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‘Operación Triunfo 2009’: el jurado

Como os dije el lunes, para concluir de una vez por todas la edición 2009 de Operación Triunfo, nada mejor que un análisis de los cuatro elementos que componen el reality: jurado, profesores, presentador y concursantes.

Empezamos por el jurado. Esta edición fue la más extraña de todas, porque vivimos la expulsión de uno de sus miembros que era, además, el más carismático de todos: Risto Mejide. Por eso, mejor hablar de él primero:

Risto: Estuvo más ácido que nunca y esa acidez, en parte, le costó el puesto. Al contrario de lo que ocurrió con Virginia, este año patinó con sus apuestas: ni Púa, ni Elías, ni Silvia consiguieron hacerse con la victoria. Para mi gusto se excedió muchas veces, pero le daba un toque diferente y realista al programa.

Noemí: La responsable máxima del jurado, la mala en ausencia de Risto, sí acertó. Eligió a Mario desde el principio (no sabemos muy bien si por cómo canta o por lo guapo que le parece) y al final fue el asturiano el que se llevó el gato al agua. Para mi gusto estuvo demasiado empalagosa, demasiado pelota y demasiado pendiente de Risto.

Ramoncín: don Ramón intentó aportar, sin demasiada suerte, una visión musical más profesional. Convertido en el rey de las parábolas, sus valoraciones fueron, por norma general, aburridas e infumables. Fue el primer miembro del jurado en dejar la mesa, cuando el concurso entró en su recta final. Para mi gusto estuvo de más, porque el rollo profesional de sus valoraciones y sus comparaciones al estilo Jesucristo sólo lograron ralentizar el ya de por sí lento concurso.

Coco: La faraona del sopor, líder absoluto en las valoraciones descabelladas, ha vivido un año de lo más peculiar. Pidió que quitaran los sofás de la academia para que los triunfitos espabilaran y a cada uno le sacaba un defecto que no tenía nada que ver con lo artístico. Uno de mis momentos favoritos fue cuando le preguntó a Mario si había engordado. Para mí gusto estuvo de más, porque intenta aportar cosas pero se va por las ramas siempre. Empieza a contar historias eternas que no desembocan en ningún sitio y cuando va a dar su opinión, el concursante (y el espectador) ya está dormido.

Habrá que ver los cambios en el jurado de cara a OT 2010.