirar hacia atrás y para dentro”. Y remató así su Elogio de la Concordia:
“El punto dulce está en el futuro”

Fidalgo me recordó a un profesor ilustre y muy querido (Vicente Llorens) que atribuía a la izquierda la visión de la Arcadia feliz en el futuro («En la lucha final…», como dice la letra de La Internacional) mientras que la derecha tendía a situar la Arcadia feliz en el pasado (En el Edén biblico… por lo menos)

Los resultados de mi encuesta particular han sido extraordinariamente contradictorios aunque, según los casos, cargados de sentido común. Como la vida misma. Y también como algunas opiniones de los comentaristas de este blog. Ni siquiera se si vale la pena que los comparta con los lectores. Por si acaso, ahí van mis notas:
En una primera aproximación, aquellos que tienen pareja y empleo estables, disfrutan de buena salud y cuya realidad se acerca a sus expectativas suelen ser optimistas. Es la verdad de Perogrullo. Y quienes están solos, en paro, sin dinero, con mala salud y con sueños tan irrealizables que les cargan de frustración suelen ser pesimistas.
Por lo tanto, resulta muy difícil generalizar y, puesto que hablamos de optimismo y pesimismo (o sea de estados de ánimo y de sentimientos), las encuestas y las estadísticas son poco fiables. Además, sobre valores y comportamientos morales, la gente miente. No me puedo creer que los jóvenes valoren más a la familia que a sus amigos o a su pareja, o que la “vida sexual satisfactoria” ocupe el puesto número 10 entre los “aspectos importantes en la vida”. ¡Vamos, hombre!.
Dicho esto, parece cierto que muchos jóvenes actuales (como seguramente los de cada generación precedente) se sienten pesimistas y jodidos por el mundo que les dejamos.
Hay, sin embargo, datos objetivos y medibles. Según el ciclo que les ha tocado, los jóvenes de hoy, infinitamente mejor preparados que los de antes, temen vivir (y vivirán, en términos económicos) peor que sus padres.

La explicación económica de este fenómeno es compleja, pues tiene relación con todos los factores de produción, con la oferta y la demanda, con la globalización financiera y la deslocalición de los empleos, con el comercio exterior, con los movimeintos migratorios, con la productividad propia y ajena, etc., etc. En otros casos, puede tener relación con el viejo proverbio: “Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros “, tal como lo glosaba Azarías en su blog “Ecos de Sociedad Anónima”.

Pero también se dan los casos de hijos poco ambiciosos, a los que no les falta de nada, desalentados por el comportamiento “trabajahólico” de padres ausentes y que, sintiéndose culpables, les dan de todo menos atención personal.

Los padres fueron más ambiciosos, tuvieron que luchar para salir de la pobreza. En cambio, los hijos no han conocido/sufrido las mismas privaciones. (En este momento, si mis hijos me oyeran o leyeran tararearían la InternacionalEn pie, parias de la Tierra…«- o silbarían –cargados de razón- la melodía dulzona de Elena Francis).
Las comparaciones son, en efecto, odiosas. Nunca hubo el mismo nivel a la misma edad, ni las mismas oportunidades de mejora o de empeoramiento en tiempos distintos. Pero no me negarán que ahora hay mayor movilidad social hacia arriba y hacia abajo que antes.
Lo que yo recuerdo de mi generación (lo que no significa que sea cierto) es que los jóvenes de entonces no teníamos tiempo para ser pesimistas (además, no había tales encuestas para demostrarlo). Íbamos a cambiar el mundo y todo parecía posible.

Nuestro presente era pobre, cutre y bajo una cruel Dictadura, pero el futuro nos parecía modelable y, por tanto, brillante. Estábamos tan mal –y no quiero contar aquí las penas del pasado, por la amenaza real de que mis hijos se vuelvan a reír de mi- que solo podíamos ir a mejor. El idealismo de la lucha política y la posibilidad real de mejora futura ensombrecían, en muchos casos, las penalidades económicas. Claro que los jóvenes de hoy también salieron a la calle, cargados de idealismo contra los crímenes de Bush y Aznar por la invasión ilegal de Irak. Nosotros (muchos menos) salíamos en los setenta contra la guerra, igualmente cruel, de Vietnam.
Aún recuerdo los gritos contra el presidente Johnson de amigos jóvenes norteamericanos:
“Hey, Hey, L.B.J.
how many kids
have you killed today”

De los famosos 7 de Chicago, líderes encarcelados por ir contra la guerra de Vietnam, uno es un ricachón de Wall Street, otro se enriqueció con una agencia de Publicidad y así, suma y sigue.
Y mis hijos me dicen (cuando ven a los triunfadores de mi pandilla de rojos del 68):
“Papá, aplícate el cuento”
Y yo les replico, mirando por su bien:
“Los pesimistas viven menos y peor. No os conviene ser pesimistas. Con optimismo se saca mayor provecho a la vida”.
Probad este sermón con vuestros hijos y os replicarán:
“Papá, no nos des la vara. Ya vale”.
Pues eso, ya vale, que es puente.

Feliz regreso.

Las torturas de Bush, prueba de fuego para Obama

El anuncio de que Obama desmantelará el centro ilegal de detención de Guantánamo y anulará las directrices de George Bush a favor de la tortura es un alivio para cualquier persona de bien.

De hecho, muchos de los seguidores de Obama lo han considerado, durante la campaña electoral, como una prueba de fuego de la honestidad política de su candidato.

Pocas acciones de la terrorífica e hipócrita era Bush han sido tan desvergonzadas y criminales como la tolerancia de la tortura y la detención ilegal de personas sin las garantías mínimas de un Estado de derecho. Guantánamo ha sido una mancha denigrante para la historia de la democracia norteamericana.

Por eso, pienso que cerrar Guantánamo debía ser la primera decisión del presidente electo en cuanto tome posesión de su cargo el próximo 20 de enero.

Es una promesa de enorme carga moral y simbólica, semejante a la que hizo Zapatero , durante la campaña electoral del año 2004, acerca de la retirada de las tropas españolas que habían participado en la invasión ilegal de Irak.

El Mundo de hoy saca el asunto en portada, a dos columas, por abajo y le dedica una página interior completa. este es su titular de primera:

Obama desmantelará Guantánamo y juzgará a sus prisioneros en un tribunal especial ´

20minutos.es abrió ayer su portada con este importante anuncio. y hoy lo lleva en su primera página impresa con este titular:

Obama ya piensa en cómo cerrar Guantánamo

Sin embargo, me ha sorprendido que El País no lo haya mencionado siquiera en su portada de hoy ni en sus páginas interiores. Hay días en los que El Páis que no se enteran de quienes son sus lectores. Este es su titular anodino:

Obama acelera con su visita a la Casa Blanca el traspaso de poderes

Hace un año, Guantánamo fue un tema de primera en El País. Ahora, en cambio, lo tiene olvidado:

Un negro gobernará el mundo. ¡Aleluya!

La Casa Blanca será ocupada por un presidente negro. La verdad es increible. Tiene que ocurrir algo muy extraño (otra vez, trampas de Bush en Florida , un atentado mortal o el terror de un Ben Laden) para que Obama no sea mañana el presidente electo de los Estados Unidos de América.

Vivir para ver: un negro tranquilo y educado gobernará el mundo.

Y no sólo eso. Veremos esfumarse, sucio y con vergüenza, a George Bush, el segundo peor presidente de la historia norteamericana. Dicen los historiadores que el peor de todos fue J. Buchanan, que -como Franco aquí- llevó a su país a la guerra civil.

Ya se han esfumado del poder -y con mala nota- el ex premier británico, Tony Blair, (dejando a su partido hecho unos zorros) y el presidente Aznar (el segundo peor mandatario español de los siglos XX y XXI), que destrozó el futuro del PP con sus mentiras masivas sobre ETA en el 11-M. Mañana -parece mentira- saldrá Bush , arrastrándose, por la gatera de la historia.

Sólo estoy seguro de una cosa: el mundo será más seguro (y quizás, más justo) sin los tres tenebrosos mandatarios de la foto de Las Azores, que nos llevaron a la invasión ilegal de Irak y llevan sobre sus conciencias tantos miles de muertos innecesarios y, lo que es peor, inocentes.

También estoy seguro de otra cosa. Pasado mañana, cuando conozcamos el resultado oficial de las elecciones norteamericanas, agotaremos las existencias de este papel higiénico (tan socorrido) que aún tengo sobre la mesa de mi despacho.

¡Aleluya!

Acabo de ver los datos de las últimas encuestas publicadas por el New York Times. Si las matemáticas -y la intención escondida de voto racista del 4-5%- no fallan, la victoria de Obama está prácticamente cantada. Tiene ya 196 votos electorales asegurados, con ventaja enorme, imposible de superar para los conservadores.

Si los demócratas pueden sumar mañana los votos electorales de otros Estados en los que Obama ya tiene sólo ligera ventaja sobre McCain, entonces llegarían a los 290 votos. Obama necesita 270 votos para ser presidente electo. Incluso en la mayoría de los Estados «indecisos» (Ohio, Pensilvania, Misouri y Carolina del Norte) Obama también aventaja, aunque por muy poco, a McCain , quien parece tener asegurado el Estado tramposo de Florida donde el gobernador Jeff Bush (hermano del ominoso George W.) le dio una dudosa victoria al que ha sido -en mi opinión- el segundo peor presidente de la historia de EE.UU.

Nuestros dos grandes diarios de pago dan un tratamiento desigual al magno acontecimiento que el mundo entero -lo queramos o no- vivirá mañana.

El País lo da mandando en su portada, arriba a cuatro columnas, por encima del cumple de la Reina.

Obama pelea …

El Mundo, en cambio, manda con el cumple de la Reina por todo lo alto y da lo de Obama por abajo a tres columnas:

Obama dice…

Ambos coinciden con el mismo sujeto, pero (¡ay!) difieren un pelín en el verbo: «Pelea» y «Dice«

¡Qué le vamos a hacer!

Cada uno sirve a sus feligreses.

He vivido en Estados Unidos durante tres campañas electorales presidenciales: la de Jimmy Carter (1976) como Nieman Fellow desde la Universidad de Harvard, la de Bush padre (1988) como corresponsal del Grupo Prisa en Nueva York y la segunda de Clinton (1996) como corresponsal de Televisión Española en Nueva York hasta que fui despedido por el equipo de Aznar.Todas esas campañas electores, que viví muy de cerca, fueron muy interesantes y enriquecedoras desde el punto de vista profesional. Sin embargo, nunguna de ellas me dio la impresión de que estaba presenciando un hecho histórico mundial de la magnitud del que vamos a vivir mañana con la vistoria casi segura del señor Barack Hussein Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos de América.

Pasado mañana, dia 5 de noviembre de 2008, el mundo entero ya no será el mismo. No se trata -por lo que yo conozco de EE.UU– de otro cambio de guardia en el Imperio sino del principio de una revolución cultural planetaria, cuyas consecuencias no podemos aún ni soñar.

Habrá muchos progresistas decepcionados cuando comprueben muy pronto que el Obama pragmático y posibilista es más conservador de lo que parecía en su campaña. Sin embargo, creo que estamos ante un cambio de ciclo imparable, un cambio generacional que pone fin -¡válgame dios!- al que iniciaron los republicanos neoconservadores de Ronald Reagan y Margaret Thatcher a principios de los años ochenta. Estas tres décadas de la avaricia neoconservadora sólo conocieron el paréntesis de compasión demócrata de Clinton entre los dos presidentes de la dinastía pija de los Bush.

Simplificando mucho: los ciclos largos de acumulación de riqueza, aumento de la desigualdad y de la polarización política suelen dar paso a ciclos largos de reparto y redistribución más igualitaria de la riqueza y de mayor paz social.

Luego, naturalmente, cuando esa generación se olvida de su historia, vuelta a empezar. El péndulo suele ir, por tanto, desde el extremo de la avaricia hasta el otro extremo de la compasión. Y viceversa.

Prepárense, pues, los avariciosos neoconservadores del Imperio para treinta años de predominio demócrata si -como espero y deseo- tenemos mañana a Estados Unidos y al mundo entero -más relajado, feliz, seguro y justo- en manos de un negro.

¿Quién podría haberlo siquiera imaginado hace tan sólo un par de años, durante el boom de las torturas en Abu Graib y en Guantánamo?

¿No creen que la verdad es increible?

La avaricia rompe el saco, dicen en mi puebo. Y es, precisamente, el propio capitalismo en crisis quien nos trae a Obama en bandeja…

¿Cuál será el próximo país capaz de llevar a cabo una gesta semejante?

¡Aupa América!

Muchos norteamericanos podrán mirar, por fin, al resto de los seres humanos con la cabeza bien alta, después de haberla mantenido agachada durante tantos años por la vergüenza de gobernantes tan impresentables y desvergonzados como George W. Bush.

Adios Bush, adiós Blair, adiós Aznar

¡Vaya trío!

El País y El Mundo, unidos por el toro

Alejado de la blogosfera por reuniones internacionales del Grupo Schibsted (cerca del Polo Norte, donde he sobrevivido a una escalada de locos en el fiordo de Geiranger) y por reorganizaciones internas de «20 minutos España«, aterrizo de nuevo en mi blog, diculpándome por tan larga ausencia.

Al cabo de casi un mes de «novillos» (pellas, campana, pirola o rabona, según la región donde me lean), ayer descargué las portadas de los dos principales diarios de pago y me encontré con que, verdaderamente, «España no hay más que una».

«Si hubiera dos -como dice el chiste- estaríamos en la otra».

Lo primero que me llamó ayer la atención fue la llamativa coincidencia de El País y El Mundo al ilustrar sus sendas portadas con una enorme foto torera ( a cuatro columnas) del apoteósico triunfo de José Tomás en Las Ventas.

¿Qué pensarán mis noruegos -los dueños de 20 minutos- de estas portadas?

Menos mal que muchos no hablan castellano y no podrán entender lo que ambos diarios dicen en letra impresa de «San José Tomás«, canonizado por Lucía Méndez en su columna de El Mundo de hoy (de la que corto y pego un trozo aquí al lado). Incluso el New York Times llena de elogios a José Tomas.La verdad es que, aún hoy, no se habla de otra cosa. Bueno, a excepción de la gran victoria de Vivi y Anabel ayer en la final de dobles del Roland Garros, o de la final individual de mañana entre Nadal y Federer, o de la eurocopa de pasado mañana…

En nuestro diario, ya se sabe, no se habla de toros. Por decisión polémica y, quizás, sabia de nuestro director editorial, Arsenio Escolar, y a petición de miles de lectores, hace años que se desterraron las crónicas taurinas de las páginas de 20 minutos.

La mitad de mi familia (sobretodo la parte bostoniana) aplaudió la medida con entusiasmo. La otra mitad sigue callada, porque en mi casa hace muchos años que tenemos prohibido, por consenso prematrimonial, hablar de toros (a favor, se entiende) delante de los hijos.

Al revés que en 20 minutos (con 2,7 millones de lectores diarios, el diario más leído de la Historia de España, sobretodo por jóvenes de ambos sexos), los diarios de pago (leídos mayoritariamente, según EGM, por hombres y de edad madura) siguen alardeando sin pudor en sus portadas de las esencias patrias taurinas.

Cuando empecé a escribir este blog (en septiembre cumpliré tres años de abuelo cebolleta de la blogosfera), Arsenio me dijo que podía escribir como si fuera libre. Por eso, me atrevo hoy a confesar que lamento mucho no haber podido estar la otra tarde en Las Ventas para gozar y sufrir (con el corazón y el cerebros partidos) las dos faenas orgásmicas de José Tomás, que le valieron las cuatro orejas.

(Aunque mi mujer no lo sabe, yo vi torear a José Tomás en la Plaza Toros de Almería en una gran tarde de Feria. Luego le dimos el «capote de oro» y otros trofeos merecidísimos en la Peña El Taranto.

Cuando me preguntan en el extranjero mi opinión sobre las corridas de toros, procuro cambiar de tema (sobretodo si hablo con clientes potenciales) y tirar balones fuera. Hace mucho que no voy a los toros, pero cuando he ido he seguido la corrida con más corazón que cerebro. Mi razón lo rechaza como algo bárbaro y cruel, pero mi corazón ama el espectáculo emocionante entre el hombre y la bestia, entre la vida y la muerte.

No se cómo explicarlo, pero el toreo tiene una estética tan sublime como temeraria. Puede ser, una vez más, «la razón de la sinrazón» cervantina, tan española. O, simplemente, puede ser fruto de nuestra educación/tradición esa exótica facilidad que tenemos la mitad de los españoles para encontrar gotas de belleza entre chorros de sangre. No se.

Yo nací y crecí en Almería, entre el Quemadero y la Plaza Toros y, en las tardes de toros, oía los olés y los pasodobles desde mi cuarto. Mi vecina de enfrente, en la Calle Juan del Olmo, era la esposa de «El Ciervanas«, banderillero de la cuadrilla de Manolete, cuyas hazañas toreras oía yo con la boca abierta, desde muy pequeño, tomando el fresquito a la puerta de su casa o de la mía. En esas tertulias callejeras, sobre sillas costureras, la mujer de «El Ciervanas» me cosió un traje de luces que pude lucir antes de vestir pantalón largo. Naturalmente, más de una vez me pisoteó una vaquilla.

Otro vecino mío era practicante y me colaba gratis en la Plaza Toros por la puerta de la enfermería. De modo que, cada vez que veo a un maestro dando capotazos para sentar cátedra, se me remueven las tripas y los recuerdos infantiles. Sólo un siquiatra, especialista en contradiciones, podría descifrar lo que, de verdad, siento y/o pienso sobre la Fiesta (¿Nacional o del Estado Español?) de los toros.

La prensa de ayer me ha recordado aquella otra famosa (y triste) tarde del 1898, cuando España perdió sus últimas colonias ultramarinas en la Guerra hispano-norteamericana.

El Congreso de los Diputados tenía casi todos sus escaños vacíos, la España oficial de Silvela estaba «sin pulso». Los diputados liberales y conservadores del declive español estaban, esa tarde, en la Plaza de Toros, llena hasta la bandera.

Perdimos toda la Armada, con Cuba y Filipinas, pero la España real (también, entonces, de charanga y pandereta) se lo pasó bomba con el triunfo de un matador de renombre. que cortó orejas en aquella tarde de toros.

El Congreso se quedó vacío, sencillamente, porque (quiero recordar) toreaba el gran Marcial Lalanda, el José Tomás de aquel final de siglo. Ahí es nada.

El Mundo y El País coinciden, como digo, en la foto torera de portada. pero, fuera de los toros, difieren en todo lo demás. Las dos Españas, unidas tan sólo por y para los toros. Ya es algo.

Lo que para El País es noticia de primera a cuatro columnas (la victoria de Obama) para El Mundo es apenas una «no noticia» y merece tan sólo un minúsculo sumario sin derecho siquiera a titular.

Todo lo contrario ocurre con el estravagante y escandaloso asunto de esa dudosa jueza que se salta la Constitución a la torera, para perseguir -no sabemos con qué intención- a la presidenta del Tribunal Constitucional.

Para El Mundo y para el PP (como se ve en páginas interiores), eso es cosa primera página y a cuatro columnas. Sin embargo, para El País, el archivo del caso apenas merece un titular a una una columna y un párrafo de texto.

Público no saca en primera ni toros ni Obama ni jueces del Constitucional. Se lanza a degüello contra las mentiras utilizadas por el Presidente Bush para invadir Irak , confirmadas por el informe final de Senado de Estados Unidos.

No puedo evitar copiar y pegar aquí (pues es fin de semana y hay tiempo libre para leer) el artículo de Javier Pérez Royo . Siempre vigilante de las garantías constitucionales, el catedrático Pérez Royo le atiza de lo lindo a esa extraña jueza -por lo que se ve, poco escrupulosa- que, sin antender a lo que manda la Ley, ha estado a punto de desequilibrar ante la opinión pública (ya que no ante el Supremo) al propio Tribunal Constitucional.

El título de su artículo es bastante explícito:

Una canallada

JAVIER PÉREZ ROYO en El País 07/06/2008

Cuando un juez ordena la interceptación de las comunicaciones de un determinado individuo, lo tiene que hacer indicando de manera precisa cuál es el delito para cuya investigación resulta indispensable la interceptación de dichas comunicaciones. Todas las comunicaciones interceptadas que no sean relevantes para la investigación del delito expresamente identificado en el auto del juez deben ser destruidas por orden del propio juez.

¿Por qué en lugar de ordenar la destrucción de la cinta fue elevada al Tribunal Supremo?

La exigencia de que el levantamiento del secreto de las comunicaciones sea dictada para la investigación de un delito concreto deriva de la propia naturaleza del conjunto de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución en general y en el artículo 18 en particular. Puesto que una vez que se levanta el secreto de las comunicaciones con autorización judicial, la policía judicial primero y el juez inmediatamente después tienen acceso a todas las comunicaciones de la persona respecto de la cual se levanta el secreto, es indispensable que solamente puedan ser tomadas en consideración aquellas que son relevantes para la investigación del delito respecto del que existen indicios de criminalidad en la conducta de la persona investigada. El levantamiento del secreto de las comunicaciones no puede ser un instrumento para sacar a la luz nuevas actividades delictivas, sino para investigar una concreta actividad delictiva de la que existen sólidos indicios. La información obtenida mediante el levantamiento del secreto de las comunicaciones no relativa a esa actividad delictiva se ha obtenido porque no puede no obtenerse, porque el levantamiento del secreto no puede ser selectivo, pero no debería haberse obtenido y el juez debe tratarla como si no se hubiera obtenido, es decir, debe ordenar su inmediata destrucción. Si no se hace así, la garantía del secreto de las comunicaciones, que es simultáneamente un derecho autónomo y un derecho instrumental para la protección de todos los demás derechos fundamentales sin excepción, pierde todo su sentido. Un levantamiento generalizado del secreto de las comunicaciones respecto de cualquier individuo no puede tener cobertura constitucional nunca. En mi opinión, ni siquiera mediante una reforma de la Constitución se podría introducir tal medida, porque chocaría con todo lo que la Constitución significa como instrumento de protección de los derechos fundamentales.

Viene a cuento esta introducción de la remisión por la juez de Valdemoro al Tribunal Supremo de una conversación grabada por la Guardia Civil a la abogada María Dolores Martín Pozo con la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas. ¿Qué tiene que ver esa conversación con el delito que se está investigando y para cuya investigación se ordenó levantar el secreto de las comunicaciones? Esto es lo que la juez de Valdemoro tendría que haber justificado en su auto de remisión de la conversación al Tribunal Supremo, porque si no puede justificar eso, la cinta tendría que haber sido destruida de manera inmediata. ¿Por qué, en lugar de ordenar la destrucción de la cinta, fue elevada al Tribunal Supremo para que determinara si la presidenta del Tribunal Constitucional había cometido «el delito de actos prohibidos»? Ella sabrá por qué lo hizo, pero desde luego no lo hizo en el ejercicio de la función jurisdiccional.

Lo que se le ha hecho a la presidenta del Tribunal Constitucional es una canallada. La presidenta no debe dar explicaciones de ningún tipo sobre un acto que se ha conocido de manera inequívocamente anticonstitucional. La conversación no ha tenido lugar o, mejor dicho, ha tenido lugar, pero nadie debería haberse enterado nunca de que ha tenido lugar. Si hemos tenido conocimiento de ella ha sido porque una juez ha hecho un uso desviado de la función que tiene constitucionalmente encomendada. En consecuencia, entrar a debatir sobre si la conducta de la presidenta ha sido propia o impropia me parece fuera de lugar. Es sobre la conducta de la juez de Valdemoro sobre la que hay que reflexionar. ¿Cómo es posible que haya jueces que puedan cometer una barbaridad como la que esta señora ha cometido? ¿Es que no sabe que el juez es el «guardián natural» de los derechos de todos los ciudadanos, incluidos los de la presidenta del Tribunal Constitucional?

Por último, que sea Federico Trillo, después de lo que estamos sabiendo sobre su conducta en el accidente del Yak-42, el que afirme que la conducta de María Emilia Casas resulta reprobable desde un punto de vista político y estético, no deja de resultar sarcástico. Como reza el estribillo de una de las canciones más conocidas de La Lupe, «siempre el que menos tiene que decir, es el que más dice».

FIN

Cuchillos gratis, fuera de los titulares de pago

Cuando García Lorca escribió el «Prendimiento de Antonio el Camborio», se lamentó de la falta de cuchillos, en manos de aquellos gitanos que iban por el monte solos:

«Están los viejos cuchillos

tiritando bajo el polvo».

Si Federico levantara hoy la cabeza… Quizás se sorpendiera, como muchos de nosotros, al comprobar que los cuchillos más afilados no son los que brillan a diario en los titulares de la prensa. Ahora te los dan gratis, al comprar el diario por un euro, o te los venden por un euro y, a cambio, te regalan el diario.

Curiosa promoción cuchillera ésta que hace El País para aumentar su difusión, con este titular:

«El martes, cuchillo afilador»

¡Vaya colección!

Hoy me enteré de que, agotados los utensilios de cocina, los diarios de pago van a vender y/o regalar productos textil-hogar (servilletas, mantelerías, toallas, etc.). Debemos estar atentos para cuando acaben con la cocina y el comedor y le toque el turno al cuarto de baño o al dormitorio. Junto a promociones tan afiladas, los titulares pueden parecen hermanitas de la caridad.

A este ritmo, me van a estropear la materia prima del blog.

Mi gozo en un pozo. Más cornadas da un verbo mal puesto que un toro bravo.

Por mucho que regalen afilados cuchillos de cocina, los directores de marketing no van a ganar a los editores de las portadas en el dudoso arte de manejar la navaja, el florete, el espadín, el sable, el estoque o el garrote.

Veamos simplemente los verbos de hoy:

Sufre, vive, hunde

El Mundo:

«La Bolsa sufre…»

El País:

«El Ibex vive…»

Público:

«Bush hunde…»

El más gracioso es, a mi juicio, el titular de «El Mundo» cuya segunda parte (Solbes dice que «tampoco hay que exagerar«) parece haber sido escrita después de que el vicepresidente hubiera leído la primera parte del titular pedrojotero («hecatombe«: sacrificio de cien toros).

Claro que si sacan los cuchillos fuera de los titulares, siempre nos quedarán las fotos, mucho más afiladas.

¿A qué diario de pago pertenece la foto del alcalde Gallardón, entretenido con su movil sin antender al discurso de su jefe Rajoy?

¿A qué diario de pago pertenece la segunda foto de Gallardón aplaudiendo con fervor el discurso de su jefe Rajoy?

De la Real Acedemia Española:

hecatombe.

(Del lat. hecatombe, y este del gr. ἑκατόμβη).

1. f. Mortandad de personas.

2. f. Desgracia, catástrofe.

3. f. Sacrificio de 100 reses vacunas u otras víctimas, que hacían los antiguos a sus dioses.

4. f. Sacrificio solemne en que es grande el número de víctimas.

Por cierto, la Bolsa sube.

Decía el millonario Rockefeller:

«La Bolsa siempre sube y luego baja, pero no necesariamente en ese orden»

Y se hizo rico.

Irak: Greenspan «acusa», Greenspan «afirma»

Con un poco de retraso, el prestigioso (y cobardica) Alan Greenspan, ex gobernador de la Reserva Federal de los EEUU, «el amo del dólar», se ha soltado el pelo para decir en sus memorias una obviedad que casi todo el mundo con uso de razón daba por sabido desde el primer día: que Bush hizo la guerra de Irak por el petróleo.

Bush padre la hizo principalmente por el petróleo y Bush hijo la volvió a hacer por el petróleo y por otras muchas espurias razones que la historia juzgará (sólo si pierde).

Lo que me sorprende es que el gran Greenspan no haya dicho lo del petróleo cuando tenía el poder sobre el banco emisor norteamericano y era respetado por medio mundo como un hombre creíble que no tenía pelos en la lengua.

En mi pueblo dicen: «A la vejez, viruelas»

Un cagao. Eso es lo que es este Greenspan.

Si lo hubiera dicho desde el primer día, a lo mejor se hubieran evitado muchos miles de muertos innecesarios en Irak y hubiera impedido o reducido la creacción, por el más infame de los presidentes norteamericanos, del mayor vivero de terrorismo del mundo islámico.

¡Qué lastima!

Se limpian el culo con Bush. Y no pasa nada.

Una prima de mi mujer que vive en el Medio Oeste, casi al pie de las Montañas Rocosas, nos ha enviado un regalo que en nuestra familia hemos considerado simpático.

Unos amigos de derechas -que los tenemos- también han sonreido al verlo. Algunos incluso han celebrado con un «¡hay que ver!» la libertad de expresión que impera en los Estados Unidos.

El regalo en cuestión es, ni más ni menos, un rollo de papel higiénico con fotografías en blanco y negro del rostro sonriente del presidente George W. Bush, jefe del Estado norteamericano, con frases textuales extraídas de sus discursos.

Esos rollos de papel higiénico se venden en las tiendas de Estados Unidos. Y no pasa nada.

Algunos incrédulos dudan del buen o mal gusto de algunos norteamericanos a la hora de usar un papel higiénico u otro. Por eso he pegado arriba la foto del rollo en cuestión.–

Aquí, unos energúmenos queman una foto del jefe del Estado y se arma la marimorena en la portada y muchas páginas interiores de algunos diarios. En cambio, no da ni para media página en otros. Depende, naturalmente, de los intereses de cada empresa editora y de sus lectores.

Con la quema de la foto del Rey en Girona y la «guerra» de las banderas y las no banderas en los balcones de algunos ayuntamientos (lo que también ocurría cuando gobernaba en PP), El Mundo ha montado hoy seis páginas con el cintillo común «DESAFIO NACIONALISTA»..

Vuelven a sus páginas los tambores de «se rompe España»

El País sólo da un sumario en primera a una columna con el fiscal como sujeto:

El fiscal pide a la Generalitat datos de la quema de fotos de los Reyes en Girona

En página interior y par, despacha este asunto de las fotos reales con un titular a tres columnas y una crónica que no llena ni media página.

La presunta «guerra de las banderas«, que se suele desenfundar en vísperas electorales, sólo le da a El País para dos columnas que no llenan ni un cuarto de página.

O sea, 6,7 páginas en El Mundo contra 0,7 en El País .

En este análisis comparativo de noticias, el tamaño también importa, aunque no tanto como el sujeto y, sobretodo, el verbo.

Bush contra el calentamiento global. Lagarto, lagarto.

Regreso al progreso

FERNANDO SAVATER en El País 04/08/2007

Incluso antes de que Leo Strauss cuestionase el término, el progreso había criado mala fama. Sonaba a ingenuidad ilustrada apoyada en un automatismo optimista, que inyectaba en el decurso histórico las funciones salvíficas anteriormente reservadas a la Providencia divina. A trancas y barrancas, todo debe avanzar hacia lo mejor: es una rueda de molino difícil de tragar, sobre todo para quienes han padecido los avatares del siglo XX. Sin duda el conocimiento científico y sus aplicaciones tecnológicas mejoran gradualmente, pero tanto en sus logros beneficiosos para la industria y la comodidad humanas como en sus potencialidades destructivas. Los derechos humanos han sido proclamados internacionalmente sobre los holocaustos de dos atroces totalitarismos, pero siguen careciendo de recursos internacionales de garantía y son más retóricamente predicados que eficazmente defendidos en gran parte del mundo. La noción de «modernidad», que para algunos equivale a progreso, envuelve en demasiadas ocasiones el simple despliegue arrollador de las conveniencias de un capitalismo que maximiza beneficios pero se desentiende de las efectivas mejoras sociales para la mayoría. Oímos vocear lo que como beneficio de algunos se consigue pero se silencia o minimiza lo que pierden tantos en riqueza de convivencia o de protección ante los abusos plutocráticos. Etcétera… para qué seguir.

Sin embargo, purgado de automatismos y dotado de voluntad política, el término progreso tiene pertinencia como ideal. El progreso no es un destino en el que se cree, sino un objetivo ilustrado al que se aspira y hacia el que se lucha por avanzar, en la incertidumbre de la realidad histórica. Será progreso cuanto favorezca un modelo de organización social en el que mayor número de personas alcancen más efectivas cuotas de libertad: es decir, son progresistas quienes combaten los mecanismos esclavizadores de la miseria, la ignorancia y la supresión autoritaria de procedimientos democráticos. Hablando el lenguaje que hoy resulta más próximo e inteligible, la sociedad progresa cuando amplía y consolida las capacidades de la ciudadanía. Ser progresista es no resignarse ni conformarse con las desigualdades de libertad que hoy existen, sino tratar de superarlas y abolirlas. Y es reaccionario cuanto perpetua o reinventa privilegios sociales, descarta los procedimientos democráticos en nombre de mayor justicia o mayor libertad de comercio, propala mitologías colectivas como si fuesen verdades científicas, etcétera…

En la interpretación política actual creo que el eje progresista-reaccionario tiene mayor capacidad movilizadora que la tradicional división entre izquierda y derecha. No se trata de que ya no existan izquierdas o derechas, como se dice a veces. Esta división sigue siendo operativa, siempre que no se absolutice, es decir, que no se pretenda la hemiplejia social de abolir la mitad complementaria. En el reparto de la intencionalidad política es necesaria la visión que prima los espacios y servicios públicos, la redistribución y la protección social tanto como la que estimula la iniciativa individual junto a los derechos adquiridos de propiedad. De la pugna leal entre ambos polos surge la vitalidad comunitaria. Pero ni los unos ni los otros tienen la exclusiva de las virtudes sociales: ni los unos monopolizan la justicia ni los otros monopolizan la libertad. Y desde luego tanto desde la izquierda como desde la derecha pueden venir propuestas progresistas o esclerotizarse cautelas o imposiciones reaccionarias. Por eso resulta quizá este último índice el más inspirador para quien no se aviene sencillamente a la militancia ciega en las formaciones políticas tradicionales.

Respecto a la noción de progreso existe un acrisolado prejuicio que lo liga a la política de izquierdas (simétrico al que llama «modernización» a cuanto aligera de trabas de protección social para facilitar la extensión del capitalismo internacional). Pero cuando se hace inasumible la vinculación entre progreso e izquierda, como en los totalita

rismos comunistas, se decreta que allí no se trata de una izquierda «verdadera». Sin embargo, Stalin era de izquierdas, qué otra cosa podía ser, aunque también profunda y radicalmente reaccionario. Y los gerifaltes del comunismo español que disfrutaban de la hospitalidad de Ceaucescu o Kim Il Sung se portaban como correctos miembros de la izquierda aunque también como cómplices de los gobiernos más reaccionarios de la época. Aún no hace mucho, en nuestro Parlamento, se presentó una moción para solicitar a la dictadura cubana que liberase a sus presos políticos: sólo tres partidos de derechas -PP, PNV y CIU- adoptaron la actitud progresista de apoyarla, mientras que los grupos de izquierda se unían para rechazarla con reaccionario entusiasmo. Etcétera…

Uno de los más notables enigmas de la actual política española al constituir los consistorios de ayuntamientos o comunidades autónomas es el empeño en llamar «gobierno de progreso» a cualquier combinación que incluya a nacionalistas y partidos de izquierda, con tal de que excluya al PP. Es difícil imaginar por qué regla de tres semejantes contubernios pragmáticos -sin duda muy convenientes para los intereses particulares de quienes los protagonizan- representan un «progreso» para todos los demás. No soy de los que ven el futuro de un radiante color de rosa, pero aceptar que el país «progresa» hacia Javier Madrazo o Joan Tardà me parece francamente un pesimismo excesivo. Y ¿por qué diablos va a ser «progresista» que los socialistas formen gobierno en Navarra con NaBai, ese indudable frente nacionalista, con el que poco deberían tener que ver? A no ser que estén intentando retomar alguna de las cochinadas que tenían medio apalabradas el pasado noviembre con Batasuna y el PNV. Por cierto, ya vamos sabiendo cuál era el lema más despótico que ilustrado de las falsamente negadas negociaciones del aún más falsamente llamado proceso de paz: «todo para ETA pero sin ETA». Pues bien, de progreso nada. La tradición nacionalista, separatista y disgregadora, es uno de los dos chancros reaccionarios que infectan el desarrollo democrático español desde el siglo XIX (el otro es el tradicionalismo clerical, que también sigue tristemente vigente como demuestra la polémica en torno a la Educación para la Ciudadanía). Nada hay de progresista en romper la igualdad legal o fiscal del Estado de Derecho ni en fórmulas de inmersión lingüística educativa y social que no sólo atropellan la lengua materna de los castellano hablantes sino que también amenazan la necesaria existencia de una lengua política común (véase Appiah, La ética de la identidad, ed. Katz), indispensable para el funcionamiento de una comunidad democrática plural. Este último abuso (negado con desfachatez por los cuentistas de turno, ya saben ustedes) es tan avasallador y dañino que sólo el desinterés de la mayoría de la población por cuestiones educativas y culturales explica que no haya una sublevación cívica masiva contra tales prácticas.

La izquierda devalúa la noción de progreso cuando la esgrime legitimadoramente en casos tan inverosímiles. Lo cual no deja de volverse a veces contra ella: Madrid ha pasado a ser -en su Ayuntamiento y su Comunidad- de «rompeolas de todas las Españas» a rompepelotas de todas las izquierdas, entre otras sutiles razones que los analistas estudian, porque en esta capital se han refugiado muchos de los damnificados por «gobiernos de progreso» periféricos que no están dispuestos a colaborar con su voto en la repetición de nada ni remotamente parecido. En el futuro inmediato, con una situación económica de bonanza decreciente y gran parte de la población acosada por la voracidad del Euribor como Baskerville lo fue por el célebre sabueso infernal, no serán los que llamen progreso a dificultar aún más las cosas segmentando estatutaria e insolidariamente los mercados o estableciendo barreras lingüísticas quienes van a conquistar la simpatía de los votantes… Y si no, al tiempo.

Algunos creemos que un enfoque progresista de la política sigue teniendo hoy sentido: es decir, que no compartimos la pataleta de quienes por indignación con los reaccionarios de izquierda se hacen reaccionarios de derechas o viceversa. Más bien se trata de buscar planteamientos de progreso que escapen al mero maniqueísmo partidista: quizá hoy se esté intentando también algo parecido en el nuevo Gobierno francés y en otros espacios de la Unión Europea. Merece la pena intentarlo en España, no como mera cuestión de debate académico, sino en el terreno de la representación parlamentaria: en ello estamos.

-Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

El Gobierno vasco «acusa» o «arremete» contra los jueces
El PSOE llama «miserable» a Aznar

Hoy no he tenido tiempo para leer la prensa, a excepción -claro- de 20minutos.es.

Entre la bici, la cocina, (el dentista de urgencia), el cine, y una cena que me espera esta noche no he tenido tiempo más que para cortar y pegar lo que me gustaría conservar en el archivo del blog. Otra vez será. Espero que me disculpen.

EDITORIAL de El País

Ante el gorila

28/01/2007

La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, anunció que aquella noche, el 7 de diciembre de 2005, un gorila de 800 libras estaba sentado a la mesa que compartía con el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, y los ministros de Asuntos Exteriores miembros a la vez de la Unión y de la OTAN. Tras este preámbulo que pretendía ser cómico siendo escalofriante, Rice desvelaba la identidad del gorila y reconocía lo que en aquel momento era ya una sospecha generalizada: Estados Unidos estaba realizando vuelos secretos para trasladar a prisioneros sospechosos de terrorismo hasta cárceles fuera del territorio norteamericano. La secretaria de Estado aseguró que la legalidad internacional estaba siendo respetada y que, una vez en sus lugares de destino, los detenidos no eran sometidos a tortura. Se trataba de afirmaciones a beneficio de inventario, como se ha ido conociendo desde entonces.

La transcripción parcial de aquel encuentro, publicada por EL PAÍS el pasado viernes, no deja en buen lugar a los representantes europeos cuyas intervenciones aparecen recogidas, salvo excepciones como los ministros belga y noruego. No sólo por lo que allí dejaron dicho, en ocasiones impropio de gobernantes democráticos, sino también por lo mucho que callaron después. Al menos una docena de las personas enviadas a las cárceles secretas subcontratadas por la CIA fueron apresadas en territorio europeo, no se sabe si con el consentimiento o no de los Gobiernos afectados. Si la respuesta fuese afirmativa, se estaría hablando de complicidad; en caso contrario, de violación de la soberanía. Ambos supuestos son inquietantes. Algunos detenidos eran, además, nacionales de países miembros de la Unión.

Lejos de preocuparse por su suerte, como era su inexcusable obligación, y de pedir el fin inmediato de estas acciones execrables, la mayor preocupación de los ministros, cuyas palabras constan en la transcripción, fue obtener de la secretaria de Estado argumentos para hacer frente a sus respectivas opiniones públicas y al control de sus propios parlamentos. Una parte de los ministros llegó a apoyar, incluso, y con diferentes grados de entusiasmo, una operación tras la que se encuentra una de las más flagrantes violaciones de las Convenciones de Ginebra realizada no en el fragor de un combate, sino con planificación política y frialdad burocrática.

El mayor entusiasta de la nueva y laxa interpretación del derecho internacional propiciada por la situación creada tras el 11-S fue el ministro de Chequia. Es de notar que el problema no afecta sólo a los secuestros y sobrevuelos, sino también a las propias instalaciones donde pueden haberse producido los interrogatorios. Uno de los países miembros, Polonia, está entre los sospechosos de ser destino de los vuelos y albergar centros clandestinos de tortura, al igual que un país entonces candidato al ingreso, y ahora ya miembro, como es Rumania.

Tal vez la razón de Estado obligara a que los ministros que participaron en aquel aquelarre transatlántico no denunciasen estas acciones patrocinadas por el gobierno de Washington; a lo que no les obligaba, en absoluto, era a escatimar su colaboración con las instituciones que, como el Parlamento Europeo y algunos tribunales de los países miembros, decidieron investigar estos episodios de auténtica guerra sucia internacional. Menos aún, a fingir ignorancia o a mentir. En un caso como éste, resulta sin duda muy delgada la línea que separa el comportamiento responsable del encubrimiento. Ahora que se ha sabido que sabían, los Gobiernos de la Unión Europea están obligados a esclarecer por todos los medios los casos que les pueden afectar, y sus parlamentos a exigirlo.

Aparte de una exigencia derivada del compromiso con la legalidad por el que se rige Europa, existe una razón política para que tomen la iniciativa. No se puede descartar que la nueva mayoría demócrata en el Congreso y el Senado norteamericanos decida investigar los atropellos cometidos por la Administración Bush en nombre de la guerra contra el terrorismo. La Unión quedaría seriamente en entredicho si los ciudadanos europeos conociesen hechos muy graves, y que les afectan, a través de una investigación conducida por Estados Unidos y no por sus propios Gobiernos.

FIN

¿Quién juzgará a Bush?

EDITORIAL de El País

Sima de vergüenza

05/01/2007

Las informaciones son tan escalofriantes como vergonzosas. Los testimonios de miembros del FBI que asistieron a las torturas infligidas por miembros de la CIA y otros cuerpos de seguridad a sospechosos de terrorismo islamista en el campo de prisioneros en la base de Guantánamo en la isla de Cuba proporcionan al mundo un protocolo fehaciente del horror, la humillación y la degradación generados por un concepto de la guerra contra el terror auspiciado por el presidente Bush tras el 11-S. Por desgracia los testimonios ahora hechos públicos son tan coincidentes que carece de sentido, por mucho que se quisiera, poner en duda no ya su verosimilitud, sino su veracidad.

Es un hecho que en nombre de la lucha contra el terror y por la libertad las autoridades democráticas de EE UU han inducido cuando no ordenado a funcionarios suyos a actos de tortura y depravación como sólo se suelen considerar posibles bajo las peores y más inhumanas dictaduras. Las vejaciones y torturas, como la vesania desplegada por sus artífices, son incalificables. Y el daño hecho a las víctimas es sólo comparable al infligido al prestigio y la dignidad del Gobierno de EE UU y de la democracia en general, que ve como sus enemigos pueden con razón acusarla de prácticas propias de las más oscuras dictaduras.

No puede servir de consuelo el hecho de que haya sido una organización americana de derechos civiles y el vigor de las instituciones de Washington los que han forzado a centenares de miembros del FBI a testimoniar y documentar estas atrocidades, y que ahora han conseguido la publicación de tan demoledoras informaciones. Ha sido la American Civil Liberties Union (ACLU) la que con su denuncia ha logrado una desclasificación de documentos que habrá de tener consecuencias drásticas para los responsables de que las celdas y los pasillos de Guantánamo se hayan convertido en cámaras de tortura. Pero también para aquellos que, como cada vez es más evidente, auspiciaron y animaron a ejercer semejante trato a los prisioneros en aquel campo de la vergüenza.

La guerra contra el terrorismo, lanzada en su día por Bush tras la agresión de Al Qaeda, ha dejado un largo reguero de víctimas que comenzó en Nueva York y sigue por muchos rincones del globo, incluido Irak. Pero si las sociedades democráticas, empezando por la norteamericana, quieren que no queden también por el camino los principios innegociables de respeto a la dignidad de la persona y a la vida en libertad, estos otros crímenes no deben quedar impunes.

FIN

Artículo de Millás en la última de El País

Película

JUAN JOSÉ MILLÁS

05/01/2007

Sadam Husein fue ejecutado mientras George Bush dormía, de modo que el cuerpo del sátrapa (todos sus esfínteres a punto de reventar) cayó dentro del sueño del presidente de EE UU con la violencia de un cadáver arrojado desde el séptimo piso. Cuando Bush despertó tenía en la conciencia un despojo largamente anhelado, lo que quizá le produjo la deflación característica del apetito satisfecho, o quizá no, nunca se sabe. El asesino murió en la horca, un artefacto mecánico de dos pisos que evocan la división entre el mundo consciente e inconsciente. Cuando se abre la trampilla, el reo se precipita con todas sus vísceras al cajón del subconsciente, donde, ya muerto, se mea, se caga y, según algunos, eyacula.

No queremos ni imaginarnos cómo estará el subconsciente de Bush estos días de enero. Tanta pasión puesta en la llegada de ese instante para que al final dé la impresión de que el malo era él. No sería raro que al contemplar el vídeo se haya visto a sí mismo colgando de la soga. ¿Pero por qué no le quitaron el abrigo sabiendo que tengo uno parecido? ¿Y por qué esa insistencia de la prensa libre en recordar que los crímenes por los que hemos acabado con él son calderilla comparados con los que cometió cuando éramos sus cómplices? ¿Las mentiras masivas, los soldados rotos, los civiles muertos, torturados o troceados sólo han servido para que todo se resuelva en un ruido de vértebras quebradas que en los primeros instantes ni siquiera sabía si eran las suyas o las mías? ¿Quién grabó esas imágenes tremendas? ¿Quién ordenó su difusión?

¿Y por qué los servicios secretos no nos advirtieron de que al borde mismo de la muerte podría actuar como un personaje de John Wayne, exigiendo a sus verdugos que se portaran como hombres? ¿Pero quién era aquí el vaquero aguerrido, el sheriff justiciero, la pistola más rápida del Oeste? Laura todavía asegura que yo, pero en voz baja, si he de decirlo todo. ¿Por qué le permitieron esa serenidad, esas últimas frases? ¿Por qué no imploró clemencia ni gimoteó como un marica, que era lo previsto en el guión que me pasaron a la firma? ¿Quién da las órdenes aquí, quién manda? ¿Quién dirigía esta película? ¿O acaso no era una película?

FIN

De las portadas de hoy me llama la atención el «collage» realizado por El Mundo con ETA, Zapatero y la promoción del SMS de un sindicato policial para unir todas esas informaciones bajo este cintillo común (en mayúsculas) a toda página:

ETA VUELVE A ESTROPEAR EL MENSAJE PACIFISTA AL QUE SE AFERRA ZAPATERO

¿Es éste un titular de información o de opinión?

Volver a estropear

Mensaje pacifista

Se aferra

Son expresiones que guardo por si algún día, de mayor, tengo que enseñar lo que no es periodismo.

A esa portada sólo le faltaban las víctimas del PP de Alcaraz que han conseguido, con gran éxito, la desunión de los demócratas en la lucha contra ETA. Tampoco le hubiera venido mal a esa portada este dibujo filosófico que El Roto publica hoy en El País.

A propósito de la pendiente conspiranoica por la que se deslizó la extrema derecha del PP , cuando perdió el Poder en las urnas, El País dedica hoy un editorial a la empanada mental de quienes, de manera miserable y torticera, todavía ligan a ETA con el 11-M y con el fenecido proceso de paz.

EDITORIAL de El País

‘Yihadistas’ en España

05/01/2007

Los cinco islamistas detenidos en España hace dos días se suman a los más de 300 supuestamente relacionados con actividades terroristas que lo han sido desde fines de los años noventa, en su mayoría con posterioridad al 11-M. Los detenidos están acusados de colaborar con tres de los implicados en aquel atentado, incluido el argelino Daoud Ouhnane, imputado en el sumario como participante directo en la matanza. A uno de los detenidos se le acusa de ser el enlace en España de Ouhnane, a quien se sitúa en Irak pero entre cuyas misiones figura la de preparar nuevos atentados en nuestro país, según la investigación.

Estas detenciones, menos de un mes después de las de 11 vecinos de Ceuta acusados de confabulación para cometer atentados, indican que el peligro terrorista islamista sigue presente y que la policía trata de adelantarse a una eventual entrada en acción de los núcleos de activistas potenciales. Una preocupación prioritaria de la policía es ahora el control de los aspirantes a terroristas reclutados por la red de Al Zarqaui (muerto en junio pasado) en España y que tras recibir instrucción en Irak están volviendo a nuestro país. España ha facilitado el 10% de los nombres de una lista de 200 potenciales terroristas islamistas puesta en común por los principales países de la UE con el fin de vigilar sus movimientos por Europa. Se trata en su mayoría de personas que llevan vida normal y que no pueden ser detenidas dado que no han cometido delitos en España y no hay pruebas de sus actividades en Irak.

El 90% de los atentados suicidas (más de 500 desde el final de la guerra) producidos en Irak ha sido realizado por activistas extranjeros, algunos de ellos captados en España. Tres de los cinco detenidos esta semana están acusados de haber tenido contactos con Mohamed Alfalah, cuyas huellas fueron identificadas en los escenarios en que se preparó el 11-M y que tras huir a Irak murió en uno de esos atentados suicidas.

Se va así completando el cuadro de personas implicadas en el 11-M, incluidos los 12 autores materiales, de los que siete se suicidaron en Leganés, tres están en prisión, uno murió en Irak y otro se supone que sigue en ese país. A la vista de tal cuadro, resulta cada día más estrambótico el empeño de algunas personas por seguir sembrando dudas sobre los verdaderos autores del 11-M. Todavía estos días se han visto en concentraciones contra el atentado de ETA en Barajas pancartas que reclamaban «queremos saber la verdad». Esta obsesión, de la que el PP parece querer desengancharse sin decirlo, se ha convertido en un obstáculo para la participación unitaria en movilizaciones contra ETA. Unidad que en estos momentos -la Ertzaintza descubrió ayer en Vizcaya un coche con 100 kilos de explosivos dispuestos para ser detonados- es más necesaria que nunca.

FIN

Hay un rayo de luz en la portada de El País. Tal como están las cosas, no debe sorprendernos que ilustren la primera página con una foto-noticia balsámica: Acebes y Rubalcaba juntos. ¡Válgame dios!

Y este es el titular que nos traen hoy los Reyes Magos:

El adiós a Carlos Palate reúne a Rubalcaba y Acebes

Aquí pasa algo.

¡Felices Reyes!