Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables
Ámsterdam, dentro de los compromisos de sostenibilidad asumidos, ha puesto en marcha un plan para que en 2050 la ciudad esté libre de emisiones.
La noticia es transcendente no solo por el compromiso de una ciudad líder en la planificación urbanística en aras a recuperar la dimensión humana, sino sobre todo porque el compromiso de prescindir del gas natural es adoptado en Holanda, una región con fuertes intereses en la producción de gas natural a través de su compañía bandera Shell, demostrando que prefiere apostar por el futuro de todos que por la economía de los grandes lobbies empresariales.
El anuncio de Ámsterdam se une a una multitud de iniciativas de otras ciudades como:
- Copenhague, que ha establecido un horizonte 2025 para alcanzar emisiones cero y cobertura de la demanda de energía 100% renovable
- París, que apoyándose en la ley de transición energética de Francia ha establecido como objetivo la no circulación de vehículos diésel en sus calles a partir de 2020
- Barcelona, con la limitación de circulación de vehículos contaminantes a partir del 2020, el desarrollo de las Supermanzanas como unidad territorial de sostenibilidad o con la creación de un operador energético que permita conseguir el objetivo de autosuficiencia energética
- Fráncfort, con un objetivo de reducción de la demanda de energía del 50%,a pesar de ser una ciudad con una componente industrial, y con 100% renovables en el 2050 importante
- Múnich, Grenoble con el proceso de remunicipalización de suministros energéticos.
Ciudades todas ellas, al igual que muchas otras comprometidas con un modelo de cobertura de las necesidades energéticas basado en la eficiencia y en las energías renovables, que ha decidido asumir un papel preponderante en materia energética en contraposición a políticas de carácter nacional o comunitario, mucho menos comprometidas a la hora de establecer los objetivos para el futuro.
El papel aceptado por estas ciudades con la sostenibilidad negando el modelo energético actual fundamentado en energías altamente contaminantes, abre un camino de esperanza en la lucha contra la desidia programada de los gobiernos y reivindica el rol que las administraciones locales están teniendo al asumir la voluntad de la ciudadanía y en la recuperación de sus derechos en asuntos como la erradicación de la pobreza energética, el acceso universal a la energía, la reducción de emisiones, la movilidad sostenible, la rehabilitación de viviendas…
Por las experiencias narradas, por el Pacto de Alcaldes para la sostenibilidad energética, por la cercanía de las administraciones locales con los ciudadanos y por el avance tecnológico tanto en la generación de electricidad con fuentes renovables de carácter distribuido como en el desarrollo de las tecnologías de Información y Comunicación mantengo la esperanza que el futuro energético que nos espera, a pesar de los intereses del sector energético tradicional, estará basado en la voluntad y en la capacidad de decisión del consumidor para elegir el modelo de cobertura de sus necesidades energéticas que estime más oportuno sin la necesidad de aceptar más contratos de adhesión.
- Imagen: Flickr/Labé