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Cuando se tenía el convencimiento que beber alcohol (en este caso vino) era beneficioso para la salud

Desde hace un tiempo a esta parte muchos son los especialistas en salud y nutrición que advierten de los peligros que supone la ingesta de alcohol y han descartado por completo aquella vieja recomendación (camuflada en consejo médico) que indicaba que una copa de vino con las comidas era saludable.

Cuando se tenía el convencimiento que beber alcohol (en este caso vino) era beneficioso para la salud

Y numerosas son las (erróneas) publicaciones que encontramos en las que hablan de los beneficios antioxidantes e incluso anticancerígenos de la cerveza o cómo el whisky es un perfecto vasodilatador y que aquellas personas que sufrieran del corazón o tuvieran mala circulación sanguínea mejorarían su saludo tomándose una copa de vez en cuando.

Está más que demostrado que el consumo de alcohol (por moderado que sea) afecta nocivamente tanto a la estructura como la función del cerebro (Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud de la OMS).

Pero hubo un tiempo en el que el consumo de alcohol estaba instalado en el día a día de cualquier persona e incluso se le daba de beber a muchos niños de corta edad; por ejemplo existía la costumbre de dar una copita de quina (vino dulce) para abrirles el apetito, el mojar el chupete de un bebé en anís para que dejase de llorar (sobre todo cuando le estaban saliendo los primeros dientes) o en las celebraciones navideñas se les servía un ‘culín’ de cava (por aquel entonces llamado genéricamente champán) para que brindasen con los mayores.

Días atrás, navegando por la red, me encontré con un antiquísimo artículo del 31 de enero de 1927, en el que en el periódico “El Eco de Valdepeñas” se alababa las virtudes del vino y se intentaba demostrar (amparándose en una publicación de una revista científica de Berlín) que este caldo no era nocivo para la salud y en el que se podía leer cosas como que:

[…]un hombre normal bien equilibrado, que se alimente bien y haga vida activa puede emborracharse hasta 2.000 veces en un período de diez a doce años sin comprometer su salud de una manera seria[…]

Eso sí, más adelante el mismo artículo indicaba que “una vez superadas las dos mil borracheras se empieza a correr un gravísimo peligro”.

Me llamó mucho la atención ese artículo, lo pegué en una imagen (citando la fuente, evidentemente) y lo compartí a través de mi cuenta de twitter, suscitando muchísimas reacciones.

 

 

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Fuente de consulta e imagen: El Eco de Valdepeñas / Organización Mundial de la Salud (OMS)

¿Por qué según vamos cumpliendo años la ingesta de alcohol nos sienta peor?

¿Por qué según vamos cumpliendo años la ingesta de alcohol nos sienta peor?

Aquellos que ya hemos pasado del medio siglo de vida debemos reconocerlo: cada vez que se propicia una celebración y nos tomamos alguna copa de más (evidentemente por encima de las que estamos habituados) notamos cómo, posteriormente, esa ingesta de alcohol nos va sentando cada vez peor, siendo cada vez más molestas y largas las resacas y, sobre todo, tolerándolo mucho peor.

Y es que el hecho de cumplir años tiene mucho que ver y nuestro organismo ya no asimila según qué excesos tan bien como cuando éramos unos jovenzuelos. A pesar de que somos conscientes de ello y que incluso podemos llegar a beber muy por debajo de cómo lo hacíamos tiempo atrás (la típica copita de menos) vemos que gradualmente va sentándonos peor. Evidentemente todo esto es una explicación muy genérica y depende de cada persona,  su constitución y el tipo de bebida que tome (no es lo mismo mezclar el alcohol en un combinado junto a un refresco azucarado que tomar un lingotazo de una bebida oscura –tipo wiski- o copas de un licor de los llamados ‘espirituosos’).

El cumplir años hace que nuestro metabolismo se ralentice, motivo por el que la resaca dura más e incluso se convierta en más molesta.  Nuestro hígado, encargado de depurar el alcohol que llega a nuestra sangre, con los años ya no rinde con la misma efectividad que tiempo atrás (de ahí que se den frecuentemente casos de cirrosis hepáticas en personas de mayor edad o que abusan reiteradamente del alcohol).

Otro factor importante por el que con los años la ingesta de alcohol nos sienta peor es la pérdida de agua corporal. De manera natural con el paso del tiempo vamos perdiendo parte del líquido elemento del que está compuesto nuestro organismo.

Esa deshidratación natural y progresiva es la que hace que el alcohol que hemos bebido pase de nuestro estómago a la sangre y que apenas quede diluido en nuestra agua corporal (que hemos ido perdiendo con el tiempo).

 

 

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Post realizado a raíz de la consulta formulada por Esperanza Roig a través de la página en Facebook de este blog
Fuente de la imagen: kboneva (Flickr)