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¿De dónde surge llamar ‘doctor’ a los médicos si muchos facultativos no lo son?

Es habitual que, a la hora de acudir a una consulta médica, nos dirijamos al profesional que nos atiende como ‘doctor’, aunque es probable que dicho facultativo no tenga un doctorado (pero sí la licenciatura y/o correspondiente especialización).

¿De dónde surge llamar ‘doctor’ a los médicos si muchos facultativos no lo son?

Y es que debemos tener en cuenta que no todos los médicos son doctores ni todos los doctores son médicos. El de doctor (doctora en su forma femenina) no es solo un tratamiento de cortesía y respeto que da un paciente hacia el especialista sanitario que le está atendiendo, sino que en realidad se trata de un grado alto de titulación académica que ha obtenido un profesional pero que no necesariamente tiene que dedicarse a la medicina (de ahí que encontremos doctores en otros campos tan diversos como la física, arquitectura, derecho, filosofía, periodismo…).

Etimológicamente el término ‘doctor’ proviene del latín medieval ‘doctor’/’doctoris’, que hacía referencia a un enseñante, derivando estos vocablos de ‘docēre’ (el que enseña) y estaba destinado, originalmente, a los enseñantes (profesores) y encargados de impartir clases de estudios superiores (universitarios). Antiguamente, a aquel que obtenía el doctorado se le asignaba una silla o asiento en una institución universitaria (cátedra), pero con el tiempo ambas titulaciones han acabado diferenciándose, dedicándose un catedrático normalmente a la docencia y un doctor a la investigación (aunque podemos encontrar que un mismo profesional realice ambas cosas).

El hecho de que por norma general a prácticamente todos los médicos se les denomine ‘doctores’, como tratamiento coloquial y de cortesía, se originó a raíz del término ‘docto’, el cual proviene del latín ‘doctus’ y que vendría a significar ‘el que tiene enseñanzas’, en relación a los conocimientos que posee, de ahí que, antiguamente, fuese muy común acompañar con el adjetivo ‘docto’ el nombre del profesional que poseía más conocimientos que los comunes, siendo el de los médicos uno de los colectivos de la sociedad con mayor preparación y estudios.

 

 

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Fuente de la imagen: pixnio

¿De dónde surge la expresión ‘Estar en capilla’?

A través de la cuenta de este blog en Instagram @yaestaellistoquetodolosabe2 he recibido un mensaje en el que me consultan de dónde surge la expresión ‘Estar en capilla’.

¿De dónde surge la expresión ‘Estar en capilla’?

La popular expresión ‘Estar en capilla’ es utilizada para señalar el momento previo al que una persona debe someterse a algo realmente importante y decisivo (contraer matrimonio, presentarse a un examen, realizar una entrevista de trabajo…).

La mayoría de expertos y etimólogos apuntan que esta locución se originó alrededor del siglo XIV en los ambientes estudiantiles de la Universidad de Salamanca. En aquel tiempo, aquellos a punto de licenciarse o que estaban doctorando debían presentar su trabajo final de carrera o  tesis doctoral ante el correspondiente tribunal en la ‘Catedral Vieja’ de la capital salmantina.

La noche previa a tal exposición, el alumno solía pasarla recogido en la capilla de Santa Bárbara, lugar en el que repasaba sus notas, meritaba y se preparaba para el gran día.

Era precisamente esa noche que pasaba en vela y a la espera de someterse al tribunal universitario la que dio origen a la expresión ‘estar en capilla’. Una vez realizada la prueba, si el universitario era aprobado salía por la puerta principal, si por el contrario no la superaba, entonces debía abandonar la catedral por una de las puertas traseras (conocida ‘puerta de carros’).

Cabe destacar que circula otro posible origen de la locución que indica que, en tiempos del reinado de Felipe II, el monarca dispuso que todas las prisiones debían de disponer de una capilla en la que los presos que debían ser ejecutados pudiesen pasar su última noche en aquel lugar, orando y arrepintiéndose de sus pecados y delitos.

Aunque se sabe con certeza que esta práctica se llevó a cabo, no es posible que se la que diera origen a la expresión, debido  que Felipe II reinó en la segunda mitad del siglo XVII y existe constancia del uso de la locución en los ambientes estudiantiles de Salamanca tres siglos antes.

También debo indicar que, en alguna enciclopedia o libro dedicado a la tauromaquia, se indica que la mencionada locución hace referencia a los momentos previos que un torero pasa rezando en la capilla de la plaza de toros antes de salir al ruedo, aunque estas referencias son de finales del siglo XIX y, por tanto, debería descartarse como posible origen.

 

 

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