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¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Nuestro sentido del olfato está diseñado para detectar los olores que pueden representar un peligro para nuestra salud o seguridad. Por lo tanto, nuestra capacidad para detectar olores desagradables y peligrosos, como el olor a gas, los excrementos y flatulencias, la comida en mal estado o el humo, es más aguda que nuestra capacidad para detectar fragancias agradables u olores seguros.

¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Esto se debe a que nuestro sistema olfativo está diseñado para alertarnos de los peligros antes que para detectar cosas agradables. Cuando se detecta un olor desagradable, se activan inmediatamente áreas en nuestro cerebro relacionadas con la memoria, la emoción y la respuesta de lo que comúnmente se conoce ‘lucha o huida’.

Esto significa que un olor desagradable puede activar una respuesta emocional intensa antes de que tengamos la oportunidad de pensar conscientemente en lo que estamos oliendo.

Por otro lado, los olores agradables pueden ser más sutiles y no activarán la misma respuesta emocional intensa. Además, nuestro cerebro puede adaptarse rápidamente a los olores agradables, lo que significa que después de un tiempo, dejamos de notarlos.

 

 

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Fuente de la imagen: aquamech-utah (Flickr)

Hiperosmia: personas capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

Hiperosmia: personas que son capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

La ‘hiperosmia’ es la cualidad (calificada también como trastorno) de percibir olores que otras personan no son capaces de detectar.

Por poner un ejemplo: los afectados de ello son capaces de distinguir el aroma de una flor (por ejemplo el jazmín) entre un montón de escombros o detectar la fragancia de un perfume que lleva una persona cuando ésta todavía no ha llegado al lugar donde se encuentra. Otro ejemplo práctico podría ser la novela (y película homónima) ‘El perfume’ en la que el protagonista tenía un olfato excesivamente desarrollado.

Se ha detectado que algunas de las personas con hiperosmia lo hacen durante un periodo concreto de sus vidas y no continuadamente (aunque se han dado casos, es poco común que alguien lo padezca a lo largo de toda su existencia).

El que no afecte a un elevado número de personas ha hecho que se convierta en una patología poco investigada, por lo que no se conoce al cien por cien qué es lo que produce que algunas personas puedan estar dotadas de esa singular agudeza olfativa.

En ciertos casos la hiperosmia puede ser una ventaja, pero para la mayoría de los que la padecen puede llegar a convertirse en un suplicio, debido a que detectan hasta el más mínimo de los olores, por lo que los ‘malos olores’ (como los fétidos) los notan más exageradamente.

Curiosamente, quienes padecen de una hiperosmia ‘pasajera’ son algunas embarazadas (sobre todo al inicio y final de la gestación). El hecho de que afecte a las mujeres en estado se debe, principalmente, a un aumento de la concentración de estrógenos y progesterona.

Quienes también pueden verse afectadas por este trastorno son mujeres tras llegar a la menopausia; personas con algún trastorno metabólico (como la enfermedad de Addison, entre cuyos síntomas se encuentra la hipersensibilidad olfativa); de hipertiroidismo e incluso algunas alteraciones neuronales (debido al consumo de algunas sustancias alucinógenas) o que se encuentren bajo el síndrome de abstinencia de benzodiacepinas (tras un periodo prolongado consumiendo medicamentos psicotrópicos).

 

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Fuentes de consulta y más info: ncbi / xatakaciencia / sintomasdelembarazo / anosmia.info / ireneu / sciencedirect
Fuente de la imagen: aquamech-utah (Flickr)

Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Aunque nuestra nariz no es tan sensible ni está tan desarrollada como la de un perro o la mayoría de los animales, puede llegar a recordar 50.000 olores diferentes. Esa prodigiosa memoria olfativa es la que hace que olamos un aroma y éste pueda transportarnos con nuestros recuerdos a décadas atrás, a un momento vivido, a un lugar concreto.

Que podamos recordar hasta 50.000 aromas no quiere decir que ese sea el tope de los que nuestro olfato pueda llegar a percibir, ya que en realidad podemos distinguir hasta la friolera de un billón de olores diferentes.

Según investigadores de la Universidad de Pittsburgh los diferentes efluvios que podemos percibir se pueden clasificar en diez categorías: fragante (que es el olor suave y agradable), el olor a madera o resina (llamado también leñoso), el olor químico, el mentolado o refrescante, el olor dulce, el olor a quemado o ahumado (donde incluiríamos el de las características palomitas de maíz o el conocido como chamusquina), el olor a podrido, el rancio o acre (entre los que se incluye el ajo y el del fósforo), y dos olores frutales: uno que incluye los cítricos y el que lo excluye (resto de frutas).

 

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Fuente de la imagen: Dennis Wong (Flickr)