Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Mi vida (y milagros) en Periodista Digital. ¡Qué peligro!

Hoy me encontré de sopetón con el grandísimo Vicente del Bosque. Y me sentí tan emocionado como un niño en presencia de Aquiles.

Poster firmado por del Bosque en "La Raqueta"

Poster firmado por del Bosque en «La Raqueta»

 

Ante tamaña provocación, no tuve más remedio que pedirle un autógrafo para presumir, ante mis hijos y mis viejos colegas de 20 minutos,.de que le había visto y tocado, personalmente,

Ni corto ni perezoso, agarré un poster de los campeones del mundo y se lo acerqué.

Lo firmó: «Para 20 minutos, con mucho afecto. Vicente del Bosque«. Ahí queda eso. Y tengo documento gráfico.

 

La verdad es que la entrada de nuestro héroe nacional, el hombre que más ha hecho por reconciliarnos con la bandera española actual (sin la gallina de Franco), fue todo un acontecimiento entre los tenistas reunidos en la cafetería de la Ciudad de la Raqueta de Madrid.

JAMS con Vicente del Bosque en La Raqueta

JAMS con Vicente del Bosque en La Raqueta. Al fondo (Dcha), Javier Mtz.,mi profe de tenis.

Su entrada, rodeado de algunos futbolistas, causó un revuelo tremendo. Como si hubiera entrado una top model medio desnuda o George Cloony en calzoncillos.

Recibió el cariño de todos y algunos aplausos. Hoy le ví por primera vez personalmente y la verdad es que las cámaras no engañan: es un tipo simpático y agradable. Una buena persona.

Y, además, humilde. Un campeón del mundo, humilde. No hay más que verle.

¡Bravo por Vicente del Bosque!

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Y ayer se me ocurrió aceptar la invitación de los colegas de Periodista Digital para que les contara mi vida y milagros, ahora que, por fin, no soy nadie. O mejor, como dicen los ingleses, soy un «has been».

Acostumbrado a preguntar durante casi medio siglo, me vi, de pronto, respondiendo a infinidad de preguntas sobre mi vida profesional. El cazador, cazado. Y dije para mi: «¡Qué leches! No tengo ningún compromiso profesional y puedo decir lo que me de la gana».

Y decidí contar la verdad, tal como yo la recuerdo. ¡Qué peligro! Pasen y vean…
Entrevista con el fundador de ’20minutos’

[VÍDEO] Martínez Soler:
“El PP me echó de TVE y Miguel Ángel Rodríguez llamó a todos los periódicos para que no me contrataran”
“Pedrojota Ramírez es un mal periodista que utiliza a los lectores y los manipula”
Periodista Digital / Entrevista: J.F.Lamata, 25 de febrero de 2014 a las 16:05

José Antonio Martínez Soler acaba de jubilarse tras medio siglo de vida dedicada al periodismo en prensa y televisión. Entre las publicaciones que fundó destacan las revistas Cambio16 y Doblón en la Transición o el primer periódico gratuito 20minutos en el año 2000, obra de la se muestra muy orgulloso.

En su currículum, lamentablemente, también destacará siempre el haber sido co-protagonista de uno de los episodios más oscuros del tardo-franquismo: haber sido secuestrado y torturado por un comando de ‘incontrolados’ de ultraderecha en 1976 que quisieron sonsacarle sus fuentes.

Fragmentos más relevantes de la entrevista con Martínez Soler:

Secuestro y tortura:

Nunca quise saber quiénes eran. Pero formaban parte de los cuerpos de seguridad del Estado, así que se puede hablar de terrorismo de Estado y de que yo fui el primer desaparecido. El artículo que publiqué denunciaba una purga de militares en el Ejército, para poner a otros de la línea más dura. Cuando publicamos eso el director de la Guardia Civil se dio cuenta de que teníamos una fuente dentro, por eso debieron ordenar aquello. Me quemaron la cara, pero sobreviví.

Insisto no quise nunca venganza, ni saber quiénes eran. Ellos estarían a las órdenes de quien fueran, pero me dejaron vivo, igual tengo algo de síndrome de Estocolmo. No tiene sentido la rabia y el odio, esas cosas hay que enterrarlas. No me gusta ir de víctima, hay gente que quiere ser víctima del terrorismo o víctima del franquismo para que sea su profesión en la vida, además lo suelen hacer los que no son directamente víctimas, sino familiares de víctimas. Yo no, por eso nunca hablo de esto, lo escribí una vez por petición de mis hijos. Me quemaron la cara, pero el doctor que me atendió cuando – yo tenía la cara como un monstruo – me dijo ‘qué suerte tiene usted, Martínez Soler, las actrices de Hollywood pagarían millones’, porque las conchas de las pupas se caen y sale piel nueva. Y, en efecto, fijaos que joven estoy.

Fue una problema grave. Cuando te torturan, te ponen una pistola, te hacen un fusilamiento simulado. Cuando llegó ese momento de que iba a disparar y yo pensé que de verdad iba a morir, lo que pensé no fue en mi familia sino ‘mira que morir ahora cuando por fin tengo una parcela’. Estaba ilusionado con la parcela de la que acababa de ser propietario, fíjate, la mente crea refugios.

Despedido de RTVE en 1996:

Cuando yo estaba de corresponsal de TVE en EEUU me dijeron que viniera a Madrid para hacer la entrevista a José María Aznar y Felipe González. Yo no quería hacerlas, estaba en Nueva York, pero los partidos habían dicho que yo era el menos malo.

El PP ganó aquellas elecciones y nada más tomar RTVE con Mónica Ridruejo de directora, la primera decisión fue: Martínez Soler a la calle. Y me despidieron. No me lo podía esperar, dijeron que ‘razones económicas y profesionales’. Y eso que yo producía el doble y a mitad de precio. Ramón Colom se negó a firmar el cese y dimitió para no echarme. Les puse un pleito porque eso iba contra la democracia, porque lo hacían por aquella entrevista.

El director de informativos que me echó era Ernesto Sáenz de Buruaga, que lo llamábamos Ernesto Sáenz de Torquemada por entonces y la Ridruejo, pero a éstos les había dado la orden de Moncloa, Paco Cascos y demás. Salió en toda la prensa. El New York Times sacó un editorial defendiéndome, y aquí en España el ABC me defendió, Anson, como cuando el secuestro de 1976, me defendió. Anson, en eso me quito el sombrero.

Pedrojota no, porque Pedro Jeta en aquel momento estaba con Aznar más que nadie e hizo una campaña feroz.

Pedrojota estaba feliz con mi marcha, pero por otras cosas, en estas rivalidades siempre hay cuestiones personales. Pedrojota creyó que mi mujer fue la que hizo el editorial de New York Times porque trabajó ahí. No, no teníamos ni idea. A lo mejor él si tiene autoridad para cambiar editoriales, pero nosotros no. El Financial Times también salió a mi favor y lo comparó con la tortura: “en España antes un periodista criticaba al Gobierno y lo torturaban, ahora sólo le despiden, hay progresos”.

Se enfadaron tanto que Miguel Ángel Rodríguez se dedicó a llamar a los periódicos a decir que se consideraría un acto hostil contra el Gobierno si un periódico me contrataba. Me lo contaron compañeros que habían recibido esa llamada.

Su enfrentamiento con Mario Conde:

Cuando a mí me nombran director de La Gaceta de los Negocios, inmediatamente se potencian otros diarios económicos. PRISA compró a toda ‘prisa’ Cinco Días; Juan Salas que ya estaba agonizando, montó Economía16.

Iba bien el periódico, era muy bueno, sacamos exclusivas increíbles, como cesiones de créditos, de Botín, de Koplowitz. Pedrojota estaba en ese momento en Diario16 con la ‘Beautifulle’, las exclusivas las sacábamos nosotros, luego se puso en contra, claro.

Mario Conde había presumido que controlaba a La Gaceta de los Negocios. Él estaba en la cumbre, todo el mundo quería ser Mario Conde y todo el mundo le hacía la pelota, Pedrojota y todos le miraban el culo a Mario Conde. Entonces, claro, cuando publicamos que había una rebelión de directivos de La Unión y el Fénix contra Banesto, alguien le debió decir ‘Mario ¿no decías que controlabas a Martínez Soler?’

Se pilló un cabrero de mil demonios. En ese momento era muy soberbio, de mil demonios, ahora lo será menos, porque la cárcel te vuelve humilde digo yo. Llamó al editor le dijo ‘olvídate de ser socio mío’. Esos son los chantajes de la vida, del poder económico contra la prensa. El poder es el herpes de la prensa. Todos los tenemos arriba, pero cuando estás débil el herpes te ataca. En aquel momento él tenía fuerza y atacó.

Luis María Anson:

Anson me dedicó una portada junto a mis compañeros de TVE diciendo que éramos la ‘vergüenza nacional’. Pero le tengo cariño, sus portadas eran graciosas, era cuando lo del ABC auténtico. Eran portadas equivalentes a las de El Mercurio de Pinochet.

Mi madre se preocupó mucho “hijo mío, me han dicho que estás en la portada de ABC”, ¡otro secuestro! Era cuando era director del telediario. Le sigo teniendo cariño a Anson. Él lo hizo para defender su ABC, recuerdo que a Enrique Vázquez le acusó de ser espía del KGB.

Juan Luis Cebrián:

No quiero hacer balance de Juan Luis Cebrián. No me gusta hablar de los colegas. Lo mejor que puedo decir de él, es que ya que me contrató, pues eso demuestra que es inteligente. Lo que hay que tener claro es que Juan Luis Cebrián nunca ha dejado de ser director de El País. Quizá dejó de serlo cuando fue director Estefanía, que es el único que decía algo, porque tenía ‘autoritas’. Los otros son buena gente, pero el trato de Cebrián con ellos es de director (él). Habrá que ver si Antonio Caño quiere ejercer de director o no, pero si quiere ejercer de director, chocará con Cebrián en pocos años.

Con Cebrián aguanté, me fui tres veces y volvía. Y él me decía “si te vas, no vuelves”, pero luego me tenía que volver a contratar.

Pedrojota Ramírez:

Pobre Pedrojota, que mal lo debe estar pasando. Es un tipo muy interesante. Es de Shakespeare, sube a los cielos y baja a los infiernos. Es un gran político, pero un mal periodista. Publica cosas, no es que mienta, pero exagera, utiliza a los lectores y los manipula. Con él de director no aguantaría ni tres días.

Es muy político, puede hacer carrera política y ganar al PP. Podría ser un Mussollini español, que empezó de periodista y acabó político. Pedrojota Ramírez puede perfectamente acabar siendo jefe del Gobierno, el que nos falta para liderar un proyecto populista. ¡Ojo con él! Que tiene más peligro que una caja de bombas.

20minutos:

Desde los años sesenta le estaba dando vueltas a un periódico que viviera sólo de la publicidad y no de las ventas. Internet y todos los avances técnicos me permitieron poner en marcha el proyecto. 20minutos nació realmente en el 2000, aunque fue fundado en 1999 en el sótano de mi casa. Contratamos a Arsenio Escolar y el resto de gente. He estado al frente 14 años. No está mal…

Es el único gratuito que ha sobrevivido. Y es natural, porque los otros tres gratuitos que salieron no hicieron los deberes. Además, no sabían que se enfrentaban conmigo y con Arsenio, ¿a dónde van? Competir con nosotros es ir a la ruina. Se arruinaron los tres: Qué!, ADN y Metro.

Me he ido voluntariamente porque he cumplido 67 años. Vendí el 20minutos a los noruegos voluntariamente. Me he ido feliz y he estado feliz.

 

La prueba del algodón: ¡Que vuelva Garzón!

Antes de dimitir, Rajoy debería indultar al juez Garzón para que vuelva a llevar el caso Gurtel. Sería la prueba del algodón. Ya lleva 500 indultos en un año. ¿Por qué no uno más? ¿Alguien duda hoy de las razones que llevaron a ciertos jueces del Tribunal Supremo, que presidía Divar, el marbellí, a expulsar a Baltasar Garzón de la investigación de caso Gurtel? Otros jueces hicieron lo mismo que Garzón y sigen ejerciendo tan ricamente.

El juez Garzón habló en la SER

El juez Garzón habló en la SER

Hace unos días, el ex juez de la Audiencia Nacional que descubrió esta trama delictiva ligada al Partido Popular rompió su silencio y habló de los «papeles secretos de Bárcenas» .

Las palabras del juez Garzón fueron medidas de manera exquisita. Pero su mensaje fue muy claro: dijo que había indicios suficientes para que los papeles de Bárcenas los investigara un juez (capacitado para ordenar registros, pulseras, retirada del pasaporte y otras acciones) en lugar de que lo haga, como ocurre ahora, un fiscal.

El Gobierno de Mariano Rajoy acaba de indultar (nadie sabe por qué) «a un conductor kamikaze que mató a un hombre en su demencial carrera», según Javier Marías, quien se escandaliza -y con razón- de los 17.059 indultos de la Democracia.

Nuestros gobiernos democráticos han repartido sus indultos con manga ancha y sin necesidad de justificiación alguna: 410 Suárez, 878 Calvo Sotelo, 5.944 Felipe González, 5.948 Aznar, 3.378 Zapatero y 501 Rajoy. En total: 17.059 indultos. Ya me dirán si no está más justificado hoy el indulto urgente al juez Garzón -con la falta que nos hace- que al kamikaze homicida.

Sobre Baltasar Garzón, me han llamado la atención estos titulares de la columna dominical del Luis María Anson:

El Mundo, 3 de febrero de 2013, pag. 21:

 

Bárcenas: la sombra de Garzón es alargada

El Mundo, 10 de febrero de 2013:

En el entorno de Garzón se especula con los recibís

Podemos decir muchas cosas de Anson, pero, debido a su acreditada especialización, no podemos decir que esté mal informado en asuntos conspiratorios.

En Estados Unidos, por lo que vemos en las series de la tele y por mi experiencia como corresponsal allí, no es de extrañar que el acusado pueda llegar a acuerdos con el fiscal y el juez instructor, declarándose culpable y aportando pruebas incriminatorias contra terceros, a cambio de ver aliviada su condena. En España no es así. Por eso, me llama la atención este párrafo de Anson dirigido a Rajoy:

«Querido presidente: ¿Le entregó el sinuoso Bárcenas a Baltasar Garzón la documentación que El País ha hecho pública? ¿Quiso el tesorero felón ganarse el favor del juez entonces estrella, hoy estrellado? ¿Dejó en manos de Garzón además de lo ya publicado los recibís que pondrían en marcha la caravana de dimisiones?»

Garzón negó en la SER haber tenido acceso a estos papeles de Bárcenas cuando él instruía el caso Gurtel. Dijo que, de haber sido así, por los «indicios evidentes» de delito que se aprecian, los habría incorporado a la causa y habría obrado en consecuencia. «Dicen incluso que yo estoy detrás», afirmó Garzón. «Ojalá hubiera tenido la posibilidad de denunciar los hechos en su momento».

Ahora que el PP ha aprendido a rectificar, a Rajoy se le presenta otra oportunidad de oro -la prueba del algodón- para convencernos de que no tiene nada que ver con los presuntos «sobrecogedores»: Indultar al juez Garzón y dejarle seguir investigando el caso Gurtel. Así de fácil. Nos taparía la boca a todos los que sospechamos, no sin razón, de que aquí hay sobre encerrado.

Mientras tanto, recomiendo la lectura, siempre provechosa, de un articulo muy clarito (estremecedor pero edificante) del magistrado emérito del Supremo José Antonio Martín Pallín, publicado anteayer en El Pais (Pag. 29). Copio y pego:

 

El color del dinero

Lo peor de la amnistía fiscal es la catadura moral de los beneficiarios

Al ciudadano español Luis Bárcenas le han descubierto una cuenta en un banco suizo por la que se han movido a sus anchas 22 millones de euros. El dato no sería noticia si el mencionado ciudadano no hubiese desempeñado durante 20 años los cargos de gerente y de tesorero del Partido Popular. La buena nueva ha desencadenado el correspondiente escándalo, como si, a estas alturas, alguien pudiera extrañarse de cuales son las fórmulas y artificios utilizados para la financiación de algunos partidos políticos.

La Constitución proclama que los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la participación democrática, por lo que están justificadas determinadas subvenciones con fondos públicos. Los responsables de su funcionamiento nunca quisieron encontrar una fórmula aceptable para sufragar sus gastos. Regularon la financiación desde el año 1987 pero siempre dejaron abiertos dos agujeros negros por los que se introducía el virus de la corrupción: las donaciones anónimas y el funcionamiento del Tribunal de Cuentas. Las primeras se corrigieron en el año 2007, después de muchas reticencias por parte del Partido Popular. El Tribunal de Cuentas continúa con la misma agilidad que en los tiempos del Conde Duque de Olivares.

La financiación de los partidos políticos se consigue, como es lógico, a través de las aportaciones de sus afiliados, cantidad que no alcanza cifras significativas, por lo que ha tenido que ser complementada con subvenciones públicas. Cuando los ingresos se consideraban insuficientes para el funcionamiento de las sedes de los partidos y para hacer frente a las campañas electorales, algunos decidieron acudir a la picaresca, incluso a conductas delictivas para ingresar un dinero extra. Quizá pensaron que la cuota de poder que le asignaban los ciudadanos les permitía toda clase de irregularidades.

Una vez instalados en los centros decisorios de los Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas o en el aparato del Estado decidieron utilizarlos para aumentar las asignaciones. Las concesiones de obras y servicios y las licencias urbanísticas se convirtieron en una fuente inagotable de recursos ilícitos.

Los reguladores de la financiación de partidos dejaron dos agujeros negros: las donaciones y el Tribunal de Cuentas 

El tesorero de un partido político contabiliza las cantidades que entran en la caja. Si las sumas son ilícitas, negras o delictivas hay que buscarles algún refugio seguro para que no se descubra su verdadero origen. No se necesita demasiada inteligencia financiera para envolverlas bajo donaciones anónimas. Cuando se les puso un tope, el dinero ilícito comenzó a desbordar los cauces previstos y era necesario buscar otras guaridas. Suiza, especialista en ensombrecer el color del dinero, era el lugar indicado. Desde el 17 de enero del presente año los helvéticos han levantado el secreto bancario en los casos de investigaciones judiciales.

Según denuncias no desmentidas, algunos dirigentes decidieron adjudicarse remuneraciones generosas por los servicios prestados al partido. Situados ante este espejo, los señalados tienen la ineludible obligación de comparecer voluntariamente ante la opinión pública y negar tajantemente los hechos. No pueden refugiarse en evasivas y agravios. En una democracia la responsabilidad ética y política del dirigente ante los ciudadanos les obliga a responder sin ambages a las imputaciones.

El color del dinero es variopinto. Lo que importa es su procedencia. Las cantidades procedentes del pago de comisiones por concesiones de obras o servicios son beneficios generados por cohechos delictivos. Estas cantidades se consignaban como donaciones anónimas lo cual a su vez constituye un delito de falsedad contable. Esta prestidigitación contable transformaba el dinero ilícito en un en asiento aparentemente lícito.

El principal artífice de todo este entramado era incuestionablemente el tesorero Luis Bárcenas, porque sin él todas estas maniobras no se habrían materializado. Tampoco sin la cooperación o el asentimiento y, ¿por qué no?, la inducción de los dirigentes del partido político, si esto se puede llegar a demostrar. Por ello el dinero de la cuenta suiza no es un dinero opaco que se sustrae al fisco sino un dinero procedente de actividades ilícitas que al ser retornado a España a través de la amnistía fiscal se convierte no en dinero lícito, sino en una maniobra delictiva de blanqueo de capitales.

La amnistía fiscal rompe todos los principios admisibles en el campo del derecho penal para despenalizar conductas delictivas. Solo puede hacerse por vía de ley orgánica y nunca por real decreto-ley. Pero lo más grave no es el vicio legal sino la catadura moral de las personas a las que se aplica. Se trata de ciudadanos que han ocultado o evadido sus capitales sustrayéndolos al sostenimiento de los servicios públicos esenciales en tiempos de gravísimas carencias sociales. El Estado no puede tolerar ni excusar la insolidaridad y discriminar a otros delincuentes.

Nuestro país tiene muchas carencias, culturales, sociales, éticas y democráticas. Demasiados ciudadanos se han hecho partícipes y alentadores de estas conductas votando de forma abrumadora a personas implicadas en tramas de corrupción. Las multitudes padecen el síndrome de Barrabás, prefieren a los golfos en lugar de a los justos. Me resisto a caer en el desaliento y la melancolía. Estoy convencido de que la mayor parte de la sociedad española está indignada y desmoralizada. Es vital para la democracia recuperar la fuerza política de la moral pública en estos momentos difíciles.

José Antonio Martín Pallín es abogado, magistrado emérito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra)

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El hacha del PP contra Juan Ramón Lucas

El PP de Fraga/Aznar/Rajoy vuelve a las andadas: saca el hacha fratricida de León Felipe. Y quita de enmedio al conductor más ecuánime de Radio Nacional de España. Otra vez el hacha. Y otra oportunidad perdida para la elegancia y la pedagogía  democráticas. No aprendemos.

Juan Ramón Lucas, en un encuentro con los lectores de 20minutos.es

Entiendo que cuando cambia el Gobierno, éste quiera sustituir a los cargos políticos de libre designación del Gobierno anterior. Así ocurrió con la peleona María Antonia Iglesias (nombrada por Felipe González) o con el zombi Alfredo Urdaci (nombrado por José María Aznar). Ambos eran directores de los servicios informativos de TVE conectados directamente con La Moncloa. O con los directores de Informativos de RNE que son cargos de confianza enchufados al poder político de turno.

Juan Ramón Lucas es un periodista sin cargo político alguno, un currante contratado por Radio Nacional para conducir y presentar «En días como hoy», un programa informativo de la mañana que ha sumado grandes éxitos de audiencia (1,4 millones de oyentes) y de credibilidad.  Le quedaba pendiente un año más de contrato. Podían haber esperado solo un año para quedar como demócratas respetuosos con la libertad de expresión.

Debo decir que apenas conozco personalmente a Lucas. Le he visto en un par de encuentros multitudinarios. Pero he seguido con atención e interés personal y profesional el fruto de sus obras. Al poco tiempo de ser contratado por RNE para presentar el programa de la mañana, y privado ya de Iñaki Gabilondo en la mañana de la SER (cada día más sesgada), me pasé de vez en cuando a RNE. El programa de Juan Ramón Lucas nos cautivó a todos en casa y quedamos enganchados a RNE hasta hoy. Tal como estábamos ya enganchados los fines de semana  a «No es un día cualquiera» como fieles escuchantes de Pepa Fernández. Espero que el golpe antiprofesional contra Lucas sirva, al menos, de vacuna o cortafuegos para que no se carguen también a Pepa Fernández.

¿Qué prisa tenía o qué tipo de presiones fratricidas recibía este tal González-Echenique, nueve jefe de la RTVE del PP, para aplicar la guillotina laboral contra Lucas?

Por más que busco por los rincones más recónditos del razonamiento, no encuentro razones que justifiquen el cese de Lucas. Estas reacciones del PP de siempre solo puedo entenderlas desde el análisis frío de sus vísceras, de su ADN, de los más bajos instintos de personas miserables que deberían estar inhabilitadas para la política democrática.

Los Fabra del PP de Castellón. Cacique e hija

Ese es el caso, por ejemplo, de la todavía diputada del PP, Andrea Fabra, fiel sucesora de su padre, el cacique de Castellón. Su grito de guerra parlamentaria («¡Que se jodan!») contra los parados en el momento en que Rajoy les aplicaba el hacha de los recortes es una prueba inequívoca de la inmundicia moral de extrema derecha (del viejo parque jurásico) que aún subsiste en el seno del Partido Popular. La hija del cacique dice ahora que aquel «¡Que se jodan!» (que fue gritado por ella al anunciar Rajoy el recorte a los parados) no iba dirigido a los parados sino a los diputados socialistas que estaban sentados en la bancada de enfrente. No sé que es peor. La mierda, cuanto mas remueve, más huele.

¿Habrá asesorado esta desvergonzada Andrea Fabra (o alguien de su cuadra) a González-Echenique para que echara a Juan Ramón Lucas de su programa al grito de «¡Que se joda!»?

Lo malo es que no solo joden a Lucas sino que nos joden a 1,4 millones de oyentes que celebrábamos cada mañana su islote de libertad, gracia y ecuanimidad profesional.

¿Era ese, quizás, el objetivo final? Pues lo han conseguido con RNE. Y lo van consiguiendo también con los restos de la maltrecha economía española heredada de Aznar y Zapatero. Estoy enfadado con los desmanes del hacha del PP, pero estoy más enfadado aún con la política nefasta del PSOE de Zapatero (a quien voté) que hizo posible el regreso al poder absoluto de un PP que aún alimenta en su interior huestes antidemocráticas pendientes de civilizar.

Que yo critique hoy el cese de un colega periodista (habiendo sido yo mismo despedido ilegalmente por la TVE de Aznar tras la entrevista que le hice como candidato presidencial en 1996) puede dar la impresión, y quizas con razón, de que aún tengo un hacha por afilar. No es así. Como dice un tiento: «El tiemo lo cura to». Además, las penas con pan son menos. La indemnización por despido improcedente que fijó el juez (mis hijos la llamaron «la beca Aznar«) me permitió volver a la Universidad y fundar Multiprensa y Mas S.L, editoria del diario 20 minutos y de 20minutos.es.

No obstante, alguien dirá que, como reza el título del blog, «se nos ve el plumero». Por eso, y porque en la derecha española hay gente con dos dedos de luces, quiero copiar y pegar aquí un artículo de Luis María Anson (nada sospechoso de izquierdista), que acabo de leer en la pagina 2 de El Mundo, con el que estoy de acuerdo y cuya lectura recomiendo.

Primer error de González-Echenique, de Luis María Anson en El Mundo

OPINIÓN: CANELA FINA

Luis María Ansón contra el cese de Luan Ramón Lucas

Hace pocos días, una ministra del Gobierno me hacía elogios bien fundamentados sobre la capacidad de Leopoldo González-Echenique. No se trata de un caso aislado. Son muchos los testimonios positivos que he escuchado en las últimas semanas sobre la inteligencia y la seriedad del nuevo presidente de Radio Televisión Española.

Como sería altamente calumnioso afirmar que González Echenique es un experto en radio televisión, pues la primera en la frente. La destitución, si se confirma, de Juan Ramón Lucas es un grave error. Pocos profesionales del periodismo tienen una idea tan clara de servir, desde la independencia, el derecho a la información de los ciudadanos. Escucho de forma habitual su espacio En días como hoy y, en mi opinión profesional, creo muy difícil hacer periodismo de forma más objetiva. Sin genuflexiones ni agresividades, el programa informativo de Juan Ramón Lucas ha consolidado el prestigio de Radio Nacional de España, gracias a la sagacidad periodística de su director, a su instinto para la actualidad, a su sentido del humor y a su capacidad para buscar y encontrar temas de alcance humano. Seguramente tendrá defectos el conductor de En días como hoy pero esos se quedan para que los subrayen los políticos mediocres o los periodistas cicateros.

Juan Ramón Lucas además ha sabido armonizar un excepcional equipo, demostrando su capacidad para la dirección. No se puede mantener a diario la alta calidad de En días como hoy sin la colaboración de una redacción a la que hay que saber alentar y coordinar. Lucas, por otra parte, cree sinceramente en la radio pública. Desembarazado de cualquier presión política, lleva largos años impartiendo una lección diaria de periodismo independiente. Borrar de un plumazo la fecunda comunicación con millones de oyentes es, para muchos, un grave error que ha producido general rechazo en medios profesionales.

Ah, apenas conozco a Juan Ramón Lucas. Lo he visto alguna vez en actos periodísticos multitudinarios y no tengo con él la menor relación ni personal ni profesional. Hace años me hizo una entrevista en la radio con motivo de una cuestión relacionada con la lengua. Y eso es todo. Escribo estas líneas, como he hecho tantas veces con otros compañeros, por razones de justicia y como homenaje particular a uno de los mejores profesionales que enaltecen el periodismo español.

A ciertos dirigentes del PP les chiflan los periódicos alfombra; a otros, los periódicos momia. Y además les encanta entonar la predicción de Ortega y Gasset: «Ya no hay protagonistas; solo hay coro». Pero eso en periodismo es arar en el agua. Juan Ramón Lucas lo sabe muy bien. En el PP hay políticos y periodistas que harían un tambor con la piel de su propia madre para redoblar sobre ella las alabanzas a Rajoy y a Soraya. Hace unos días me decía en la Academia un prestigiado intelectual que el instrumento que toca Rajoy es un stradivarius; el de Zapatero, una zambomba. La comparación no me parece disparatada. Lo alarmante es que algunos pretenden transformar ahora, ya en el poder, el violín exigente en atolondrada zambomba.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

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Gracias, Luis María. Este artículo te honra como defensor de la libertad de expresión.

No es la primera vez que el conservador Luis María Anson sale en defensa de periodistas agredidos por el Poder y en defensa de la libertad de expresión, un derecho de los ciudadanos y no sólo de los periodistas.

Tengo dos recuerdos personales. Cuando era director del semanario Doblón, fui secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en las postrimerías de la dictadura franquista. Luis María Ansón publicó un comentario editorial en Gaceta Ilustrada (revista que él dirigía entonces) condenando tales hechos. También publicó un artículo semejante el semanario Triunfo, creo recordar que salido de la pluma de mi querido y recordado Eduardo Haro Tecglen.  Al cabo de unos meses, y casi recuperado de las heridas y quemaduras, envié ambos artículos (uno de un medio de derechas y otro de izquierdas) a la Universidad de Harvard junto con mi candidatura a la Nieman Foundation for Journalism. Estoy seguro de que ambos artículos (que algún día encontraré en mi sótano) contribuyeron a que me concedieran el honor de ser el primer hispanohablante galardonado con la Nieman Fellowship de Harvard.

Cuando era corresponsal de Televisión Española en Nueva York y fui despedido (cuando aún me quedaban dos años pendientes en mi contrato laboral), tras la entrevista preelectoral que hice a José María Aznar como candidato presidencial en 1996 y su victoria, Luis María Ansón publicó otro comentario editorial, esta vez en el diario ABC (que él dirigía) contra tal despido y en defensa de la libertad de expresión. Se titulaba «Pluralismo y Democracia».

Sólo Anson (¡bravo!) defiende a Vargas Llosa

Las autoridades venezolanas han dado un trato vejatorio a Mario Vargas Llosa al llegar al aeropuerto de Caracas. El escritor de nacionalidad peruana y española fue a hablar sobre libertades y democracia en el país gobernado por Hugo Chavez.

Dicen que en todas las familias hay un ganster y/o un payaso (y pido disculpas a los payasos profesionales; tengo uno en casa y les conozco bien). El caso es que Europa tiene a Silvio Berlusconi por la derecha y América tiene a Hugo Chavez por la izquierda. Pero ni la derecha critica a Berlusconi ni la izquierda lo hace con Chávez.

A Vargas Llosa le retuvieron, interrogaron, amenazaron e insultaron durante 90 minutos en el aeropuerto de Caracas. También le prohibieron hacer declaraciones públicas.

¿Qué clase de democracia es esa?

La prensa española ha dado cuenta muy escueta del caso y pocas plumas se han dedicado a criticar la actuación de las autoridades venezolanas contra Vargas Llosa en el aeropuerto de Caracas. En realidad, no he visto ninguna hasta que hoy he leído la columna de Luis María Anson en El Mundo, y que copio y pego, a continuación, como si se tratara de una rareza.

Anson afea la conducta del ministro español de Asuntos Exteriores por no haber acudido al rescate galante de uno de los mejores escritores en lengua castellana. Y no por ser famoso sino -como dice Anson– por tener pasaporte español.

Un colega me ha comentado que le ha sorprendido que haya sido precisamente Luis María Anson el único periodista español que ha salido públicamente en defensa de la libertad de expresión de Vargas Llosa. Nadie más por la izquierda; nadie más por la derecha.

A mi no me ha extrañado lo más mínimo. Conozco a Luis María desde hace muchos años, en tiempos de la ominosa dictadura de Franco. Discrepo por completo de sus pos¡ciones políticas e ideológicas. Sin embargo, coincido plenamente con él en la defensa a ultranza que siempre hace de la libertad de expresión, incluso -y sobre todo- para quienes no coinciden con él.

En este asunto tan principal para la salud de la democracia, debo reconocer que Anson no me ha defraudado nunca. Ni siquiera en los momentos más delicados y arriesgados. No ha ocurrido lo mismo con otros colegas de izquierdas o de derechas que defienden la libertad de expresión con la boca pequeña, y eso únicamente cuando no supone ningún coste personal y/o público.

Ahora recuerdo -con gratitud- un par de ocasiones que me permiten dar fe de lo que digo en favor de Luis Maria Anson .

Una fue a los pocos meses de la muerte del dictador. Tras mi secuestro y torturas (el 2 de marzo de 1976) por parte de fuerzas franquistas, Anson publicó un artículo -que nunca olvidaré- condenando duramente tales acciones.

Veinte años más tarde, cuando fui despedido como corresponsal de TVE en Nueva York, tras haber realizado las entrevistas a los candidatos presidenciales, Anson publicó un editorial en ABC (que él dirigía entonces) condenando igualmente tales prácticas contra la libertad de expresión.

Por estas y otras experiencias, digo que no me ha sorprendido el artículo que Anson ha publicado hoy en El Mundo en defensa de la libertad de expresión de nuestro compatriota Mario Vargas Llosa ya sea en Venezuela o en la Conchinchina.

Por el contrario, sí reconozco que me ha sorprendido -y mucho- la ausencia de voces amigas o enemigas en favor de Vargas Llosa procedentes de mi viejo y querido periódico -el diario El País– donde él suele publicar un artículo dominical y, en ocasiones, grandes reportajes.

El País publica hoy, precisamente, un excelente artículo de Mario Vargas Llosa («La cuadratura del círculo») sobre el papel de Obama en el conflicto más largo y grave desde la II guerra mundial. Copio el enlace, porque considero que es una aportación muy lúcida para la solución de la guerra permanente en Oriente Medio.

El Jueves, secuestrado y el juez Ferrín, en libertad. Te cagas

TRIBUNA:

Sobre el catolicismo

GUSTAVO MARTÍN GARZO en El País24/07/2007

«Sólo la gente buena», escribió Mary McCarthy en Memorias de una joven católica, «puede permitirse el lujo de ser religiosa. Para la demás gente es una tentación demasiado fuerte, una tentación a los pecados mortales del orgullo, la ira y la pereza». No hay más que ver la actitud de una buena parte de los católicos de nuestro país para concederle la razón a la gran escritora norteamericana. Claman ruidosamente contra esa aspiración irrenunciable en un Estado moderno de separar religión y sociedad civil, forman rebaños airados que toman ruidosamente las calles, se empeñan en decirnos cómo debemos vivir y educar a nuestros hijos. Es el problema de los que tienen una fe, que tienden a expresarse con la violencia e impunidad de los que se creen portadores de la verdad. Al escucharlos, no puedo dejar de imaginarme lo distinto que habría podido ser este país si hubiera optado por el ateísmo y el agnosticismo. Un país de plácidos y comprensivos ateos, ¿puede haber un sueño mejor para la convivencia?

Y es que pocas cosas han tenido una influencia más nefasta sobre nuestra historia que este catolicismo militante. Muchas veces me he preguntado qué podía haber en el pensamiento de aquellos religiosos a cuyos colegios todos los de mi generación acudimos durante años. Recuerdo la perversidad de sus sermones, el silencio amenazante de sus iglesias y nuestra angustia al escucharles. Unos adultos aterrorizando a unos niños, ¿nos hemos parado lo suficiente a considerar todo esto? El país en que vivíamos no era distinto a esos colegios oscuros. ¿Acaso los obispos actuales lo han olvidado? No, no lo han podido olvidar, y la pregunta es por qué entonces no se han vuelto más prudentes. ¿Tal vez porque en el fondo de sí mismos siguen añorando esos tiempos y el poder que tenían en ellos? Pero nosotros no podemos añorar tiempos así y por nada del mundo quisiéramos regresar a ellos.

Queridos obispos, os recordamos rigiendo la vida entera de este país. Diciéndonos cómo debíamos comportarnos, las películas y libros que podíamos ver y leer, hasta dónde podían llegar nuestras caricias. Recordamos vuestras lúgubres Semanas Santas, vuestros colegios clasistas, vuestra feroz persecución del deseo, vuestras terribles amenazas, vuestra malsana obsesión por los asuntos de alcoba. Os recordamos introduciendo a Franco bajo palio en las catedrales y, sin embargo, hemos guardado un respetuoso silencio para no disgustaros. Pero eso lejos de bastaros os ha servido para envaneceros y volver a clamar contra todo aquello que no se pliegue a vuestros preceptos. Creo que va siendo hora de que os calléis. Hora, por ejemplo, de poner fin a los insensatos privilegios económicos que seguís reclamando, y de volver a la idea de una educación laica, ajena a cualquier creencia religiosa. Se habla de los derechos de los padres a decidir la educación de sus hijos, pero por encima de estos derechos están los de los propios niños, sobre todo, el derecho a ser educados en los valores universales de la razón y la tolerancia.

Y sin embargo, yo, que no soy creyente, estoy agradecido al catolicismo, porque escuché sus historias de labios de mi madre. Claro que mi madre nunca nos imponía nada y se limitaba a transmitirnos su fe a través del amor, que no busca atemorizar sino la complicidad y el consentimiento. Sí, eso era el catolicismo para ella: una religión de la vida y de la belleza. Pues si un dios había sido capaz de morir por nosotros ¿cómo era posible que nuestra vida pudiera no tener sentido? Ese catolicismo dio a mi infancia exaltados momentos de altruismo, ritos raros y carentes de utilidad práctica, el sentido del misterio y la maravilla. Me enseñó a respetar a la mujer, a amar a los animales, a permanecer vigilante ante el mal y a creer, mientras fui niño, en la resurrección de la carne, que puede que sea una de las historias más disparatadas y hermosas que el hombre haya concebido jamás.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con las consignas de las autoridades eclesiásticas? Nada. Siempre he pensado que estas autoridades, y su corte de vociferantes ejércitos de moralidad, son como esos maestros sin vocación que teniendo hermosos cuentos no los saben contar a los niños. O no se molestan en hacerlo, tal vez porque son los primeros en no creer en ellos. Sin embargo, son cuentos traspasados de romanticismo que hablan de cosas tan esenciales como la responsabilidad individual, la igualdad entre los hombres y la posibilidad del milagro. Que critican el poder y el afán de riqueza, que nos dicen que los niños son sagrados y que el encuentro entre un hombre y una mujer puede ser lo que fue en el edén. Pero también, como todos los verdaderos cuentos, que reclaman el silencio para cumplirse. Es eso lo que percibimos al entrar en los bellos templos católicos, que allí se entra no para vociferar o hacer proclamas sino para estar en silencio. No hay más que contemplar las imágenes que nos reciben. Ángeles aturdidos, santas que se derriten de amor, obispos absortos en la lectura de misteriosos libros, cuerpos que, aun llenos de heridas, gimen de gozo, madres que lloran. Todos guardan silencio, ninguno sabe decir lo que quiere o lo que le pasa. La Biblia está llena de historias así. La historia de la burra de Balaán, que vio un ángel, la de Agar y su pequeño Ismael, la del discreto Noé, preparando su arca, la del obstinado Job, la de Raquel y sus ovejas, y por encima de todas la de la silenciosa María. Una muchacha que en un pueblo perdido recibe la visita de un ser alado que le anuncia que será la madre de un rey. ¿No es el comienzo de un cuento de hadas? Gran parte de la religión católica se centra en este ser adorable, que representa el misterio de la bondad, y cuya contemplación ha dado lugar a alguno de los más hermosos cuadros que se han pintado nunca.

Pero ni siquiera a ella la dejan tranquila. ¿Podemos imaginarnos a Hamlet regentando un negocio de pompas fúnebres, al capitán Achab con un puesto de pescados congelados, o a la Celestina dando cursos para reforzar la autoestima? Pues es lo que hacen esos supuestos devotos de María, llenan su boca de palabras que nunca pudo pronunciar, transformándola en poco más que en una antecesora de Rappel. No les basta que se aparezca a unos pobres pastores, sino que quieren que les hable de la conversión de Rusia, que profetice el atentado de Juan Pablo II o nos advierta de los peligrosos abismos a que nos encaminamos. Pero María es pura y hermosa y ficción, ¿por qué habría de venir al mundo para ocuparse de lo real? El camino debe ser el inverso: es lo real lo que debe mirarse en el espejo de lo verdadero. De haber entregado algo a aquellos pastores de Fátima habría sido esa página en blanco a que se refirió Isak Dinesen, pues la verdad necesita el silencio, un mundo de encinas, niños pobres y animales somnolientos para manifestarse. No los palacios arzobispales. No sus procesiones, sus cónclaves, su obsesión en decirnos lo que tenemos que hacer y pensar.

Sí, es cierto lo que dice Mary McCarthy, la religión sólo debería estar permitida a las gentes apacibles y bondadosas, a esas gentes que no desean imponer sus ideas a los demás y se limitan a detenerse ante las imágenes de su devoción buscando sólo belleza y consuelo. Pero una religión así ¿por qué habría de estar en contra del matrimonio de los homosexuales, del uso de los preservativos, de que las parejas se separen cuando huye de ellas el caprichoso amor, o del encuentro libre y gozoso de los cuerpos? No entiendo la obsesión de todos estos guardianes de la moralidad por el sexo, como no entiendo su complacencia con los poderosos. Deberían hacer como Francesco de Asís: construir iglesias diminutas, hablar con los pájaros y los lobos, bailar bajo la lluvia, llamar hermanos al dolor y a la muerte. Sólo así estarían a la altura de las historias que dicen guardar. Por ejemplo, de la historia del encuentro entre santa Clara y Francesco. Santa Clara era una muchacha noble que llevada por la devoción al santo de Asís lo abandonó todo, incluso se cortó su melena dorada, para seguirle. Y muy pronto otras muchachas se unieron a ella y formaron una comunidad atenta a las enseñanzas del pequeño santo. Y cuentan que santa Clara sólo vivía para imitarle y añorar su compañía, pero que, Francesco, siempre tan ocupado, apenas la iba a visitar. Y que una de las veces que lo hizo quedaron en una casa situada en una colina. Nadie supo qué hicieron ni de lo que hablaron esa noche, pero todos los que andaban por los alrededores vieron un resplandor y, al acercarse, supieron que lo que ardía era la casa en que Francesco y santa Clara estaban juntos.

Eso debería ser la religión, un mundo de delicadezas, desatinos y misterios. Contemplar esa casa incendiada en la noche, hacernos creer que también a nosotros puede estarnos destinado un lugar así en este mundo. Lo demás es silencio.

Gustavo Martín Garzo es escritor.