Archivo de octubre, 2014

Enseñar a comer bien a nuestros hijos es tan importante como enseñarles a leer y escribir

No hace muchos días tuve la ocasión de escuchar a los doctores José Manuel Moreno, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, y Cristina Campoy, responsable del estudio europeo Nutrimenthe. Pude además preguntarles y charlar con ellos y con algunos de los científicos responsables del Instituto Puleva de Nutrición sobre la alimentación de nuestros niños y las carencias que tienen, que es algo a cuyo estudio se dedica especialmente la doctora Campoy. Porque sí, tenemos carencias. En nuestro primer mundo sobrealimentado, con la obesidad causando estragos de salud, resulta que tenemos un buen puñado de deficiencias nutricionales. Nosotros y nuestros niños.huevo

Me recuerda a un genial libro escrito a cuatro manos por Neil Gaiman y Terry Prattchett en el que el apocalipsis se presentaba con unos modernos jinetes. El Hambre había logrado rizar el rizo, aparcando el caballo esquelético por cadenas de comida rápida y consiguiendo que la gente muriera siendo obesa por tener gravísimas carencias nutricionales.

Fue especialmente interesante escuchar a la doctora Campoy, que estoy además pendiente de que me pase algunos enlaces sobre la relación entre el ácido fólico y el autismo. Del estudio Nutrimenthe que ella lidera ya habló mi compañero bloguero nutricionista, que de estas cosas realmente entiende mucho más que yo, hace unos meses en el post la mala nutrición de los niños es patente y las soluciones claras.

Un porcentaje abrumador de nuestros niños toman menos Vitamina D, ácido fólico y ácidos grasos omega 3. Yo, como Juan Revenga, tengo claro que la vía para abordar el problema es el de enseñar a comer bien. Sobre todo porque aunque hay alimentos suplementados que tal vez puedan venir bien en según qué circunstancias, hay otros problemas como la obesidad que no van a solventar.

Enseñarles a comer bien es esencial, tan importante como enseñarles a leer y escribir.
Claro que para poder enseñarles primero tendremos que aprender sus padres. Tardemos que aumentar el consumo de productos procedentes del mercado de toda la vida, reducir precocinados y carnes, aumentar el consumo de frutos secos, pescados, huevos…

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Pero tampoco hay que volverse loco y caer en el ‘nutricionismo’, la cosa pasa por tener unos cuantos conceptos muy básicos claros que podrían resumirse en tender a comer variado y lo más parecido posible a como lo hacían nuestros abuelos (obviando hambres y guerras, claro) con frutas y verduras frescas de temporada, legumbres, pan del de verdad, pescado… y también tender a reducir muchísimo el consumo de carne.

Tener una relación de sano disfrute con la comida, coger gusto y perder pereza a cocinar, hacer todo el ejercicio del que seamos capaces y nos divierta.

Igual que la lactancia materna, la mejor opción para todos los profesionales participantes en el foro del que os hablo, es un regalo para toda la vida, también lo es intentar transmitir todo eso a nuestros niños.

Una de las sugerencias que salió en la charla que tuvimos era la conveniencia de simplificar las cosas a los padres que comienzan a alimentar a sus hijos con sólidos entregándoles sugerencias de menús sencillos, saludables, en lugar de las típicas hojas absurdas de recomendaciones sobre a qué edad empezar a introducir tal alimento que incluso varían entre un pediatra y otro en el mismo centro de salud.

No sé vosotros, pero yo creo que sería buena idea a modo de sugerencia para muchos padres: atún con tomate natural, salmón ahumado con una tortillita, un arroz con setas ahora que estamos de temporada, queso fresco con uvas y ciruelas cortaditas, judías verdes rehogadas con unos boquerones, croquetas de zanahoria o pasta con brócoli.

Un regalo para toda la vida, os lo aseguro.

Los niños y los toros, el agua y el aceite

Julia nunca ha estado en un encierro infantil, por divertido que me hayan asegurado que son, ni ha visto una corrida en la tele ni mucho menos en una plaza. Creo que ni siquiera sabe que existe algo llamado tauromaquia. Y me alegro.

Nosotros no somos aficionados a los toros ni lo es nadie en mi familia, así que no es muy difícil. Me consta de familias en las que hay división y guerras al respecto. Mi abuelo materno sí que era muy aficionado, con él vi a veces corridas. Y en mi casa a veces, pese a no ser taurinos, siendo yo adolescente ponían aquellas primeras y espectaculares retransmisiones en el canal plus de la feria de San Isidro. También las vi en bastantes ocasiones enteritas, con un cabreo creciente por la suerte de varas que destrozaba el toro, por los toreros incapaces de matar limpiamente al animal. Un cabreo que mi abuelo compartía. «Los toreros de ahora no valen para nada, les entregan toros reventados o se los revientan en vara», decía. Veía mucho rejoneo. Yo montaba a caballo y tenía querencia a ver bailar a esos hermosos animales, pero me hervía la sangre ver la muerte del toro.

La verdad es que en un porcentaje muy alto de corridas la cosa oscilaba entre el aburrimiento y la carnicería. Sensación de peligro hacia el torero, prácticamente nunca por mucho que esos señores se tiren el pisto. «Mas se matan en los andamios», decía un amigo que era aficionado pero quitaba hierro al tema inteligentemente.

Luego vinieron varios años en los que ignoré completamente el tema. No me gustaba, nunca me gustó que existieran las corridas de toros, que se tratara así a esos animales, pero me decía a mí misma que había otras prioridades, que me molestaban más muchas otras cosas. Me alegraría si las quitasen, pero había mayores urgencias. Decía algo parecido de la monarquía. Era muy joven supongo.

Con el tiempo me fui radicalizando paulatinamente y ahora es un espectáculo de gallitos sin corazón que no soporto. Ha sido una evolución que me ha hecho claramente antitaurina. Sin entrar en absolutas barbaridades como las de Tordesillas o Algemesí, cualquier evento taurino me rechina y está proscrito en mi casa o mis actividades familiares.

Pero os digo una cosa, aunque hubiera heredado la afición por los toros de mi abuelo, aunque defendiese la fiesta y la disfrutase, jamás se me ocurriría llevar niños pequeños a verlas o exponerles a corridas en televisión. Básicamente por lo mismo que tampoco les llevaría a un combate de boxeo ni con cinco años ni con diez.

Ha sido muy polémica en el pasado la ida y venida de las corridas en horario infantil en la televisión. No sé lo que pensáis vosotros, pero yo tengo claro que no las quiero en la tele a horas a las que puedan verlas mis niños. Es un espectáculo violento e innecesario. Es la tortura televisada de un animal por mucho que quieran disfrazarlo de arte y tradición.

Y por supuesto no querría que se entrenaran para ser toreros, que es algo que si son pequeños atenta según los expertos de la ONU a la Convención de los Derechos de los Niños. Igual que no querría que fueran boxeadores profesionales.

Ahora en Portugal andan a vueltas con el tema a cuenta de sus escuelas taurinas en las que hay niños muy pequeños y de que en las corridas se pasan la prohibición de llevar a niños menores de seis años (que ya me parece un límite ridículamente bajo) por el forro. Os dejo un fragmento del teletipo de EFE que lo cuenta:

Polémico de por sí, el tema de las corridas de toros genera aún más discusiones en territorio luso después de que el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas se pronunciara por primera vez sobre la cuestión, asumiendo su preocupación por la integridad física y mental de los menores involucrados en actividades de toreo.

Durante la evaluación regular a Portugal relativa a la aplicación de la Convención sobre los Derechos de los Niños, los expertos de la ONU recomendaron crear una legislación que proteja a los más pequeños de la violencia de las corridas de toros.

Y es que en Portugal hay, por lo menos, una docena de escuelas de toreo para niños y se calcula que en total cuentan con más de 150 alumnos menores, a partir de los seis años, según datos de un informe de la organización no gubernamental y Fundación, Franz Weber, que fue el detonante de las recomendaciones de Naciones Unidas.

Ese informe es resultado de dos años de investigación y fue entregado al Comité en marzo de 2013, lo que llevó a Naciones Unidas a pronunciarse en febrero de este año. «Estamos ante un problema bastante grave que, sin duda, pone en riesgo la integridad física y mental de los niños, tanto de los que ven esos espectáculos como de los que participan en ellos», contó a Efe Sérgio Caetano, representante de Franz Weber en Portugal.

En las escuelas de tauromaquia, los jóvenes practican con animales vivos y, por lo tanto, corren riesgo «de lesiones graves e incluso de muerte», ya que el ganado joven con el que entrenan la lidia a pie no tiene los cuernos protegidos, explicó. Además de torear a pie, los menores también son preparados para convertirse en matadores de toros.

La legislación lusa prohíbe que se maten los toros en público desde 1928, lo que no impide, según Franz Weber, que algunas escuelas de tauromaquia lleven a sus alumnos a lugares donde la prohibición no se aplica. «Durante algún tiempo simulan la muerte con una banderilla y a determinada edad, cuando están preparados, son llevados a España para efectivamente matar animales«, relató Caetano.

A pesar de que la Ley portuguesa determina que solo los mayores de doce años pueden participar en actividades de toreo, el informe de Weber indica que algunas escuelas no respetan ese límite. La Fundación alerta que lo mismo pasa con los menores que ven las corridas. Está establecido que solo pueden entrar en las plazas de toros niños a partir de los seis años pero no siempre se sigue esa pauta.

«Por tratarse de una forma de sensibilización para la violencia y el sufrimiento de los animales en el que la sangre es real» y por ser escenario de «muchos accidentes graves y a veces incluso mortales», la Fundación entiende que hay que elevar ese límite «como forma de proteger a los niños».

Lo primero que hay que pedir a los Reyes Magos es que los juguetes sean seguros

En mi anterior post os hablaba de la seguridad de los biberones y productos en los que se calienta comida, hoy es buen momento para recordar que también hay que tener ojito  con los juguetes, que ya tenemos la Navidad encima (sí, está encima aunque algunos aún no hayamos quitado la arena de la playa de las alfombrillas del coche).

Unas muñecas inspiradas en las Monster High. (ipernity)

Unas muñecas inspiradas en las Monster High. (ipernity)

Son frecuentes las noticias sobre juguetes retirados, con problemas graves de seguridad e incluso con metales pesados que son tóxicos. Y no escapan las marcas supuestamente fiables. Por poner un ejemplo, Mattel también tuvo que retirar un porrón de juguetes no hace tanto. ¿Cuánto es un porrón? Pues 18 millones en todo el mundo.

Y tampoco vale lo de sospechar únicamente de ‘los chinos’ que grandes superficies están entrando también en la oferta de juguetes de serie B a los que mirar con lupa. De traca  la pseudo-Elsa (Frozen) y la seudo-monsterhigh que me encontré en una recientemente, puede que sean perféctamente seguras, pero yo las miraría con lupa.

Alguna que otra vez le han regalado a J&J algunos juguetes que han ido a parar directamente al contenedor.ante la duda, mejor curarse en salud.

Lo primero que hay que pedir en la carta de los Reyes Magos es que los juguetes sean seguros. Un tipo de letra pequeña vital como la de «sólo para líquidos fríos» de ayer que es responsabilidad de los padres.

Os dejo las recomendaciones de la OCU para elegir juguetes seguros:

  • Elige el juguete en función de la edad del niño. Procura que los niños más pequeños no usen los juegos de sus hermanos o amigos mayores.
  • Antes de comprarlo, conviene leer las advertencias de seguridad y las instrucciones de utilización: si no vienen en español, busca mejor otro juguete.
  • Cuidado con las piezas pequeñas. Son uno de los riesgos más comunes, sobre todo para los niños de menos de 3 años.
  • En la tienda, antes de decidirte, pasa la mano por las aristas y los bordes para comprobar que no cortan ni tienen rebabas…
  • Un juguete frágil, que se quiebra fácilmente, una vez roto, puede presentar puntas afiladas: tenlo en cuenta.
  • Los juguetes que sean muy duros y tengan elementos protuberantes pueden dañar a un niño pequeño.
  • Si el juguete lleva pilas, comprueba que el compartimento de las pilas es difícil de abrir.
  • Juguetes como patines, monopatines, bicicletas, etc. deben ir acompañados de un equipo de seguridad (casco, rodilleras…).
  • No compres juguetes con cintas o cordones largos si van destinados a los más pequeños.
  • Hay riesgos que no se ven: Hay que tener cuidado con las sustancias tóxicas o con compuestos químicos peligrosos. Por ejemplo, los ftalatos o algunas pinturas con elevado contenido en metales pesados (plomo o cadmio) son tóxicas, y están prohibidas o no pueden usarse a partir de ciertos límites. Otras veces se emplean disolventes que pueden ser irritantes para la piel, las mucosas o afectar al sistema nervioso. De igual manera en este tipo de productos nunca deben usarse materiales inflamables o que ardan con facilidad.
  • Lee las instrucciones de utilización… y explícaselas a los niños.
  • Quita los envases y plásticos que envuelven el producto (aunque es buena idea conservar los datos que identifican al fabricante o importador).
  • Vigila a los niños mientras juegan: asegúrate de que dan a los juguetes el uso para el que han sido diseñados, y de que son adecuados para su edad y habilidades.
  • Revisa periódicamente el estado de los juguetes, y tira los que estén estropeados o rotos: así se previenen riesgos.
  • Enseña a los niños a recoger y guardar sus juguetes después de jugar, para evitar accidentes.

Cuidadito con los biberones y tuppers que compráis para bebés y niños

Ayer veía en twitter el siguiente hallazgo de Boticaria García.

Lo retuiteé, que me pareció que lo merecía. Al poco vi que otro tuitero contestaba:

Y fue entonces cuando decidí que pondría mi granito de arena para que lo vieran unas cuantas madres.

Al Bisfenol-A se utiliza para para hacer plástico transparente duro y se le lleva investigando desde hace ya unos cuantos años y muchas de esas investigaciones asocian la exposición a esta sustancia, incluso en dósis ridículamente bajas, con posibles problemas graves de salud: defectos neurológicos, diabetes y distintos cánceres.

La Comisión Europea ya han prohibió en 2011 la presencia del Bisfenol A en biberones y/o en otros recipientes destinados a alimentos infantiles. Es cuestión de tiempo que se proscriba en todas partes, como ya se ha hecho en otros países.

bisfenolSi queréis saber más sobre esta sustancia y cómo identificarla os recomiendo este post de mi compañero nutricionista y biólogo Juan Revenga. Por si os ahorráis el clic, ya os resumo que de los diferentes tipos de plástico usados en embalaje, algunos del tipo 7 (policarbonato y resinas epoxi) y los plásticos de tipo 3 (PVC) pueden contener bisfenol-A. Símbolos a la derecha.

Que no son tan caros los biberones de Chicco o Suavinex, hablamos de menos de diez euros y de una vida media más larga que los piratas.

Mientras tanto conviene tener mucho cuidado con los recipientes que usamos para calentar comida, sobre todo si esa comida va dirigida a los que más queremos: nuestros hijos.

Y eso implica también tener mucho ojo con lo que compramos en establecimientos con dudosos protocolos a la hora de añadir inventario. Sí, hablo sobre todo de los que comunmente conocemos como ‘los chinos’, que a todos nos han salvado la vida en ocasiones y en los que yo a veces acudo, pero en los que hay que comprar con mucho tiento. Pero no quiero demonizar a estos establecimientos.

Ojito también con todo lo que compramos en cualquier sitio, en general.

¿Se deben arrancar los dientes de leche tambaleantes?

image A Jaime no le quitamos ninguno, se le cayeron solos que es la situación ideal. También es verdad que por su autismo él no nos contaba que se movían ni esperaba con ganas al ratoncito Pérez, pienso mientras veo a Julia tan dispuesta con su boca abierta como un pajarito en el nido.

– Ya lo tiene casi suelto, habría que quitárselo. A ver si se lo va a tragar o lo pierde durmiendo –

Julia seguía observando nuestro intercambio, sin gota de miedo y moviendo el diente prácticamente suelto con la lengua. Sólo colgaba ya de un hilito. Estaba casi completamente suelto.

– Vale, voy por la gasa –

Agarré el diente bien envuelto y prácticamente no tuve que hacer nada para tenerlo entre mis dedos. No hubo sangre, ningún problema. Y Julia saltando tan contenta queriendo ver el diente que haría venir por primera vez a casa al ratoncito Pérez.

Este fin de semana hemos perdido el segundo diente de la misma manera. Con cinco años, un poco pronto sí, a partir de los seis e incluso a los siete es lo más frecuente. En su clase sólo hay cuatro niños en el club de los mellados.

Os dejo parte de un texto de Wikihow sobre cómo proceder con los dientes de leche tambaleantes. Tal vez en el tercero, uno de los paletillos de arriba que también se mueve bastante, no sea necesario.

Deja que la naturaleza tome su curso. La mayoría de los doctores y dentistas recomiendan que los padres no intenten nada para acelerar el proceso natural.Los dientes que son extraídos demasiado temprano no servirán de guía para los dientes que saldrán en su lugar. Cualquier niño te dirá que es una opción innecesariamente dolorosa también.

Vigila el diente mientras se va aflojando. Asegúrate de que el diente y el área de la encía circundante se ve sana y no tiene caries ni infección. Si el diente tiene caries, tal vez requiera que se extraiga mediante cirugía en un consultorio dental.

En todo caso, aconseja a tu hijo que mueva los dientes, pero sólo con la lengua. No todos los padres deciden dar permiso al niño para mover los dientes, pero los que hacen posible que deseen instruir a su hijo a mover sólo con la lengua. Esto es por dos razones:

  • Mover con las manos puede introducir bacterias y suciedad en la boca, con el riesgo de infección. Los niños no son exactamente las criaturas más limpias del mundo, haciendo de esta una receta para la mala salud dental, además de la mala higiene.
  • La lengua generalmente es más suave que la mano. Los niños corren un mayor riesgo de sacar accidentalmente un diente antes de que esté listo cuando utilizan sus dedos para sacar el diente. Al mover el diente con la lengua reduce el riesgo debido a que la lengua no puede agarrar el diente de la misma manera que los dos dedos lo hacen.

Si el diente nuevo sale en una situación inesperada, ve a un dentista. Los dientes permanentes que salen detrás de los dientes de leche, es una condición reversible y común. Mientras el dentista quita el diente de leche y le da suficiente espacio para moverse en su posición prevista en la boca, no debería ser un problema.

Si el niño deja que el diente salga sin ayuda, espera ver muy poca sangre. Los niños que esperan la cantidad adecuada de tiempo para que su diente caiga (a veces de 2 a 3 meses), deberá tener muy poca cantidad de sangre.

Si cualquier movimiento del diente o jalarlo hace que broten cantidades excesivas de sangre, instruye al niño para detenerse; es más probable que el diente todavía no esté listo para ser extraído, y no debe ser agravado aún más.

Si el diente sigue flojo pero no es extraído después de 2 a 3 meses, ve al dentista. Un dentista podrá administrar analgésico tópico y extraer el diente con los instrumentos adecuados.

Ajedrez y niños: lo importante es divertirse en el proceso de aprender a jugar

Sí, quiso ser Sauron y manejar a sus hordas.

Sí, quiso ser Sauron y manejar a sus hordas.

Ayer, por primera vez, estuve jugando con Julia al ajedrez. La partida de ajedrez mágico de Ron al final del primer Harry Potter ha sido lo que la ha animado a pedirlo. Y os reconozco que yo estaba deseando que lo hiciera. Ya sabéis que en nuestra casa abundan los juegos de mesa y el ajedrez tiene una complejidad y una magia a la que merce la pena asomarse.

Bueno, en realidad a lo que hicimos no se le puede llamar jugar al ajedrez, aunque sí jugar a secas. Y pasarlo bien que es lo más importante.

Por recomendación de un amigo que sabe mucho de esto de enseñar a los niños a manejarse en el tablero, lo que estuvimos haciendo fue conocer cómo se mueven algunas de las piezas: peones, reina y caballo (el más difícil) mediante los siguientes juegos:

  • El baile de las reinas. Lo que había un intentar era movernos por todo el tablero pero sin comernos, poniendo nuestra reina fuera del alcance de la otra reina.
  • La batalla de los peones. Sólo con los peones, a comerse y avanzar. Los pusimos todos y creo que deberíamos haber usado sólo cuatro.
  • El duelo de los caballos. Uno contra otro. Con aprender bien sus saltos ya es bastante.

Lo importante a sus cinco años es familiarizarse con las piezas y sus movimientos y divertirse en el proceso.

El baile de las reinas.

El baile de las reinas.

Quiere repetir y seguir aprendiendo. Es probable que dentro de poco sea ella la que me enseñe a mí, que apenas soy una novicia del ajedrez. Mi santo lo juega mucho mejor que yo y cuando ayer al volver de la piscina con Jaime nos vio jugando en la mesa del salón se entusiasmó: «Vamos a ir a casa de la abuela a por un cuento de ajedrez con el que yo aprendí a jugar, ya verás qué chulo es». Sí, hay muchos libros infantiles que ayudan. Incluso aplicaciones.

Y sí, ya lo veis en las fotos, lo hicimos con un juego de ajedrez de El señor de los anillos. Soy consciente de que no se puede ser más ‘friki’, pero esos ajedreces nada clásicos pueden hacer más atractivo el juego a los niños.

Los hobbits cercados.

Los hobbits cercados.

Además, me sirvió para hablarle por primera vez del universo de Tolkien, de los hobbits con sus pies peludos, los ents, pastores de árboles, el poderoso mago Gandalf, la reina Galadriel y el guerrero Aragorn.

Ahora lo que está pidiendo es ver la película de El señor de los anillos, pero no estoy muy segura de si es adecuada para ella. Claro que ese ya es otro tema.

Si tenéis  algún consejo para seguir adentrándonos en el campo de batalla que es el ajedrez, serán muy bien recibidos.

Traficantes de ropa infantil

«No sé si será por ser el segundo, pero con la niña me habían regalado más ropa de la que era capaz de ponerle y ahora tengo muy pocas cosas», me comentaba una madre reciente de una niña que está ahora en la última fase del embarazo de un varón, mientras me entregaba un par de bolsones con prendas de su hija para que se la llevara a otra madre futura que conozco.
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Auténticas traficantes de ropa infantil. Seguro que os suena.

«No te regalan menos ropa por ser el segundo, sino por ser niño», aseguré yo.

Y estoy convencida de tener razón. Salvo que vengas de un entorno en el que los niños se visten con faldones, puntillas y luego de tiroleses, y aún ahí dudo que haya igualdad de ropa entre niños y niñas, la verdad es que la compra de ropa a modo de regalo a varones anima mucho menos.

Es un hecho también la diferencia de oferta para unos y otros. Cualquiera que se haya paseado por la sección de ropa infantil de un Zara o de un H&M puede comprobar que la zona para ellas es mucho más grande, variada y atractiva que la de ellos.

Y mi impresión además es que la ropa de ellos también se hereda menos que la de ellas. Justo este verano J&J han pegado sendos estirones que han dejado tiritando mangas, perneras y mi tarjeta de crédito, así que he tenido que repoblar los cajones con ropa de batalla para ir al cole y descartar lo que se les había quedado pequeño. Julia con cinco años deja mucha ropa en perfecto estado de revista que me encargo de repartir entre un par de madres que conozco, mientras que la mayor parte de la de Jaime queda para hacer trapos.

Pero tal vez también haya algo de cierto en eso de que el segundo recibe menos independientemente de su sexo. Y es lógico. Es lo que tiene perder la novedad. Casi mejor, porque el despilfarro de prendas el primer año duele, con cosas apenas puestas y descartadas por ser pequeñas. El primer año crecen a demasiada velocidad para amortizarlas.

No sé qué pensáis vosotros, pero yo estoy convencida de hay que luchar contra ese despilfarro procurando comprar sólo lo que realmente se va a utilizas y dando esa ropa que se ha quedado pequeña a otros niños, conocidos o no, que lo necesiten.

Yo desde luego acepto toda la que me ofrecen, aunque a veces lo han hecho con miedo, evitando ofender por ofrecerla. Jamás me molestaría algo así. Sólo en una ocasión me encontré con una madre que descartaba poner ropa usada por otro a su hijo. Cualquiera con sentido común cogerá encantado lo que le puedan prestar.

A Julia le encanta llevar ropa que fue de su prima mayor. Haberla heredado la hace apreciarla más que la comprada. Si a algún niño no le gusta llevar ropa heredada probablemente se lo habremos inculcado los adultos.

Aún pesa sobre mí la amenaza casi de muerte de mi madre el día de la comunión de una de mis primas pequeñas: «¡Ay de ti si se te ocurre decir a Laura que el vestido que lleva era el tuyo!».

Incomprensible a mis nueve años que hubiera algo malo en contarlo. ¡Con lo que me gustaba a mí llevar el baby y el uniforme escolar de mi prima Raquel!

Tal vez por os sigo siendo una orgullosa traficante de ropa infantil, propia y ajena.

¿El monstruo come miedos o el monstruo crea miedos?

«Mamá, dibújame dos tontis (su manera de decir zombies), dos vampiros y un esqueleto», me espetó ayer tan contenta Julia nada más llegar del trabajo enarbolando un folio en el que había escrito un cinco y dibujado ya un primer vampiro con algo de ayuda.

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«¿Por qué tantos?»

«Es que tienen que ser cinco. Mira, como ya hay un vampiro sólo tienes que hacer uno, y los dos tontis y el esqueleto», me insistió. Anda que no puede ser insistente una niña de cinco años. Así que hice lo mejor que pude inspirándome en los zombies que luchan contra las plantas.

Luego lo estuvo coloreando tan contenta y escribiendo lo que era cada bicho, que con los dibujos de mamá podía no quedar muy claro. No es que mi hija apunte maneras góticas de repente, ni siquiera le gustan (demos gracias) las Monster High. El objetivo final era doblar el papel y meterlo en su monstruo come miedos, el primero de los proyectos del curso.

Dicho monstruo es un cartón de rollo de papel de cocina decorado con ojos y melena de lana pegado sobre una pequeña cartulina a modo de peana. La idea es escribir y dibujar tu miedo y meterlo para extraer el papelito a la mañana siguiente y romperlo. Existe la versión ya fabricada en peluche. Y molan, aunque me quedo con la manualidad.

Sí, es una especie de conjuro infantil contra los miedos. Magia blanca de colegio. Todo puede que lo siguiente sea ponerlos a bailar en el solsticio de invierno en torno a un roble, aunque cosas mucho menos divertidas se me ocurren.

Lo cierto es que Julia no es una niña miedosa. Jamás se despierta por la noche con pesadillas o asustada por la oscuridad o cualquier producto de su explosiva imaginación. Para ella el monstruo come miedos no tiene más utilidad que el juego, la escritura y el dibujo. El primer día le hizo comer oscuridad y arañas. Este segundo ha sido esa pandilla de Halloween. Va a tener que esforzarse en encontrar algo más.

Probablemente habrá niños para los que sea un buen instrumento para combatir miedos que ya tienen. Mi duda, y no soy la única, es si es algo realmente beneficioso para esos otros niños sin miedos, o con pocos, pero más fácilmente impresionables. Espero que en ellos el monstruo come miedos no acabe generando terrores que no existían.

En ocasiones lo que es bueno para un niño puede no serlo para otro. ¿Qué os parece?

De todas formas también se pueden usar para sentimientos como los celos, la ira… Para hablar de esos sentimientos y hacer que nuestro monstruo los ingiera y les ayude a digerirlos. Tal vez dependiendo del niño sea un mejor uso.

De momento creo que vamos a crear el monstruo guardián de las cosas buenas con otro rollo que tengo por casa. Para meter ahí todo lo que tenemos la suerte de disfrutar, ya sean, personas, cosas o características propias.

Un buen profesional lo es independientemente de su situación personal o su género, a ver si nos entra en la cabeza

GTRES.

GTRES.

La presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, que ya ha protagonizado con anterioridad otras polémicas por decir lo que piensa sin aplicar filtros, se ha desmarcado este jueves durante su intervención ante la XXV Asamblea Plenaria del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL) con la siguiente declaración:

Las regulaciones, en vez de favorecer a la mujer, la están condenando. Si una mujer se queda embarazada y no se la puede echar durante los once años siguientes a tener a su hijo, ¿a quién contratará el empresario? Prefiero a una mujer después de los 45 años o antes de los 25, porque por el medio, ¿qué hacemos con el problema?

En su discurso también ha añadido que para que las mujeres lleguen a altos cargos directivos no hace falta regulación, sino «entender que un puesto directivo requiere sacrificios».

Así nos va, así nos crece el pelo.

Todas las madres recientes cogemos la reducción de jornada durante once años. Por supuesto. Todas las madres futuras estamos de baja desde el tercer mes de embarazo fingiendo dolor de espalda. Claro que sí. Todas llegamos tarde y nos ausentamos por tener que atender a nuestros hijos pequeños, enfermos y con actos escolares. Efectivamente.

Sigamos favoreciendo que se crea eso cuando la realidad no es así. Y sé de lo que hablo. Llevo ya un par de años controlando bajas, permisos y enfermedades de más de medio centenar de personas de ambos sexos. Sigamos extendiendo esa idea errónea para que las mujeres nos veamos entre la espada profesional y la pared personal, para que asumamos dócilmente renuncias en uno u otro sentido.

mujer trabajadora

(GTRES)

Un buen profesional lo es independientemente de su situación personal  o su género. La responsabilidad, el pundonor profesional, el talento, la capacidad de integrarse en un equipo, una personalidad que no sea tóxica… son muchos los factores que hacen que un trabajador sea un valor para la empresa y muchas mujeres de entre 25 y 45 años los tienen. Mónica de Oriol y los que son como ella tienen un problema muy grave de miopía en la gestión de su personal.

Lo que habría que hacer no es criticar una legislación que protege a los niños y el derecho de ser padres (padres, ambos, no solo las mujeres), sino criticar un sistema, unas estructuras y un modo de pensar y obrar muy arraigado que considera que esa legislación es un atentado contra los empresarios. De hecho, ojalá esa legislación aún contemplara en mayor medida la conciliación de la vida familiar y personal.

Lo que habría que intentar también es que las mujeres y los hombres en cargos directivos no tengan que asumir que su cargo conlleva sacrificar su vida personal y familiar. Debería lucharse por que tomen las decisiones y hagan su trabajo en sus horas y puedan acogerse al mismo derecho que cualquier trabajador.

Tal vez ese sea una de claves de la cuestión. Probablemente lo que necesitamos son empresarios y directivos que respeten un horario, que concilien si miedo, para que se extienda de arriba de la pirámide a abajo, como una lluvia de derechos que empapa.

Otras entradas que he escrito relacionadas con el tema desde hace siete años:

Y para terminar os dejo con un tema de Donna Summer dedicado a las mujeres trabajadoras:

Ojalá llegue el día que ningún padre ponga piedras en el camino de sus hijos

Los meses de agosto y septiembre los he pasado inmersa en el universo de Outlander, lo confieso. Estaba enfrascada en Tulipanes de marte, de mi compañero de blogosfera Javi Yanes, pero durante el viaje que hicimos por el norte de Francia con los niños quería leer algo ligero, así que compré y descargué en inglés los libros de Diana Gabaldón y me quedé enganchada como Frodo en la tela de Ella-Laraña. Y tras los libros (he leído los cuatro primeros y he decidido parar) vino la serie, una versión cuidada e inteligente de los mismos que estuve disfrutando con mi santo y que me dio tema de conversación con un par de compañeras de la redacción que también estaban viéndola.

No sé si sabréis de qué serie hablo, pero no voy a entrar en detalles, mejor dejo a Jesús Travieso que la destripe en su blog Solo un capítulo más, pero la cosa es que su protagonista, un actor escocés poco conocido llamado Sam Heughan, se está convirtiendo a toda velocidad en un sex-symbol internacional con legiones de seguidores en redes sociales. La verdad es que es de esos pocos tipos a los que la mugre favorece. No quiero negar el indiscutible atractivo del muchacho, pero cuando le limpian y atusan o en su versión corriente y moderna a mí no me dice nada. A mi santo le encanta su voz por cierto.

Es éste que veis aquí, muy bien acompañado de su preciosa coprotagonista Caitriona Balfe.

Los protagonistas de la serie 'Outlander'.

Los protagonistas de la serie ‘Outlander’, os aseguro que él sin mugre pierde mucho.

En una de esas conversaciones que os comentaba con un par de compañeras sobre las virtudes más superficiales del señor Heughan, se me ocurrió comentar con toda la naturalidad del mundo que si tuviera que elegir entre una noche loca con él o con Caitriona, no dudaría en quedarme con la segunda. Decir tontadas es gratis e incluso saludable a veces. Pero os aseguro que estaba siendo completamente sincera.

No es la primera vez que hago un comentario de este tipo. Y que noto que se me quedan mirando, tal vez fugazmente, sorprendidos, con cara de póker, un poquito escandalizados o directamente incrédulos. Llevo desde los dieciocho años felizmente enamorada de un hombre, mi santo, con el que he tenido dos hijos y junto al que confío poder envejecer. Jamás he tenido una relación sentimental con una mujer. Se supone que debo ser una heterosexual de libro y no decir esas cosas.

Imagino que así me sienten los demás. Pero no necesariamente es así como me siento yo.

¿Ava Gardner o John Wayne? Ava, sin lugar a dudas. ¿Jon Nieve o Cersei? Vivan los Lannister. ¿Juan o María? Pues depende de cómo sean Juan y María.

Lo diferente me atrae normalmente en mayor medida, pero también lo propio. Si mi historia de amor con mi santo se rompiera, no sé a ciencia cierta de quién me enamoraría después. Probablemente un hombre. Tal vez no. Muchos varones supuestamente atractivos no despiertan ningún interés en mí, y en cambio encuentro mujeres fascinantes con relativa frecuencia.

Una vez me dijeron lo siguiente: “imagina una línea, en un extremo estaría la heterosexualidad pura, en el otro las personas que se siente solo atraídas por su mismo sexo al 100%. Muchísima gente se sitúa en puntos intermedios, más cerca o más lejos de una de esas dos opciones, solo que la sociedad y lo que se supone que te debe gustar tira mucho”. Me da que no es tan simple, pero decidí comprar la teoría y situarme mentalmente en algún punto intermedio .

No me preocupa. No es nada que haya provocado en mí profundas reflexiones, problemas de identidad o crisis personales de ningún tipo. Ahí ha estado siempre. Sin más. Soy monógama y, como os decía, feliz en mi situación. No tengo la necesidad de compartimentar, etiquetar y clasificar para poder digerirme ni a mí misma ni a los demás.

Y puede que a estas alturas os estéis preguntando por qué demonios os estoy contando todo esto en un blog de maternidad, copado normalmente por las andanzas de los niños. Pues porque además de conversaciones sobre macizos televisivos, también he tenido recientemente un par de conversaciones con dos amigos, un hombre y una mujer, a los que sus padres no supieron comprender y querer bien cuando se puso sobre la mesa su relación con una persona de su mismo género.

«Tenéis un hijo o una hija sano y bondadoso. ¿Qué más queréis? Hay que aceptar la realidad de las personas que más amamos«, me dan ganas de decirles.

Creo que, por como soy, por como pienso, estoy a salvo de hacer pasar por lo mismo a Julia si el día de mañana viene a casa de la mano de otra chica. De hecho si Jaime fuera capaz en el futuro de tener una relación sentimental con un hombre que le quisiera bien sería la madre más feliz del mundo. Por desgracia su autismo le acabará robando ese tipo de amor casi con total seguridad.

Ojalá llegue el día que ningún padre, ninguna madre ponga piedras en el camino de sus hijos por algo tan natural como amar a otra persona, que no haya cariños mermados, alterados o desaparecidos a modo de víctimas colaterales en el proceso de conocerse y quererse a uno mismo como es.

Independientemente de nuestras expectativas, de nuestras propias inclinaciones o creencias, los padres deberíamos facilitar las cosas a nuestros hijos, no crear problemas donde no los hay, que ya se los encontrarán de sobra en otras partes. Deberíamos amarlos como son, sin más.